Plantea el caso de una mujer de unos 50 años que sufre delirio de celos hacia
su marido. Postula que la psiquiatría poco tiene que hacer frente a este caso, y
que sólo se remitiría a buscar razones que den cuenta de un factor hereditario
y se detendría allí. Pues bien, Freud encuentra en el discurso de la propia
paciente que su delirio de celos no sólo puede deberse a factores hereditarios,
sino que lo que sucede allí es un mecanismo de desplazamiento en la persona
del marido acerca de sus propias mociones de infidelidad. No contradice la
hipótesis médica, más bien la complementa.
1
Psicoanálisis y salud pública: La OMS define a la salud “como el estado de
completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de
afecciones o enfermedades”. Esta definición impregnada de “felicidad”, que
supone restaurar una armonía entre sujeto y su ambiente, obtura las
condiciones de estructura que el psa descubre: “un sujeto disarmónico con la
realidad”. Entonces, ¿Cuál es el lugar del analista en este marco? El analista
ocupa el lugar de “saber” al que es confinado el médico por ser parte de esa
institución de salud, pero como terapeuta debe tomar allí su lugar proponiendo
una cura que rompa con los criterios de salud por los cuales es llamado,
ofreciendo una alternativa al sujeto: abrir un espacio a la dimensión
subjetiva del paciente abolida por los permanentes intentos de objetivación del
modelo médico hegemónico, dando cabida a una demanda de saber, y con ello
dando un lugar para que el deseo pueda desplegarse.
Por otra parte, el analista, dadas las condiciones del caso por caso, se ve
precisado a recurrir a intervenciones que podrían no considerarse
estrictamente psicoanalíticas, pero que pueden convertirse en un paso
necesario para establecer transferencia. Si bien es fundamental que el analista
no ocupe la posición de un gran Otro, a veces es necesario ante emergencias
subjetivas que el analista deba recurrir a ese poder (ya que la cura por
sugestion no es la cura psicoanalítica), pero sin modificar los principios ni
fundamentos del método.
Por último, es harto importante que no se establezca como una regla fuera del
caso por caso el hecho de que “si no hay demanda de análisis, lo mejor es que
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el paciente se vaya”. Es preciso que en el ámbito hospitalario se reformule lo
que se piensa como “demanda de análisis”, ya que el hecho de que un
paciente no venga decidido buscando un analista para analizarse, no significa
que en el transcurso de las entrevistas, el analista pueda reformular esa
demanda sin rechazar al sujeto. Puede que finalmente no se de un análisis,
pero hay que dar razones para ello. Muchas veces puede suceder que el deseo
del analista de hacer surgir una implicación subjetiva impida al mismo analista
a seguir paso a paso las condiciones singulares del caso y se impida la
instalación de la transferencia.
Tiempo y dinero: El límite del tiempo definido por criterios institucionales resulta
ajeno a la singularidad del caso por caso. Este tiempo acotado puede introducir
la dimensión de un real que como tal anticipa un efecto de castración, que si es
bien utilizado puede operar analíticamente.
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a) Del lado de los pacientes: Tienen una transferencia masiva e
indiferenciada con cualquiera que porte un delantal blanco debido a los
efectos desubjetivantes inherentes a la propia institución. Si llegaron a
esa institución en especial, es porque algún tipo de transferencia tienen,
ya que le atribuyen un saber presumible sobre la enfermedad.
b) Del lado de los médicos: transferencia con el saber médico y el saber
que este supone. Transferencia con la propia institución, con el hospital
elegido para realizar su formación.
c) Transferencia interservicios: Frente a las crecientes condiciones de
pobreza, marginalidad social, violencia, estado de los servicios públicos,
el médico no puede sostener la transferencia en tanto agente ancestral
de sabiduría sobre la vida y la muerte que suscita en sus pacientes. Por
lo que recurre a los servicios de salud mental para dirigir sus pedidos y
pedir relevo. Existe en ellos una ilusión fantasmática de saber total.
