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CONCORDANCIA AD SENSUM Y PARTITIVIDAD

EN ESPAÑOL

José Mª Brucart
Universidad Autónoma de Barcelona

0. Introducción
Una preocupación constante de los buenos gramáticos (y muy notablemente presente en
la obra de Ramón Trujillo) ha sido la de separar cuidadosamente las propiedades codificadas
formalmente en una lengua de aquellas otras que son mera consecuencia de su capacidad para
reflejar la realidad ext ralingüística. Como ya señalaba Bello en el prólogo de su Gramática, la
confusión de ambos planos ha sido tan reiterada como dañina:

Se ha errado no poco en filosofía suponiendo a la lengua un trasunto fiel del pensamiento;


y esta misma exagerada suposición ha extraviado a la gramática en dirección contraria.

En la difícil tarea de discriminar lo intrínseco de lo extrínseco, el lingüista debe adoptar


algunas cautelas básicas. Una de las más obvias es la de otorgar prioridad a los factores formales,
puesto que son los que permiten detectar la lábil frontera entre ambos planos. En una de las
premisas que aparecen al comienzo de Trujillo (1988: 12) se expresa este postulado en términos
muy estrictos:

3.3.3. Sólo se pueden explicar (…) los significados que se corresponden con un
significante fonológico o con un significante sintáctico. Todo lo demás son sentidos,
dependientes de circunstancias externas, que no podrán ser objeto de ninguna teoría.

La historia de la lingüística nos ofrece, en efecto, algunos ejemplos de teorías gramaticales


que se han visto abocadas a graves crisis epistemológicas debido al intento de incorporar al
modelo de descripción unidades que carecían de concomitancia formal alguna: un caso
paradigmático dentro de los modelos generativistas lo constituye la semántica generativa, cuyo
colapso se debió en buena parte a la supresión de cualquier límite entre los criterios léxico-
semánticos y los sintácticos (cf. Newmeyer 1980).
En realidad, el proceso de identificación de las categorías apropiadas para la descripción
gramatical de una lengua está determinado tanto por los presupuestos teóricos de los que parta
el gramático como por la necesidad de obtener una descripción satisfactoria de los datos. Dado
que en último término son los datos empíricos los que funcionan como piedra de toque de
cualquier teoría lingüística, podemos esperar un cierto grado de variación a la hora de establecer
las unidades pertinentes para cada gramática, como consecuencia de las diferencias paramétricas
que éstas presentan entre sí. Sin embargo, la ya copiosa tradición de estudios interlingüísticos (de
la que forman parte tanto las corrientes tipológicas que se articulan en torno a la noción de
universal lingüístico como las que derivan del resurgir de la gramática comparativa que se ha
producido a partir de la formulación del modelo de principios y parámetros de la gramática
generativa) permite aventurar que tal margen de dispersión es limitado y que algunas diferencias
superficiales pueden reducirse en un nivel más abstracto.
En este trabajo intentaremos estudiar algunos aspectos formales de la gramática del
español que parecen relacionarse con la noción semántica de partitividad. Como es sabido, en
otras lenguas románicas existen formas gramaticales específicas asociadas con esta idea (como
sucede en francés, lengua en la que se suele hablar de un artículo partitivo e incluso de un
pronombre personal átono partitivo 1). En las gramáticas del español, la noción de partitividad no
suele ocupar un lugar relevante en la sintaxis, puesto que nuestra lengua carece de un artículo o
un pronombre partitivo2. Sin embargo, en los siguientes apartados presentaremos algunos
argumentos en favor de la idea de que la noción semántica de partitividad debe tenerse en cuenta
a la hora de proponer una explicación del funcionamiento de la llamada concordancia ad sensum.
El marco teórico que adoptaremos será el correspondiente al estadio actual de la
gramática generativa (el llamado modelo de principios y parámetros, expuesto en Chomsky (1981;
1986a; 1986b; 1988)3). No centraremos nuestra exposición, sin embargo, en aspectos técnicos
del modelo, sino que nos interesaremos fundamentalmente por las cuestiones de carácter
descriptivo relativas al problema estudiado y por la determinación del análisis apropiado de estas

1
Cf., p. ej., Moignet (1973: 109-111, 147) y Togeby (1974: § 37). Para un completo análisis de
la partitivid ad en francés, cf. Milner (1978: 45-173).
2
Eso no quiere decir que tal noción esté totalmente ausente de ellas. Así, Alcina & Blecua (1975:
668) la introducen para referir se a una clase de los numerales. En Bello (1847), el concep to de parti tividad aparece
utilizado con particular perspicacia. Ya en la primera edición de la Gramática se incluye un ap éndice al capítulo
XXXVII sobre las frases partitivas (que en ediciones posteriores se refundirá en el texto del propio cap ítulo), en
el que se califican de superlativos p artitivos constru cciones como el más adelantado de la clase y se señala asimismo
el uso partitivo de algunos nombres y de los numerales cardinales y ordinales. En el § 1038, en fin, Bello se refiere
a la particular concordancia de género que se da entre el núcleo de la construcción y el término de la preposición
de en las frases partitivas.
3
Para una introducción a dicha teorí a, cf. Demonte (1989) y Haegeman (1991).

2
construcciones.

1. La concordancia ad sensum de los colectivos


La concordancia es, junto con el régimen o rección, uno de los conceptos fundamentales
en el estudio tradicional de la sintaxis. Definida como "armonía de las diversas terminaciones de
las palabras declinables" (Salvá 1830, § 11.2) o "relación entre palabras que comparten un rasgo
morfosintáctico" (Matthews 1981: 246), su presencia en las gramáticas españolas es constante
desde Nebrija (1492), que le dedica el artículo sexto del capítulo segundo de la segunda parte. En
Bello (1847: §§ 814-855) se exponen con certera adecuación los principios que rigen la
concordancia en español. El gramático venezolano expone algunas situaciones en las que el
español admite silepsis (esto es, alteración de las reglas básicas de la concordancia) en la relación
entre el verbo y su sujeto4. Entre ellas nos conviene destacar las siguientes, referidas a la peculiar
concordancia de algunos nombres colectivos:

818. Otra aplicación de la misma figura [silepsis] es a los colectivos de número singular,
los cuales pueden concertar con un adjetivo o verbo en plural, concurriendo dos
requisitos: que el colectivo signifique colección de personas o cosas de especie
indeterminada, como número, multitud, infinidad, gente, pueblo, y que el adjetivo o verbo
no forme una misma proposición con el colectivo. Faltaría, por ejemplo, el primer
requisito, si se dijera: «Habiendo llegado el regimiento a deshora, no se les pudo
proporcionar alojamiento»; porque regimiento significa colección de personas de especie
determinada, es a saber, de soldados; y por falta del segundo no sería permitido decir: «El
pueblo amotinados», «La gente huyeron». Al contrario, reunidas ambas circunstancias se
diría bien: «Amot inóse la gente, pero a la primera descarga de la tropa huyeron
despavoridos».

819. Sin embargo, cuando el colectivo es modificado por un complemento con de, que
tiene por término las personas o cosas de que consta el conjunto, designadas en plural,
puede hacerse la concordancia en este número, aunque el adjetivo o verbo forme una
misma proposición con el singular colectivo: «Cubrían la ciudad por aquel lado una
especie de fortificaciones construidas a la ligera»; «Ricla se admiró de que no hubiesen
vuelto a la isla de la prisión parte de aquellos que a las balsas se habían acogido»
(Cervantes). Concordancia que se extrañará todavía menos, si el complemento está
inmediato al verbo: «Considerable número de los indios murieron», o como dice Solís:
«De los indios murieron considerable número ».

4
También Salvá (1830, cap. 11) trata profusament e desde la primera edición este fenómeno.
Como veremos posteriormente, en algunos aspectos la descripción de Salvá es incluso más detallada que la de
Bello.

3
820. Parte, medio, mitad, tercio, y otros sustantivos semejantes, pueden concertar con
el verbo y con el adjetivo en plural: «Agolpóse el populacho; parte venían sin armas; parte
armados de puñales». «Iban en el buque sesenta personas; la mitad perecieron». Parte,
usado adverbialmente, se construye con adjetivos de cualquier género: «El terreno es,
parte sólido, parte arenisco» (Miñano).

Bello separa cuidadosamente esta clase de silepsis de la que aparece comúnmente asociada a la
presencia de un sujeto coordinado situado en posición postverbal (§ 832) o la que resulta de otros
mecanismos discursivos, como el consistente en «reproducir en plural una idea que ha sido antes
expresada en singular» (§ 822). En lo que sigue, tan sólo nos ocuparemos del primer tipo de
discordancia: aquella que tradicionalmente se relaciona con la presencia de un nombre colectivo
acompañado de un complemento en plural. Lo que nos interesa aquí es estudiar el fenómeno en
su vertiente estrictamente oracional, por lo que en nuestros ejemplos siempre aparecerá el sujeto
junto al correspondiente verbo. Intentamos de este modo anular los efectos discursivos de
distorsión que pueden derivarse del alejamiento existente entre ambos constituyentes. Cabe
suponer que en este último fenómeno influyen decisivamente restricciones sobre el procesamiento
(es decir, sobre la actuación lingüística), capaces de violentar los principios gramaticales
propiamente dichos.
Otro gramático que analiza con particular agudeza la concordancia ad sensum es Salvá
(1830). El gramático valenciano consagra el primer capítulo de la sintaxis (el undécimo de su
gramática) al régimen y a la concordancia 5. En § 11.2.4 se trata de la peculiar concordancia de
los colectivos. Ya en la primera edición (por lo tanto, bastante antes de la publicación de la
gramática de Bello), Salvá se refiere a la importancia que para la aceptabilidad de estas
construcciones tiene la posición del verbo:

Es otro requisito que no se halle el nombre colectivo inmediato al adjetivo o al verbo,


pues no diremos ciertamente El pueblo amotinados obligaron, si bien sería locución
tolerable De los enemigos, parte picaron, etc. No lo sería ya tanto si al nombre parte se
agregase el artículo indefinido diciendo: De los enemigos, una parte picaron, pues
entonces parece indispensable usar del singular picó.

