I
Despiértame de este sueño de la muerte,
príncipe de mis días,
acércate,
encuéntrame tendida en este sueño de la muerte.
II
Despiértame de este sueño de la muerte.
Atiende toda señal del camino
y presta oídos al rumor de los árboles.
Ellos te guiarán.
Ábrete paso, príncipe de mis días,
encuéntrame aquí bella y dormida
y bésame.
Tanto
como puedas besar a aquella
que ha cruzado huyendo un bosque
perseguida y sin culpa
hasta perderse.
III
Tu caballo,
escúchalo,
sabe hacia dónde va,
no lo reprendas.
Sus pequeñas y sensibles orejas
te guiarán.
Hasta mí,
que sabía que vendrías a caballo.
IV
Escondida
del filo mortal del malvado
hasta aquí he llegado.
Refugiada
de los venenos que acechan,
nadie
puede arrancarme el corazón.
V
Pero la casa es pequeña
y las herramientas,
diminutas en mis manos.