Frente a la desilusión de que aquí no encuentran todas las respuestas,
en vez de interrogarse por sus propias prácticas, predomina la desazón
y el enojo para con el servicio de salud mental con la consecuente
acusación de ineficacia y la acumulación de impotencia.
Los problemas de Salud Mental son cualitativos, es decir, tienen que ver con
la calidad de la vida. Son las relaciones humanas concretas que genera la
sociedad industrializada las responsables del crecimiento de poblaciones con
mayor riesgo de fracasar o enfermar.
4
La idea que sustentó la Psiquiatría, de considerar a los trastornos psicológicos
como a las demás enfermedades que trata el médico fue mostrando su
insuficiencia, su incapacidad de dar respuesta a los nuevos problemas.
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Intervenciones del Psicoanálisis:
Hay 3 posibles:
PSICOTERAPIAS PSICOANALISIS
La propuesta de GALENDE:
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Son más fenomenológicas en la Se propone una disección? de las estructuras
captación del síntoma productoras de conflicto
Cultura de la Mortificación:
1) Desaparición de la valentía
2) Resignación
3) Desaparición de la inteligencia
4) Idiotismo
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Se diferencia de la Institución de la Ternura, que se identifica con la
debilidad, la inmadurez infantil, el amor. Es posible el buen trato.
Manicomialización:
Cada vez que arbitrariamente prevalece la ley del más fuerte, se instaura la
protoescena manicomial: la Encerrona Trágica. El paradigma es el de la
mesa de tortura (en la tortura se organiza una situación de dos lugares, sin
tercero de apelación). Es toda situación en donde alguien, para vivir, trabajar,
recuperar la salud, etc., depende de algo o de alguien que lo maltrata, sin
tomar en cuenta su situación de invalidez.
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Zuberman. PSICOANALISIS Y HOSPITAL.
Para los analistas surgen preguntas novedosas: ¿Qué hacer con aquellos
pacientes que consultan en el hospital y que no se presentan como
síntomas neuróticos? Para algunos la respuesta es fácil: inanalizables. Para
otros, en cambio, es una oportunidad de investigar qué demanda, qué busca.
No se trata ya de discutir si hay o no Psicoanálisis en el hospital, sino de
discutir la práctica de los analistas que deciden sostenerla en ese preciso lugar.
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PSICOSIS.
Una fórmula simple sobre la diferencia genética más importante entre neurosis
y psicosis es la siguiente: la neurosis es el resultado de un conflicto entre el
yo y su ello, en tanto que la psicosis es el desenlace análogo de una
similar perturbación en los vínculos entre el yo y el mundo exterior.
El YO ha entrado en conflicto con el ELLO, al servicio del SUPERYÓ Y DE LA
REALIDAD, he ahí la descripción válida para todas las neurosis de
transferencia.
Acerca de las esquizofrenias, se sabe que tienden a desembocar en la apatía
afectiva, vale decir, la pérdida de toda participación en el mundo exterior. Con
relación a la génesis de las formaciones delirantes, algunos análisis nos han
enseñado que el delirio se presenta como un parche colocado en el lugar
donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del YO CON
EL MUNDO EXTERIOR.
La etiología común para el estallido de una PSICONEUROSIS O DE UNA
PSICOSIS sigue siendo la frustración, el no-cumplimiento de uno de aquellos
deseos de la infancia, eternamente indómitos, que tan profundas raíces tienen
en nuestra organización comandada filogenéticamente. Esa frustración siempre
es una frustración externa. El efecto patógeno depende de lo que haga el YO
en semejante tensión conflictiva: si permanece fiel a su vasallaje hacia el
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mundo exterior y procura sujetar al ELLO, o si es avasallado por el ELLO y así
se deja arrancar de la realidad. Pero esta situación se complica por la
existencia del SYÓ, quien reúne en si influjos del ELLO tanto como del mundo
exterior y es, por así decir, un arquetipo ideal de aquello que es la meta de todo
querer alcanzar del Yo, la reconciliación entre sus múltiples vasallajes.