A partir de la segunda edición (1835), Salvá elimina este último ejemplo y lo sustituye por otro
que muestra de modo mucho más adecuado la agramaticalidad de la unión de colectivo y verbo

5
En la primera edición, tal capítulo estaba dedicado únicamente a la concordancia.

4
en plural: *La gente no saben leer. Este cambio quizás indique que el propio autor no mantenía
el juicio de gramaticalidad expresado al final del párrafo reproducido más arriba. En cualquier
caso, lo interesante es que Salvá repara en la importancia del determinante nominal a la hora de
legitimar la silepsis. Como luego intentaremos argumentar, tal elemento es decisivo en muchos
casos.
Un repaso superficial de algunos tratados gramaticales más recientes sobre el español pone
de manifiesto que este tipo de concordancia ad sensum sigue recibiendo un enfoque muy similar
al que se le depara en Bello o Salvá. En ocasiones, sin embargo, el fenómeno se analiza con menor
finura descriptiva. Así, en RAE (1973, § 3.6.5a) se afirma que «cuando el sustantivo es un nombre
colectivo y está en singular, el verbo se ha de poner en el mismo número; pero puede usarse en
el plural, considerando en el colectivo, no el número singular que representa su forma, sino el de
las cosas o personas que incluye». No resulta difícil demostrar que la anterior descripción peca
de grosera, pues, tomada de forma literal, certificaría la buena formación de secuencias como *El
grupo visitaron la exposición, lo que no parece deseable. De hecho, inmediatamente después del
párrafo que acabamos de transcribir se aconseja «usar con parsimonia y tino de tales licencias»6.
Más adelante, en § 3.6.5b,c, se consideran absolutamente genuinos los casos de silepsis cuando
el colectivo es parte, mitad, tercio, resto o un sustantivo semejante o cuando a aquél le sigue un
complemento en plural.
Para acabar nuestro apresurado repaso a la acogida de estos casos en la tradición
gramatical española nos referiremos a Fält (1972), una de las pocas monografías que abordan el
estudio de la concordancia en español. Este autor dedica el segundo capítulo a los "sujetos
colectivos" (pp. 76-149). Tras examinar varios miles de ejemplos entresacados de textos literarios
y periodísticos españoles, las conclusiones a las que llega el lingüista sueco parecen confirmar en
lo fundamental lo señalado por Salvá y Bello: que se trata de un fenómeno asociado a los
colectivos, principalmente a los no organizados 7, y que la distancia entre el sujeto y el verbo

6
Resulta significativo que el parágrafo 3.6.5 del Esbozo reproduzca casi literalmente el tratamiento que
la concordancia de los colectivos había recibido en las anteriores ediciones de la RAE (especialmente, en la de
1928) y no el enfoque más cauteloso que se refleja en Gili Gaya (1943, § 19b).
7
Fält denomina colectivo no organizado a aquel que, como gente o infinidad, "no implica ningún grado
de organización ni encierra el mismo valor unitario que gobierno. Aún menos determinados son colectiv os como
multitud, centenar, sinfín que sólo denotan masa o cantidad sin ind icar el tipo de los elementos componentes." (Fält
1972: 83). Como puede verse, esta distinción coincide en esencia con la establecida por Bello. Pese a que Fält
atestigua algunos ejemplos de silepsis con colectivos organizados (jurado, policía, tripulación…), se trata casi siempre
de casos en que el verbo en plural o bien no aparece en la misma oración que contiene el su jeto colectivo en

5
favorece la colocación del verbo en plural: «Cuando el sujeto y el verbo forman una misma
oración es poco frecuente que el verbo se ponga en plural; esta concordancia sólo aparece en 1
caso de 100, aproximadamente» (Fält 1972: 86). En tal porcentaje no se incluyen los ejemplos en
que el colectivo aparece modificado por un complemento en plural con de que expresa los
componentes de aquél. Éste es el patrón que en mayor medida favorece la silepsis. Según los
datos de dicho autor, con un sustantivo como infinidad (18 ejemplos atestiguados), la
concordancia en plural se da en el 100% de los casos. En cambio, un colectivo como equipo (22
apariciones) tan sólo desencadena la silepsis en el 18% de las ocasiones.
Un aspecto interesante estudiado por Fält (1972) es la influencia del grado de
determinación del sujeto colectivo a la hora de inducir el fenómeno que nos ocupa: «El artículo
determinado se combina de preferencia con la concordancia en singular y el indeterminado, o
cero, con la concordancia en plural.» (Fält 1972: 100). Sin embargo, el mismo autor señala que
algunos colectivos, aun precedidos del artículo determinado, llevan el verbo en plural. Se trata de
sintagmas como la mayoría, la totalidad, la mayor parte, la mitad o el resto. Como más tarde
intentaremos argumentar, la asimetría que se observa en (1-2) tiene que ver precisamente con el
concepto de partitividad :

(1) a. Un grupo de senadores socialistas votaron en contra del proyecto.


b. *El grupo de senadores socialistas votaron en contra del proyecto.

(2) a. La mayoría de los senadores socialistas votaron en contra del proyecto.


b. Una mayoría de los senadores socialistas votaron en contra del proyecto.

Mientras que grupo sólo admite interpretación partitiva cuando aparece con un determinante
indefinido, como sucede en (1a), mayoría y todas las demás formas citadas anteriormente son
partitivos intrínsecos, por lo que pueden desencadenar la silepsis independientemente del
determinante con el que aparezcan8.

singular o bien aparece a considerable distancia de él. Aún así, el porcentaje de silepsis de este tipo es ínfimo: sobre
un total de 2176 ejemplos analizados, sólo en 91 aparece el verbo en plural.
8
En aquellos contextos en los que mayoría ha perdido su carácter de cuantificador partitivo y ha
sufrido un proceso de lexicalización p or el cual deja de designar un subconjunto de individuos extraído de un
conjunto más amplio, la sil epsis ya no es posible:

6
A nuestro entender, la condición necesaria para que un colectivo induzca la silepsis es la
de que tenga valor de cuantificador partitivo, característica que puede poseer léxicamente o en
virtud de la construcción sintáctica en la que aparece (aquí es donde se muestra decisivo el grado
de determinación del colectivo, como ocurre en la oposición de (1)). En cualquier caso, para que
la construcción con silepsis sea posible es necesario que el colectivo admita la interpretación
distributiva que caracteriza a todos los cuantificadores que expresan cardinalidad superior a uno.
Cuando la única lectura del colectivo es la de grupo, la concordancia ad sensum resulta imposible,
independientemente del contexto sintáctico en el que aquél aparezca. De hecho, creemos que la
oposición entre colectivos organizados y no organizados, que ha sido frecuentemente aducida
como decisiva en la bibliografía a la hora de describir estos usos, resulta en realidad secundaria,
pues deriva del hecho de que nombres como asamblea, asociación, comisión, delegación,
patrulla, policía o tripulación (todos ellos estudiados por Fält (1972) dentro del grupo de los
colectivos organizados) no pueden en ningún caso actuar como cuantficadores, por lo que les
queda vedada la posibilidad de aparecer en la construcción que estamos estudiando. Y lo mismo
sucede con buena part e de los colectivos que Fält (1972) incluye en la clase de los no organizados
(en ocasiones con un criterio que nos resulta difícil de entender), como clientela, comitiva,
familia, generación o matrimonio : todos estos colectivos ni admiten la doble interpretación
(distributiva y de grupo) que caracteriza a los cuantificadores que expresan cardinalidad superior
a uno ni pueden ligar a un pronombre que actúe como variable (cf. Higginbotham 1980). Esta
distinta naturaleza cuantificacional explica el constraste que se detecta en los ejemplos de (3):

(3) a. El equipo consiguió/*consiguieron el triunfo.


b. La mayoría consiguió/consiguieron el triunfo.

Como ya se ha señalado, equipo, pese a su valor de colectivo, no es un cuantificador, po r lo que


el número de triunfos conseguidos en (3a) es de uno. En cambio, mayoría es un cuantificador,

(i) La mayoría votó/votaron en contra.


(ii) La mayoría socialista votó/*votaron en contra.

De hecho, nótese que la variante con concordancia ad sensum de (i) sólo es posible si mayoría se interpreta como
un cuantificador partitivo. Si, por el contrario, recibe una lectura no cuantificativa, como sucede en (ii), tal opción
ya no existe. Por ese mismo motivo al sujeto de (ii) no se le puede incorporar el complemento con de que es
característico de los partitivos: *La mayoría socialista de los senadores.

