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EL CANTICO DE LAS CRIATURAS DE FRANCISCO DE ASIS: CUANDO LAS

COSAS HABLAN

PUNTOS INSPIRADORES
( colocar el cántico)

El Cántico de las Criaturas de Francisco de Asís es el cántico de la fraternidad universal


y el primer poema escrito en la lengua italiana, la lengua del pueblo.

Francisco escribió este poema al final de su vida, en el momento de su mayor


sufrimiento. Sin embargo, el Cántico refleja en su contenido un abrazo e integración
completa en su ser Eros y ágape, animus y ánima, y un abrazo fraterno con la creación
entera.

(Cuadro para definir Eros y ágape)

El Cántico habla, no apenas de las cosas de la creación, también habla de su fuente, el


Creador. Toda la creación es una sola cosa, porque pertenecemos a un solo Padre. La
alabanza no es hacia las cosas, es hacia Dios. Loado seas mi Señor en todas tus
criaturas. Las criaturas hablan en nuestra alma de Dios, y Francisco se une a ellas en
esta alabanza.

Si bien Dios en el fondo es un misterio, revela su mensaje a través de la creación y sus


deseos y opciones a través de la encarnación. Esta revelación únicamente es entendida
por los que tienen ojos para contemplarlo y oídos para escucharlo con humildad, pero se
oculta a los que quieren poseerlo o manipularlo para sus propios fines.

La primera pobreza consiste en reconocer que se es criatura, no creador. Francisco se


coloca en medio de las criaturas como una de ellas y busca su mediación. Canta con
ellas al Creador en una relación fraterna.

Hay que poner mucha atención a los adjetivos con los que califica a cada criatura. Ellos
nos dan el sentido más profundo de los símbolos. Son pocos y sencillos, y reflejan el
carisma mismo.

Cuando contemplo la creación, algo en mí me mueve hacia arriba. No obstante, Él, de


arriba, me manda hacia abajo. Aunque no solamente me manda, me acompaña.

Todo el movimiento del cántico es de arriba hacia abajo. Refleja una vez más la
Encarnación, esto es, la inserción de Dios en la realidad humana.

El sol:
En su primera admonición, Francisco habla de este Dios que vive en una luz
inaccesible. Dios es luz y fuente de vida. No hay símbolo que mejor refleje a Dios, que
la luz brillante del sol. Con todo, nada más puede ser contemplado en su reflejo a partir
de la creación, pues es imposible mirarlo directamente.

Mientras los ojos de Francisco están sometidos a la tortura y son incapaces de soportar
la luz del día, su mirada interior regresa una vez más a la imagen espléndida del sol con
toda admiración, y con esta imagen contempla la luz de Dios en su alma.
El hermano sol no es apenas fuente de luz, es fuente de vida en abundancia y
fecundidad. Es generoso y libre, porque da vida a todos, buenos y malos. Es la imagen
del Padre bueno que da en abundancia a todos.

La luna y las estrellas:


Como pareja del hermano sol viene la hermana luna y sus hijas, las estrellas, claras,
preciosas y bellas en un solo abrazo; animus y anima en una sola integración en la vida
de Francisco.

Si el hermano sol se valora en el sentido de la acción y del dinamismo, irradia con gran
esplendor el día, la hermana luna y las estrellas son objeto de una valoración referida
apenas a su ser, sin ninguna función precisa, ninguna utilidad particular se les reconoce.
Se celebran simplemente por lo claras, preciosas y bellas que son. Estas clarificaciones
sobrepasan el plan de la eficacia y la rentabilidad como sentido último de las cosas y se
traducen en la apertura a la nueva dimensión franciscana: la de un mundo interior de
valores que pertenecen más bien al dominio del ser, no del hacer.

No es casualidad que Francisco escriba el Cántico en San Damián, hogar de Clara y sus
hermanas. No es casualidad que él estuviera viviendo uno de los momentos más oscuros
de su vida. ¿Será que la referencia a la luna clara y las estrellas preciosas y bellas aludía
a Clara y sus hermanas, quienes alumbraban su alma en esta noche oscura de su vida?

La luna y las estrellas solamente las vemos en la noche. La luz del día las oculta a
nuestra vista. Si necesitamos la luz del día para ver el camino, igualmente necesitamos
la oscuridad de la noche para ver las cosas claras, preciosas y bellas que la luz oculta.
La noche del alma a menudo nos ayuda a contemplar lo esencial.

