Benedicto XVI
Don y gratuidad en el pensamiento
de Joseph Ratzinger
Claves para la teología moral
Razón y Fe, 2013, t. 267, nº 1373, pp. 213-224, ISSN 0034-0235 213
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rico, una centralidad del poder- que, más de cuarenta años des-
hacer, Ratzinger afirma aquí con pués de los trabajos citados, en su
contundencia, una y otra vez, que primera encíclica como papa, afir-
la clave de la fe –más aún, de la me: «Dios es amor… y, puesto que
misma existencia humana– radica es Dios quien nos ha amado pri-
en el primado de la recepción. La mero (cf. 1Jn 4,10), ahora el amor
existencia humana no subsiste en ya no es solo un mandamiento, si-
sí: su esencia descansa en el hecho no la respuesta al don del amor» 8.
de que ha sido donada. Y este he- La fuerza e importancia de esta
cho, como veremos, lejos de un idea se mostrará de nuevo en su
moralismo, exige del hombre la tercera encíclica, en la que hablará
superación de sí mismo; será ahí, de la «sorprendente experiencia
precisamente, donde él hallará su del don» y de que «el ser humano
verdadera esencia. Esta realidad está hecho para el don… un don
del don y del salir de sí está fun- absolutamente gratuito de Dios» 9.
damentada, en último término, en
el hecho de que Dios es en sí un li- Con estas alusiones tan distan-
bre donarse. Y esto se ha manifes- tes entre sí pretendemos mostrar
tado en Cristo de una manera to- no solo la trascendencia, sino tam-
tal: su ser es ‘ser-para’, salida de bién la continuidad de la categoría
sí, éxodo de sí mismo. Ideas todas del don y la gratuidad en el pensa-
ellas que quedarán recogidas, miento de Joseph Ratzinger, que ha
dentro de esta trascendental obra, sido una constante en su produc-
en lo que nuestro teólogo denomi- ción teológica desde que empezara
na «estructuras de lo cristiano». a escribir. Por tanto, la importancia
En ellas se evidencia la radical im- que atribuye a esta idea quedará
portancia de esta realidad del don determinada por su frecuencia en
y la gratuidad, y a ellas, precisa- escritos muy diversos, pero no so-
mente por ser «fundamentales», lo; vendrá también dada por la for-
habrá que regresar siempre para mulación de lo que denomina «le-
explicar los fundamentos del pen- yes (fundamentales)», así como por
samiento del teólogo alemán. otras imágenes que desarrollarán
lo que subyace a dicha realidad.
Después de todo lo dicho, re-
sultaría inexplicable que esta idea 8
ÍD., «Carta encíclica Deus caritas
fundamental no tuviera continui-
est»: www.vatican.va (25 de diciembre
dad. Ciertamente eso no ocurrirá. de 2005) 1.
Ratzinger se mantendrá fiel a es- 9
ÍD., «Carta encíclica Caritas in ve-
tas intuiciones a lo largo de toda ritate»: www.vatican.va (29 de junio de
su obra. Por tanto, no sorprenderá 2009) 34.
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Cristo, del vivir en él. El don (sa- mo, se hace capaz de darse a sí
cramentum) se convierte en ejem- mismo, de dar lo no-necesario, a
plo (exemplum) que, sin embargo, semejanza de la generosidad divi-
sigue siendo don 19: «Ser cristiano na. Una generosidad divina que
es ante todo un don, pero que lue- habla de la grandeza de un Dios
go se desarrolla en la dinámica del que no requiere nuestros dones,
vivir y poner en práctica este porque Él mismo es el dador de
don» 20. Y es precisamente aquí todo don y porque todo lo esencial
donde radica, en efecto, la especifi- de nuestra vida se nos ha dado sin
cidad de la moral cristiana. nuestra colaboración: «el hecho de
que yo viva no se debe a mi es-
El cristianismo, pues, se define
fuerzo… todo eso es gracia. No
como don y tarea: estar contentos
habríamos podido hacer nada si
por la cercanía interior de Dios y
antes no se nos hubiera dado» 22.