7
puesto que admite la interpretación distributiva: de ahí que el número de triunfos conseguidos en
(3b) sea equivalente (en la interpretación pragmáticamente más plausible) al de individuos que
componen la mayoría. Nótese además que ésta es la única lectura posible en la versión que
presenta silepsis9. Que la interpretación cuantificada es la que caracteriza a los casos de
concordancia ad sensum se pone de manifiesto en el contraste que se muestra en (4):

(4) a. La mayoría son parientes.


b. *La mayoría es pariente.
c. La mayoría son parientes de algún ministro.
d. La mayoría es pariente de algún ministro.

Ser pariente pertenece al grupo de los predicados simétricos u holísticos10. La característica


dist intiva de esta clase es que establecen necesariamente una relación simétrica entre dos
individuos o conjuntos de individuos. Sintácticamente, admiten dos construcciones distintas, como
se pone de manifiesto en (5):

(5) a. Luis es pariente de María.


b. Luis y María son parientes.
c. Ambos son parientes.

En (5a) la relación simétrica ser pariente se establece entre el individuo designado por el sujeto
y el expresado por el complemento del atributo. En (5b) es el sujeto coordinado el que identifica

9
En Longobardi (1988: 647) se supone que todos los colectivos rehúsan la lectura distributiva:

Questa proprietà di non referirsi a singoli individui è propria anche dei cosidetti singolari collettivi
(…), come gruppo, armata, scolaresca, ecc., i quali però denotano pluralità in modo diretto, come
singole entità dell'universo di discorso, cioè designano insiemi concepiti come tali e non come
somma dei loro membri.

No obstante, tal generalización parece excesiva, puesto que los colectivos capaces de inducir
silepsis pueden expresar una lectura distribu tiva, como se pone de manifiesto en (3b).
10
El término predicado holístico procede de Hig ginbotham (1981). Cf. Rigau (1989) para el estudio
de algunas de las características de este tipo de predicados en las lenguas románicas.

8
los dos polos de la relación predicativa 11. Nótese que la cualidad de ser pariente no se predica
atomísticamente de Luis y de María ni de ellos dos en conjunto con respecto a un tercero (hecha
la salvedad de lo señalado en la nota 11), sino de Luis con relación a María y de María con
relación a Luis. En (5c) el sintagma plural ambos designa a los dos individuos entre los cuales se
establece la relación simétrica. Una característica de los colectivos no cuantificativos es que no
admiten la construcción con predicados holísticos sin la presencia independiente del segundo
miembro de la relación: *La pareja era(n) pariente(s) 12.
En conclusión: la condición necesaria que debe cumplir un colectivo para poder aparecer
en construcciones de concordancia ad sensum es la de ser un cuantificador partitivo. En el
próximo apartado estudiaremos la peculiar estructura sintáctica de las construcciones partitivas.

2. Construcciones partitivas y pseudopartitivas


Hasta ahora hemos intentado argumentar que el fenómeno de la silepsis está asociado a
la idea de cuantificación partitiva. Conviene, pues, dar una definición S cuando menos operativa S
de lo que entendemos por construcción partitiva. Según Milner (1978: 62-63) las características
que definen esta clase sintáctica son las siguientes:

(6) a) Una estructura bipartita cuyas partes están articuladas por de.
b) La primera parte es un elemento cuantitativo no precedido del artículo
definido13.

11
Hay una posibilidad adicional: que uno de los términos de la predicación simétrica ap arezca elípt ico
y se interprete como una primera persona: ése es el único modo de poder legitimar una secuencia como Luis es
pariente (= Luis es pariente mío). Si se tiene en cuenta esta variante, una oración como (5b) admitiría una
interpretación en la que Luis y María no fueran parientes. Dado que no es nuest ro objetivo el estudio de los
predicados simétricos, no profundizaremos en el aná lisis de est a variante.
12
La incapacidad de esta clase de colectivos para legitimar una interpretación distributiva hace que
se resistan a admitir la versión con complemento del atributo en el caso de un predicado como ser pariente, que
se aplica preferentemente a individuos y no a clases (cf. ?*La pareja era pariente del gobernador ).
13
Esta condición intenta recoger la idea, ya expresada por Salvá (1830) e igualmente presente en Fält
(1972), de que la aparición de un determinante definido bloquea en muchos casos la posibilidad de la interpretación
partitiva: Un grupo de los presentes (partitivo) / El grupo de los presentes (no partitivo). No obst ante, en los términos
en que está formulada, tal condición resul ta excesivamente restrict iva, puest o que excluye de la clase de las
construccion es partitivas elementos como la mayor parte, la mayoría, la mitad, el X por ciento, la totalidad, que
tienen un valor intr ínsecamente partitiv o. Nótese además que, con la excepción de la mayor parte y la totalidad,
los anteriores sintagmas admiten igualmente una vers ión indefinida de valor part itivo.

9
c) La segunda parte es un nombre dotado de determinante propio 14.
d) Este último determinante es siempre de tipo definido 15.
e) Una interpretación semántica propia: el elemento cuantitativo cuantifica un
subconjunto del conjunto denotado por el nombre o grupo nominal de la
segunda parte.

(En aras de una mayor facilidad expositiva, permítasenos en adelante referirnos


informalmente a (6b) como la cabeza de una construcción partitiva y a (6c) como la coda.)
Si se aplican las condiciones de (6) a las construcciones que hasta ahora hemos analizado,
se observará que sólo un subconjunto de ellas (el representado por (7a)) cumple lo señalado en
los apartados precedent es. En efecto: sintagmas como un grupo de senadores, que hemos venido
presentando hasta aquí como partitivos, quedarían fuera del marco delineado, puesto que la coda
de la construcción (aquella que designa el conjunto de individuos del cual se extrae el subconjunto
propio o impropio de elementos expresado por la cabeza) no aparece encabezada por un
determinante definido:

(7) a. Una parte de los senadores.


b. Un grupo de senadores.

Los estudios sobre las construcciones partitivas16 han puesto de manifiesto que entre (7a)
y (7b) se dan, en efecto, importantes diferencias de orden semántico y sintáctico.

14
Como veremos a continuación, este criterio se ha utilizado para distinguir las construcciones
partitivas de las pseudopartitivas.

15
Parece haber algunas excepciones a este principio. Así, en las construcciones partitivas cuatro de
un total de seis manifestantes y cuatro manifestantes de un grupo de seis, el sintagma que expresa la totalidad tiene
valor indeterminado, como lo prueba el que ambas secuencias puedan aparecer como complementos de haber
impersonal, contexto en el que se manifiesta el efecto de definitud (cf. Milsark 1974; 1977): Había un total de seis
manifestantes; había un grupo de seis manifestantes. En Barwise & Cooper (1981), Ladusaw (1982) y de Jong (1987)
se intentan sustentar las restricci ones que actúan sobre los deter minantes de las construcciones parti tivas en
criterios más complejos de carácter semántico, tales como la posibilidad de admitir una lectura de gru po y la de
expresar una relación antisimétrica en el marco de una teoría de modelos.
16
Sobre el funcionamient o de estas const rucciones en inglés, las referencias fundamentales dentro
del análisis generativo son Akmajian & Lehrer (1976), Jackendoff (1977) y Selkirk (1977). Para el francés, cf. Milner
(1978). Con respecto al español, cf. Demonte (1980) y Eguren (1989). En este último trabajo se presenta una
interesante propuesta encaminada a explicar las r estricciones s obre los deter minantes de las construcciones
partitivas.

10
Desde el punto de vista semántico, en (7a) hay sendos sintagmas determinantes17 que
representan, respectivamente, a la parte y al todo: una parte de los senadores y los senadores.
La relación de inclusión mencionada en (6e) queda establecida entre sendos conjuntos que pueden
recibir una definición extensional. Por el contrario, en (7b), pese a la presencia de dos SSNN, tan
sólo aparece un SD: en este caso el sintagma sólo contiene una expresión referencial. Si
utilizamos índices para expresar la referencialidad, la situación es la que se señala en (8):

(8) a. [SDi una parte de [SDj los senadores]]


b. [SDi un grupo de senadores]

Dado que únicamente los SSDD están capacitados para designar entidades referenciales, la
diferencia entre ambas construcciones resulta notable, ya que sólo en (8a) se alude a los dos
conjuntos extensionales que resultan necesarios para hablar propiamente de una relación partitiva.
En (8b), la coda no tiene un estatuto referencial independiente, sino tan sólo intensional. De ahí
que Selkirk (1977) proponga diferenciar entre construcciones partitivas (8a) y pseudopartitivas
(8b). También Milner (1978) se muestra partidario de establecer esta distinción, aunque propone
el término expresión cuantitativa («tour quantitatif») para caracterizar a los pseudopartitivos.
En palabras de Milner (1978: 66), «(…) alors que les to urs partitifs consistent à circonscrire un
sous-ensemble dans un ensemble determiné, les tours quantitatifs circonscrivent un sous-ensemble
dans un ensemble indéterminé, c'est-à-dire en fait la classe maximale dénotée par le nom». Que
las construcciones de (8b) no expresan el mismo tipo de relación que caracteriza a (8a) lo
demuestra el contraste existente en la interpretación de los dos sintagmas de (9):

17
En lo sucesivo, adoptaremos la teoría que distingue entre la proyección sintáctica sintagma
determinante (SD) y la correspondiente al sintagma nominal (SN), según la propuest a de Hellan (1986) y Abney
(1987), aplicad a al españ ol en Eguren (1988). Así pues, el análisis en constituyentes de una construcción como el
hombre sería el señalado en (i), en donde el artículo es el núcleo de una proyección funcional que selecciona a la
proyección léxica SN:

(i) [SD el [SN hombre]]

En este enfoque, las entidades susceptibles de recibir índice referencial son los SSDD, no los SSNN.

