PENSAMIENTO GONTEMPORANEO
Coleccion dingida por Manvel Cruz
L.. Wittgenstein, Conferencia sobre éica
J. Derrida, La desconstruceisn en las fronteras de la flosofla
PIK. Feyerabend, Limites dela ciencia
EF, Lyotard, ePor qué filosofar?
.C. Dantoy Historia y narracin
| TES, Kulu, ¢Qué son las revoluciones centficas?
"M. Faucault, Tecnologias del yo
NN. Luhmann, Soctedad y sistema: le ambicién de la teorfa
4. Rawls, Sobre las lbertades
G. Vattimo, La sociedad transparente
R. Romy, El giro lingustico
G. Coll, Ed hbro de nuestra crisis
KO. Apol, Teoria de la verdad y étca del discurso
J. Elster, Domar la suerte
H.G. Gedamer, La actualidad de lo bello
GEM, Anscombe, Intencién
J. Habermas, Excrtos sobre moralidad y etcidad
TW. Adorno, Actualidad de la fitosofia
T. Negri, Fin de silo
D Davidson, Mente, mundo y accion
E, Hosserl, Insitacisn a la fenomenologia
L. Witgenstein, Lecciones y conversaciones sobre esttica,
R.Carnap, Autobiografia intelectual
IN. Bobbio, fqualdad y libertad
GE, Moore, Ensayos dicos
E, Levinas, £1 Tiempo y ef Orro
W. Benjamin, La mecafsica de la juventudd
Walter Benjamin
La metafisica de la juventud
Tntrodueeibn de Ana Lucas
aiciones Poidds
LCE. de la Universidad Autbaoma do Bareslona
Aartleen- Bucnee Aires = Mins.2 aeneien eta sever
Ie parecera al estudiante algo extraordinariamente
importante. El sobrio concepto del deber, pues, se
bate en retirada
Pero si, pese a todo y a falta de mejor considera
cin, se desea una enserianza de la moral, hay que
buscar detenidamente los peligros, Hoy en dia ya no
resulta peligrosa la contraposicion protocristiana
abien/mal> (gu/biise) 0 sespiritual/sensoriale (geis-
tig/sinnlich), sino la contraposicién snobista entre lo
‘sensible-bueno (sirlick- gut) y lo espiritual-malo
(Geistybise). En este sentido, el Retrato de Dorian
Gray de Wilde podria funcionar muy bien como fun-
damento de una educacion moral
Si, como estamos viendo, la educacion moral
esta muy lejos de satisfacer exigencias pedagégicas
bsoluta, al menos puede poseer ~de hecho po-
see no poca elevancia como estadio de transicion,
no tanto porque representa, como hemos visto, un
‘elemento altamente imperfecto del desarrollo de la
fensefianza religiosa cuanto porque supone tna ex:
presion do los delectos y vicios de la actual educa-
Gién, La ensefianza de la moral combate el caricter
peuilérico, erratico ysin conviceién de nuestros de-
beres, ast como el aislamiento intelectual de nuestra
Formacién escolar. No se trata, desde luego, de en-
tronizar desde fuera, junto con las tendencias de la
educacién moral, el contenido de laformacien, sino
mms bien de captar la historia de sus materiales, el
espiritu objetivo mismo, Fn tal sentido, e debe es-
pperar que la educaci6n moral represente el paso a
tuna nueva educacién de la historia en la que hasta
‘nuestro propio presente pueda legar a encontrar su
lugar en la historia de la cultura,
Nuestro combate en favor de la responsabilidad
ettd siendo librado contra un ser enmascarado. La:"=
mascara de los adultos es la eexperiencia» (Brfali-=
ur a mascat fis, tapencirle
iran acobardados o amargados. Probablemente ten-
ain ¥az6n los adultos. Qué podemos responder!
