LÍDER
AUTOR
GAINES S. DOBBINS
VERSIÓN CASTELLANA
SARA P. DE MOLINA
Salud física.
La plena salud física y mental es naturalmente, muy deseable en cualquier
persona que tenga que desempeñar un puesto de responsabilidad. El Nuevo
Testamento afirma el ideal griego: “Mente sana en cuerpo sano.” La mayoría
de los milagros realizados por Jesús fueron hechos para restaurar a una mente
saludable a los que sufrían de una mente enferma y a los que tenían parálisis
del cuerpo devolviéndoles las funciones físicas saludables.
Existe una doctrina clara cristiana acerca de la salud, Pablo afirma que el
cuerpo es un miembro de Cristo y el templo del Espíritu Santo ( 1 Cor. 6:15,
19). Es, por lo tanto, un deber cristiano el mantener la salud en su nivel más
alto posible.
El líder cristiano le debe esto especialmente a Cristo, a la iglesia a la cual
sirve, y a sí mismo para evitar cualquier cosa que disminuya su vitalidad y
observar fielmente las reglas de la perfecta higiene.
Supongamos, sin embargo, que desgraciadamente, el cristiano sufre de algún
impedimento que no ha podido evitar. ¿Le impedirá eso llenar su función de
líder si tiene mala salud, visión defectuosa, el ser corto de oído, cojo o si tiene
algún otro padecimiento? ¡La respuesta enfática es NO!
Pablo tenía su “espina en la carne”. Algunos de los líderes más útiles, tanto en
la iglesia, como en la sociedad, han sufrido de diversos padecimientos. Y, a
menudo, el impedimento es un espolazo para alcanzar mayores logros. A
veces, precisamente a causa de esa limitación y a pesar de ella, el cristiano
lisiado puede llegar a ser uno de los miembros más útiles en la iglesia y en la
comunidad. Al igual que a Pablo, Dios le dice: “Bástate mi gracia.”
Atractivo personal.
El atractivo personal es una cualidad difícil de definir y alcanzar pero
altamente importante. Los políticos, los encargados de divertir al público en
radio y televisión, los vendedores y otros que buscan atraerse el favor del
público, comprenden bien lo esencial que es esa cosa indefinible que se llama
“simpatía”. Esta puede ser asociada con el atractivo físico, el encanto de las
formas sociales, ciertos manerismos llamativos, capacidad excepcional, aptitud
de mando, o una combinación de éstas y otras cualidades que hacen destacar a
una persona como diferente o atrayente.
¿Puede suceder que a un cristiano le falten estos elementos de atractivo
personal y que al mismo tiempo resulte ser un líder magnético? Felizmente,
una vez más la respuesta es afirmativa. Se pueden poseer todas esas magníficas
cualidades, pero si no hay amor se es “como metal que resuena, o címbalo que
retiñe”. El cristiano que esté lleno del amor de Cristo que se expresa en el
amor hacia los demás, aunque carezca de adornos puede, sin embargo, llegar a
ser el más atrayente de los líderes. El amor nunca fracasa.
Entusiasmo contagioso.
El entusiasmo es un ingrediente de máxima importancia en la persona que va a
dirigir. La palabra griega indica “una chispa divina”, la cual se manifiesta en el
interés vivo y la ardiente actividad, que ejerce su influencia sobre los demás y
les contagia con un interés y celo similar. Las biografías de los grandes líderes
casi siempre revelan esta cualidad de entusiasmo contagioso.
¿Surge esta cualidad de alguna peculiaridad misteriosa, innata? La capacidad
para el entusiasmo es probablemente innata, pero su desarrollo y expresión han
de ser cultivados. Para el cristiano ella debe surgir de su experiencia del
“nuevo nacimiento”, la realización de que Cristo está en él y él en Cristo, la
“esperanza de gloria”. El fuego ha de ser mantenido ardiendo por la afirmación
de que él tiene un gran Salvador y de que ha sido salvo para testificar y para
servir. El fuego se ha encendido y debe y necesita ser alimentado
constantemente con el combustible de la actividad y la fidelidad.
El entusiasmo del cristiano va en aumento a medida que éste adora y aprende y
ese entusiasmo se sostiene si él pone su fe en práctica. Con sus palabras y con
sus hechos él puede lanzar un reto a los demás: “Sed imitadores de mí, así
como yo de Cristo” (1
(1 Cor. 11: 1).
