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I.E.S. PROF. MANUEL MARCHETTI

Mary Kingsley
“Una exploradora y soñadora, deseosa por descubrir otras cosas más
allá de lo que la rodeaba; lugares nuevos, gente diferente, pero sobre todo
con un anhelo por descubrirse a sí misma y renacer.”

Literatura Argentina I

Prof. A cargo: Ana María Suárez


Integrantes: Díaz Esperguín, Camila
Vega, Katerin
2018
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Durante el siglo XVIII se popularizó la llamada teoría del “buen salvaje”. Algunos
de los exploradores que viajaban al nuevo mundo sostenían que los pueblos
primitivos de América mantenían una humanidad despojada de los defectos
burgueses y que la humanidad debía volver a encontrarse con la tierra, sus frutos,
para conseguir una supuesta paz que los exploradores veían en esos pueblos.

En el siglo XIX, se retoma esta idea del “buen salvaje” la cual consistía en el
pensamiento de que lejos de las ciudades europeas se podía vivir mejor. Muchos
aventureros se lanzaban al África o América del Sur para intentar encontrarse con
supuestos paraísos.

Puede ser esta búsqueda de lo exótico lo que llevó a Mary Henrietta Kingsley a
ser la primera mujer que se aventuró a África en ese siglo.

Mary Kingsley vivió en un siglo europeo muy agitado. Fue el siglo testigo de la
llamada “primaveras de las naciones” donde algunos los países comenzaban a
constituirse en Estado-Nación y también de la expansión de los imperialismos y la
competencia por nuevos territorios a conquistar y colonizar. Inglaterra era el
imperio dominante. El dominio de su corona o su influencia llegaba a casi todos
los rincones del mundo conocido. Otros países, como los Estados Unidos de
América, se avizoraban como una nueva potencia mundial mientras incorporaba
territorios en su propio continente al control del Estado con un paso acelerado de
desarrollo industrial, “civilizatorio” y de dominación o expulsión de los pueblos
originarios que habitaban casi la mitad de la geografía actual de los Estados
Unidos.

En la América Hispánica se consolidaban los procesos independentistas y surgían


nuevos países independientes de la corona española. Brasil en América del Sur se
erigía como un nuevo Estado independiente de la corona Portuguesa no sin
dificultades institucionales, económicas y políticas en el seno de estas nuevas
naciones.

En Argentina en la segunda mitad del siglo XIX se logra sancionar la primera


constitución nacional (1853) que encaminó la constitución de un Estado-Nación
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con hegemonía portuaria luego de una extensa lucha interna entre los intereses
del puerto (Buenos Aires) y las provincias interiores. Se sancionan la Ley de
Educación pública, laica y gratuita y políticas educativas tendientes a alfabetizar a
los habilitantes del territorio que había sido conocido como “Las provincias unidas
del Río de la Plata”.

En Asia el milenario imperio Chino llegaba a su ocaso y se herejía una nueva


potencia cuya influencia dominaría incluso la mitad del siglo XX: El imperio de
Japón.

África era un territorio en disputa muy preciado por sus recursos naturales y
humanos. Los imperios dominantes de la época, Inglaterra, Francia, Portugal,
Alemania, Bélgica, Holanda impulsaban viajes exploratorios y hasta campañas
militares para obtener el mayor control del continente.

Mary había sido educada bajo las costumbres victorianas lo que le impidió ir a la
escuela, por lo tanto fue su madre quién le enseño a leer y escribir.
Su padre el Dr. George Kingsley observó que su hija se interesaba por los textos
científicos aún más que su hermano mayor, al cual sí le habían pagado la
universidad.
Por ello hizo a un lado las normas de la época y asignó a Mary un tutor que le
dictó clases particulares de alemán, la lengua en la que estaban escritos la mayor
parte de los textos científicos que a su niña tanto le llamaban la atención.

La inglesa se interesó en el estudio de la antropología, la botánica, la zoología, y


traducía libros científicos que se hallaban en alemán.

