Desde la revolución científica, el conocimiento científico ha aumentado tanto que los científicos se
han vuelto especialistas y sus publicaciones se han vuelto muy difíciles de leer para los no
especialistas. Esto ha dado lugar a diversos esfuerzos de divulgación científica, tanto para acercar la
ciencia al gran público, como para facilitar la compresión y colaboración entre científicos de distintos
campos.
El método científico es una metodología para obtener nuevos conocimientos, que ha caracterizado
históricamente a la ciencia, y que consiste en la observación sistemática, medición,
experimentación, y la formulación, análisis y modificación de hipótesis.4 Otras características del
método científico son la deducción,5 la inducción, la abducción, la predicción, la falsabilidad, la
reproducibilidad y repetibilidad de los resultados, y la revisión por pares.
Las reglas y principios del método científico buscan minimizar la influencia de la subjetividad del
científico en su trabajo, lo cual refuerza la validez de los resultados, y por ende, del conocimiento
obtenido.
El método científico abarca las prácticas aceptadas por la comunidad científica como válidas a la
hora de exponer y confirmar sus teorías, como por ejemplo los postulados de Koch para la
microbiología.
No todos los requisitos aplican a todas las ciencias. La experimentación por ejemplo no es posible
en ciencias como la vulcanología, la astronomía o la física teórica. El requisito de reproducibilidad y
repetibilidad, fundamental en muchas ciencias, no aplica a otras, como las ciencias humanas y
sociales, donde los fenómenos no solo no se pueden repetir controlada y artificialmente (que es en
lo que consiste un experimento), sino que son, por su esencia, irrepetibles, por ejemplo, la historia.
Según James Bryant Conant, no existe un único método científico. El científico usa métodos
definitorios, métodos clasificatorios, métodos estadísticos, métodos hipotético-deductivos,
procedimientos de medición, entre otros. Y según esto, referirse a el método científico, es referirse
a este conjunto de tácticas empleadas para constituir el conocimiento, sujetas al devenir histórico,
y que eventualmente podrían ser otras en el futuro.6 Por ello se deben sistematizar las distintas
ramas dentro del campo del método científico. Cada ciencia, y aun cada investigación concreta,
genera su propio método de investigación.
Las ramas de la ciencia, disciplinas científicas, o simplemente ciencias, se suelen dividir en tres
grupos: ciencias formales, ciencias naturales, y ciencias humanas o ciencias sociales. Estas
conforman las ciencias básicas, sobre las que se apoyan las ciencias aplicadas como la ingeniería y
la medicina.
A lo largo de los siglos, se han propuesto y utilizado varias clasificaciones distintas de las ciencias.
Algunas incluyen un componente de jerarquía entre las ciencias que da lugar a una estructura de
árbol, de ahí la noción de ramas de la ciencia. Hasta el Renacimiento, todo el saber que no fuera
técnico o artístico se situaba en el ámbito de la filosofía. El conocimiento de la naturaleza era sobre
la totalidad: una ciencia universal. Con la revolución científica se impuso la separación entre ciencia
y filosofía, y surgieron las principales ciencias modernas, entre ellas la física, química, astronomía,
geología y biología.
En filosofía de la ciencia, la unidad de la ciencia es la idea de que todas las ciencias forman una
integralidad o un todo unificado, que no puede ser separado o desmembrado a riesgo de perder la
visión de conjunto.78
A pesar de esta afirmación, por ejemplo, es claro que física y política son dos disciplinas bien
distintas y diferenciadas, y casi podríamos decir de una cualidad diferente, aunque la tesis de la
unidad o unicidad de la ciencia afirmaría que, en principio, ambas deberían formar parte de un
universo intelectual unificado de difícil o inconducente desmembramiento.
