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UTILITARISMO: PRAGMATISMO Y HEDONISMO

El Estudio sobre el utilitarismo (Estudio) fue redactado por Miguel Antonio Caro
como refutación al utilitarismo de Jeremías Bentham, que hacia finales de la
década del sesenta del siglo XIX, se estaba reinstalando en el país. El Estudio fue
publicado en 1869 en la Imprenta de Foción Mantilla1 y es el resultado de una
refundición de los artículos titulados Principios de la moral, que Caro había venido
publicando en La Fe en el año de 1868. Los dos trabajos, es decir, El Estudio y los
artículos del 68, fueron reeditados en un mismo volumen por el Instituto Caro y
Cuervo2 , de suerte que es posible hacer un cotejo entre lo escrito por Caro en
uno y otro lugar.

El Estudio sobre el utilitarismo es el más amplio y extenso escrito redactado en


Colombia con el propósito de hacer frente al Utilitarismo, doctrina que Caro no
dudó nunca en calificar como contraria a la fe católica, desestabilizadora del orden
social y corruptora de la juventud. En más de doscientas sesenta páginas, el
bogotano desarrolla y amplía los argumentos que durante medio siglo se
esgrimieron contra la tesis utilitarista de que el bien es el placer y el mal es el
dolor, y que el bien consiste en la mayor felicidad para el mayor número de
personas. En el Estudio se recogen y amplían los argumentos lógicos,
metodológicos y prácticos desarrollados por varios pensadores del siglo XIX, entre
ellos José Eusebio Caro y Joaquín Mosquera, contra el principio de la utilidad (eje
doctrinal de la filosofía de Bentham). Además de cuestionar la validez de las
doctrinas de Bentham, se presenta una concepción filosófica, más amplia y
profunda de la naturaleza del ser humano y de sus facultades, que la que ofrece el
Utilitarismo.

¿Por qué llegó a ser tan popular el utilitarismo? Hay varias razones para su
atractivo.

Primero, es un sistema ético relativamente fácil de aplicar. Para determinar si una


acción es moral uno debe simplemente calcular las consecuencias buenas y
malas que resultarán de una acción específica. Si lo bueno supera a lo malo,
entonces la acción es moral.

Segundo, el utilitarismo evita la necesidad de apelar a la revelación divina. Muchos


de los que adhieren a este sistema ético están buscando una forma de vivir una
vida moral aparte de la Biblia y una creencia en Dios. El sistema reemplaza la
revelación por la razón. La lógica, antes que una adherencia a principios bíblicos,
guía la toma de decisiones de un utilitarista.

Hay, también, una serie de problemas con el utilitarismo. Un problema que tiene
es que conduce a una mentalidad de que "el fin justifica los medios". Si cualquier
fin valedero puede justificar los medios para alcanzarlo, no se tiene un verdadero
fundamento ético. Pero todos sabemos que el fin no justifica los medios. Si fuera
así, entonces Hitler podría justificar el Holocausto porque el fin era purificar la raza
humana. Stalin podría justificar la matanza de millones de personas porque estaba
intentando lograr una utopía comunista.
El fin nunca justifica los medios. Los medios deben justificarse a sí mismos. Una
acción específica no puede ser juzgada como buena simplemente porque puede
conducir a una buena consecuencia. Los medios deben ser juzgados por alguna
norma objetiva y consistente de moral.

Segundo, el utilitarismo no puede proteger los derechos de las minorías, si la meta


es el mayor bien para el mayor número. Los estadounidenses del siglo XVIII
podrían justificar la esclavitud en base a que brindaba una buena consecuencia
para la mayoría de estadounidenses. Sin duda la mayoría se beneficiaba de la
mano de obra barata, aun cuando la vida de los esclavos negros fuera mucho
peor.

Un tercer problema con el utilitarismo es la predicción de las consecuencias. Si la


moral está basada en los resultados, entonces tendríamos que ser omniscientes
para predecir precisamente las consecuencias de cualquier acción. Pero, cuando
mucho, sólo podemos adivinar el futuro, y a menudo estas estimaciones
razonadas son erróneas.

El Hedonismo es la doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la


supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. Las dos escuelas
clásicas del hedonismo son la escuela cirenaica y los epicúreos.

Hedonismo es la doctrina que considera el placer como el fin de la vida, por lo que
se deduce que los seres humanos deberíamos dedicarnos exclusivamente a vivir
en su eterna búsqueda. En la Grecia antigua se formularon las primeras teorías
sobre el placer:

En la primera doctrina se plantea que los deseos personales se debían satisfacer


de inmediato sin importar los intereses de los demás. Esta teoría fue expuesta por
un grupo llamado los cirenaicos.