inno hemos experimentado nada. —
Pero nosotros queremos intentar levantar la
mascara: (Oué es Io que han experimentado estos
‘adultos? ¢Que quieren demostrar? Una cosa antes
«que nada: que también ellos han sido jévenes, tam-
bien han deseado lo que deseamos nosotros ahora,
también dejaron de ereer en sus padres y la vida les
ensefié que éstos tenian raz6n. Los adultos se son-
rien com aire de superioridad: @ nosotros también
nnos sucedera lo mismo. Desprecian de antemano
los anos vividos por nosotros y hacen de ellos un
tiempo de dulee idiotez juvenil, un entusiasmo pre-
vio a la gran sobriedad de una vida seria. ¥ eso, los
bienintencionados e ilustrados. Conocemos otros
pedagogos cuya amargura no nos permite gozar si
‘Quicra de los breves aiios juveniles. Con toda serie-
went
ujeres. 100005ey Lawerarsica pea ENTE
ad y dureza quieren colocarnos ya en la amarga
tarea de la vida. Pero unos y atros desprecian y des-
trozan nuestros afios y no dejan de sobrecoger nues-
‘ros sentimientos: tu juventud no es mas que una
breve noche (jllénala de entusiasmo!); después de
alla viene la hermosa «experiencias, los aitos de
‘compromisos, de pobreza intelectual y de carencia
ée entusiasmo: asi es la vida. As{nos hablan losedul-
10s; asi viven ellos.
Si, asi viven los adultos, siempre es lo mismo,
nunca es lo otro: vida sin sentido, Pura brutalidad,
eNos animdis para la grandeza, para la novedad,
‘para el futuro? jNo, ni hablar! Eso es inexperimenta-
‘error; que la honradez debe mantenerse por mucho
‘que hasta el dia de hoy nadie haya sido honrado,
Fsta voluntad no nos Ta puede tar ninguna
experiencia, No obstante, ¢no podrian tener razon
nuestros padres con sus gestos cansados y su desen-
‘cantada suficiencia? ¢No seré inevitablemente triste
todo lo que nosotros lleguemos a experimentar de
tal manera que el valor y el sentido solo pueda fun-
damtntarse en lo inexperimentable? Entonces el es-
pirit seria libre, sdlo que la vida le irfa hundiendo
ada vez ms, vida que, como suma de experiencia,
resulta en verdad algo desconsolador.
Pero nosotros ya no comprendemos estas pre-
suntas. ;Habremos de llevar, segin eso, la misma tai
‘ida ce aquellos que no conocen lo que es el expiitiinen
Yeo inerte «yo> acaba siendo arrojado por a vidastw us
‘omo por olas alas rocas? No. Toda nuesira expe’ =,
Hencla posee ya un contenido, Su contenido sera el
ble, Pero scl sentido, la verdad, la bondady la belle
‘se furdamentan en si mismos, gpara qué quere-
er rsces vocal mt ects cates
vv sdultos jams elevan los ojos hacia la grandeza la
“oh plenitud de sentido, su experiencia se-conviexte en
in sestea en el
OE Jatvivialidad de la vida. Los adultos no con
,
=
dl evangelio de los flisteos vles hace portavoces de
Taya algo mas alla de la experiencia; que exisia
‘elores —inexperimentables= alles que nosotros nos
entregamos. .
Sch, @Por qué la vida resulta para los filisteos algo des-
in
‘consolador y sin sentido? Porque sélo conocen la
experiencia, nada més; porque ellos mismos son se-
res sin esperanga ni espirita,y porque solo mantic
tren relaciones internas con lo rutinario, con lo eter-
namente vuelto al pasado.
Pero nosotros conocemos algo distinto, que nin:
‘guna experiencia nos ofrece, a saber: que exisie Ta
teFdad aunque todo lo pensado hasta ahora sea un
‘que le dé nuestro espiritu. La irefle
error: «jJamds encontraras la verdad —gritan
‘adultos # quienes la buscan— lo sé por experien-
‘als. Pero para el que busca la verdad el errorno.es
jue una ayuda para encontrarla (Spinoza). La
experiencia carece de sentido y de espiritu s6lo
aquellos que carecen de aniemano tanio del und
como del otro, Sin duda, la experiencia resultars
dolorosa para quien busca en ella, pero dif
‘Te dejara sin esperanza
‘Quien busca de verdad munca se resignara apsti-
camente ni se dejar adormecer por la inercia del
filisteo, puesto que éste ~ya os habréis dado cuen-
tase alegraante cada nuevo fracaso. ¥tlenerazén,