Anda di halaman 1dari 17

1

Una ojeada satírica sobre la historia: la caricatura política en la


Ciudad de México de 1861 a 1877.

La caricatura política floreció en los periódicos de la Ciudad de México a


partir de 1861 y aprendió a decir, lo que en la correspondencia privada
circulaba, lo que los rumores esparcían, lo que los volantes efímeros
añadían. Los periódicos usaron un lenguaje popular y dicharachero; sus
colaboradores se referían a los más encumbrados personajes, y estaban
dispuestos a criticar casi todas y cada una de sus acciones de gobierno.
Para muestra un botón: ya en los primeros meses de 1862, El Palo de
Ciego anunciaba, claro está irónicamente, y -aun antes de conocer su
rostro- la probabilidad de que Maximiliano aceptara el trono mexicano,
cuando el discurso intervencionista negaba tal posibilidad. (figs. 1, 2) 1

El año de 1861, marcó el triunfo liberal sobre los conservadores,


después de promulgada la Constitución de 1857 y el fin de la Guerra de
los Tres Años causada en gran parte por la implantación de estas
reformas. Con el triunfo liberal se empezó a vislumbrar, la aplicación en
forma coherente de la estructura económica que desde los últimos años
de la colonia había sido propuesta por la ideología liberal. La caricatura
política fue en este periodo una producción de autocrítica que permitió
introducir, a través de la imagen, la discusión de la ideología liberal
desde sus diferentes facciones.
Se entiende por caricatura política, la producción de imágenes
que expresa través de la gráfica, un constante cuestionamiento de las
relaciones sociales haciendo uso de la sátira, la parodia y formas
simbólicas como la alegoría.
Los periódicos del siglo XIX, guardados en la Hemeroteca Nacional
de la Ciudad de México, nos posibilitan entrar al variado número de
publicaciones que editaban los diferentes sectores que se proponían
informar, educar y politizar a través de los artículos escritos por sus
ideólogos y de las caricaturas que agilizaban sus páginas. En este libro

1 La primera comunicación privada de Maximiliano con Gutiérrez Estrada se hizo en octubre de


1861. Esther Acevedo, Testimonios artísticos de un episodio fugaz 1864-1867. México, MUNAL.
INBA. 1995. p. 35.
2

trataremos la caricatura que se produjo con la técnica litográfica y que


fue difundida en la prensa periódica de la ciudad de México de 1861 a
1877. El número de periódicos/año editados de 1861 a 1877 fue de
quinientos cuarenta y ocho, de los cuales cuarenta y uno hicieron uso de
la caricatura. De los dieciocho periódicos de nueva publicación, en
1861, seis contuvieron caricatura política. Este recuento se ha hecho
2

con base en el acervo de la Hemeroteca Nacional; sin embargo, se tiene


noticia a través de la prensa misma de la existencia de otros periódicos
publicados en aquel momento. Investigadores extranjeros como Joyce
Bailey han localizado periódicos con caricatura en bibliotecas
estadounidenses; por ejemplo El Domingo (1861-1863) y Don Pancracio
(1864), de los que no existen ejemplares en la ciudad de México. 3

El material que aquí se presenta se ubica en el período de triunfo


del proyecto liberal. La producción de caricaturas en el periodo
subsecuente, el del desarrollo del liberalismo bajo el gobierno
reeleccionista de Porfirio Díaz, responde a circunstancias históricas
diferentes y por lo tanto no son válidas las hipótesis y conclusiones que
se plantean aquí.
La producción de caricatura política, como un lenguaje de
confrontación entre la realidad del país y un proyecto ideal para
formarlo, se efectuó desde las distintas perspectivas de los grupos que
aspiraron al poder de un Estado capitalista en formación. ¿Cuáles fueron
los grupos que la patrocinaron? ¿Quienes cultivaron la caricatura?
¿Quienes formaron el público que las leía? ¿Qué contaron los
caricaturistas?

¿Cuáles fueron los grupos que la patrocinaron?

