Introducción
Una gestión empresarial óptima facilita que todo proceso de cambio en una
organización se lleve a cabo de manera satisfactoria para todas las partes
interesadas y en un periodo de tiempo relativamente corto. Por el contrario,
una dirección desatinada o una ejecución incorrecta traen consigo la falta de
motivación, implicación y productividad de los empleados. Como resultado,
su compromiso desaparece, la consecución de objetivos se vuelve escurridiza
y todo el mundo vive en un ambiente de “sálvese quien pueda”.
En primer lugar, hay que ser conscientes de que puede existir ambigüedad,
desinformación o confusión sobre el plan de acción trazado en nuestro
negocio y sobre nuestro papel en los tiempos del cambio. Para luchar contra
ello hay que esclarecer los hechos y ocuparse sólo de ellos.
En segundo lugar, hay que tratar de reconocer los momentos en los que
perdemos contacto con nosotros mismos y las personas que lideramos.
Debemos ser conscientes en todo momento de nosotros mismos, los demás y
el contexto en el que vivimos y trabajamos.
Existen dos tipos de habilidades que todo buen directivo debe poseer: las
analíticas y las de ejecución. Las analíticas permiten hacerse una idea clara
de dónde está una organización y a dónde se quiere llegar. Son las que se
pueden aprender en cualquier texto utilizado en un MBA: gestión de
procesos, sistemas, finanzas y estructura organizativa. Para enfrentarse a la
gestión del cambio, las habilidades más importantes son las relacionadas con
la ejecución y cualquiera en una situación de tránsito debería esforzarse por
adquirirlas de una u otra forma. Las principales son las siguientes:
Nadie debe ser más entusiasta, sentirse más inspirado y motivado que un
líder. Dado que con su ejemplo motiva e inspira a su equipo, para él “el vaso
está siempre medio lleno”, incluso en las circunstancias más adversas.
Para empezar, es conveniente contar con un plan que cubra al menos los
primeros noventa días. En ese sentido, existen algunas estrategias que
podemos adaptar a nuestras necesidades y que nos pueden ayudar a
prepararnos para el nuevo puesto:
Cuando los líderes articulan una visión de esta manera, dicha visión cumple
cuatro objetivos fundamentales: (1) aclara, articula y define la meta de la
organización entera; (2) motiva y guía a todos los que la comparten; (4) sus
palabras llevan a la acción a los colaboradores a través de su deseo de unirse
a una causa noble y (5) su efecto en la gente se puede evaluar y analizar.
Todos necesitamos contar con una visión en nuestras empresas. Una visión
efectiva posee varias características únicas: es atractiva y viable; permite a los
seguidores imaginarse el futuro deseado de la empresa, sirviendo a sus
intereses a largo plazo; cuenta con un enfoque que permite a todos los
seguidores usarlo como base de todas sus decisiones futuras; es
relativamente sencilla, fácil de transmitir y explicar y, por último, es
ambiciosa y con capacidad de inspirar tanto intelectual como
emocionalmente.
Las personas tienen una capacidad limitada para procesar la información que
se les transmite. Si se interrumpe, inunda y sobrecarga constantemente con
información a los empleados, éstos responderán bien con multitasking
(hacer varias actividades al mismo tiempo), bien intentando “apañárselas”
como puedan, con el consecuente descenso de sus estándares de trabajo. Las
dos opciones son igual de malas.
En un estudio reciente se ha demostrado que un empleado medio pierde
hasta 10 puntos en un test de inteligencia si intenta realizar simultáneamente
varias tareas. A esto hay que añadirle el coste en tiempo y energía de
reanudar la tarea inicial interrumpida y el estrés acumulado. En el segundo
caso, el empleado intentará no trabajar más de lo estrictamente necesario,
atenderá sólo a lo prioritario o ignorará la sobrecarga sin realizar ningún
cambio.
Por último, no hay que tener miedo a contratar candidatos que sean mejores
que nosotros. Según la certera expresión de David Oglivy, el secreto del éxito
es “Primero, hacerse la reputación de un genio creativo. Segundo, rodearse
de socios que son mejores que tú mismo. Tercero, dejarles seguir siéndolo”.
Así, dado que está demostrado que la mayoría de las personas quieren saber
cómo contribuye su trabajo a los resultados de la empresa, debemos tratar de
que todos los miembros del equipo participen y conozcan los cauces y el
alcance de su contribución.
Hay que ser claro al hablar y formular expectativas sobre asuntos como
nuestra tolerancia hacia las sorpresas, el nivel de riesgo que se puede tomar,
las políticas de la oficina, los intervalos esperados de comunicación y la
necesidad de ser “el primero en saber” en lo que respecta a los plazos clave.
Los métodos para medir el progreso deben estar bien definidos y ser
comprendidos por todos, especialmente cuando lo que se mide tiene
implicaciones interdepartamentales.
Por el contrario, una cultura de la colaboración crea las condiciones para una
productividad superior. Las personas triunfan cuando los demás triunfan, se
ayudan mutuamente en la realización del objetivo común, comprenden las
prioridades del otro. Sus relaciones en la organización crean la cohesión y
elevan la moral.
Para tender puentes dentro de nuestro equipo debemos tener una mente
abierta y ser objetivos al apreciar las contribuciones y la historia personal de
todas las partes, con independencia de su sexo, edad o religión. En otras
palabras, hay que conseguir que cada uno se sienta importante y tratado con
respeto. Para ello conviene:
Tratar a cada miembro del equipo de una manera adulta, como personas
capaces de evaluar y compartir el riesgo.
Conclusión
Los tiempos turbulentos en los que vivimos nos exigen enfrentarnos a una
larga serie de retos y responsabilidades profesionales. En estas
circunstancias, los ejecutivos están llamados a ofrecer sentido, fijar la
dirección, organizar y movilizar a sus seguidores, mejorar su rendimiento y
productividad y obtener resultados. Gestionar el cambio es un proceso
complejo, rápido y dinámico que implica muchas actividades afines tales
como enseñar, supervisar y disciplinar a los empleados, tanto con palabras