La tesis de la unidad de la ciencia9 está usualmente asociada con una visión de diferentes niveles de
organización en la naturaleza, donde la física es la más básica o fundamental, y donde la química es
la que le sigue en jerarquía, y sobre esta última sigue la biología, y sobre la biología sigue la
sociología. Según esta concepción, y partiendo desde la física, se reconocería así que las células, los
organismos, y las culturas, tienen todos una base o un origen biológico, pero representando tres
diferentes niveles jerárquicos de la organización biológica.10
A pesar de lo expresado, también se ha sugerido (por ejemplo por Jean Piaget, 1950),11 que la
unicidad de la ciencia podría ser considerada en términos de un círculo de ciencias o de disciplinas,
donde la física provee la base para la química, y donde a su vez la química es la base para la biología,
y la biología la base para la psicología, y esta la base para la lógica y la matemática, y a su vez la
lógica y la matemática serviría de base y de comprensión para la física.
La tesis de la unidad de la ciencia12 simplemente expresa que hay leyes científicas comunes
aplicables a cualquier cosa y en cualquier nivel de organización. Pero en un determinado nivel de
organización, los científicos llaman a esas leyes con nombres particulares, y visualizan la aplicación
y expresión de esas leyes en ese nivel de una manera adaptada y simplificada, enfatizando por
ejemplo la importancia de alguna de ellas sobre las otras. Es así como la termodinámica o las leyes
de la energía, parecerían ser universales para cierto número de diferentes disciplinas, ya que por
cierto, todos los sistemas en la naturaleza operan o parecen operar sobre la base de transacciones
de energía. Claro, esto no excluye la posibilidad de algunas leyes particulares aplicables
específicamente a dominios quizás caracterizados por una complejidad creciente, tal como lo
sugerido por Gregg R. Henriques (2003, consultar 'Tree of Knowledge System'), quien precisamente
propone cuatro grados de complejidad: Materia, Vida, Mente, y Cultura. Desde luego, este árbol
igualmente podría ser circular, con la cultura enmarcando la comprensión y la percepción de la
materia y de los sistemas por parte de la gente.
La ciencia es una creación humana, y forma parte de cultura humana. La ciencia es un todo
unificado, en el sentido que es profundamente entendida cuando se la considera de una manera
integral y holística, y no hay científicos que estudien realidades alternativas. Sin embargo, bien
podría argumentarse que los científicos no actúan con un enfoque integral, pues por facilidad de
análisis o por las razones que fueren, se hacen hipótesis simplificatorias, se aísla, se trata
separadamente. Es posiblemente la percepción de una realidad sola, lo único que desemboca en la
unidad de la ciencia.
Según la lógica proposicional, la ciencia parecería ser un camino hacia la simplificación, o en realidad
hacia la universalización de teorías científicas discretas sobre la energía, y que los físicos llaman
unificación. Esto ha conducido a la teoría de cuerdas y a sus concepciones derivadas, probablemente
relacionadas con la noción que, en la base, sólo se encuentra la energía que no fue liberada en la
Gran Explosión, y realmente nada más.
La tesis de la unidad de la ciencia, resulta ser más clara y mejor argumentada, por la Teoría General
de Sistemas de Ludwig von Bertalanffy, Paul Oppenheim, e Hilary Putnam. Y fue aún más
fuertemente argumentada y clarificada por Jerry Fodor.
Leyes científicas:
Una ley científica es una proposición científica en la que se afirma una relación
constante entre dos o más variables o factores, cada uno de los cuales
representa una propiedad o medición de sistemas concretos. También se
define como regla y norma constantes e invariables de las cosas, surgida de su
causa primera o de sus cualidades y condiciones. Por lo general se expresa
matemáticamente o en lenguaje formalizado. Las leyes muy generales pueden
tener una prueba indirecta testeando proposiciones particulares derivadas de
ellas y que sean verificables. Los fenómenos inaccesibles reciben una prueba
indirecta de su comportamiento a través del efecto que puedan producir sobre
otros hechos que sí sean observables o experimentables.
Los científicos elaboran distintas teorías partiendo de hipótesis que hayan sido
corroboradas por el método científico, luego recolectan pruebas para poner a
prueba dichas teorías. Como en la mayoría de las formas del conocimiento
científico, las teorías son inductivas por naturaleza y su finalidad es
meramente explicativa y predictiva.