El desarrollo de la caricatura política, a partir de 1861, va a la par que la


incipiente consolidación del liberalismo. Para el siglo XIX y a partir de la
Independencia, el periodo de 1821 a 1854 representó una etapa de
transición en la que, esencialmente, persistieron estructuras
económicas y sociales provenientes del sistema colonial, aunque se
2 Ver la tabla de los periódicos con caricatura publicados entre 1861 a 1877, existentes en la
Hemeroteca Nacional. UNAM.
3 Joyce Bailey,. The Tinker Index of Illustrated Satirical Periodicals with Political Content Mexico
City 1845-1915. 1979. Mimeo.
3

vislumbren algunos cambios propiciados por los diferentes proyectos


liberales y conservadores.
Dichas tendencias se definían entre los objetivos centrales del
siglo XIX: el nacionalismo, la democracia, la libre empresa, la separación
del estado y la iglesia, todo ello a nombre del progreso y la modernidad.
Los proyectos conservadores tendieron a la formación de un
mercado interno de lento desarrollo; en contraposición, el proyecto
liberal buscó la inserción del comercio mexicano en el mercado
internacional para lograr un desarrollo más acelerado. (fig. 3)
Las luchas entre conservadores y liberales representaron el
enfrentamiento de los grupos en que se encontraba dividida la
burguesía, cuyo centro principal de lucha política fue la ciudad de
México.
Para los liberales fue claro que no podía haber Estado mientras
persistiera el poder económico, político y social de la Iglesia, ya que
ésta era la única que había logrado establecer durante la Colonia una
estructura económica de dimensiones nacionales. Por ello la
Constitución de 1857, producto de la facción liberal, en los artículos 13
y 27 minaba el poder económico del clero al establecer la
desamortización de los bienes de la iglesia y la supresión de los votos
religiosos mientras que los artículos 3, 5 y 123 le restaban autoridad
moral y educativa al hacer libre la educación y la administración de
servicios como registro de nacimientos, matrimonios y fallecimientos.
(fig. 4)
El proyecto político liberal definía entre sus objetivos el
cumplimiento de la soberanía popular, el equilibrio de los poderes
ejecutivo y legislativo y la fundamentación de un Estado laico moderno.
La formulación de estas medidas o crítica a ella fue difundida por los
periódicos, que fueron un eficaz medio para educar, informar y politizar
a una minoría social conformada por la población urbana de lectores.
Los caricaturistas a través de las imágenes, desde los distintos
periódicos, impugnaron, conformaron o propusieron alternativas de
acuerdo con la facción del partido liberal al que pertenecían. (figs. 5, 6)
Los periódicos que propiciaron la caricatura como instrumento de
diálogo fueron de tendencia liberal, pero no todas sus publicaciones
estuvieron ilustradas. En ningún periódico de ideas conservadoras ni de
4

la llamada prensa obrera, se encontró el uso de este instrumento para


ventilar sus inconformidades. Cabe apuntar que la alternativa histórica
planteada por el partido conservador mexicano fue la de traer un
monarca extranjero, Maximiliano de Habsburgo, quien al final de
cuentas estuvo más de acuerdo con los planteamientos de los liberales
que con los de los conservadores. Y sin embargo la censura de prensa
respecto a su persona, la familia real y los problemas relacionados con
la realeza europea estuvieron a la orden del día. (figs. 7, 8)
Una primera constante que se aprecia en los periódicos con
caricatura política es su frecuencia, la cual no es diaria, sino semanal,
bisemanal o en todo caso trisemanal, además de que se caracterizó por
ser una prensa de corta duración. Hubo tan sólo tres periódicos que
aparecieron por más de cuatro años con sus altibajos: La Orquesta (16)
El Padre Cobos (7) El Ahuizote (4); seis periódicos salieron a la luz
durante dos años: San Baltazar, El Boquiflojo, La Madre Celestina, La
Carabina de Ambrosio, Juan Diego y La Tarántula, y el resto (32) duraron
escasamente un año.
La producción de esta prensa se concentra en varios periodos: en
1861, año en que resurge la caricatura; 1865, año en que Maximiliano
levanta la censura de prensa; 1869, 1871 y 1877, años de elecciones,
que propiciaron la formación de nuevos periódicos de existencia
efímera. (figs. 9, 10, 11) La prensa, al estar sujeta a las distintas
facciones del partido liberal, aparecía o desaparecía dependiendo de las
luchas entre ellas en su afán de poder y, por lo tanto, la producción de
caricaturas se encontró sujeta a estas variaciones. Es necesario
recordar que muchas de estas imprentas estuvieron financiadas por
intelectuales jóvenes y que, debido a la agudeza de sus críticas, muchos
de los redactores terminaron como perseguidos políticos. (figs. 12, 13)
Otra constante en la prensa que usó la caricatura fue la de
emplear un formato pequeño a diferencia de otros periódicos de
grandes dimensiones editados en ese momento. Esto indica que el
formato estuvo sujeto al tamaño de la plancha en la que se ejecutaba la
litografía, siendo ésta aproximadamente de cuarenta y seis centímetros
de largo. Así pues, toda la caricatura política de este periodo y que hoy
se conserva se imprimió utilizando la técnica litográfica, tanto por su
5

