Raúl Ferrero R.
PARTE II
DERECHO CONSTITUCIONAL
GENERAL
Ingresó a la docencia, a la cual fue llamado por Raúl Porras Barrenechea, a los 19
años de edad, ejerciéndola hasta el final de sus días. Publicó libros y ensayos a
muy temprana edad. Estudió en el Colegio La Recoleta, la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue Doctor en
Historia y Letras (1934); Doctor en Ciencias Políticas y Abogado (1937); Decano
de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (1960-
1963); Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Lima (19621963); Presidente
del Consejo de Ministros, Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro de Hacienda
(1967-1968); Presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas;
Presidente de la Comisión Nacional de Salario Mínimo Vital; Miembro de la Corte
Permanente de Arbitraje en La Haya y Representante del Perú en conferencias y
asambleas internacionales.
Este volumen constituye la obra capital del autor sobre Derecho Político, al cual
dedicó gran parte de su vida. Fue escrita durante la vigencia de la Constitución de
1933, el Código Civil de 1936 y demás disposiciones legales dictadas hasta 1977.
Asimismo, cuando aÚn existían la Unión Soviética y los demás regímenes
comunistas que, como se verá, reiteradamente son tratados en este libro. Es por
eso que para la presente edición se han hecho algunas notas de actualización en
aquellos lugares en que se ha creído imprescindible hacerla, con el fin de explicar
algunos cambios legislativos e históricos del acontecer mundial. Dicha
actualización, así como los índices onomástica y analítico, incluidos también en la
obra, han estado a cargo del señor Carlos Atocsa García.
El Editor
PROLOGO
PREFACIO
Las fuentes del comportamiento humano son analizadas modernamente por
la sociología, sobre todo a partir de Max Weber, Marcuse y Robert Waelder.
Ante el avance de la corriente sociologista, la historia y el derecho se ven
invadidos y sujetos a un verdadero proceso para justificar su valor. El
aparato estatal, represivo por naturaleza inevitable, sufre los embates del
ideal de liberación, ahora en lo alto de la ola. La investigación científica
penetra más allá del sojuzgamiento, de hoy y de ayer, es decir, del cúmulo
de verdades ahogadas por la represión de antes y por el populismo de cuño
actual que se torna agresivo en la réplica histórica.
Durante siglos se dio al conocimiento del Estado un perfil jurídico; inclusive los
fundamentos del poder y los fenómenos de relación que determinan los
cambios fueron explicados bajo denominaciones jurídicas. No se advirtió con
claridad que las instituciones reposan sobre la base fluida de fuerzas sociales y
cambios políticos. Pero hoy que las construcciones formales se agrietan o
estallan, lo normativo aparece como el precipitado de las tensiones sociales y
el poder se exhibe rotundamente como fuente del derecho. La actual
organización política y jurídica tiene sus raíces en el jusnaturalismo de los
siglos XVIII y XIX Y en el pensamiento racionalista. Desde hace algunas
décadas ha entrado en revisión. Los poderes reales, que son actualmente los
sindicatos, la fuerza armada, los partidos políticos, los grupos de interés, han
sido develados como causa de la transformación de la estructura del Estado. El
conocimiento científico ya no los somete a una conceptualización creciente.
Dado que existe una pluralidad de ciencias que estudian el Estado, la demarcación
del ámbito propio de cada una de ellas se hace necesaria. La presente obra aspira
a describir todos los factores que explican la esencia, la organización y el
funcionamiento del Estado. Ello significa ideas políticas, instituciones políticas, y
vida política. A las ideas corresponde la teoría del Estado, a las instituciones, el
derecho constitucional, y a la vida real, la sociología política. Debe advertirse que
es esta última la que se denomina en sentido estricto ciencia política. La expresión
ciencia política es aplicada también como equivalente de Ciencia del Estado, para
comprender globalmente todos los conocimientos referentes a éste, o sea las. tres
disciplinas mencionadas.
_____________________________________________
Plano
filosófico: TEORlA DEL ESTADO (ideas políticas)
----------------------------------------------------------------------------
Plano DERECHO
jurídico: CONSTITUCIONAL (instituciones políticas)
-----------------------------------------------------------------------------
Plano
sociológico: CIENCIA POLITICA (vida política)
----------------------------------------------------------------------------
DERECHO CONSTITUCIONAL
CIENCIA POLÍTICA
Distinguiendo entre teoría del Estado y ciencia política, repetiremos que esta última
es la ciencia del poder; de los hechos y no de los principios. La teoría del Estado
se propone desentrañar la esencia del Estado, o sea lo que éste tiene de
permanente, aquello que le confiere identidad. Pero, dado que existe una conexión
indisoluble entre lo teórico y lo práctico, la actitud teórica no alcanza a
desprenderse de los factores reales para cobrar una autonomía radical. Por eso,
en todo estudio doctrinario sobre el Estado advertimos la presencia, o cuando
menos la referencia ilustrativa, de hechos reales, con valoración política. De este
modo, la ciencia política, que es de naturaleza sociológica, se entrelaza con la
teoría del Estado, que es filosófica, y con el derecho constitucional, que es jurídico-
positivo, para damos una valiosa explicación de la dinámica del Estado, o sea de
los grupos que lo dominan. La evaluación hecha por la ciencia política es útil
particularmente a los países en desarrollo para la adopción de una política de
mejoramiento social y de reforma o sustitución de estructuras.
También debe distinguirse entre la política, que es acción práctica, disputa del
poder, y la ciencia política, que es conocimiento reflexivo del objeto de la
política. Ni la teoría del Estado ni el derecho constitucional pueden hacer
abstracción del acontecer real, de esa "vida estructurada en que consiste el
Estado" como anotó Hermann Heller. Por eso, el ser y el deber ser no pueden
ser totalmente emancipados; cuando se pretende hacerlo, nos encontramos
con que todo lo estatal se ha volatilizado y flotamos en la vaguedad.
El trasfondo económico y social, antes ignorado por los expositores políticos, aflora
modernamente con interés avasallador. Se analiza el papel que cumplen los
sindicatos, la Fuerza Armada, los medios de comunicación o información (prensa,
radio, televisión), la Iglesia, los grupos de presión, los electores, la opinión pública.
Toda la política ha entrado en crisis y sus fundamentos doctrinario s son revisados
hasta llegar a posiciones anárquicas. En algunos países la opinión se divide por
mitades, determinando gobiernos precarios, o de indefinición obligada. Por
doquiera se indaga e impugna respecto de la alienación, del burocratismo, de la
tecnocracia privilegiada, de los mecanismos de poder, de la
dominación y del "poder popular". La redistribución de la renta nacional
entre los diversos sectores, la conducción de masas, la fabricación de mitos,
la estrategia revolucionaria, la prioridad de acumulación de capital nacional,
las aspiraciones a una justicia social real, las superestructuras y la
correlación entre el poder y el status de diversos grupos, todo ello ha
determinado una movilización del interés intelectual, dirigida a desmontar la
teorización abstracta. Claro está que tal inflación sociológica, acompañada
casi siempre del uso de un lenguaje esotérico, ocasiona distorsiones de la
realidad y de las ideologías, pero el cúmulo de observaciones y
planteamientos inquietantes resulta sumamente útil para hallar la verdad.
El proceso de cambios que vive nuestra época, así como la crisis estructural
que sufre el Estado, confieren especial importancia al estudio del fenómeno
político. La incertidumbre y la caducidad erosionan los valores en que se funda
la democracia, salvo dos ideas claves que permanecen vigentes: el respeto a la
persona humana y el bien común. Del orden antiguo, algunas de cuyas
instituciones sobreviven por su importancia, el radicalismo revolucionario quiere
extirpar todo. El fundamento atendible para muchos es el de que gran parte de
la humanidad no encuentra en la democracia la vía que permita salir del
subdesarrollo y de la injusticia económica. El propio Toynbee ha admitido que la
democracia formal resulta un lujo para los países no desarrollados.
Los temas del tercer grupo corresponden a la ciencia política, que estudia el
fenómeno político, o sea la llamada "Dinámica del Estado", que constituye la
composición de fuerzas políticas, ya que el devenir estatal fluye continuamente
por acción de la disputa del poder, aunque dentro del cauce de un orden.
Como se ve, la temática política es tan amplia que resulta casi enciclopédica.
De ahí que sea estudiada bajo denominaciones diversas, según la tradición
universitaria en los principales países que cultivan dicho conocimiento. Si bien
las disciplinas atañederas a lo político tienen un mismo objeto de conocimiento,
el Estado, cada uno lo estudia desde un centro de interés distinto. Sus áreas
materiales se entrecruzan en parte, pues son numerosos los contactos, pero
conviene mantener separados, en lo posible, los respectivos contenidos, no
sólo por necesidad metodológica sino también por el rigor conceptual, sin
perder de vista la unidad del fenómeno Estado. Tal como advierte Burdeau, la
ciencia política global es algo más que la denominación común de un conjunto
de disciplinas especializadas, todas ellas relativas al Estado. Es un haz o tallo
que aceptamos porque tenemos conciencia de que "todo estudio aislado de los
elementos sociales es necesariamente irracional y estéril", como aseveró
Comte; a su vez, las constituciones son representaciones que idealizan y
educan, que construyen conductas reales por la disposición sociológica de los
gobernados. La diferencia entre los textos legales y la realidad, así como entre
el "país legal" y el "país real" es visible en el mundo entero, sobre todo en
materia de vigencia de los derechos humanos. Existen los hechos y las
máscaras; el constitucionalista analiza las reglas y el politólogo los regímenes,
profundizando en la estratificación social.
Los problemas que plantean las instituciones políticas de un país son tan
numerosos como los que resuelven; de ahí que el politólogo o científico político
analice más el comportamiento social que las soluciones ideadas por los
autores de cada Constitución. Los problemas que plantea el gobierno de cada
grupo humano aparecen resueltos en los textos, pero en la realidad los
fenómenos políticos son sumamente complejos, múltiples e inextricablemente
unidos. Remontarse hasta la razón de ser de cada institución política significa
realizar un análisis de su finalidad y una profundización de su comportamiento
real. Pero, al analizar este funcionamiento efectivo, cada observador incurre
inevitablemente en subjetividad, pues no puede aislarse de las preocupaciones
imperantes en su momento. La ciencia política realiza una investigación
empírica neutra hasta donde ello sea posible. El analista se esfuerza por
no ser inducido, por eludir los tabús y las corrientes en boga, puesto que
debe demostrar que todo esto que se supone eterno, "dura lo que una
fiebre o una depresión". Lo cuerdo es despejar la "falsa realidad", o sea
aquélla presentada por la crítica de moda, y analizar la realidad sin
prejuicios. Para hacer predicciones corresponde construir el templo y no
los dioses efímeros que en él veneran, tal como anota Burdeau.
CAPITULO I
EL PODER POLÍTICO
Naturaleza del Poder.- La política como lucha por el poder y como función social
que organiza el grupo.- Función de dirección, de especialización y de coacción.
Necesidad del Estado.- Poder de hecho y Poder de derecho.- Politicidad esencial
del Estado; derecho y política.- La política, ciencia de gobierno y arte de
gobierno.- El poder y la sociedad de masas.- Relación del orden, el poder
y la libertad.- La revolución y el movimiento.
Para Burdeau, el Poder es una fuerza al servicio de una idea. "Es una fuerza
nacida de la voluntad social preponderante, destinada a conducir el grupo hacia
un orden que estima benéfico y, llegado el caso, capaz de imponer a los
miembros los comportamientos que esta búsqueda exige". La coacción que el
Poder ejerce en todo grupo social, así como el derecho de la colectividad a
imponer normas, constituyen hechos evidentes y constantes, más allá de las
justificaciones que se buscan para razonados. La fuerza de que dispone el
Estado es tan ostensible que domina por simple demostración, sin que el Poder
necesite recurrir a ella en la generalidad de los casos.
FUNCIÓN DE DIRECCIÓN
FUNCIÓN DE ESPECIALIZACIÓN
FUNCIÓN DE COACCIÓN
La función compulsiva del Poder es, sin duda, la que más impresiona y la más
visible. De otro lado, es casi imposible concebir el derecho sin la nota de
coercitividad, en virtud de la cual la norma se impone independientemente de la
voluntad de los obligados, pues la regulación jurídica es inexorable y no depende
del acuerdo con el sujeto. Es por ello que generalmente concebimos el Estado
como un aparato coactivo, aunque sustancialmente su función es de dirección.
Dada la naturaleza del hombre, que obedece normalmente a estímulos egoístas,
no basta que el Poder establezca un orden sino que debe imponerlo en muchos
casos por la fuerza. Por lo común, el Poder no necesita emplear la fuerza porque,
conociendo los asociados que ella es incontrastable, obedecen las normas
respaldadas por los medios de compulsión que el Poder ejercita en caso de
resistencia. El empleo de la coacción sólo es necesario cuando hay infractores del
orden jurídico, lo que es menos frecuente en los pueblos de cultura homogénea.
Pese al progreso material logrado, y en parte por efecto del mismo, el tipo actual
de nuestra civilización hace cada día más necesaria la función coactiva del Poder,
en razón de la creciente agresividad antisocial.
La "Razón del Estado" es la máxima del obrar político, la ley motor del
Estado, a fin de mantenerlo vigoroso. Pueden los políticos discrepar en
cuanto a los medios para alcanzar los objetivos del Estado, pues en cada
momento histórico hay una línea ideal de obrar, o sea una razón de Estado
ideal. Pero, junto al valor del bien del Estado, existen otros valores elevados
que también piden para sí una vigencia incondicionada, como son la moral y
la idea del Derecho. En último término, el poder mismo puede verse
amenazado por el quebrantamiento de los valores morales y jurídicos.
Querer huir de la política es como pretender huir del Estado, dice Carl
Schmitt, dado que la comunidad nacional nos envuelve y nos afecta en una
totalidad en la que entrecruzan la administración, la economía, la moral y el
poder. El fenómeno político guarda relación con el fenómeno económico, el
demográfico y otros, que pueden ser anteriores, concomitantes o
subsiguientes, pero siempre es motor de una colectividad el poder por el
poder, la voluntad de dominio. De ahí la importancia de integrar el mando en
un orden moral para evitar la opresión.
La política está constituida por puntos de vista sobre la justicia. Los
partidos y los grupos presionan en el sentido de aquello que consideran
justo, aunque no lo sea objetivamente.
La política actual se nutre de un sustrato ideológico y todo obrar tiene tras de sí,
más o menos conscientemente, un pensamiento. La noción ideológica según la
cual se organiza jurídicamente ~a convivencia social, es llamada "fórmula política",
inspirada en una concepción capital sobre el modo de relación que debe existir
entre la sociedad y los individuos. Por eso, hablamos de sistemas políticos
liberales, socialistas, comunistas, etc. Claro estáque, unas veces, son las ideas las
que determinan los hechos políticos, y otras veces son éstos los que toman como
tributarias a las ideas, en un proceso de interacción.
Nuestra época es una transición del Estado liberal al Estado social, siendo
perceptible una mayor participación del pueblo en el poder. Se quiere pasar de
la democracia gobernada a la democracia gobernante. Las construcciones
formales están cambiando su contenido, para no quedar vacías de verdad.
Tanto el pensamiento del derecho natural del siglo XVIII como el derecho
racional de Kant, concibieron una organización estatal con raíces
individualistas. Pero a partir de la Primera Guerra Mundial, se hizo patente que
los partidos políticos, los sindicatos y los grupos de presión iban operando con
un dinamismo que debilitaba lo formal del derecho. Todo ello se ha acentuado
notablemente desde que los sindicatos de masas, las Iglesias, el poder militar y
la tecnocracia han gravitado claramente sobre la vida del Estado.
LA REVOLUCIÓN Y EL MOVIMIENTO
CAPITULO II
ESTADO y SOCIEDAD
Pueblo, territorio y poder son los tres elementos del Estado. Si se añade que el
poder existe para realizar el bien común, la definición se completa. Algunos
autores consideran como un cuarto elemento el ordenamiento jurídico, pero
nosotros creemos que tal arquitectura de normas es la producción del Estado, a la
vez que el sistema que lo estructura. Refleja la voluntad que dicta las normas, es
decir, el Poder. Esencialmente, el Estado es poder, impuesto inicialmente y más
tarde institucionalizado. Derecho y Estado se entremezclan y se suponen
recíprocamente. Los actos coactivos que caracterizan al Derecho y al Estado son
los mismos. El Estado, como dice Del Vecchio, puede concebirse en dos formas:
1° Como unidad de un sistema jurídico que tiene vigor positivo, o sea que
puede ser impuesto por la fuerza;
2° Como sujeto invisible pero real de ese mismo orden jurídico.
ORIGEN DE LA DENOMINACIÓN "ESTADO"
Los elementos humanos más próximos del Estado no son los individuos,
puesto que la sociedad no es un agregado de átomos, sino las comunidades
locales y las familias. Se ha constituido históricamente por la asociación de los
grupos naturales, o sea familia y comunidades locales, las cuales formaron un
grupo superior en cuyo desarrollo se fueron distinguiendo las funciones que
hacen necesario el Poder, que son básicamente las siguientes:
Entre las diversas teorías sobre el origen del Estado, merecen especial estudio
las cuatro siguientes: la teoría organicista, la teoría de la lucha de clases, la
teoría del contrato social y la teoría de la naturaleza social del hombre.
TEORÍA ORGANICISTA
En la obra citada, Engels afirma: "No faltaba más que una cosa; una institución que
no sólo asegurase las nuevas riquezas de los individuos contra las tradiciones
comunistas de la organización de la gens, que no sólo consagrase la propiedad
individual tan poco estimada previamente e hiciese de esta santificación el fin más
elevado de la sociedad humana, sino que, además, legitimase en nombre de la
sociedad en general las nuevas formas de adquirir la propiedad que se
desarrollasen unas después de otras, es decir, el crecimiento cada vez más
acelerado de las riquezas; en una palabra, una institución que no sólo perpetuase
la naciente división de la sociedad en clases, sino también el derecho de la clase
poseedora de explotar a la que no poseyese nada, y la preponderancia de la
primera sobre la segunda"... "Y se inventó el Estado".
Sin conexión ideológica con Engels y Marx, algunos sociólogos con invocación
a cierta antropología arbitraria, han basado la diferenciación política en la raza
y en las predisposiciones individuales heredadas. Gumplowicz en el siglo
pasado y Franz Oppenheimer en el actual han asegurado que el Estado es una
institución social impuesta por un grupo victorioso de hombres a una estirpe
vencida, con el único fin de regular la dominación y precaverse contra
rebeliones internas. Posteriormente, estas diferencias de raza se han
transformado en diferencias de clase. El Estado, para dichos autores, es un
instrumento de opresión clasista. Al igual que Marx, Oppenheimer sostuvo que,
al desaparecer la expoliación de una clase por otra, desaparecerá también el
Estado para ser reemplazado por una sociedad de libre armonía.
Hobbes, el gran teórico del absolutismo, parte del supuesto de que el hombre es
un ser anti-social, lo que ha hecho necesario el Estado como autoridad
omnipotente e incontrastable, nacida del temor. Los hombres lo han establecido
para asegurar un orden que sustituyera el estado natural de la sociedad, que es
el de una lucha implacable: "horno homini lupus". El hombre primitivo se vio
ante la disyuntiva de la anarquía o la autoridad absoluta del Estado y convino
en admitir esa autoridad como precio necesario para su seguridad. El hombre,
animal egoísta, nada sabe de lo que es justo e injusto; obedece a sus naturales
apetitos y aversiones, lo que determinaría un estado permanente de lucha si no
se hubiera conferido la autoridad suprema al Estado, al que los hombres
obedecen porque cuenta con fuerza para obligarles.
Rousseau se pregunta por qué el hombre está por todas partes encadenado, o
sea, sometido a una disciplina social. Del estado natural de libertad, ha pasado
al estado de sujeción por virtud del pacto social, cuyas cláusulas se reducen a
una sola, a saber: "la enajenación total de cada asociado, con todos sus
derechos, a la comunidad". En compensación, el hombre ha recibido la libertad
civil, que si bien es más restringida, es también mucho más eficaz, puesto que
está garantizada por la voluntad general. Como quiera que el hombre ha
consentido en perder su libertad natural, "la obediencia a la ley que uno se ha
prescrito es libertad". Sólo un convenio, dice Rousseau, es capaz de constituir
un pueblo, o sea un cuerpo moral y colectivo, dotado de personalidad.
En otro pasaje dice que "el tránsito del estado de naturaleza al estado civil
produce en el hombre un cambio muy notable, sustituyendo en su conducta la
justicia al instinto y dando a sus acciones la moralidad de que antes carecían. ..
Por más que se prive en este estado de muchas ventajas que recibe de la
naturaleza, gana otras muy considerables, sus facultades se ejercitan y
desarrollan, sus ideas se amplían, sus sentimientos se ennoblecen, y su
alma entera se eleva a tal punto que, si los abusos de esta nueva condición
no lo degradasen a menudo por debajo de aquélla que antes tenía, debería
bendecir sin cesar el feliz instante que lo arrancó de ella para siempre y que,
de un animal torpe y limitado, lo hizo un ser inteligente y un hombre".
Tal como afirma Mac Iver, en El tejido del gobierno, la democracia consiste
precisamente en la distinción entre la sociedad y Estado como planteamiento
constitucional, o sea, en el control del Estado por la comunidad. No radica en el
predominio de la masa sino en la soberanía del electorado pacífico y en el
respeto recíproco de los derechos de gobernados y gobierno.
RELACIÓN DE LOS CONCEPTOS ESTADO, NACIÓN y PATRIA
El Estado puede existir tanto cuando el pueblo constituye una nación
como cuando pertenece a diversas nacionalidades. Pero, ordinariamente,
la nación es el medio social en el que se produce el hecho Estado. Entre
los conceptos Estado y Nación hay un paralelismo y no una
identificación, pues el uno es concepto jurídico y el otro es sociológico.
NACIONALISMO y AUTODETERMINACIÓN
Vemos, por tanto, que más allá de los elementos perceptibles en la textura de
un Estado existe una proyección ideal que atrae emociona1mente. Dicha flama
es el nacionalismo, en el cual no es propio mirar una doctrina o una ideología, sino
un combustible muy activo, cuya poliva1encia le permite robustecer y viabi1izar
toda ideología. Así como es el motor principal para la liberación de los pueblos
independientes, también nutre la vocación de predominio de las naciones
poderosas. Además, sublimando el egoísmo nacional para profundizar los vínculos
entre pueblos afines, forja conciencias colectivas de mayor amplitud, tales como el
incipiente nacionalismo latinoamericano o la conciencia integracionista de Europa
Occidental. Es notable el caso del nacionalismo árabe, que fusiona varias
conciencias nacionales unidas por una tenaz adhesión al Islam, por la identidad
étnica y por el antagonismo hacia Israel.
