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El Humanismo Universalista

“El Humanismo Universalista, también llamado Nuevo Humanismo, se caracteriza por destacar
la actitud humanista. Dicha actitud no es una filosofía sino una perspectiva, una sensibilidad y
un modo de vivir la relación con los otros seres humanos. El humanismo universalista sostiene
que en todas las culturas, en su mejor momento de creatividad, la actitud humanista impregna
el ambiente social. Así, se repudia la discriminación, las guerras y, en general, la violencia. La
libertad de ideas y creencias toma fuerte impulso, lo que incentiva, a su vez, la investigación y la
creatividad en ciencia, arte y otras expresiones sociales. En todo caso, el humanismo
universalista propone un diálogo no abstracto ni institucional entre culturas, sino el acuerdo en
puntos básicos y la mutua colaboración entre representantes de distintas culturas, basándose en
momentos humanistas simétricos”.

En la sociedad actual la convivencia entre diferentes culturas es un hecho cotidiano. Pero lo


extraordinario de este momento histórico es que se trata de un momento de mundialización en
donde todas las culturas se acercan y se influyen mutuamente, como nunca antes había
sucedido.

Es importante distinguir entre este proceso de mundialización creciente y la globalización. La tan


mentada globalización no es sino otra cosa que el tradicional comportamiento que han
impulsado los centros imperiales. Como ha sucedido reiteradamente en la historia, estos
imperios se instalan, se desarrollan y hacen girar alrededor a otros pueblos tratando de imponer
su lengua, sus costumbres, su vestimenta, su alimentación y todos sus códigos. Finalmente esas
estructuras imperialistas terminan generando violencia y caos, producto de su ingenuo atropello
y la confrontación cultural.

Hoy es necesaria la formación de ámbitos donde se rescaten las ideas, las creencias y las
actitudes humanistas de cada cultura que, más allá de toda diferencia, se encuentran en el
corazón de los diferentes pueblos e individuos.

En términos generales el Centro de las Culturas se propone facilitar y estimular el dialogo entre
las culturas, luchar contra la discriminación, la violencia y llevar el mensaje del Nuevo
Humanismo a los lugares de origen de los participantes.
EL HUMANISMO JUDIO

Es un movimiento dentro del judaísmo. Combina un apego a la identidad y la cultura judía con
un enfoque del hombre centrado en la vida. Define el judaísmo como la experiencia histórica y
cultural del pueblo judío. El judaísmo humanista afirma que las personas son independientes de
la autoridad sobrenatural y son responsables de si mismos y de su comportamiento.

Los judíos históricamente no han sido una denominación religiosa. En un tiempo, los judíos eran
una nación y se convirtieron en un pueblo del mundo. Ser judío es una consecuencia de
ascendencia o de elección. Ser miembro del pueblo judío no es una función de una creencia sino
que parte de una identificación, de una conexión y de lealtad.

Según el diccionario, una religión e un conjunto de creencias en el que las personas se aferran;
por lo tanto, siguiendo dicha definición, el judaísmo humanista sería una religión. Sin embargo,
en la descripción del rabino Sherwin Wine, el judaísmo humanista caería en la categoría de una
religión ancestral más que en la de una religión de salvación. El judaísmo humanista es también
una religión en su estructura: su modelo de congregación, la escuela para niños, los programas
de educación de adultos, la mirada puesta en el ciclo de vida y la celebración de las festividades,
siguen el modelo religioso.

Faur es un rabino laico. Explica que, para el pueblo judío, un rabino es un líder y un maestro,
alguien que es conocedor sobre la historia judía y sus ceremonias. Elegimos ser parte de la
comunidad judía y llamar a nuestros líderes rabinos, pues ello nos ayuda a participar
plenamente en la vida comunitaria judía.

Según Faur, el fundamento de la ética es la dignidad humana, la supervivencia humana y la


felicidad humana. El fundamento de la ética no es D-os; el comportamiento ético consiste en las
relaciones entre las personas. Algunas personas se comportan bien sin creer en D-os, y algunas
personas que creen en D-os no se comportan éticamente.
El Humanismo Cristiano

El humanismo es una actitud que intenta reencontrar y recuperar tanto la dignidad, los
derechos y las libertades del ser humano, como su desarrollo y progreso en el mundo en
que vive. Esta actitud, siendo una doctrina y cultura, tiene su origen en la cultura
grecolatina y en el renacimiento, y puede presentarse bajo varias facetas, las cuales
excluyen, a veces, la dimensión trascendental del ser humano.