–fundándose en eso– contribuir
activamente a dar testimonio en En definitiva, el obrar moral del
favor de Jesucristo. El cristiano no hombre se desarrolla a partir del
busca la autoperfección como una encuentro con Dios. En consecuen-
especie de defensa contra Dios; cia, la ética no es nunca una acción
tampoco busca autorrealizarse y en sí misma, autárquica y autóno-
ser el arquitecto de su propia vida, ma, un puro logro humano, sino
como podría desprenderse de una respuesta al don del amor y al acto
deficiente comprensión del con- de ser introducido en la dinámica
cepto de conciencia –a la cual, por del amor, de Dios mismo 23.
cierto, nuestro teólogo da una im-
portancia capital, entendiéndola
como anámnesis del bien y la 6. Conclusión
verdad– 21, sino que acepta la gracia
y, aceptándola, se libera de sí mis-
Llegados a este punto, y cons-
cientes de que habría sido necesa-
19
Cf. ÍD., Jesús de Nazaret. Segunda rio un más elevado número de
parte. Desde la Entrada en Jerusalén hasta
textos que ilustraran lo expuesto,
la Resurrección, Madrid 2011, 78-83.
20
ÍD., «Magisterio eclesiástico, fe,
moral», en J. RATZINGER, H. U. VON BAL- 22
ÍD., El camino pascual, Madrid
THASAR y H. SCHÜRMANN, Principios de mo- 20052, 56-57.
ral cristiana. Compendio, Valencia 20052, 23
Cf. ÍD., «¿El Catecismo de la Igle-
47-48. sia Católica está a la altura de la época?
21
Cf. ÍD., «Conciencia y verdad», Meditaciones diez años después de su
en La Iglesia. Una comunidad siempre en promulgación», en Caminos de Jesucristo,
camino, Madrid 2005, 145-177. Madrid 20052, 155-156.
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así como una mayor atención a los portancia decisiva. En primer lu-
temas que han ido aflorando a gar, en lo que respecta a su rela-
propósito de ellos, ratificamos lo ción con la espiritualidad. Si bien
expuesto: lo fundamental de la ambas son disciplinas diversas,
idea del don y la gratuidad en el nuestro trabajo exige superar defi-
pensamiento de Joseph Ratzinger, nitivamente su distancia histórica
así como su fecundidad teológica y epistemológica en pro de una
en la dogmática toda. Una fecundi- convergencia que podría funda-
dad que no podría darse si no fue- mentarse en la realidad del don y
ra porque ella constituye, como ha la gratuidad: la moral tendrá siem-
repetido nuestro teólogo en innu- pre que volver su mirada al en-
merables ocasiones y de diversos cuentro con Cristo, donde se expe-
modos, una realidad primera. Ella rimenta el don del amor absoluto
es, como él mismo dirá, la sencilla e incondicional de Dios; en este
respuesta a la pregunta por la encuentro hallará, ya no solo ins-
esencia del cristianismo; ella, bien piración, sino el origen y sentido
comprendida, lo incluye todo. de toda acción. Y, en segundo lu-
gar, las consecuencias que se des-
Las consecuencias no pueden
prenden de nuestra reflexión para
reducirse únicamente, sin embar-
la configuración de la teología moral
go, al ámbito de la dogmática. Las
como disciplina teológica. En efecto,
consecuencias para la pastoral son,
no podemos menos que pregun-
asimismo, claras y rotundas: si la
tarnos si acaso no podrían revisar-
esencia del cristianismo radica en
se los fundamentos de la teología
la primacía de la gratuidad, del
moral a la luz de esta categoría. Si
don que precede a toda acción y
la idea del don y la gratuidad
cuya experiencia se halla en el en-
constituye para nuestro teólogo el
cuentro de amistad con Cristo, no
fundamento, la esencia del cristia-
podremos dejar de hacer lo impo-
nismo que se ha manifestado una
sible por anunciar, a tiempo y a
y otra vez en los distintos tratados
destiempo, esta realidad absoluta-
teológicos, y si la vida moral no es
mente liberadora, así como con-
en el fondo sino un donarse al otro
ducir a hombres y mujeres al en-
cuentro con Cristo, don de Dios. en analogía al donarse de Dios al
hombre, la teología moral obten-
Pero lo dicho sería insuficiente dría ventaja segura al ser revisada
si no extrajéramos, como ya antici- por esta categoría, le devolvería
pamos, las consecuencias que se su esplendor y frescura originales
derivan para la moral y que, a y alejaría de su horizonte la cons-
nuestro parecer, son de una im- tante tentación de dejarse encan-
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