Como quiera que el ordenamiento jurídico no existe por sí, puesto que es un
sistema dado por alguien, se impone por lógica la personalidad jurídica del Estado,
que hace de él un sujeto de Derecho, comprensivo tanto del pueblo como de la
autoridad. Tal concepción se basa en el supuesto de que por sobre los
gobernantes y los gobernados existe otra persona que los comprende
integralmente. El pueblo y el poder constituyen así una personalidad con
fundamento territorial. Como característica de esta personalidad integral, se tiene
la existencia de normas jurídicas conforme a las cuales, en lugar del querer y el
obrar de los individuos, quiere y obra un sujeto de derecho independizado.
Hasta hace poco no se vio con claridad la personalidad del Estado. Más
aún, en los pueblos anglosajones se hizo de la Corona el centro de
imputación de los actos estatales, atendiendo a que la realidad substante
son los individuos y a que no es fácil abstraer el Estado.
El propio Rousseau, para tratar del poder recurrió a la palabra príncipe o
soberano, como lo habían hecho Bodin y Maquiavelo a comienzos de la edad
moderna. Pero actualmente los estudios permiten afirmar la sociedad como
realidad natural dotada de soberanía en el Estado. La realidad del Estado se
aprehende a través de los sentidos, concretada en grupos de hombres y en
normas jurídicas a las que la Constitución vino a dar el sentido de un todo.
En su obra Política, Aristóteles define el Estado como una comunidad
perfecta y soberana. En dicha definición, como observa Sampay, la palabra
comunidad es el género próximo y la palabra soberanía la diferencia
específica. El bien común, propósito que cohesiona y estabiliza a los
hombres reunidos, confiere a la comunidad política atributos de suficiencia,
puesto que posee un ordenamiento jurídico propio y autárquico. Esta nota
de autarkeia, cualidad o estado de bastarse a sí mismo, lo hace una unidad
independiente y capaz de lograr el bien de los hombres, que les proporciona
el medio social necesario para que alcancen a realizar su destino.
El Estado existe como algo real, pero es visto como un ser de derecho. Una
vez definido como "la colectividad humana que, sobre un territorio determinado,
obedece a una autoridad independiente, encargada de realizar el bien común",
resulta claro que sólo mediante el derecho logra coordinar la actividad de todos sus
componentes. En efecto, la primera necesidad y el primer fin de una sociedad
organizada, es asegurar un mínimo de justicia que haga posible la convivencia del
grupo humano. De esta manera, el Estado entidad a la que compete decir el
derecho y realizar su ejecución, viene a ser el organismo fundamental de la vida
jurídica y regulador natural. Por tanto, el Estado actúa como persona jurídica, la
primera de todas, ya que, además de poseer derechos y deberes que le son
peculiares, protege el ejercicio de los derechos privados.
Entramos así en otra particularidad característica del Estado y que revela mejor
aún la individualidad que posee independientemente de sus componentes: la
permanencia. La continuidad del Estado deriva del hecho de que es una
entidad que dura a través de las generaciones que son su substrato humano, y
prescindiendo de las variaciones de su territorio, que es su elemento espacial.
Lo mismo sucede con su organización, pues el Estado subsiste el mismo a
pesar de que continuamente cambian sus gobernantes y se alteran sus
organismos. El Estado tiene una duración indefinida y continua, en tanto que
dentro de él cambian los individuos y se renuevan las formas estructurales.
Como persona moral, el Estado es uno, pues ningún ser, ya sea físico o moral,
puede tener dos personalidades. Sin embargo, conforme ha venido aumentando la
ingerencia del Estado en la esfera de los bienes y servicios, se ha configurado la
concepción de la doble personalidad del Estado, una de derecho público y otra de
derecho privado. Cuando el Estado adquiere bienes, contrata empréstitos y
contrae obligaciones puramente civiles, se somete al derecho privado, para no
abusar de su superioridad jurídica. Pero, no por imponerse esta limitación, deja de
ser el poder público, tanto cuando imparte órdenes, o sea por
vía de imperio, como cuando actúa en el comercio jurídico, o sea por vía
de gestión.
Tal distinción entre sus actos de soberanía y sus actos de gestión privada, o
sea entre actos jure imperii y actos jure gestionis, ha sido concebida para
garantizar el derecho de los particulares que pactan obligaciones
patrimoniales con el Estado. Pero éste no pierde nunca su calidad de Poder,
o sea de persona de derecho público, pues cuando actúa en la esfera del
derecho privado goza de una condición privilegiada, tanto para la forma de
sus actos como para su defensa en juicio, como lo prueba el que no pueda
ordenarse ejecución contra la Hacienda Pública.
CAPITULO IV
NACIONALIDAD
CARACTERES DE LA NACIONALIDAD
Salvo casos excepcionales, toda persona tiene una nacionalidad y nadie debe
poseer más de una. La existencia de persona de varias nacionalidades o sin
nacionalidad alguna es anormal y representa una fuente de conflictos. A pesar
de los congresos internacionales que han tratado de dar una nacionalidad a
todo ser humano, subsiste un gran número de apátridas.
NACIONALIDAD DE ORIGEN
Son tres los sistemas según los cuales se atribuye la nacionalidad originaria: el
ius sali o principio territorial, el ius sanguinis o principio personal, y el sistema
mixta. El ius sali atribuye la nacionalidad por razón del nacimiento en el
territorio. Los países de población escasa son los más adictos a este principio,
aplicado en todos los Estados de nuestro continente en forma absoluta. El ius
sanguinis determina la nacionalidad por razón de filiación; los hijos heredan la
nacionalidad de los padres. Generalmente, este derecho de sangre es aplicado
por los países con unidad racial. Los Estados europeos, con excepción de
Portugal, lo siguen de modo preferente.
NACIONALIDAD DERIVADA
Existe disparidad en cuanto a los efectos que surte la naturalización, pues son
muy pocos los países que la extienden a los hijos del optan te; la mayor parte
limita el otorgamiento de la nacionalidad únicamente al individuo. El Derecho
Romano distinguía dos clases de ciudadanía: la mayor, civis optimo vire, que
suponía derechos políticos y civiles, y la menor, civis non optimo vire, que
comprendía únicamente los derechos civiles y era concedida a los extranjeros.
En la primera, distinguía entre los nacidos y los naturalizados, tal como sucede
en algunos países, como el nuestro, que exigen el requisito de nacionalidad por
nacimiento para la representación parlamentaria y otras funciones.
El pueblo aparece como objeto y sujeto del poder, pues lo obedece a la vez
que lo sustenta. Como objeto de la autoridad del Estado, el pueblo está
sometido a la voluntad de éste, pero como sujeto del poder público se
muestra titular de la soberanía. Ello significa que cada hombre participa en
la formación de la voluntad común y afirma su subjetividad jurídica frente al
Estado y hasta su oposición a él si se considera atropellado.
En cada adulto nacional hay, por tanto, una doble condición: la de súbdito y la
de ciudadano. En cuanto lo primero, debe obediencia al Estado y en cuanto lo
segundo participa en la formación de la voluntad política. La voluntad popular
es acogida en construcciones constitucionales muy diversas, sin que pueda
afirmarse que existe el régimen perfecto. Dado que todo sistema político es
defectuoso, los partidarios de una u otra forma de gobierno, más que
enaltecer la bondad del propio régimen, subrayan las sombras del régimen
opuesto. Se podría decir, tal como se viene afirmando desde antiguo, que la
inteligencia se ve obligada, simplemente, a escoger el mal menor. Hoyes
innegable que las formas políticas evolucionan hacia modos de participación
popular, por lo menos bajo la influencia de la opinión pública. De los
sistemas de democracia gobernada, características del mundo hasta la
Primera Guerra Mundial, se ha pasado al de una democracia gobernante, al
menos en los pueblos desarrollados culturalmente. El civismo, que se
fundamenta en la concepción humanista bien entendida, permite identificar
a gobernantes y gobernados, transformando la obediencia a la ley en una
virtud: la cooperación. Así, el dualismo súbdito ciudadano refleja
armoniosamente la oposición entre el hombre individual y el hombre social.
LA VOLUNTAD POPULAR
Todos los regímenes políticos invocan la voluntad popular como fuente del
poder, pero difieren en cuanto a la participación real del pueblo en las
decisiones. Reaccionando contra defectos cada vez más visibles, en las
últimas décadas se viene propugnando una mutación en la estructura
política bajo el lema de participación. Se estima que ni la democracia
representativa ni la democracia marxista franquean al pueblo una verdadera
participación en el gobierno. Débese a Burdeau un profundo estudio sobre
el poder abierto y el poder cerrado, así como sobre lo que entienden como
voluntad popular los sistemas marxistas y los occidentales. En la realidad, el
pueblo sigue a sus conductores y es la voluntad de éstos la que concreta,
de modo no siempre auténtico, el anhelo de las masas.
En meditado estudio, el profesor Burdeau traza los caracteres del poder abierto
y del poder cerrado. El primero existe en aquellas democracias representativas
que practican el juego leal de sus instituciones; el segundo, en las democracias
populares, a las que califica como de "obediencia marxista". En el sistema de
poder abierto, la voluntad popular es el sostén de los gobiernos, pero éstos
admiten la posibilidad de que la oposición gane más tarde la mayoría, en
cuyo caso le corresponde acceder al mando. El poder se halla abierto a las
aspiraciones presentes del pueblo y también a los cambios que pueden
transformar en el futuro la voluntad de la mayoría. Existen sectores en pro
yen contra, un consenso de respeto por las garantías constitucionales y libre
ejercicio del sufragio. La alternativa en el mando es siempre una posibilidad.
CAPITULO V
Sobre el carácter del territorio existen tres teorías: la del territorio sujeto, la
del territorio objeto y la del territorio como marco de competencia. Hay
parcialidad en la visión exclusiva desde cualquiera de estos ángulos, pues,
según sea la posición que se adopte, el territorio aparece únicamente como
parte integrante de la personalidad del Estado, o como instrumento y
propiedad de éste, o como simple frontera de su actividad. Lo acertado es
no escindir tales consideraciones, pues el territorio participa, al menos en
cuanto construcción técnica, de los tres caracteres. Por eso se le ha
comparado con el organismo humano, el cual es, a la vez, componente del
sujeto personal, materia dominada por éste y contorno de la personalidad. A
continuación, analizamos los tres enfoques relativos al papel del territorio en
el Estado: territorio-sujeto, territorio-objeto y territorio límite.
Como persona jurídica, puede el Estado poseer bienes que no sean de uso
público y que se hallan sometidos a las normas de derecho privado.
Pertenecen al Estado los bienes de uso público, las playas, las tierras públicas,
o sea aquéllas que no han tenido dueño o que han sido abandonadas, el mar
adyacente, su fondo y su subsuelo, las minas, los bosques, las fuentes
naturales de riqueza antes de su concesión, los ríos y demás aguas corrientes,
así como los lagos y los respectivos cauces y álveos. Los bienes de uso público
son inalienables e imprescriptibles. Pero el Estado puede desvincular del uso
público un terreno que ya no presta utilidad y transferido a su dominio privado,
como en el caso de un camino antiguo. Una vez desafectado, el bien es
enajenable y sigue las normas del derecho privado.
PLATAFORMA CONTINENTAL
Es la prolongación sumergida del continente. El borde submarino de los
continentes está constituido por un rellano o meseta de pendiente escasa
y constante, hasta un punto en que la inclinación se torna bruscamente
en talud hacia las profundidades. Dicha plataforma o zócalo continental,
es de una anchura variable según las regiones. Tiene interés especial,
por los yacimientos petrolíferos y porque contiene determinada riqueza
pesquera en las aguas que la cubren, llamadas aguas epicontinentales.
EL ESPACIO AÉREO
GEOPOLÍTICA
En gran parte por efecto de los estudios del genial geógrafo Ratzel, de fines del
siglo pasado, y por las especulaciones del profesor Mackinder, surgió en el
primer tercio de este siglo la Geopolítica, la cual estudia el dominio de los
espacios y alcanzó rango independiente con Rudolf Kjellen, profesor de Teoría
del Estado en la Universidad de Upsala. Después de veinte años de estudios,
de viajes por el mundo y de meditaciones, Kjellen abandonó la perspectiva
puramente jurídico-constitucional y construyó un sistema de ciencia política,
con énfasis en la concepción del Estado como un ente geográfico.
Kjellen acepta la validez del derecho internacional, pero considera que ella se
torna precaria cuando se desata la lucha armada. "Ninguna experiencia en la
historia es más obvia que el hecho de que el derecho en la tierra y en el mar
significa relativamente poco cuando las potencias saben que sus intereses
vitales peligran". En su obra El Estado como forma de vida, sostiene que el
territorio es un integrante del Estado y no meramente su asiento espacial. La
forma de vida del Estado es la del árbol, que permanece y muere en su sitio.
Reconoce que el Estado trasciende la esfera de los organismos vegetales y
animales por su capacidad de establecer vínculos espirituales, pero afirma que
comparte con ellos la relación con un suelo nutricio. Por eso, su expansión es
crecimiento y no movilidad.
CAPITULO VI
Al poder del Estado se le llama soberanía, del punto de vista jurídico, o sea en
cuanto facultad que tiene para trazar la conducta de los gobernados y la de los
propios gobernantes. La voz soberanía indica supremacía, o sea poder
superior a todo otro dentro del territorio nacional. Las decisiones del Estado son
supremas, sin que pueda oponérsele ninguna otra voluntad institucional. El
Estado es comunidad de comunidades, institución de instituciones. Tras una
larga lucha histórica, sobre todo a comienzos de la Edad Moderna, el Estado
ha impuesto su decisión respecto de toda otra institución, sea Iglesia,
Universidad, corporación municipal, sector armado, etc.
Débese al tratadista Jodin. a fines del siglo XVI, haber hallado la esencia del
poder y haber denominado soberanía a la calidad estatal suprema, que
anteriormente era llamada voluntad del príncipe, de la comunidad o del pueblo.
Es suprema porque sólo así se puede asegurar la existencia y la unidad
del Estado. Gracias a la extensión de un derecho territorial, a la creación del
ejército permanente y al establecimiento de contribuciones generales, el Estado
adquiere un poder irresistible desde el siglo XVI. Desde luego, la soberanía es
esencialmente interna, pues el Estado la impone sólo dentro de sus fronteras y
espacios jurisdiccionales. En sus relaciones con los demás Estados, goza de
independencia e igualdad, caracteres que son expresados por la palabra
soberanía a pesar de no existir la relación de supremacía y súbditos.
Como toda noción que se relaciona con el Estado, el Poder guarda relación con
la Sociología y con el Derecho. Del punto de vista sociológico, el Poder es un
hecho: la existencia de unos hombres, los gobernantes, que tienen fuerza
material para compeler de manera irresistible a los demás gobernados. Del
punto de vista jurídico, el Estado es una justificación social del Poder de hecho
que tienen los gobernantes sobre los gobernados. Gracias a la concepción del
Estado, el poder aparece como un poder de derecho, como la facultad de los
gobernantes de dar órdenes y de sancionadas mediante la fuerza coercitiva de
que disponen. La Soberanía, por tanto, se define como la competencia estatal
al mando. En los textos constitucionales, la soberanía es atribuida a la nación a
fin de que la mentalidad común pueda formarse una idea bastante cabal acerca
de la fuente del Poder. Pero, en puridad, la soberanía pertenece al Estado y no
a la nación. La fuerza irresistible para compeler a los gobernados explica la
autoridad del Estado a través de la historia. Conjuga las notas de dominación y
limitación por fadores éticos.
Este atributo de superioridad que tiene el Estado respecto de toda otra voluntad
fue vista claramente por Jean Bodin. Por muchos siglos, el pensamiento político no
había acertado a precisar la calidad del poder inherente al Estado, por lo que se
atribuía al Príncipe la connotación debida en verdad al Estado, empleándose la voz
príncipe como equivalente de lo que hoy llamamos soberano. Fue a partir del
Renacimiento italiano cuando surgió la noción precisa de soberanía, a tono con la
circunstancia histórica que exigía terminar con la
fragmentación del poder. Dominios feudales, ciudades menores, Iglesias,
costumbres regionales, todo fue cediendo sucesivamente, frente a la
autodeterminación del Estado. Así el concepto de autarkeia o suficiencia
de la comunidad política, afirmado por Aristóteles, vino a perfilarse
nítidamente en la Edad Moderna. Sin caer en la exageración absolutista
que Hobbes fundamentó posteriormente, a la mitad del siglo XVII, la
noción de soberanía de Bodin sirvió para exaltar el predominio de la
Corona, es decir el Estado en cuanto centralizador del poder.
Observa Bertrand de Jouvenel que los hombres comunes, cuyo voto los hace
partícipes de una grave responsabilidad diluida en millones de electores, están
tentados de considerar su débil quantum de autoridad pública como un bien
propio que pueden usar para su conveniencia particular. Deberían recordar
que, en cuanto sufragantes, ejercen magistratura y se hallan moralmente
obligados a dirigir sus actos según el bien común. También Walter Lippmann,
en The Public Philosophy, insiste en que debe entenderse por pueblo la nación
corporativamente y no la suma de votantes, ya que cada elector se engríe con
la presunción de ser uno de los copropietarios de la soberanía y busca su bien
particular a través de la acción del poder, desdeñando el bien del conjunto.
Aparte del Estado, ninguna autoridad tiene la facultad de compulsión material. Tras
una lucha secular, el Estado ha logrado absorber el Poder. Sólo él posee la
facultad de imperium; cualquiera otra autoridad que ejerza compulsión
material, lo hace por delegación emanada del Estado.
Ello quiere decir que el Poder no sólo tiene los límites que le señala el
derecho positivo, los cuales puede franquear modificando la ley conforme al
ordenamiento jurídico. Tiene, sobre todo, límites éticos, ya que contraría su
fin si se opone a los deberes y derechos fundamentales del hombre.
Igualmente, tiene límites que derivan del Derecho Internacional, ya que el
Estado es parte de la comunidad internacional y está ligado a un orden de
justicia universal impuesto por la razón humana. Este Derecho de Gentes, o
sea derecho natural aplicado a las relaciones internacionales, tuvo
enunciación cabal con Francisco de Vitoria, a comienzos de la Edad
Moderna, dando origen al Derecho Internacional Público.
Por virtud de dicha noción, los integrantes del pueblo, o sea los destinatarios
del poder, tienen por legítima la autoridad que el Estado ejerce. Cualquiera que
haya sido el mecanismo optado para llegar a la cúspide que ocupa, al
gobernante le toca promover el bien común y someter todo interés o tendencia
al bien colectivo. Lo real, lo fáctico, desde el principio de la historia, es que una
minoría detenta el poder, independientemente de la forma de gobierno que se
haya institucionalizado. Así, la dirección de la sociedad que vive dentro de un
Estado, marco político, corresponde siempre a un núcleo de poder. Gran
conquista de la inteligencia es haber encauzado el poder, haberlo convertido en
institución, porque con ello está constreñido para usar la arbitrariedad que su
fuerza le permite.
CLASIFICACIÓN DE LAS DOCTRINAS SOBRE LA SOBERANíA
Las exigencias de la masa, marginada del bienestar y del poder efectivo, fueron
creando la conciencia de que era urgente transformar la estructura económica,
corriente que dio origen a la democracia social. Esta no pone su acento en el valor
libertad, que no desdeña tampoco, sino en el valor justicia social. Está
representada por el laborismo inglés, los partidos socialistas nórdicos, la
socialdemocracia alemana desde que abjuró del marxismo poco después de la
Segunda Guerra Mundial, los partidos llamados de izquierda democrática en
América Latina y otros sectores que promueven la justicia económica pero sin
sacrificio de las libertad esenciales. Admiten el pluripartidismo, la coexistencia de
clases, la participación de los grupos minoritarios y el derecho a la oposición.
EL BIEN COMÚN
Tal definición del bien común como el medio social propicio para que el hombre
realice sus potencialidades, es individualista. Debemos sobreponerle la
concepción comunitaria de Tomás de Aquino: el bien común es un orden justo
para la vida suficiente de una comunidad. Tiene el carácter de bien intermedio
para hacer alcanzable el bien individual y familiar.
Las funciones concretas del Estado, así como la amplitud con que deben ser
ejercidas, dependen de causas sumamente variables en su número y naturaleza.
Cabe mencionar algunas funciones primordiales, como la conservación del orden
social, la defensa contra agresiones externas, la administración de justicia, los
servicios civiles, la educación, la regulación de las operaciones económicas
fundamentales, el desarrollo económico y social, la organización de la salubridad y
los seguros sociales. Respecto de la intervención del Estado en la vida
económica, la discusión doctrinaria se actualiza cada día. Las escuelas totalitarias
preconizan un intervencionismo absoluto, que centralice los medios de producción
y distribución de la riqueza, en tanto que la concepción democrática occidental
respeta las formas esenciales de la propiedad, dentro de una organización en la
que Estado dirija la economía con miras al bien común.
Así, la Constitución de los Estados Unidos se proclama dictada "en orden a formar
una unión más perfecta, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad doméstica,
proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar a nosotros
mismos y a la posteridad contra las infracciones a la libertad". La Constitución
helvética es más precisa, pues declara que la unión se propone "afirmar la
independencia de la patria, mantener el orden, proteger la libertad y el derecho de
los súbditos, y promover el bien común de los mismos". La mexicana expresa que
el poder ha sido instituido para bien del pueblo.
La política general del Estado persigue el bien común, compuesto del valor
seguridad y del valor bienestar. Pero en cada circunstancia histórica y en cada
país se presentan necesidades múltiples a las que el Estado atiende por
requerimiento exigente. El Estado es la puesta en forma de una determinada
sociedad, lo que supone el empleo de una inteligencia y de una voluntad que,
más que de la masa de gobernados, procede de una minoría resuelta. La
minoría que condujo el proceso revolucionario en Francia, así como aquélla
que modernizó el Japón en el siglo pasado, o la que transformó la sociedad y el
gobierno en Rusia, inspiró su acción en una ideología no generalizada hasta
mucho después. Igualmente viene sucediendo en América Latina.
INDIVIDUALISMO
TOTALITARISMO
Las formas del transpersonalismo político han sido, sucesivamente, los reinos
despóticos de Oriente, el cesarismo romano y las monarquías absolutas. En
nuestra época, su expresión es el Estado totalitario. El totalitarismo preconiza la
regimentación estatal en todas las esferas de la vida humana y afirma que el
hombre no posee una esfera propia de la libertad y que su significado deriva de la
comunidad o Estado. Tal concepción divinizó al Estado en las doctrinas fascista y
nazi. También ha conducido al estrangulamiento de las libertades, en aras de la
construcción del socialismo, como sucede en los regímenes marxistas, a la vez
que se ofrece la extinción del Estado por efecto de la desaparición de la lucha de
clases. La concepción totalitaria se funda en supuestos de un "yo suprapersonal".
Es una embriaguez comunitaria, con afán mesiánico.