Sin embargo, el humanismo cristiano entiende que la búsqueda y reencuentro de los


fundamentos de la grandeza del ser humano, arriba mencionados, nunca pueden
efectuarse sin el Dios que se ha revelado plenamente en Jesucristo para salvar al
hombre íntegro.

Para captar el sentido del humanismo cristiano, cree que es necesario presentar la
exposición como sigue: los antecedentes históricos, el Renacimiento y el Humanismo, la
evolución del Humanismo y el Humanismo cristiano con sus dos fuentes: la filosofía
cristiana y la Doctrina Social de la Iglesia.
Humanismo musulmán

Antes de afirmar o negar la presencia o ausencia de las tradiciones humanistas en la


cultura musulmana, a mí me gustaría determinar la noción misma de humanismo.
Parece justo ver esta noción como un fenómeno determinado históricamente y
relacionado con los cambios radicales que se operaban en la sociedad europea antes de
la llegada de los nuevos tiempos. Para la nueva época, es característica la revisión del
status mismo del hombre en el universo, y en la conciencia social en particular.

Es sabido que el humanismo como corriente filosófica y literaria surgió en Italia en la


segunda mitad del siglo XIV y se convirtió en la característica fundamental de la cultura
del Renacimiento. Para el humanismo es característica la oposición a la concepción
medieval del mundo con su teocentrismo, y la re-orientación hacia los valores humanos
y la dignidad del hombre, la visión del hombre como la medida principal de todas las
cosas.

El núcleo de la concepción del mundo humanista lo constituye el reconocimiento de que


el hombre es, en sus múltiples manifestaciones, libre. Esta libertad se contrapone a la
autoridad y a la dominación del Estado, a los institutos religiosos, al sistema social
feudal, a la jerarquía social tradicional, etc. El Humanismo prepara la transformación del
hombre. Es posible que una de las ilustraciones más claras del credo humanista sea la
frase del filósofo humanista italiano Giovanni Pico de la Mirándola, cuando en su
"Discurso sobre la dignidad humana" afirma que Dios al crear al hombre le dijo: "Te
pongo en el centro del mundo, para que desde allí te sea más fácil observar todo cuanto
haya en el mundo. Yo no te hice ni una criatura divina ni una criatura terrenal, ni mortal
ni inmortal, para que tu mismo, libre e ilustre maestro, puedas formarte la imagen que
prefieras". Es obvio que este reconocimiento infinito del carácter valioso del hombre y
de su libertad podría surgir solamente en el nivel más alto de civilización y de desarrollo
humano.

Eso no significa que el humanismo sea solo un fenómeno perteneciente a la cultura


occidental. Los elementos humanistas son propios de la herencia espiritual de todos los
pueblos, prácticamente a lo largo de toda la historia de la humanidad. Se trata, en este
caso, de la existencia en cada cultura de las tendencias que se contraponen a la opresión
y

sojuzgamiento del hombre y que defienden su grado de independencia, de la libertad de


su voluntad.

En la sociedad musulmana, predominó durante siglos una visión fatalista acerca de la


predeterminación del destino del hombre y su dependencia, -así como de todo lo que
existe en el mundo-, de la voluntad de Alá. La predeterminación del destino y del
comportamiento del hombre, está afirmada en numerosos versos del Corán, aun cuando
existan otros que pueden ser interpretados como textos que niegan la ciega fatalidad.
Precisamente la idea fatalista fue puesta en la de la concepción teológica musulmana.
Su expresión plena y clara se ve en los libros de Al-Gazaly quien afirma que "El sol, la
luna y las estrellas, la lluvia, las nubes y la tierra, todos los animales y objetos
inanimados, están subordinados a otra fuerza, como la pluma en manos de un escritor.
No se puede creer que el gobernante que puso su firma es el creador de esta firma, la
verdad consiste en que su verdadero creador es el Supremo. Como dice el
Todopoderoso: "No eras tú cuando tiraste, sino Alá es el que tiró".