Estudie Sistemáticamente
¿Por qué estudia usted y cuándo lo hace? La pregunta no se le dirige al
estudiante que está en la escuela, sino más bien al que tiene la responsabilidad
de una dirección para la cual debe prepararse. Aquí damos algunas sugerencias
que han sido bien probadas:
Hágase su horario y busque un lugar tranquilo donde pueda hacer su estudio.
Es muy importante el tener una hora fija para estudiar. También ayuda mucho
al estudio el tener un lugar apropiado donde hacerlo. Al llegar el momento
señalado para el estudio, no se debe permitir que ninguna cosa, que no sea una
emergencia, venga a alterarlo. El lugar de estudio debe estar apartado del ruido
del radio o la televisión, las conversaciones ruidosas o cualquier interrupción
innecesaria. No siempre se puede cumplir con estas condiciones, pero en la
medida que sea posible debe hacerlo y obtendrá mejores resultados.
Tenga a mano los materiales de estudio: la Biblia, los medios auxiliares de
estudio, los nombres de las personas con las cuales tiene que tratar y la
información básica con respecto a ellas; los materiales de oficina: pluma,
papel, máquina de escribir. grapas, carpetas, archivo o gavetas profundas en su
escritorio. Los instrumentos de trabajo no hacen al obrero, pero lo ayudan a ser
mejor obrero.
Siéntese durante un rato en meditación tranquila y oración. Se dice de Martín
Lutero, el jefe de la Reforma que dijo en cierta ocasión que tenía tantas cosas a
que atender que necesitaba pasar lo menos, medio día en oración. En esos
períodos de meditación y oración, a menudo surgen discernimientos profundos
que son mucho más valiosos que las conclusiones a las que se llega por medio
de la lógica. Y esto es muy cierto, especialmente en los casos en que el
razonamiento va acompañado de la ansiedad. “En quietud y en confianza será
vuestra fortaleza” (Isa.
( Isa. 30:15).
30:15).
Asuma una actitud adecuada para resolver un problema. La reflexión previa es
un proceso para la solución del problema. Hágase la pregunta: ¿En qué
consiste la verdadera dificultad? A menudo lo básico de la dificultad no salta a
la vista a causa de las complicaciones que lo rodean; conflictos de
personalidad, amor propio herido, los prejuicios, los malos entendidos, las
pequeñas rivalidades, las lealtades tradicionales y otras más. Saque a la luz el
problema esencial, defínalo y aclárelo.
Explore las soluciones posibles. Si se toma determinada dirección, ¿cuál será
el probable resultado? ¿Qué resultará si se toma el camino opuesto? ¿Cuáles
son las otras alternativas que se presentan y qué sucederá si se escoge una de
cada vez alternadamente?
Escoja la solución más favorable y entonces sígala hasta el final. “Examinadlo
todo; retened lo bueno” (1
( 1 Tes. 5:21).
5:21). Solicite el consejo de las personas de
experiencia. Los libros son la sabiduría almacenada. En la Biblia se encuentra
la mayor sabiduría. Casi siempre están al alcance de unas personas que han
tenido experiencia en similares condiciones y la consulta con una persona de
recursos casi siempre aporta la luz que se necesita.
Utilice el método experimental. El científico prueba un proceso bajo
condiciones dominadas (en un laboratorio) y va llevando el registro de los
resultados. El varía las condiciones y anota las diferencias causadas por la
variante Pone a un lado los errores y fracasos y concentra su atención sobre
aquello que funciona mejor. El método de la experimentación es el que ha
producido una gran parte del maravilloso progreso y ha desarrollado los
nuevos procesos durante el siglo pasado. El líder de la iglesia puede aplicar
muchos de estos principios esenciales a la solución de los problemas que
puedan surgir.
Ponga las conclusiones en práctica. Puede ser que el “investigador puro” no se
preocupe por aplicar sus descubrimientos, pero el hombre que es práctico
preguntará: “¿Y para qué sirve esto?” Se necesitan las dos clases de
investigadores porque si no se le encuentra una aplicación práctica a lo que se
descubre, ese descubrimiento se arrinconará en un estante como algo sin
importancia. Lo mismo sucede en el ambiente de necesidad humana en el cual
existe la iglesia. Si no se hace algo para remediar esas necesidades, las
“pláticas curativas” serán de poco efecto.