La Neurosis de Transferencia corresponde al conflicto entre el YO y el
ELLO, la Neurosis Narcisista al conflicto entre el YO y el SYO, la Psicosis,
al conflicto entre el YO y el MUNDO EXTERIOR.
Entonces, NS y PSICOSIS son generadas por los conflictos del YO con las
diversas instancias que lo gobiernan, y por tanto corresponden a un malogro en
la función del yo, quien, empero, muestra empeño por reconciliar entre sí todas
esas exigencias diversas.
¿Cuáles son las circunstancias y los medios con que el YO logra salir airoso,
sin enfermar, de esos conflictos que indudablemente se presentan siempre? Es
indudable que el desenlace de tales situaciones dependerá de constelaciones
económicas de las aspiraciones en lucha recíproca. Y además: el YO tendrá la
posibilidad de evitar la ruptura hacia cualquiera de los lados deformándose a sí
mismo, consistiendo menos cabos a su unicidad y eventualmente
segmentándose y partiéndose.
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constreñir por la realidad. Tanto Neurosis como Psicosis expresan la rebelión
del Ello contra el mundo exterior, su displacer, y su incapacidad para adaptarse
al apremio de la realidad. Ambas se diferencian mucho más en la 1ra reacción,
que en el subsiguiente ensayo de reparación.
Esa diferencia inicial se expresa en el resultado final del siguiente modo: en la
Neurosis se evita, al modo de una huida, un fragmento de la realidad,
mientras que en la Psicosis se lo reconstruye. O sea, en la psicosis, a la
huida inicial sigue una fase activa de reconstrucción; en la Neurosis, la
obediencia inicial es seguida por un posterior intento de huida. La Neurosis no
desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada ella, la psicosis la
desmiente y procura sustituirla.
A la psicosis se le plantea la tarea de procurarse percepciones tales que
correspondan a la realidad nueva, lo que se logra de la manera más radical por
la vía de la alucinación.
Otra analogía entre Neurosis y Psicosis es que en ambas la tarea que debe
acometerse en el 2do paso fracasa parcialmente, puesto que no puede crearse
un sustituto cabal para la pulsión reprimida (Neurosis) y la subrogación de la
realidad no se deja verter en los moldes de formas satisfactorias. Pero en uno y
otro caso los acentos se distribuyen diversamente.
En la Psicosis, el acento recae íntegramente sobre el 1er paso, que es en sí
patológico y sólo puede llevar a la enfermedad, en la Neurosis, en cambio,
recae en el 2do, el fracaso de la represión, mientras que el 1er paso puede
lograrse y en efecto se logra innumerables veces en el marco de la salud.
Estas diferencias son consecuencia de la diversidad típica en la situación del
conflicto patógeno a saber, que en ella el Yo rinda vasallaje al mundo real o al
Ello.
Tampoco en la Neurosis faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por
otra más acorde al deseo. La posibilidad de ello la da la existencia de un
mundo de la fantasía, este es un ámbito que fue segregado del mundo
exterior real por la instauración del principio de realidad. El mundo de la
fantasía desempeña el mismo papel en la Psicosis, constituye el lugar de donde
se recoge el material para edificar la nueva realidad. Pero el nuevo mundo
exterior, fantástico de la Psicosis quiere reemplazar a la realidad exterior, en
cambio, el de la Neurosis gusta de apuntalarse en un fragmento de la realidad,
le presta un significado particular y un sentido secreto, que llamamos
simbólico. Así para ambas, no solo cuenta el problema de la pérdida de
realidad sino el de un sustituto de realidad.