Ya en los tiempos de los primeros califas, en el mundo musulmán surgieron discusiones


y luchas alrededor del dogma sobre la predestinación. La contradicción interna de este
dogma consistía en su incompatibilidad con el principio de la responsabilidad del
hombre por su comportamiento. El fatalismo absoluto fue puesto en duda por los
primeros musulmanes "pensantes" o "descontentos", por los Kadaritas, (proviene de la
palabra árabe "Kadar", destino, fatalidad). Los Kadaritas defendían la libertad de la
voluntad del hombre y su responsabilidad por sus acciones, frente a Alá. También los
teólogos musulmanes llamados "Mútazilies" defendían la doctrina de la libertad de la
voluntad. En esencia, la polémica entre los adictos del fatalismo absoluto y los adictos
de la libertad de la voluntad, se observa en la teología musulmana a lo largo de toda la
historia de la musulmanidad. Se puede afirmar que la visión humanista no pudo
desarrollarse completamente, lo cual se explica fácilmente al tomar en consideración las
limitaciones que pone la ideología religiosa como tal.
Humanismo marxista

Después de la Segunda Guerra Mundial, el “modelo” de marxismo que Lenin había


instaurado en la Unión Soviética estaba sufriendo una dramática y profunda crisis,
mostrando con Stalin el rostro de una despiadada dictadura. Es en este contexto que se
desarrolla una nueva interpretación del pensamiento de Marx –en opocisón y como
alternativa a la “oficial” del régimen soviético– que se conoce como “humanismo
marxista”.

Sus representantes sostienen que el marxismo posee “un rostro humano”, que su
problemática central es la liberación del hombre de toda forma de opresión y de
alienación y que, consecuentemente, es por esencia un humanismo. Un grupo bastante
heterogéneo de filósofos pertenece a esta línea de pensamiento. Los más
representativos son: Ernst Bloch en Alemania, Adam Shaff en Polonia, Roger Garaudy en
Francia, Rodolfo Mondolfo en Italia, Erich Fromm y Herbert Marcuse en los Estados
Unidos.

Y es así entonces que, a partir de los años Cincuenta, con el desafío a nivel de
interpretación teórica que el humanismo marxista lanza a la doctrina “ortodoxa” del
régimen soviético, se asiste a un áspero enfrentamiento entre dos modos mutuamente
excluyentes de entender el pensamiento de Marx. Pero tal situación no representaba
una novedad o una anomalía en la historia del marxismo: al contrario, era casi una
constante. El pensamiento de Marx ha conocido, durante el arco de su desarrollo y por
diversos motivos, una amplia variedad de interpretaciones.

En los años inmediatamente posteriores a la muerte de su fundador (1883), o sea en el


tiempo de la Segunda Internacional (1889), el marxismo era interpretado
prevalentemente como “materialismo histórico”, al que se entendía como una doctrina
“científica” de las sociedades humanas y de sus transformaciones, fundada en hechos
económicos y encuadrada en el contexto más amplio de una filosofía de la evolución de
la naturaleza desarrollada por Engels. Esta interpretación estaba teñida por el clima
cultural de la época, dominado por el evolucionismo darwiniano y, más en general, por
el positivismo. En este caso, la “cientificidad” que el marxismo se arrogaba era la de las
ciencias empíricas, cuyo método y rigor pretendía extender al campo de la economía, la
sociedad y la historia, antes dominados por concepciones “metafísicas”, es decir,
irracionales y arbitrarias.

En el siglo XX, la victoria de la revolución proletaria en Rusia y su fracaso en Alemania y


en el resto de Europa Occidental impusieron la interpretación del marxismo elaborada
primero por Plejanov y Lenin, y más tarde por Stalin. Esta interpretación entiende al
marxismo fundamentalmente como “materialismo dialéctico”, es decir como una
doctrina filosófica materialista (se podría casi decir una cosmología) en la que la
dialéctica —o sea el procedimiento lógico desarrollado por Hegel— juega un papel
central: es, a un tiempo, la ley evolutiva de la materia y el método teórico-práctico que
permite la compresión del mundo físico y de la historia, y que indica por lo tanto, cuál es
la acción política correcta. Aquí la filosofía de la naturaleza elaborada por Engels —que
en la interpretación precedente constituía solamente el marco filosófico para la obra
sociológica y filosófica de Marx— deviene central y se superpone al materialismo
histórico. También en este caso se entiende al marxismo como una “ciencia”, pero no en
el sentido de una disciplina propiamente experiemental: se trata ahora de una ciencia
filosófica considerada “superior”, que se basa en la aplicación de las leyes de la
dialéctica hegeliana a los fenómenos naturales, y que integra y supera a las ciencias
empíricas. Con Stalin, el “materialismo dialéctico” se transforma en la doctrina oficial
del partido marxista-leninista soviético y de los partidos comunistas que dependen de
él.