Dése a conocer de una manera efectiva el resultado del estudio creador. La
preparación es incompleta, sin que importe mucho lo sólido que pueda ser el
razonamiento, hasta que los descubrimientos se han reducido a algo escrito o
hablado, de manera que se pueda compartir con otros. La pregunta crucial del
líder es: “¿Cómo puedo transmitir a otros lo que yo he aprendido por medio de
mi estudio?” Entonces el líder se convierte en maestro, predicador, promotor,
el que persuade con un sentido de la misión de comunicar a los demás lo que el
estudio le ha revelado a él.
Mano izquierda.
El líder que usa este procedimiento para dirigir es el que, como se dice
vulgarmente “tira la piedra y esconde la mano”, y tira de cordones invisibles,
procurando conseguir lo que desea valiéndose indirectamente de los demás.
Una persona así, está desempeñando un papel y el Nuevo Testamento lo
describe con el epíteto de “hipócrita”. En la política es el tipo bien conocido
del que se hace pasar como amigo de servir a todo el mundo mientras está
arrimando la brasa a su sardina. El tipo de esta clase procura conseguir por
medio de la adulación lo que sabe no ha de conseguir por medio de las órdenes
directas. Este individuo se interesa en obtener los resultados apetecidos, pero
siempre con un ojo alerta a sus intereses personales.
Tal vez durante algún tiempo parezca que el líder de “mano izquierda” está
alcanzando éxito. Pero a la larga, su verdadera personalidad sale a relucir y se
ve rechazado por los que le rodean. Esto sucede más frecuentemente en los
círculos de la iglesia que en los seculares porque el cristiano rechaza la doblez
de conducta.
La Sugestión.
La sugerencia es a menudo más efectiva que el mando o la “mano izquierda”.
Los anunciantes se dan buena cuenta del poder de la sugestión y procuran
llevar a los clientes a que les compren sus productos por medio de música
atractiva, cuadros interesantes de salud y felicidad, seguridad y prosperidad.
Los padres saben muy bien que a menudo es más fácil conseguir que los niños
obedezcan por medio de la sugerencia antes que obligándolos por la fuerza.
Los sicólogos insisten mucho en la sugestión para obtener las respuestas que se
desean. Este es un método aceptable para el líder que lo practique con
sinceridad y con dignidad. Se pueden sugerir otras alternativas que abran el
camino a la discusión, la cual puede muy bien conducir a conclusiones que el
grupo llegue a aprobar como suyas propias. Sin embargo, el que hace las
sugerencias debe siempre evitar la trampa mortal de usar el método con fines
ulteriores.
La Persuasión.
Persuadir es convencer. Por medio de los argumentos o de las exhortaciones se
cambian las opiniones y la dirección de su actividad. La persuasión puede ser
por medio de un ruego directo o indirecto. El líder persuasivo puede procurar
cambiar las opiniones o el proceder de los demás por medio de la presentación
de los hechos, el razonamiento lógico, o apelando a las emociones. Y en
realidad, todos estos elementos pueden formar parte de la persuasión.
La persuasión también puede ser menos directa — por medio de ejemplos, por
medio de asociación de palabras, valiéndose de ilustraciones, a través de los
prejuicios y haciendo un llamamiento a los intereses personales, usando de la
atracción hacia los nobles ideales, usando de la excitación del temor o la
incitación al valor, y también por medio del terror al castigo y la esperanza de
la recompensa.
Cuando la predicación es realmente buena, constituye un ejemplo notable y
efectivo de la persuasión directa. La biografía, la poesía, la ficción, la historia
y los dramas son medios menos directos, pero a menudo muy poderosos de
persuasión. Pablo escribe refiriéndose a sí mismo y a sus compañeros
cristianos: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres
…” (2(2 Cor. 5:11).
5:11).
Los que dirigen hacen el mejor uso de sus prerrogativas cuando por medio de
la persuasión tratan de convencer a los hombres para que crean lo que Cristo
promulgó y para seguirle en el camino de la vida. Sin embargo, se hará un mal
uso de la persuasión si se la emplea con fines egoístas, o para alimentar
prejuicios o para hacer surgir emociones indignas o para alejar a los hombres
de Dios y lanzarlos a unos contra los otros.
