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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN “ENRIQUE GUZMÁN Y VALLE – LA

CANTUTA”
DIPLOMADO DE TUTORÍA Y PSICOLOGÍA EDUCATIVA
MÓDULO I: IDENTIDAD, AUTO-CONCEPTO, AUTO-ESTIMA, AUTO-EFICACIA, LOCUS DE
CONTROL E IGUALDAD DE GÉNERO
EDITORIAL: ASOCIACIÓN EDUCATIVA “EL GRAN SABER”
DIRECTOR: DR. JENRY SALAZAR GARCES
IDENTIDAD, AUTO-CONCEPTO, AUTO-ESTIMA, AUTO-EFICACIA, LOCUS DE
CONTROL E IGUALDAD DE GÉNERO

Sílabo
Temario:
UNIDAD I: IDENTIDAD
1. Identidad
2. La Identidad de género
3. El reconocimiento por parte del grupo de pertenencia
4. Los ciclos vitales
UNIDAD II: AUTOCONCEPTO
1. ¿Es lo mismo autoconcepto que autoestima?
2. El autoconcepto
3. La autoestima
4. La autoestima y el autoconcepto
5. ¿Quiénes somos?
6. ¿Qué es el autoconcepto?
7. Conocerse a uno mismo: el autoconocimiento
8. ¿Cómo podemos llegar al conocimiento de cómo somos realmente?
9. Comparándonos con los demás
10. ¿Cómo se forma y modifica el autoconcepto?
11. 5 supuestos en los que se fundamenta la teoría de la autodiscrepancia
12. ¿Qué sucede cuando lo que pensamos de nosotros mismos no coincide
con nuestros deseos o metas?
13. Motivos que afectan al conocimiento sobre uno mismo. La autoevaluación
14. 3 tipos de estrategias para mantener una autoevaluación positiva
15. La autoverificación
16. El autoensalzamiento
17. La autoestima como termómetro de la aceptación del grupo
18. Principales fuentes de amenaza del autoconcepto que pueden afectar a
la autoconfianza y estrategias de afrontamiento de dichas amenazas
19. Características de las personas con alta y baja autoestima. Personas con
alta autoestima
20. Del autoconcepto a la identidad social
21. Imagen de uno mismo y cultura: Autoconcepto independiente e
interdependiente.
22. Factores resultantes de la aplicación transcultural de la escala de Singelis
23. ¿Qué es la identidad social?
24. La teoría de la identidad social (TIS)
25. La relación entre identidad personal e identidad social
UNIDAD III: AUTOESTIMA
1. Autoestima
2. La relación de la autoestima y la calidad de vida
3. Las fuentes interiores de la autoestima
4. Claves para reconocer una baja autoestima
5. El sentido del humor: estrategia de la resiliencia y de la risoterapia
UNIDAD IV: AUTOEFICACIA
1. La autoeficacia en el contexto académico
2. Autoeficacia para el aprendizaje
3. Autoeficacia docente
4. Evaluación de la autoeficacia

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5. Autoeficacia docente y su relación con otras variables
UNIDAD V: LOCUS DE CONTROL
1. El Locus de Control (LC)
2. Tipos de locus de control
3. Medición de locus de control
UNIDAD VI: IGUALDAD DE GÉNERO
1. Qué es la Igualdad de género:
2. ¿Qué es género?
3. ¿Sexo y género son conceptos iguales?
4. Perspectiva de género
5. ¿Qué significa equidad de género?
6. ¿Para qué nos sirve la equidad de género?
7. ¿Qué debemos entender por estereotipos de género?
8. Principales instrumentos internacionales
EVALUACIÓN
Remitir a la institución educative, por medio de word, en archive adjunto,
usando correo electrónico la solución a la evaluación planteada al final de la
última unidad.

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UNIDAD I: IDENTIDAD

1. Identidad

En un mundo en el que lo único permanente es el cambio ¿la identidad puede


permanecer estática, inmutable, sin transformación alguna? Pareciera que la
incertidumbre del entorno en el que habitamos también trasciende las fronteras
persona-les de la construcción subjetiva de la identidad y, sin embargo, hay algo
que pareciera quedar inalterado, a salvo de la confusión que impera alrededor.
Erikson ha llamado a dicho factor de continuidad interior como mismidad1 , es
decir el sentido del ser que va unido a la percepción de continuidad de la propia
existencia en el tiempo y en el espacio, unida a la noción de que otros reconocen
tal existencia.