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En Tres Ensayos de Una teoría Sexual Freud formula la opinión de que cada
estadio del desarrollo de la psicosexualidad ofrece una posibilidad de fijación o
predisposición patológica. En el caso de la paranoia, Freud sostiene que este
punto de fijación ha de buscarse en el tramo entre autoerotismo, narcicismo y
homosexualidad. Freud sostiene la hipótesis que el nucleo de conflicto en la
paranoia masculina, es la fantasia de deseo homosexual, siendo que todas las
variaciones de paranoia pueden resumirse a la contradicción de una sola frase:
“Yo [Un Varón] lo amo [a un varón]”. A esta frase la contradice:
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la represión en tres fases conceptuales: 1) La fijación precursora y
condición de cada represión. La corriente libidinosa respectiva pertenece
al sistema inconsciente como una reprimida. 2) La represión
propiamente dicha: a la represión sucumben los retoños psíquicos de
aquellas pulsiones que primariamente se retrasaron, cuando por su
fortaleciemiento se llega a un conflicto entre ellas y el yo. 3) El retorno
de lo reprimido. Tal irrupción se produce desde el lugar de la fijación y
tiene por contenido una regresión al desarrollo libidinal a ese lugar.
Previa a toda simbolización, hay una etapa donde puede suceder que
parte de la simbolización no se lleve a cabo. Esta primera etapa precede a
toda dialéctica neurótica, fundada en que toda neurosis es una palabra
que se articula, en tanto que lo reprimido y el retorno de lo reprimido son
sólo y una única cosa. Puede suceder entonces que algo primordial en lo
tocante al ser del sujeto no entre en la simbolización, y sea no reprimido,
sino rechazado [Neurosis represión; Psicosis rechazo]
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profundos reordenamientos. Esto se ve a modo de ejemplo en la lengua
fundamental de Schreber. La relación con el mundo es una relación de espejo,
donde hay un acoplamiento con otro que es inseparable de uno mismo. La
estructura subyacente que se presenta es la del estadío del espejo, donde
dentro del delirio, el sujeto recibe del otro su imagen invertida.
Una exigencia del orden simbolico, al no poder ser integrada en lo que ya fue
puesto en juego en el movimiento dialectico en que vivió el sujeto, acarrea una
desagregación en cadena, una sustracción de la trama en el tapiz, que se llama
Delirio.
1) Lacan toma el caso de Dora para ejemplificar que si bien una histérica como
ella, al romperse el cuadrilátero amoroso en el que se hallaba como
participante necesaria, también presentó una reivindicación contra otros (“mi
padre me prostituye entregándome al sr. K para poder estar con la sra. K”)
como ocurre en el delirio de persecusión de la paranoia, sin embargo, Dora no
era una psicótica porque no presentaba ningún trastorno del orden del
lenguaje.
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del conjunto de sus tendencias. Y este amo está a su vez siempre dentro y
fuera, por esto el equilibrio imaginario siempre está marcado por una
inestabilidad fundamental.
3) Para que todo no se reduzca a nada, pero que toda la tela de la relación
lejos, es necesaria la red de naturaleza simbolica que conserva cierta
estabilidad de la imagen en las relaciones humanas.
1) Lacan ubica que la cuestión del ego está siempre presente en la psicosis, ya
que el ego, en su relación con el mundo exterior, está en ella puesto en jaque.
El ego hace surgir en el mundo exterior una señal, destinada a prevenirlo, en
forma de alucinación. Ahora bien, este ego no está sólo, está siempre
acompañado de un “mellizo” que es el Yo Ideal. El caso es que en las psicosis,
ese Yo Ideal habla. Es una fantasía o un fantasma, no al modo del fantasma en
las neurosis, sino más bien una fantasía hablada. Nombra al sujeto, hace eco
de sus pensamientos, lo vigila, nombra a medida que se suceden las acciones
del sujeto, pero esto no se explica por la teoría de lo imaginario y del yo
especular. Los mecanismos de la psicosis no se limitan al registro de lo
imaginario; ahora, ese Yo Ideal mellizo del ego que habla, no es ese otro-reflejo
que amenaza constantemente al yo. El mecanismo imaginario da forma a la
psicosis, pero no da cuenta de su dinámica. Encontramos la nocion de
que mas alla del pequeño otro imaginario, debe admitirse la existencia
otro Otro.
