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En cada uno de los casos considerados la condición inicial del sistema puede restablecerse, pero no a

través de procesos espontáneos. Se necesitaran algunos dispositivos auxiliares.


Por medio de dichos dispositivos será posible calentar el objeto hasta su temperatura inicial, introducir
el aire en el depósito restableciendo su presión inicial, elevar la masa hasta su altura inicial. En cada
caso se requerirá un consumo de combustible o energía eléctrica para que los dispositivos auxiliares
puedan realizar su función. Como consecuencia se producirá un cambio permanente en el entorno.

Los ejemplos anteriores nos indican que no todo proceso que cumpla el principio de conservación de
la energía es viable. De forma general:

 Un balance de energía por sí solo no permite predecir la direccion en que un proceso se


desarrollara.
 No permite distinguir aquellos procesos que son posibles de aquellos otros que no lo son.
 En los casos más elementales, como ocurre con los que hemos considerado, la experiencia nos
ayuda a deducir tanto si un proceso espontaneo puede ocurrir, como la dirección en que se
producirá el cambio.
 En los casos más complejos, al carecer de experiencia previa sobre ellos o ser esta incierta,
necesitaremos la ayuda de un principio que nos guie. Esta guía nos la proporciona el segundo
principio.

Cuando se abandonan a sí mismos, los sistemas tienden a desarrollar cambios espontáneos hasta que
alcanzan una condición de equilibrio, tanto internamente como con su entorno. En algunos casos la
condición de equilibrio se alcanza rápidamente, en otros solo se consigue muy lentamente. Por
ejemplo, algunas reacciones químicas alcanzan el equilibrio en una fracción de segundo; un cubito
de hielo necesitara unos pocos minutos para fundirse; en cambio, una barra de hierro tardara años en
oxidarse totalmente. Sea el proceso lento o rápido, el principio de conservación de la energía resultara
satisfecho. Sin embargo, este principio por si solo es insuficiente para determinar cuál será el estado
final de equilibrio. Para ello se requerirá otro principio general. También en este caso será el segundo
principio.

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