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Benedicto XVI
Don y gratuidad en el pensamiento
de Joseph Ratzinger
Claves para la teología moral

Carlos Sánchez de la Cruz, CSsR


Sacerdote redentorista. Licenciado en Teología Moral por la UPCo de Madrid

Recibido: 5 octubre 2012


Aceptado: 16 octubre 2012

RESUMEN: Cuando nos sumergimos en la obra de Joseph Ratzinger, quedamos do-


blemente sorprendidos. Primero, porque la idea del don y la gratuidad apareció an-
te nosotros una y otra vez y, además, con una gran continuidad. Segundo, porque
creímos constatar que no se había atendido suficientemente a esta sensibilidad en los
numerosos estudios en torno a su figura y pensamiento, ni siquiera tras su elección
pontificia, cuando los trabajos sobre el particular se han multiplicado de manera ex-
ponencial.
PALABRAS CLAVE: sobreabudancia, don y gratuidad, trascendencia, moralidad.

Gift and gratuity in the thoughts of Joseph Ratzinger


Keys for a moral theology
ABSTRACT: We feel doubly surprised when we submerge ourselves in Joseph
Ratzinger’s work. First, because the idea of gift and gratuity appeared before us over
and over, and with strong continuity. Second, because we believed that this sensitivity
hadn’t been properlyaddressed in the several studies around his figure and thought, not
even after his pontifical election, when works about him multiplied exponentially.
KEYWORDS: overabundance, gift and gratuity, transcendence, morality.

Panzerkardinal, causante del cie- 1981 la prefectura de la Congrega-


rre de la Iglesia ante la moderni- ción para la Doctrina de la Fe– han
dad, martillo de la teología de la pesado sobre la figura de Joseph
liberación, hardliner conservador, Ratzinger. Y, sin embargo, él no ha
gran inquisidor encerrado en su hecho nada por defenderse y rom-
torre de marfil, sepulturero de la per estos prejuicios: ha preferido
fe, rottweiler de Dios. Estos son so- seguir laboriosamente su camino.
lo algunos de los numerosos cli- Han sido sus primeras palabras
chés que durante años –especial- como papa («[soy] un simple y
mente desde que asumiera en humilde trabajador de la viña del

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Señor») 1, así como la sorprenden- desprenderían para la teología


te temática de su primera encíclica moral, en particular en lo que se
Deus caritas est, las que han co- refiere a la relación de esta con la
menzado a resquebrajar la imagen dogmática, la espiritualidad y la
férreamente construida sobre él pastoral.
para dejar entrever la categoría, ya
no solo intelectual, sino humana y
espiritual, del teólogo alemán. Co- 1. De la sobreabundancia
mo se ha dicho en repetidas oca- al don y la gratuidad
siones, quizá la profundización en
su biografía, así como la lectura Hace solo unos años que dedi-
atenta de sus numerosos libros y camos nuestra atención al estudio
artículos, ayudaría a deshacer es- y esclarecimiento de la categoría
tos prejuicios que se han venido –no muy conocida ni atendida– de
vertiendo sobre él o, al menos, a la sobreabundancia. La elección de
no darlos de antemano por sen- dicha categoría vino determinada
tados. indudablemente por nuestra per-
tenencia a la Congregación del
Pero, si bien detenernos en su
Santísimo Redentor. En el escudo
biografía y escritos más importan-
de dicha congregación aparece la
tes se haría aquí imposible por el
leyenda «Copiosa Apud Eum Re-
reducido espacio con el que conta-
demptio», que forma parte de la
mos, abordaremos, sin embargo,
uno de los aspectos en los que se perícopa del salmo 130,7b-8 y que
hace evidente lo actual, sugerente recoge la formulación de la expe-
y cautivador de nuestro teólogo: riencia religiosa específicamente
la llamativa presencia de la catego- redentorista: el sentido de la Re-
ría del don y la gratuidad a lo largo dención sobreabundante en Cris-
de su extensa obra. Una presencia, to. Esta intuición, completada por
por otra parte, nada anecdótica, el magnífico texto paulino de Rm
sino fundamental, pues parece ha- 5,20, abrió ante nosotros una pers-
ber forjado su pensamiento desde pectiva interesante: ciertamente se
que fuera un incipiente teólogo. da en la historia una abundancia
De ser esto cierto, no serían pocas de pecado, de mal y sufrimiento,
las consecuencias que de ahí se pero el cristiano vive en la certeza
de que esta negatividad ha sido
superada por la gracia sobreabun-
1
J. RATZINGER, «Bendición apostóli-
ca “urbi et orbi”. Primeras palabras de dante de Dios en Cristo, siendo es-
Su Santidad Benedicto XVI»: www. ta la realidad primera y fundante
vatican.va (19 de abril de 2005). que constituye precisamente la