La segunda doctrina fue formulada por los epicúreos o hedonistas racionales,


seguidores del filósofo Epicuro de Samos, quien vivió en Grecia entre el 341 y el
270 a.c. La doctrina que predicó Epicuro de Samos ha sido tergiversada a través
de la historia, hasta el punto de que algunos lo toman como un libertino mientras
que otros lo consideraron una faceta.

Existen escritos del filósofo y de sus seguidores que nos muestran sus doctrinas:
entre los deseos, algunos son naturales y necesarios, algunos naturales y no
necesarios y otros ni naturales ni necesarios, sólo consagrados a la opinión vana.
La disposición que tengamos hacia cada uno de estos casos determina nuestra
aptitud para ser felices o no.
 Dentro de los deseos naturales y necesarios encontramos las necesidades
básicas físicas, como el alimentarse, calmar la sed, el abrigo y el sentido de
seguridad.
 Dentro de la clase de naturales e innecesarios están, la conversación amena, la
gratificación sexual, las artes, etc.
 Dentro de los placeres innaturales e innecesarios están la fama, el poder político,
el prestigio, etc.

Otra corriente filosófica que está dentro del utilitarismo es el pragmatismo, el cual
fue creado en los Estados Unidos a finales del siglo XIX por Charles Sanders
Peirce, John Dewey y William James. Su concepción de base es que sólo es
verdadero aquello que funciona, enfocándose así en el mundo real objetivo. La
palabra pragmatismo tiene su raíz etimológica del griego: pragma, acción y de la
que provienen “práctica” o “práctico”

Se caracterizó por la insistencia en las consecuencias como manera de


caracterizar la verdad o significado de las cosas. El pragmatismo se opone a la
visión de que los conceptos humanos y el intelecto representan el significado real
de las cosas, y por lo tanto se contrapone a las escuelas filosóficas del formalismo
y el racionalismo. También el pragmatismo sostiene que sólo en el debate entre
organismos dotados de inteligencia y con el ambiente que los rodea es donde las
teorías y datos adquieren su significado. Rechaza la existencia de verdades
absolutas, las ideas son provisionales y están sujetas al cambio a la luz de la
investigación futura.

El pragmatismo, como corriente filosófica, se divide e interpreta de muchas


formas, lo que ha dado lugar a ideas opuestas entre sí que dicen pertenecer a la
idea original de lo que es el pragmatismo. Un ejemplo de esto es la noción de
practicidad: determinados pragmatismos se oponen a la practicidad y otros
interpretan que la practicidad deriva del pragmatismo. Esta división surge de las
nociones elementales del término pragmatismo y su utilización. Básicamente se
puede decir que, ya que el pragmatismo se basa en establecer un significado a las
cosas a través de las consecuencias, se basa en juicios a posterioridad y evita
todo prejuicio. Lo que se considere práctico o no, depende del considerar la
relación entre utilidad y practicidad.

Para los pragmatistas la verdad y la bondad deben ser medidas de acuerdo con el
éxito que tengan en la práctica. En otras palabras, el pragmatismo se basa en la
utilidad, siendo la utilidad la base de todo significado. Todo lo que se hace debe
tener un sentido práctico y por ende una consecuencia útil.

Los hedonistas se pierden en las mareas del placer, que disfrutan cada momento,
que creen que la vida es sólo una fiesta eterna. Los pragmáticos tienen sentido del
deber, la moralidad, el hacer lo correcto, lo esperado, los que viven de acuerdo a
los altos estándares de lo racional. ¿Como deberíamos ser para realmente ser
felices? ¿Es acaso el deber más importante que el placer y el ser? ¿Ser hedonista
no genera una ausencia de productividad? ¿Cuánto placer es suficiente?
¿Siempre es lo mejor hacer lo que debemos, lo que se espera de nosotros?

Muchas personas viven su vida fielmente de acuerdo a estas dos vertientes, ya


sea por elección o porque la vida los fue conduciendo hacia este camino,
obteniendo los beneficios y los contratiempos acordes a su comportamiento.