La persuasión es un medio poderoso tanto para bien como para mal. Para que
la persuasión sea cristiana debe usarse en obediencia a Cristo y bajo la
dirección del Espíritu Santo.
Pérdida y Recuperación
De la misma manera que el espíritu de equipo se puede alimentar y mejorar en
sus puntos más fuertes por medio de la práctica, también se puede perder si
hay actitudes y comportamientos equivocados.
El espíritu de colaboración se inhibe si hay reconcentración por parte de
alguno del grupo. El “jugador estrella” tal vez llegue ocasionalmente a ganar
un juego, pero él no puede producir un equipo ganador. El obrero de la iglesia
que esté concentrado en sí mismo es un contrapeso; ya se trate del pastor o del
secretario de la clase. El equipo logra alcanzar mucho más que lo que puede
lograr el esfuerzo individual, por muy brillante que sea el que lo haga: Pablo
nos advierte:
“Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña”
(Gal. 6: 3); y se puede añadir que no engaña a nadie más que a sí mismo.
La falta de consideración puede ahogar el espíritu del equipo. La falta de
consideración para los sentimientos de los demás puede ser fatal para la
dirección del grupo. El amor propio herido a menudo busca la revancha y
entonces queda destruida la unidad del grupo.
El espíritu del equipo puede verse minado por las injusticias. Y esto sucede
cuando el líder, con el fin de hacer pesar su opinión o conseguir sus propósitos,
echa mano de astucias que se parecen a las tretas de los políticos. Tal vez
alcance el éxito, pero éste significará el fracaso del equipo. Las injusticias se
siguen recordando mucho después de haberse alcanzado la finalidad buscada.
Cuando los seguidores pueden llegar a decir del líder: “No fue justo al
aprovecharse de nosotros”, ya la única unidad que perdura es la de los rebeldes
que lo rechazaron. El proverbio lo declara bien descarnadamente:
descarnadamente:
“Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad
son su contentamiento” (Prov.
(Prov. 12:22).
Pablo establece la garantía del líder contra la destrucción del compañerismo:
“Procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino
también delante de los hombres” (2
( 2 Cor. 8:21).
8:21).
El espíritu de equipo se debilita cuando hay falta de preparación. El que dirige
y los que son dirigidos por él necesitan contribuir al éxito de la tarea con sus
pensamientos y con su oración, con los cuales se garantiza el buen empleo del
tiempo y la dirección de las energías. La pregunta se responde a sí misma: “Si
la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?”
(1 Cor. 14: 8).
8).
El espíritu del equipo se destruye si hay demasiada crítica. Los jefes que saben
alabar los esfuerzos hechos obtienen mejores resultados que los que no hacen
más que reprender. La apreciación despierta mucho más entusiasmo que la
desaprobación. Un sencillo “muchas gracias” puede ser una mejor recompensa
que un premio en dinero. El espíritu de equipo no puede florecer en una
atmósfera de crítica capciosa.
Pablo casi agota los recursos del lenguaje en su llamamiento a los cristianos
filipenses para que tengan unidad y espíritu de colaboración.
“Si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna
comunión del Espíritu, si algún efecto entrañable, si alguna misericordia,
completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes.
sintiendo una misma cosa. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo
también en Cristo Jesús, el cual… se despojó a sí mismo … se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte…” (Fil.
(Fil. 2: 1, 2; 5-8).
Aquí tenemos la manera de obtener y mantener esa unidad en la iglesia, por la
cual Jesús oró al Padre: “Para que sean uno. Así como nosotros somos uno . .
para que el mundo conozca” (Juan.
( Juan. 17:22, 23). Hagamos nuestra la oración de
John B. Robbins:
Concédenos que sintamos tu presencia
Que estemos todos conscientes de ti,
Sea tu santo amor el que nos una
El que hace que los hombres libres sean.
Libres para entenderse mutuamente,
Libres para aceptarse como hermanos.
Libres para edificar unos con otros,
Libres, oh Dios, pero unidos siempre a ti.
Variación de Métodos
De todos estos distintos métodos ¿cuál puede considerarse como el mejor? La
respuesta dependerá en gran parte de la iglesia en que se desenvuelvan: su
estado de desarrollo, su tamaño y los recursos de sus dirigentes, su situación y
las facilidades de transporte; su espíritu de unidad y de progreso; su celo
evangelista y misionero; su compromiso con el sacrificio del servicio y el
testimonio en lo nacional y en el extranjero.