La permanencia en el tiempo de la identidad es un factor relevante. Laing


(1961) define a la identidad como “aquello por lo que uno siente que es “él
mismo” en este lugar y este tiempo, tal como en aquel tiempo y en aquel lugar
pasados o futuros; es aquello por lo cual se es identificado”.

La identidad es considerada como un fenómeno subjetivo, de elaboración


personal, que se construye simbólicamente en interacción con otros. La identidad
personal también va ligada a un sentido de pertenencia a distintos grupos socio-
cultura¬les con los que consideramos que compartimos características en común.

Ello, en correspondencia con un proceso dialéctico de formación de la propia


identidad, a partir de la representación imaginaria o construcción simbólica de
ella (autodefinición) y la identidad social que se elabora a partir del
reconocimiento, en la propia identidad, de valores, de creencias, de rasgos
característicos del grupo o los grupos de pertenencia, que también resultan
definitorios de la propia personalidad. Es una especie de acuerdo interior entre la
identidad personal que se centra en la diferencia con respecto a los otros y la
identidad social o colectiva que pone el acento en la igualdad con los demás.

Tajfel (1981) ha definido a la identidad social como aquella parte del


autoconcepto de un individuo que deriva del conocimiento de su pertenencia a
un grupo social junto con el significado valorativo y emocional asociado a dicha

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pertenencia. Asimismo, asocia esta noción con la de movimiento social, en la que
un grupo social o minoría étnica promueve el derecho a la diferencia cul¬tural
con respecto a los demás grupos y al reconocimiento de tal derecho por las
autoridades estatales y los exogrupos.

Carolina de la Torre plantea la siguiente definición de identidad personal y


colectiva:

“Cuando se habla de la identidad de un sujeto individual o colectivo hacemos


referencia a procesos que nos permiten asumir que ese sujeto, en determinado
momento y contexto, es y tiene conciencia de ser él mismo, y que esa conciencia
de sí se expresa (con mayor o menor elaboración) en su capacidad para
diferenciarse de otros, identificarse con determinadas categorías, desarrollar
sentimientos de perte¬nencia, mirarse reflexivamente y establecer
narrativamen¬te su continuidad a través de transformaciones y cambios. [...]...la
identidad es la conciencia de mismidad, lo mismo se trate de una persona que de
un grupo. Si se habla de la identidad personal, aunque filosóficamente se hable
de la igualdad consigo mismo, el énfasis está en la diferencia con los demás; si se
trata de una identidad colectiva, aunque es igualmente necesaria la diferencia
con “otros” significativos, el énfasis está en la similitud entre los que comparten el
mismo espacio sociopsicológico de pertenencia”.

Asimismo, De La Torre hace referencia a la necesidad de las personas de


construir una identidad individual y colectiva, sobre todo por la sensación de
seguridad y estabilidad que proporcionan. Resulta gratificante el sentido de
pertenencia a diversos grupos humanos, “que se ven a sí mismos con cierta
continuidad y armonía, dadas por cualidades, representaciones y significados
construidos en conjunto y compartidos.” Además, con la siguiente aclaración:

“...la durabilidad, profundidad y sentido de estas identificaciones puede ir


desde pertenecer al club de fans de la Charanga Habanera, hasta sentirse parte
de los sin tierra, de la comunidad latinoamericana, o de la identidad universal del
ser humano. Pero las grandes identidades no necesariamente se contradicen con
las otras, por más complejas que sean las maneras en que se relacionen”.

Se puede decir que la identidad colectiva o social por excelencia es la

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humana. Pertenecer al equipo humano debería ser tenido como punto de
partida (o de llegada) de toda construcción identitaria o autoconcepto de
identidad. A partir de allí, cada uno puede identificarse con el resto de los grupos
sociales y culturas que colorean este mundo.