El nazismo fue un fascismo dinámico, a diferencia del italiano, que fue estático,
según la clasificación que hace Andrés Hauriou. Tuvo un carácter racista, pues
atribuyó a la nación, o sea al pueblo alemán, las calidades de una etnia.
Revivió un nacionalismo romántico, legendario. De la noción del "superhombre"
de Nietzsche engendró la "supernación", el pueblo ario, de raza no mezclada.
Su tendencia social fue más niveladora que la del fascismo, sin perjuicio de la
jerarquización impuesta por el partido. La mayor diferencia estriba en que el
Estado fue considerado instrumento en manos del Partido, abiertamente,
en tanto que el fascismo mantuvo el culto del Estado-nación.
Cuando una nación alcanza un gran desarrollo, como Holanda, Suecia o Alemania,
es posible lograr, paralelamente, el bienestar de todas las clases sociales. Para
generalizar el bienestar es preciso producir bienes en grado tal que el aumento de
ellos sobrepase al crecimiento demográfico, así como corregir las estructuras
injustas a fin de que la distribución del ingreso sea en beneficio del mayor número.
De lo contrario, como se ve en algunos países no desarrollados, el impulso
nivelador sólo logra repartir la escasez y eliminar las viejas desigualdades, pero
surge una clase privilegiada por su proximidad al poder.
Por tanto, la política no puede ser escindida del orden moral y de la visión global
de la vida. Las nociones de bien común y de persona humana imponen una
concepción de veras humanista, o sea contraria a la opresión del Estado y
enraizada en el pensamiento filosófico que respeta en cada hombre un fin en sí.
CAPITULO VIII
Con San Agustín, último de la época antigua y primero entre los medievales,
aparece la angustiosa reflexión de un cristiano frente al derrumbe del
Imperio, así como la certidumbre de que tras de aquel caos habría de venir
un nuevo orden. Dios legitima el poder en sí mismo, enseña SanAgustín,
pero no avala el ejercicio concreto de la autoridad. Si ésta comete un
exceso, como la matanza de Tesalónica en que incurrió Teodosio, el
cristianismo puede proclamar su reprobación por el acto de injusticia.
Agrega que sin la virtud de la justicia los reinos son execrables latrocinios.
Dios, que creó al hombre racional a su imagen y semejanza, "no quiso que el
hombre fuese señor del hombre, sino de las bestias solamente". Ya los
primeros hombres justos, más los hizo Dios pastores de ganado que reyes de
hombres, para damos a entender qué es lo que exige el orden de las cosas y
qué es perversión del poder cuando oprime o establece servidumbre.
Para Santo Tomás la soberanía proviene del pueblo, pero sólo como fuente
inmediata. Dios es la fuente mediata o remota de toda autoridad. Este
carácter sobrenatural es lo que da a la autoridad la facultad de gobernar, ya
que los mandatos del gobernante no tienen, en sí mismos, una calidad
distinta a la voluntad de otros hombres, los gobernados. El derecho de
mando, o sea el poder, no deriva de las personas que lo ejercen, las cuales
son intrínsecamente iguales a los gobernados, sino de la necesidad natural
de que exista una autoridad. Los mandatos de ésta son válidos en cuanto
no contraríen la recta razón y el fin último del hombre.
En la Edad Media los reyes habían sostenido que su autoridad era de origen
divino, y por colación inmediata. Una aura de superioridad rodeaba el trono,
pese a las rebeldías yarrogancias de los señores feudales, al punto de que
algunas humildes se prosternaban al paso del monarca para implorarle que
curara sus malas por la simple imposición de las manos. La ceremonia religiosa
de la coronación, en la que eran ungidos con el óleo santo, daba a los reyes un
carácter consagrado. El engreimiento que apareja el uso del poder, así como la
argumentación creada por los legistas al servicio del Monarca, fueron dando
forma a la doctrina del derecho divino de los reyes, según la cual éstos habían
recibido su investidura por designación directa de Dios y no debían dar cuenta
de sus actos a ningún poder, ya fuera espiritual o temporal. En la Edad
Moderna, los reyes hubieron de levantar nuevamente dicha tesis frente a
la insubordinación de los Parlamentos.
Por efecto de la Revolución inglesa contra Jacobo II, así como por la difusión
de las ideas de Locke y Rousseau, fue surgiendo la doctrina de la soberanía
popular, que imperaría más tarde en todos los textos constitucionales. La
voluntad de la mayoría, o sea la voluntad del número, fue afirmada como única
fuente de la autoridad, con prescindencia del modo de gobernar. Esta
democracia radical fue rectificándose luego por la concepción del Estado de
Derecho y admitiendo la vigencia de ciertos principios de racionalidad y eticidad
que constituyen límites para el gobierno y aun para el pueblo soberano.
Las ideas que alcanzaron mayor resonancia política fueron las de Rousseau, quien
se adelantó a la revolución social e influyó en Kant y Marx. Comprobó la necesidad
que tiene el hombre de ser gobernado, pero aspiró a que participara en las
decisiones que debía obedecer por ser expresión de la voluntad general.
Asociados en el Estado, los hombres toman colectivamente el nombre de pueblo y
se denominan específicamente ciudadanos en cuanto participan en la autoridad
soberana y súbditos en cuanto se hallan bajo las leyes del Estado. La participación
debe ser real, rechazándose las diversas ficciones bajo las cuales se cumple un
hecho permanente: el gobierno por unos pocos. El pacto social, por virtud del cual
cada hombre entrega su libertad personal para recibir de la sociedad protección y
justicia, explica la autoridad con que las leyes pesan sobre el hombre,
restringiendo su libertad. Tal restricción es dolorosa si es que "quiero moverme en
una dirección distinta de aquélla hacia la que el gobierno me empuja; pero no me
resultará dolorosa en absoluto si mi propio libre movimiento va en aquella
dirección". En la medida en que la participación real del pueblo disminuya, crecen
la voluntad de resistencia y el uso de medios coercitivos.
Los principales elementos del totalitarismo son los siguientes: 1° Imposición del
partido único; 2° Monopolio ideológico, que transforma en verdad oficial la doctrina
del Partido; 3° Captura de todos los medios de comunicación masiva por el Estado:
4° Activa concientización desde la escuela, que presenta como réprobos a los
disidentes y oculta o deforma las realizaciones de los otros sistemas.
CAPITULO IX
ESTADO y DERECHO
Para preguntarse cómo son posibles los derechos del hombre frente al Estado, la
razón cuestiona si éste precede al Derecho, es decir si la voluntad estatal genera
y determina las normas, o si, por el contrario, el Derecho precede al
Estado y fija límites a su mando.
El viejo aforismo "ubi societas, ibu ius", o sea donde hay sociedad hay
derecho, expresa que el derecho, antes que norma, es organización,
estructura, o sea posición de la misma sociedad en la cual se
desenvuelve. Aunque unidos de modo inextricable en la realidad, Estado
y Derecho son esencias distintas y separables conceptualmente.
El Estado está en el centro de toda realidad jurídica. Las normas son mantenidas
por el Estado, de modo que obedecemos al Estado con la conciencia de que así
apoyamos al Derecho. Ello plantea el problema de discriminar si el Estado es
superior al Derecho, puesto que lo dicta, o si el Derecho es superior al Estado, ya
que informa la actividad de éste. También cabe preguntarse si ambos constituyen
dos aspectos distintos de una misma realidad. Estos tres planteamientos del
problema, representan posiciones filosóficas muy diversas, que es importante
analizar para demostración de la superioridad del Derecho.
Max Seydel, cuyos Fundamentos de una Teoría General del Estado alcanzaron
gran resonancia en el último tercio del siglo pasado, sostuvo que el Estado no es
un sujeto de derecho, ni una unidad, sino una realidad: el hecho de que los
hombres y el territorio están dominados por una voluntad superior. No hay voluntad
del Estado, sin voluntad sobre el Estado; éste es objeto de derecho y el sujeto del
poder del Estado es el señor, el soberano, el dominador. La relación jurídica entre
el sujeto del poder del Estado y el Estado es la de propietario a propiedad. Seydel
denominó teoría realista a su concepción, afirmando que su
punto de partida es lo que existe, lo dado, y no una ficción conceptual. El
realismo de Duguit ofrece analogías con Seydel en cuanto niega la
personalidad del Estado y afirma que el Estado es una dualidad de
gobernantes y gobernados, si bien espiritualiza su concepción al atribuir
el origen y la validez de las normas a la solidaridad social.
Nuestra opinión es que exageran tanto Austin como Seydel, pues si bien no
puede negarse que es el poder quien crea el derecho, o cuando menos quien
lo define, las normas son frecuentemente el resultado de consideraciones
acerca de lo que conviene a la sociedad. El grado de cultura política y un cierto
consenso explican el equilibrio que el derecho guarda entre la voluntad de los
que poseen la fuerza y el sentir de la sociedad que gobiernan. El derecho no es
totalmente impuesto desde arriba, ni aflora de la fuente popular de modo
determinante. Surge de las tensiones y ajustes entre la sociedad y sus
gobernantes, con algún sentido de equilibrio.
El derecho regula su propia creación, dice Kelsen, puesto que los hombres
que lo dictan son órganos del orden jurídico, ya que cumplen sus funciones
de acuerdo a las disposiciones del orden jurídico. La tan debatida cuestión
de si el Estado crea el Derecho o no, la resuelve diciendo que los hombres
crean el Derecho, pero sobre la base de las normas determinadas por éste.
La teoría jurídica pura no niega que el Estado es una sociedad política, pero
sostiene que dicha comunidad ha sido alcanzada por obra de un orden y
que este orden es el elemento constituyente de la comunidad política.
De ahí que entienda Kelsen que la Teoría del Estado es la doctrina del orden
estatal. La existencia de este orden consiste en la validez que posee
objetivamente. Es, por tanto, doctrina del derecho objetivo y no de un derecho
subjetivo o de algún sujeto de derecho en particular, es decir de una persona. El
dualismo de Estado y Derecho lo resuelve Kelsen, epistemológicamente, como
resultado de un error: haber personificado la unidad del sistema jurídico y, luego,
haber hipostatizado tal personificación, de manera que lo que era un simple medio
auxiliar del pensamiento (o sea la expresión de la unidad de un objeto o sistema)
queda convertido en un objeto autónomo. El problema de las relaciones entre
Estado y Derecho se complica todavía más "por el hecho de que a la hipótesis
duplicadora añádase el sincretismo". En efecto, no es solamente que se desdobla
el orden jurídico en sistema de normas y en la persona Estado, sino que, a su vez,
la eficacia de las representaciones síquicas de las normas es hipostasiada en una
fuerza: el Estado como poder. Ambas duplicaciones son mezcladas y confundidas,
por más que una relación no es posible sino dentro de un mismo sistema. Resulta
algo así como Dios y mundo, pues el Dios supramundial se encarna en el hijo, que
es hombre sin dejar de ser Dios.
Los tres órganos del Estado son comprensibles como situaciones fácticas de
producción y ejecución del derecho, o sea del orden jurídico, "al cual se considera
simbólicamente como voluntad del Estado". La coactividad que posee el Estado,
en cuanto autoridad dotada de fuerza para obligar, es la esencia del Estado. La
unidad específica usada para formular el concepto de Estado pertenece a la esfera
del deber ser, o sea al reino de los valores. El Estado real, existente, es el derecho
positivo. Para reducir a unidad multiplicidad de normas nos valemos del concepto
Estado, como foco de imputación. Exponiendo a Kelsen, explica Sampay que
cuando la inteligencia sustancializa al Estado, 10 que hace es hipostatizar ese foco
de imputación y transformar en un objeto de conocimiento 10 que no es sino un
medio de conocimiento (adoptado para convertir en unidad conceptual la multitud
de los fenómenos jurídicos). El Estado es concebido por la razón para ordenar los
fenómenos jurídicos, o sea que su realidad es puramente intelectual, según
Kelsen.
La identificación que Kelsen pretende establecer entre el Estado y el Derecho, si
bien no exenta de lógica, mutila ambos conceptos. En efecto, el Estado no se
reduce a una arquitectura de normas; por encima de sus leyes, aparece el Estado
como una realidad social compleja y como un foco de irradiación del valor jurídico.
Está destinado a asegurar un medio de vida colectiva dentro del cual puedan
desenvolverse las actividades individuales. Es innegable que este medio jurídico,
este protectorado que el Estado ejerce sobre la vida civil, no se obtiene sino por
virtud de las normas, por lo menos en gran parte. Pero la entraña misma del
Estado no está constituida por el ordenamiento jurídico, pues "diez mil golpes de
cincel no explican una estatua". Por tanto, puede sostenerse que entre Estado y
Derecho existe identidad formal, pero no identidad esencial.
Lo cierto es, como afirmara Ihering en el pasado siglo, que la relación entre el
derecho y la moral es el Cabo de las Tormentas de los sistemas jurídicos. Sus
recíprocas fronteras no pueden ser delimitadas sino de modo impreciso. La
distinción que hace Josserand nos parece apropiada cuando afirma que la
moral se torna derecho en la medida en que se hace susceptible de coacción.
Faltará siempre por resolver, claro está, el caso del "derecho injusto", o sea el
de la norma jurídica contraria a la moral, pero ella no es frecuente y obedece a
eclipses transitorios de la justicia. Al respecto, el derecho de rebelión contra la
tiranía constituye cuestión interesante, puesto que todo pensador lo aprueba,
no obstante que entraña un alzamiento contra la norma positiva fundándose en
la moral. Es obvio que algunas normas jurídicas se oponen a la moral, pero ello
es debido a que son reglas de vida social inspiradas en el juicio personal de
quienes las dictaron obedeciendo a preocupaciones prácticas.
Es preciso distinguir entre la limitación del poder por el Derecho ideal, y los límites
señalados a los órganos del Estado por el derecho positivo. Estos últimos
determinan la esfera de competencia para cada autoridad. Así las leyes
constitucionales priman sobre las leyes ordinarias y las funciones de cada órgano
están limitadas por las atribuciones de los demás. Por tanto, para que sean
legítimos los actos del Poder, se precisa que guarden acuerdo con el derecho
positivo, se precisa que guarden acuerdo con el derecho positivo, pues quienes
ejercen autoridad son meros portadores de una competencia, o sea de una esfera
de mando jurídicamente delimitada. En cambio, los límites generales del Poder no
se conciben como límites estrictamente jurídicos, sino metajurídicos, pues están
más allá del Derecho positivo y radican en el orden natural y divino.
Para el juridismo, imperante todo el siglo pasado y parte del actual, la vida social
está dominada por el derecho, o sea por la regla. La dación de leyes por el
Parlamento significó una revolución mental, pues desplazó a la costumbre, cuyo
origen se pierde en el pasado. La regla dictada por el legislador se presentó como
panacea; sobre todo en el mundo latino, el juridismo, o sea la actitud
espiritual de confiar todo a la virtualidad de la ley, condujo a subestimar
los hechos y las instituciones.
De modo certero, esclarece Legaz y Lacambra: "Si fuese posible que el horno
juridicus creyese que el Derecho -con la interpretación que él da- es el valor
supremo en el mundo, que todo debe someterse a la conservación de la
juridicidad plasmada en la legalidad democrática establecida y, además, que en
esta actitud suya no le guía ningún interés religioso, político, etc., puesto que
cualquiera de estos intereses desaparece ante un supuesto interés puramente
jurídico, aquel hombre se ignoraría a sí mismo y sería íntimamente inauténtico,
es decir, radicalmente falso, falso de raíz". Lo real es que el hombre obra por
respeto a la ley religiosa o moral, o por interés, o por impulso afectivo, o por
móvil político, pero su conducta no obedece como razón última a lo jurídico. El
motivo del obrar jurídico, o sea con arreglo a la ley, está siempre más allá del
Derecho, o sea que es metajurídico, como lo ilustra, clásicamente, el caso de
Shylock y Parcia en El mercader de Venecia, ya que ambas partes invocan la
letra del contrato pero con opuestos móviles.
CAPITULO X
AMBITO DEL DERECHO CONSTITUCIONAL
El Derecho Constitucional nace en los últimos años del siglo XVIII. Las
universidades del norte de Italia, incitadas a explicar las formas políticas
impuestas por la Revolución Francesa, crearon cátedras de diritto
costituzionale, que tuvieron breve duración. En 1834, por inspiración de Guizot,
Ministro de Instrucción Pública bajo el reinado de Luis Felipe, se estableció en
la Facultad de Derecho de París la enseñanza del Derecho Constitucional.
Años después, su denominación fue cambiada por la de Derecho Político, pero
se restableció la primitiva a comienzos del último cuarto del siglo. El Derecho
Constitucional, mirado como derecho del Estado, se puso en vigor también en
Gran Bretaña, y los Estados Unidos, países en que se ha venido prefiriendo el
estudio concreto de las instituciones políticas, prescindiendo de teorías
abstractas y de las construcciones lógicas, que son características más bien de
los juristas latinos y germanos.
Anticipamos que la distinción entre derecho público y derecho privado tiene hoy un
valor relativo. Los intereses comprendidos en uno u otro derecho fueron
clasificados desde Ulpiano como atinentes al bien común o al bien de los
particulares, respectivamente. Pero actualmente la intervención del Estado es tan
vasta y penetrante que no cabe distinguir un dominio o área que sea nítidamente
reservada a la autonomía de la voluntad de las partes. Es siempre el Estado quien
define el derecho y quien lo sanciona. El insigne Carnelutti aclara que el Estado es
la fuente de validez formal del derecho, por cuanto lo establece y asegura su
cumplimiento. En la dogmática jurídica existen disciplinas mixtas, como el derecho
minero, el agrario o el derecho laboral. Se debe considerar un sector adicional
como el que norma las empresas de propiedad social o la actividad pesquera,
derecho formado por legislaciones especiales de ubicación
no precisable. Igualmente, el Estado asume hoy empresas económicas y
bancarias, así como servicios descentralizados con entidades ad-hoc, todo
lo cual entraña figuras jurídicas mixtas que son necesariamente confusas.
Existe, en efecto, una ley verdadera, la recta razón, que concuerda con la
naturaleza y se difunde entre todos los hombres inalterable y eterna".
Superando a los estoicos, que basaron el derecho en la igualdad natural de
los hombres, San Agustín,:lo sustentó en el origen divino del hombre. Más
tarde, anta Tomás fundamentó la ley natural en la razón con que Dios ha
dotado al hombre para que distinga entre el bien y el mal. La escuela clásica
del Derecho natural surgió en la Edad Moderna con Vitoria; se hizo laica con
Grocio y el racionalismo protestante y sirvió para sustentar la política con
Locke, Montesquieu y Rousseau. Fue ella la que sentó los postulados del
gobierno democrático y condujo a la fórmula del Estado de Derecho.
Si se toma como criterio el fin que persigue la norma, o sea del punto de
vista sustancial, es Derecho Público el que afecta al interés de la comunidad
y Derecho Privado, es el que respecta al interés de los particulares. En la
esfera del Derecho Privado, las leyes dejan en libertad a los interesados
para establecer sus relaciones dentro de límites muy generales. En cambio:
en la esfera del Derecho Público la voluntad de las partes no puede derogar
la norma. La distinción entre derecho público y derecho privado es muy
antigua; proviene de los jurisconsultos romanos. Ulpiano dio el nombre de
"jus publicum" al conjunto de normas relativas al Estado Romano y de "jus
privatum" al conjunto de normas relativas a los particulares. El Derecho
público, según hizo notar Papiniano, no podía ser alterado por los
particulares: "jus publicum privatorum pactis mutari non potest".
La opinión más generalizada entre los juristas para distinguir entre derecho
público y derecho privado, no toma por base el interés protegido sino el
carácter de los sujetos: si uno de los sujetos es el Estado, y salvo que el Estado
actúe privadamente, se reputa que la norma es de derecho público. Pero no
existe entre el Derecho Público y el Derecho Privado una separación
infranqueable, como que sus límites son cada vez más flexibles y se
entrecruzan en todas las instituciones. El acto jurídico es uno y no puede
admitirse que principios valederos para las relaciones entre particulares sean
nulos cuando se aplican a las relaciones entre gobernantes y gobernados. Es
en la sanción en donde encontramos la verdadera diferencia entre ambos
derechos, pues los particulares deben recurrir al Estado y someterse a su
decisión para alcanzar la sanción de una situación de derecho, en tanto que el
Estado tiene el privilegio de ejecutar inmediatamente sus mandatos y sólo
después admite la discusión contenciosa sobre el valor de ellos.
Dice claramente Duguit: "El particular que pretende la ejecución por la fuerza de
una relación de derecho cuyos beneficios le corresponden, tiene que dirigirse al
Estado mismo y, si la existencia o la extensión de esta relación jurídica le es
disputada o controvertida, el empleo de la fuerza sólo es posible cuando se ha
dictado una decisión jurisdiccional, que emana del mismo Estado, reconociendo la
existencia o la extensión de dicha relación. El Estado, beneficiario de una situación
de derecho y árbitro al mismo tiempo de la fuerza material para rea1izarla, podrá
espontáneamente emplear de modo directo este poder de compulsión, a pesar de
las protestas del sujeto pasivo. El Estado, dueño de la potestad coactiva, tiene el
privilegio de la ejecución preventiva. El es él, el Estado; su fin es realizar el
derecho y cuando pretende que existe una situación jurídica para su provecho, es
perfectamente legítimo reconocerle el beneficio de la ejecución previa". Maurice
Hauriou lo denomina exactamente: "beneficio de la precedencia". A los particulares
se les reconoce, claro está, el derecho de impugnar el acto del Estado, así como
de obtener una indemnización por los daños que origine, pero la reclamación no
enerva el cumplimiento de la orden.
Es, por tanto, una relación entre dos sujetos, de los cuales uno posee
más valor jurídico que el otro. El mayor valor jurídico reconocido al
Estado, consiste en que el orden jurídico concede a los agentes del
Poder y a los órganos estatales la capacidad de obligar a los individuos
mediante una manifestación unilateral de su voluntad.
CAPITULO XI
TEORIA DE LA CONSTlTUCION
Para Kelsen, función estatal equivale a función jurídica, puesto que Estado y
Derecho son una misma realidad. No existe una yuxtaposición de funciones
como afirma la teoría tradicional, sino una jerarquía de los distintos grados del
proceso creador del Derecho. "Esta estructura jerárquica desemboca en una
norma fundamental, en la que se basa la unidad del orden jurídico en su
automovimiento. Esta norma constituye la Constitución en sentido lógico-
jurídico cuando instituye un órgano creador del Derecho. Y la Constitución en
sentido jurídico-positivo surge como grado inmediatamente inferior en el
momento en que dicho legislador establece normas que regulan la legislación
misma". La verdadera Constitución, esto es, el hecho de constituir un orden
jurídico estatal fundamentando su unidad, consiste en la norma fundamental
hipotética no positiva, la ursprungnorm, que es lo que Kelsen llama
Constitución en sentido lógico-jurídico, pues sobre dicha norma se basa el
primer acto legislativo, el cual no es determinado por ninguna norma superior
de derecho positivo. La norma superior, mejor aún la norma por medio de la
cual se instaura una autoridad suprema, una fuente de Derecho, no es una
norma positiva: "La norma fundamental no es creada por un legislador, sino
supuesta por el conocimiento jurídico". El orden estatal reposa, por tanto, sobre
una norma teorética, cual es la de que debemos obediencia a la Constitución.