2) Lacan formula como tesis que la realidad está marcada de entrada por el
anonadamiento simbólico. Es estructuralmente necesario postular una
primera etapa primitiva en la cual aparecen en el mundo los significantes en
cuanto tales. Antes de que el niño aprenda a hablar, debe de suponerse que ya
hay significantes que aparecen que son del orden simbolico, como la regla de
ausencia-presencia que plantea Freud en Más Allá del Principio del Placer.
Ahora bien, en este campo de articulación simbólica, es donde se produce lo
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que Lacan denomina, tomando a Freud, como verwerfung. A propósito de la
verwerfung, Freud dice que el sujeto no quería saber nada de la castración,
nisiquiera en el sentido de la represión. Por lo tanto, esto supone otro
mecanismo. La verwerfung se trata del rechazo, de la expulsión, de un
significante primordial a las tinieblas exteriores, significante que a partir de
entonces faltará en ese nivel. Este es el mecanismo primordial que se haya en
la base de la paranoia. Se trata de un proceso primordial de exclusión de un
interior primitivo, que no es el interior del cuerpo, sino el interior de un primer
cuerpo significante.
¿Qué quiere decir significante primordial? Está claro con toda exactitud que no
quiere decir nada. Lacan no cree en modo alguno que haya algún momento o
etapa, en la que el sujeto adquiere primero el singificante primitivo,
introduciéndose luego en el juego de las signidicaciones y después habiéndose
tomado de la mano significante y significado, se entre en el dominio del
discurso. Empero, hay una representación necesaria en la que Freud
avanza.
Apartado 14: El significante, en cuanto tal, no significa nada: Freud tiene esta
fórmula: “Lo que fue rechazado en el interior, reaparece en el exterior”. A lo
Lacan retruca: “Lo que ha sido suprimido en la idea reaparece en lo real” o “Lo
que fue objeto de una verwerfung reaparece en lo real”. ¿Pero que quiere decir
esto?
Lacan explica que durante la prepsicosis, no hay nada que de indicios de que
se esté frente a una neurosis o a una psicosis. En este nivel, frente a un hecho
fortuito, se vive algo cuya índole es la perplejidad. Schreber, frente a la idea
inusitada para él “debe ser muy agradable ser una mujer sufriendo una
acoplamiento”, es presa de extraños presentimientos, es invadido bruscamente
por esa imagen. ¿Cómo situar el limite entre ese momento de confusión y el
momento en que su delirio termino construyendo que el era efectivamente una
mujer, y no cualquier mujer, sino la mujer de Dios? Lacan dice que esto no
basta para ubicar la entrada en la psicosis: El punto esencial es que el delirio
comienza a partir del momento en que la iniciativa viene de otro, con O
mayúscula, en la que la iniciativa está fundada en una actividad subjetiva.
En la psicosis se encuentra manifiestamente el mecanismo del como si, de la
compensación imaginaria del Edipo ausente, que en caso de haberse
constituido le hubiera permitido al sujeto el manejo de la virilidad bajo la forma,
no de la imagen especular, sino del significante, del nombre del padre.
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subrayada de un otro, que como tal, es esencialmente enigmático. El Otro con
mayúscula está excluido en tanto portador de significante. Es tanto más
poderosamenre afirmado, entre el sujeto y él, a nivel del otro con minúscula,
del imaginario. Allí ocurren todos los fenómenos de entre-yo que constituyen lo
aparente en la fenomenología de las psicosis: a nivel del otro sujeto, de ese
que tiene la iniciativa en el delirio.
Es a nivel del entre-yo, vale decir del otro con minúscula, del doble del sujeto,
que es y no es a la vez su yo, donde aparecen palabras que son una especie
de comentario corriente de la existencia. Este fenómeno se ve en el
automatismo mental.
