Recuerdo la vez que me contaron como en París, después de la invasión alemana nazi, la llamada resistencia tomó a las mujeres francesas que se creía tuvieron hijos o algún tipo de contacto o colaboración con los alemanes para humillarlas públicamente. Está humillación consistía en raparles la cabeza y muchas veces se llegó a darles una brutal paliza en grupo. Muchos llegan a la conclusión que se esto se dio para “limpiarlas” públicamente, asimismo, para identificarlas y estigmatizarlas: para que cada vez que ellas pasaran por las calles parisinas las personas supieran lo que habían hecho y quienes eran. Esto, puede ser concebido como una venganza simbólica, en donde parten del cuerpo de cada mujer -algo único y privado- para dar un mensaje, para dar a conocer algo. Recuerdo los pensamientos y los sentimientos que llegaron a mi mente en ese momento, pensaba en lo que podrían haber sentido aquellas mujeres. No solo era una forma de identificarlas, y de hacerles escarmiento público: era la sociedad decidiendo sobre su cuerpo. Me pongo a pensar si estoy haciendo deducciones anacrónicas, en ese tiempo la concepción del cuerpo era totalmente distinta a la que tenemos hoy en día: se puede decir que en este momento la mujer -o en general las personas- son capaces de decidir en su propio cuerpo. Así lo creía yo, pues desde pequeña pensé mucho en mi cuerpo y lo modifique con respecto a lo que creía en ese momento, siempre creí que mi cuerpo era mío, y que las decisiones que hacía con respecto a este eran mías. Hace poco decidí raparme el pelo, y volví a pensar en aquellas francesas, ellas también estaban rapadas, pero aunque nos veíamos “iguales” no éramos iguales. Esto me hizo pensar en el simbolismo que puede llegar a tener un cambio en un cuerpo y las implicaciones de este, es por eso que decidí ahondar un poco más en este tema para así hacer este ensayo, que más que un ensayo son unas breves reflexiones respecto al cuerpo, a los cambios que se les puede hacer y a lo diciente de estos. El cuerpo es una de las distinciones más claras que tiene el individuo para poder diferenciarse y para comenzar a tener una concepción de lo que implica ser “yo”. Partimos de un objeto material tan nuestro que nos separa de todo lo demás, materialmente está ahí, y todo lo que no está en mi está afuera. Es una frontera y un límite con respecto a lo otro, es el primer contacto con una alteridad. Es algo tuyo, tú decides sobre este y estás con este hasta que te mueras; de este precepto parte la idea por la identidad, la subjetividad y la Juliana Ángel 201729044 Taller 4 personificación del yo. Détrez (2007), afirma “el cuerpo es la mediación del individuo frente al mundo que lo rodea; es por el cuerpo que el individuo, se sitúa materialmente con respecto a lo que le es exterior” (p.49). Entiéndase al cuerpo como una manera en que se construyen y se vertebran las nociones del yo. Paralelamente, debe ser entendido como un organismo especifico, ubicado histórica y geográficamente. Es por eso que no se puede entender en su totalidad la concepción que se tiene del cuerpo sin antes saber el contexto en el cual este se desarrolla. Tomemos pues, el cuerpo en el siglo XXI, quien según Detrez (2007) ha sido designado como “el siglo del cuerpo” (p.139), pues este se ha caracterizado por desarrollar una preocupación y una visibilización por el cuerpo. Asimismo, Detrez (2007) resalta dos características de este siglo, las cuales son la individualización y la individuación, afirmando como “nuestra sociedad, dominada por el “ego”, sería entonces el lugar del ensimismamiento sobre los límites del cuerpo como marca del individuo, y por tanto la llegada del narcisismo” (p.140). Este retorno, desencadena la necesidad del individuo por distinguirse. Esta llegada del narcisismo, puede ser entendida como la posibilidad del yo de pensarse y repensarse, para así buscar su particularidad y poder distinguirse de los demás, esto se puede ver en los cambios que hace el sujeto en su propio cuerpo. Para explicar esto me usare como ejemplo, antes de entrar a la universidad seguía ciertos cánones de belleza que me habían mostrado en la esfera en la que acostumbrada, pues desde pequeña me mostraron como la imagen personal era indispensable en esta sociedad. En la universidad, escuchando nuevos puntos de vista empecé a usar mi cuerpo en contra de estos cánones, decidí tomar mi cuerpo como mi propio lienzo, para expresar en lo que creía y en lo que no creía, haciéndome tatuajes, cortándome el pelo, vistiendo de forma distinta. Hablando con Paula, una amiga mía que se ha hecho varios tatuajes me cuenta como el tatuarse para ella es personalizar su cuerpo, es poder afirmar que ella es la que tiene decisión sobre su cuerpo y que aquellas cosas que se ha tatuado son para ella símbolos y recordatorios. Esto me hizo pensar en la relación que tiene estos cambios con la identidad del individuo, es el individuo tratando de diferenciarse, de mostrar que es único y diferente. Chaparro (2011), define a la identidad como “tanto autoconcepción como heteroconcepción, se nutre de la alteridad y requiere ser reconocida por los otros. Por tanto, es un concepto que atiende la interacción de las representaciones sociales que configuran la conciencia interiorizada y la representación pública del yo, el nosotros y