Al reconocer que el primer acto legislativo, o sea aquél que instituye un órgano
creador del derecho, no es determinado por ninguna norma de derecho
positivo, Kelsen admite lo mismo que pretende negar, o sea un pensamiento
jurídico de la comunidad que se insufla en el derecho positivo. Se evidencia así
el absurdo kelseniano de despojar al derecho de sus notas de justicia y
politicidad, así como de su relación con la realidad política concreta.
TEORÍA TRIDIMENSIONAL
Las constituciones escritas son un hecho reciente, pues las más antiguas no tienen
dos siglos, en tanto que la existencia del Estado se remonta a varios milenios. Ello
prueba que, aparte de la Constitución en sentido formal, ha existido siempre un
estatuto o constitución no escrita que sirve de estructura básica a todo Estado. Tal
estatuto, que viene a dar a la colectividad órganos que aseguren la unidad
de su voluntad y hacen de ella una persona estatal, es un complejo de
relaciones de poder, de tradición normativa en la vida de cada pueblo.
Una vez más, comprobamos que la vida pasa a través del Derecho y
determina un equilibrio entre la norma y realidad.
El mayor valor de la teoría del poder constituyente estriba en poner de relieve que
el Estado es una institución real y no una creación imaginativa, puesto que la
Constitución es dictada por la voluntad común. Al establecer el ordenamiento
jurídico, el Estado no hace sino dar concreción al derecho natural en el que tiene
su propio fundamento. El jurista busca la ley en la historia o en la naturaleza
humana; por eso, cree en verdades trascendentales que limitan la arbitrariedad y
va forjando el derecho en continuo anhelo de mejoramiento. Para ello, como
observa Biscaretti, emplea no sólo la razón sino también la experiencia.
DINÁMICA CONSTITUCIONAL
Las llamadas "atribuciones de urgencia", por guerra o por emergencia nacional, así
como el fenómeno sudamericano de legislar mediante decretos en los períodos en
que un poder de Jacto asume las funciones administrativas y legislativas, han
llevado a muchos autores a la conclusión, desde luego revisable por la doctrina
correcta, de que el poder es siempre "de jure" porque se ejerce bajo formas
legales y trata de respetar en general el ordenamiento jurídico, aunque el gobierno
haya sido usurpado. La usurpación entraña carencia de título legítimo en el
gobernante, pero sus mandatos, expedidos para asegurar la continuidad en la vida
del Estado o para reformar su estructura, son válidos hasta su abrogación o
resultan confirmados por una ley expedida regularmente.
Los decretos-leyes constituyen una forma anómala de legislación, inclusive
cuando provienen de un Ejecutivo designado de modo constitucional pero
que se ve obligado a dictarlos por receso irregular de las cámaras
legislativas, como sucedió en nuestro país en 1947. En la realidad
latinoamericana vienen ocurriendo, de manera creciente, movimientos
políticos que establecen gobiernos de facto. En el pasado, dichos regímenes
legislaban sin variar el texto constitucional. Pero es ahora frecuente que los
decretos-leyes normen de modo opuesto a los dispositivos constitucionales,
e inclusive que los declaren derogados, con lo cual se da vida jurídica a una
mutación de estructura. Resulta así que el voluntarismo político remodela el
derecho básico, invocando el "estado de necesidad" o bien la urgencia de
emprender reformas constitucionales largamente diferidas.
Su NATURALEZA
Debe distinguirse cada función del punto de vista sustancial o material, que
atiende a la naturaleza intrínseca del acto, y del punto de vista formal, que
atiende al órgano o autoridad que realiza el acto. En la generalidad de los
casos, los gobernados no requieren hacer un análisis sutil del acto para saber-
cuál es su naturaleza, si legislativa, administrativa o jurisdiccional, pues les
basta atribuirle la materia correspondiente a la autoridad de la cual emana; así,
para el común de las personas, un acto jurídico es legislativo si lo realiza el
Parlamento, es administrativo, si lo realiza el Ejecutivo y es jurisdiccional si lo
realiza el Poder Judicial. Por razón de sustancia, es decir de contenido o
materia, el acto puede no coincidir con su aspecto o forma. Así, un reglamento
es norma, o sea legislación, pero el acto de dietarlo es administrativo.
FUNCIÓN LEGISLATIVA
LA LEY
Puede definirse la ley como un ordenamiento de razón dictado por los poderes
públicos con los requisitos constitucionales necesarios. En la elaboración de la
ley intervienen el poder legislativo y el ejecutivo. En ciertos países, como Suiza,
interviene también el cuerpo electoral, que sanciona la ley mediante el
referéndum o promueve su dación mediante la iniciativa popular. Es casi
universal reconocer al poder ejecutivo la facultad de iniciativa en las leyes,
atribución que corresponde también a cada miembro de poder legislativo. Por
lo general, las cámaras deliberan la ley y la acuerdan por mayoría;
normalmente, debe ser promulgada por el jefe del poder ejecutivo.
EL REGLAMENTO
Del punto de vista material, o sea si se atiende al contenido intrínseco del acto
y no al órgano que 10 realiza, los reglamentos son actos legislativos, aunque
los dicta el Ejecutivo. A diferencia de la ley, el reglamento no es objeto de un
debate o de la aceptación formal de la nación a través de sus representantes,
por 10 que es esencial cautelar que no signifique transgresión de la ley o
modificación de sus términos. Es una disposición general y escrita, dictada por
una autoridad competente. La facultad de expedir reglamentos compete al
poder ejecutivo y, más precisamente, al Jefe del Estado. Puede ser delegada
en las autoridades locales, sobre todo para las disposiciones de policía o mero
orden, como la apertura de farmacias o centros de servicios para automóviles.
Cabe distinguir dos categorías de reglamentos: 1° Los que tienen rango igual a
las leyes, ya sea por haber sido dictados en virtud de una delegación expresa
del Poder Legislativo, como autorizan las constituciones de varios países, o
porque su dación se produjo en circunstancias de apremio que justificaban su
aplicación con fuerza de ley; 2° Los reglamentos propiamente tales, que
desarrollan en detalle las normas dictadas de modo general por la ley o bien
contienen normas supletorias de la ley en los aspectos no regulados por ella.
GENERALIDAD DE LA LEY
La ley obliga en todo el territorio nacional; puede tener eficacia, por excepción,
sobre los nacionales radicados en el extranjero. Si los Estados tuvieran vida
completamente independiente y aislada, las leyes obligarían siempre a todos los
súbditos del Estado que las dictó; pero tanto los Estados como sus súbditos se
ponen en comunicación cada vez más intensa, con lo que se establecen relaciones
jurídicas recíprocas. La ley nacional regula los contratos celebrados en el país, así
como los bienes situados en el territorio y los derechos de familia.
Las relaciones jurídicas entre personas vinculadas a diferentes Estados dan lugar
a conflictos, pues, existiendo varias leyes igualmente soberanas, se plantea la
cuestión de cuál será la ley conforme a la cual hayan de regirse estas relaciones.
Un conjunto de normas de Derecho Internacional Privado, que cada país establece
en su legislación, define el sistema que ha de aplicarse.
La ley despliega sus efectos entre dos momentos: el inicial en que empieza a
obligar, y el final, en que se extingue. Comienza a ser aplicada después de su
promulgación y publicación, siendo usual un término de uno a quince días
como "vacatio legis", para facilitar su conocimiento. Dado que la actividad
normada por la ley no es repentina en su aparición ni súbita en su extinción, el
efecto de la leyes llevado a veces más allá de su nacimiento o de abrogación.
Lo inmediatamente sometido a la leyes la relación jurídica; al ponerse en vigor
una ley existen muchas relaciones jurídicas, perfectamente formadas o en vías
de formarse, del mismo modo que algunas relaciones jurídicas fenecidas dejan
tras sí consecuencias, por 10 que surge el problema de cómo han de regularse
los efectos de tales relaciones jurídicas: si por la ley antigua o por la nueva.
Estas razones han determinado la formulación de los principios de
retroactividad e irretroactividad de las leyes. La retroactividad implica la
sumisión a la nueva ley de una relación jurídica pre-existente; la
irretroactividad mantiene la relación jurídica sometida a la ley anterior, o
sea que la ley antigua continúa obligando, pese a su abrogación.
FUNCIÓN ADMINISTRATIVA
Lo mismo puede afirmarse de los reglamentos orgánicos, que son expedidos para
organizar los servicios públicos o el funcionamiento interno de las dependencias
administrativas. En materia de policía, o sea en lo tocante al orden público, es
universal la facultad que tiene el Jefe del Estado de dictar reglamentos
estableciendo normas, prohibiendo determinadas representaciones, defendiendo la
salud pública, reglando los servicios públicos o el tránsito e impidiendo la
especulación. Tal facultad constituye el llamada poder de policía.
Diversos actos políticos practicados por el Jefe del Ejecutivo no son actos
administrativos, como la convocatoria a elecciones, los decretos de apertura y
disolución del Congreso, el nombramiento de Ministros o la suspensión de
garantías. Los actos políticos son realizados por el Gobierno con el fin de
asegurar su estabilidad o promover la marcha del Estado. No deben, pues, ser
confundidos con los actos administrativos, que tienen un carácter rutinario.
Cabe distinguir entre los actos de gobierno y los actos administrativos, pese a
que ambas clases de actos son del resorte de un mismo poder del Estado. Los
actos administrativos son recurribles y revocables, en tanto que los actos de
gobierno son de naturaleza política, por lo que no puede pedirse su revocatoria.
Conclusión
Entre las leyes, que son normas generales, y las resoluciones judiciales, que son
decisiones concretas, existe una relación que puede ser de tres tipos, según
clasifica Recaséns Siches: taxativa, supletoria y de delegación. En el primer caso,
la norma general señala con precisión la pauta a la que debe atenerse la
declaración judicial, sin dejar al juzgador ningún margen de apreciación
discrecional. En el segundo caso, la ley deja a las partes la facultad de señalar las
pautas que deben regir la relación jurídica, por lo que determina sólo de modo
supletorio las normas que regirán si las partes no han dispuesto otra cosa, como
sucede con la figura del depósito, que se presume gratuito si no media
especificación en contrario. En el tercer caso, o sea en el de delegación, la
ley concede vigor a lo que determinen las partes en un contrato o bien a lo
que resuelvan el juez o el funcionario, con lo que los propios interesados o
los jueces y funcionarios son quienes forjan una norma individualizada,
aplicable sólo a determinado caso. En puridad, no creemos fundado este
concepto de delegación; no es admisible que se repute norma
individualizada al contrato o a la decisión judicial, pues tales actos no crean
Derecho sino que simplemente establecen una situación obligatoria en
aplicación de un precepto legal o dentro de los límites que éste señala.
Por tanto, la razón aconseja no confiar a los encargados del poder la totalidad
de las facultades, sino distribuidas entre los diversos órganos, de modo que,
celoso cada cual de su propia competencia, impida toda extralimitación de los
otros. No siendo suficiente como límite del poder la consideración abstracta del
bien común, la separación de órganos no constituye una desconfianza respecto
del Estado sino una precaución adoptada contra la tendencia a la arbitrariedad
que tiene toda persona que ejerce autoridad.
_______________________________________
FUNCIONES ORGANOS
-----------------------------------------------------------------
Legislativas Legislativo
Administrativa Ejecutivo
Jurisdiccional Judicial
-----------------------------------------------------------------
Examinando los diversos actos que el Estado realiza a diario, se advierte que
numerosos son realizados por un poder distinto de aquél al que aparentemente
corresponde la función. Así, el Poder Legislativo realiza actos de las tres
funciones jurídicas del Estado, pues ejerce actos legislativos cuando dicta
leyes; actos administrativos, cuando confiere ascensos o nombramientos; y
actos jurisdiccionales, cuando se constituye en acusador para determinados
casos políticos. El Poder Ejecutivo realiza actos legislativos cuando expide
reglamentos; actos administrativos, cuando atiende los servicios públicos, y
actos jurisdiccionales, cuando resuelve reclamaciones. A su vez el Poder
Judicial realiza actos jurisdiccionales cuando atiende a su función específica;
actos administrativos, cuando nombra a sus empleados o interviene en
procedimientos no judiciales, y actos legislativos, cuando interpreta las leyes y
establece normas supletorias.
Hay función legislativa típica, o sea tanto formal como de contenido, en la
expedición de la ley, y hay función legislativa material, o sea intrínseca,
en la expedición de un Reglamento.
Hay función jurisdiccional típica en un fallo o en una providencia del juzgado. Hay
función jurisdiccional material en una resolución ministerial o suprema que recae
sobre una reclamación. Los asuntos contencioso-administrativos son claro ejemplo
de la jurisdicción contencioso-administrativa, que es ejercida por la
propia administración, le incumbe rectificar o anular, en su caso, aquello que
ha sido materia de decisión en la esfera administrativa. En nuestro país, se
requiere firma de Letrado en aquellos recursos administrativos que entrañan
revisión, lo que subraya el carácter contencioso-administrativo. A diferencia
de los jueces, que no pueden actuar por contrario imperio, las autoridades
administrativas pueden reconsiderar sus decisiones.
Los Estados Unidos, por razón de su estructura federativa, y otros países, por
inspiración doctrinaria experimentada con buen éxito, confieren atribuciones
especiales al Senado, cuya renovación es por tercios. En cuanto a la
representación de intereses, nuestra Carta dispuso la existencia del Senado
Funcional, pero una ley posterior relegó indefinidamente la iniciación de la
reforma, por lo que no ha sufrido variación el sistema tradicional. No creemos
que la representación de intereses podría dar solidez a la vida institucional del
país, pues no haría sino acentuar la influencia de los grupos de presión y
agravar la tensión entre las diversas clases, sobre todo si la Cámara funcional
se opusiera a lo resuelto por la de origen popular. Lo más que podría ensayarse
sería integrar el Senado, en reducida proporción, con técnicos y con
representantes de las federaciones de empresarios y de trabajadores, así como
de los profesionales y de las Universidades (').
(') La Constitución de 1993 ha optado, por segunda vez en nuestra
historia (la primera fue con la Constitución de 1823), por el Sistema
Unicameral, es decir, una Cámara Unica compuesta por 120
congresistas, suprimiendo de este modo el Senado (N. del E.).
Su condición de rango es muy alta, pues cada Ministro constituye parte del
Poder Ejecutivo y sus actos no son los de un representante del Gobierno
sino del Gobierno mismo, a cuya cabeza se encuentra el Jefe del Estado.
Para la validez de los actos oficiales, sean administrativos o de gobierno, se
requiere la refrendación del Ministro del Ramo. En cuanto a su número,
puede hacerse notar que en los países de influencia parlamentarista, Italia
por ejemplo, la conveniencia de disponer de carteras para las
combinaciones partidarias, inclusive para satisfacer a varios sectores dentro
de un mismo partido, determina un Gabinete amplio, en tanto que en los
Estados Unidos, de régimen presidencial, basta una decena de Ministros,
pese a la vasta y adelantada administración.
El Ejecutivo Colegiado procede del sistema del Directorio, que Suiza adoptó
cuando la invasión francesa, el año 1798. En los países que pretenden
despersonalizar el poder, como la Unión Soviética, el Consejo de Ministros se
halla por debajo del Ejecutivo Colegiado denominado Presidium, el cual es
formalmente una presidencia colectiva, si bien resulta determinante la voluntad
del secretario general del partido. En cambio, en Suiza cada uno de los
integrantes del consejo Federal tiene a su cargo un portafolio ministerial y el
gobierno se halla realmente impersonalizado. La experiencia del Uruguay y la
muy breve de Siria no dieron resultado como dirección colectiva.
La coordinación ente los órganos del Poder, así como el predominio que ha
venido ganando casi universalmente el Ejecutivo, por su función vital continua,
ha determinado que de la división de poderes queden solamente dos principios,
no siempre observados: 10 La restricción de actividad legislativa para el
Ejecutivo, y 20 La independencia del órgano judicial. Necesidades urgentes
han llevado a Gran Bretaña, Italia, Chile, Colombia y otros países, a autorizar la
delegación de la facultad legislativa al poder ejecutivo, por períodos breves o
en determinadas materias de urgente reforma. En la mayoría impera la doctrina
de que un poder no tiene facultad para delegar sus atribuciones, pues ello
implica trasgredir la Constitución al asignar a otro poder una competencia
que por su naturaleza no es transferible. Sin embargo, la urgencia de las
funciones de bienestar social está llevando a la Administración Pública, de
modo universal, a invadir el ámbito de los otros poderes.
Los actos del Poder Ejecutivo pueden ser "reglados", o sea normados por el cauce
de la ley, o bien "discrecionales", confiados al arbitrio de los gobernantes. De modo
corriente, el acto administrativo está reglado por el ordenamiento legal, pero existe
una actividad discrecional, como señala Bidart Campos, que deja opción al
administrador para apreciar la oportunidad y el mérito de las normas según su
arbitrio, aunque deba actuar siempre encuadrado por la ley. Todo órgano estatal
goza de cierto arbitrio o libertad para ejercer sus funciones con elasticidad. Hoyes
patente que el poder administrador, enfrentado a múltiples necesidades urgentes,
de carácter social y económico, actúa con una gran latitud de atribuciones, en un
área creciente denominada "poder de policía", o sea de mantenimiento del orden
público y de reglamentación incesante.
EL PODER JUDICIAL
El poder que administra justicia es una rama del Estado que goza de
independencia total en sus funciones, pese a que la designación de los jueces
se hace con intervención del Ejecutivo y también del Parlamento, según los
países. Para algunos tratadista, la función judicial no es sino un aspecto de la
función administrativa en cuanto que los jueces administran la aplicación de la
ley. También es mirada como un aspecto de la función legislativa, en cuanto
crea normas a falta de ley aplicable. Poniendo de lado tan exageradas
equiparaciones, lo patente es que la potestad de administrar justicia ha de
estructurarse mediante un sistema de nombramientos que sea apolítico y una
supervisión de conductas que entrañe la máxima imparcialidad.
La valoración que hace el juez tiene una alta importancia. Aplica su estimativa a
las circunstancias del caso, así como a la estructura legal. Sobre una estructura
legal "a priori" hace incidir el contenido contingente de cada caso y efectúa una
valoración. Esta vivencia del juzgador es un ingrediente de la experiencia
jurídica y puede llegar hasta la normación cuando media silencio en el
ordenamiento positivo. Por ello, exagerando el valor técnico de las decisiones
judiciales, se ha dicho que "la ley reina, pero la jurisprudencia gobierna" y
Djuvara afirma que, "el derecho positivo es el derecho que se practica, sean
cuales fueran las prescripciones de la ley", lo que encierra mayor verdad en los
países anglosajones por ser de derecho consuetudinario.
Una modalidad de aplicación del derecho consuetudinario está constituida por los
tribunales de una rama especial, llamada de Equidad (que en verdad son de
derecho-equidad). Dichos tribunales constituyen una fuente jurídica tan formal y
técnica como los tribunales comunes, de los cuales se diferencian por su distinto
origen histórico: El "cornrnon law" y la "equity"difieren sobre todo en sus normas
procesales, pero en conjunto constituyen derecho jurisprudencial, llamado
generalmente derecho consuetudinario por oposición al derecho legislado.
CONSEJO DE LA MAGISTRATURA
CAPITULO XIV
FORMAS DE GOBIERNO
Las formas de Estado llamadas unitaria y federal, según exista un gobierno central
o varios Estados miembros que en su origen se federaron, suponen formas de
gobierno correlativas. Si existe una sola autoridad en toda la extensión territorial, el
gobierno es unitario. Si cada región cuenta con autonomía política, aunque
sometida a la soberanía nacional del conjunto, se da el gobierno federal. Su valor
característico radica en que los súbditos del Estado se hallan sometidos a dos
jurisdicciones, la del gobierno federal y la del gobierno de cada Estado, cantón o
región. La naturaleza del Estado federal es dual, a la vez unitaria y compuesta. En
efecto, el carácter unitario es visible en el plano internacional y consiste en lo
interno en aquella esfera de autoridad que se ejerce directamente
sobre los individuos de la colectividad. El carácter compuesto radica en la
existencia de órganos regionales dotados de poder político, o sea con
autoridad para hacer leyes y autogobernarse dentro de un marco de decisión
que no compromete la existencia del compuesto o Federación. Tal sucede en
Estados Unidos, la U.R.S.S., Alemania Federal, Canadá, Australia, Suiza y la
Unión Sudafricana, por ejemplo. Los doctrinarios del gobierno federal sostienen
que bajo esa forma el efecto corruptor del poder público es menor y que la
libertad política está mejor asegurada. Se aplica el conocido aforismo de Lord
Acton: Todo poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Para
que el federalismo sea real se requiere que los Estados miembros tengan los
siguientes derechos: 1 ° Que gocen de autonomía legislativa, administrativa y
judicial, dentro de la órbita de competencia señalada por la Constitución; 2°
Que elijan el gobierno local; 3° Que participen en el gobierno central a través
de designaciones estaduales.
Los ejemplos de morfología política que la historia ofrece son muy variados,
como lo son también los tipos de gobierno existentes en el mundo
contemporáneo. De tal variedad, podemos extraer algunos patrones, o formas-
tipos, que se presentan puras o mezcladas, y respecto de las cuales cada país
ejerce su opción, según sean sus peculiaridades. La clásica diferenciación de
monarquía, aristocracia y democracia, fundada en el número de quienes
ejercen el poder, no entraña formas sociales paralelas o congruentes. Así, en
una monarquía o en una democracia pueden darse formas de organización
social con privilegios similares, cuando ciertas categorías de la población se
benefician de un régimen de desigualdad en lo jurídico o en lo económico y
social, sea por razón del dinero (plutocracia), del nacimiento (protección
clasista) o de la detentación virtual del poder (oligarquía).
Franz Neumann observa cómo suele pasarse del Estado democrático a -la
dictadura totalitaria. La primera fase es la transición de un Estado basado en la
autoridad del derecho a un Estado policial. La segunda fase es la transición de la
pluralidad del poder a su concentración, excluyendo la separación de poderes, la
autonomía real de las instituciones y el control de la constitucionalidad de los actos
de gobierno. La tercera fase es la decisoria: imposición de un partido único, cuya
vigilancia ensancha el control ejercido por la burocracia y por la fuerza armada,
multiplicando la coerción. Además, el partido oficial monopoliza la participación
electoral aunque mantiene un cierto ritual demócratico. El cuarto factor consiste en
hacer que desaparezca toda distinción entre sociedad y Estado, pues la sociedad
de masas queda penetrada y saturada de política, a la vez que poli tiza las
instituciones intermedias. El quinto factor es la violencia, el sometimiento por el
terror permanente, de modo que sea imposible la oposición.