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novedad específicamente cristia- Llegados a este punto, la intui-


na. Así, pudimos concluir que la ción inicial de que la categoría de
sobreabundancia era, en efecto, la sobreabundancia podría conte-
una categoría apropiada para ner una gran riqueza teológica,
abordar el conjunto de la teología contrastada con el pensamiento
y que esto, lejos de tratarse de una teológico y filosófico de los auto-
extravagancia personal, encontra- res citados, quedó inserta en una
ba correspondencias en distintos perspectiva más amplia. En efec-
autores que, desde diversas ópti- to, todos los textos se referían en
cas, subrayaban su validez. Entre último término a un más, a una
estos autores se encontraban Wal- abundancia que suponía la ruptu-
ter Kasper, Adolphe Gesché o Joseph ra o el sobrepasamiento de lo de-
Ratzinger que, yendo incluso más bido, a un ir más allá de lo espera-
allá que los dos anteriores, postu- do o meramente justo. Todos los
la una «ley de la sobreabundan- textos apuntaban, en definitiva, a
cia», dado que esta configura toda un marco más amplio y funda-
la historia de Dios con el ser hu- mental y, por tanto, de una mayor
mano; de hecho, dicha ley debe riqueza de significado: el de la
llegar a convertirse en ley fun- idea que podríamos denominar
damental del propio ser del hom- don y gratuidad.
bre 2. Pero no solo en el ámbito
Así, fascinados por esta nueva
estrictamente teológico hallamos
perspectiva, creímos que sería muy
referencias en torno a la sobre-
interesante realizar un estudio en
abundancia. También y particular-
torno a este campo semántico. Tras
mente las encontramos en el ámbi-
una primera toma de contacto, nos
to filosófico: en Paul Ricoeur, Jean-
cercioramos de la importancia cre-
Luc Marion, Michel Henry, Vladimir
ciente de esta idea en diversas dis-
Jankélévitch, Jean-Louis Chrétien, Jac-
ques Derrida o Claude Bruaire 3.
MARION, Siendo dado. Ensayo para una fe-
nomenología de la donación, Madrid 2008;
2
Cf. W. KASPER, El Dios de Jesucris- ÍD., «La evidencia y el deslumbramien-
to, Salamanca 19903, 260, 337; A. GESCHÉ, to», en Prolegómenos a la Caridad, Madrid
Dios para pensar. Dios. El cosmos, Sala- 1993, 69-86; M. HENRY, Palabras de Cristo,
manca 1997, 157, 174; J. RATZINGER, «So- Salamanca 2004; V. JANKÉLÉVITCH, El per-
bre todo, el amor», en Ser cristiano, Sala- dón, Barcelona 1999; J.-L. CHRÉTIEN, Lo
manca 1967, 46-48; ÍD., Introducción al inolvidable y lo inesperado, Salamanca
cristianismo. Lecciones sobre el credo apos- 2002; B. A. GNADA, Le principe don en éthi-
tólico, Madrid 20012, 215-219, 243. que sociale et théologie morale. Une implica-
3
Cf. P. RICOEUR, «Amor y justicia», tion de la philosophie du don chez Derrida,
en Amor y justicia, Madrid 1993; J.-L. Marion et Bruaire, Roma 2007.