Las disciplinas de la química se agrupan según la clase de materia bajo estudio o el tipo de
estudio realizado. Entre estas se encuentran la química inorgánica, que estudia la materia
inorgánica; la química orgánica, que estudia la materia orgánica; la bioquímica, que estudia
las sustancias existentes en organismos biológicos; la fisicoquímica que comprende los
aspectos estructurales y energéticos de sistemas químicos a escalas macroscópica,
molecular y atómica, y la química analítica, que analiza muestras de materia y trata de
entender su composición y estructura mediante diversos estudios y reacciones.
A su vez, alquimia deriva de la palabra árabe al-kīmīā ()الکیمیاء. En su origen, el término fue
un préstamo tomado del griego, de las palabras χημία o χημεία (khemia y khemeia,
respectivamente).78 La primera podría tener origen egipcio. Muchos creen que al-kīmīā
deriva de χημία, que a su vez deriva de la palabra Chemi o Kimi o Kham, que es el nombre
antiguo de Egipto en egipcio. Según esa hipótesis, khemeia podría ser "el arte egipcio".7 La
otra alternativa es que al-kīmīā derivara de χημεία, que significa «fusionar».9 Una tercera
hipótesis, con más adeptos en la actualidad, dice que khemeia deriva del griego khumos, el
jugo de una planta, y que vendría a significar "el arte de extraer jugos", y en este caso "jugo"
podría ser un metal, y por tanto podría ser "el arte de la metalurgia"
En 1662, la química se definía como un arte científico por el cual se aprende a disolver
cuerpos, obtener de ellos las diferentes sustancias de su composición y cómo unirlos
después para alcanzar un nivel mayor de perfección. Esto según el químico Christopher
Glaser.12
La definición de 1730 para la palabra química, usada por Georg Stahl, era el arte de entender
el funcionamiento de las mezclas, compuestos o cuerpos hasta sus principios básicos, y
luego volver a componer esos cuerpos a partir de esos mismos principios.13
En 1837, Jean-Baptiste Dumas consideró la palabra química para referirse a la ciencia que
se preocupaba de las leyes y efectos de las fuerzas moleculares.14 Esta definición luego
evolucionaría hasta que, en 1947, se le definió como la ciencia que se preocupaba de las
sustancias: su estructura, sus propiedades y las reacciones que las transforman en otras
sustancias (caracterización dada por Linus Pauling).15
Más recientemente, en 1988, la definición de química se amplió, para ser «el estudio de la
materia y los cambios que implica», según palabras del profesor Raymond Chang. La historia
de la química abarca un periodo de tiempo muy amplio, que va desde la prehistoria hasta
el presente, y está ligada al desarrollo cultural de la humanidad y su conocimiento de la
naturaleza. Las civilizaciones antiguas ya usaban tecnologías que demostraban su
conocimiento de las transformaciones de la materia, y algunas servirían de base a los
primeros estudios de la química. Entre ellas se cuentan la extracción de los metales de sus
menas, la elaboración de aleaciones como el bronce, la fabricación de cerámica, esmaltes y
vidrio, las fermentaciones de la cerveza y del vino, la extracción de sustancias de las plantas
para usarlas como medicinas o perfumes y la transformación de las grasas en jabón.
La biología (del griego βίος [bíos], «vida», y -λογία [-logía], «tratado, estudio, ciencia») es la
ciencia que estudia a los seres vivos y, más específicamente, su origen, su evolución y sus
propiedades, nutrición, morfogénesis, reproducción (asexual y sexual), patogenia, etc. Se
ocupa tanto de la descripción de las características y los comportamientos de los
organismos individuales, como de las especies en su conjunto, así como de la reproducción
de los seres vivos y de las interacciones entre ellos y el entorno. De este modo, trata de
estudiar la estructura y la dinámica funcional comunes a todos los seres vivos, con el fin de
establecer las leyes generales que rigen la vida orgánica y los principios de esta.