Lo real es que la marginación social existe bajo todos los sistemas políticos. El
ideal de participación, esencia de la democracia, ha sido calificado como
"socialismo difícil" o bien como "socialismo humanista". El profesor Elías Díaz,
de la Universidad de Madrid, confía en que, así como del Estado liberal de
Derecho se ha logrado pasar al Estado social de Derecho, de éste se puede
pasar al Estado democrático de Derecho, entendiendo por democrático un
régimen que franquee a las masas la participación real en los mecanismos de
decisión y en la distribución del excedente, o sea de los rendimientos de la
producción. El subdesarrollado y el infraconsumo, notas negativas de la
sociedad mundial, terminarían al pasarse de la democracia formal a la real, o
sea a la participación en libertad. Claro es que la fórmula final del Estado, la
que fuere perfecta, no llegará nunca, pero cabe promover una compatibilización
del Estado de Derecho, o sea la institucionalización jurídica del poder con
mecanismos anti-totalitarios, a la vez que con eficiencia para asegurar que los
rendimientos de la producción beneficien con alcance general.
EL EJECUTIVO COLEGIADO
Santo Tomás de Aquino elogia como forma de gobierno aquella que participe de la
monarquía, la aristocracia y la democracia, combinando las ventajas que ofrece
cada sistema. "Se ve que la mejor organización de un poder se realizará cuando
uno solo es colocado por su virtud a la cabeza de todos los demás, y debajo de él
hay otros a quienes por su virtud se da también autoridad; tomando todos de esta
manera parte en el gobierno, porque estos magistrados subalternos pueden ser
elegidos por todos. Tal sería un Estado, en que estableciese una buena
combinación de monarquía, en cuanto preside uno; de aristocracia, en cuanto que
a muchos se les constituye magistrados por su virtud, y de democracia, o poder
popular, en cuanto que los magistrados pueden ser
elegidos de entre el pueblo y los elige el pueblo". En los países de gran
cultura cívica, como Gran Bretaña, Holanda y las naciones escandinavas,
la fórmula tomística ha alcanzado a realizarse. En Suiza las instituciones
de gobierno semidirecto, o sea el referéndum y la iniciativa popular,
ideadas en regiones poco extensas y de fuerte tradición local, han
permitido forjar un sistema democrático notable.
Democracia debería ser gobierno de todo el pueblo. Pero, tal como observaba
Rousseau, es imposible realizada de modo directo y pleno. No podría existir
nunca en su acepción pura, pues "es imposible imaginar a un pueblo
constantemente reunido para atender los asuntos públicos". Podemos argüir
que, si bien el pueblo no administra porque tal función supone ejercicio
continuo de la autoridad, sí puede gobernar con un máximo racional de
participación. Ello supone que no sea manipulado, ni por los partidos ni por la
burocracia gobernante, lo cual es altamente improbable. De ahí que la palabra
"democracia", entendida tradicionalmente como sinónimo de república, haya
caído en el presente siglo en una extrema vaguedad y sirva para denominar los
regímenes políticos más diversos. Se ha convertido en palabra sagrada, como
son la verdad o la justicia, pero encubre formas de gobierno que no respetan
los derechos individuales ni franquean la posibilidad de que las minorías
puedan alcanzar el gobierno al transformarse en mayoría.
Más adelante, al exponer los sistemas políticos del Este y del Oeste, analizaremos
la reconceptualización que de la democracia hacen teóricos del régimen marxista.
En la oposición de ambos mundos existe la diferencia de dos sistemas de valores,
de dos ideologías, cuyo reflejo institucional son la democracia liberal o clásica y los
regímenes socialistas autoritarios. El uso de la voz democracia apareja
connotaciones distintas, a uno y otro lado de la divisoria idelógica, lo cual origina
acusaciones recíprocas de desnaturalización o de simulación.
Solamente el estudio de los principales tipos de gobierno, que efectuaremos
en la sección correspondiente, puede hacer luz sobre el enjuiciamiento.
EL ESTADO DE DERECHO
Los dos principios típicos del Estado de Derecho, según analiza Carl Schmitt,
son el de distribución de esferas, que supone una esfera de libertad del
individuo anterior a la esfera de acción del Estado, y el de organización
destinada a proteger los derechos humanos, que consiste en dividir el poder del
Estado, limitándolo mediante un sistema de competencias circunscritas. De
este modo, la Constitución, que es la "norma de normas", supone que la
libertad del individuo es ilimitada en principio, mientras que la facultad del
Estado para invadirla es limitada en principio. La concepción del Estado de
Derecho se concreta en el pronunciamiento expreso de los derechos
fundamentales y en la separación de poderes, dando así reconocimiento a los
derechos inherentes al hombre en cuanto es fin en sí mismo y separando los
órganos estatales para evitar la tiranía. El artículo 16 de la Declaración de los
Derechos del Hombre, según hemos visto ya, afirmaba: "Carece de
Constitución toda Sociedad en la cual la garantía de los derechos no está
asegurada, ni determinada la separación de poderes", con lo que la Revolución
Francesa enunció en una declaración concreta el corolario del derecho natural.
Antes de exponer los lineamientos del Estado de Derecho, al que los autores
angloamericanos denominan imperio del derecho o "principio de legalidad" (rule
of law), consideramos oportuno revisar los principios que hemos expuesto
hasta aquí en la presente obra, pues le sirven de fundamento. Según analiza
magistralmente Jean Dabin, de la Universidad de Lovaina, los caracteres
actuales del Estado son los tres siguientes: 1° Como toda agrupación
organizada en vista de un fin, el Estado es persona moral; 2° En razón de la
superioridad de su fin, es la sociedad suprema, o sea, dotada de soberanía; 3°
Su fin social le impone límites a su competencia, o sea que lo somete a normas
objetivas que el derecho positivo precisa. Por tanto, hacia el interior como
también en su proyección internacional, el Estado se presenta con los
caracteres de personalidad moral, de soberanía y de sumisión al derecho.
Para la Teoría del Estado, que viene a ser una metafísica política, el Estado es
un ser cultural moral, una consecuencia del obrar de hombres y es sobre la
vida de éstos que se sustenta. "La realidad del Estado se aprehende a través
de los sentidos, concretada en grupos de hombres, en las manifestaciones
externas de acciones humanas sociales que se ejecutan dentro de un espacio
territorial, y en la expresión material de normas jurídicas, preceptos y órdenes",
nos dice Sampay. No es el Estado un caos humano que el investigador ordena
lógicamente, sino un conjunto activo que comprende al propio investigador, el
cual lo encuentra ya construido, como una estructura objetiva.
Fue Robert von Mohl quien usó por primera vez la expresión Estado de
Derecho, o Rechsstaat, en su célebre obra así intitulada, que apareció 1832. La
locución fue incorporada a la terminología jurídica y ha venido siendo aplicada
cada vez con mayor frecuencia. La diversidad de acepciones que se le han
atribuido hace indispensable analizar su verdadero contenido, puesto que hay
quienes consideran la naturaleza del Estado de Derecho desde un plano
puramente lógico-formal, con lo que todo Estado resultaría un Estado de
Derecho, ya que los regímenes totalitarios también poseen un ordenamiento
jurídico. Es desde un plano histórico-político que debemos apreciar la locución
Estado de Derecho, como núcleo de ideas individualistas y democráticas que
lograron realización a través del último siglo y medio.
Es claro que, del punto de vista jurídico, no cabe hablar de libertad contra el
Estado o fuera de él. La libertad jurídica no es cuna magnífica negativa sino
positiva, pues no consiste en desenfreno sino en seguridad y eficacia del obrar
jurídico, como aclara Legaz y Lacambra: "Coincide con la esfera global del
derecho subjetivo, en una situación eneral de seguridad y no arbitrariedad ser
llbre jurídicamente significa estar en situaciones de derecho subjetivo y
desenvolverse en ellas con la seguridad de lograr los efectos normales y de no
ser impedido en el uso de las propias facultades sino por normas jurídicas
regularmente establecidas, aparte del caso del abuso del derecho".
Por virtud de la supremacía del orden estatal se concibe que la voluntad del
Estado no admita ninguna voluntad superior. Igualmente, el Derecho es
soberano, pero no lo es la persona individual. El libre albedrío queda
condicionado por el deber ser. De ahí la afirmación de Kelsen: "El querer cuya
libertad es posible, es el deber ser, y la persona que puede ser libre, no es el
hombre, sino el orden normativo en su expresión personificada". Como acto
síquico real, la voluntad no está determinada, pensamos nosotros, pero es
innegable que el ordenamiento influye sobre ella, puesto que no es
absolutamente libre frente al derecho. Idealmente, la persona contrapone al
orden jurídico positivo un sistema normativo autónomo, de carácter moral, al
que denominamos "derecho natural" para no hacerle perder carácter jurídico.
La libertad es relativa, desde un punto de vista objetivista, en la medida en que
el Estado vincula jurídicamente a la persona con la norma imperativa.
II) Igualdad ante la ley- Ello quiere decir aplicación objetiva de las normas, sin
distingos de posición. La igualdad consiste en dar a todos las mismas
oportunidades. No consiste en distribuir los bienes por igual sino en posibilitar su
justa distribución. La actual tendencia trata de reducir los desniveles, para 10 cual
redistribuye los ingresos y aun la propiedad. La garantía de igual amparo ante los
Tribunales y los órganos administrativos que aplican la ley, así como el suministro
de un nivel educativo básico y de una enseñanza superior gratuita, confiere una
mayor posibilidad de vida digna. La redistribución del ingreso, la tendencia a
nivelar las remuneraciones, la transferencia de ingresos de un sector a otros a
través de la seguridad social y la extensión del número de quienes participan del
derecho de propiedad van reduciendo los desniveles. No obstante ello, el
crecimiento demográfico cercena grandemente cada progreso.
Por aplicación del principio del "stare decisis", los jueces inferiores deben
observar como regla el precedente establecido por el Tribunal que les es
superior, de modo que cuando éste declara que una leyes inaplicable al caso
sub-litis, por estimar que infringe la Constitución, la invalida prácticamente. La
declaración de inconstitucionalidad es competencia de todos los tribunales y
una decisión del Tribunal Supremo Federal obliga a la judicatura de todo el
país. El recurso o excepción de inconstitucionalidad debe ser planteado en una
litis concreta, ya sea ante los tribunales federales, si se trata de leyes del
Estado o de leyes federales que están en conflicto con la Constitución, o ante
los tribunales de los Estados cuando se trata de incompatibilidad de una ley del
Estado con la Constitución estatal o federal.
Hasta las dos últimas décadas del siglo pasado los tribunales
estadounidenses, tanto federales como locales, ejercieron rara vez el
control de la constitucionalidad de las leyes, pero las complicaciones
sociales surgidas desde entonces han determinado un examen creciente
de la legislación. El control se ha inspirado en la necesidad de proteger
los derechos individuales, según las reglas del "debido procedimiento
legal" (due process of law) y del "poder de policía" (police power). La
evolución jurisprudencial ha venido ampliando el campo de aplicación del
control hasta transformarlo en una limitación a la actividad legislativa.
4° Que los jueces no se inmiscuyan en las cuestiones políticas, o sea, que tengan
presente la norma constitucional con prescindencia de cualquier simpatía política.
Es viciada su intromisión en la lucha de poder, ya que el ámbito de lo judicial debe
ser preservado de motivaciones extrañas a lo jurídico.
Ley Orgánica del Poder Judicial, artículo 14: "De conformidad con el
artículo 236 de la Constitución [de 1979] cuando los Magistrados al
momento de fallar el fondo de la cuestión de su competencia, en
cualquier clase de proceso o especialidad, encuentran que hay
incompatibilidad en su interpretación, de una disposición constitucional y
una con rango de ley, resuelven la causa con arreglo a la primera.
Las sentencias así expedidas son elevadas en consulta a la Sala Constitucional
y Social de la Corte Suprema, si no fueran impugnadas. Lo son igualmente las
sentencias en segunda instancia en las que se aplique este mismo precepto,
aun cuando contra éstas no quepa recurso de casación.
Como transición del Estado a una sociedad sin Estado, el comunismo ideó la
dictadura del proletariado, con el carácter de dictadura soberana e ilimitada,
que se justifica por la construcción de la nueva sociedad. En cambio, las
atribuciones de urgencia en los países democráticos son ejercidas
transitoriamente, en tanto se superan las crisis o situaciones de emergencia
que motivaron la interrupción constitucional. Dado que el Estado de derecho se
configura como una organización política construida para asegurar el respeto a
los derechos humanos, la interrupción es siempre por término breve.
EXCEPCIONALIDAD PREVISTA
a) Atribuciones de urgencia
Rigen para las excepciones previstas, o sea cuando el Estado debe entrar en
acción rápida, consistente en medidas preventivas anormales. En tales casos está
autorizada la suspensión de determinadas garantías constitucionales. Las
constituciones señalan atribuciones excepcionales para los casos de guerra,
subversión o crisis económica. Entre las medidas más eficaces, cuyo uso encierra
una dosis inevitable de arbitrariedad, hemos de mencionar la suspensión del
derecho de reunión, la detención preventiva y las disposiciones que interfieren la
vida económica. La creciente daciónde leyes y ordenanzas administrativas recorta
el concepto tradicional de los derechos fundamentales, con el fin de enfrentar
situaciones de emergencia económica y de gravedad social que exigen la
aplicación de nuevos criterios. El respaldo que diera el Tribunal Supremo de los
Estados Unidos a las leyes del New Deal tras de una resistencia enconada,
constituye respuesta del más rico contenido doctrinario. La flexibilidad de criterio
empleada desde 1933 vino a demostrar que, pese al texto invariable de la
Constitución, podía franquearse el paso a sistemas intervencionistas o
revolucionarios, inspirados en el bien de la colectividad como ideal rector.
EXCEPCIONALIDAD NO PREVISTA
Se impone por virtud del acaecer histórico y está más allá de todo
encuadramiento jurídico. Comprende las modalidades siguientes:
a) Derecho de necesidad
Se califica como estado de necesidad a una situación de peligro. Al producirse
hechos que la Constitución no ha podido prever, prevalece la urgencia del orden
público y no hay otro recurso que la violación del derecho para proteger a la
sociedad de la anarquía, evitando la iniquidad o graves daños a la república.
Al estudiar con profunda versación el estado de necesidad, o derecho de
necesidad, Rafael Bielsa observa que es un derecho equívoco, que implica una
contradicción con el derecho en general. Por ejemplo, el derecho de necesidad
se resuelve en la impunidad para quien, hallándose en trance de perecer,
atenta contra lo ajeno para salvar la vida. Para Aristóteles, en su Etica
Nicomaquea, el dominio de la equidad debe extenderse a todo el derecho para
que éste, cuando sea duro o injusto, se torne equilibrado y justo. En el fuero de
la conciencia encuentran justificación o exculpación medidas inspiradas en la
necesidad pero prohibidas por la norma. La seguridad jurídica, que es uno de
los bienes sociales de mayor valor, resulta amenazada por el llamado derecho
de necesidad, explicable solamente mediante un juicio de valor, o sea
comparando el derecho violado con el interés que se ha hecho prevalecer. Liszt
define el estado de necesidad como un estado de peligro en el cual no hay más
recurso que la violación de intereses protegidos por el derecho para salvar
otros intereses también jurídicamente protegidos.
b) Decretos-leyes
El fracaso del liberalismo se hizo patente desde los comienzos de este siglo, con el
rápido engrandecimiento de los partidos socialistas que aspiran a sustituir la
igualdad política por la igualdad económica. La Democracia había querido
racionalizar el poder mediante la fórmula del Estado de Derecho, que realizaba el
ideal burgués de santificar la legalidad establecida. La post-guerra de 1919 hizo
necesaria la economía dirigida en los propios países democráticos y alentó el
surgimiento de ideologías antiliberales, como el comunismo y el fascismo. Por
reacción contra la idolatría del Poder, la Segunda Guerra Mundial y el actual
sistema político de Occidente se han dirigido a restaurar la concepción cristiana del
Estado, distante del liberalismo y del totalitarismo.
La democracia liberal, que era aliada connatural del capitalismo por haber
nacido de un movimiento burgués, tiende a ser sustituida por una democracia
orgánica, promotor a de una distribución de la riqueza que sea más justa.
Nuevamente se pone énfasis en afirmar que el hombre no debe estar
subordinado al proceso económico sino que le corresponde dirigido para
bienestar general y que el Estado es social y no una suma de átomos
como pretendió el individualismo.
La tesis de Duguit sobre "la función social de la propiedad" fue adoptada por
las constituciones de la primera post-guerra. Los Estados "social-
demócratas" buscaron un compromiso entre el derecho de propiedad y los
derechos sociales, como aparece en la carta de Weimar, de 1919, pero la
experiencia demostró que ello era insuficiente por la ausencia de un ánimo
real de emprender el cambio de estructura. La segunda post-guerra ha
impuesto la transformación de la economía individualista para que ésta no
pueda escamotear el disfrute de la riqueza por todos. El orden económico se
socializa pero sin atropellar la libertad política; tal democracia es un Estado
social de Derecho, como en los países escandinavos.
SEGURIDAD JURÍDICA
Del diálogo Critón aparece que los griegos habían intuido este valor del derecho,
que tuvo expresión máximo con Sócrates. Condenado a una pena injusta, el ilustre
pensador rehusa huir y brinda su vida en aras del orden social, porque es
consciente de que el derecho es elementalmente orden, o sea certidumbre de lo
vedado y de lo permitido. La seguridad jurídica entraña el cumplimiento de la ley
injusta, para evitar la anarquía. El deber de cumplir un mandato injusto, tiene dos
limitaciones, desde el punto de vista axiológico: 1° Cuando el precepto viola un
valor moral superior; 2° Cuando el orden jurídico está basado sobre el terror y
desconoce al ser humano su calidad de persona, caso en el cual el orden no sirve
para realizar valores sino para destruidos. En un sistema de libertad, la mayoría de
los sujetos participan en los beneficios derivados de la coexistencia y, por ello,
adhieren al orden a diferencia de lo que sucede en un régimen de terror, en el que
sólo existe la resignación o pasividad.
CAPITULO XVI
La dignidad del hombre, o sea su grandeza esencial, deriva de que existe para
sí, así como de su aptitud para realizar los valores. El Derecho es la condición
para que pueda realizarlos libremente. Como quiera que el Derecho es una
forma de vida colectiva, debe tenerse presente que no trabaja con las calidades
auténticas de los hombres, o sea las individualidades irreductibles, sino tan
sólo con algunas formas genéricas de ellas, tales como funcionarios,
ciudadanos, particulares, acreedores; delincuentes, tal como observa
Recaséns Siches. En consecuencia, debe tomar del hombre aquellas
categorías genéricas que dimanan de su función social y respetar la intimidad
de cada uno. Fundamentalmente, ha de garantizar la libertad, para que el
hombre cumpla el destino a que está llamado; la seguridad jurídica, o sea las
reglas del juego, un orden cierto cuyo cumplimiento permita al hombre dedicar
su actividad a la consecución de su propio fin; y la justicia, que es el valor más
alto. Ella inspira el Derecho y no se agota en un orden de legalidad, sino que
continúa creando normas a tono con las exigencias de la vida social.
El orden jurídico no es del todo justo, pero se dirige finalmente hacia la Justicia. En
efecto, el poder es un atributo natural de la comunidad; el gobernante no manda
por virtud de una facultad personal sino por el hecho de ejercer una atribución de
mando que se funda en el bien común. Solamente a través de la ley puede
ejercerse autoridad y es en este sentido que se define el Estado de Derecho como
aquel en que gobiernan las leyes y no los hombres. En efecto, si bien es verdad
que quienes gobiernan son hombres, o sea voluntades reales, no es menos cierto
que esos hombres están sometidos a una idea de Derecho y a
normas establecidas, las cuales condicionan inclusive la creación de
nuevas normas.
Así entendido, todo gobierno debe adoptar un sistema que proteja los derechos
humanos. Y por ello es procedente siempre recordar los valores que la pasión
de poder tiende a negar: Justicia, Derecho y Libertad. Tal como anota Legaz y
Lacambra, la Justicia no siempre coincide con lo que parece justo a un pueblo
sino a la clase dominante o rectora, así como no debe entenderse por Derecho
la juridicidad formal ni una ideología encubridora de intereses. Tampoco la
Libertad es el desenfreno individualista sino la existencia de un medio social
que permita la realización de la persona.
Hemos sentado a todo lo largo de esta obra que los derechos esenciales son
anteriores a la vida en sociedad política, tanto lógicamente como del punto de
vista ontológico. La Declaración de las Naciones Unidas proclama dicho
carácter previo a toda organización política. La función de la sociedad política
es garantizar estos derechos y armonizados con las exigencias del bien común.
Tal armonización apareja necesariamente ciertas restricciones al derecho
individual, pero no puede llegar hasta su confiscación, pues ello sería invertir la
jerarquía de los valores al poner a la persona humana al servicio del Estado. La
existencia de éste determina un orden de relaciones propio, el orden político,
en el cual hay reglas objetivas, o sea un estatuto cívico, para normar la
contribución del individuo a la sociedad, y a su vez, la distribución de las
ventajas de ésta entre sus miembros. En dicho sistema de relaciones debe
existir una economía general, puesta de relieve por Dabin, consistente en que
los individuos aportan su contribución a la sociedad y ésta brinda seguridad y
bienestar con los medios provenientes de la actividad de todo el grupo.
Existe, por tanto, una justicia contributiva, que señala las obligaciones, y una
justicia distributiva, que restituye a los individuos lo que es fruto de la cooperación
social. El estatuto cívico, como se llama en doctrina, fija los deberes y los derechos
de la persona en cuanto miembro del Estado; comprende las prestaciones
personales y en dinero que el individuo se halla obligado a dar al Estado, así como
las libertades, los servicios y los derechos que el Estado se halla obligado a
mantener. El individuo debe al Estado el sometimiento a la autoridad, siempre que
sus mandatos no sean opresivos o contrarios a la moral, y una contribución
económica proporcionada a la necesidad colectiva, así como el cumplimiento de
determinadas funciones públicas, como el sufragio o los cargos concejales, y aun
la propia vida si la defensa internacional lo exige.
El trascendental documento reconoce que los derechos del hombre deben ser
protegidos por un régimen de Derecho a fin de que no sea necesario emplear
el supremo recurso de la rebelión. Proclama la igualdad universal, el derecho a
la vida, a la libertad, a la seguridad social y al amparo judicial; la inviolabilidad
del domicilio y la correspondencia; la libertad de asociación, de trabajo y de
sindicalización; el derecho al descanso periódico, al sufragio, a la educación, a
la propiedad y al matrimonio, así como la protección a la familia. Para evitar el
abuso de las libertades, que causa su desprestigio y determina las restricciones
autoritarias, la Declaración hace presente que toda persona tiene deberes
respecto de la comunidad y que ha de respetar los derechos y libertades de los
demás, observando las reglas impuestas por la moral, el orden público y el
bienestar general. Por esta índole universalista, acentúa la verdad radical de
que los derechos se fundan en la condición humana y de que, por tanto,
son previos a la organización en Estados.