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ciplinas y de cómo, particularmen- do, porque creímos constatar que


te en los últimos años, habían apa- no se había atendido suficiente-
recido diversos trabajos que auna- mente a esta sensibilidad en los
ban acercamientos y enfoques va- numerosos estudios en torno a su
riados en torno a este tema 4. figura y pensamiento, ni siquiera
tras su elección pontificia, cuando
Fue también en este último re- los trabajos sobre el particular se
corrido cuando nos encontramos han multiplicado de manera expo-
de nuevo con la impresionante fi- nencial.
gura de Joseph Ratzinger, con
quien ya nos habíamos topado Viéndonos en esta tesitura, nos
durante el estudio referido sobre pareció insuficiente realizar un es-
la sobreabundancia. Cerciorados tudio de la categoría del don y la
ahora de la gran riqueza que des- gratuidad en un momento deter-
prendían sus escritos en lo que se minado de su producción. Pensa-
refiere a la categoría citada del mos, por el contrario, que sería
don y la gratuidad, no pudimos más sugerente manifestar al lector,
menos que dedicarle toda nuestra lo más ampliamente posible, la
atención. omnipresencia de dicha idea en su
extensa obra, advirtiendo, por otra
parte, que para captar su fuerte
2. Joseph Ratzinger, presencia interesa atender no úni-
gran exponente del don camente a los términos «gratui-
y la gratuidad dad» y «don», sino también a
aquellos otros con un sentido idén-
Cuando, decididos a indagar tico, similar o que pueden inscri-
más, nos sumergimos en su obra, birse, por relación, dentro del mis-
quedamos doblemente sorprendi- mo campo semántico: regalo, en-
dos. Primero, porque la idea del trega, salida de sí, ‘ser-para’,
don y la gratuidad apareció ante sobreabundancia; también sus
nosotros una y otra vez y, además, contrarios: egoísmo, orgullo, indi-
vidualismo, concentración en el
con una gran continuidad. Segun-
propio yo, autosuficiencia, mora-
lismo, etc. Dicho estudio, publica-
4
Cf. A. E. KOMTER (ed.), The Gift. do íntegramente hace apenas unos
An Interdisciplinary Perspective, Amster-
meses 5, es el que sirve de base a
dam 1996; A. D. SCHRIFT (ed.), The Logic
of the Gift. Toward an Ethic of Generosity,
Londres 1997; VV.AA., Gratuidad, justi- 5
Cf. C. SÁNCHEZ DE LA CRUZ, Don y
cia y reciprocidad. Dimensiones de una teo- gratuidad en el pensamiento de Joseph Rat-
logía del don, Buenos Aires 2005. zinger, Madrid 2012, 208 pp.

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Don y gratuidad en el pensamiento de J. Ratzinger