Aquel que se ubique dentro de la perspectiva del presente hedonista, será una
persona que jamás piense en las consecuencias de sus actos, nunca se detendrá
a pensar en los pros y contras de su actuar. Es impulsivo, constantemente está
buscando nuevas sensaciones y emociones ya sea mediante experiencias o
actividades físicas, los placeres triviales están al orden del día. Son muy sociales y
no temen aventurarse en el terreno sexual. Lo que importa es evitar el dolor a
cualquier precio, ocultándolo con el placer a todo nivel. El problema con este tipo
de actitudes es que puede conducir al fracaso a nivel académico y laboral; por
tener baja tolerancia al dolor son más propensos a las adicciones y al involucrarse
en deportes que los empujen a ir más allá de sus límites también pueden sufrir
accidentes.
El pragmatismo y el hedonismo afectan nuestra vida diaria. Un sistema que
fomenta el egoísmo, que obedece a patrones hedonistas y uno materialista
obedece a patrones pragmáticos ya que al evaluar únicamente los resultados
prácticos de una acción se tendrá una influencia nefasta sobre la convivencia. El
equilibrio entre ambas formas corrientes filosóficas debería ser la respuesta.

Para el hombre pragmático de hoy, los ancianos son un estorbo, sobran y -


además- resultan caros. Solamente esta mentalidad egoísta y materialista explica
que un político -el ex gobernador de Colorado Bernard Lamm- dijera en un acto
público hace unos pocos años: «Lo que tienen que hacer los viejos es quitarse de
en medio».

Sin embargo, el mundo no podría funcionar tampoco con los lineamientos del
movimiento “Hippy” de los años sesenta. No todo podría ser paz y amor, sin
trabajo, porque entonces ¿quién plantaria y cosecharía los alimentos? ¿Quién
construiría las viviendas? ¿Quién trabajaría?

Como podrán ver, todos los extremos son malos. Si bien es hermoso vivir
disfrutando y es beneficioso ser disciplinado ante nuestras metas, caer en la
exageración de estos comportamientos se convierte en un grave error que al fin y
al cabo nos costará nuestra propia felicidad.

El pasado, presente y futuro deben convertirse en algo continuo, algo que


debemos entender y vivir, el pasado que nos convirtió en quienes somos y
recordarlo con amor a pesar de todo, el presente que nos permite vivir de los
frutos de ese pasado y nos da el empuje para continuar teniendo más,
convirtiéndonos en más y nos brinda las herramientas para ir construyendo un
bonito futuro.
Después de analizar el documento sobre el utilitarismo, pragmatismo y hedonismo
hemos llegado a las siguientes conclusiones:

Todos los seres humanos hemos nacido con la posibilidad de experimentar


placer.

 El placer no es bueno, ni malo, simplemente existe.


 Lo bueno o lo malo del placer reside en cómo se busca y hasta dónde llega.
 Todos los extremos son inconvenientes, el exceso de placer se convierte en vicio.
 El placer no es solamente la gratificación sensual o sexual como piensan la
mayoría de las personas.
 Hay placeres tan simples y deliciosos como comerse un pedazo de tarta, o mirar la
última alineación planetaria.
 Existen placeres que a la postre traen infelicidad, insatisfacción o contratiempos,
por ejemplo la popularidad o la fama.
 El mayor placer para el género humano debe girar entorno del servicio de los
demás.
 Si aprendemos a distinguir verdaderamente lo que es placer, podremos vivir
muchos momentos de felicidad.

Se caracterizó por la insistencia en las consecuencias como manera de


caracterizar la verdad o significado de las cosas.

El pragmatismo se opone a la visión de que los conceptos humanos y el


intelecto representan el significado real delas cosas, y por lo tanto se contrapone
los rodea es donde las teorías y datos adquieren su significado. Rechaza la
existencia de verdades absolutas, las ideas son
provisionales y están sujetas al cambio, a la luz dela investigación futura.
El pragmatismo, como corriente filosófica, se divide e interpreta de muchas
formas, lo que ha dado lugar a ideas opuestas entre sí que dicen pertenecer a la
idea original de lo que es el pragmatismo.
Un ejemplo de esto es la noción de practicidad: determinados pragmatismos se
oponen a la practicidad y otros interpretan que la practicidad deriva del
pragmatismo. Esta división surge de las nociones elementales del término
pragmatismo y su utilización. Básicamente se puede decir que, ya
que el pragmatismo se basa en establecer un significado a las cosas a través de
las consecuencias, se basa en juicios a posterioridad y evita todo prejuicio. Lo que
se considere práctico o no, depende del considerar la relación entre utilidad y
practicidad. Una mala comprensión del pragmatismo da lugar a generar prejuicios
cuando es todo lo contrario. En política se suele hablar de pragmatismo cuando
en verdad el pragmatismo político se basa en prejuicios y apenas observa las
consecuencias que no encajen con los prejuicios de base, que es muchas veces lo
opuesto al a las escuelas filosóficas del formalismo y el racionalismo. También el
pragmatismo sostiene que sólo en el debate entre organismos dotados de
inteligencia y con el ambiente que sentido original del pragmatismo filosófico.

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