¿Qué ocurre cuando la verdad de la cosa falta, cuando ya no hay nada para
representarla en su verdad, cuando, por ejemplo el registro del padre está
ausente? ¿Qué le queda al sujeto? Le queda una imagen a la que se reduce la
función paterna. Es una imagen que no se inscribe en ninguna dialéctica
triangular, pero cuya función de modelo, de alienación especular, le da pese a
todo al sujeto un punto de enganche que le permite aprehenderse en el plano
imaginario. Esta verdadera desposesión primitiva del significante, será lo que el
sujeto tendrá que cargar, y cuya compensación deberá asumir, a través de una
serie de identificaciones conformistas a personajes que le darán la impresión
de lo que hay que hacer para ser un hombre.
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presenta de golpe, revelandose en su función propia (Agrego yo: El Otro
aparece sin barrar, el sujeto se encuentra a merced del goce de este). Esta
función es la única que retiene al sujeto a nivel del discurso, el cual amenaza
con faltarle por completo y desaparecer.
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apoyamos del mecanismo proyectivo para permitir que el sujeto reactualice los
conflictos reprimidos, infantiles, confrontación con deseo incestuoso nunca
realizado ni disuelto, etc (a través de la actualización de vínculos
transferenciales).
En la psicosis toda facilitación es superflual. La apertura se tiene que dirigir a la
exigencia inversa: hacer sensible al sujeto lo que dentro de esa relación no se
repite, lo diferente que la éste le puede ofrecer, mostrarle lo no experimentado
todavía.
Aquí se intenta que el psicótico no establezca de forma fija esos vínculos. En la
neurosis se busca pasar la neurosis “infantil” por una neurosis de transferencia
para trabajar con ella.
El neurótico puede acomodarse en el registro del ser y el tener, lo que le
permite llevar una “cuenta de lo perdido” (castración). El analista a veces es
puesto en la liga de la persona que lleva esa cuenta. En la psicosis el sujeto ya
asume que es un otro siempre el que le llevas las cuentas y no se permite
cuestionamiento alguno de su sufrimiento su falta, sujeto totalmente
dependiente de las cuentas que lleva el deseo del otro, esclavo de una ley cuya
arbitrareidad se le hace presente: contra eso, precisamente, el psicótico
superada la infancia librará su combate con la esperanza de recursar toda
relación de filiación entre el mismo y la imagen inasumible de un niño
responsable de una esclavitud consentida (¿).
El psicótico tiene el pasado ya armado y asumido, y no hay reinterpretación del
mismo como en la neurosis. Apoyándose de causalidades delirantes, el sujeto
puede tratar de construir un pasado qu le habían prohibido interpretar los
acontecimientos y le habían prohibido rememorar. A la historia no escrita de su
infancia el sujeto la construye, deconstruye, reconstruye en función de los
postulados de su delirio.
El psicótico encuentra al sujeto-supuesto-saber en los padres cuando es niño.
Luego esa figura pasa a un perseguidor externo, porque la realidad ha
mostrado las falencias paternas. Relación de investimiento masivo, por
conflictual que sea, con esos representantes encarnados del poder que son sus
padres, es con ellos y a veces con su sustituto con quienes prosigue y repite su
diálogo.
El psicótico inviste esas figuras en forma masiva y es con ellas que se
relaciona el sujeto.
En el análisis esta la posibilidad de otro tipo de investidura, en la cual se
entabla un dialogo, y ya no es una charla sin “interlocutor” como en el delirio
(donde al sujeto se le imponen los pensamientos como si fueran del Otro
omnisapiente). Es esto lo que posibilita el análisis en la psicosis. Este dialogo
con el otro, el analista, le permite al psicótico también dialogar consigo mismo
y hacerse dueño de sus pensamientos, que antes le era impuesto. Todo esto le
permite sospechas al psicótico que hay relaciones que no son la repetición del
pasado. El analista ocupa la posición del oído del que habla, el analista en el
tiempo de la apertura puede transformar un pensamiento sin destinatario en un
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discurso que uno puede y que él puede oir. Es otro quien escuya un discurso
cuyo destintario es el progenitor, perseguidor, etc, pero la presencia de una
escucha nueva pasa a garantizar al sujeto que esto otro que dice forma de
nuevo parte de lo oíble, de lo investible por otro. El neurótica no demanda esta
seguridad, en la psicosis es la que funda la posibilidad de una relación de
investimiento.
