el permiso para usar la prensa a Adriano Fournier y Pedro Robert por sus
ligas con los carbonari italianos, quienes habían sostenido vínculos con
las logias yorkinas, enemigas de las escocesas, con las que
simpatizaban algunos miembros de la Academia. Finalmente la prensa
fue trasladada al Colegio Militar donde se le utilizó para imprimir planos
de tácticas militares.
Al no tener acceso a la única prensa litográfica que existía en el
país, el naciente empresariado empezó a importar la maquinaria
necesaria para la impresión de litografía, la cual al suplir al grabado por
su facilidad y economía era un medio más eficaz para reforzar sus
valores a un público más amplio. En estos talleres persistieron las
antiguas estructuras gremiales: tanto en el aprendizaje de la técnica
que se hacía por la práctica como en la jerarquizada división del trabajo.
Múltiples son ejemplos de aprendices que al cabo de los años lograron
acumular el capital y la experiencia necesaria para tener su taller
propio.
Los talleres que se fueron estableciendo a partir de la década de
los 40 produjeron estampas para el consumo interno, así como para la
exportación de imágenes. Las estampas producidas para el interior del
país variaron según el público al que fueron dirigidas, siendo éstas de
carácter religioso o costumbrista; llegaron a un público más amplio por
ser su precio más bajo que el de una obra de arte original. En cambio,
para el extranjero se hicieron álbumes sobre los diferentes aspectos
geográficos y costumbristas de México, con la idea de presentar una
imagen de civilización, progreso y seguridad, que promovieran la
inversión de capitales extranjeros en un país rico en materias primas y
pobre en industrialización.
Estuvieron encargados de estas producciones impresores como
Ignacio Cumplido, Vicente Heredia, Julio Michaud, Manuel Murguía,
Felipe Escalante, Agustín Massé, Jean Decaen, y Alfredo Labadie,
quienes, como empresarios, no estuvieron desvinculados de la
Academia ya que contribuían como accionistas en las exposiciones
anuales de ésta y mantenían relaciones comerciales con la institución;
como miembros del sector empresarial urbano se identificaron con la
cultura dominante de carácter oficial difundida en estas exposiciones.
7
4 Joyce Bailey, Op cit., p. 10. El Calavera no lo pude localizar el la Hemeroteca Nacional para ver
las ilustraciones.
8
6 Ver en esta misma Colección: Esther Acevedo, Constantino Escalante una mirada irónica, pp.
15-16.
11
7 Vicente Riva Palacio, Los Ceros, Galería de Contemporáneos, José Ortiz Monasterio. (coord.)
México, Coedición Instituto Mora, CONACULTA e Instituto Mexiquense de Cultura. 1996. p. 121.
12
8 Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México. La República Restaurada. Vida Económica,
México, Hermes. 1973. p. 96.
13
61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77
EL Ahuizote x x x x
El Boquiflojo x x
El Buscapíe x
La Campaña x
La Cantárida x
La Carabina de x x
Ambrosio
El Cascabel x
Las Cosquillas x
La Chispa x
Don Folias x
Don Quijote x
Los Espejuelos x
del Diablo
Fra Diávolo x
Fray Gerundio x
Fray Trápala x
La Gaceta de x
Holanda
La Gacetilla x
Guillermo Tell x
El Jarocho x
El Jicote x
Juan Diego x x
El Impolítico x
La Ley del x
Embudo
La Linterna x
La Madre x x
Celestina
17
Mefistófeles x
La Metralla x
El Monarca x
La Mosca x
La Orquesta x x x x x x x x x x x x x x x x
El Padre Cobos x x x x x x
El Palo de Ciego x
Perogrullo x
La Pluma Roja x
La Pulga x
San Baltazar x x
El Sinapismo x
La Tarántula x x
El Tecolote x
La Tertulia x
El Títere x
Esther Acevedo. *
Chimalistac 1998.