rapidez de ejecución como por su bajo costo en comparación con el


grabado, en sus diversas modalidades, al cual terminó por sustituir.
Técnicamente, la piedra en la que se preparaba la imagen para su
reproducción masiva, no permitía en este periodo por la diferencia en
los medios de impresión, que fuera asimilada al texto del periódico; en
consecuencia la mayor parte de las litografías ocupan ellas solas una
página completa. Esta circunstancia, como afirma Joyce Bailey, permitía
que los impresos litográficos se hicieran en hojas sueltas por algunas
casas litográficas y los impresores de los periódicos las incorporaban a
sus publicaciones. Publicaciones como L’ Illustration en Francia, si
contaban con métodos que permitían combinar la imagen con el texto a
partir del uso del grabado en pie.
La litografía había llegado a México en 1826 fuera de las
instituciones educativas de las artes. Se introdujo a instancias de
Claudio Linati, quien vio en ella, el medio para expresar su desacuerdo
con la situación política del momento, razón por la cual fundó el
periódico El Iris. Por inmiscuirse en asuntos de política local, debido a su
filiación como carbonari, Linati fue expulsado del país, alegándose como
pretexto su nacionalidad italiana y El Iris fue clausurado. Debe quedar
claro que no fue el lenguaje formal usado por Linati el que se consideró
subversivo, sino el contenido. Con su desaparición el carácter crítico y
combativo de la litografía se perdió temporalmente. La prensa
litográfica traída por Linati fue incautada por el gobierno mexicano
quien le había conferido un préstamo para hacer llegar la maquinaria a
territorio nacional. Así, la única prensa litográfica que existía en la
ciudad de México, fue llevada a la Academia de San Carlos, institución
encargada de la promoción oficial de las artes. Sin embargo, la litografía
no se desarrolló en esa institución debido a la visión decimonónica que
consideraba a la litografía como un arte menor, más unido al trabajo
artesanal y de producción industrial que al de creación intelectual, y por
lo tanto descartado de las academias, no sólo de la de México.
Esta primera máquina litográfica permaneció en la Academia de
San Carlos de 1828 a 1839, usándose para imprimir unas cuantas
ilustraciones de libros a petición del ministro del interior Lucas Alamán.
Esta imprenta no se prestó a particulares por considerárseles sujetos
peligrosos; así, Patiño Ixtolinque director de la Academia, negó en 1828
6

el permiso para usar la prensa a Adriano Fournier y Pedro Robert por sus
ligas con los carbonari italianos, quienes habían sostenido vínculos con
las logias yorkinas, enemigas de las escocesas, con las que
simpatizaban algunos miembros de la Academia. Finalmente la prensa
fue trasladada al Colegio Militar donde se le utilizó para imprimir planos
de tácticas militares.
Al no tener acceso a la única prensa litográfica que existía en el
país, el naciente empresariado empezó a importar la maquinaria
necesaria para la impresión de litografía, la cual al suplir al grabado por
su facilidad y economía era un medio más eficaz para reforzar sus
valores a un público más amplio. En estos talleres persistieron las
antiguas estructuras gremiales: tanto en el aprendizaje de la técnica
que se hacía por la práctica como en la jerarquizada división del trabajo.
Múltiples son ejemplos de aprendices que al cabo de los años lograron
acumular el capital y la experiencia necesaria para tener su taller
propio.
Los talleres que se fueron estableciendo a partir de la década de
los 40 produjeron estampas para el consumo interno, así como para la
exportación de imágenes. Las estampas producidas para el interior del
país variaron según el público al que fueron dirigidas, siendo éstas de
carácter religioso o costumbrista; llegaron a un público más amplio por
ser su precio más bajo que el de una obra de arte original. En cambio,
para el extranjero se hicieron álbumes sobre los diferentes aspectos
geográficos y costumbristas de México, con la idea de presentar una
imagen de civilización, progreso y seguridad, que promovieran la
inversión de capitales extranjeros en un país rico en materias primas y
pobre en industrialización.
Estuvieron encargados de estas producciones impresores como
Ignacio Cumplido, Vicente Heredia, Julio Michaud, Manuel Murguía,
Felipe Escalante, Agustín Massé, Jean Decaen, y Alfredo Labadie,
quienes, como empresarios, no estuvieron desvinculados de la
Academia ya que contribuían como accionistas en las exposiciones
anuales de ésta y mantenían relaciones comerciales con la institución;
como miembros del sector empresarial urbano se identificaron con la
cultura dominante de carácter oficial difundida en estas exposiciones.
7