las presentes páginas, si bien és- vo: el carácter gratuito de la salva-


tas, obviamente, solo podrán resal- ción» 6. No será un caso aislado: su
tar algunas cuestiones fundamen- insistencia durante estos años en la
tales. misma idea se manifiestará en tex-
tos de temática muy diferente 7.
Tras esta amplia introducción,
los siguientes epígrafes desarrolla- Pero, si queremos afianzar lo
rán la idea que da título a nuestro cierto de nuestra intuición –que la
escrito: la omnipresencia del don y categoría del don y la gratuidad es
la gratuidad en el pensamiento del fundamental en el pensamiento
teólogo alemán. Lo haremos alu- de Ratzinger– no podemos dejar
diendo, en primer lugar, a algunos de atender, aunque sea brevemen-
de sus trabajos más significativos, si te, a la obra que le consagró como
bien podrían citarse infinidad de teólogo: su Introducción al cristia-
otros textos; seguidamente presen- nismo, publicada en el año 1968. Si
taremos lo que nuestro autor de- bien ella viene a responder en de-
nomina leyes (fundamentales), amén finitiva a la pregunta de cuál es el
de algunas imágenes, que explici- auténtico contenido y sentido de
tarán la misma idea referida; a la fe cristiana, desde nuestra sensi-
continuación dedicaremos un epí- bilidad nos atrevemos a decir que
grafe a dicha categoría en su rela- constituye, además, un verdadero
ción con la moral; finalmente, pre- tratado sobre la gratuidad. En efecto,
sentaremos las conclusiones que en ninguna de sus obras nuestro
podrían desprenderse de la decidi- teólogo hace un esfuerzo tan gran-
da opción de nuestro teólogo por de como en ésta por manifestar la
el don y la gratuidad. primacía del don. Frente a la doc-
trina marxista, que propugna una
primacía de la praxis, de lo histó-
3. El don y la gratuidad
en J. Ratzinger. Trascendencia 6
J. RATZINGER, «Los nuevos paga-
y continuidad nos y la Iglesia», en El nuevo pueblo de
Dios. Esquemas para una Eclesiología, Bar-
En un texto del año 1958, cuan- celona 1972, 369.
do apenas podemos hablar de él
7
Cf. ÍD., «Gratia praesupponit na-
como un incipiente teólogo, Jo- turam», en Palabra en la Iglesia, Salaman-
ca 1976, 144-146; ÍD., «Para una teología
seph Ratzinger manifiesta ya su
de la muerte», en Palabra en la Iglesia,
sensibilidad e insistencia en la ca- 214; ÍD., «Resurrección y vida eterna»,
tegoría de la gratuidad, cuando se en Palabra en la Iglesia, 226-227, 230; ÍD.,
lamenta de que «ordinariamente «Tres meditaciones sobre la Navidad»,
casi se pasa por alto… lo más decisi- en Palabra en la Iglesia, 281, 288.

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rico, una centralidad del poder- que, más de cuarenta años des-
hacer, Ratzinger afirma aquí con pués de los trabajos citados, en su
contundencia, una y otra vez, que primera encíclica como papa, afir-
la clave de la fe –más aún, de la me: «Dios es amor… y, puesto que
misma existencia humana– radica es Dios quien nos ha amado pri-
en el primado de la recepción. La mero (cf. 1Jn 4,10), ahora el amor
existencia humana no subsiste en ya no es solo un mandamiento, si-
sí: su esencia descansa en el hecho no la respuesta al don del amor» 8.
de que ha sido donada. Y este he- La fuerza e importancia de esta
cho, como veremos, lejos de un idea se mostrará de nuevo en su
moralismo, exige del hombre la tercera encíclica, en la que hablará
superación de sí mismo; será ahí, de la «sorprendente experiencia
precisamente, donde él hallará su del don» y de que «el ser humano
verdadera esencia. Esta realidad está hecho para el don… un don
del don y del salir de sí está fun- absolutamente gratuito de Dios» 9.
damentada, en último término, en
el hecho de que Dios es en sí un li- Con estas alusiones tan distan-
bre donarse. Y esto se ha manifes- tes entre sí pretendemos mostrar
tado en Cristo de una manera to- no solo la trascendencia, sino tam-
tal: su ser es ‘ser-para’, salida de bién la continuidad de la categoría
sí, éxodo de sí mismo. Ideas todas del don y la gratuidad en el pensa-
ellas que quedarán recogidas, miento de Joseph Ratzinger, que ha
dentro de esta trascendental obra, sido una constante en su produc-
en lo que nuestro teólogo denomi- ción teológica desde que empezara
na «estructuras de lo cristiano». a escribir. Por tanto, la importancia
En ellas se evidencia la radical im- que atribuye a esta idea quedará
portancia de esta realidad del don determinada por su frecuencia en
y la gratuidad, y a ellas, precisa- escritos muy diversos, pero no so-
mente por ser «fundamentales», lo; vendrá también dada por la for-
habrá que regresar siempre para mulación de lo que denomina «le-
explicar los fundamentos del pen- yes (fundamentales)», así como por
samiento del teólogo alemán. otras imágenes que desarrollarán
lo que subyace a dicha realidad.
Después de todo lo dicho, re-
sultaría inexplicable que esta idea 8
ÍD., «Carta encíclica Deus caritas
fundamental no tuviera continui-
est»: www.vatican.va (25 de diciembre
dad. Ciertamente eso no ocurrirá. de 2005) 1.
Ratzinger se mantendrá fiel a es- 9
ÍD., «Carta encíclica Caritas in ve-
tas intuiciones a lo largo de toda ritate»: www.vatican.va (29 de junio de
su obra. Por tanto, no sorprenderá 2009) 34.

