Introducción
Desde niños se nos ha enseñado que poseemos cinco sentidos que sirven para
relacionamos con nuestro entorno, dar forma al mundo y moldear nuestro Yo. Estos
sentidos se interrelacionan la mayor parte del tiempo para funcionar de modo
óptimo: El olfato, el tacto y el gusto son uno mismo al comer y beber, la vista y el
oído se complementan al caminar, correr o conducir. Esta interrelación sensorial nos
hace aprehender el entorno de un modo cada vez más rápido y eficaz, haciendo que
podamos oler, probar o hasta sentir un paisaje después de haberle dado no más
que un rápido vistazo. De un modo similar a como lo hace la vista, el escuchar un
ruido como la lluvia que cae, un perro que ladra o un refresco que se abre, puede
despertar nuestros otros sentidos; lo que nos evoque, y como reaccionamos a ello,
dependerá fuertemente de los esquemas que cada quien tenga interiorizados.
Para intentar dar respuesta a estas preguntas debemos definir primero qué es la
música y que es eso a lo que se conoce por entendimiento.
Música
¿Es posible hablar sobre música o sobre literatura con algún conocido, sin saber dar
una definición concreta de lo que es música o literatura?¿Es concebible una charla
sobre política o economía en que ninguno de los interlocutores pueda delimitar los
conceptos de la economía y la política? ¡Claro que es posible! Después de todo,
pocos dudan seriamente que la canción que desde hace una semana suena en la
radio, aunque use no más de cuatro acordes, sea música. Tampoco se pone en
duda que el grupo que hace sonar sus instrumentos en el bar del centro, la orquesta
que toca en una sala de conciertos, o el cuarteto de mujeres que canta a capella los
domingos por el malecón estén haciendo música. Similares afirmaciones podríamos
hacer acerca de los que se dedican a la política, la literatura o la economía. Esta
posibilidad la debemos a los saberes intersubjetivos que se comparten dentro de
una misma cultura. De estos saberes nos ocuparemos más tarde. Por lo pronto es
necesario delimitar el concepto de música que hemos de usar.
Alrededor del mundo y a lo largo de la historia de la humanidad, ha habido una gran
cantidad de culturas diferentes que producen, por muchos medios y con diversos
fines, lo que conocemos como música. Si bien esta miríada de expresiones sonoras
no es, en apariencia, homogénea, el concepto de música es capaz de agruparlas
gracias a que todas éstas comparten algunas íntimas propiedades. La primera: son
sonido organizado, humanamente dispuesto. Comparten también que, a pesar de
que los fines de estas expresiones sonoras en las distintas etnias del planeta
pueden ir desde lo recreativo hasta lo ritual y religioso, todas las músicas del mundo
contienen un medio comunicativo extraverbal 1que abarca distintas posibilidades de
comunicación abstracta.
1
Es cierto que formas musicales como la canción, la ópera o muchas otras que contienen poesía y/o
diálogos como parte de un todo indivisible tienen además la propiedad de comunicar ideas
verbalmente. Sin embargo, esto no va en detrimento de la comunicación extraverbal, b ien pueden
una y otra complementarse o ir encontradas. Intentaré desarrollar la idea más adelante.
Por su parte, la música que se compone partiendo de algoritmos requiere encuentra
su génesis en una primera decisión para elegir el sistema a utilizar y el modo de
procesar los datos que se han de obtener. Si bien en estos sistemas el compositor
puede solo intervenir parcialmente, son de nuevo las posibilidades expresivas y su
posterior significación lo que la inserta en nuestro concepto de música.
Entender
La palabra “entender” viene del vocablo latino intendere que se compone del verbo
tendere y la preposición in. Tendere quiere decir estirar, tensar o dirigir, mientras
que el prefijo in se traduce como adentro o hacia adentro. Comprendemos entender
como tender o incluso dirigir hacia adentro. Sinónimos de entender podrían ser
comprender o incluso conocer (en un sentido amplio de la palabra): estos conceptos
nos refieren a la aprehensión de las propiedades del objeto que hemos de conocer.
Sin embargo, no siempre el conocimiento de las partes por separado nos lleva a
comprender en su totalidad el funcionamiento de un sistema complejo, sobretodo
cuando lo interviene el factor humano. La historia de las culturas o el estudio de la
economía son ejemplos de sistemas que las variables humanas vuelven muy
complicado su entendimiento.
Podríamos decir que la música es un fenómeno que no puede ser enteramente
comprendida a partir del estudio exhaustivo de sus partes por separado. ¿Cómo
sería entender la música?
Si bien son poco comunes, los trastornos como la amusia, causados en ocasiones
por algunas lesiones cerebrales, incapacitan a algunas personas para realizar
tareas cognitivas simples como recordar melodías, sentir la regularidad de los ritmos
o incluso para poder discriminar un tono de otro. Para personas a las que no les es
posible discriminar alturas en el sonido o timbres, no se traduce el fenómeno sonoro
producido por, digamos, una orquesta en una experiencia musical sino en una serie
de ruidos que no responden a ninguna organización horizontal (melódica) o vertical
(armónica).
Saber que los sonidos y los silencios que mi oído percibe están organizados de
cierto modo a lo largo de un tiempo dado, aún si sólo se sabe cuándo empieza y
cuándo termina una pieza de música; tener la capacidad de percibir patrones
sonoros y, con ellos, poder anticipar el desarrollo de una pieza; incluso poder seguir
una melodía y canturrearla de memoria, es un modo de entender la música. Este
entendimiento musical, tan simple como pueda parecernos, es esencial para la
existencia misma de la música.
Conclusión
En un nivel más íntimo, el oído y los otros sentidos con los que el sujeto pueda
percibir la música, no serán nunca iguales a los de otro sujeto. Los sentidos y los
esquemas con los que cada quien comprende al mundo lo harán percibir la música
de un modo único: en ocasiones una pieza de música que a muchos detona alegría
y regocijo a alguien le podrá causar pesadumbre y tristeza. Al final ningún
entendimiento está libre de la subjetividad.