El Estudio sobre el utilitarismo (Estudio) fue redactado por Miguel Antonio Caro
como refutación al utilitarismo de Jeremías Bentham, que hacia finales de la
década del sesenta del siglo XIX, se estaba reinstalando en el país. El Estudio fue
publicado en 1869 en la Imprenta de Foción Mantilla1 y es el resultado de una
refundición de los artículos titulados Principios de la moral, que Caro había venido
publicando en La Fe en el año de 1868. Los dos trabajos, es decir, El Estudio y los
artículos del 68, fueron reeditados en un mismo volumen por el Instituto Caro y
Cuervo2 , de suerte que es posible hacer un cotejo entre lo escrito por Caro en
uno y otro lugar.
¿Por qué llegó a ser tan popular el utilitarismo? Hay varias razones para su
atractivo.
Hay, también, una serie de problemas con el utilitarismo. Un problema que tiene
es que conduce a una mentalidad de que "el fin justifica los medios". Si cualquier
fin valedero puede justificar los medios para alcanzarlo, no se tiene un verdadero
fundamento ético. Pero todos sabemos que el fin no justifica los medios. Si fuera
así, entonces Hitler podría justificar el Holocausto porque el fin era purificar la raza
humana. Stalin podría justificar la matanza de millones de personas porque estaba
intentando lograr una utopía comunista.
El fin nunca justifica los medios. Los medios deben justificarse a sí mismos. Una
acción específica no puede ser juzgada como buena simplemente porque puede
conducir a una buena consecuencia. Los medios deben ser juzgados por alguna
norma objetiva y consistente de moral.
Hedonismo es la doctrina que considera el placer como el fin de la vida, por lo que
se deduce que los seres humanos deberíamos dedicarnos exclusivamente a vivir
en su eterna búsqueda. En la Grecia antigua se formularon las primeras teorías
sobre el placer:
Existen escritos del filósofo y de sus seguidores que nos muestran sus doctrinas:
entre los deseos, algunos son naturales y necesarios, algunos naturales y no
necesarios y otros ni naturales ni necesarios, sólo consagrados a la opinión vana.
La disposición que tengamos hacia cada uno de estos casos determina nuestra
aptitud para ser felices o no.
Dentro de los deseos naturales y necesarios encontramos las necesidades
básicas físicas, como el alimentarse, calmar la sed, el abrigo y el sentido de
seguridad.
Dentro de la clase de naturales e innecesarios están, la conversación amena, la
gratificación sexual, las artes, etc.
Dentro de los placeres innaturales e innecesarios están la fama, el poder político,
el prestigio, etc.
Otra corriente filosófica que está dentro del utilitarismo es el pragmatismo, el cual
fue creado en los Estados Unidos a finales del siglo XIX por Charles Sanders
Peirce, John Dewey y William James. Su concepción de base es que sólo es
verdadero aquello que funciona, enfocándose así en el mundo real objetivo. La
palabra pragmatismo tiene su raíz etimológica del griego: pragma, acción y de la
que provienen “práctica” o “práctico”
Para los pragmatistas la verdad y la bondad deben ser medidas de acuerdo con el
éxito que tengan en la práctica. En otras palabras, el pragmatismo se basa en la
utilidad, siendo la utilidad la base de todo significado. Todo lo que se hace debe
tener un sentido práctico y por ende una consecuencia útil.
Los hedonistas se pierden en las mareas del placer, que disfrutan cada momento,
que creen que la vida es sólo una fiesta eterna. Los pragmáticos tienen sentido del
deber, la moralidad, el hacer lo correcto, lo esperado, los que viven de acuerdo a
los altos estándares de lo racional. ¿Como deberíamos ser para realmente ser
felices? ¿Es acaso el deber más importante que el placer y el ser? ¿Ser hedonista
no genera una ausencia de productividad? ¿Cuánto placer es suficiente?
¿Siempre es lo mejor hacer lo que debemos, lo que se espera de nosotros?
Aquel que se ubique dentro de la perspectiva del presente hedonista, será una
persona que jamás piense en las consecuencias de sus actos, nunca se detendrá
a pensar en los pros y contras de su actuar. Es impulsivo, constantemente está
buscando nuevas sensaciones y emociones ya sea mediante experiencias o
actividades físicas, los placeres triviales están al orden del día. Son muy sociales y
no temen aventurarse en el terreno sexual. Lo que importa es evitar el dolor a
cualquier precio, ocultándolo con el placer a todo nivel. El problema con este tipo
de actitudes es que puede conducir al fracaso a nivel académico y laboral; por
tener baja tolerancia al dolor son más propensos a las adicciones y al involucrarse
en deportes que los empujen a ir más allá de sus límites también pueden sufrir
accidentes.
El pragmatismo y el hedonismo afectan nuestra vida diaria. Un sistema que
fomenta el egoísmo, que obedece a patrones hedonistas y uno materialista
obedece a patrones pragmáticos ya que al evaluar únicamente los resultados
prácticos de una acción se tendrá una influencia nefasta sobre la convivencia. El
equilibrio entre ambas formas corrientes filosóficas debería ser la respuesta.
Sin embargo, el mundo no podría funcionar tampoco con los lineamientos del
movimiento “Hippy” de los años sesenta. No todo podría ser paz y amor, sin
trabajo, porque entonces ¿quién plantaria y cosecharía los alimentos? ¿Quién
construiría las viviendas? ¿Quién trabajaría?
Como podrán ver, todos los extremos son malos. Si bien es hermoso vivir
disfrutando y es beneficioso ser disciplinado ante nuestras metas, caer en la
exageración de estos comportamientos se convierte en un grave error que al fin y
al cabo nos costará nuestra propia felicidad.