¡Cuántas personas que han pasado por momentos oscuros, no salen más enfocadas en
las cosas esenciales de la vida! ¿Cuál fue la invitación esencial para Francisco en estos
momentos? ¿Sería la de contemplar su ánima, desde la mirada de Clara y sus hermanas,
quienes le invitaban al abrazo de su ser con menos dureza, más ternura y misericordia?
Francisco las convierte en símbolos femeninos en los que puede verse, no a la imagen
de sor Clara, sino la expresión de ciertas fuerzas primarias del alma de Francisco que
Clara contribuyó a sacar a luz.

San Damián es el lugar del ser. Clara acompaña a Francisco, no por sus consejos, sino
por la presencia de su ser. Ella tiene claridad de lo esencial y lo valora desde su ser.

Francisco siempre usa la palabra “preciosa” en el contexto de las cosas sagradas,


principalmente en referencia al Cuerpo de Cristo. Las cosas sagradas siempre se
encuentran en lo profundo. Los lugares profundos son por lo general oscuros y allí se
esconden cosas preciosas. Hay que ir profundo para descubrir las cosas preciosas, y para
llegar a lo profundo hay que pasar por la oscuridad. La sabiduría divina, que es lo más
precioso, se halla en las profundidades, no en lo superficial. No viene por la vía fácil,
viene con parto, y el parto representa el dolor de despojarse de lo superficial para poder
penetrar las profundidades del ser, donde reside Dios y su sabiduría.
¿Será que las palabras preciosas y bellas referentes al cuerpo de Cristo esconden una
invitación a Francisco a reconocer lo precioso y bello de su propio cuerpo, que tanto
maltrató, como templo del Espíritu Santo y valorarlo como tal?

La luna también tiene sus fases. San Agustín escribe todos los meses: la luna nace,
crece, toca su perfección, decrece, muere y renace. Así es el proceso de la vida humana.
Lo esperanzador aquí es que el proceso de la luna no termina con la muerte definitiva,
más bien es un ciclo que incluye su renacimiento. Otra vez, la creación en todo su
esplendor nos brinda las respuestas a las grandes interrogantes de la vida si nos
tomamos el tiempo para meditarlo y aprender de ella.

El viento y el agua
Luego, Francisco nos habla de los elementos entre el cielo y la tierra, siempre en una
dinámica descendente. Nos presenta al viento y el agua también como pareja. El
hermano viento, además de rostro físico, tiene de alma. La imagen del viento, tanto en
el Antiguo como en el Nuevo Testamento, representa al Espíritu Santo que sopla donde
quiere. Especialmente en los relatos de creación, el viento sopla sobre las aguas y, como
pareja, ambos elementos dan vida a la creación. Esto simboliza la libertad de Dios y la
de sus hijos, que viven conducidos por el Espíritu.

Tal vez la sorpresa aquí es que el hermano viento aparece sin ningún adjetivo
cualitativo. Parece que Francisco quería hacernos ver que el hermano viento, por ser
símbolo del espíritu de Dios y de la libertad, es libre justamente porque es despojado.
Quien quiere ser conducido por el espíritu de Dios y ser libre, tiene que dejar al Espíritu
trabajar para entender de qué debe despojarse para ser conducido por el espíritu del
Señor con libertad.

De nuevo vemos que el hermano viento es dinámico, mientras la hermana agua es


valorada por su propia sustancia, su ser. La hermana agua que es útil, humilde, preciosa
y casta. La palabra útil únicamente se entiende en su relación con los otros tres
elementos. No se la entiende en el sentido practico, en clave del “hacer”, sino en clave
del “ser”. Francisco quiere recordarnos que en la vida el ser es tan importante como el
hacer. El agua es útil porque es humilde, es símbolo de la humildad ya que siempre va
bajando a lo profundo. La hermana agua, por naturaleza, nunca va subiendo. La
humildad es útil para Dios, pues solo puede obrar en la persona humilde. La persona
orgullosa no sirve para la obra de Dios puesto que está llena de autosuficiencia y, por
ende, es ciega a la forma en la cual Dios va obrando. Es preciosa, palabra que Francisco
usa siempre en referencia a las cosas sagradas. El agua preciosa simboliza el lugar
sagrado donde Dios va obrando en la humildad de la persona. Curiosamente, el agua
simboliza asimismo lo profundo de la inconciencia, el lugar sagrado en el que reside la
identidad fundante del ser humano, su ser imagen y donde Dios va obrando en secreto.
Por eso, la hermana agua simboliza la preciosidad del ser humano y la acción de Dios
en él. Finalmente, la hermana agua simboliza la castidad, que para Francisco siempre se
relaciona con los puros de corazón, porque pueden contemplar a Dios en su vida y hacer
su voluntad. Por todos estos elementos, el hermano viento representa el espíritu del
Señor que va soplando con libertad y utilidad, pues se une con la castidad que permite a
la persona contemplar el paso de Dios en la tierra sagrada de nuestra vida y dejarlo
obrar con libertad.