De este modo, se evitarían muchos prejuicios y discriminaciones. En el mismo


sentido y en contra de la discriminación entre grupos, Pettigrew (1986) ha
elaborado la hipótesis del contacto, afirmando que el trato entre los miembros de
grupos diferentes lleva a actitudes más positivas de unos hacia otros. Para ello, se
debe fomentar la cooperación entre ellos y una posición social aproximada
(sentido de la condición de iguales, de posibles interlocutores).5

Marcela Lagarde define a la identidad personal enfatizando el carácter activo


del sujeto en su elaboración, que toma lo que considera necesario y deja a un
lado lo que no precisa, del siguiente modo:

“la identidad tiene varias dimensiones: la identidad asigna-da, la identidad


aprendida, la identidad internalizada que constituye la autoidentidad. La
identidad siempre está en proceso constructivo, no es estática ni coherente, no se
corresponde mecánicamente con los estereotipos. Cada persona reacciona de
manera creativa al resolver su vida, y al resolverse, elabora los contenidos
asignados a partir de su experiencia, sus anhelos y sus deseos sobre sí misma. Más
allá de las ideologías naturalistas y fosilizadoras, los cambios de identidad son una
constante a lo largo de la vida. Sus transformaciones cualitativas ocurren en
procesos de crisis. Por ello, la identidad se define por semejanza o diferencia en
cuanto a los referentes simbólicos y ejemplares. Cada quien es semejante y
diferente. Finalmente, cada quien crea su propia versión identitaria: es única o
único”.

Los cambios de identidad como una constante a lo largo de la vida, que


menciona Lagarde, nos recuerda a Heráclito y su teoría del devenir. Nadie puede
bañarse dos veces en el mismo río. El río fluye constantemente y nosotras
cambiamos inevitablemente con él.

Asimismo, menciona las crisis personales como promotoras de esos cambios de


identidad que experimentamos a lo largo de nuestra vida. Tales crisis pueden ser

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impuestas por el entorno y, por ello, se las denomina crisis externas o puede
provocarlas el propio sujeto, con su crecimiento, a veces ligado a las edades
críticas o ciclos vitales. Estas últimas crisis reciben la denominación de internas.
González de Rivera, además, hace referencia a“... situaciones intermedias que, sin
ser propiamente externas, tampoco son exactamente causadas por nosotros
mismos ni forman parte inevitable del desarrollo vital...”, como meras ac-tividades
que tienen un principio y un fin, ya sea terminar los estudios, cambiar de trabajo,
para citar algún ejemplo. También, refiere que las crisis humanas vienen en todos
los tamaños, desde el más estrictamente individual hasta el más universal
(2006,44).

Además se han descrito las crisis sociales como aquellas situaciones en las que
las creencias y normas habituales en las que se apoya el entra mado social de
una comunidad han dejado de ser operativas, no propician la cohesión social y se
va generando la desintegración de los individuos de sus colectivos de
pertenencia, según Durkheim.

En la actualidad, se presencian crisis globales, como la financiero-económica,


generadora de recesión, de desempleo y, en definitiva, de situaciones de
exclusión social. Ante ello, la percepción social es de inseguridad, de
incertidumbre y el entramado social se resiente. En este punto, corresponde
pre-guntarse cómo las recurrentes crisis influyen en las conformaciones identitarias
de las personas.

Sin duda, las crisis tienen incidencia en la personalidad. Cuando los


sentimientos de incertidumbre y las situaciones difíciles o que entrañan sufrimiento
se apoderan de la vida personal, los sujetos pueden experimentar un estado que
Viktor Frankl denomina “vacío existencial”, como la percepción de que la vida
carece de sentido. Pero, “...cuando nos encontramos sin remedio y sin esperanza,
enfrentados a situaciones que no podemos modificar, incluso entonces estamos
llamados y se nos pide que cambiemos nosotros mismos”. La pregunta de un
sentido de la vida se impone en la conciencia de los individuos precisamente
cuando las cosas van de mal en peor, sobre todo, porque el ser humano no es un
simple sujeto pasivo de su entorno, él siempre interpreta y elabora los hechos o
acontecimientos sociales.

7
En efecto, el ser humano no es un mero producto o resultado de los
condicionantes sociológicos, psicológicos y biológicos de su entorno y las crisis
pueden ser oportunidades de propia realización y de encontrar el sentido de la
propia vida.