El medio mejor para que los derechos humanos alcancen una garantía efectiva,
es la creación de sistemas regionales de protección, como el de Europa
Occidental y el interamericano, pero dotados de la eficacia que hoy no tienen,
con la aspiración de que se logre más tarde un sistema mundial. La unidad de
tradición jurídica y la prontitud de acción facilitada por la cercanía irán
robusteciendo los sistemas regionales de protección de los derechos
humanos fundamentales. Con dicha convicción, los países integrantes del
Consejo de Europa o Unión Europea celebraron en 1950 la Convención de
Roma, relativa a los derechos del hombre y de las libertades fundamentales.
Como hemos expuesto, sólo llegan a ocho los Estados contratantes que
aceptan la competencia obligatoria de la Corte. Diez países signatarios han
aceptado que la Comisión Europea de Derechos Humanos entienda de
demandas individuales, pero subsiste la mediatización del individuo, ya que
la mencionada Comisión no puede someter un caso a la Corte Europea de
los Derechos Humanos sin el acuerdo de seis Estados.
CAPITULO XVII
LAS GARANTIAS CONSTITUCIONALES
CONCEPTO
Los derechos humanos, las declaraciones que los consignan y las garantías que la
Constitución señala, son tres conceptos conexos. Por garantías debemos entender
las seguridades o procedimientos tuitivos de la libertad, establecidos por la Carta
Política para dar efectividad a los derechos constitucionales. La palabra "garantía"
puede ser tomada en dos acepciones, lata y estricta. En sentido estricto, son
garantías constitucionales los medios de protección de los derechos humanos,
consistentes en la posibilidad que tiene el titular de un derecho de poner en
movimiento el órgano jurisdiccional para que tutele ese derecho, si es conculcado
o amenazado de vulneración. En sentido lato, la expresión garantías
constitucionales es empleada por la Carta Política para enunciar los derechos
humanos; de esta manera, se quiere dar a entender que tales derechos no han
sido conferidos por el Estado, puesto que son previos a toda organización política,
sino simplemente garantizados en su disfrute por el poder público, el cual se ha
constituido precisamente con esa finalidad.
HABEAS CORPUS
En nuestro país fue introducido por ley de 1897, que promulgó el Congreso
por renuencia del Ejecutivo. Más de treinta años después, al elaborarse el
anteproyecto de la Constitución de 1933, el eminente jurista Manuel Vicente
Villarán, que presidió la Comisión, propuso extender el habeas corpus a
todas las libertades. Fue sobre esa base que se aprobó el texto que
franquea dicha acción respecto de la libertad corporal y demás garantías
individuales, así como también para las garantías sociales.
Desde la Carta Magna se fueron elaborando, dentro del "common law", medios
judiciales que constituían una vía imperfecta para proteger la libertad física. El
habeas corpus fue perfeccionado por la ley de 1679, como mandato (writ
ofhabeas corpus) y no como acción judicial determinante de la expedición del
auto. En la petición de Derecho, que el Parlamento redactó en 1628, así como
en la ley que suprimió el Tribunal llamado de la Cámara de la Estrella y demás
tribunales de excepción, en 1641, se hace referencia al auto de habeas corpus.
Para los británicos y en los demás países anglosajones, el habeas corpus se
denomina privilegio, voz que viene de la Edad Media, cuando los derechos
eran mirados como una concesión que hacía el Rey. El concepto correcto de
garantía es una contribución muy posterior de los juristas franceses. La
Constitución de los Estados Unidos expresa en su sección novena, artículo
segundo: "el privilegio del auto de habeas corpus no será suspendido, excepto
en caso de invasión o rebelión, cuando la seguridad pública lo requiera".
IMPUGNACIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
Expresamente, se autoriza acción popular para denunciar los delitos contra los
deberes de función y cualesquiera otros que cometieran los miembros del Poder
Judicial en el ejercicio de su cargo. Procede también para denunciar los delitos
contra la ejecución de las resoluciones judiciales en que incurran los funcionarios
del poder ejecutivo. Así lo dispone el artículo 231° de la Constitución, ampliado por
el artículo 3° de la Ley Orgánica del Poder Judicial (***),
____________________________________
(*) La Constitución de 1979, en el artículo 295, consagró la Acción Popular con
mayores alcances que la Constitución de 1933 al hacerla extensiva a las
normas administrativas de carácter general que expedían el Poder Ejecutivo,
los gobiernos regionales, locales y demás personas de derecho público.
La Constitución vigente de 1993, artículo 200, inciso 5 considera a la Acción
Popular como una de las garantías constitucionales y dispone que procede
por infracción de la Constitución y de la ley, contra los reglamentos, normas
administrativas y resoluciones y decretos de carácter general, cualquiera
sea la autoridad de la que emanen (N. del E.).
(**) Actualmente, se tramita por el proceso de conocimiento. La Ley 24968, de
22 de diciembre de 1988, en su artículo 10, establece que son competentes
para conocer estas demandas: a) la Sala de turno que corresponde, por razón
de la materia, de la Corte Superior del Distrito Judicial al que pertenece el
órgano emisor, cuando la norma objeto de la Acción Popular es de carácter
regional o local; y b) la Sala correspondiente de la Corte Superior de Lima, en
los demás casos. La Sala debe poner lo actuado en conocimiento del Fiscal
respectivo, a quien se le remite, bajo cargo, copia de la demanda y de los
recaudos que la acompañan (artículo 13) (N. del E.).
(***) Tanto la Constitución actual como la Ley Orgánica del Poder Judicial
vigente no contemplan estas aplicaciones de la Acción Popular (N. del E.).
La falta de una ley que regule la acción de amparo, o sea la que procede
por violación de las garantías individuales y sociales distintas de la
libertad corporal, ha determinado un uso excesivo del habeas corpus.
Inclusive ha sido empleado como acción de inconstitucionalidad contra
determinadas leyes, extravasando el campo que corresponde al instituto.
El Decreto Ley 17083 señala normas para canalizar la acción de habeas
corpus y circunscribirla, pero la regulación es deficiente. Consideramos
que, mientras no se reforme la Constitución estableciendo la jurisdicción
contencioso-administrativa, debe franquearse el habeas corpus y la
acción popular en todos los casos de exceso o desviación de poder (*).
_____________________________
(*) La carta política de 1979 introdujo el concepto de lo contencioso-
administrativo en nuestro ordenamiento constitucional (artículo 240). La actual
Constitución de 1993 señala que las resoluciones administrativas que causan
estado son susceptibles de impugnación mediante la acción contencioso-
administrativa (artículo 148). Antes, en diciembre de 1969, el gobierno militar de
ese entonces había establecido en la Corte Suprema de Justicia una Tercera
Sala de Asuntos Contencioso-Administrativo, Laboral y Derecho Público en
general (Decreto Ley 18060, artículo 4). Sin embargo, dos meses después
desaparecía esta Sala, refundiéndose en la Segunda Sala Civil. La ley vigente
se limita a expresar que el trabajo jurisdiccional de la Corte Suprema "se
distribuye en Salas Especializadas en materia Civil, Penal y de Derecho
Constitucional y Social" (Ley 26695, artículo 2) (N. del E.).
El habeas corpus no comprende las garantías llamadas "nacionales", las
cuales entrañan una afirmación de la soberanía estatal y limitaciones en
materia de política monetaria, fiscal, de actividad partidista o de concesiones
de nuestras riquezas. Para la necesaria distinción entre garantías sociales y
nacionales conviene tener presente el carácter de las primeras, nacidas
desde fines del pasado siglo para amparar el trabajo, la libertad sindical, la
seguridad social, los derechos gremiales y los derechos económicos que
promuevan el acceso del mayor número a niveles de vida decorosos,
garantías todas ellas distintas de los derechos tradicionales.
CAPITULO XVIII
La ciencia política inquiere cuál es la base real del poder, admitiendo que no es
sólo la coerción ni sólo el consenso lo que confiere seguridad a un gobierno,
pues ambos factores se entrelazan para dar sustento a un orden político.
Frecuentemente, las teorías filosóficas y jurídicas son construidas en apoyo de
lo factual, con una adecuación triunfalista, antes que por especulación
desinteresada. Otras veces, la teoría filosófica precede a los acontecimientos, e
inclusive señala motivaciones sicológicas que determinan los cambios, como
sucedió con la Revolución Francesa y con la Revolución Rusa.
"Cuando yo uso una palabra -dijo Humpty Dumpty en tono burlón-, ésta significa, ni
más ni menos, lo que yo decido que signifique". "La cuestión está en saber -dijo
Alicia-, si puedes hacer que las palabras signifiquen cosas distintas".
"La cuestión está en saber -dijo Humpty Dumpty-, quién manda; eso es todo".
Las ideologías contribuyen a hacer la historia. Unas veces son preparatorias de
los acontecimientos y otras veces son preparatorias de los acontecimientos y
otras son apologéticas. Así, la doctrina del derecho natural es el fundamento
del régimen democrático y ha inspirado la revolución inglesa de 1689, la
americana de 1774 y la francesa de 1789. En cambio, la célebre obra de Locke
sobre el Gobierno Civil, escrita después de la revolución inglesa, tuvo un
propósito apologético, de defensa del régimen triunfante. Julien Benda observó
a principios de nuestro siglo que las ideas desempeñan un papel muy activo
cuando son deformadas con el fin de que lleguen a las masas, pues así se les
proporciona un potencial revolucionario. "Las doctrinas son adoptadas por el
vulgo en la medida en que satisfacen sus pasiones y en que son deformadas
constantemente para satisfacerlas aún más".
El término ideología fue creado por Destutt de Tracy en 1796 para designar la
ciencia de las ideas, acepción a la cual se aproxima la que da el Diccionario de la
Academia: rama de las ciencias filosóficas que trata del origen y clasificación de
las ideas. Se debe a Napoleón la generalización del vocablo, por haber motejado
de "ideólogos" a los teóricos que Tracy agrupaba. Con similar sentido, años más
tarde, se refirió Bolívar a los fundadores de "repúblicas aéreas".
Marx y Engels usaron el término ideología para denotar las formas jurídicas,
políticas, religiosas y filosóficas que nos dan una concepción del mundo y de la
vida, modelada por una determinada clase. El individuo, al que llega esta
superestructura mediante la tradición y la educación, dice Marx en El 18
Brumario, se imagina que constituyen las verdaderas razones y premisas
de su conducta.
"El proceso social viene condicionado por el modo de producción de la vida
material. No es la conciencia del hombre lo que determina su ser social,
sino, al contrario, es su ser social lo que determina su conciencia", afirma
Marx en su Contribución a la Crítica de la Economía Política. En otra de sus
obras, La ideología alemana, sostiene que la clase que posee el poder de
dominación impone al mismo tiempo su visión cultural, en forma tal que los
pensamientos de la clase dominante son los pensamientos que dominan en
cada época. Tal afirmación entraña cierta descalificación de los móviles
ideales de conducta, de las razones desinteresadas o elevadas, a lo que
Marx llama "mistificaciones", pues cree que las ideas deforman en mayor o
menor grado la realidad económica subyacente que reflejan.
Vista así la ideología como concepción del mundo que la clase dominante
impone, o sea como cosmovisión de la burguesía, Marx condena toda
ideología, sin imaginarse que sus adeptos iban a crear más tarde una ideología
partidista, más aún, una ideología total, una cosmovisión monolítica que aspira
a convertirse en ideología mundial única. Ciertamente, Marx no quiso crear una
ideología proletaria, puesto que consideraba toda ideología como engañosa,
como no científica, como una conciencia distorsionada. Afirmó que la
conciencia nunca podrá ser más que un ser consciente y que el proceso vital
de los hombres es su verdadero ser. "Si en cada ideología los hombres y sus
relaciones parecen estar cabeza abajo, como en la cámara oscura, eso es
porque se trata de un fenómeno resultante del proceso histórico de su vida, en
la misma forma que la posición cabeza abajo de los objetos en la retina es la
consecuencia de los procesos directamente físicos de la vida".
La ciencia política, según hemos visto al inicio de esta obra, estudia los hechos
sociales relacionados con el poder. No todos los fenómenos que ocurren en el
interior de una sociedad son hechos sociales. Solamente lo son aquellos que
ejercen sobre los individuos una coacción externa, según definió Durkheim. Los
hechos sociales de carácter político influyen grandemente en nuestro
comportamiento. Aunque no sintamos el peso del aire, la presión de la
atmósfera gravita sobre nosotros, como observó el mencionado sociólogo.
No basta la idea o representación del bien común para lograr la cohesión del
compuesto social. Es la función política, con su sistema de presiones y
ordenanzas, apoyándose en otros valores, lo que garantiza la cohesión. El
factor político mantiene unidos a los hombres, pese a que la política los
divide, ya que el objeto de la lucha es la determinación de los fines y la
posesión de la autoridad que unifica. La política está inserta en lo social tan
profundamente que si se la extirpara la sociedad se disolvería, como anota
Burdeau. Supone la existencia de un lazo entre sus miembros y de un ajuste
continuo de las relaciones para reducir las tensiones que la desgarran y
superar las oposiciones que siempre encierra.
RESISTENCIA A LA OPRESIÓN
CAPITULO XIX
LA OPINION PUBLICA
La opinión pública como información, creencia y voluntad. - Su
modelación por los medios de comunicación masiva.- Estereotipos, mitos
y slogans.- Opinión pública y poder.- Desconocimiento acerca de los
grandes temas. Acción sobre los grupos primarios y secundarios.
Los filósofos del Siglo de las Luces no hicieron sino racionalizar y justificar las
instituciones políticas que los ingleses habían creado por maduración cívica y sin
obedecer a presupuestos doctrinarios. En verdad, los padres de la Revolución
Francesa idealizaron y sistema tiza ron las instituciones inglesas, dándoles un
mayor fundamento doctrinario y un carácter abstracto. Con la
propagación de las ideas francesas, la sociedad moderna experimenta un
proceso de democratización fundamental, a tono con el súbito aumento
de la población y con las nuevas formas económicas. La expresión
concreta de esta democratiza ción fundamental de la sociedad está dada
por la ampliación del sufragio hasta llegar a ser universal, con lo que se
emanciparon políticamente los estratos sociales inferiores.
Tal como observó Bertrand Russell, la opinión pública razona poco y con
frecuencia es guiada por pasiones más que por el raciocinio. Las masas, que
buscan siempre una inspiración, la reciben de la prensa, el cine, la radio y la
televisión, que suministran ideas preelaboradas, hábilmente orientadas por quienes
aspiran a influir. Generalmente la opinión es modelada, y no pocas veces
engañada, por los medios de difusión; está sujeta a una cierta manipulación. La
opinión pública no es necesariamente idéntica a la que se profesa interiormente. La
opinión de voluntad política, condicionada por intereses, anhelos y temores, y se
dirige concretamente a exigir determinados actos estatales. La opinión pública,
amasada con juicios y prejuicios, una vez que arraiga en principios y doctrinas,
constituye un poderoso vínculo de unidad estatal.
Lo político está inserto en lo social tan profundamente que no puede ser extirpado
sin que la sociedad se disuelva. Pero, así como lo político mantiene agrupados a
los hombres, la política los divide y los enfrenta en lucha. Esta disputa de poder
lleva a organizar partidos, o sea agrupaciones que persiguen el ejercicio del
gobierno. Su nombre proviene de la voz "parte" y está expresando que la opinión
se divide en corrientes diversas. Los partidos tamizan las opiniones individuales de
modo que resultan canalizadas en opiniones de grupos. Sólo así alcanzan a influir
en la vida pública las tendencias y las ambiciones personales. En la práctica, los
partidos son expresión de la idea de equilibrio que ha inspirado la separación del
poder del Estado en tres poderes. Obedecen a la misma concepción mecanicista,
que impera desde la edad moderna. Para llegar a
resultados prácticos, los partidos transigen con sacrificio de sus postulados
esenciales, atentos más bien a lograr el poder o a conservado.
No son pocos los defectos que la existencia de los partidos apareja. Desde el
fanatismo hasta el acopio de fondos de origen turbio y el montaje de una
democracia meramente formal. Un partido no está constituido únicamente por
una idea y un programa. También consta de un complejo de tradiciones, de
lealtades y de intereses. Como todos los fenómenos que atañen al Gobierno,
debe ser estudiado como biología y no como anatomía. En Inglaterra y en los
Estados Unidos, el partido es con frecuencia más poderoso que las masas.
Las organizaciones locales de un partido raramente influyen en las
directivas centrales; son, más bien, de un espíritu subalterno y estrecho. Las
críticas de los afiliados no llegan hasta el cerebro del partido y, en todo
caso, el caudillo influye poderosamente sobre las figuras inmediatas y
dispone de medios para contrarrestar cualquier insurgencia. Sobreponerse
al caudillo o imponer normas a la jerarquía del partido, es casi imposible
para los simples afiliados. Por lo demás, éstos no tienen la misma
concepción que los jefes; se limitan a enterarse del programa,
interpretándolo cada cual a su manera y según sean sus inclinaciones.
Desde el siglo pasado, particularmente en Inglaterra, los Estados Unidos y
Alemania, los partidos han tenido preponderancia efectiva. Los políticos no
afiliados han jugado un papel secundario. En el curso de nuestro siglo, el Estado
ha quedado subordinado a los partidos y las grandes democracias han afirmado y
extendido el poder del Estado sobre casi todos los aspectos de la vida, dando con
ello mayor importancia a los partidos predominantes. Como anota Jouvenel, los
partidos se han instalado en la "sala de máquinas" del Estado.
Ahora bien, es evidente que la acción política del pueblo es imposible sin la
existencia de partidos que orienten la opinión, que den concreción a los anhelos
colectivos y que ofrezcan a los individuos la posibilidad de ver realizados sus
propósitos mediante la asociación con otros que piensan de igual manera. Manuel
Vicente Villarán anota lo siguiente: "Absorbido por sus ocupaciones, el
pueblo necesita alguien que le llame la atención sobre las cuestiones públicas,
que se las exponga, que lo ilustre sobre ellas. Los partidos son como los
abogados ante el tribunal: plantean la cuestión y argumentan cada cual en
favor de su causa. No siempre razonan con sinceridad, pero aun incurriendo en
faltas, llenan un papel necesario". Además, los partidos facilitan enormemente
que las opiniones individuales concuerden en propósitos comunes y alcancen
eficacia en la acción. Sin partidos, el pueblo no adquiere sentido cívico; se
despreocupa por los intereses colectivos y cae fácilmente en la sumisión a
dictadores o en la conducción del demagogo.
EL TRIPARTIDISMO
Los partidos de oposición se hallan siempre con ventaja para criticar, pues no
tienen la responsabilidad ni las limitaciones que la función de gobierno impone. En
cambio, los partidos que ejercen el poder sufren inevitable desgaste, sea por las
transacciones que la praxis impone, sea por la dificultad de cumplir sus promesas
electorales, sea por errores o faltas, cometidas por sus componentes.
Dado que las estructuras sociales persisten por algún tiempo después de
haber dejado de ser útiles, el brío de los posee dores no crea tensiones
exigentes de reforma, que se nutren del antagonismo universal (Oriente
contra Occidente, así como el alineamiento de los países subdesarrollados
contra los países industrializados) hasta el punto de poner en peligro la
democracia representativa o plantear su radical transformación.
Llama la atención que los textos constitucionales de casi todos los países
omitan mencionar a los partidos políticos, pese al importante papel que
ellos desempeñan como motivadores de la opinión pública, como
intermediarios entre el poder y los electores y como orientadores
efectivos de la dinámica del Estado (*).
_________________________________
(*) Por primera vez en nuestra historia constitucional. la ley fundamental de
1979 incluyó entre los derechos políticos el tratamiento y reconocimiento de
los partidos como instrumentos fundamentales para la participación política
de la ciudadanía (artículos 68 al 71). La Carta de 1993 es más escueta en
este punto, ya que tan sólo le dedica un numeral (artículo 35) (N. del E.).
NECESIDAD DE LA OPOSICIÓN
EL PLURALISMO
Hay una dinámica del Estado, tan importante como su ordenamiento jurídico, el
cual sólo refleja un momento estático. El Estado es acción, es un continuum de
poder ejercitado y disputado. Existen en el interior de él agentes de
contrapoder, como la burocracia y la fuerza armada; igualmente, existe en el
exterior de la organización estatal agentes que influyen o aspiran a influir en la
acción gubernativa para defender intereses determinados. En cada sociedad,
aparte del poder oficial o Gobierno, existen factores reales de poder, como los
grupos económicos, los sindicatos, la fuerza armada y, en general, las
instituciones o asociaciones que influyen en la vida del Estado porque tienen
una aspiración sobre determinado orden deseable. Son centros de poder
ignorados en los textos constitucionales, pero crecientemente analizados por la
sociología política. La vida política es un orden en movimiento perpetuo; ignora
o rechaza la inmovilidad. "Lo que llamamos estabilidad social no es más que un
equilibrio estático; resulta de la capacidad del orden para integrar las fuerzas
del movimiento". Tal nos dice Burdeau, al advertir que el proceso político se
cumple por la incorporación al orden existente de las fuerzas que tratan de
renovado. La democracia representativa, por ejemplo, subsiste y se perfecciona
sobre todo por la plasticidad de las estructuras socioeconómicas, que admiten
movilidad de clases y el rejuvenecimiento de los equipos gobernantes sin poner
en riesgo la tranquilidad establecida. Ello juega principalmente en los países de
Europa nórdica y occidental.
Cabe subrayar que un sistema es tanto más sano cuando mayor sea la proporción
de energías sociales captadas o representadas oficialmente. En cambio, resulta
patológico que las fuerzas no oficiales traduzcan voluntades o aspiraciones que no
llegan a la vida oficial con el carácter de representación legal. El conjunto de los
poderes de hecho, o fuerzas sociales que determinan tensiones políticas, puede
dividirse en dos categorías: fuerzas difusas, como la conciencia de clase o la
opinión pública, que están diluidas, y fuerzas organizadas, como son los partidos,
los grupos de presión y algunas ligas civicas.
Las decisiones estatales son tomadas sólo por los poderes políticos, legislativos y
ejecutivo, que participan de la función de mando. El poder judicial es, en rigor, una
rama administrativa, la administración de justicia, función excelsa extraña a la
política. Existe una "estructura de autoridad", un comportamiento factual, que los
sociólogos denominandecision-makingprocessus, el cual resulta influido por los
factores de poder (Fuerza Armada y burocracia), así como por los grupos de
interés (asociaciones motivadas por la defensa de intereses, tales como la reunión
de productores, de comerciantes, de exportadores, o los sindicatos).