En los años anteriores a 1861 encontramos, en la Ciudad de


México, algunas manifestaciones aisladas en la producción de
caricatura; El Gallo Pitagórico publicado en 1845, y que representa uno
de los primeros ejemplos del genio satírico expresado en imágenes;
parte de estos artículos habían sido publicados sin ilustrar desde 1842
en el periódico El Siglo XIX y estaban “destinados a buscar y mostrar las
lacras, los tumores cancerosos que la colonia heredó a México
independiente y cómo lo mantenían inmovilizado.” (fig. 14) Otro
bisemanario satírico fue el periódico El Calavera aparecido en 1847; a
diferencia de otras revistas ilustradas de la época, se caracterizó por ser
irónico y por sus comentarios críticos sobre la guerra de intervención.
Los ilustradores permanecieron en el anonimato y el periódico fue
clausurado “después del número treinta y uno por fomentar la
discusión, incitar la revolución, desprestigiar a los defectos físicos de
algunos oficiales.” A este periódico le siguió en 1849 El Tío Nonilla, de
4

posición antiestadounidense publicado también en la litografía de


Navarro. El ejemplar con cuenta la Hemeroteca no está ilustrado como
afirma Bailey, pero si es de caracter satírico. A la caída de Santa Anna,
cuando los liberales adquirieron mayor fuerza, se registró un cambio en
el lenguaje expresivo de la caricatura al simplificar el manejo del
espacio y utilizar una forma más esquemática de representación de las
figuras. De esta manera la producción de caricatura empezó a alejarse
de los derroteros plásticos señalados por la Academia, creando una
forma de expresión de fácil y directo acceso al lector. Las críticas al
sistema académico y en particular a la Academia de San Carlos se
hicieron tanto en los escritos como en algunas de la caricaturas. La
caricatura de La Pulga alude al empleo del dinero que la Academia
obtenía del manejo de la Lotería. Los liberales sospechaban que parte
de éstas ganancias fueron empleadas para subvencionar la Guerra de
los Tres años, por lo que una de las primeras medidas de la
administración de Juárez fue suspender ese privilegio.(fig. 15)
Las imprentas donde se publicaron algunos de los periódicos
dependieron de las casas litográficas para la producción de caricaturas
y fueron pocas las que tuvieron máquinas de litografía propias, tenemos

4 Joyce Bailey, Op cit., p. 10. El Calavera no lo pude localizar el la Hemeroteca Nacional para ver
las ilustraciones.
8

que hacer énfasis en que estos talleres son distintos a aquellos


relacionados con el manejo de ilustraciones comerciales. Fueron
principalmente cinco talleres donde se produjeron las caricaturas en
este período: el de Manuel Castro, el de Nabor Chávez, Vicente García
Torres, el de Hesiquio Iriarte y el de Francisco Díaz de León. Del primer
taller salieron las siguientes publicaciones: Guillermo Tell 1861; El Títere
1861, La Orquesta 1861-1863, El Buscapié 1865 y Don Folias 1865. Del
taller de Nabor Chávez encontramos publicadas por orden cronológico
El Títere 1861; La Madre Celestina 1861; El Palo de Ciego 1862; Fray
Trápala 1862; Los espejuelos del diablo 1865; El Boquiflojo 1869-1870,
Fray Diávolo 1869 y El Jarocho 1869. De García Torres: El Padre Cobos
en 1869 y La Chispa en 1871. De la casa litográfica de Hesiquio Iriarte
—uno de los principales productores de litografías— salieron San
Baltazar en los años de 1869 y 1870 y La Orquesta de 1863 a
principios de 1870 con sus consabidas interrupciones. Del taller de
Francisco Díaz de León salieron La Orquesta, de mediados de 1870
hasta el fin de su publicación. El Ahuizote de 1874 a 1876 y La Gaceta
de Holanda en 1877. A pesar de que los talleres de Iriarte y Díaz de
León produjeron gran número de litografías, que circularon en la ciudad
de México, los periódicos con caricatura para los que prestaron sus
servicios fueron pocos.
Hacen falta trabajos más específicos que vinculen los diferentes
talleres con los dueños de los periódicos y con las diversas alianzas
establecidas entre las facciones del partido liberal difundidas a través
de esta prensa. Las diferencias más obvias de estas facciones aparecen
cuando los periódicos proponen a uno u otro candidato para la
presidencia o para algún cargo de elección popular. Sin embargo todas
ellas sustentaron las mismas proposiciones de desarrollo para el país.
En diferentes momentos de la historia, los periódicos se oponen a la
reelección de Juárez, y a la de Lerdo. Algunas son muy claras y
anunciadas en la primera página del periódico. Asi El Padre Cobos en
1871, está por la candidatura de Porfirio Díaz y en contra de la
reelección de Juárez a quien Caralampia le dice “no es buen primor que
porque a su señoría le ha dado la gana de ser presidente toda su vida
nos tenga a todos los mexicanos como pintados en la pare.” La 5