De hecho, el ser humano goza de la suficiente libertad para adoptar una


postura personal ante tales condicionantes. Él nos aclara:

“ El hombre no está absolutamente condicionado ni de-terminado; al


contrario, es él quien decide si cede ante de-terminadas circunstancias o si resiste
frente a ellas. En otras palabras, el hombre, en última instancia, se determina a sí
mismo. [...] no se limita a existir sino que decide cómo será su existencia, en qué se
convertirá en el minuto siguiente.”9 Y plantea que “ la esencia de la existencia es
la capacidad del ser humano para responder responsablemente a las deman-das
que la vida le plantea en cada situación particular”.

Nietzche decía que todo lo que no acaba conmigo me hace más fuerte. Por
vía del sufrimiento siempre se tiene la oportunidad de aprender y conquistar algún
valor. En igual sentido, en China, la palabra crisis es designada con un vocablo
con dos significados: el de peligro y oportunidad, como si se tratara de las dos
caras de una misma moneda.

La buena noticia es que las crisis personales se superan y el dejarlas atrás, sin
duda, transforma al sujeto. Ya no es igual a como solía ser antes de la crisis, quizás,
ha elaborado otra concepción del mundo. No hay que olvidar que la identidad
es un “devenir constante”: una parte admite cambios y otra, permanece
inalterable. Lagarde recuerda que asumir una identidad es un proceso de
construcción subjetivo y, a la vez, creativo. González, en consonancia, expresa
que:

“para superar con éxito una crisis, tenemos que ser, ante todo, honestos y
exactos en la percepción de lo que nos ocurre. Es cierto que no basta con eso,
sino que, además, hay que ser creativos en la búsqueda de las soluciones,
certeros en la toma de decisiones y efectivos en su aplicación práctica”. Y, más
adelante, agrega que “La conciencia personal se va construyendo gracias al
descubrimiento de que en medio de cambios, rupturas y separaciones, algo

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permanece constante. La unificación de una consciencia y la constitución de una
identidad autodefinitoria, cuyo nú¬cleo conseguimos mantener constante a lo
largo de toda la vida, a pesar de que el resto esté en continúo proceso de
cambio.” (2006:50)

Desde el punto de vista del proceso evolutivo, las crisis pueden ser clasificadas
en cuatro etapas, cuya comprensión puede ser de ayuda en el momento de
enfrentarlas y superarlas. Las etapas son explicadas brevemente en el siguiente
cuadro, que sigue el esquema que plantea González de Rivera.

Cuadro 2 .1 . Clasificación evolutiva de las crisis

9
10
Fuente: GONZALEZ DE RIVERA, José Luis, 2006, Crisis emocionales, Madrid: Editorial
Espasa Calpe, p. 62-64.

2. La Identidad de género

La perspectiva de género pretende que la sociedad sea consciente de que los


roles que se asignan al hombre y a la mujer, a raíz de su diferencia sexual, y que
son considerados “naturales”, sean asumidos, en realidad, como meras
conceptualizaciones socioculturales con raíces profundas en la sociedad
contemporánea.

Los roles de género son construcciones culturales de los roles sociales que una
determinada sociedad le atribuye a los hombres y mujeres de forma diferenciada,
en un cierto momento histórico. En palabras de Marta Lamas: “Si bien las
diferencias sexuales son la base sobre la cual se asienta una determinada
distribución de papeles sociales, esta asignación no se desprende “naturalmente”
de la biología, sino que es un hecho social.”

Las mujeres gitanas están sumidas en comunidades patriar-cales dentro de


una sociedad que aún reproduce un sistema tradicional de patriarcado, no
obstante notables cambios hacia la equidad de género.

Según Lagarde: “la pertenencia a una etnia minorizada dificulta aún más el
desarrollo personal de las mujeres. Lo personal es un universo conectado con la
sociedad, y es preciso lograr transformaciones macrosociales, que abarquen a
todas las mujeres, para hacer ese universo menos ominoso y crear el marco de
oportunidades para todas las mujeres, y evitar que para ello deban emprenderse
los mismos caminos cada vez”.

La cultura de un grupo social condiciona los comportamientos subjetivos de las


personas que lo integran. La modificación de ciertas pautas de conducta que
coinciden con roles socio-culturales adjudicados en forma de mandatos, por el
propio grupo de pertenencia, puede generar que la persona o personas
responsables de dicho cambio sean estigmatizadas o discriminadas por dicho
grupo.