La experiencia nos indica que el punto mejor para empezar es el uso bien
planificado de los libros de texto para el estudio de la iglesia, preparados
consistentemente para los individuos y para los grupos de la iglesia local y
sobre una base amplia para la cooperación de otras iglesias. Sin embargo, es
evidente que hay necesidad de planes suplementarios, de acuerdo con las
sugerencias que hemos hecho anteriormente, con las combinaciones y
modificaciones apropiadas a la situación local.
¡El método más ineficiente sería el uso exclusivo de cualquiera de los métodos
que hemos bosquejado! Ya Pablo advirtió: “Examinadlo todo; retened lo
bueno” (1
(1 Tes. 5:21).
5:21). Jesús fue el que propuso la prueba final:
“Así, todo buen árbol da buenos frutos pero el árbol malo da frutos malos …
Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mat. 7:17-20).
7:17-20).
Las personas que ocupan los puestos claves en cualquier iglesia son el pastor,
los miembros de la directiva, los presidentes de las diversas organizaciones y
sus asociados. Su servicio más fructífero en la extensión y mejoramiento de la
dirección es en el área de la supervisión.
La supervisión concienzuda comprende varios aspectos esenciales:
(1) un supervisor que esté bien empapado con la tarea que tiene a su cargo;
(2) las relaciones cordiales entre el supervisor y aquellas personas a quienes
se propone ayudar;
(3) la comprensión de los propósitos de la supervisión — no la crítica sino la
consulta constructiva;
(4) la observación del líder supervisado en acción;
(5) las notas mentales tomadas por el supervisor acerca de los puntos débiles y
fuertes, con mayor énfasis sobre los elementos positivos;
(6) y las medidas tomadas cooperativamente para alcanzar las mejoras
planeadas.
¿Qué mejor servicio puede prestar el pastor, como jefe de la directiva y sus
subalternos, que esta ayuda constructiva a aquellos que la necesitan para
mejorar sus condiciones como directores? La supervisión nunca debe
interpretarse como un alarde de superioridad sino más bien como una amistad
con un propósito definido.
La “explosión demográfica” ha aumentado inmensamente las oportunidades y
las responsabilidades de la mayoría de las iglesias. Las multitudes a quienes no
se ha llegado todavía exceden, con mucho, al personal de las iglesias destinado
para esta labor, para buscarlos, proclamarles el evangelio, educarlos, ganarlos
para Cristo y alistarlos para el servicio.
Se calcula que por término medio, de cada diez personas con las que se ponga
en conexión la iglesia, habrá por lo menos, una con capacidad para alguna
posición directiva.
¿De dónde han salido? “Evidentemente no caen del cielo, sino que surjen de la
multitud.” El alcance de la iglesia y su efectividad, dependen por lo tanto, en
gran parte, de su acierto para descubrir, reclutar y desarrollar los líderes
potenciales.
En todas las iglesias hay miembros que podrían prestar servicios en puestos
directivos si se les invitase de una manera atrayente y se les diera el necesario
adiestramiento. Con la aprobación de la iglesia y bajo una competente
orientación, se podría organizar una clase o unidad especial formada por un
grupo de personas cuidadosamente seleccionadas, con posibilidades para
dirigir pero que de momento no estuviesen prestando servicios activos.
Ese grupo muy bien podría ser una unidad especializada de la Unión de
Preparación. Podrían reunirse una vez a la semana a una hora conveniente, tal
vez el domingo por la noche, y continuar esa clase de futuros líderes durante
uno o dos trimestres, siendo su propósito fundamental familiarizar a los
componentes de la clase con las necesidades que la iglesia tiene de quien dirija
y las cualidades requeridas para desempeñar las responsabilidades de los
diversos puestos por cubrir.
Se puede traer a personas de iniciativa de las distintas organizaciones de la
iglesia para que presenten las necesidades actuales, las obligaciones y las
oportunidades de prestar ayuda. En algunas ocasiones, los miembros de dicho
grupo pueden prestar servicios como sustitutos por algún obrero que se halle
ausente y así tienen la oportunidad de adquirir experiencia en el campo en que
precisamente, más adelante, habrán de trabajar. De esta manera, el comité de
nombramientos de la iglesia tendrá a su disposición una lista con los nombres
de las personas que están suficientemente familiarizadas con los puestos que
hay que desempeñar y se reducirá al mínimo las negativas para servir y el
riesgo del fracaso por falta de preparación. Si se continúa con este plan año
tras año, la iglesia podrá contar con un conjunto de personas capacitadas, de
las cuales se podrá echar mano cuando hagan falta líderes para ensanchar y
mejorar todos sus servicios.