La escala de estudio va desde los subcomponentes biofísicos hasta los sistemas complejos.
La biología moderna se divide en sub-disciplinas según los tipos de organismos y la escala
en que se los estudia. La biología molecular es el estudio de la química fundamental de la
vida, mientras que la biología celular tiene como objeto el examen de la célula, es decir, la
unidad constructiva básica de toda la vida. A un nivel más elevado, la fisiología estudia la
estructura interna del organismo.
Los campos biológicos de la botánica, la zoología y la medicina surgieron desde los primeros
momentos de la civilización, mientras que la microbiología fue introducida en el siglo XVII
con el descubrimiento del microscopio. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX cuando la
biología se unificó, una vez que se descubrieron coincidencias en todos los seres vivos y se
estudiaron como un conjunto. Algunos desarrollos clave en la ciencia de la biología fueron
la genética, la teoría de la evolución mediante selección natural, la teoría microbiana de la
enfermedad y la aplicación de técnicas de física y química a nivel celular y molecular, que
dieron lugar a la biofísica y bioquímica, respectivamente.
La biología es una ciencia que abarca un amplio campo de estudio que, a menudo, se tratan
como disciplinas independientes. Todas ellas juntas estudian la vida en un amplio rango de
escalas. La vida se estudia a escala atómica y molecular en biología molecular, en bioquímica
y en genética molecular. Desde el punto de vista celular, se estudia en biología celular, y a
escala pluricelular se estudia en fisiología, anatomía e histología. Desde el punto de vista de
la ontogenia o desarrollo de los organismos a nivel individual, se estudia en la biología del
desarrollo.
La biología es asimismo una de las principales ciencias del karst objeto de la espeleología,
ocupándose de los organismos que viven en cavidades subterráneas.1
Las clasificaciones de los seres vivos son muy numerosas. Se proponen desde la tradicional
división en dos reinos establecida por Carlos Linneo en el siglo XVII, entre animales y
plantas, hasta las actuales propuestas de sistemas cladísticos con tres dominios que
comprenden más de 20 reinos.
La historia de la biología remonta el estudio de los seres vivos desde la Antigüedad hasta la
época actual. Aunque el concepto de biología como ciencia en sí misma nace en el siglo XIX,
las ciencias biológicas surgieron de tradiciones médicas e historia natural que se remontan
a el Āyurveda, la medicina en el Antiguo Egipto y los trabajos de Aristóteles y Galeno en el
antiguo mundo grecorromano. Estos trabajos de la Antigüedad siguieron desarrollándose
en la Edad Media por médicos y eruditos musulmanes como Avicena. Durante el
Renacimiento europeo y a principios de la Edad Moderna el pensamiento biológico
experimentó una revolución en Europa, con un renovado interés hacia el empirismo y por
el descubrimiento de gran cantidad de nuevos organismos. Figuras prominentes de este
movimiento fueron Vesalio y Harvey, que utilizaron la experimentación y la observación
cuidadosa en la fisiología, y naturalistas como Linneo y Buffon que iniciaron la clasificación
de la diversidad de la vida y el registro fósil, así como el desarrollo y el comportamiento de
los organismos. La microscopía reveló el mundo, antes desconocido, de los
microorganismos, sentando las bases de la teoría celular. La importancia creciente de la
teología natural, en parte una respuesta al alza de la filosofía mecánica, y la pérdida de
fuerza del argumento teleológico impulsó el crecimiento de la historia natural.