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4. Leyes (fundamentales) do viene también dada por su pre-


e imágenes de la gratuidad sencia en algo tan improvisado co-
mo una de las entrevistas concedi-
La idea del salir del propio das por nuestro teólogo 11. Sus re-
egoísmo, la necesaria salida de sí ferencias como papa a esta misma
hacia una nueva forma de existen- realidad serán también abundan-
cia que vive para los demás es una tes; aparecerán incluso en su pri-
de las constantes en el pensamien- mera encíclica 12. Por otra parte, el
to de Ratzinger. Si bien va a utili- éxodo es una de las pocas ideas re-
zar numerosas imágenes a lo largo lacionadas con nuestro estudio
de su producción, son lo que él que ha sido objeto de un trabajo
mismo denomina leyes (ya hemos concreto: el autor –redentorista
visto la de la sobreabundancia) las que ha trabajo en la Congregación
que más nos interesan, puesto que para la Doctrina de la Fe desde
ellas constituyen estructuras fun- 1984– se pregunta en él si el éxodo
damentales de lo cristiano. no será una idea clave en el pensa-
miento del teólogo alemán 13.
Una ley que tiene un gran peso
en su pensamiento, como puede Otra importante noción es la
deducirse de su repetida aparición ley del grano de trigo, que ha de mo-
en diversos escritos, es la ley fun- rir para dar fruto: ésta también re-
damental del éxodo: así la denomina giría toda la creación y la historia
ya en 1962; también aludirá a ella de la salvación. Definida como
en sus sermones de Adviento de fundamental por el propio Ratzin-
1964 10. Y ello para expresar que el ger en 1985 14, esta ley aparece ya,
hombre debe estar fuera de sí pa- de nuevo, en sus sermones de
ra estar en sí; de hecho, toda la his- 1964. Sin embargo, sorprendente-
toria vendría a ser un éxodo, una
salida. Otras ideas afines a esta del 11
Cf. ÍD., Dios y el mundo. Creer y vi-
éxodo, y que aparecen también en vir en nuestra época. Una conversación con
su obra, son las de éxtasis, exitus- Peter Seewald, Barcelona 2002, 174-176.
reditus, proexistencia, procedere y, 12
Cf. ÍD., «Carta encíclica Deus ca-
también, el llamado ‘principio pa- ritas est», 6.
ra’, recogido en las ya citadas «es-
13
Cf. R. TREMBLAY, «L’Èxode, une
idée maitresse de la pensée théologique
tructuras de lo cristiano». La im-
du Cardinal Joseph Ratzinger?»: Studia
portancia de esta categoría de éxo-
Moralia 28 (1990) 523-549.
14
Cf. J. RATZINGER, «Buscar lo de
10
Cf. ÍD., «Gratia praesupponit na- arriba», en El resplandor de Dios en nues-
turam», 146; ÍD., «La fe como servicio», tro tiempo. Meditaciones sobre el año litúr-
en Palabra en la Iglesia, 37. gico, Barcelona 2008, 99.

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mente, no ocupa un epígrafe inde- trigo, los términos de éxtasis, ‘exi-


pendiente dentro de las «estructu- tus-reditus’ y ‘procedere’, así co-
ras de lo cristiano»; será referida, mo el ‘principio para’ y las imáge-
sin embargo, dentro del ya citado nes del giro copernicano y la fuer-
‘principio para’. Todavía serán za de la gravedad, constituyen una
muchas las veces que nuestro teó- profunda expresión de la idea más
logo hará referencia a esta idea, si genérica del don y la gratuidad
bien sin denominarla ley o princi- que se hace concreta en ese actuar
pio. En su primera encíclica como pródigamente, en ese darse y per-
papa dirá incluso que el grano de derse que permiten al ser humano
trigo describe el propio itinerario verdaderamente encontrarse.
de Jesús.