11
(9) a. Un grupo minoritario de los siete senadores socialistas18.
b. Un grupo minoritario de siete senadores socialistas.

En (9a) se alude a dos conjuntos: uno compuesto por siete miembros y otro de cardinalidad igual
o inferior a tres. Entre ambos se establece una relación partitiva. En cambio, en (9b) tan sólo hay
un conjunto de siete individuos y no es posible interpretar que el grupo minoritario mencionado
constituye un subconjunto del primero.
Las contrapartidas sintácticas del contraste que acabamos de comentar se refieren a la
naturaleza del elemento sobre el que actúa el cuantificador partitivo, a las posibilidades de
extracción de la coda y al comportamiento de las oraciones de relativo con respecto a estas
construcciones.
Por lo que respecta al primer punto, mientras que los partitivos respetan la restricción de
definitud expresada en (6c), los pseudopartitivos no permiten que la coda tenga carácter definido.
De hecho, los únicos determinantes que admite el núcleo nominal que aparece tras de son los que
expresan la extensión de todo el conjunto (numerales cardinales e indefinidos cuantitativos19):

(10) a. *Un grupo de unos manifestantes.


b. Un grupo de cien manifestantes.
c. Un grupo de unos cien manifestantes.
d. Un grupo de unos pocos manifestantes.

Las posibilidades de extraposición de la coda son asimismo muy distintas en uno y otro

18
El adjetivo minoritario lleva implícito el valor de partitividad, por lo que refuerza la lectura partitiva
independientemente atribuible en (9a) a un grupo (cf. Romero 1992 para un análisis de algunos adjetivos part itivos
en latín). Resulta conveniente notar que, a diferencia de otros cuantificadores parti tivos (como la mayoría, el X por
ciento, etc.), un grupo sólo parece admitir la lectura partitiva si la coda de la construcción aparece realizada
explícitamente. Eso explicaría la extrañeza de secuencias como ??un grupo se quejaron del examen. Por otra parte,
hemos constatado que no todos los hablantes admiten el val or partit ivo de un grupo. Seguramen te, ello está
relacionado con el hecho de que tal sintagma es el representante protot ípico de la int erpretación de grupo,
mientras que la lectura partitiva fuerza una interpretación distributiva de la cabeza.
19
La posibilidad de aparición del artículo ind eterminado en las construcciones de (10) parece limitada
a aquellos casos en que dicha unidad modifica no al núcleo nominal, sino al elemento que alude al número de
elementos del conjunto. Así, en (10c,d), un modificaría a cien y a pocos, respectivamente. Seguramente, la
restricción sobre el tipo de determinantes que pueden aparecer en la coda de los p seudopart itivos der iva del
hecho de que ésta no puede constituir un argumento independiente del que forma la cabeza, a diferencia de lo
que sucede con los partitivos propiamente dichos.

12
tipo de construcción, puesto que el complemento de las construcciones propiamente partitivas
exhibe mayor grado de autonomía que el de las pseudopartitivas20:

(11) a. De los manifestantes, un grupo se dirigieron al gobierno civil.


b. De los manifestantes, el gobernador cree que la mayoría eran estudiantes.
c. *De manifestantes, un centenar se dirigieron al gobierno civil.
d. *De manifestantes, el gobernador cree que sólo un centenar eran estudiantes.

En (11a,b), la coda de la construcción partitiva aparece fuera de la proyección SD que representa


a la parte. Esa posibilidad, por el contrario, queda vedada a las codas pseudopartitivas, como se
muestra en (11c,d)21. Podemos suponer que el elemento que aparece al frente de (11a,b) se ha
generado como adjunto a la oración, en la posición que corresponde a los const ituyentes que
expresan información conocida (el tema ) en la estructura informativa de la oración (cf. Cinque
1981 y Hernanz & Brucart 1987: cap. 3).
Por lo que se refiere a las posibilidades de extracción de la coda a través de
transformaciones de movimiento, (12) muestra que el complemento de la construcción partitiva
puede ser trasladado por transformación sintáctica en una oración de relativo:

20
La prueba sintáctica que Selkirk (1977) y Jackendoff (1977) emplean para mostrar la mayor
libertad de movimiento de la coda de los partitivos es la que corresponde a la llamada extraposición de SN. Sin
embargo, tal fenómeno no es p osible ejemplificarlo en español, puest o que en nuestr a lengua no se dan contrastes
como los de (i-ii), presentados por Selkirk (1977: 304):

(i) A lot of the leftover turkey has been eaten.


'Se ha comido una gran parte de las sobras del pavo'
(ii) A lot of leftover turkey has been eaten.
'Se han comido muchas sobras de pavo'
(iii) A lot has been eaten of the leftover turkey.
(iv) *A lot has been eaten of leftover turkey.

21
En francés son agramaticales constr ucciones como *de livres, j'ai lu une foule ['de libros, he leído
un montón'] (Milner 1978: 71). En cambio, tales oraciones resultan a nuestro entender bien formadas en español,
lo que seguramente está relacionado con el hecho de que nuestra lengua carece de pronombres clíticos partitivos.
Una posible vía de explicación para el contraste entre est os casos y los de (11c,d) consis tiría en suponer que la
extraposición sólo es factible cuando el complemento pseudopartitivo está relacionado con alguna de las posiciones
susceptib les de recibir del predicado verbal caso partitivo (según la propuesta de Belletti (1987)). Así, tal
posibilidad existiría cuando la coda pseudopartitiva estuviera relacionada con la posición correspondiente al
argumento interno, como sucede en el ejemplo anterior, pero no cuando fuera interpretativamente dependiente
de la posición de sujeto super ficial, dad o que ésta sólo ad mite caso nomina tivo (o, en situaciones excepcionales,
acusativo). La buena formación de secuencias como de petróleo, no fue encontrado ni rastro (cf. Bosque 1989b:103)
así parece sugerirlo.

13
(12) Esos niños, de los cuales conozco tan sólo a una ínfima minoría,…

No obstante, como nota Milner (1978:81), resulta difícil colocar una coda partitiva al frente de
una oración interrogativa (cf. secuencias como *¿De qué niños conoces tan sólo a una ínfima
minoría? ). Para el lingüista francés, es el carácter obligatoriamente definido de la coda partitiva
lo que explica la falta de naturalidad de estas oraciones. A nuestro entender, el fenómeno podría
estar relacionado con la restricción, descrita por Ladusaw (1982), según la cual la coda partitiva
ha de recibir una interpretación de grupo. En efecto, nótese que en una secuencia como ¿De qué
novelas has leído el 70%? existe la tendencia a asignar al constituyente interrogativo una lectura
distributiva (= el 70% de cada novela) y no de grupo (= el 70% del número total de las novelas).
En cambio, en He leído el 70% de las novelas presentadas al concurso la única interpretación
factible parece ser la que concibe la coda partitiva como un grupo. No obstante, con un contexto
que obligue a una lectura de grupo, parece posible la extracción de la coda: ¿De cuáles de estos
grupos de novelas has leído el 70%?
Por su parte, las codas pseudopartitivas rechazan la extracción transformacional, como
se pone de manifiesto en la agramaticalidad de *¿De qué has leído una gran cantidad?
(descártese la lectura contrastiva o de eco).
La última asimet ría apuntada en la bibliografía se refiere al funcionamiento de las oraciones
de relativo. Mientras que en las construcciones partitivas hay dos antecedentes potenciales para
este tipo de subordinadas, en las pseudopartitivas la ambigüedad nunca es posible, pues sólo se
dispone de un elemento con índice referencial:

(13) a. La mitad de los locutores, que se habían negado a leer la noticia ante las
cámaras, fueron despedidos.
b. Un grupo de locutores, que se habían negado a leer la noticia ante las
cámaras, fueron despedidos.

Para (13a) existen dos posibles interpretaciones, según se considere que el antecedente del
relativo es toda la construcción partitiva o tan sólo la coda. En el primer caso, sólo la mitad de
los locutores se había negado a leer la noticia, y son ellos precisamente los que han sufrido la
represalia empresarial. En el segundo, fueron todos los que se negaron a la lectura, pese a lo cual
tan sólo han sido despedidos la mitad. En cambio, en (13b) no hay más que una lectura posible:

14
aquella que predica del grupo de locutores referidos tanto la negativa a leer la noticia como la de
ser objeto de despido.
En el próximo apartado estudiaremos algunas de las propuestas de análisis de estas
construcciones formuladas en el marco de la gramática generativa.