5 El Padre Cobos, 30 de julio de 1871.


9

Carabina de Ambrosio estuvo abiertamente a favor de Sebastián Lerdo


y en contra tanto de Díaz como de Riva Palacio. En el año de 1877 La
Gaceta de Holanda enfilaba sus baterías en contra de Lerdo y a favor de
Porfirio Díaz, mientras La Orquesta en el mismo año previene a sus
lectores en uno de sus editoriales del carácter dictatorial de Díaz. (figs.
16, 17, 18)

¿Quienes cultivaron la caricatura?

Los artistas que cultivaron la caricatura no tuvieron una formación


escolar dentro de la Academia de San Carlos; tan sólo un año Melchor
Chávez estuvo inscrito como alumno regular de la clase de grabado.
Algunos de ellos, tales como Alejandro Casarín, Constantino Escalante y
Melchor Álvarez expusieron sus obras pictóricas en las exposiciones
bienales que efectuaba la Academia, en su carácter de artistas ajenos a
la institución; las obras mostradas no estuvieron ligadas con su trabajo
como caricaturistas, por haber sido realizadas antes de 1861, año en el
que empezaron ésta labor. Los demás caricaturistas, Vicente Villasana,
Jesús T. Alamilla, Santiago Hernández, Méndez, Palomo, Padilla, Piqueta,
Moctezuma, Gaitán, Mulher, Cárdenas, Tenorio y Obregón
permanecieron completamente fuera de las disciplinas del sistema
académico.
Reiterativamente, en estos periódicos se criticaron los rígidos
sistemas de enseñanza de la Academia y se opusieron a que la dirección
de las diferentes áreas de la Institución como la pintura, escultura,
arquitectura y grabado estuvieran en manos de extranjeros en vez de
artistas mexicanos de renombre.
Jesús T. Alamilla, en la caricatura del 18 de diciembre de 1873 en
El Padre Cobos, describe de manera irónica la temática preponderante
de la Exposición de Bellas Artes de ese año. Unos pequeños ángeles y
cupidos se desbordan del cuadro. La crítica alude a la temática religiosa
que seguía imperando entre los alumnos de la Escuela y tenía una
buena aceptación por el público que participaba en las exposiciones
como accionista, comprando esas obras durante el tiempo de
exhibición. (fig. 19)
10

Los caricaturistas se marginaron de la Academia a consecuencia


de la diferencia de objetivos; en tanto que ésta se encargó de fomentar
un arte de consolidación de los valores tradicionales, la caricatura, creó
un arte en el que cuestionó la aplicación de las reformas propuestas por
los liberales y exhibió la contradicción, en la práctica, entre los intereses
de los grupos que aspiraban al poder. Fue un arte de ruptura tanto por
sus formas —pues introdujo un lenguaje artístico que posibilitó cambios
estilísticos— como por sus contenidos, al presentar de manera crítica
los conflictos a los que el grupo dominante se enfrentaba al aplicar sus
reformas.
La Academia no tuvo, por lo tanto, carácter rector en las
actividades de los caricaturistas; éstos recibieron influencias de
publicaciones extranjeras como El Charivari y Punch, periódicos de
vanguardia en el arte de la caricatura publicados respectivamente en
París y Londres.
Insertados en publicaciones mexicanas como El Semanario de las
Señoritas 1840 se encontraban láminas importadas ejecutadas por
Grandville editadas por Vicente García Torres, empresa que también
publicó, aunque años más tarde, periódicos con caricaturas como La
Chispa 1871 y El Padre Cobos 1875-76.
Otras influencias extranjeras llegaron a México a través de libros y
periódicos durante el gobierno de Maximiliano. Se pueden detectar
influencias directas o indirectas además de Honoré Daumier y Juan
Ignacio Grandville, de artistas como Peter Bruegel o Francisco Goya. La
influencia directa se nota, en la copia de los símbolos usados por los
caricaturistas franceses, como el sombrero y las botas de Napoleón I,
que aplicadas a Napoleón III le quedaban enormes. 6
De que las imágenes viajaban rápido tenemos un ejemplo en la
caricatura producida en San Luis Potosí en el periódico El Monarca el 23
de agosto de 1863 de autor anónimo. El caricaturista toma de una
6