Las mujeres gitanas han seguido, por generaciones, reproduciendo las mismas

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tareas que realizaban las mujeres signifi-cativas de su entorno y de lo que aquí se
trata es que no lo ha¬gan por inercia, sino que cada una busque lo que quiere
hacer y lo que quiere ser en su vida, por sí misma. Siempre intentando de que su
cambio, el asumir la responsabilidad de su propia vida, no cause el efecto no
deseado de ser discriminada por su familia ni por la comunidad gitana de la que
forma parte.

3. El reconocimiento por parte del grupo de pertenencia

Todo ser humano, para la construcción de su dimensión individual y colectiva,


busca el reconocimiento por parte del grupo. Ello, lleva aparejado el
cumplimiento de determinadas expectativas del grupo. El riesgo de cumplir con
las expectativas de los demás es que las mismas se encuentren en franca
contradicción con los propios deseos o metas de desarrollo del individuo.

Para empezar, se debe dejar en claro que la familia es la institución por


excelencia de la comunidad gitana, desde donde se imponen los mecanismos de
reconocimiento. Ellos se distinguen según estén dirigidos a los hombres o a las
mujeres gitanas.

Los mecanismos de reconocimiento para las mujeres gitanas son los que se
describen a continuación:

• Autoridad: depende de las variables sexo y edad, otorgando mayor


autoridad al sexo masculino y a las edades más avanzadas, por lo que la mujer
frecuentemente se encuentra en una posición de subordinación frente al hombre.

• Conyugalidad: posiciona a las mujeres en un estatus de mayor


reconocimiento dentro de la comunidad, frente a una mujer soltera.

• Maternidad: rol fundamental que, incluso, es asignado desde antes de ser


madres debido a que desde edades tempranas las niñas gitanas se
responsabilizan del cuidado de sus hermanos/as y familiares dependientes.

• Fidelidad: siendo considerada como “un don divino” de la feminidad


gitana, minimizándose el castigo si es el hombre el que rompe el pacto.

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• Protagonismo: las funciones principales se desarrollan en el ámbito privado
o intracomunitario, el espacio público no preocupa ni debe preocupar a la mujer
gitana.

No obstante lo aquí expuesto, actualmente, se viven momentos de profundas


transformaciones en los que sostener a rajatabla algunas de las reglas
mencionadas, resulta muy complicado para las familias y la comunidad gitana en
general. En efecto, se están aceptando ciertos cambios que la realidad impone,
como los que se señalan a continuación:

• Los oficios a los que la comunidad gitana se ha dedicado tradicionalmente


están en declive, por lo que se hace necesario salir a formarse para conseguir un
trabajo digno.

• El nivel de vida ha subido y el poder adquisitivo se ha estancado, por lo que


se hace preciso que más de un miembro aporte ingresos económicos a la unidad
familiar, favoreciendo la inserción laboral de las mujeres.

• La “democratización de las relaciones” ocasiona que se contemplen las


separaciones y los divorcios como una opción más, obligando en algunos casos a
que las mujeres sean el único soporte económico de la familia.

• La planificación familiar y económica es necesaria, ya no se puede vivir el


día a día, sino que hay que pensar en el futuro, planificarlo y actuar en
consecuencia, con la in-tención de que éste sea mejor.

• La vida misma obliga a tomar decisiones a favor de comportamientos


modernos, a veces cuestionadas por el en-torno comunitario, al ser incompatibles
con los mecanismos de reconocimiento tradicionales.

En el intento de responder a los mandatos tradicionales y a las tendencias


modernas, las mujeres gitanas contemporáneas viven una doble vida, de trabajo
visible e invisible, de esfuerzos reconocidos y no reconocidos. En ocasiones, al
intentar salvaguardar la identidad gitana, se producen radicalizaciones de los
modelos femeninos tradicionales, las mujeres se apropian de rasgos culturales
típicamente gitanos que permitan una diferenciación cultural con el exogrupo
como estrategia de resistencia: para que el grupo de pertenencia vea que no

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dejan de ser gitanas aunque asuman algunos comportamientos “más modernos”.
Esto ocurre, sobre todo, en los casos en que aún se considera que la formación de
las mujeres está reñida con el ser una “buena gitana”. Impera una doble moral
que, por un lado, alienta a seguir con los procesos individuales de superación, y
por otro, cuestiona el que se abandonen rasgos tradicionales de la identidad
cultural gitana.

Pese a todas las dificultades, las mujeres gitanas se atreven a construir sus
identidades, intentando compaginar las tendencias modernas junto a las
tradicionales.