Durante los siglos XVIII y XIX las ciencias biológicas, como la botánica y la zoología se
convirtieron en disciplinas científicas cada vez más profesionales. Lavoisier y otros
científicos físicos comenzaron a unir los mundos animados e inanimados a través de la física
y química. Los exploradores-naturalistas, como Alexander von Humboldt investigaron la
interacción entre organismos y su entorno, y los modos en que esta relación depende de la
situación geográfica, iniciando así la biogeografía, la ecología y la etología. Los naturalistas
comenzaron a rechazar el esencialismo y a considerar la importancia de la extinción y la
mutabilidad de las especies. La teoría celular proporcionó una nueva perspectiva sobre los
fundamentos de la vida. Estas investigaciones, así como los resultados obtenidos en los
campos de la embriología y la paleontología, fueron sintetizados en la teoría de la evolución
por selección natural de Charles Darwin. El final del siglo XIX vio la caída de la teoría de la
generación espontánea y el nacimiento de la teoría microbiana de la enfermedad, aunque
el mecanismo de la herencia genética fuera todavía un misterio.
A principios del siglo XX, el redescubrimiento del trabajo de Mendel condujo al rápido
desarrollo de la genética por parte de Thomas Hunt Morgan y sus discípulos y la
combinación de la genética de poblaciones y la selección natural en la síntesis evolutiva
moderna durante los años 1930. Nuevas disciplinas se desarrollaron con rapidez, sobre todo
después de que Watson y Crick descubrieron la estructura del ADN. Tras el establecimiento
del dogma central de la biología molecular y el descifrado del código genético, la biología
se dividió fundamentalmente entre la biología orgánica —los campos que trabajan con
organismos completos y grupos de organismos— y los campos relacionados con la biología
molecular y celular. A finales del siglo XX nuevos campos como la genómica y la proteómica
invertían esta tendencia, con biólogos orgánicos que usan técnicas moleculares, y biólogos
moleculares y celulares que investigan la interacción entre genes y el entorno, así como la
genética de poblaciones naturales de organismos.
Cultura
Cultura (del latín cultūra)12 es un término que tiene muchos significados interrelacionados.
Por ejemplo, en 1952, Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn compilaron una lista de 164
definiciones de cultura en Cultura: una reseña crítica de conceptos y definiciones; y han
clasificado más de 250 distintas.3 En el uso cotidiano, la palabra cultura se emplea para dos
conceptos diferentes:
Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también conocida como alta
cultura.
Los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo
los medios materiales que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver
necesidades de todo tipo.
Cuando el término surgió en Europa, entre los siglos XVIII y XIX, se refería a un proceso de
cultivación o mejora, como en la agricultura u horticultura. En el siglo XIX, pasó primero a
referirse al mejoramiento o refinamiento de lo individual, especialmente a través de la
educación, y luego al logro de las aspiraciones o ideales nacionales. A mediados del siglo
XIX, algunos científicos utilizaron el término «cultura» para referirse a la capacidad humana
universal. Para el antipositivista y sociólogo alemán Georg Simmel, la cultura se refería a «la
cultivación de los individuos a través de la injerencia de formas externas que han sido
objetificadas en el transcurso de la historia».4
La etimología del concepto moderno “cultura” tiene un origen clásico. En varias lenguas
europeas, la palabra “cultura” está basada en el término latino utilizado por Cicerón, en su
Tusculanae Disputationes, quien escribió acerca de una cultivación del alma o “cultura
animi”, para entonces utilizando una metáfora agrícola para describir el desarrollo de un
alma filosófica, que fue comprendida teleológicamente como uno de los ideales más altos
posibles para el desarrollo humano. Samuel Pufendorf llevó esta metáfora a un concepto
moderno, con un significado similar, pero ya sin asumir que la filosofía es la perfección
natural del hombre. Para este autor, los significados de cultura, que muchos escritores
posteriores retoman, “se refieren a todas las formas en la que los humanos comienzan a
superar su barbarismo original y, a través de artificios, se vuelven completamente
humanos”.5
El término cultura proviene del latín cultus que a su vez deriva de la voz colere que significa
cuidado del campo o del ganado. Hacia el siglo XIII, el término se empleaba para designar
una parcela cultivada, y tres siglos más tarde había cambiado su sentido como estado de
una cosa, al de la acción: el cultivo de la tierra o el cuidado del ganado (Cuche, 1999: 10),
aproximadamente en el sentido en que se emplea en el español de nuestros días en
vocablos como agricultura, apicultura, piscicultura y otros. Por la mitad del siglo XVI, el
término adquiere una connotación metafórica, como el cultivo de cualquier facultad. De
cualquier manera, la acepción figurativa de cultura no se extenderá hasta el siglo XVII,
cuando también aparece en ciertos textos académicos.