los otros, ajustadas a escalas micro y macrosociales” (p. 92). Juliana Ángel 201729044 Taller 4 En este escenario, las personas se apropian de su propio cuerpo para dar un mensaje, para mostrar por lo que están pasando, lo que son. Laura, una compañera de la universidad decidió cortarse el pelo, ella me contaba cómo había escuchado como el pelo para las comunidades indígenas era la representación de sus experiencias y sus emociones, y ella después de pasar por una crisis existencial decidió cortárselo. Me contó como este cambio había sido para ella una metáfora para empezar un nuevo ciclo, pues se veía diferente, se sentía diferente. Con esto, se puede ver como el cuerpo, y los cambios de este están comprometidos en redes de significaciones simbólicas; en el caso de Laura, este le ayudo a diferenciarse del otro, a mostrar lo que era en ese momento, lo que estaba pasando y lo que quería en su vida. Así pues, se le puede concebir como el lienzo de cada sujeto, en donde el cuerpo comienza a tener el papel de la construcción de subjetividades: cada quien es libre de modificarlo según sus preferencias, cada cuerpo auto representado sujeto a la agencia de la representación. También, están aquellas personas que deciden no hacerse modificaciones tan notorias, como Simón, quien me contaba que es un poco más introvertido con sus cambios corporales, prefiere dejar que su cuerpo “sea como es”, asimismo, afirma que esto dice mucho de él, pues prefiere concentrarse en otras cosas y que es una persona más “tranquila” con su apariencia. Esta idea de que cada sujeto tiene agencia sobre su cuerpo, es decir que tiene la posibilidad de decidir de manera individual me deja pensando mucho, ¿verdaderamente somos nosotros los que decidimos?, ¿somos tan diferentes que las francesas a las que raparon sin su consentimiento? ¿Si usamos nuestro cuerpo para mostrar nuestra particularidad lo hacemos para que otro lo vea? ¿No sería pues un cuerpo social y no individual?; para ahondar en estas preguntas decidí valerme de los conceptos propuestos por Pierre Bourdieu habitus e ilusio. Bourdieu afirma que el habitus se manifiesta tanto en las estructuras de la conciencia y de la voluntad de los agentes individuales, grupales como en los compendios de percepción y acción que componen socialmente nuestra subjetividad (Bourdieu, 1979): es por eso indispensable el tomar este concepto con las reflexiones previamente realizadas, es importante pensar críticamente en aquellos cambios que se hacen al cuerpo para crear una subjetividad o para diferenciarse y cuestionarse si el individuo tiene la agencia para tomar estas decisiones individualmente. Hablando con varias personas sobre su percepción del cuerpo y de los cambios en este encontré un punto en común, aunque estos cambios hablaban Juliana Ángel 201729044 Taller 4 de la identidad y la percepción que tenían cada uno de su propia identidad, aquellas personas que hacían los cambios eran particulares: se cortaban el pelo, se hacían tatuajes o simplemente “dejaban su cuerpo ser”. Asimismo, todos llegaban a un punto en común y era que el cuerpo y estos cambios siempre estaban a la vista de la sociedad, eran otros los que te veían. Bourdieu habla del uso social del cuerpo, en donde este está articulado en el sistema general del habitus, afirmando como los cambios subjetivos estaban mediados entre las condiciones objetivas propias de un grupo adoptadas en la vida cotidiana, las cuales tienen forma de apariencia libre y espontánea (Bourdieu, 1979). Así pues, es importante entender que el pensar y modificar nuestro cuerpo es parte del habitus del siglo XXI al cual estamos inmersos. Eso me hace pensar que no soy tan diferente a las francesas rapadas, retomando mí afirmación del comienzo de que nos vemos iguales pero no somos iguales puede que si lo seamos: simplemente somos dos personas inmersas en un habitus del cuerpo distinto. Aquello que nos hace concebirnos como un yo y podernos diferenciar de un no yo, nos hace unirnos a nuestra alteridad, todos somos individuos en el mismo habitus tratando de diferenciarnos. Verdaderamente somos un lienzo, pero somos un lienzo no sólo nuestro sino de la sociedad en la que vivimos, del habitus en el que estamos inmersos. No sólo la identidad está en lo que creo que soy, ni en lo que quiero mostrar: nuestra identidad está en nuestro contexto, en donde estamos inmersos, la gente que dice, la gente que piensa. Esto nos hace pensar en que la individualidad no está en la distinción que se hace normalmente entre el yo y el no yo o en la exaltación de la particularidad: esta distinción es un poco más complicada puesto que el no yo también está en mí, asimismo el no yo también está inmerso en el mismo habitus que yo. A modo de conclusión, la construcción de la imagen corporal constituye un lenguaje mediante el cual se transmiten mensajes de gran significación en la interacción social y en la personal. Juliana Ángel 201729044 Taller 4 Referencias Détrez, C., & Paláu Castaño, L. (2017). La construcción social del cuerpo (Primera edición ed., Apuntes maestros). Bogotá́: Universidad Nacional de Colombia, Rectoría. Chaparro Hurtado, H., Guzmán Ariza, C., & Acuña Pineda, A. (2011). Identidades en tránsito: El cuerpo y la juventud en las sociedades contemporáneas. Villavicencio: Universidad de los Llanos.