De este modo se apasionó por la medicina y las ciencias naturales y comenzó a


escribir sus primeros ensayos.

Al morir sus padres, Mary Kingsley con 30 años de edad, se encontró sola,
totalmente libre de decidir por sí misma su futuro (ya que su hermano había
partido a China y no estaba bajo su tutela) y gozando de 500 Libras Esterlinas
anuales.
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Retrato de Mary H. Kingsley

En 1892 visitó Las Canarias y recorrió el Golfo de Guinea con el propósito de


estudiar las costumbres indígenas.
Al tener conocimientos sobre etnografía, antropología, entre otras ciencias
naturalistas, se sintió motivada a continuar con esos estudios y viajar a África
Occidental para recopilar el material necesario y finalizar el libro que su padre
había comenzado acerca de las culturas de ese lugar.

Pero los amigos médicos de su padre la desaconsejaron realizar un viaje como


ese. Sin embargo, la exploradora demostró con total convicción el deseo de partir
hacia la llamada “tumba del hombre blanco”; nombrada así porque la gente viajaba
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allí habiendo enfermedades terribles como el tifus, el cólera o la malaria. Por aquel
entonces era muy normal que los viajeros fueran y nunca regresaran.
A pesar de los peligros que el viaje conllevaría y que los doctores amigos de
Kingsley no estuvieran de acuerdo con ello, ayudaron a Mary proporcionándole un
mapa con la distribución geografía de las enfermedades y le recomendaron que
tomara cuatro gramos de quinina al día.
Aun habiendo escuchado los consejos de los especialistas, la osada victoriana no
bajó los brazos y logró contactarse con Albert Günther, zoólogo del museo
británico, quien le propuso recolectar especies como escarabajos, insectos, peces
y también plantas. El Dr. Günther llenó el equipaje de Mary con frascos de formol,
lo que ayudaría a conservar todas las muestras que ella recolectara en África y
que le tendría que entregar a su regreso a Londres. Este científico fue el único que
le brindo su ayuda y confió en las capacidades de Kingsley.
Finalmente el 23 de diciembre de 1894 se embarcó directo desde Liverpool hacia
el Continente Africano.

Al llegar a África, Mary tuvo que demostrar su capacidad de autosuficiencia e


independencia ante los oficiales que la recibieron ya que estos consideraban que
ella estaba fuera de lugar dado que no se presentaba allí con un marido. No
obstante, esta situación no representó un gran obstáculo para que la inglesa
ingresara al continente africano y comenzara sus investigaciones.

Una vez instalada allí se contactó con viajeros europeos que ya conocían la zona
y las poblaciones más remotas que la viajera se había propuesto visitar para
realizar sus estudios. Estos hombres le ayudaron a montar un equipo de
expedición, el cual contaba con un jefe de grupo que hablaba inglés y conocía los
dialectos principales de las tribus. Mary le pagó una cifra por sus servicios y
emprendieron el viaje.

Ya en el comienzo de la travesía Mary Kingsley comprendió que si quería obtener


muestras de peces del río Ogooué tendría que avanzar en canoa y para ello
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aprender a remar. Con la ayuda del jefe del grupo de expedición, lo logró. Aunque
no fue una tarea fácil porque nunca se quitaba su vestido victoriano negro y su
sombrero de piel, dado que en esa época las mujeres viajeras se preocupaban por
vestir exactamente a donde fueran como lo hacían en Londres o París. Otra razón
por la que nunca dejó de lucir como una señora victoriana es que consideraba a
su vestimenta como una barrera contra la malaria y cualquier insecto que pudiera
herirla.

Retrato con la vestimenta usada en durante toda su travesía en África.