publicación francesa el rostro de Napoleón III y lo adapta al mensaje


mexicano llamándole “La esfinge de los tiempos modernos”; en ella
aglutina dentro de cada una de las partes del rostro a los personajes
que tomaban parte en la aceptación del trono mexicano por parte de

6 Ver en esta misma Colección: Esther Acevedo, Constantino Escalante una mirada irónica, pp.
15-16.
11

Maximiliano. La primera imagen había salido publicada en Galerie


Fantasmagorique du Lampion el 15 de marzo de 1863. (figs. 20, 21)
La sátira política se vio influida por el lenguaje caricaturesco
francés de siglo XIX pero a pesar de la influencia europea, la caricatura
mexicana buscó eso: ser mexicana, crear sus características propias. El
uso de lo mexicano fue un recurso aprovechado por los literatos para la
construcción de una conciencia nacional que fuera forjando el tipo de
sociedad que deseaban. Estos literatos como Vicente Riva Palacio,
Francisco Zarco, Guillermo Prieto e Ignacio Altamirano fueron al mismo
tiempo colaboradores o editores de los periódicos y en múltiples
ocasiones ocuparon posiciones importantes dentro de los diferentes
gobiernos y fueron personajes de muchas caricaturas. (figs. 22, 23, 24,
25)
En 1882 Vicente Riva Palacio daba cuenta en una de las historias
de Los Ceros, lo cifrado del vocabulario caricaturil, al comentar que
“dentro de mil ochocientos años (quienes) quisieran traducir y explicar
a El Ahuizote (encontrarían) en cada renglón una oscuridad y cada
palabra necesitaría una nota.” 7

Los caricaturistas como Constantino Escalante, Jesús Alamilla,


Santiago Hernández y Alejandro Casarín llegaron a formar parte del
cuerpo editorial de los periódicos e ilustraron novelas de estos mismos
literatos.
Los liberales pusieron su esfuerzo en crear una alternativa cultural
difundida a través del sistema escolar, los museos, los libros de historia,
la literatura y el arte, todo ello reforzado a través de la prensa periódica
en editoriales, publicaciones de noticias acerca de los eventos culturales
e inserción de novelas por entrega, así como de caricaturas.
El lenguaje de la caricatura trató de cohesionar a un público
urbano construyendo un lenguaje propio; sin embargo, no se separó
totalmente de la tradición simbólica de ciertas figuras, emblemas y
alegorías usadas en la cultura occidental difundidas por las obras
académicas.
Los periódicos pretendieron conscientemente influir en la opinión
pública pero su contribución fue mitigada por factores extremos, a

7 Vicente Riva Palacio, Los Ceros, Galería de Contemporáneos, José Ortiz Monasterio. (coord.)
México, Coedición Instituto Mora, CONACULTA e Instituto Mexiquense de Cultura. 1996. p. 121.
12

saber: falta de medios de comunicación, los altos precios de transporte


y del correo, un gran porcentaje de analfabetismo y, finalmente, el alto
costo de los propios periódicos. El precio de cuatro reales, de casi todos
los periódicos, equivalía a una cantidad mayor al salario mínimo de un
obrero de fábricas como la Fama y San Fernando -situadas en Tlalpan y
Contreras- cuyos empresarios trataron de reducir el salario de tres
reales a dos y medio. 8

El alto costo de los periódicos constituyó un factor que vino a


limitar aún más su circulación. Sin embargo algunos esfuerzos se
hicieron para que la información llegara a otros ambientes; de ahí las
lecturas colectivas, tanto en las provincias como en la capital en los
bajos de los hoteles, en los cafés y en las librerías, estas reuniones
públicas eran anunciadas con hora precisa por los mismos diarios.
Los temas que trató la prensa con caricatura en el periodo de
1861-76 y que nos interesan por ahora, son aquellos que exponen las
contradicciones entre las proposiciones del grupo liberal, expuestas en
los artículos más audaces de la Constitución de 1857, y la práctica de
estas reformas.