Trataremos ahora de analizar las ideas en las que se basan estas dos interpretaciones
del marxismo, que son las que han prevalecido históricamente.
EL HUMANISMO EXISTENCIAL

Resumen de “El existencialismo es un humanismo” de Jean Paul Sartre

En esta conferencia el propósito de Sartre es defender al existencialismo de los


reproches que se le han hecho desde dos posturas: el cristianismo y el comunismo.
Empieza por retomar algunas de las críticas que se le han hecho a esta corriente. Por un
lado, habla de “un quietismo de desesperación”, donde ante un cierre de todas las
soluciones, se invita a una filosofía burguesa contemplativa. Esta critica la atribuye a los
comunistas, quienes también critican el que parte de la subjetividad humana. A los
católicos atribuye la crítica de que el existencialismo subraya la ignominia humana,
ademas de negar la realidad y seriedad de las empresas humanas, al suprimir los valores
universales y dejar a cada quien hacer lo que quiera, sin poder ser juzgado por los
demas. Ambos le critican faltar a la solidaridad humana.

La defensa de Sartre comienza por definir al existencialismo como una “doctrina que
hace posible la vida humana” y que “toda verdad y toda acción implican un medio y una
subjetividad humana” .

Posteriormente comienza a criticar que aquellas personas que asocian existencialismo


con el lado “feo” o “malo” de la vida humana, sin embargo soportan cosas mucho mas
“malas” o “feas” , sombrías o realistas. Así sostiene que lo que realmente molesta a
estas personas es “la capacidad de elección” que el existencialismo propone.

El autor hace a continuación una aclaración sobre el uso extendido y amplio de la


palabra “existencialismo”, explicando que esta filosofía esta destinada a filósofos, no a
ser enarbolada por la gente que la adopta como moda. Luego explica las dos especies de
existencialistas, los cristianos y los ateos. Pero entre estos dos el punto en común es el
que aceptan que “la existencia precede a la escencia”. Usando el ejemplo del cortapapel
y su fabricación, Sartre explica la concepción escencialista solo para desmarcarse de ella
y explicar como el hombre empieza por existir, para al final definirse. El hombre se
coincibe una vez que existe y solo existiendo puede proyectarse al porvenir. Si esto es
asi, el hombre es entonces responsable de lo que es. No hay una escencia (destino) que
lo predefina. Cada uno se elige a si mismo y aquí al elegirse a si mismo, esta eligiendo a
(por) todos los hombres. Al elegir se afirma el valor de lo que se elige, creándose cierta
“imagen del hombre” que es lo que se elige.

La angustia aparece cuando el hombre se da cuenta de que es no solo el que elige ser,
sino también un legislador al elegirse a si mismo elige a la humanidad entera. Al obrar
no solo se compromete a si mismo quien obra. Se refiere a la angustia de Abraham, pues
¿Cómo podía saber Abraham que la voz que oye es de un Ángel? Hay ahí
responsabilidad pues siempre será el individuo quien decida si la voz que oye es de un
angel o una alucinación. Que un acto sea bueno o malo, lo decide quien lo hace (aun si
se está escudando en lo que esta eligiendo creer que es una orden divina, pues es
responsable de creer eso). Entonces el peso esta sobre el hombre que hace. Compara
esta angustia con la del jefe que debe elegir y hacerse responsable de lo que se elige,
aun de no elegir. Al no existir Dios para Sartre, debe llevar esto a sus ultimas
consecuencias. Lo cual resulta para el existencialista “muy incómodo” porque con ello
desaparece toda posibilidad de encontrar valores “en un cielo inintelegible” (dictados,
universales, infiero). Reitera el estar “abandonado” en el mundo del hombre, donde
solo hay hombres. Y donde tampoco hay determinismo a quien echarle la culpa. No hay
ordenes o valores que legitimen nuestra conducta.

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