Navegando por el río Ogooué fue donde nuestra valiente victoriana descubrió
muchas nuevas especies de animales. Y con ella experimentó sucesos increíbles
que la convirtieron en la reina de áfrica.
En unas de sus tantas expediciones por el río Ogooué la mujer se enfrentó a un
hipopótamo que salió repentinamente del agua bloqueándole el camino abriendo
la boca de par en par. Sin temor a la reacción del gran animal Mary le rascó detrás
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de la oreja con su paraguas, hecho que pareció no disgustarle al hipopótamo y


pudieron continuar su camino.
En otra ocasión uno de los tantos cocodrilos que infectaba la zona, intentó subirse
a su canoa pero ella consiguió alejarlo con un remo. Otra vez nuestra afamada
exploradora había demostrado su inteligencia y valentía.

1. Canoa en el río Ogooué


2. “Chromidothapia Kingsleyae” una de las especies descubiertas por
Mary.
3. El Ogooué, el río más importante de Gabón.
4. Equipo de porteadores del Ogooué.

En su libro “Travesías en África Occidental” (1897) la aventurera comenta que en


unas de sus expediciones con su grupo se toparon con varios elefantes en el
camino. En ese momento consideró preciso dejar en claro a los hombres que la
acompañaba quien era Mary Kingsley. Confiesa nunca antes haber disparado un
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rifle contra ningún animal, solo había practicado contra algunas botellas. Sin
embargo, fiel a su carácter, no retrocedió. Apuntó hacia la cabeza de uno de los
animales y apretó el gatillo logrando que el elefante cayera herido.
Después de ello es muy poco probable que cualquiera de los hombres que la
acompañaban pudieran decir que se habían visto en la obligación de salvar a una
damisela europea del ataque de un elefante furioso.

Mary era consciente de lo que había logrado y estaba orgullosa de ella misma.
Con sus acciones nadie tuvo el coraje de reprocharle nada. La señorita Kingsley
se había convertido a partir de ese momento en una líder respetada dentro del
grupo de expedición que comandaba.

En otro episodio de su libro sobre África cuenta el encuentro con una de las tribus
caníbales que vivía a orillas del rio Ogooué, y como gracias a la intervención y
conocimientos de su jefe de expedición sobre la comunidad de los Fang, estos los
invitaron a pasar la noche en sus chozas y convivieron unos días con ellos. Es
importante destacar que nunca antes un hombre blanco había llegado a
adentrarse en el territorio de estas tribus; Mary fue la primera en hacerlo y contar
sus diferentes costumbres con una objetividad poco vista en exploradores de la
época.

El coraje de esta exploradora inglesa no sólo se vio reflejado en su decisión sino


también en su capacidad de adaptamiento.
La geógrafa Luisa Rossi1 comenta: “En el caso de Kingsley su reafirmación
pasaba por el hecho de medirse con el entorno, con las fuerzas de la naturaleza, y
es por eso que remonta hacia arriba.”

Kingsley no deseaba dominar el Nilo como lo habían hecho sus pares victorianos,
no quería ser un monarca conquistador del África como ellos pretendieron.

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Luisa Rossi. Geógrafa brasilera que participó en la producción de la serie “Mujeres Viajeras” en 2016
aportando sus conocimientos e investigaciones realizadas sobre Mary Kingsley.
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Mary Louise Pratt2 afirma en su ensayo “Ojos Imperiales: Literatura de viajes y


transculturación” (2010) que Kingsley se ubicó dentro del proyecto del imperio, aun
cuando fervientemente rechazara los tropos de la dominación imperial.
Personalmente consideramos que Mary Kingsley no emprendió su viaje con la
intensión o una mirada conquistadora sino con la motivación de resolver los
interrogantes sobre las culturas autóctonas de África y el contexto donde se
desarrollaban. Sin embargo, en el transcurso de la travesía inconscientemente se
amoldó a la vida cotidiana en África maravillada con las experiencias vividas allí.
Tanto así que en un fragmento de su diario queda demostrado esa capacidad de
convivir y aceptar todo el esplendor que le ofrecía el continente africano.

“Cierto día caminaba por la jungla cuando comenzó a llover. No me quedó otra
opción que refugiarme debajo de un gran árbol, cuando levanté la vista, vi en
frente mío un leopardo enorme tumbado en el suelo. El animal estaba inmóvil pero
su mirada estaba centrada en mí. Fue la experiencia más grande y los minutos
más largos que viví. Pero el placer más grande que jamás había vivido.” Mary
Kingsley, Travesías en África Occidental (1895).