La posición del oído del sujeto que habla. Cualesquiera que fueren las
proyecciones que por el camino se produzcan sobre nuestra persona, el
investimiento del encuentro y de la relación por parte del psicótico tiene como
condición primera su encuentro con uan función de él mismo, recuperada, su
función escuchante de su propio discurso. El encuentro con el analista
pued representar una escucha que le permite separar de nuevo lo que él
piensa de lo que le fuerzan a pensar.
Algo característico en la psicosis es la reducción máxima, sino la abolición, de
la sitancia que debiera separar la realidad y la realidad psíquica, las exigencias
de la primera y de la segunda.
Nada se lograra en el tratamiento del psicótico si no logramos que crea que ese
espacio de análisis no es idéntico al espacio que antes lo determinaba, ese
espacio signado por el Otro, incuestionable.
Apartado 16: Secretarios del Alienado: Lacan plantea el lugar del analista en el
tratamiento de las psicosis como “un secretario del alienado” que toma al pié de
la letra lo que el psicótico dice. (Lo que siempre se recomendó no hacer)
Propone que se obtiene algo mucho más vivaz si en lugar de tratar de
determinar si las alucinaciones son verbales, sensoriales o no sensoriales,
simplemente se escucha al sujeto.
Por perturbada que pueda estar la relación del psicótico con la realidad, su
testimonio es cabal y meramente original. Si se sabe escuchar el delirio de las
psicosis alucinatorias, se manifiesta una relación muy especifica del sujeto
respecto al conjunto del sistema del lenguaje en sus diferentes ordenes. En el
discurso de este sujeto, el mismo da fe efectivamente de cierto viraje en
relación con el lenguaje, que se puede llamar erotización o pasivizacion.
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Metodológicamente, entonces el analista tiene derecho de aceptar el testimonio
del alienado sobre su posición respecto al lenguaje y se lo debe tomar en
cuenta en el análisis del conjunto de las relaciones del sujeto con el lenguaje.
Para saber qué decimos cuando decimos, por ejemplo, que en la psicosis algo
llega a faltar en la relación del sujeto con la realidad, debemos limitar la
perspectiva, el plano, la dimensión propia de la relación del sujeto con el
significante. Se trata, en efecto, de una realidad estructurada por la presencia
de cierto significante que es heredado, transmitido por el hecho de que
alrededor del sujeto se habla (Es cuando la madre dice “va a ser enérgico, mirá
como patea” “Es X cosa, mirá como hace”, blablá)
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Lacan expresa que cuando se toma a prepsicoticos en el análisis el resultado
siempre es el de una psicosis, ya que cuando el análisis se pone arduo, la
tarea que se le enfrenta al ser es la de tomar la palabra (agrego yo: tarea
imposible, ya que hay una falla estructural a nivel simbolico). Existe un
desfallecimiento del sujeto en el momento de abordar la palabra verdadera, el
cual sitúa la entrada en el fenómeno crítico, en la fase inaugural de la psicosis.
La autora toma de ejemplo un caso clínico de una mujer psicótica con delirio de
persecución, cuyo cuadro se ve actualmente estabilizado por verse su relación
con la realidad bastante restablecida. Es una psicosis revelada de 12 años de
tratamiento, con automatismo mental marcado. Dicha estabilización fue dada
bajo transferencia.
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un acoplamiento doble en la figura del analista y del perseguidor, por lo que no
puede hablarse tampoco de fin de análisis.
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