3. El análisis de las construcciones partitivas y pseudopartitivas


El primer problema que se plantea a la hora de intentar proponer una estructura para el
conjunto de construcciones que estamos estudiando es el de decidir cuál es la unidad que actúa
como núcleo de toda la construcción. La primera propuesta, presentada en Chomsky (1970: 162),
supone que el núcleo nominal de la coda es la entidad que actúa a la vez como núcleo de la
construcción partitiva. Según esta idea, el análisis apropiado para un sintagma como algunos de
los hombres sería el que se refleja en (14)22, en donde la preposición de es una mera marca de
caso que se co loca ante determinantes definidos:

(14) SN

Det N'

Preart Art N

muchos de los hombres

Una de las supuestas ventajas del análisis anterior radicaba en que las construcciones cuantitativas
(como muchos hombres ), las partitivas (muchos de los hombres ) y pseudopartitivas (una
multitud de hombres) recibían un análisis unitario. Asimismo, (14) permite dar cuenta fácilmente
de la concordancia de género entre cabeza y coda que caracteriza a los partitivos (muchOs de lOs
niñOs / muchAs de lAs niñAs).
Sin embargo, la existencia de importantes diferencias de comportamiento entre estos tres
tipos sintácticos (del tipo de las citadas en el apartado anterior) aconsejaron abandonar la

22
Cuando se propuso la estructura de (14), todavía no se consideraba que el determinante
encabezaba una proyección funcional capaz de seleccionar al SN. De hecho, el análisi s contenido en (14) es
incompatible con la hipótesis del SD.

15
pretensión de otorgarles un mismo esquema estructural. Es, por otra parte, obvio que el análisis
de (14), al identificar un único núcleo nominal en toda la construcción, no refleja una de las
características básicas de los sintagmas partitivos: la presencia de dos argumentos susceptibles de
un funcionamiento independiente, como lo demuestra el que cualquiera de ellos pueda actuar
como antecedente de una subordinada relativa o el que la coda partitiva pueda aparecer fuera del
dominio de la cabeza.
En Jackendoff (1968; 1977) y Selkirk (1977) se opta por un análisis diferenciado para
cada uno de estos tipos y a la vez más acorde con los postulados de la teoría X'. En particular,
para las partitivas se propone considerar a la coda como complemento de la cabeza. El núcleo de
esta última (que, según Jackendoff (1977) es frecuentemente una categoría vacía cuya
interpretación se obtiene a partir de la coda) es el núcleo de toda la construcción. Así, la
estructura de muchos de los hombres y una parte de los hombres sería la reflejada en (15a,b),
respectivamente, en donde e representa una categoría elíptica23:

(15) a. N''' b. N'''

N'' Art''' N''

Q''' N' N'

N de N''' N de N'''

muchos e los hombres una parte los hombres

Por su parte, las pseudopartitivas recibirían el análisis de (15c), según la propuesta de


Selkirk (1977) y Jackendoff (1977: § 5.4):

(15) c. N'''

23
En (15) hemos respetado el sistema de proyecciones sintácticas que se propone en Jackendoff
(1977), de modo que la proyección sintáctica máxima de un núcleo nominal es N'''. En este sistema, la distinción
entre sintagma determinante y sintagma nominal sería en cierto modo equivalente a la que se establece entre N'''
y N'', respectivamente. Hay, no obstante, una diferencia crucial entre la teoría de Jackendoff y la hipótesis del SD:
en la primera el determinante no se concibe como núcleo de toda la construcción nominal.

16
N''

N''' N'

una infinidad de hombres

Nótese que, según el análisis de (15c), el núcleo estructural de la construcción es el nombre que
aparece en la coda y no el cuantificador. De ahí que no sea posible colocar determinantes tras la
preposición ni desplazar la secuencia de hombres (que en el análisis anterior ni tan siquiera forma
constituyente). Del mismo modo, en (15c) hay un único antecedente potencial para cualquier
relativas que aparezca a la derecha del núcleo hombres : el N''' que domina a toda la
construcción24.
Las anteriores representaciones plantean la necesidad de justificar la presencia de la
categoría vacía que actúa como núcleo de la construcción en (15a) y la ausencia de esa misma
categoría en (15b,c). En Bonet & Solà (1986) se aduce la existencia de construcciones partitivas
como cuatro novelas de las de García Márquez para justificar empíricamente dicha entidad
elíptica. En esta variante sintáctica, sería el núcleo nominal de la coda el que aparecería sin
realización fonética. Por el contrario, Eguren (1989) propone un análisis sin categorías vacías para
los partitivos, partiendo de la idea de que la cabeza de una construcción partitiva forma siempre
una proyección SCu (sintagma cuantificador) de la que depende directamente un SP (la coda)25.
De este modo, tanto muchos como una parte recibirían un análisis unificado que los etiquetaría
como sintagmas cuantificadores, tal como se refleja en (15):

24
No obstante, hay un detalle de (15c) q ue no deja de ser problemático: la presencia de dos proyeccion es
nominales máximas predice en principio la posibilidad de adjuntar una oración de relativo a la derecha de
cualquiera de ellas. Para evitar ese efecto indeseable habría que recurrir a mecanismos de la teoría del caso que
impusieran adyacencia estricta entre el cuantificador y el núcleo de la construcción. Otro problema relacionado
con (15c) es que, al contener dos proyecciones máxi mas nominales, se predice la posibilidad de que les sea
asignado un doble índice d e referencia, lo q ue ya se ha vist o que no es factib le.
25
La elección entre una u otra opción en este caso particular está relacionada con otras polémi cas
tradicionales, como la de la duplicación de categorías referida en Bosque (1989a: § 2.4).

17
(16) a. SCu b. SCu

Cu' SP Cu' SP

Cu P DP Cu P DP

muchos de los hombres una parte de los hombres

Según Eguren (1989), la diferencia sintáctica principal entre partitivas y pseudopartitivas radicaría
en la prepo sición de que precede a la coda: sólo en las primeras sería una verdadera preposición
presente desde la estructura subyacente. En las construcciones pseudopartitivas, de se insertaría
posteriormente con el fin de satisfacer los requisitos de la teoría del caso. No obstante, creemos
que resulta contraintuitivo asignar el origen de todas las diferencias existentes entre partitivas y
pseudopartitivas a una preposición que aparece en ambos tipos de construcción. Sería más lógico
deducir el contraste del diferente estatuto categorial que adquiere la coda en uno y otro caso: SD
en las partitivas y SN en las pseudopartitivas. Es muy probable que las diferencias que puedan
detectarse en el funcionamiento de la preposición vengan dadas por los distintos requisitos que
imponen el SD y el SN a la hora de recibir caso26.
Todas las propuestas presentadas hasta aquí comparten la idea de que las construcciones
partitivas deben recibir desde la sintaxis una estructura claramente diferenciada de la que
comúnmente se asigna a otros tipos de sintagmas. Tal criterio se funda, como hemos visto, en las
particularidades sintácticas y semánticas de esta clase de construcciones. Con respecto a las
primeras, dos de las más llamativas tienen que ver con la concordancia: la que induce identidad
de género entre cabeza y coda (que no afecta a los colectivos, al no admitir éstos flexión de
género) y la que en lo tocante al número se establece entre la coda y la flexión verbal en los casos
de concordancia ad sensum. Cualquier propuesta de análisis para las construcciones partitivas (y
pseudopartitivas) debe intentar acoger adecuadamente estas características. Sin embargo, sólo de
(15c) es posible derivar directamente estos fenómenos. En efecto, en tal representación se

26
Un modo de distinguir la función de ambas consistiría en suponer que en las construcciones parti tivas el
caso asignado a la coda es el genitivo, mientras que en las pseudopartitivas se asigna caso inherente partitivo. Esta
distinción sería paralela a la que para los casos partitivo y acusativo ha sido propuesta por Belletti (1987;1988). Cf.
también Enç (1992), en donde la oposición específico-no específico se relaciona con esas dos marcas.

18
establece que el núcleo de una pseudopartitiva es el elemento nominal que aparece como coda en
la estructura superficial. Dado que el cuantificador se concibe como especificador de aquél, la
concordancia deberá establecerse, siempre que sea posible (no lo es en el ejemplo de (15c),
porque el cuantificador es un colectivo que no admite flexión de número). Por lo que respecta a
la concordancia ad sensum, también puede derivarse de (15c) por los mismos motivos que
acabamos de exponer. Por el contrario, las estructuras de (15a,b) y (16) no ayudan por sí solas
a explicar los fenómenos de concordancia asociados a las construcciones partitivas. En el primer
caso (15a,b), la relación entre cabeza y coda es de rección y no de concordancia, puesto que la
última se concibe como complemento del cuantificador. En (16) podría aducirse que la coda actúa
como especificador del núcleo de la construcción, pero cualquier relación de concordancia entre
ambos se vería entorpecida por la presencia de una preposición desde la estructura subyacente27.
Así pues, entre las virtudes de (15-16) resulta difícil incluir la de esclarecer directamente
los fenómenos de concordancia característicos de las construcciones partitivas. Por otra parte, es
posible que las diferencias sintácticas que separan a partitivas y pseudopartitivas (menor
autonomía sintáctica de la coda en estas últimas y distinto comportamiento con respecto a la
posibilidad de actuar como antecedente de una relativa) puedan derivarse directamente de la
distinta naturaleza de la coda en uno y otro tipo de sintagma. Como ya hemos dicho, sólo en la
estructura partitiva propiamente dicha el término de la preposición representa a un argumento
referencial realizado por medio de un SD. En las pseudopartitivas, el máximo nivel de proyección
de la coda es SN. Cinque (1990) ha demostrado que las posibilidades de extracción de los
elementos no referenciales son menores que las que caracterizan a los argumentos referenciales.
Por lo tanto, no es estrictamente necesario asignar diferentes niveles de dependencia a las codas
de uno y ot ro tipo de construcción cuando se intenta reflejar sus diferentes posibilidades de
extracción.
Por lo que respecta a la posibilidad de funcionar como antecedente de una relativa, hay
dos vías de explicación que no están basadas en diferencias estructurales. La primera consiste en

27
La concordancia que se da entre núcl eo y complemento ap arece también en las construcciones nominales
predicativas del tipo lA antipáticA de tu hermanA. Estos sintagmas, al igual que los pseudopartitivos, contienen un
único papel temático, como se señala en Abney (1987: 297). La similitud con los partitivos radica en que el
complemento del núcleo es un SD. Desde el punto de vista semántico, sin embargo, se trata de construcciones
muy distintas. Cf. Napoli (1989) y Suñer (1990) para un estudio detallado de los nominales predicativos.

