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Angie Gómez Hernández

MUJER.
EL IRRACIONAL PAVOR MASCULINO POR LO DESCONOCIDO

Desde el inicio de la humanidad, se ha percibido a la mujer como un ser peligroso, con


conexión con el inframundo, con un cercano lazo al demonio, ha encarnado la oscuridad, la
tentación y las pasiones desaforadas que se insertan en los más profundos pensamientos y sueños
del género masculino; lo que le ha acarreado una lucha contra sí misma, sus propios deseos y su
esencia. En cambio, el hombre ha representado un ser purificador de pecado, magnifico y
valeroso. Esto lo reafirma Castellanos (2009): “lo desconocido, el misterio, le recuerdan siempre
al hombre que sus más absolutas certezas son frágiles y deleznables y lo impulsan a moverse más
allá, a ese lugar que adivina pero que nunca puede pisar” (p. 37).

Es así, como la mujer se ha visto subyugada y satanizada, cuando ha ido en contra de las
normas sociales impuestas y los ideales de las religiones jerárquicas a lo largo de la historia,
incluso, ha tenido que someterse al control de su propia sexualidad, bajo la imposición de la
virginidad que, solamente implica a los seres femeninos por ser la manifestación palpable de todo
aquello que el hombre jamás podrá controlar y representa su mayor temor. Es por ello, que el
propósito de este comentario es analizar la sociedad patriarcal, materializa en el miedo recóndito
de la relación de la mujer con la naturaleza y las artes ocultas.

La sociedad patriarcal le impone a la mujer ser un ente sumiso y sometido a toda acto, esto
generado por las creencias culturales y religiosas, en donde se deja de lado el papel fundamental
del liderazgo femenino, asociado a su conexión intrínseca con la naturaleza y al espíritu maternal,
para convertirse en un entorno de hostilidades causadas por la ambición de poder absoluto. Con
el pasar del tiempo, la mujer ha tomado importancia y ha dejado de ser sumisa, pero durante
mucho tiempo esto no fue así y el único lugar al que perteneció la mujer fue a su hogar, tal como
lo menciona Castellanos (2009):

“Se continuaba con la dicotomía de la mujer buena y virginal, y la pecadora símbolo


de la tentación. En una época en la que el hombre se ha subido en el tren de la
industrialización, con sus ideas, invenciones y descubrimientos, convencido de que en

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Angie Gómez Hernández

sus manos está el engrandecimiento del mundo (...) Ellas, por su parte, debían celebrar
su papel de guardianas de la omnipotente alma del hombre en una época en que cada
hombre, como un héroe, se enfrentaba día a día en el campo de la batalla industrial y
comercial. Este ideal desarrolló un culto a la mujer hogareña, capaz de soportar con
abnegación todas las cargas y que ofrecía a su hogar y su marido todo su ser” (p. 355).

Con la llegada del medievo y su profundo nexo con la religión católica, se impuso una
restricción de la esencia natural del ser femenino y transforma la imagen a una mujer asexuada, por
lo tanto, inofensiva. Aquella que no fuese digna de la figura eclesiástica y machista de la época,
sería acusada de crímenes atroces y se sometería a un juicio en donde su suerte dependería del
credo. Posteriormente era castigada por la figura masculina que en su hogar lideraba, sin derecho
alguno de denunciar ante una sociedad injusta hechos atroces. Debido a los movimientos femeninos
y la alta exigencia de los derechos hacía este género hace un poco menos de un siglo las condiciones
de vida de la mujer han mejorado, por lo menos en la mayor parte del mundo.

Finalmente, se vuelve necesario mencionar que las luchas de las mujeres han sido largas y arduas
por la reivindicación de sus derechos, que van más allá de igualarse a los hombres. Las mujeres
quieren ser constructoras de su propio mundo sin estigmatizaciones a la capacidad racional que
posee y ejerciendo la supremacía de este, con lo anterior, Kishor (2000) afirma que: “El
empoderamiento, por definición, debe proporcionar acceso y control de los recursos necesarios y
poder, de tal manera que las mujeres puedan tomar decisiones informadas y adquirir control sobre
sus propias vidas” (p. 40).

Referencias

Castellanos, S. (2009). Diosas, brujas y vampiresas. Norma: Bogotá.

Kishor, S. (2000, March). Women’s contraceptive use in Egypt: What do direct measures of
empowerment tell us? In annual meeting of the Population Association of America, Los Angeles
(pp. 23-25).

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