El Precio: El Crecimiento
La tragedia humana es el fracaso en el crecimiento. El nenito que sigue siendo
un nene hasta el fin de su vida es la causa de la desesperación de sus padres. El
adulto que sigue comportándose como un niño frustra su propia felicidad y la
de otros. La vida vacía que va creciendo y volviéndose más vacía cada vez es
que no “pasó de grado” y se ha convertido en un fracaso. La personalidad
malformada, retorcida, rebelde, va derecha al desastre y es una amenaza para
la sociedad. El alto precio de la vida consiste en crecer como Jesús creció “en
sabiduría, y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” ( Luc. 2:52).
2:52).
La personalidad alcanza su potencial máximo por medio de los procesos del
crecimiento. La personalidad no crece separada de las tensiones. La tensión
surge cuando hay una brecha entre el esfuerzo y la meta propuesta. Uno puede
abandonar el esfuerzo, disminuir el ideal, o seguir el ejemplo de Pablo y
“prosigo a la meta, al precio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”
(Fil. 3:14).
3:14). Si el esfuerzo se afloja o se abandona el deseo del premio, la vida
se hace estática y la personalidad se deteriora. El líder cristiano dirige por lo
que él es y por la manera en que está cambiando. Tiene, por lo tanto, que
cumplir con las condiciones del continuado crecimiento. Sócrates hizo el
resumen del imperativo humano en cuatro palabras: “Conócete a ti mismo.”
Tennyson escribió lo siguiente:
“Tenerse respeto a si mismo; conocerse a si mismo, controlarse a sí mismo,
esto … conduce a la vida del soberano poder.”
Los determinantes básicos de la personalidad propia son la herencia, el
ambiente, la historia, la determinación personal y la providencia. Nadie puede
eludir de una manera absoluta la influencia de su herencia; el ambiente en el
cual uno nace y crece moldea poderosamente la personalidad; los legados que
nos hayan dejado nuestros antepasados se convierten en parte de nuestra vida;
y las decisiones personales se entrelazan con el haz y el envés de nuestro
propio ser.
Shakespeare dijo: “Hay una divinidad que moldea nuestros fines por mucho
que nosotros los cepillemos con rudeza.” Para comprenderse uno mismo es
necesario revisar frecuentemente todos estos factores que se cruzan y
entrecruzan y cada uno desempeña su papel para determinar nuestra
personalidad.
La manera de crecer es llegar a comprender a los demás. El líder hará bien al
preguntarse con respecto a cada uno de los que forman su clase o grupo: ¿Qué
tiene este individuo en común con los demás miembros del grupo? ¿Cuáles son
las diferencias que lo distinguen? ¿Cuál es la razón por la cual presenta
determinadas reacciones? ¿Cuáles son sus necesidades evidentes? ¿Cómo se
pueden resolver las mismas? Si esa persona no es salva ¿cómo se le puede
guiar hacia Cristo? Si ya es cristiana ¿cómo puede desarrollarse y robustecerse
su carácter? El líder encontrará que él mismo está creciendo, al mismo tiempo
que ayuda a otros a crecer,
El líder se verá llamado a cultivar la compasión. Cuando Jesús contempló a las
multitudes alrededor de él
“tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como
ovejas que no tienen pastor” (Mat.
( Mat. 9:36).
La compasión es una palabra fuerte y significativa que denota más que piedad
o simpatía. El tener comisión significa ponerse en el lugar de otros, sufrir con
ellos y conmoverse ante la necesidad de su condición.
La compasión de Jesús lo llevó a tomar una determinación. Llamó a sus
discípulos a su alrededor, los instruyó y los envió a “Sanad enfermos, limpiad
leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios” (Mat.
( Mat. 10: 8).
8). Esa clase de
ministerios requería una compasión profunda y los discípulos crecieron en esa
compasión a medida que obedecían la comisión recibida y procuraban imitar el
ejemplo de su compasivo Señor.