4. Los ciclos vitales

Las identidades no son estáticas sino que el individuo las va construyendo


según las circunstancias y las diferentes etapas de desarrollo. Tener en cuenta el
ciclo vital en el desarrollo de la propia identidad es un legado de Erikson, quien ha
sido el primero en comprender que la maduración de la personalidad de un sujeto
se efectúa por fases de desarrollo que son consideradas universales, es decir que
rigen para todos los seres humanos. No obstante, la existencia de particularidades
propias de cada cultura provocan que el sujeto deba adaptar su crecimiento a
los significados particulares que su entorno socio-cultural la asigne a cada fase del
ciclo vital.

En otras palabras, según González de Rivera:

“el desarrollo psicológico sigue un esquema general que se completa en


etapas críticas sucesivas. El conjunto tiene que formar siempre un todo armónico e
integrado y un fallo en alguna de las etapas inevitablemente repercute en todas
las demás. Cada una de ellas tiene su momento y su entorno apropiado. No es
bueno retrasarse mucho, porque la persona clave en cada momento puede
dejar de estar disponible al cabo de cierto tiempo. Tampoco es bueno
adelantarse, porque una maduración prematura puede dificultar la solidificación
de los logros de la fase anterior”.

Ahora bien, Erikson ha denominado a las crisis propias de cada etapa de


desarrollo como crisis normativas. Estas crisis del ciclo vital o crisis normativas

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reúnen las siguientes características:

1. Son normativas: todo ser humano debe afrontarlas para el desarrollo de su


personalidad.

2. Deben facilitar la epigénesis de la personalidad: el desarrollo de la


personalidad del individuo tiene lugar a través de fases o etapas en el que sus
potencialidades innatas deben encontrar un entorno que propicie un crecimiento
saludable.

3. Son secuenciales: cada crisis permite el aprendizaje de un recurso interior o


capacidad que va a ser necesario para afrontar la etapa siguiente.

4. Pueden resolverse en éxito o en fracaso: cada crisis puede resultar en un


éxito o en un fracaso del sujeto en superarla, según alcance (o no) los objetivos
propios de cada fase o, en otras palabras, logre (o no) desarrollar las
capacidades que requiere cada etapa.

En el ciclo vital del ser humano se diferencian la etapa de la gestación, la


niñez, la adolescencia, la edad adulta joven y la edad madura. Según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), establecer con exactitud los períodos de
edades que comprende cada etapa es prácticamente imposible, ya que los
ciclos de inicio y fin son variables según las circunstancias psicosociales,
dependiendo de cada persona y de su contexto.

En el modelo socio-cultural de la comunidad gitana, reviste una especial


importancia las etapas de la adolescencia y de la juventud, sobre todo, porque se
estimulan el empleo y el matrimonio a una edad temprana, cuando aún no ha
finalizado la construcción de la identidad del individuo. Correspondería
preguntarse cómo repercute la asimilación de semejantes responsabilidades en la
construcción de la propia identidad.

Entonces, dentro de la comunidad gitana, el período de la adolescencia


(10-15 años) se caracteriza por ser la etapa del aprendizaje, de la definición del sí
mismo. Se invierte el tiempo en la formación, en la capacitación, en los eventos
lúdicos. Los índices de responsabilidad no son altos.

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En cambio, en el ciclo de la juventud (15-24 años) se comienza la fase de la
producción, bien sea económica o familiar. Producción hacia el sistema,
perpetuarlo y mejorarlo en la medida de lo posible. La responsabilidad es alta y
con repercusiones comunitarias.