Por su parte, aunque no se trata


5. Moralismo, moral y gratuidad
de una ley, la imagen del giro coper-
nicano aparece ya en sus primeros
escritos, también en el contexto de Conviene aclarar, en primer lu-
los sermones sobradamente aludi- gar, que Ratzinger no es un teólo-
dos de 1964. Esta imagen, junto go moral, es decir, que no se trata
con la de la fuerza de la gravedad, de un especialista o «profesional»
describe perfectamente nuestra si- en la materia. Esto supone, por
tuación inicial de egoísmo: todos tanto, que no ha llegado a elaborar
vivimos en la «ilusión precoperni- una propuesta sistemática, sino
cana» 15. A la vez, esta imagen lleva que ésta aparece formulada en y a
en sí una invitación que acaso sea través de numerosos artículos, a
incluso exigencia: realizar la «revo- modo de tesis sintéticas que no
lución copernicana», dejando de pretenden sino aclarar discusio-
considerarnos el centro del univer- nes y abrir expectativas entre los
so para amar caminando tras las moralistas. Si nuestro teólogo ha
huellas de Jesús. Insistimos: estas abordado las cuestiones morales
ideas no aparecen solo al principio es porque en su concienzuda in-
de los escritos de nuestro teólogo, vestigación como teólogo dogmá-
sino a lo largo de su vida en distin- tico se ha cerciorado de la profun-
tos contextos y artículos. da relación existente entre crisis
de fe y crisis moral 16; más aún,
A modo de compendio, reitera-
mos que la ley de la sobreabun- 16
Cf. E. BENAVENT VIDAL, «Prólogo»,
dancia, del éxodo y del grano de en J. E. PÉREZ ASENSI, Ética de la fe en la obra
de Joseph Ratzinger. Hacia una propuesta
15
ÍD., «Sobre todo, el amor», 44. ética para Europa, Valencia 2005, 12.

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porque estamos ante un pensador propiamente, la realidad cristiana


que no se ha conformado con per- que supera el puro moralismo. La
manecer en la casuística, sino que respuesta la reservará para el ter-
ha querido siempre llegar a la raíz cero y último de sus sermones: lo
de los problemas; que no ha con- hará enunciando la «ley de la
vertido la moral en moralismo –y abundancia», que ya hemos citado
ahora tendremos oportunidad de y que constituye, a su vez, el fin de
ver cuán importante es esta cate- la prédica. Esta ley aparecerá tam-
goría para él–, sino que la ha en- bién, como ya hemos dicho, en su
tendido como plasmación de la fe magna obra de 1968, si bien ahora
creída y, más concretamente, co- como «ley de la sobreabundan-
mo momento necesario de un en- cia». En ella dirá que «el hombre
cuentro personal con Cristo. no forja lo auténtico por sí mis-
mo», que «no es su creación, no es
El moralismo, al que nos refería- un producto suyo, sino una con-
mos anteriormente, se refiere ge- trapartida que recibe como un don
neralmente a la tendencia raciona- libre» 18. Esta afirmación hallará su
lista kantiana a reducir el cristia- expresión más brillante, a modo
nismo a las dimensiones de un de inclusión, en el primer número
entramado ético o a identificar la –repárese en la importancia de es-
fe con la obediencia a una ley 17. te hecho– de su primera encíclica
Pues bien, la permanente reserva como papa: «No se comienza a ser
de nuestro teólogo hacia esta idea cristiano por una decisión ética o
de moralismo, que impediría vivir una gran idea, sino por el encuen-
la experiencia de la existencia co- tro con un acontecimiento, con
mo benevolencia y regalo, viene a una Persona». Su segunda y terce-
ratificar su insistencia en el don y ra encíclicas incluirán también re-
la gratuidad, fundamentales en su ferencias a esta misma realidad.
pensamiento. Alusiones contra-
rias al moralismo aparecerán ya La verdadera novedad del cris-
en el ensayo citado de 1958. Lo ha- tianismo, por tanto, más allá del
rá también al año siguiente a pro- mandamiento ya existente del
pósito de unas meditaciones sobre amor al prójimo, no radica en la
la navidad y en los archicitados elevación de la exigencia moral,
sermones de 1964. En ellos Ratzin- sino en el nuevo fundamento del ser:
ger plantea la pregunta de cuál es, una novedad que solo puede ve-
nir del don de la comunión con
17
Cf. T. ROWLAND, La fe de Ratzinger.
La teología del papa Benedicto XVI, Grana- 18
J. RATZINGER, Introducción al cris-
da 2009, 125. tianismo, 224.