El líder cristiano, que sirve de esa manera a las necesidades humanas,
desarrolla una ternura de corazón que se convierte en un maravilloso
ingrediente de felicidad.
El camino del crecimiento es el camino de la renunciación. Jesús estableció
este profundo principio de la vida:
“Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida,
por causa de mí, la hallará” (Mat.
(Mat. 16:25).
Esto requiere la selección de los más altos valores antes que los inferiores,
De muchas direcciones nos llegan los llamamientos para hacer las inversiones
de la vida. ¿Qué será aquello que nos ha de guiar en esta vida que
constantemente se está expandiendo? ¿Cuáles serán las decisiones que podrán
empequeñecer y eventualmente destruir la vida? La respuesta es clara: la más
elevada selección es perder la vida de uno en el servicio por los demás, en que
por amor a Cristo se olvida uno de sí mismo. Esta es la manera más segura de
crecer hacia lo mejor que la vida tiene.
El camino del crecimiento es la eterna búsqueda de la competencia. El líder
debe darse cuenta de que cualquier cosa que haga podría hacerse mejor. Jesús
nos dejó metas muy altas:
“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto” (Mat.
(Mat. 5:48).
5:48).
Al igual que el horizonte, el ideal se aleja a medida que a él nos acercamos.
Pablo experimentaba esta urgencia hacia la perfección no alcanzada:
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por
ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”
(Fil. 3:12).
3:12).
Browning dice que “el hombre debe procurar alcanzar más de lo que pueda
agarrar, de lo contrario, “¿para qué es el cielo?” Aquí se presenta una paradoja:
el descontento con lo que se ha alcanzado nos impulsa a mayores conquistas;
el descontento con el crecimiento personal nos lleva a un mayor crecimiento.
La vida adquiere más valor para aquel que siempre se está esforzando por
escalar mayores alturas.
SI NO HASTA
CIERTO
PUNTO
1. — Me doy cuenta de la necesidad de más líderes y mejor
preparados.
2. — Estoy conforme con la afirmación de que yo puedo aprender a
dirigir.
3. — Estoy de acuerdo con que se me necesita para dirigir.
4. — Yo creo tener un concepto satisfactorio de lo que significa
dirigir.
5. — Creo que la dirección cristiana se extiende a la acción cristiana
6. — Comprendo que mi iglesia me necesita para algún servicio
especial.
7. — Mi concepto original del liderato no se extendía para incluir
personas de término medio.
8. — Yo acepto en este momento el concepto revolucionario de
Jesús en lo que atañe al que dirige.
9. — Estoy dispuesto a seguir la orientación de este ideal radical con
respecto a la dirección.
10. — Ahora comprendo cómo, históricamente, el ideal de la jefatura
en el Nuevo Testamento, llegó a secularizarse.
11. — Reconozco que el concepto secular con respecto al que dirige
se ha infiltrado en las iglesias de hoy.
12. — Puedo describir los modos en que se está poniendo en peligro
el ideal del siervo en lo que a la dirección se refiere.
13. — Estoy dispuesto a comprometerme al ideal del siervo en lo que
concierne a la jefatura.
14. — Comparando mis calificaciones encuentro que mis puntos
fuertes sobrepasan a los débiles.
15. — Mis puntos débiles no me impiden automáticamente el aceptar
la responsabilidad de la dirección.
16. — Mis debilidades están comprometidas con otros y pueden
subsanarse.
17. — Adoptando el punto de vista del siervo se adelantaría mucho
en la solución de los problemas
pr oblemas de los líderes en las iglesias.
18. — El progreso en cualquiera empresa requiere que se hagan
planes.
19. — La dirección efectiva demanda la preparación constante.
20. — Estoy buscando la guía divina en mi preparación.
21. — Yo hago buen uso de los mejores auxiliares impresos.
22. — Estoy bien familiarizado con el plan de mi denominación para
el adiestramiento de sus líderes.
23. — Espero seguir los pasos progresivos que conduzcan a
recompensas crecientes.
24. — Apruebo la correlación de las organizaciones de las diversas
iglesias para el adiestramiento de los líderes.
25. — Reconozco que el estudio concienzudo y la l a práctica de la
dirección cristiana me prepararán para desempeñar otros deberes.
26. — Necesito conocer más exactamente el trabajo que yo puedo
desempeñar en la iglesia.