El Siglo de las Luces (siglo XVIII) es la época en que el sentido figurado del término como
“cultivo del espíritu” se impone en amplios campos académicos. Por ejemplo, el
Dictionnaire de l'Académie Française de 1718. Y aunque la Enciclopedia lo incluye solo en
su sentido restringido de cultivo de tierras, no desconoce el sentido figurado, que aparece
en los artículos dedicados a la literatura, la pintura, la filosofía y las ciencias. Con el paso del
tiempo, como cultura se entenderá la formación de la mente. Es decir, se convierte
nuevamente en una palabra que designa un estado, aunque en esta ocasión es el estado de
la mente humana, y no el estado de las parcelas.
Voltaire, uno de los pocos pensadores franceses del siglo XVIII que se mostraban partidarios
de una concepción relativista de la historia humana.
La clásica oposición entre cultura y naturaleza también tiene sus raíces en esta época. En
1798, el Dictionnaire incluye una acepción de cultura en que se estigmatiza el “espíritu
natural”. Para muchos de los pensadores de la época, como Jean Jacques Rousseau, la
cultura es un fenómeno distintivo de los seres humanos, que los coloca en una posición
diferente a la del resto de animales. La cultura es el conjunto de los conocimientos y saberes
acumulados por la humanidad a lo largo de sus milenios de historia. En tanto una
característica universal (el vocablo), se emplea en número singular, puesto que se
encuentra en todas las sociedades sin distinción de etnias, ubicación geográfica o momento
histórico.
Cultura y civilización
También es en el contexto de la Ilustración cuando surge otra de las clásicas oposiciones en
que se involucra a la cultura, esta vez, como sinónimo de la civilización. Esta palabra aparece
por primera vez en la lengua francesa del siglo XVIII, y con ella se significaba la refinación
de las costumbres. Civilización es un término relacionado con la idea de progreso. Según
esto, la civilización es un estado de la Humanidad en el cual la ignorancia ha sido abatida y
las costumbres y relaciones sociales se hallan en su más elevada expresión. La civilización
no es un proceso terminado, es constante, e implica el perfeccionamiento progresivo de las
leyes, las formas de gobierno, el conocimiento. Como la cultura, también es un proceso
universal que incluye a todos los pueblos, incluso a los más atrasados en la línea de la
evolución social. Desde luego, los parámetros con los que se medía si una sociedad era más
civilizada o más salvaje eran los de su propia sociedad. En los albores del siglo XIX, ambos
términos, cultura y civilización eran empleados casi de modo indistinto, sobre todo en
francés e inglés (Thompson, 2002: 186).
Johann Gottfried Herder. Según él, la cultura podía entenderse como la realización del genio
nacional (Volksgeist).
Es necesario señalar que no todos los intelectuales franceses emplearon el término.
Rousseau y Voltaire se mostraron reticentes a esta concepción progresista de la historia.
Intentaron proponer una versión más relativista de la historia, aunque sin éxito, pues la
corriente dominante era la de los progresistas. No fue en Francia, sino en Alemania donde
las posturas relativistas ganaron mayor prestigio. El término Kultur en sentido figurado
aparece en Alemania hacia el siglo XVII -aproximadamente con la misma connotación que
en francés. Para el siglo XVIII goza de gran prestigio entre los pensadores burgueses
alemanes. Esto se debió a que fue empleado para denostar a los aristócratas, a los que
acusaban de tratar de imitar las maneras “civilizadas” de la corte francesa. Por ejemplo,
Immanuel Kant apuntaba que “nos cultivamos por medio del arte y de la ciencia, nos
civilizamos [al adquirir] buenos modales y refinamientos sociales” (Thompson, 2002: 187).
