El budismo comienza con la convicción que en cada uno de nosotros anida el potencial de la
Budeidad o estado de vida del Buda. Las oraciones en el budismo no se dirigen a un ser
superior y externo, si no a la fe en nuestro propio potencial, a activar en nosotros mismos el
estado más elevado de felicidad y vida humana, El mismo estado que logró Buda.
Buscar afuera las causas de nuestra felicidad e infelicidad, eso es lo que pone en duda el
Budismo. El budismo cuestiona responsabilizar a otros o a las circunstancias de nuestro estado
vital. El budismo nos invita a no lamentarnos ni culpar, ni compadecernos pensando que no
somos dignos de lo bueno, de lo bello, y de lo verdadero. En última instancia somos
responsables de lo que nos pasa.
El Budismo nos invita a superar la ignorancia fundamental de vernos por debajo de lo que
verdaderamente somos: Budas.
La práctica de la meditación nos ayuda a limpiar el espejo, para disfrutar de nuestro verdadero
rostro, y nos ayuda a superar nuestras dudas, activar nuestra energía vital y claridad mental,
para encontrar los recursos y soluciones a nuestros desafíos cotidianos.
Proactividad
Otro elemento de la proactividad es nuestra brújula interior, nuestra voz interior, una brújula
que nos dice sobre lo correcto y lo incorrecto, que nos avisa y si estoy siendo congruente
entre lo que hago y mis valores más profundos. A veces escucho esa voz más despacio, a
veces la escuchamos más fuerte.
La práctica del estar presente es una manera de activar nuestra budeidad, de activar nuestra
proactividad, Es una manera de descondicionar prejuicios y limitaciones individualista y
creencias limitantes.
El concepto de interioridad
Con frecuencia se escucha decir “todo está dentro de mí”, o “mi destino depende de mí”, o
“comprendí que yo puedo todo”, o “el budismo me enseña a no poner fuera de mí la fuente
del poder y dirección de mi vida”.
Ahora bien el budismo ha sostenido históricamente que el yo es una entidad ilusoria, fuente
de ilusiones y sufrimientos. No hay que confundir la idea de interioridad del budismo con la
afirmación de la subjetividad y de la propia individualidad. En el budismo se recalca la apertura
del individuo a la trascendencia.
El budismo no habla de Dios pero remite a la gran ley del universo y nos invita a descubrirla, en
el contexto de nuestra propia vida.
Se trata de reconocer en nuestra interioridad un principio una ley, un sí mismo que nos
trasciende. El hombre está más allá de sí mismo.
El daimoku es un mantra budista creado por el monje japonés Nichiren y que a diferencia de la
meditación sentada centrada en la respiración se basa en cantar un mantra centrando la
atención en una pared en blanco, o en un objeto de adoración llamado Gohonzon.
¿Puede esto suceder a través del canto del daimoku? Yo diría que sí.
Una vez que uno ha superado la distracción y la negatividad y ha logrado una mente enfocada
y tranquila, entonces realmente puedo obtener una visión de los problemas en mi vida. Es por
eso que uno puede tener esas experiencias cantando mantras. Las personas se pueden dar
cuenta de cómo estaban haciendo causas malas, que estaban saboteando su propia vida o se
dan cuenta de cómo podían lograr objetivos mundanos haciendo algo más positivo o
proactivo.
Pero en un nivel más profundo, el verdadero entendimiento que la práctica budista logra es
ver la naturaleza fluida, desinteresada e interconectada de la realidad para que podamos vivir
con sabiduría y amor desapegado.
¿Puede el canto daimoku facilitar ese tipo de visión? Yo diría que sí, pero depende de sí mis
objetivos y aspiraciones, están de acuerdo con el verdadero espíritu de la ley o principio
universal, o son aspiraciones egoicas, limitadas, mezquinas.
Si así no fuera , el daimoku quizás todavía te ayude con el enfoque calmante hasta que haya un
avance en la comprensión.
El cantar mantras no te hace más fuerte, 'mejor', más hábil, excepto en el sentido de ponerte
en contacto más cercano con lo que ya tienes y siempre has tenido. Meditar no te librará del
sufrimiento, pero sí de la infelicidad causada por la desidia o la falta de coraje, el miedo de
Hamlet a hacer lo que se supone que debes hacer, la meditación te dará más valor para
enfrentarte a lo que has elegido hacer, eso que los atisbos de budeidad te han mostrado, lo
que después de pulir tu espejo, tu autoconciencia, tu brújula interior, tu imaginación creativa
y tu voluntad, ha nacido como mandato.
Esa misión profundamente meditada y que he logrado sintonizar con la Ley, es lo que en el
Budismo otorga significado y dignifica a cada ser humano.
El presente se ilumina cuando tenemos clara nuestra misión en la vida y nos comprometemos
con ello en mi se encuentra mi mejor versión dispuesta hacer esculpida.