El fuego y la tierra
De la pareja del hermano viento y la hermana agua, bajamos a encontrarnos con otra
pareja. El hermano fuego y la hermana tierra. Francisco muestra clara preferencia para
las cosas luminosas, a las que califica como “hermosas”. Es interesante que se refiera al
hermano fuego como el que alumbra la noche. Quizá es una referencia en lenguaje
simbólico a la noche oscura del alma que está viviendo en esos momentos y al fuego de
amor que, curiosamente, produce tanto dolor y oscuridad en nuestras vidas. El fuego, a
la vez, quema y trasforma. Simboliza un momento de hondo despojo y transformación
en la vida de Francisco. Es tiempo de noche, pero de una noche que alumbra lo esencial
y lo quema para despojarlo de sus últimas apropiaciones para ser transformado por Dios
en un hombre totalmente pobre, y por eso libre, viviendo desde su ser esencial, su ser
imagen de Dios. A pesar del momento duro que está viviendo para ser purificado por el
hermano fuego, Francisco todavía reconoce sus cualidades: “bello y alegre”, aunque al
mismo tiempo su “ser fuerte y robusto”. A lo mejor, en este momento de vulnerabilidad
Francisco espera no perder su alegría y su ser juguetón, pero a la vez espera que el
hermano fuego lo sostenga fuerte en el Señor.

Como pareja, el hermano fuego se une con nuestra madre la hermana tierra. Tal vez lo
sorprendente es la designación de la tierra como nuestra madre, aunque siempre, en
primer lugar, como nuestra hermana. Madre porque nos sostiene y gobierna. Y hermana
porque no es fuente absoluta, sino forma parte de la gran familia de criaturas. Es una
criatura más. Ella, como la humanidad, depende del Padre que ha creado todas las cosas.
Lo interesante son los adjetivos. La madre tierra que nos sostiene y gobierna. Sin duda,
Francisco recuerda las numerosas veces que buscó refugio en las cuevas, los vientres de
la madre tierra, en procura de ser sustentado y gobernado por Dios a través de ella.
Intentando profundizar la escucha de Dios en lo profundo de los vientres de la madre
tierra. La posibilidad de nacer de “nacer de nuevo” es simbolizada por la última imagen
de flores y hierbas coloridas. Si la madre tierra nos sostiene y gobierna, tanto material
como espiritualmente, ella carga con una sabiduría que los campesinos aprenden y
utilizan en su vida diaria. Para percibir esto basta con hacer un recorrido por los muchos
refranes de sabiduría popular inspirados en las enseñanzas de la madre tierra y de la
creación en general. Conviene recordar el deseo de Francisco, quien al acercarse a los
brazos de la hermana muerte, pidió ser colocado desnudo sobre la madre tierra, como
último despojo en la vida hacia la eternidad.

El Cántico concluye con una estrofa sobre el perdón y la reconciliación y la hermana


muerte. A primera vista parece que esta estrofa no tuviera mayor relación con lo
anterior, aun así, una mirada más detenida nos hace percatarnos de lo contrario. El tema
de la reconciliación y la integración recorre todo el poema desde el inicio hasta el final.
Cada pareja en el Cántico, y en realidad él en su totalidad, nos habla de que la dinámica
fundante detrás de toda la creación es la de integración y reconciliación, y nos invita a
entrar en esa dinámica para ser capaces de vivir tanto la armonía personal y social como
la integración y la reconciliación con la totalidad de la creación.

No es casualidad que Francisco escribió este poema al final de su vida. Al final de un


largo proceso de integración de su animus y ánima, de su sombra y de su conversión,
primero hacia su ser esencial imagen de Dios, y luego hacia el seguimiento de Nuestro
Señor Jesucristo pobre y crucificado. Toda su vida fue un camino de integración y
conversión, así como una invitación a las demás personas a vivir lo mismo como una
alternativa en la convivencia humana y la compasión por encima de la competencia y la
prepotencia.
La conclusión del Cántico con la inclusión de la hermana muerte, es quizás lo más
genial de éste. La muerte, para la gran mayoría de las personas, representa la última
sombra por abrazar en la vida humana, su último despojo y abrazo. Toda la vida es una
preparación de pequeñas despojos para el último abrazo con la hermana muerte, que nos
acompaña a los brazos de nuestro eterno enamorado en la vida eterna. Francisco nos
convida a una vida en conversión, que nos prepare con alegría para el abrazo con la
hermana muerte para pasar libremente a estos brazos que nos han llevado durante toda
nuestra vida terrenal.

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