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LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN FINANCIERA EN LA INCLUSIÓN,

LAS ACTITUDES Y LOS RESULTADOS FINANCIEROS

Los retos en Colombia, en materia de gestión financiera están


íntimamente relacionados con la inclusión, el conocimiento práctico y los
resultados financieros. Sin embargo -y afortunada o infortunadamente-, estos
conceptos pueden ser puestos en perspectiva en su totalidad con ayuda de la
educación financiera.

Si hablamos de inclusión financiera, tenemos que traer a escena


necesariamente a los problemas que tiene el país respecto a la informalidad
laboral. Recordemos que cuando decimos que una persona está “incluida”
financieramente, es porque maneja algún tipo de relación directa con algún
banco o servicio del mismo. La informalidad laboral dificulta el encuentro entre
personas y servicios bancarios, pues evita una cantidad considerable de
papeleos y por lo general maneja bases de capital mucho más pequeñas que las
empresas formales. Este simple hecho no convierte a la informalidad laboral en
algo malo, pero entonces ¿qué la hace mala? La gran mayoría de estos empleos
están relacionados con el no pago de impuestos y con el no aporte a seguros
sociales; estos capitales son, en parte, usados para financiar la educación
pública. Eso significa que mucho dinero que pudiera estar yendo con fines de
mejorar la escuela pública, no está llegando siquiera a manos del estado.
También -y ya que hablamos de eso-, tiene que ver el hecho de que Colombia
maneja altos índices de corrupción, y que a pesar de que mucho dinero pudiera
estar siendo destinado con los fines que mencionábamos anteriormente, no lo
hace por el simple hecho de haber intereses personales de por medio.

Por otra parte, el conocimiento práctico y los resultados financieros son


indicadores más dicientes sobre la capacidad de gestión de cada uno de
nosotros. De acuerdo con Álvarez, B. (2017) la mayoría de la población no sabe
cómo obtener un rendimiento de una tasa simple ni tiene ahorros personales
siquiera. El problema detrás de dichos fenómenos es que la economía nacional
se ve afectada (en la mayoría de los casos, para mal) por esas faltas de aptitudes
o nociones financieras. Pero entonces, ¿qué se puede hacer? Aquí es donde
entra en escena la educación financiera. Por medio de la misma, las personas
obtienen bases y herramientas con las que pueden comprender de mejor manera
la dinámica de la economía y las finanzas en diferentes niveles, capacitándolas
para que tomen mejores decisiones en materia financiera tanto a nivel personal
como empresarial y pueden aprovechar mejor las oportunidades y disminuir los
riesgos en las inversiones que realicen. Ahora bien, si la solución a tantos
problemas yace en la educación financiera, ¿por qué sigue habiendo dificultades
en esa rama? Para ponerlos en contexto, se supone que el estado ha venido
invirtiendo esfuerzos en mejorar dicho elemento en el país, estableciendo
políticas y añadiendo ciertas materias relacionadas con el tema a los pensum de
diferentes carreras universitarias (Álvarez, B. (2017). No obstante, los
resultados, en referencia a finanzas, siguen siendo malos, de acuerdo con
pruebas nacionales.

Continuando con lo anterior, hay que mencionar dos aspectos


fundamentales: el primero, con referencia a la calidad de la educación que se
imparte, y el segundo con respecto al tiempo en que se realiza. Con respecto al
primero, tenemos que admitir nuestras fallas en el sistema educativo. Colombia
ocupa uno de los peores puestos en las pruebas PISA, y las dificultades que
presenta son, a mi parecer, producto de un sistema educativo carente de calidad,
que no se fundamente en otra cosa más que convertir a los estudiantes en
receptores de información y con pocas aptitudes prácticas. Evidentemente, si
queremos mejorar, tenemos que revisar nuestras diferencias con los modelos
educativos de países como Finlandia e Irlanda, y tratar de entender cómo
funcionan y la posibilidad de empezar a mejorar el nuestro. En referencia al
segundo aspecto, es importante el punto en que la educación financiera empieza
a impartirse. Por ejemplo, muchos de los hábitos que tenemos como adultos, se
han formado a lo largo de los años, desde nuestra niñez y con el paso del tiempo.
Si queremos empezar a fortalecer nuestras habilidades financieras, lo mejor
sería incluir esos temas en escuelas de primaria o secundaria, que no
necesariamente tengan temas complejos acerca de las finanzas, pero que vayan
creando en el estudiante -y en la persona-, hábitos “sanos” respecto a su
situación financiera, como el ahorro. Esto quiere decir que el impacto que tiene
la educación financiera, que comenzó a enseñarse mayoritariamente en
universidades y otros centros de educación superior, no es tan efectivo como
pudiera ser si el proceso comenzara en una etapa más temprana para el
estudiante, acompañado de un seguimiento a lo largo de su formación, con el
propósito de que adquiera buenos hábitos financieros y para que, a medida que
vaya creciendo, pueda usar esos conocimientos en su quehacer diario.

Para concluir, es importante que consideremos los términos de inclusión,


conocimiento práctico y resultados financieros cuando hablamos de la realidad
de la gestión financiera en Colombia. Las ideas detrás de dichos conceptos son
claros: (1) aumentar la inclusión financiera, disminuyendo a su vez la
informalidad laboral, para que el capital disponible para realizar inversiones en
el área de educación pública aumente y la dinámica de la economía nacional sea
más palpables, (2) hacer propio de cada persona el conocimiento práctico acerca
de las finanzas, relacionado con las aptitudes y herramientas que le permiten
tomar decisiones financieras más acertadas con base en información y demás,
con los que puede maniobrar con mayor facilidad el mundo económico que lo
rodea, hechos de los que se puede tener certeza si se verifican sus (3) resultados
financieros, que se verá reflejado en cosas como índices de ahorro, riqueza, etc.
La educación financiera plantea una solución a las dificultades que los tres
términos traen consigo: (1) fomenta la inclusión financiera, dando a conocer a
las personas, los problemas del trabajo informal y las ventajas que presenta para
la dinámica de la economía estatal y sus indicadores, (2) construye el
conocimiento práctico, con el que la persona desarrolla sus aptitudes y buenos
hábitos financieros y (3) mejora los resultados en materia de finanzas. Pese a
eso, la idea de usar a la educación financiera como motor para solucionar estos
inconvenientes, sólo es posible bajo las premisas que consideramos
anteriormente: que la calidad de la educación misma mejore, tratando de incluir
con mayor ahínco la praxis que tanta falta le hace a la escuela hoy día, y que se
empiece a formar desde una etapa de educación más temprana, pues es bien
sabido que los hábitos se construyen con el tiempo y que, con la mejora de las
actitudes y aptitudes financieras de cada persona, la dinámica económica del
país mejorará al mismo ritmo.

Andrés Felipe Sarmiento Patrón


Referencias
Álvarez, B. Muñoz, M., Restrepo, D. (2017). Challenes in assessing the
effectiveness of financial education programs: The Colombian case. Cuadernos
de administración, 157-158. doi: 10.11144/Javeriana.cao30-54.caef.

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