19
suponer que sólo los SSDD pueden actuar como antecedente de una relativa 28. La segunda puede
basarse en el estatuto no temático de la coda de los pseudopartitivos. Supongamos que tal
elemento no recibe un papel temático del elemento cuantificador, tal como se propone en Abney
(1987: 297). Si admitimos que sólo los elementos que poseen papel temático pueden incluir una
subordinada relativa, la conclusión que se obtiene es que la coda de una construcción
pseudopartitiva no puede contener tal tipo de subordinada. De hecho, los pseudopartitivos
presentan numerosas similitudes con las construcciones cuantificacionales no partitivas de (17b):

(17) a. un par de niños.


b. dos niños.

La principal diferencia que separa los dos ejemplos anteriores es la presencia de la preposición en
el primero de ellos. Parece lógico asociar esa marca con la distinta categoría a la que pertenecen
dos y par. El primero es un adjetivo numeral, mientras que el segundo es un nombre colectivo.
La relación entre dos y niños se expresa por concordancia (como sucede en general entre los
llamados adjetivos determinativos y su correspondiente núcleo nominal). En cambio, el vínculo
entre par y niños no puede ser de concordancia, puesto que ambos son nombres. En esta
situación, la prepo sición de aparece como marca que establece la relación entre regente y regido.
Así pues, lo que podemos esperar es que el estatuto temático de niños en los dos ejemplos de (17)
sea el mismo 29.

4. La legitimación gramatical de los partitivos

28
En los casos en que una relat iva tiene como ant ecedente una proyección nominal no dotada de
determinante explícito (cf. p. ej. Agua que no has de beber; cosas de hombres que no razonan) parece necesario tratar
a ésta como un SD, puesto que dicho sintagma está afectado por una cuantificación genérica o existencial.
29
Otro de los argumentos que se han esgrimido a la hora de proponer una estructura sintáctica peculiar
para partitivos y ps eudopartitivos se b asa en el hecho de que sintagmas como un ramo de flores, un manojo de
hierbas admiten una doble lectura, según un ramo, un manojo se interpreten como un sintagma de medida o como
un sintagma propiamente descriptivo sin valor cuantificacional (similar a un jarrón en un jarrón de flores ). Creemos,
no obstante, que en este caso lo adecuado sería reflejar tal contraste en el léxico. De hecho, la distinción entre
un cuantificador y un sustantivo descriptivo, se le otorgue la naturaleza que se le otorgue (categorial o semántica),
debe quedar adecuadamente establecida en el diccionario. Las eventuales diferencias sintácticas derivarán de ese
primer contraste. Nótese, por otra parte, que ni ramo ni manojo admiten la silepsis, puesto que parecen rechazar
la lectura distributiva: *Un ramo de flores fueron liofilizadas. Es posible, no obstante, que en estos casos influyan
factores pragmáticos asociados con la noción de animacidad, como parece desprenderse de la buena formación
de un extraordinario ramillete de artistas actuaron en el homenaje.

20
En este apartado intentaremos proponer un mecanismo que restrinja de forma adecuada
el fenómeno de la concordancia ad sensum. Nuestra propuesta no se basará en otorgar a las
construcciones partitivas una estructura sintáctica diferenciada de la del resto de los sintagmas
determinantes. Vamos a suponer, con Abney (1987), que las construcciones partitivas
encabezadas por un colectivo son SSDD que tienen la estructura de (18):

(18) [SD la [SN mayoría [SP de [SD los [SN niños]]]]]

Por lo que se refiere a las pseudopartitivas que permiten la concordancia ad sensum, proponemos
el análisis de (19):

(19) [SD un [SN grupo [SP de [SN trabajadores]]]]

Las anteriores estructuras se caracterizan por ser máximamente simples, puesto que no
obligan a atribuir a este tipo de construcciones ninguna característica estructural que las diferencie
del resto de sintagmas que adoptan el patrón nombre-complemento. Una ventaja de (18-19) es
la similitud estructural que existe entre ambos tipos. Dado que partitivos y pseudopartitivos son
las únicas construcciones que presentan la opción de la concordancia ad sensum, no parece
conveniente asignarles una representación sintáctica muy disímil. En los análisis presentados en
el apartado anterior, el núcleo de cada una de esas construcciones es distinto: el núcleo de la
cabeza en las partitivas y el de la coda en las pseudopartitivas. Este último supuesto, sobre todo,
complica la explicación de los casos en los que el pseudopartitivo presenta concordancia en
singular, como sucede en (20):

(20) Sólo un pequeño número de diputadosi pudo pronunciar sui discurso.

En (20), no es obligatorio interpretar un pequeño número de diputados como un SD con lectura


de grupo, como lo prueba el que la forma su pueda recibir una interpretación de variable ligada:
su discurso no refiere a una sola pieza oratoria, sino a tantas como diputados hayan podido tomar
la palabra. Pese a ello, la concordancia se efectúa en singular, lo que lleva a pensar que el
elemento que legitima tal concordancia dentro del sujeto es número, no diputados. Cualquier
análisis que descarte de entrada la posibilidad de que la cabeza de una pseudopartitiva pueda

21
actuar como núcleo de la construcción se encontrará con problemas como el anterior.
Podría pensarse que un modo de resolver el problema consistiría en asignar dos
estructuras diferentes a las pseudopartitivas, de forma que en una de ellas fuera la cabeza la que
actuara como sujeto y en la otra fuera la coda la que desempeñara tal función. No obstante, esa
estrategia sería errónea a nuestro entender, puesto que daría pie a más desajustes de los que
resolvería. Para empezar, una doble estructura subyacente estaría justificada si cada análisis
pudiera relacionarse de manera unívoca con una interpretación semántica distinta. Ya hemos visto
que las versiones con concordancia ad sensum parecen estar relacionadas con interpretaciones
distributivas, pero (20) demuestra que las oraciones que no presentan silepsis no pueden ser
asociadas únicamente a una interpretación de grupo30. Por lo que respecta a las partitivas
propiamente dichas, la opción de la doble estructura subyacente sería sencillamente descabellada,
puesto que en esta clase resulta obligado suponer que el núcleo de la construcción es la cabeza,
por los motivos que ya han sido expuestos en §§ 2 y 3.
Llegados a este punto, la pregunta que se plantea es la de cómo se puede articular un
análisis que, a partir de las estructuras de (18-19), sea capaz de predecir los fenómenos de silepsis
y limitarlos a los tipos de construcción que estamos estudiando. Nuestra propuesta atribuye esa
tarea a principios semánticos que actuarían en la forma lógica S el nivel de representación que en
el modelo de rección y ligamiento se ocupa de reflejar las relaciones semánticas de carácter
proposicionalS y cuya consecuencia sintáctica sería la legitimación de la concordancia ad sensum
31
.
El primer paso necesario para elaborar nuestra propuesta es el de habilitar un sistema de
índices referenciales que sea capaz de reflejar de modo adecuado la relación de inclusión que se
da entre los argumentos que componen una construcción partitiva propiamente dicha. Para ello
adoptaremos la propuesta de Enç (1991). Esta lingüista propone habilitar un sistema enriquecido
de índices de referencia para los argumentos, en la línea de la teoría semántico-discursiva de Heim
(1982). Según Enç, todos los argumentos llevan un par de índices <i,j>, que corresponden a
referentes discursivos. Cada uno de ellos puede adoptar el valor [± definido]. El primero expresa

30
Por otra parte, cualquier argumento en plural es susceptible, a priori, de una lectura distributiva o de
grupo, pese a lo cual nunca se han propuesto dos estructuras sintácticas diferenciadas para reflejar estas
alternancias.
31
El modelo gramatical del qu e partimos es aquel en el que existe la posibilidad de separar el estadio de la
realización morfosintáctica de un determinado fenómeno de su legitimación semántica. Esta es una de las
características fundament ales del modelo minimalista por el que se aboga en Choms ky (1992).