¿Que contaron los caricaturistas?

La temática de la caricatura nos confronta con la gran importancia que


tuvo el cambio de la propiedad del suelo en la creación de los estratos
urbanos, su comercio fue, sin duda, la fuente principal de
enriquecimento de la naciente burguesía nacional y extranjera. (fig. 26)
Las leyes de 1856, así como las reformas de 1861, estuvieron dirigidas
contra la propiedad en manos de corporaciones. Su aplicación no resultó
en una desconcentración y redistribución del capital eclesiástico como
utópicamente se había planeado, sino que ocasionó una privatización
de la propiedad en manos de la burguesía emergente.
Para incrementar el comercio era necesario el desarrollo de una
red de comunicación por carreteras y ferrocarril que permitiera un
mercado nacional y no una regionalización de centros económicos, y
que también ayudara al desarrollo del mercado tanto interno como

8 Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México. La República Restaurada. Vida Económica,
México, Hermes. 1973. p. 96.
13

externo. La construcción del ferrocarril y el progreso iban de la mano


tanto del proyecto liberal como conservador. (fig. 27)
Multiples fueron las caricaturas de La Orquesta durante la
intervención. 9
El Palo de Ciego no quedó atrás cuando comenta el
fracaso de Lorencez el 5 de mayo de 1862 en la batalla de Puebla. El
caricaturista juega con el valor de la fotografía como un documento, al
mostrar el fotógrafo la ruina del ejército francés y Lorencez descreido de
su fallo, no puede creer la realidad mostrada. (fig. 28)
La Orquesta —el periódico de mayor permanencia— fue leído
tanto por sus partidarios liberales como por sus enemigos. Prueba de
ello la tenemos en el número del 4 de noviembre de 1861, cuando
Escalante caricaturizó al embajador francés Saligny colocándolo dentro
de una botella de cognac, la cual debido a su transparencia nos permite
ver a Saligny burlándose de los observadores, dejándolos a ellos fuera
de la barrera que le ofrece la inmunidad diplomática, mientras él
permanece protegido detrás de ella. Saligny protestó enérgicamente
ante el gobierno mexicano debido a las alusiones dirigidas a su persona.
(fig. 29) En el siguiente número, La Orquesta en un editorial replicó que
era Saligny quien estaba burlándose de las leyes del país al interferir en
la política interna de México. Ningún embajador asignado previamente a
México había cometido tal delito y Saligny escudándose detrás de su
inmunidad diplomática no fue castigado. Los valerosos comentaristas
del periódico en su editorial dijeron: "La misión de la prensa es dirigir la
opinión...día a día podemos ver las columnas de los periódicos llenas
con palabras como asesinato, robo, etc., sin embargo a nadie se le ha
ocurrido decir que un periódico insulta a un criminal al referirse a él por
su verdadero nombre." 0 1

Los periódicos con caricatura fueron considerados de oposición


por la monarquía y la censura no permitió su florecimiento. En 1865 tan
sólo se publicaron a más de La Orquesta: El Buscapié, Don Folias, y Los
Espejuelos del Diablo. Sin embargo, no duraron más de tres meses al
final de ese año sólo quedaba La Orquesta:.
La persona de Maximiliano como parte de la caricatura sólo
apareció cuatro veces durante los primeros números de esta nueva
9 Esther Acevedo, Constantino... 1995, pp. 22-31.
10 La Orquesta, 6 de noviembre de 1861.
14