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Cristo, del vivir en él. El don (sa- mo, se hace capaz de darse a sí
cramentum) se convierte en ejem- mismo, de dar lo no-necesario, a
plo (exemplum) que, sin embargo, semejanza de la generosidad divi-
sigue siendo don 19: «Ser cristiano na. Una generosidad divina que
es ante todo un don, pero que lue- habla de la grandeza de un Dios
go se desarrolla en la dinámica del que no requiere nuestros dones,
vivir y poner en práctica este porque Él mismo es el dador de
don» 20. Y es precisamente aquí todo don y porque todo lo esencial
donde radica, en efecto, la especifi- de nuestra vida se nos ha dado sin
cidad de la moral cristiana. nuestra colaboración: «el hecho de
que yo viva no se debe a mi es-
El cristianismo, pues, se define
fuerzo… todo eso es gracia. No
como don y tarea: estar contentos
habríamos podido hacer nada si
por la cercanía interior de Dios y
antes no se nos hubiera dado» 22.
–fundándose en eso– contribuir
activamente a dar testimonio en En definitiva, el obrar moral del
favor de Jesucristo. El cristiano no hombre se desarrolla a partir del
busca la autoperfección como una encuentro con Dios. En consecuen-
especie de defensa contra Dios; cia, la ética no es nunca una acción
tampoco busca autorrealizarse y en sí misma, autárquica y autóno-
ser el arquitecto de su propia vida, ma, un puro logro humano, sino
como podría desprenderse de una respuesta al don del amor y al acto
deficiente comprensión del con- de ser introducido en la dinámica
cepto de conciencia –a la cual, por del amor, de Dios mismo 23.
cierto, nuestro teólogo da una im-
portancia capital, entendiéndola
como anámnesis del bien y la 6. Conclusión
verdad– 21, sino que acepta la gracia
y, aceptándola, se libera de sí mis-
Llegados a este punto, y cons-
cientes de que habría sido necesa-
19
Cf. ÍD., Jesús de Nazaret. Segunda rio un más elevado número de
parte. Desde la Entrada en Jerusalén hasta
textos que ilustraran lo expuesto,
la Resurrección, Madrid 2011, 78-83.
20
ÍD., «Magisterio eclesiástico, fe,
moral», en J. RATZINGER, H. U. VON BAL- 22
ÍD., El camino pascual, Madrid
THASAR y H. SCHÜRMANN, Principios de mo- 20052, 56-57.
ral cristiana. Compendio, Valencia 20052, 23
Cf. ÍD., «¿El Catecismo de la Igle-
47-48. sia Católica está a la altura de la época?
21
Cf. ÍD., «Conciencia y verdad», Meditaciones diez años después de su
en La Iglesia. Una comunidad siempre en promulgación», en Caminos de Jesucristo,
camino, Madrid 2005, 145-177. Madrid 20052, 155-156.