En septiembre de 1895 decide cumplir uno de sus sueños, algo que ninguna mujer
se había atrevido a realizar: escalar el monte Camerún, el cual medía 4.095
metros y solo Richard Burton, explorador inglés, en 1860 lo había logrado. Mary
buscó una ruta alternativa a la transitada por Burton años atrás, y contrató a seis
hombres que la acompañaron en la travesía. El 22 de septiembre de 1895
emprendieron el viaje hacia el monte.
A pesar de que su equipo de expedición estaba aterrorizado porque creía que el
monte Camerún era la morada de los espíritus malignos, estuvieron seguros que
después de unos días Mary abandonaría la expedición. La mayor parte del

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Mary Louis Pratt es Profesora Silver en el Departamento de Análisis Cultural y Social y en el Departamento
de Español y Portugués de la Universidad de New York, donde enseña literatura latinoamericana y teoría
cultural. Ha publicado mucho sobre temas de literatura latinoamericana de mujeres; literatura de viajes e
imperialismo; lenguaje y militarización; y modernidad y neoliberalismo.
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escalamiento lo hizo sola ya que sus acompañantes hicieron de todo lo posible


para que ella desistiera.
Una vez más la mujer victoriana demostró su tenacidad y poder de monarca, ya
que nada le importó y logró superar todos las peripecias que se le presentaron.

Finalmente satisfecha del material que había recogido y con los descubrimientos
científicos que había realizado, regresa a Inglaterra. En noviembre de 1895 llega a
Londres con las muestras para el Dr. Günther del museo de zoología.

Una de las grandes preocupaciones de Mary era que nadie la tomara en serio. Por
eso constantemente repetía en la correspondencia que enviaba “Quiero que me
tomen en serio.” Razón por la cual rechazaba los ideales feministas y sufragistas
que estaban en auge durante esos años en Europa. Deseaba de alguna manera
respetar las tradiciones victorianas con las que fue educada y que tanto hincapié
hicieron sus padres, a pesar que durante su viaje demostró una actitud totalmente
opuesta a la de una típica dama inglesa.

Al mismo tiempo en el Reino Unido el diario de viajes de Mary Kingsley se


convirtió en un éxito, al tal punto que comenzó a leerse en “The Royal
Geographical Society.”
A pesar de ello su autora no daba las conferencias sobre su propio libro ya que no
se les permitía a las mujeres en la época leer en público.

Además de su libro “Travesías en África Occidental” (1895), que inmediatamente


se convirtió en un best-seller, escribió “Estudios sobre África Occidental” (1899).
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Durante la Segunda Guerra de los bóer, en 1900, Kingsley se alistó voluntaria


como enfermera. Murió de fiebre tifoidea en Simon's Town, donde curaba a
prisioneros bóers.

En conclusión, esta mujer con gran optimismo, humor, determinación y confianza


en sí misma pudo alcanzar los grandes objetivos que desde un comienzo se había
propuesto; refutó la jactancia de superioridad victoriana, afirmó la existencia en
África de culturas en pleno ejercicio y con una coherencia sorprendente, los cuales
eran mejores en el despliegue de la vida y en el lugar más lejano e insólito de
África occidental halló su lugar de pertenencia.
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Bibliografía

-Documentales “Mujeres viajeras” Capítulo 3 “Mary Kingsley: La reina de África”


2016. España. https://www.youtube.com/watch?v=CdsdT5-DQ1g

-Editorial Sol 90. Tomo 13. “Historia Universal: Europa y América en el siglo XIX”.
2004. España.

-Mary Kingsley: La reina de África. Biografía.


http://www.viajeros.com/articulos/590-mary-kingsley-la-reina-de-africa

-Pratt, Mary Louise. Tercera Parte. “Ojos Imperiales: Literatura de viajes y


transculturación”. Editorial Fce. 2010. España.

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