Por lo tanto, en Alemania el término civilización fue equiparado con los valores cortesanos,
calificados de superficiales y pretenciosos. En sentido contrario, la cultura se identificó con
los valores profundos y originales de la burguesía (Cuche, 1999:13).
En el proceso de crítica social, el acento en la dicotomía cultura/civilización se traslada de
las diferencias entre estratos sociales a las diferencias nacionales. Mientras Francia era el
escenario de una de las revoluciones burguesas más importantes de la historia, Alemania
estaba fragmentada en múltiples Estados. Por ello, una de las tareas que se habían
propuesto los pensadores alemanes era la unificación política. La unidad nacional pasaba
también por la reivindicación de las especificidades nacionales, que el universalismo de los
pensadores franceses pretendía borrar en nombre de la civilización. Ya en 1774, Johann
Gottfried Herder proclamaba que el genio de cada pueblo (Volksgeist) se inclinaba siempre
por la diversidad cultural, la riqueza humana y en contra del universalismo. Por ello, el
orgullo nacional radicaba en la cultura, a través de la que cada pueblo debía cumplir un
destino específico. La cultura, como la entendía Herder, era la expresión de la humanidad
diversa, y no excluía la posibilidad de comunicación entre los pueblos.
Durante el siglo XIX, en Alemania el término cultura evoluciona bajo la influencia del
nacionalismo.6 Mientras tanto, en Francia, el concepto se amplió para incluir no solo el
desarrollo intelectual del individuo, sino el de la humanidad en su conjunto. De aquí, el
sentido francés de la palabra presenta una continuidad con el de civilización: no obstante
la influencia alemana, persiste la idea de que más allá de las diferencias entre “cultura
alemana” y “cultura francesa” (por poner un ejemplo), hay algo que las unifica a todas: la
cultura humana.
Para efecto de las ciencias sociales, las primeras acepciones de cultura fueron construidas
a finales del siglo XIX. Por esta época, la sociología y la antropología eran disciplinas
relativamente nuevas, y la pauta en el debate sobre el tema que aquí nos ocupa la llevaba
la filosofía. Los primeros sociólogos, como Émile Durkheim, rechazaban el uso del término.
Hay que recordar que en su perspectiva, la ciencia de la sociedad debía abordar problemas
relacionados con la estructura social.8 Si bien es opinión generalizada que Karl Marx dejó
de lado a la cultura, ello se ve refutado por las mismas obras del autor, sosteniendo que las
relaciones sociales de producción (la organización que adoptan los seres humanos para el
trabajo y la distribución social de sus frutos) constituyen la base de la superestructura
jurídico-política e ideológica, pero en ningún caso un aspecto secundario de la sociedad. No
es concebible una relación social de producción sin reglas de conducta, sin discursos de
legitimación, sin prácticas de poder, sin costumbres y hábitos permanentes de
comportamiento, sin objetos valorados tanto por la clase dominante como por la clase
dominada. El desvelo de las obras juveniles de Marx, tanto de La ideología alemana (1845-
1846) en 1932 por la célebre edición del Instituto Marx-Engels de la URSS bajo dirección de
David Riazanov, como de los Manuscritos económicos y filosóficos (1844) posibilitó que
varios partidarios de sus propuestas teóricas desarrollaran una teoría de la cultura marxista
(véase más adelante).
Los etnólogos y antropólogos británicos y estadounidenses de las postrimerías del siglo XIX
retomaron el debate sobre el contenido de cultura. Estos autores tenían casi siempre una
formación profesional en derecho, pero estaban particularmente interesados en el
funcionamiento de las sociedades exóticas con las que Occidente se encontraba en ese
momento.10 En la opinión de estos pioneros de la etnología y la antropología social (como
Bachoffen, McLennan, Maine y Morgan), la cultura es el resultado del devenir histórico de
la sociedad. Pero la historia de la humanidad en estos escritores era fuertemente deudora
de las teorías ilustradas de la civilización, y sobre todo, del darwinismo social de Spencer.