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Don y gratuidad en el pensamiento de J. Ratzinger

así como una mayor atención a los portancia decisiva. En primer lu-
temas que han ido aflorando a gar, en lo que respecta a su rela-
propósito de ellos, ratificamos lo ción con la espiritualidad. Si bien
expuesto: lo fundamental de la ambas son disciplinas diversas,
idea del don y la gratuidad en el nuestro trabajo exige superar defi-
pensamiento de Joseph Ratzinger, nitivamente su distancia histórica
así como su fecundidad teológica y epistemológica en pro de una
en la dogmática toda. Una fecundi- convergencia que podría funda-
dad que no podría darse si no fue- mentarse en la realidad del don y
ra porque ella constituye, como ha la gratuidad: la moral tendrá siem-
repetido nuestro teólogo en innu- pre que volver su mirada al en-
merables ocasiones y de diversos cuentro con Cristo, donde se expe-
modos, una realidad primera. Ella rimenta el don del amor absoluto
es, como él mismo dirá, la sencilla e incondicional de Dios; en este
respuesta a la pregunta por la encuentro hallará, ya no solo ins-
esencia del cristianismo; ella, bien piración, sino el origen y sentido
comprendida, lo incluye todo. de toda acción. Y, en segundo lu-
gar, las consecuencias que se des-
Las consecuencias no pueden
prenden de nuestra reflexión para
reducirse únicamente, sin embar-
la configuración de la teología moral
go, al ámbito de la dogmática. Las
como disciplina teológica. En efecto,
consecuencias para la pastoral son,
no podemos menos que pregun-
asimismo, claras y rotundas: si la
tarnos si acaso no podrían revisar-
esencia del cristianismo radica en
se los fundamentos de la teología
la primacía de la gratuidad, del
moral a la luz de esta categoría. Si
don que precede a toda acción y
la idea del don y la gratuidad
cuya experiencia se halla en el en-
constituye para nuestro teólogo el
cuentro de amistad con Cristo, no
fundamento, la esencia del cristia-
podremos dejar de hacer lo impo-
nismo que se ha manifestado una
sible por anunciar, a tiempo y a
y otra vez en los distintos tratados
destiempo, esta realidad absoluta-
teológicos, y si la vida moral no es
mente liberadora, así como con-
en el fondo sino un donarse al otro
ducir a hombres y mujeres al en-
cuentro con Cristo, don de Dios. en analogía al donarse de Dios al
hombre, la teología moral obten-
Pero lo dicho sería insuficiente dría ventaja segura al ser revisada
si no extrajéramos, como ya antici- por esta categoría, le devolvería
pamos, las consecuencias que se su esplendor y frescura originales
derivan para la moral y que, a y alejaría de su horizonte la cons-
nuestro parecer, son de una im- tante tentación de dejarse encan-

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Carlos Sánchez de la Cruz

tar, ya no solo por el moralismo, zinger, a «lo más decisivo»: la gra-


sino por el cálculo –que el mismo tuidad de la salvación de Dios que
Ratzinger define como fariseís- precede a toda respuesta humana,
mo–, así como por el mandato pero que, lejos de anclarla en una
«externo» que, sea dicho, no pocas odiosa pasividad, la inserta en
veces la acecha. una dinámica de donación, de
donde brota la vida sobreabun-
Por último, guardamos la espe- dante y el fruto centuplicado.
ranza de que, inspirados en esta
sensibilidad del teólogo alemán Hasta aquí nuestro propósito y
por la idea del don y la gratuidad, nuestro deseo. A Él, que no deja de
y anclados en Cristo, lugar de la regalarnos con sus dones, nos en-
experiencia del don de Dios, no comendamos para que los haga
falten quienes lleven a cabo la im- realidad. Por ahora, no podemos
portante tarea a la que nos hemos menos que agradecerle la oportu-
referido. Una empresa que cree- nidad que nos ha dado de haber
mos enriquecería enormemente la llegado hasta aquí y entrado de
perspectiva de la teología moral y lleno en la obra impresionante de
la devolvería a su lugar natal o, este teólogo que desde 2005 ocupa
con las mismas palabras de Rat- la cátedra de Pedro. ■

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