Cuando los grupos de interés pretenden influir los actos del Poder se
transforman en grupos de presión. Dicha denominación les fue asignada
en el siglo pasado, en los Estados Unidos, al descubrirse la notable
influencia alcanzada por los poderes económicos, a través de la gestión
ante las esferas oficiales, actividad conocida como "lobbyng" o cabildeo,
derivada de la voz "lobby", salón de entrada, vestíbulo, pues se practica
en los corredores y ante cámaras del Congreso.
Entre los autores que han estudiado el fenómeno de los grupos de presión
destacan Loewenstein, Carter, Jean Meynaud y Georges Burdeau. Para los
politólogos, la marcha de la política depende en todo momento del
enfrentamiento de diversas fuerzas sociales. Es una lucha de todos contra
todos, de la que resulta un equilibrio traducido en ordenamiento jurídico.
Precisa distinguir entre los grupos de interés, tales como los sindicatos y
asociaciones patronales, y las entidades de vocación ideológica. Cabe
calificar como factores de poder, no como grupos de presión, a la burocracia
y a la Fuerza Armada, que son instrumentos de ejecución de las decisiones
estatales pero que en ciertas circunstancias asumen función de gobierno o
llenan un vacío de poder. La burocracia es poderosa particularmente en los
países marxistas, en los que ejerce imperio en nombre del partido y
comparte el poder con los tecnócratas y con la fuerza armada.
Los grupos presionan todo el tiempo. Presionan sobre sus propios componentes,
para defender su cohesión, así como influyen la opinión pública a través de los
medios de comunicación de masa. De modo constante influyen sobre la
Administración, ante la cual exponen sus intereses mediante gestores oficiales o
confidenciales, y actúan inclusive en la política perturbando la idea del bien común
y neutralizando a los partidos. Cuando invocan la coincidencia de sus intereses
con el bien público, ganan cierta opinión moral y hasta prestigio, pero en general la
opinión pública los mira como agentes de intereses antiestatales.
CAPITULO XXI
EL SUFRAGIO
SISTEMAS ELECTORALES
Para que la extensión dada al sufragio constituya un derecho efectivo a ser
representado se precisa la adopción de un buen sistema electoral, a fin de
que las autoridades reflejen verdaderamente la voluntad del órgano
electoral. La determinación de las circunscripciones o distritos electorales,
así como la distribución de votantes y de asientos, es de importancia
fundamental; si se carece de un buen sistema electoral, resulta falseada la
representación e ilusorio el derecho a elegir. En los casos de elección
unipersonal, o sea señalando distritos electorales pequeños, corresponde el
triunfo al candidato mayoritario. Pero en los casos de elección por listas, o
sea cuando se establecen distritos electorales amplios, debe tenderse a que
obtenga representación las minorías más importantes.
LA REPRESENTACIÓN PROPORCIONAL
Los sistemas ideados para dar representación a las minorías pueden ser
clasificados en empíricos y técnicos. Del primer grupo, el más empleado es
el llamado "sistema de lista incompleta", en el que cada elector tiene
derecho a votar por una lista que comprenda un número menor que el de
cargos por proveer. Así, si deben elegirse seis diputados, el elector sólo
puede votar por cuatro, de modo que el quinto y el sexto cargo son
ocupados por los candidatos de más alta votación entre los minoritarios. El
sistema es arbitrario, puesto que es la voluntad del legislador la que señala
el número de representaciones de la minoría, en vez de ser la proporción de
electorales reales. Con todo, es adaptable a los países latinoamericanos,
necesitados de gobiernos definidos pero no prepotentes.
_________________________________________________
LISTA A LISTA B LISTA C
1° - 9.000 (Lista A)
2° - 4.800 (Lista B)
3° - 4.500 (Lista A)
4° - 3.200 (Lista C)
5° - 3.000 (Lista A)
Tal sistema permite que alcancen representación todas las listas de votación
apreciable, en proporción aproximada a los votos que cada una alcance. Con la
modalidad expuesta, agregada a la pureza de lo escrutinios, el Estado moderno
ha logrado realizar la democracia con la participación gobernante de la
minoría, pero es innegable que la cifra repartidora genera con frecuencia
gobiernos que resultan esterilizados por la oposición.
Posada anota que "todo es mera teoría, por cuanto en la práctica no se produce
jamás el caso de que una misma agrupación cuente con la mayoría en cada uno
de los distritos, provinciales o departamentales, sino que siempre ocurre que,
aunque en el país tenga mayoría electoral un partido, ésta no se traduce en tantas
mayorías parciales cuantos son los distritos". En la práctica, se produce
una cierta compensación, pues el partido que gana la mayoría en unos distritos
está en minoría en otros. En los Estados Unidos o en el Perú, por ejemplo, es
fácil advertir que el Sur y el Norte no coinciden en cuanto a corrientes de
opinión. De hecho, pues, las minorías resultan representadas bajo el sistema
mayoritario, si bien alcanzan una representación exigua en relación a su masa
electoral. Tal sucede en Inglaterra, país en el que el partido vencedor obtiene
un número de bancas parlamentarias muy superior al que correspondería
matemáticamente al margen de votos en que supera al principal contendor.
EL CONSTITUCIONALISMO EN EL FUTURO
CAPITULO XXII
A fin de obtener que al menos las decisiones más graves sean expresión de la
voluntad general, se han imaginado diversos modos de recurrir a la consulta
popular. Con ello se tiende a inducir a las Cámaras a que mantengan mayor
respeto por la opinión pública y no pierdan contacto con las masas populares.
Se trata de sistemas que facilitan la emisión de un voto global, generalmente
expresado con laconismo y sin aptitud para introducir matices o analizar un
problema en toda su complejidad. Tales prácticas vienen siendo articuladas
dentro del juego de la democracia representativa. El país cuna del
parlamentarismo, que es Gran Bretaña, recusa los sistemas mencionados y
prefiere optar por la disolución de la Cámara de los Comunes, lo cual franquea
el pronunciamiento decisorio del pueblo.
Una misma adhesión al ideal democrático permite que convivan grupos que
desean la libertad para mantener sus privilegios y masas impacientes por
alcanzar una mejora en sus niveles de vida. Para los unos, la leyes la garantía
de las libertades, en tanto que los otros ven en ella el instrumento de
transformación pacífica. La oposición de intereses o ideales es, precisamente,
lo que da su carácter a la democracia representativa, de estilo plural, en tanto
que el poder pone todo su peso, unas veces al lado del cambio, para que las
injusticias vayan corrigiéndose, y otras al lado del orden, para que la alteración
sea gradual. Se aspira a no romper con la democracia clásica, cuya herencia
de libertad se trata de salvar conciliándola con las exigencias de la democracia
social. Así, los regímenes políticos son a la vez, liberales y socializantes. La
incoherencia se advierte especialmente en la acción de los grupos de presión,
interesados en preservar la libertad económica, o en la actividad de los
sindicatos, afanosos de ganar más poder para obtener ventajas remunerativas
y para afianzar la importancia social lograda, así como en las tensiones
creadas por otros factores de poder, tales como la prensa o la fuerza armada,
que se sitúan fuera del Estado oficial para presionar sobre él.
Georges Burdeau, figura cimera entre los politólogos, observa que en las
democracias el pueblo influye sobre el poder, en tanto que en las democracias el
pueblo influye sobre el poder, en tanto que en las autocracias se convierte en un
instrumento del poder. Más allá de las analogías formales, o sea calando en las
relaciones reales que se establecen, es indisimulable que cuando el poder señala
parámetros ideológicos resultan clausuradas las vías de expresión de las
aspiraciones del pueblo, sea el de hoyo el del futuro. La pluralidad de órganos y
tendencias, recíprocamente controlados, es la única forma humanista de
vida política. La técnica del poder cerrado, que se apoya en la hegemonía
del partido único, impone decisiones que provienen del cuadro superior, lo
que no excluye que exista gran número de comités y asambleas destinadas
a brindar el espectáculo de instancias populares originarias. En verdad, las
bases siguen las directivas de la burocracia política.
CAPITULO XXIII
DEMOCRACIAS CLÁSICAS
DEMOCRACIAS POPULARES
MARCOS IDEOPOLÍTICOS
Cualquiera que sea el centro de interés de un estudioso del Estado, cuenta hoy
con un derecho constitucional y una ciencia política notablemente enriquecidos
por efecto de los recientes análisis. A la "micropolitología", constituida por las
investigaciones especializadas en zonas de conocimiento restringido, se suma
la "macropolitología" que investiga todo el ámbito de sociedades complejas,
con 10 que la inteligencia humana adquiere nuevos medios de conocimiento. El
funcionamiento de los mecanismos constitucionales es estudiado ahora en
relación al contexto social y cultural. El desconcierto del mundo actual no es
absurdo ni infecundo. La actual agitación parece incapaz de organizar el
mañana, pero de ella emerge el trazo del porvenir.
Se debate hoy sobre las ideas de libertad, igualdad y organización. Esta última
noción tiene hoy una premiosa importancia, pues la vida tiende a racionalizarse
para lograr la mejor utilización de los recursos colectivos. La heredad que los
conservadores defienden contiene valores como la libertad y el equilibrio entre
el poder y los derechos humanos, expresado por el constitucionalismo. Los
progresistas, partidarios de reformas o bien de revolución, preconizan un
cambio estructural. Unos defienden las instituciones tradicionales a
contracorriente, otros las vituperan o cuando menos las proclaman caducas.
CAPITULO XXIV
GRAN BRETAÑA
Por último, cabe subrayar la habilidad con que el Reino Unido de Gran Bretaña
e Irlanda del Norte, que comprende Inglaterra, Escocia y la región norte de
Irlanda, ha nucleado en su rededor la vasta comunidad de pueblos libres,
unidos por vínculos históricos, que se conoce por la denominación de
Comunidad Británica de Naciones. No constituye una asociación, ni una
confederación, pero las ventajas de seguridad colectiva y de comercio
preferencial han robustecido los vínculos étnicos y culturales poderosamente.
El Estatuto de Westminster, de 1931, traza las grandes líneas de una
convivencia independiente y soberana, dentro de un sistema eminentemente
flexible. Son ideales vigentes la igualdad y la libertad política, las elecciones
pluralistas, los derechos del hombre y el régimen parlamentario.
En los años que corren, la conculcación de los derechos humanos en
Irlanda del Norte y la crisis laboral vienen poniendo sombras en un
sistema que parecía el menos imperfecto en el mundo occidental.
Enrique IlI, hijo de Juan sin Tierra, confirmó la Carta Magna en 1225, al
alcanzar su mayoría de edad, y los obispos declararon excomulgados a
quienes la violasen, por ser "fundamento de las libertades inglesas". El
artículo 29° de la Carta de Enrique III, otorgada como pacto entre
poderes feudales, expresa al final: "No venderemos, ni negaremos, ni
retrasaremos a nadie el derecho o la justicia".
Todo el siglo XVI transcurrió bajo la dinastía Tudor, o sea desde Enrique VII, que
venció a la casa de York en la guerra civil llamada de "las dos rosas", hasta la
muerte de Isabel. En pocas décadas se terminó con el localismo medieval y con
la posibilidad de rebelión de los grandes señores, con lo que fue adquiriendo
forma un Estado nacional y centralizado. El "common law", o derecho histórico
constituido por la jurisprudencia de los tribunales, impuso su preeminencia
sobre las costumbres jurídicas de cada comarca, pues los jueces reales
extendieron por doquiera la aplicación de un mismo derecho. El gobierno de los
Tudor fue un régimen absolutista y conciliar, esto último por la importancia que
ganó el Consejo Privado. El Parlamento actuó sometido a la Corona. La Iglesia
Católica fue casi aniquilada, en tanto predominaba el anglicanismo cuyo jefe
supremo era el propio Rey. La clase media, formada por burgueses y pequeños
propietarios rurales, alcanzó un papel relevante.
Los Tudor ejercieron un gobierno absolutista, debido al cansancio que dejó la larga
guerra civil y porque la Corona se había enriquecido al final de ella con las
herencias vacantes y otros despojos. Pronto se habituaron los Reyes a diferir las
convocatorias del Parlamento y a dictar medidas de alcance legislativo por medio
de proclamas del Consejo Privado. Con Isabel se acentuó la docilidad de las
Cámaras, en parte por rechazo al papismo y también por el creciente sentimiento
nacionalista que respaldaba las empresas de política exterior.
fueros del Parlamento con la prerrogativa real. Los whigs descendían de los
antiguos partidarios de Cromwell. Eran puritanos, industriales o
comerciantes, y luchaban por reducir el poder de la Corona y asentar la
soberanía del Parlamento. Se basaban en la teoría del pacto social, todavía
imprecisa pero con precedentes en el célebre "covenant" que los escoceses
acordaron para defender su credo calvinista en la época de María Estuardo.
LA DECLARACIÓN DE DERECHOS
El documento por el cual los lores y los comunes reconocieron como reyes a
Guillermo y María contiene la famosa Declaración de Derechos, de febrero de
1689. Dicho Bill of Rights enumera los agravios sufridos por la nación y confirma
que la autoridad real no puede suspender las leyes o incumplir su ejecución.
Reitera que es ilegal toda cobranza de impuestos dispuesta por la Corona sin
ley del Parlamento; que son contrarias a la ley el reclutamiento o el
mantenimiento de un ejército en tiempo de paz; que el Parlamento debe ser
convocado frecuentemente y que ha de ser mantenida la religión protestante.
La Declaración de Derechos es tenida como el documento más
importante de la historia inglesa después de la Carta Magna.
La exclusión de los príncipes católicos al trono fue confirmada por el Acta
de Establecimiento, en 1701. Su objeto principal fue establecer el
derecho eventual de la casa de Hannover a la sucesión de la Corona.
Además, contenía la garantía de inmovilidad de los jueces "mientras se
porten bien" y confirmaba que' los reyes debían gobernar "conforme a las
leyes de Inglaterra, que son los derechos naturales de su pueblo".
LA CORONA
También se entiende por Corona al poder ejecutivo, integrado por el Rey y sus
Ministros. El Rey no es responsable; carece de veto, pero su firma es la que
sanciona leyes; puede disolver al Parlamento a requerimiento del Primer
Ministro; es origen de toda jurisdicción en lo judicial y puede conceder gracia;
es la fuente de honores y dignidades; usa el título de Defensor de la Fe y
gobierna teóricamente la Iglesia Anglicana. Sobre todo es vínculo y símbolo de
la comunidad británica de naciones (British CommonweaIth).
EL GABINETE
Los ministros son nombrados por el Rey;. a propuesta del Primer Ministro, que es
siempre el jefe de la mayoría de los Comunes. La composición del Gabinete está al
arbitrio de éste, sin otra limitación que la de escogerlos entre parlamentarios,
debiendo pertenecer casi la totalidad a la Cámara de los Comunes.
El Gabinete se remonta al siglo XVII, cuando el Rey reunía en su antecámara o
gabinete a los principales miembros del Consejo Privado, que era entonces la
fuente formal del Poder Ejecutivo. La ausencia de los primeros Hannover en
dichas reuniones, así como la importancia que fueron ganando los partidos,
configuró el Gabinete Ministerial, de modo rotundo, desde el siglo XVIII, en
tanto perdía importancia el Consejo Privado. Este último organismo subsiste
para dar vigencia a los Decretos Reales (Ordenes en Consejo) y a las
decisiones políticas adoptadas por diversos medios del aparato estatal. Tiene
alrededor de 300 miembros, designados casi siempre a título honorífico.
El número de miembros del Gabinete es variable; sólo unos 20 llevan el título
de Ministros, que corresponde a quienes conducen las principales ramas de la
Administración. Los más importantes son el Canciller del Tesoro (Chancelor of
the Exchequer), el Ministro de Industria y Comercio (llamado Presidente de la
Junta de Comercio), el de Relaciones Exteriores y el Primer Ministro, quien
cuenta así con un título más para coordinar y disciplinar la acción de sus
colegas. Con frecuencia, los asuntos son decididos por un grupo de Ministros,
los de mayor importancia, que componen el llamado "Inner Cabinet" o Gabinete
interior, el cual desempeña una función discreta pero decisiva.
De hecho, es el Gabinete el que ejerce los poderes de la Corona, o sea de "el Rey
en Consejo", así como las leyes se entienden dictadas por "el Rey en Parlamento".
La responsabilidad del Gabinete es colectiva, aunque se hagan constar las
opiniones discrepantes. El Gabinete es responsable ante el Parlamento, del que
emana como Comisión, pero sobre el cual tiene poderes singulares en
razón de que el sistema político pone en manos del mismo partido la
mayoría parlamentaria y el Gabinete.
EL PRIMER MINISTRO
EL PARLAMENTO
La Cámara de los Lores está formada por más de ochocientos miembros natos y
doscientos miembros vitalicios, pero los que ejercen su derecho a votar no pasan
de trescientos. Se pertenece a ella por herencia o bien por la calidad de Obispos
de la Iglesia Anglicana. Usualmente asisten a las sesiones menos de un centenar.
Usualmente asisten a las sesiones menos de un centenar. La Corona, a pedido de
los Ministros, crea cada cierto tiempo nuevas dignidades de Par, como recompensa
por servicios eminentes prestados al país. En particular, debe subrayarse el
nombramiento de jueces supremos, denominados Lores de Apelación. El
nombramiento comporta la dignidad de par, o sea de miembros de la Cámara de
los Lores. Tales nombramientos recaen en distinguidos juristas, que forman la
Corte de la Banca del Rey o "King's Bench", la cual ejerce las funciones de Corte
Suprema, en nombre de la Cámara de los Lores. Hasta nueve jueces forman la
Corte, siendo frecuente que presida el Lord Canciller, un ex-Lord Canciller o el Lord
de Apelación más antiguo.
Existe en cada Cámara un sistema de comisiones, ideado para tratar los temas
importantes en ambientes más especializado y tranquilo. Es frecuente que las
comisiones de ambas Cámaras se reúnan de manera conjunta y voten como un
solo cuerpo. La Cámara de los Comunes puede obligar a dimitir a un Ministro o al
Gobierno, mediante una resolución de "no confianza" o bien rechazando un
proyecto que se haya presentado como cuestión de confianza. En la práctica, no
se dan estos casos sino raramente, siendo usual promover un debate crítico a
través de la institución parlamentaria denominada de Ruegos y Preguntas.
Cualquier miembro de la Cámara de los Comunes puede plantear interrogaciones
o críticas, por escrito y con dos días de anticipación. La primera hora se destina a
satisfacer dicho trámite, estando prohibido que la pregunta sea "tendenciosa, de
carácter controvertible, irónica, vaga, frívola o repetitiva". El diputado puede insistir
con preguntas suplementarias, pero queda a juicio del Speaker darles curso, así
como evitar que se conviertan en debate.
TRANSFORMACIÓN ACTUAL
SISTEMA ELECTORAL
Desde tres siglos atrás el poder se alterna entre dos grandes partidos.
Hasta la presente centuria eran el conservador y el liberal. Desde hace
medio siglo, el partido laborista hace la balanza del poder con el partido
conservador, pues los liberales no alcanzan un volumen de votos que les
permita ejercer influencia notable.
ESTADOS UNIDOS
ANTECEDENTES DE LA FEDERACIÓN
LA CONSTITUCIÓN
EL SISTEMA FEDERAL
A base del censo que se practica cada diez años, una ley fija el número
total de representantes y los distribuye entre los Estados según sea la
cantidad de electores. Cada Estado señala sus distritos electorales, así
como los requisitos de los votantes. Según haya sido el crecimiento
demográfico en la última década, los Estados pierden o ganan bancas en
la Cámara de Representantes en base a cada treinta mil electores.
Actualmente, la edad mínima para votar es de 18 años.
El Senado se renueva por tercios cada dos años y está compuesto de dos
senadores por cada Estado, sin que influya la importancia de la población, pues
los constituyentes idearon dicha distribución para mantener garantizada la
equiparidad de los Estados. Su Presidente es el Vicepresidente de la República
y vota solamente en caso de empate. Para ser senador es requisito tener 30
años de edad y residencia en el Estado respectivo. El Senado tiene gran
importancia, especialmente porque el mandato de los senadores dura seis
años, lo que permite una política más definida. La influencia de la Cámara de
Representantes radica, principalmente, en que es de su competencia la
iniciativa en materia de tributación, que luego revisa el Senado.
Puede devolver con observaciones un proyecto de ley aprobado por las Cámaras,
el que no entra en vigor sino en caso que el Congreso insista por mayoría especial
de dos tercios de cada Cámara, en votación nominal, lo que hace improbable
sobrepasar la objeción presidencial, que tiene así el efecto virtual de un veto. En
algunos casos, por delegación expresa del Congreso, el Presidente puede legislar.
No tiene facultad de remitir proyectos de Ley, pero recomienda al Congreso, por
medios de mensajes, la dación de las leyes que cree convenientes. Es usual que
puntualice, en el mensaje de instalación del Congreso, las diversas leyes que
solicita, sin perjuicio de dirigir mensajes posteriores recomendando la expedición
de otras. En 10 referente al Presupuesto tiene iniciativa de modo exclusivo y la
ejerce a través del "Bureau of the Budget". No es raro que una iniciativa de ley sea
aprobada con el voto de los representantes
del partido opositor, si la consideran conveniente, pues la votación no
obedece a consignas, salvo en materias de interés político.
La primera instancia federal está constituida por los tribunales de distrito, que
son un centenar; a razón de no menos de uno por cada Estado. Ante ellos se
instauran y terminan casi todos los casos federales. Las cortes de circuito, cuyo
número es ahora de once, ejercen jurisdicción sobre varios estados; son de su
competencia, principalmente, las apelaciones. El Tribunal Supremo, con sede
en la capital federal, Washington, está compuesto de nueve jueces, designados
por el Presidente de la República, con aprobación del Senado.
Del punto de vista formal, los Estados Unidos realizaron el típico Estado de
Derecho, principalmente por el imperio de la juridicidad y no sólo de la
legalidad, pues el Tribunal Supremo recurre a los principios generales del
Derecho cuando interpreta la Carta Fundamental para establecer si
determinada ley está o no de acuerdo con ella. La Constitución de los Estados
Unidos conserva el carácter de un compromiso entre los patricios fundadores y
el pueblo. Ejemplo reciente de conciencia democrática se dio con la caída de
Nixon, derribado por la prensa libre y por el funcionamiento de las instituciones.
SUIZA
DISTRIBUCIÓN DE COMPETENCIAS
El buen éxito del federalismo suizo constituye un ejemplo mirado con atención
por los especialistas de Derecho Internacional y no sólo por los politólogos. La
intervención de los ciudadanos en la formación o refrendación de las leyes,
lejos de acelerar el ritmo de las transformaciones, es un factor de moderación
en los cambios. La experiencia helvética muestra un sistema de gobierno semi
directo, que combina sabiamente la forma de gobierno representativo con la
democracia pura, concebida idealmente como gobierno directo del pueblo.