22
directamente el carácter definido o indefinido del SN o SD (i.e.: la familiaridad o novedad,
respectivamente, de los referentes discursivos a que alude)32. El segundo, en cambio, corresponde
a la noción tradicional de especificidad: un elemento es específico si puede vincularse por medio
de una relación de inclusión a otro referente discursivo previamente introducido33. Así, en (21),
el SD un hombre de unos 30 años recibe una interpretación específica, puesto que su referente
está incluido en el referente de tres individuos:

(21) Entraron en la tienda tres individuos y, sin mediar palabra, un hombre de unos 30
años encañonó al vendedor.

Lo que aquí nos interesa señalar es que las construcciones partitivas constituyen el caso
más paradigmático de inclusión entre dos referentes discursivos. Una consecuencia interesante
de este análisis es que predice el carácter específico de la cabeza de los partitivos, dado que su
referente es siempre un subconjunto del referente de la coda (propio, co mo en el caso de la
mayoría de los hombres, o impropio, como en el caso de la totalidad de los hombres). Eso puede
explicar la mala formación de secuencias como *Busco dos de los médicos (frente a la
gramaticalidad de Busco dos médicos o Busco a dos de los médicos), puesto que los sintagmas
propiamente partitivos quedarían deslegitimados en contextos de inespecificidad. Esta restricción
no se aplicaría a los pseudopartitivos, que contienen un único referente (cf. La empresa busca un
par de consejeros que la ayuden a salir de la crisis).
Otra ventaja del enfoque de Enç es que permite explicar en término s discursivos la
frecuencia con que las codas partitivas aparecen en una posición adjunta de tema (De los seis
acusados, sólo cuatro fueron condenados). Como tales elementos introducen el dominio de
inclusión del cual se extrae el subconjunto mencionado por la cabeza y actúan como inductores
del carácter específico de ésta, resulta lógico que exista la posibilidad de introducirlos

32
Un referente discursivo es familiar si ha sido introducido en el discurso previamente y novedoso, si no
lo ha sido.
33
La regla interpretativa que prop one Enç (1991: 7) es la siguiente:

Todo [SN "]<i,j> se interpreta como "(xi) y


xi f xj si SN<i,j> es plural
6xi> f xj si SN<i,j> es singular.

Enç (1991) no adopta la hipótesis del SD, por lo que sus SSNN equivalen a nuestros SSDD.

23
discursivamente por delante de la cabeza, puesto que expresan un referente cuya "ficha" (en
términos de Heim 1982) debe activarse antes de la correspondiente a la cabeza34. En cambio, la
adjunción a la derecha de la coda resulta mucho menos natural y sólo resulta aceptable en
contextos de foco contrastivo: ??Sólo cuatro fueron condenados, de los seis acusados. (Cf.
Vallduví (1990) para un estudio de estas construcciones en un marco muy cercano al que estamos
introduciendo)
¿Cómo se produce la interpretación semántica de partitivos y pseudopartitivos? Nuestra
propuesta consistirá en suponer que en ambos tipos de construcción la coda se desplaza en la
forma lógica desde la posición de complemento que tiene en (18-19) a una posición prominente
dent ro del SD (la de especificador) con el objeto de constituirse en el dominio de extracción de
la cabeza. De este modo, las estructuras obtenidas serán las señaladas en (22-23), en donde t
señala, como es habitual en el modelo de rección y ligamiento, la huella del elemento trasladado:

(22) SD

SPi D'

D SN

N'

N SP

de los niños la mayoría ti

34
La posibilidad de tematizar las codas de los pseudopartitivos (cf. De amigos, sólo me queda un par) parece
mostrar la conveniencia de considerar que en estas construcciones la coda también puede constituir una "ficha"
independi ente. Nótese igualmente que la preposición de puede aparecer en contextos de tematización
encabezando opcionalmente elementos que no forman coda cuand o aparecen en el interior de las construcciones
cuantitativas: No me quedan muchos (* de) amigos / (De) amigos, no me quedan muchos. Un tratamiento adecuado
de estos fenómenos en términos de la teoría de Heim (1982) requeriría probablemente ampliar el sistema de
índices a entidades no referenciales, como las codas de los pseudopartitivos.

24
(23) SD

SPi D'

D SN

N'

N SP

de trabajadores un grupo ti

En línea con los propuesto en Chomsky (1991) consideraremos que, a efectos interpretativos, la
preposición de es un elemento inerte y, por lo tanto, transparente, por lo que no interfiere en la
relación entre D y SD en (22) ni en la que se establece entre D y SN en (23). Supongamos que
para la correcta interpretación de cualquier construcción partitiva o pseudopartitiva es necesario
obtener una representación similar a las anterio res. Eso implica que, cuando la coda no está
presente en la propia proyección del SD que forma la cabeza, una categoría vacía coindizada con
ella (presumiblemente, pro) ocupa el lugar de la coda. En tal caso, la relación establecida entre
la entidad vacía y el elemento que aparece extrapuesto garantiza que los efectos de concordancia
serán los mismos que puedan derivarse de (22-23). Es probable que con respecto a esta última
posibilidad no todos los colectivos actúen del mismo modo. Los que obligan a una interpretación
partitiva (como la mayoría, el X por ciento, la mitad, una parte y en general todos los que
expresan fracción y porcentaje) seleccionarán siempre una coda. En cambio, colectivos como
grupo o equipo no imponen de por sí una interpretación partitiva, por lo que la ausencia de coda
suele ser síntoma de que tal lectura no es la adecuada (eso permite prever el contraste entre ??Un
grupo llegaron tarde y Un grupo de los comensales llegaron tarde). Como ya hemos visto, este
último tipo de colectivos sólo admiten una lectura partitiva cuando el sintagma en el que aparecen
tiene un determinante indefinido. Así, un grupo acepta la interpretación partitiva, mientras que
el grupo la rechaza, puesto que, al tratarse de un colectivo definido, refiere a un elemento
introducido anteriormente en el discurso.

25
La estructura de (22) ofrece además la posibilidad de explicar el especial comportamiento
de las construcciones partitivas con respecto al efecto de definitud, señalado por Enç (1992).
Nótese la asimetría existente entre los pares de (24):

(24) a. *En la sala había algunos de los médicos del hospital.


b. En la sala estaban algunos de los médicos del hospital.
c. En la sala había algunos médicos del hospital.

En (24a) el sintagma algunos de los médicos del hospital tiene un valor inequívocamente
indeter minado, por lo que a priori esperaríamos que tal constituyente pudiera aparecer sin
problemas en la posición de objeto de una construcción con haber impersonal. Sin embargo, la
mala formación de estas oraciones sugiere que el valor de dicho sintagma es radicalmente distinto
del que tiene algunos médicos del hospital en (24c). Enç propone un cambio en la formulación
del efecto de definitud 35: en lugar de caracterizar al SD que acompaña a haber impersonal como
indefinido, tal como habitualmente se ha hecho, la autora propone describirlo como [S específico].
Según la teoría de Enç, todo SD partitivo es por definición [+ específico], tal como se ha
explicado anteriormente. Por lo tanto, los SSDD partitivos no pueden aparecer como objetos de
haber impersonal. No obstante, nos parece que tal supuesto entraña algunos inconvenientes. Para
empezar, en un contexto discursivo como el de (25), el SD que aparece en cursiva recibiría en la
teoría de Enç (1992) la consideración de específico, puesto que su referente es un subconjunto
del referente del SD tres personas que irrumpieron en la tienda. Pese a ello, la gramaticalidad de
la oración nos parece indudable:

(25) Entre las tres personas que irrumpieron en la tienda, había un chico joven, de unos
20 años.

Un modo diferente de prever la agramaticalidad de (24a) consiste en suponer que es el ascenso


en la forma lógica de la coda partitiva al frente del SD lo que hace que se viole el filtro de
definit ud. Recuérdese que de habitual tal constituyente es definido, por lo que su aparición
conculca los requisitos impuest os por la construcción impersonal con haber. En cambio, la

35
Sobre las características de este fenómeno, cf. Mil sark (1974) y Safir (1985).

26
presencia de un complemento del nombre definido en (24c) no influye para nada en la
gramaticalidad de esa oración, puesto que ese elemento, que no es una coda partitiva, no debe
experimentar ascenso a la posición de especificador del SD en la forma lógica.