época del bisemanario, se le representa con garbo y sin ironía. 1 Entre


1

la censura y la corta duración de su gobierno, la imagen de Maximiliano


no sufrió el deterioro que si tuvo la de Juárez. (fig. 30, 31)
En 1866 La Orquesta fue el único periódico con caricaturas que
se continuó publicando. Fue clausurado, después de una tercera
notificación, por haber presentado una nota acerca de la abdicación de
Maximiliano la cual se haría efectiva, si los franceses no continuaban
con su ayuda tanto económica como militar. El momento coincidía con
el regreso de las tropas francesas, el viaje de Carlota a Europa y la
posible abdicación de Maximiliano era una carta más sobre la mesa. Si
bien al emperador le divertía la crítica que el periódico hacía de la
“conserva” no toleró las noticias que afectaran la “estabilidad” de su
gobierno ni de su persona.
Las caricaturas desaparecieron del imperio, con la clausura de
esta publicación, que sólo volvió a ver la luz, hasta que fue restaurada
la República. Durante 1867 la lucha armada se incrementaría y la
guerra se haría presente con fusiles, mientras la censura impediría la
utilización de las caricaturas, como una de las armas que había
sostenido a la causa liberal mexicana.
Los liberales, utópicamente, consideraban que era deseable tener
un país formado por terratenientes libres, desentendiéndose de las
condiciones reales de las dos terceras partes de la población; así, los
problemas del campo, las sublevaciones campesinas, las protestas de
artesanos y los motines de los desocupados urbanos para quienes la
Constitución de 1857 no tuvo una formulación positiva quedaron
marginados de la temática caricaturil de este periodo. El pueblo
caracterizado en la caricatura del 27 de octubre de 1873, aparece como
una abstracción, víctima de los gastos extraordinarios causados por la
guerra o por el nuevo presupuesto; es decir, un pueblo de ciudad,
pequeño propietario y afectado por los impuestos. Sin embargo
reconocía el hambre y el agobio de la población. (figs. 32, 33, 34) Los
liberales no previeron que las medidas de desamortización en contra de
las comunidades indígenas darían lugar a la formación de los grandes
latifundios de fin de siglo, marginando al indígena y creando una
creciente burguesía. Altamirano en 1876 se lamentó de que la
11 Esther Acevedo, Testimonios..., 1995. pp.154-159
15

Constitución de 1857 no hubiese previsto medidas para la clase obrera


en formación. El individualismo, concepto clave del liberalismo, no se
adaptó a la realidad mexicana e impidió una correcta apreciación de las
comunidades indígenas y de las clases obreras en desarrollo.
Dos motivos centrales para los caricaturistas fueron la
Constitución de 1857 y la Patria. La Constitución que serviría de marco
legal al desarrollo de la nación, se presenta siempre lista para ser
remendada, cortada y enmendada usando los mecanismos de control
de la Cámara y el subterfugio de facultades extraordinarias para ajustar
su aplicación a la realidad de la facción en el poder. La costumbre de
adaptar la Constitución a los diferentes gobiernos no terminó en el
periodo aquí estudiado. (figs. 35, 36)
El mayor número de caricaturas se refieren a las elecciones del
Congreso, de la Suprema Corte y del Presidente. (figs. 37, 38, 39) En
repetidas ocasiones vislumbra al coloso del Norte como un enemigo a
vencer. (fig. 40)
La caricatura política de este periodo como instancia ideológica no
caracterizó globalmente a la sociedad mexicana y contribuyó desde un
punto de vista crítico a la consolidación del proyecto liberal de Nación,
en tanto que su temática estuvo íntimamente ligada a las proposiciones
de este grupo.
La caricatura política creó con su producción litográfica un arte de
ruptura al posibilitar cambios en el lenguaje formal y al presentar en su
temática los conflictos del grupo liberal, que transformarían la
organización de la sociedad mexicana. La caricatura nos da una forma
de ver la historia que no quedó registrada en la pintura de la época. La
historia vista por la disidencia, nos permite obtener una visión
pluridimensional, diferente a la que nos ha dado la historia oficial.
16

Periódicos con caricatura 1861-1877 existentes en la


Hemeroteca Nacional

61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77

EL Ahuizote x x x x

El Boquiflojo x x

El Buscapíe x

La Campaña x

La Cantárida x

La Carabina de x x

Ambrosio

El Cascabel x

Las Cosquillas x

La Chispa x

Don Folias x

Don Quijote x

Los Espejuelos x

del Diablo

Fra Diávolo x

Fray Gerundio x

Fray Trápala x

La Gaceta de x

Holanda

La Gacetilla x

Guillermo Tell x

El Jarocho x

El Jicote x

Juan Diego x x

El Impolítico x

La Ley del x

Embudo

La Linterna x

La Madre x x

Celestina
17

Mefistófeles x
La Metralla x
El Monarca x
La Mosca x

La Orquesta x x x x x x x x x x x x x x x x

El Padre Cobos x x x x x x

El Palo de Ciego x

Perogrullo x

La Pluma Roja x

La Pulga x

San Baltazar x x

El Sinapismo x

La Tarántula x x

El Tecolote x

La Tertulia x

El Títere x

Esther Acevedo. *

Chimalistac 1998.

* Investigador titular de la Dirección de Estudios Históricos INAH.


Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

Anda mungkin juga menyukai