27. — Creo que puedo definir con exactitud el objetivo de la
responsabilidad de mi iglesia.
28. — Estoy de acuerdo con que la clara definición de los objetivos
es esencial para el éxito en un puesto directivo.
29. — Tengo la convicción de que el bienestar de las personas es una
meta básica para un líder cristiano.
30. — Estoy dispuesto a rechazar los métodos inapropiados para
dirigir y adoptar el principio cristiano de la responsabilidad
compartida.
31. — Me considero a mí mismo como un miembro fiel de un equipo
de cooperación con la iglesia.
32. — Estoy dispuesto a ceder mi manera de pensar siempre que se
trate de la ventaja de la iglesia en general.
33. — De una manera consistente siempre he buscado el acuerdo en
mis relaciones en la iglesia.
34. — Reconozco que la “unión en el esfuerzo” es esencial en una
iglesia que sigue la intención de Jesús.
35. — Comprendo el fondo histórico de la independencia de las
distintas organizaciones de la iglesia.
36. — Deseo ayudar a alcanzar una mayor correlación entre estas
organizaciones.
37. — Estoy decidido a mantener la “unidad del Espíritu” en mis
relaciones como líder.
38. — Aunque soy adicto a los principios inmutables, estoy
dispuesto a usar nuevos métodos de acuerdo con el cambio de las
circunstancias.
39. — Me gustaría que nuestra iglesia pusiera en práctica algunos de
los métodos descritos y que en la actualidad no se están usando.
40. — Apruebo que se organice una clase o grupo especial para el
pre-adiestramiento de los posibles líderes.
41. — Estoy convencido de que nuestra iglesia debe ampliar el
programa de educación de líderes si se ha de poner a la altura de las
necesidades actuales.
42. — Reconozco que nuestra iglesia en conjunto debería aceptar la
responsabilidad de seleccionar y adiestrar a sus líderes.
43. — Comprendo que la dirección cristiana lleva en sí riesgos y
pruebas.
44. — Puedo darme cuenta en mí mismo de las tentaciones del líder
descritas en el capítulo 8.
45. — He hallado las maneras de enfrentarme con las tentaciones
que me asaltan como líder y vencerlas.
46. — En lo que de mí dependa, estoy dedicado a Cristo y a la
responsabilidad que como líder he aceptado en mi iglesia.
47. — Espero con agradecimiento las recompensas que me
pertenecen por mi fiel servicio cristiano.
48. — Estoy dispuesto a pagar con gozo el precio del desempeño de
mis deberes como líder cristiano.
49. — Con toda confianza espero que el Cristo vivo sea conmigo
mientras procuro seguirle a donde me indique.
50. — Con plena esperanza busco la guía del Espíritu Santo en todos
mis planes y servicios.
Escala Para Calificarse A Si Mismos Los Lideres
Y Los Que Se Preparan Para Serlo.
Cuente el número de veces que ha marcado SI en la primera columna. Esa es
su CALIFICACION POSITIVA.
Cuente el número de veces que usted ha marcado NO en la segunda columna.
Esa es su CALIFICACION NEGATIVA.
Cuente el número de veces que usted ha marcado H ASTA CIERTO PUNTO en la
tercera columna. Esa es su C ALIFICACION DUDOSA.
Estudie los puntos P OSITIVOS de sus cualidades como guía. ¿Cuántos de ellos
se deben sinceramente a sus propios méritos? ¿Cuántos se deben en gran parte
a la ayuda y a la influencia de otras personas? ¿Cuántos se deben enteramente
a la gracia y a la bondad de Dios? ¿Cuáles son sus conclusiones?
Considere sus puntos N EGATIVOS de sus cualidades como guía. ¿Cuántos de
ellos se deben a faltas suyas que pueden corregirse? ¿Cuántos se deben a
influencias ajenas o a tradiciones que usted haya heredado? ¿Cuántos se deben
a circunstancias fuera de su dominio? ¿Qué es lo que usted piensa hacer con
respecto a esto?
Cuente el número de veces que usted ha marcado en la columna H ASTA
CIERTO PUNTO. ¿Por qué cree usted que está justificado su juicio dudoso sobre
ese punto? ¿Le gustaría poder cambiar su juicio de D UDOSO a SI o NO? ¿Por
qué? ¿Cuál es su conclusión?