CAPITULO XXVII
FRANCIA
QUINTA REPÚBLICA
PODER EJECUTIVO
PARLAMENTO
AUTORIDAD JUDICIAL
CONSEJO CONSTITUCIONAL
EL CONSEJO DE ESTADO
La III Internacional Comunista, fundada en 1919 desde Moscú y más conocida por
su abreviatura de Komintern, anunció su disolución en 1943. De todos los
regímenes comunistas es el de China el que más dista de la línea moscovita. La
organización de guerrillas campesinas, propugnada por Mao desde el año 1926,
contradijo un dogma leninista: el de la preponderancia del proletariado obrero,
conductor de la revolución social. La estrategia de la "guerra revolucionaria"
armada por campesinos dio un exitoso resultado, que demostró su aplicabilidad a
ciertos países del tercer mundo. Al obtener el control sobre la totalidad del territorio,
dictó Mao la Constitución de 1954 proclamando una democracia popular dirigida
por los obreros y fundada en la alianza de campesinos y obreros. Las acusaciones
de desviacionismo, que son recíprocas, y el igualitarismo de clases impuesto por
Mao han venido a subrayar las diferencias con el sistema ruso. El nombre de la
República Popular de China, celosamente conservado después de haber sido
reconocida por la comunidad internacional como único Estado chino, enfatiza el
uso de la palabra popular.
Las búsquedas de un socialismo nacional, cierta liberalización en lo
religioso y en el proceso de producción, así como las resistencias al
dirigismo moscovita en materia de política internacional, determinan en el
exterior de Rusia un interludio histórico que desafía toda previsión.
CAPITULO XXVIII
ANTECEDENTES
En marzo de 1917 el Zar abdicó a su corona, por haberse producido una revuelta
popular a su retorno del frente de guerra. Un gobierno provisional, presidido por
Kerensky, intentó conducir el inmenso imperio ruso hacia la forma de gobierno
republicano, de corte parlamentario. La revolución de Octubre, dirigida por Lenin,
impuso el poder del partido comunista, con solidado meses después por el
Congreso Panruso de los Soviets. Se proclamó entonces que todo el poder
corresponde a los Soviets, o consejos de obreros y campesinos. El sector
bolchevique, palabra ésta que significa mayoritario, obtuvo la consagración del
monopolio político y la imposición de la dictadura del proletariado para hacer
realidad el propósito enunciado por Lenin: "edificar en Rusia el estado proletariado
socialista". El impulso revolucionario racionalista, cuyo punto de partida es la teoría
de Marx sobre la revolución, ofrece la regeneración del hombre por el hombre, la
construcción de una sociedad justa, la supresión de las clases sociales y un estilo
de vida comunitario, sin Estado ni aparato represivo.
ESTRUCTURA FEDERAL
ORCANOS DE GOBIERNO
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
Las formas y vías de la revolución socialista son muy diversas, según el país
en que hayan alcanzado dominio. Pero tienen de común el establecimiento de
la dictadura del proletariado, o sea "la democracia para los trabajadores". La
clase obrera y su vanguardia, el partido comunista, procuran asegurar que
pasen a manos del pueblo los medios de producción fundamentales. Según la
célebre resolución del XXII Congreso del partido comunista de la u.R.S.s.,
realizado en 1961, los partidos comunistas pueden entrar en el juego electoral
en los países de Occidente. "La clase obrera tiene la posibilidad de derrotar a
las fuerzas antipopulares, reaccionarias, de conquistar una mayoría estable en
el Parlamento y de convertir éste de instrumento al servicio de los intereses de
la clase de la burguesía en instrumento al servicio del pueblo trabajador, de
desplegar una amplia lucha de masas extraparlamentarias, de romper la
resistencia de las fuerzas reaccionarias y de crear las condiciones
precisas para llevar a cabo por vía pacífica la revolución socialista".
Los órganos del poder estatal son colegiados, a fin de superar el culto a la
personalidad, pero en la práctica impera la decisión del Secretario General del
Partido. El Comité Central del Partido Comunista es todopoderoso, pues el sistema
constitucional reconoce que los órganos del Estado deben seguir sus directivas.
Esta identificación del partido único con el Estado obedece a la necesidad de
modelar la construcción del comunismo, fase última del socialismo. Desde que los
bolchevique s triunfaron sobre la tendencia liberal de otros sectores, han venido
imponiendo el credo marxista, único, indivisible e infalible. Gracias a su política
férrea, han logrado superar la paradoja de que la revolución anti-capitalista
triunfara en un país no industrializado, de enorme mayoría campesina. La abolición
del capitalismo, la colectivización de todos los medios de producción y el
igualitarismo fueron posibles en Rusia, contrariamente a la previsión de Marx,
precisamente porque la sociedad industrial era incipiente. En compensación a este
hecho histórico contrario a las previsiones de Marx, triunfó una de sus tesis
fundamentales, la de la praxis, o sea la acción que reactúa sobre el pensamiento
simultáneo, el análisis de la realidad y método de actuar sobre ella, la actitud de
lucha comprometida y no de filosofar estéril, "teoría dentro de la acción y acción
conforme a la teoría inmanente de lo real". La dictadura de un grupo que gobierna
en nombre del mismo proletariado al
que oprime y encauza y que es poseedor de una certidumbre, de
muestra la filosofía del "horno faber": el hombre se hace a sí mismo; el
pensamiento aislado de la práctica es irreal. El trabajo es la
autorrealización del hombre, es la actividad práctico-sensible.
Tanto Lenin como Stalin hicieron pasar a segundo plano la profecía de Marx
relativa a la extinción del Estado y del derecho. Más realista es la posición
de Stalin; en Cuestiones del Leninismo, subrayó la importancia del Estado
soviético para realizar y mantener el socialismo, afirmando que "la
desaparición del Estado no vendrá mediante el debilitamiento de la
autoridad estatal sino mediante la intensificación al máximo de esa
autoridad" y sólo después de que se haya liquidado el cerco capitalista. Por
virtud de una ficción, la dictadu~a del partido es mirada como si la totalidad
del pueblo impusiera las normas y como si no existieran las diferencias
clasistas entre obreros y campesinos, entre trabajadores manuales y
trabajadores intelectuales, entre masa gobernada y grupo gobernante.
EL PARTIDO UNICO
Las decisiones tomadas por el Comité Central en 1965, han permitido ciertos
brotes de autonomía en las empresas, alliberalizar la planificación y admitir la
ganancia como meta lícita. La dialéctica plan-mercado se ha convertido en una
dialéctica viva, que exige determinada liberalización. El estímulo del futuro tipo
de consumo radica en la sinceridad con que se persiga la construcción de un
"hombre nuevo", cuyas necesidades no serían creadas por la propaganda
comercial sino determinadas por una nueva ética social, que dé prioridad a la
cultura y a la participación individual en el consumo.
CAPITULO XXVIII
ANTECEDENTES
En marzo de 1917 el Zar abdicó a su corona, por haberse producido una revuelta
popular a su retorno del frente de guerra. Un gobierno provisional, presidido por
Kerensky, intentó conducir el inmenso imperio ruso hacia la forma de gobierno
republicano, de corte parlamentario. La revolución de Octubre, dirigida por Lenin,
impuso el poder del partido comunista, con solidado meses después por el
Congreso Panruso de los Soviets. Se proclamó entonces que todo el poder
corresponde a los Soviets, o consejos de obreros y campesinos. El sector
bolchevique, palabra ésta que significa mayoritario, obtuvo la consagración del
monopolio político y la imposición de la dictadura del proletariado para hacer
realidad el propósito enunciado por Lenin: "edificar en Rusia el estado proletariado
socialista". El impulso revolucionario racionalista, cuyo punto de partida es la teoría
de Marx sobre la revolución, ofrece la regeneración del hombre por el hombre, la
construcción de una sociedad justa, la supresión de las clases sociales y un estilo
de vida comunitario, sin Estado ni aparato represivo.
ESTRUCTURA FEDERAL
ORCANOS DE GOBIERNO
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
Las formas y vías de la revolución socialista son muy diversas, según el país en
que hayan alcanzado dominio. Pero tienen de común el establecimiento de la
dictadura del proletariado, o sea "la democracia para los trabajadores". La clase
obrera y su vanguardia, el partido comunista, procuran asegurar que pasen a
manos del pueblo los medios de producción fundamentales. Según la célebre
resolución del XXII Congreso del partido comunista de la u.R.S.s., realizado en
1961, los partidos comunistas pueden entrar en el juego electoral en los países de
Occidente. "La clase obrera tiene la posibilidad de derrotar a las fuerzas
antipopulares, reaccionarias, de conquistar una mayoría estable en el
Parlamento y de convertir éste de instrumento al servicio de los intereses de
la clase de la burguesía en instrumento al servicio del pueblo trabajador, de
desplegar una amplia lucha de masas extraparlamentarias, de romper la
resistencia de las fuerzas reaccionarias y de crear las condiciones precisas
para llevar a cabo por vía pacífica la revolución socialista".
Los órganos del poder estatal son colegiados, a fin de superar el culto a la
personalidad, pero en la práctica impera la decisión del Secretario General del
Partido. El Comité Central del Partido Comunista es todopoderoso, pues el sistema
constitucional reconoce que los órganos del Estado deben seguir sus directivas.
Esta identificación del partido único con el Estado obedece a la necesidad de
modelar la construcción del comunismo, fase última del socialismo. Desde que los
bolchevique s triunfaron sobre la tendencia liberal de otros sectores, han venido
imponiendo el credo marxista, único, indivisible e infalible. Gracias a su política
férrea, han logrado superar la paradoja de que la revolución anti-capitalista
triunfara en un país no industrializado, de enorme mayoría campesina. La abolición
del capitalismo, la colectivización de todos los medios de producción y el
igualitarismo fueron posibles en Rusia, contrariamente a la previsión de Marx,
precisamente porque la sociedad industrial era incipiente. En compensación a este
hecho histórico contrario a las previsiones de Marx, triunfó una de sus tesis
fundamentales, la de la praxis, o sea la acción que
reactúa sobre el pensamiento simultáneo, el análisis de la realidad y método
de actuar sobre ella, la actitud de lucha comprometida y no de filosofar
estéril, "teoría dentro de la acción y acción conforme a la teoría inmanente
de lo real". La dictadura de un grupo que gobierna en nombre del mismo
proletariado al que oprime y encauza y que es poseedor de una
certidumbre, de muestra la filosofía del "horno faber": el hombre se hace a sí
mismo; el pensamiento aislado de la práctica es irreal. El trabajo es la
autorrealización del hombre, es la actividad práctico-sensible.
Tanto Lenin como Stalin hicieron pasar a segundo plano la profecía de Marx
relativa a la extinción del Estado y del derecho. Más realista es la posición
de Stalin; en Cuestiones del Leninismo, subrayó la importancia del Estado
soviético para realizar y mantener el socialismo, afirmando que "la
desaparición del Estado no vendrá mediante el debilitamiento de la
autoridad estatal sino mediante la intensificación al máximo de esa
autoridad" y sólo después de que se haya liquidado el cerco capitalista. Por
virtud de una ficción, la dictadu~a del partido es mirada como si la totalidad
del pueblo impusiera las normas y como si no existieran las diferencias
clasistas entre obreros y campesinos, entre trabajadores manuales y
trabajadores intelectuales, entre masa gobernada y grupo gobernante.
EL PARTIDO UNICO
Las decisiones tomadas por el Comité Central en 1965, han permitido ciertos
brotes de autonomía en las empresas, alliberalizar la planificación y admitir la
ganancia como meta lícita. La dialéctica plan-mercado se ha convertido en una
dialéctica viva, que exige determinada liberalización. El estímulo del futuro tipo
de consumo radica en la sinceridad con que se persiga la construcción de un
"hombre nuevo", cuyas necesidades no serían creadas por la propaganda
comercial sino determinadas por una nueva ética social, que dé prioridad a la
cultura y a la participación individual en el consumo.
CAPITULO XXIX
YUGOSLAVIA (*)
(') De lo que alguna vez fue la República Socialista Federativa de Yugoslavia, han
surgido al escenario internacional cinco Estados independientes: Croacia (1991),
Eslovenia (1991), Macedonia (1991), Bosnia-Herzegovina (1992) y Yugoslavia
(1992). El proceso de desintegración de esta ex-federación balcánica se inició en
1988 y tuvo connotaciones trágicas a comienzos de la década de los noventa, con
la cruenta guerra entre los serbios y la alianza bosnio-croata. El Estado que ha
heredado el nombre de Yugoslavia es hoy una República Federal integrada por las
repúblicas de Serbia y Montenegro y las provincias autónomas de Kosovo y
Vojvodina. Según la Constitución vigente (en vigor desde el 27 de abril de 1992), el
Presidente Federal es el jefe de Estado y de gobierno, elegido por la asamblea
para un término de cuatro años. Se contempla también un primer ministro,
nombrado por el presidente, y un gabinete ministerial. El poder legislativo recae en
la Asamblea Federal, formada por la Cámara de las Repúblicas (40 miembros
elegidos de las asambleas de Servia y Montenegro) y
la Cámara de Ciudadanos (138 miembros electos por sufragio universal). El
sistema judicial lo conforman la Corte Constitucional, la Corte Federal
(considerado el más alto órgano de justicia del país) y el Acusador Público.
Las repúblicas y provincias tienen sus órganos ejecutivos y legislativos.
Yugoslavia ofrece gran interés porque ensaya una ruta nacional para
realizar el comunismo, con singularidad respecto de los otros países
socialistas. La constitución vigente es de 1974.
La originalidad del sistema yugos lavo fue posible por dos hechos: 10 Que el
territorio fue liberado de la ocupación germana por acción de sus propios
guerrilleros, sin recurrir a la intervención del ejército ruso: 20 Que Tito rompió
con Stalin en 1948, apartándose de la hegemonía soviética impuesta a Europa
oriental. Partiendo de la estatización de la economía, el comunismo yugoslavo
imaginó formas más creativas y humanas, habiendo forjado un régimen
asociativo, de participación, abierto a la multiplicidad de los impulsos sociales.
LA AUTOGESTIÓN SOCIAL
ESTRUCTURA FEDERAL
ORGANIZACIÓN POLÍTICA
LA ASAMBLEA DE LA RSFY
TRIBUNAL FEDERAL
CAPITULO XXX
El actual país emerge con gran solidaridad moral. El presidente del Partido
Comunista, Mao Tse- Tung, insiste en la continua "transformación de la
revolución", así como en la necesidad de proseguir sin interrupción la lucha
contra el imperialismo occidental y contra el imperialismo ruso, al que
denomina "social imperialismo". Su teoría es una modalidad de la tesis
trotskista de la revolución permanente, a escala mundial, a diferencia de la
táctica de Stalin que consistió en afianzar el comunismo en Rusia y coexistir
con el mundo capitalista, incluyendo alianzas con los partidos burgueses y
con el militarismo. Mao ha organizado férreamente una colectividad
inmensa, cuidadosamente aislada del mundo exterior. El socialismo chino
realiza una intensa remo delación anímica con la mira de imponer una
filosofía más avanzada, que sea realmente proletaria.
El conflicto entre la tradición de Confucio y el nuevo ideal del "hombre total" es hoy
más pugnaz. Está dirigido a contrarrestar el prejuicio que siempre se tuvo en favor
de los intelectuales. El confucianismo había exaltado al hombre de letras que
posee conocimientos elevados, asignándole una categoría social prevalente. La
nueva era, por el contrario, ha izado el ideal marxista del "hombre completo", que
equilibra el trabajo manual con la actividad intelectual. El envío de los recién
diplomado s al campo, para que difundan sus conocimientos y realicen trabajos
físicos, así como la creación de escuelas en las que se comparte el estudio con la
ejecución de tareas materiales, sirve para situar al intelectual en el nivel social
uniforme, a la vez que se afianza la hegemonía del proletariado. El letrado, el
hombre culto del tipo del fundador de la república Sun Yat-Sen, que fue doctor en
medicina, es tenido bajo observación e impelido a usar el lenguaje corriente, para
aproximarse al pueblo. Esto no obstante que el movimiento comunista fue iniciado
y comandado por
intelectuales, como Mao Tse- Tung, pensador y poeta de origen campesino, o
Chou-En-Lai, cultivado intelectualmente por largos años de estudios en Europa.
SISTEMA POLÍTICO
El Estado chino tiene los siguientes caracteres: democracia popular, dirigida por
los obreros y fundada en la alianza de campesinos y obreros; unión de las clases
no proletarias, bajo la dirección del Partido Oficial, en tanto se va borrando la
diferencia de clases; encuadramiento de las clases burguesas e intelectual,
de modo que el poder corresponde únicamente a la clase proletaria y se
considera pueblo exclusivamente a los trabajadores, lo cual define una
democracia popular y socialista, en oposición a la democracia burguesa;
inscripción de la democracia en el cuadro de la dictadura proletaria,
eliminada la antinomia entre dictadura y democracia, según la concepción
de Mao TseTung; por último, centralismo democrático, o sea, una
organización política vertical, cuya voluntad se presume formada de abajo
hacia arriba y revierte luego en órdenes inflexibles de arriba hacia abajo.
EL PARTIDO COMUNISTA
Si bien el triunfo de la revolución comunista fue en 1949, con la toma del poder en
la capital, es frecuente considerar tal suceso como final de la liberación y acentuar
como fase revolucionaria de similar importancia la revolución cultural, con la que se
puso en movimiento permanente el espíritu de renovación moral y la vigilancia para
que no rebroten los incentivos económicos. El anclaje de siglos de tradición,
feudalismo yatraso ha sido removido y Mao mantiene su consigna de 1967, cuando
la revolución cultural estuvo en el ápice de la actividad: "Todos los miembros del
partido, todo el pueblo de nuestro país, no deben crear que después de una, dos,
tres, cuatro revoluciones culturales, llegarán la paz y la tranquilidad. Deben
permanecer siempre en alerta y no relajar su vigilancia". En suma, es la Larga
Marcha que continúa, por lo menos en tanto viva el conductor y la voz de orden de
éste prolongue su vigencia: El fusil subordinado al Partido.
ORGANOS JURISDICCIONALES
EL SISTEMA ECONÓMICO
Poco después de haber entrada a Pekín el ejército rojo, en 1949, Mao Tse-Tung
publicó su ensayo sobre la Dictadura Democrática del Pueblo, en el que confirmó
la tesis de Marx y Lenin acerca del rol dirigente que correspondía al proletariado de
las ciudades, pues los obreros debían guiar a los campesinos y hermanarse con
ellos. Años después, con el fin de que fueran desapareciendo las diferencias entre
trabajadores del campo y de las ciudades, a la vez que para imponer un régimen
militarizado consistente en brigadas de trabajo y en ir combinando el trabajo con la
educación, ideó Mao en 1958 la imposición de las comunas. Debían acelerar el
tránsito del socialismo al comunismo y dar ejemplo
de fraternidad laboral, así como sustituir los lazos de familia por un
sentimiento de solidaridad social. La comuna era la realización de la línea
marxismo-leninismo-pensamiento Mao TseTung. Mirada como "unidad
básica", la comuna popular reuniólas cooperativas agrícolas, ganaderas,
artesanales y de crédito, a las que ha subsumido.
Casi toda el área rural del país es trabajada hoy por las comunas populares,
que también agrupan una parte de la población de las ciudades. Constituyen
un modelo chino, inspirado en la "comuna rural" de tipo militar que Lenin
propugnó. La comuna tiene incidencia en la vida pública y en la vida
privada, pues afecta la intimidad y la conducta externa. El nombre recoge el
ejemplo histórico de la Comuna de París, o sea del movimiento popular de
1871 que tanto ha elogiado Marx. Las comunas persiguen, a largo plazo, la
desagregación del Estado, que será un mecanismo inútil cuando hayan
desaparecido las contradicciones entre la producción social y la apropiación
individual, según sostiene el credo marxista. Representan la institución
típica de la vida china para salir del subdesarrollo. Desde que el ejército de
Mao, formado sobre todo por campesinos, tenía su capital en las cuevas de
Yenán, los dirigentes han proclamado que la "senda china" es la más
adecuada para lograr el triunfo del comunismo en los países coloniales o
semicoloniales, constelados más tarde en el llamado Tercer Mundo.
La instauración de las comunas fue llevada con exagerada violencia en los
primeros años, o sea de 1959 a 1961, lo que ocasionó regresión económica y
descontento. Pero luego, utilizando la experiencia más humana de las
cooperativas, que se había querido descartar por consideradas demasiado
pequeñas para el proceso de colectivización, se introdujeron rectificaciones
exitosas desde 1961, suavizando la militarización del trabajo y sobre todo las
prácticas de destrucción de la vida familiar. Las directivas de organización y
funcionamiento se imparten en forma de "slogans" y no de órdenes, pese a que
constituyen instrucciones de aplicación ineludible. Dichos lemas se pueden
agrupar en torno a cuatro puntos: principios generales de administración,
propiedad, producción y distribución. Tocante a la organización, rige la que
tenían las cooperativas, pero aplicadas a reuniones de varios miles de familias,
tendiéndose siempre a ir agregando el mayor número manejable a fin de
afianzar la mentalidad colectivista. La estructura es militar y comprende tres
escalones, el equipo, la brigada y la comuna. La brigada o escalón intermedio
es de tamaño semejante al de las antiguas cooperativas y constituye la unidad
de producción más próxima al espíritu del trabajador.
En tanto llega la hora de distribuir los ingresos según las necesidades y no según
el rendimiento de cada trabajador, se aplica un sistema de retribución consistente
en un salario fijo, que cubre las necesidades mínimas, y una suma adicional que
recompensa el espíritu de emulación. Esta última puede estimarse en una mejora
del 25% del salario mínimo o básico. La remuneración es mixta, pues comprende
servicios, pago en bonos de bienes de consumo y una pequeña parte en dinero. En
las comunas menos provistas, se proporcionan siete prestaciones: alimentación,
vivienda, vestido, guardería s infantiles, educación, asistencia médica y gastos
para el casamiento o funerales. En las comunas prósperas, se agregan tres más:
calefacción, gastos de peluquería y distracciones, tales como cinema o teatro. El
abanico de las remuneraciones es de uno a tres, o sea que los bienes son
compartidos con bastante igualdad.
Mao sostiene, a diferencia del partido comunista ruso, que la lucha de clases
prosigue mucho después de la toma del poder, pues existe explotadoras. El
reparto de la riqueza, siendo ésta escasa, se hace con sincero propósito de
igualdad. Cuando China, que reconoce ser un país pobre, haya logrado su
desarrollo, la prosperidad podría generar una nueva clase de privilegiados. A fin
de prevenirlo, Mao es inflexible. La prensa y la radio repiten, dos, tres, cinco,
cien veces, de modo interminable, que la batalla por ajustar la vida a la
ideología debe ser incesante y alerta. Con apoyo de El manifiesto comunista y
de la obra de Lenin Marxismo y Criticismo Empírico, Mao escribió Cuatro tesis
filosóficas, en las que ha encontrado inspiración el pequeño libro rojo, difundido
manual que ha logrado extender una conciencia diferente a la tradicional.