5. Silepsis e interpretación distributiva


Como se ha señalado en el apartado anterior, la subida de la coda partitiva a la posición
de especificador del SD tiene una motivación interpretat iva: ese elemento constituye el dominio
de individuos del cual se extrae el subconjunto expresado por la cabeza. Tal operación implica
necesariamente concordancia de género entre la coda y la cabeza en aquellos casos en que ésta
no esté ocupada por un colectivo. En nuestro análisis, la concordancia de género que se pone de
manifiesto en algunA e de lAs ofertAs (en donde e representa al núcleo elíptico de la cabeza) se
interpreta como un caso particular de concordancia especificador-núcleo una vez que la coda se
ha situado en el especificador del SD. Como tal subida no se produce en otras construcciones
nominales, sólo las partitivas presentarán esta característica. De la particular semántica inclusiva
que afecta a los partitivos se deduce que no puede haber entre cabeza y coda concordancia de
número36. Si x representa al referente de la cabeza e y al de la coda, la relación que debe
establecerse entre ambas viene dada por la fórmula x f y, de modo que sintagmas como algunaS
de la oferta quedarán deslegitimados como partitivos.
Cuando el núcleo de la partitiva está ocupado por un colectivo, la subida de la coda se
produce igualmente, pero la concordancia de género no depende de ello, al no contener la cabeza
una categoría vacía elíptica. En un modelo que no hiciera uso de este tipo de elementos elípticos
también podría establecerse la distinción entre uno y otro caso: cuando la cabeza está compuesta
por entidades que admiten flexión de género, la concordancia se da. En cambio, cuando el núcleo
de la cabeza impone un género gramatical determinado, como sucede con los colectivos, el
ascenso de la coda al especificador del SD no tiene consecuencias con respecto a la concordancia
de género.
Finalmente, vamos a centrarnos en el mecanismo de la concordancia ad sensum
característico de los partitivos y pseudopartitivos encabezados por un colectivo. Ya hemos visto

36
Las construcciones partitivas parecen ofrecer un argumento en favor de la consideración del género y el
número en los SSDD como dos categorías sintácticas diferentes, en la línea de lo propuesto en Picallo (1991a,b).

27
que, para que se produzca este fenómeno, es necesario que el colectivo se interprete con un valor
distributivo. De hecho, la interpretación de grupo no parece aceptar la silepsis, como se muestra
en (26-27):

(26) a. Cada par de versos forma una estrofa.


b. ?*Cada par de versos forman una estrofa.
c. Cada dos versos forman una estrofa.

(27) a. El grupo de concursantes solicitó continuar en el juego.


b. *El grupo de concursantes solicitaron continuar en el juego.
c. Un grupo de concursantes solicitó continuar en el juego.
d. Un grupo de concursantes solicitaron continuar en el juego.

De las construcciones que estamos estudiando, las pseudopartitivas son las que con mayor
facilidad tienden a la concordancia ad sensum. Ello se debe, con toda seguridad, al hecho de que
tales sintagmas contienen un sólo índice referencial para cabeza y coda, en lugar de los dos que
caracterizan a las partitivas propiamente dichas. Sin embargo, el contraste de (26a,b) muestra que,
en un contexto en el que sólo se admite una interpretación de grupo, la concordancia se realiza
en singular. En (27) nos topamos con una asimetría que ya nos es familiar: únicamente el colectivo
acompañado de un determinante no definido admite la interpretación distributiva que legitima la
concordancia con silepsis. En (27c) la int erpretación favorecida es la de grupo, aunque la lectura
distributiva también es posible, mientras que en (27d) la interpretación distributiva es la única
asequible 37. Por lo tanto, parece que podemos establecer un paralelismo estricto entre silepsis e
interpretación distributiva. La posibilidad de la concordancia ad sensum depende de la existencia
de una coda en plural, como se muestra en el contraste de (28):

(28) a. La mayoría de los estudiantes piensan aprobar.


b. *La mayor parte de la gente ven la televisión.

37
Uno de los motivos que dificultan el análisis del funcionamiento de las lecturas distributivas y de
grupo es que en muchos casos ambas inter pretaciones son coextensivas (esto es, extensionalment e equivalentes).
Así, la lectura de grupo puede obtenerse a partir de la suma de las lecturas distributivas en todos aquellos
predicados en los que P(x & y ) sea equivalente a P(x) & P(y).

28
En (28b) el colectivo gente aparece en la posición de coda de la construcción partitiva. Pese a que
tal unidad refiere a clases, como todos los colectivos, la silepsis no resulta posible. Por lo tanto,
el elemento que legitima la flexión del verbo en plural en (28a) es el SD los estudiantes. Como
ya sucedía en los casos de concordancia de género entre cabeza y coda, el ascenso de esta última
a la posición de especificador del SD resulta condición necesaria para que la silepsis quede
autorizada.
Ahora bien: el hecho de que los ejemplos con silepsis no admitan la lectura de grupo
significa que la subida de la coda no es condición suficiente para que la silepsis pueda darse.
Recuérdese que los motivos que nos llevaron a proponer el ascenso de tal categoría estaban
relacionados con la peculiar semántica de inclusión que caracteriza a los partitivos: cuando la
interpretación es de grupo lo que se extrae de la coda son clases y cuando es distributiva,
individuos. Así pues, parece que en ambos casos el ascenso de la coda está justificado, como lo
demuestra también el hecho de que la concordancia de género se dé tanto en una interpretación
como en la otra. ¿Cuál es el requisito adicional que debe cumplir el partitivo para que se permita
la concordancia ad sensum? Creemos que la respuesta está también en las particularidades
semánticas de la lectura distributiva. Lo característico en ésta es que el SD cuantificado actúa
como una variable sintáctica a la que puede dársele sucesivamente el valor de cada uno de los
individuos que constituyen su rango. Así, en Una parte de los turistas habían nacido en
Argentina se alude a tantos nacimientos como turistas formen la subconjunto aludido por una
parte. Por lo tanto, en la interpretación distributiva el evento resulta multiplicado por el
cuantificador. En cambio, en la lectura de grupo, a pesar de existir un sujeto formado por una
pluralidad de individuos, el evento al que refiere el predicado es único, como sucede en La pareja
obtuvo el primer premio en el concurso. De ahí que los colectivos que siempre fijan la lectura de
grupo (asamblea, comité …) repudien sistemáticamente la silepsis. Lo mismo ocurre con aquellos
que, como grupo o pareja, sólo admiten la lectura distributiva cuando aparecen con un
determinante no definido.
En el modelo de rección y ligamiento, los elementos que actúan como variables
experimentan ascensión en la forma lógica hasta una posición adjunta a la oración (cf. May 1977;
1985). De este modo se refleja que la oración pasa a actuar como una función proposicional u
oración abierta que contiene una o más variables. El SD desplazado actúa como cuantificador y
restringe el rango de la variable. De este modo, igualmente, quedan representados los fenómenos
de ámbito dentro de la estructura oracional (cf. López Palma 1990 y Leonetti 1990).

29
Parece lógico suponer que el SD cuantificado experiment a el desplazamiento en la forma
lógica solamente cuando tiene valor distributivo, dado que en el valor de grupo no constituye
propiamente una variable. Por lo tanto, las representaciones en la forma lógica de La mayoría
decidió/decidieron quedarse serían las que se recogen en (29), en donde hacemos abstracción del
movimiento de la coda elíptica que anteriormente hemos propuesto por motivos independientes:

(29) a. [SF la mayoría decidió quedarse]


(lectura de grupo)
b. [SF [SD la mayoría i] [SF xi decidió/decidieron quedarse]]
(lectura distributiva)

Informalmente, la lectura de (29b) puede parafrasearse en términos cercanos a los de la lógica de


predicados tal como se señala en (30), donde de nuevo eliminamos por comodidad la
interpretación de la coda:

(30) para x = la mayoría , x decidió/decidieron quedarse.

Ahora ya podemos expresar cuál es el entorno semántico que legitima la silepsis: el


constituido por una función proposicional que contiene una variable en posición de sujeto cuyo
restrictor es un cuantficador co lectivo en construcción partitiva o pseudopartitiva que contiene
una coda en plural. La razón por la que el fenómeno queda reducido a este contexto parece clara:
sólo en (29b) se produce una cuantificación sobre el evento descrito por el predicado verbal, de
modo que la oración no refiere a una sola decisión, sino a tantas como individuos compongan la
mayoría. Es posible que un análisis más detallado de las dos versiones de (30), que no podemos
emprender aquí por falta de espacio, mostrara que existen también diferencias interpretativas entre
ellas. Supongamos que, en contra de lo que Ladusaw (1982) supone, la coda partitiva puede
recibir indistintamente a su vez una interpretación de grupo o distributiva. En tal caso, la versión
con silepsis podría asociarse unívocamente a aquellos casos en los que tanto la cabeza como la
coda de la construcción partitiva actúan como variables, de modo que la función semántica de la
primera fuera la de actuar de filtro selectivo de los valores individuales obtenidos por la segunda.
Eso permitiría explicar el papel decisivo que parece tener la coda en los ejemplos de concordancia
ad sensum. En cualquier caso, la relación entre silepsis y cuantificación distributiva se mantendría

30
constante.

6. Conclusiones
En este trabajo hemos estudiado el valor semántico de las construcciones de concordancia
ad sensum. En primer lugar, hemos intentado demostrar que sólo los colectivos que admiten
lectura distributiva aceptan este tipo de concordancia. Ello liga los fenómenos de silepsis a las
construcciones partitivas y permite reinterpretar en términos formales la distinción tradicional
entre colectivos organizados y no organizados, frecuent emente aducida en la bibliografía como
criterio delimitador de la silepsis. El valor obligatoriamente distributivo que han de r ecibir las
oraciones con concordancia ad sensum explica también el que ciertos colectivos sólo acepten la
silepsis cuando aparecen con determinantes indefinidos. Finalmente, hemos propuesto un análisis
del fenómeno que parte de la idea de que la legitimación de los fenómenos de silepsis se produce
en la semántica (más propiamente, en el llamado componente de la forma lógica) y es el resultado
de las propiedades cuantificativas que adquieren las construcciones partitivas cuando actúan con
el valor de variable.

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