A estas etapas corresponde el inicio de la construcción de la identidad


personal que se relaciona con la búsqueda de la propia definición de sí mismo del
sujeto (autodefinición) y la aceptación o reconocimiento del entorno significativo
de la identidad que va adquiriendo. La decisión crítica de quién se es y de qué se
quiere hacer con la vida personal es la más difícil de tomar y, según la cultura de
pertenencia, esta decisión se posterga, por lo menos, hasta los dieciocho años
aunque generalmente se tarda más. Pero en la comunidad gitana,
generalmente, las tradiciones han impuesto tiempos más cortos y los mandatos
dictan que la elección de un oficio en los hombres o la necesidad en las mujeres
de contraer matrimonio a una edad temprana para cumplir con las tareas
reproductivas. No obstante, ahora se viven tiempos de cambios en las tradiciones
y de menor presión en los mandatos culturales, sobre todo, porque la comunidad
gitana está siendo permeable a las exigencias de modernidad provenientes del
entorno sociocultural con el que convive. Quizás como producto de la
complejidad de la vida actual, las costumbres más férreas están cediendo
espacio a comportamientos más flexibles y abiertos, a transformaciones y
adaptaciones al entorno que parecen necesarias para la propia supervivencia.
Por ejemplo, se puede mencionar la búsqueda de mayor cualificación laboral por
lo cual se empieza a aceptar la importancia de los estudios secundarios y
universitarios, retrasando por ello la inserción laboral de los menores. O, asimismo,
el mandato de que la mujer debe ser únicamente madre y esposa devota está
empezando a admitir como peculiaridad (hasta que tal vez, en lo futuro, sea
aceptado como normalidad) la formación y capacitación profesional de las
mujeres.

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UNIDAD II: AUTOCONCEPTO

1. ¿Es lo mismo autoconcepto que autoestima?

Conocer la diferencia entre el autoconcepto y la autoestima es importante. A


lo largo de nuestra vida, en muchas ocasiones, nos podemos sentir muy a gusto
con nosotras y nosotros mismos; y en otras ocasiones en cambio podemos
sentirnos algo más decaídos y decaídas.

Unos días podríamos comernos el mundo y otros, al contrario, podemos sentir


como nos pesan demasiado las circunstancias que nos rodean. Hay días y días.

Pero lo normal es que nuestro ánimo no fluctúe entre estos dos extremos:
nuestro ánimo suele ser consistente, aunque existen variables que pueden
modificarlo. Por ello, hoy explicaré qué es el autoconcepto y la autoestima. Dicho
esto, vamos a ver cuál es la diferencia entre esos dos conceptos que se
confunden con mucha facilidad.

2. El autoconcepto

El autoconcepto es lo que yo soy, es decir, las características que conciben mi


ser: mi personalidad, mi forma de ver la vida, mis características personales. Es
decir, el autoconcepto tiene un valor descriptivo. Para algunos autores el
autoconcepto consiste en el conjunto de opiniones, hipótesis e ideas que
individuo tiene sobre sí mismo.

Según Burns, el autoconcepto sería, en término actitudinales, el componente


cognitivo. Es decir, el componente cognitivo es el conjunto de percepciones,
ideas u opiniones que el individuo tiene de sí mismo; independientemente de que
seas falsas o verdaderas, objetivas o subjetivas, y estas opiniones le permiten
describirse a sí mismo.

Si al pensar en nuestro autoconcepto nos sentimos a gusto, tendemos a ser


más optimistas y enérgicos.

Si, por el contrario, sentimos que no estamos a gusto, tenderemos a sentirnos


más negativos y apáticos.

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3. La autoestima

A la autoestima, por el contrario, le atribuimos un significado valorativo. Es


aquello que pensamos y sentimos del conjunto de características que poseemos.
La autoestima consiste en las actitudes que el individuo tiene hacia sí mismo, es
decir, recreamos una imagen de nosotras y nosotros mismos. Es un juicio sobre
nuestra propia competencia y valía personal.

Según Burns, la autoestima sería, en términos actitudinales, el componente


emocional y evaluativo. Son aquellos sentimientos favorables o desfavorables que
sentimos según sea la valoración sobre nuestras características personales.

Dentro de nuestra actitud, es el elemento clave. La percepción de nuestra


autoestima dependerá de nuestro concepto del yo ideal y del yo real, por ello, es
importante ser realistas y aprender a cambiar aquellos pequeños detalles que no
nos gustan.

4. La autoestima y el autoconcepto

Algunas de las características del autoconcepto y la autoestima son:

a) Es un conjunto de percepciones que se extraen de las experiencias que


la persona tiene en sus diferentes ámbitos.
b) Tiende a ser consistente en el tiempo, estable, pero esto no significa que
no sea modificable. Siempre estamos a tiempo de acabar.
c) Es jerárquica, las distintas características se gradúan.
d) Es multidimensional.
e) Es un sistema organizado.
f) La autoimagen consecuencia de ambos conceptos

5. ¿Quiénes somos?

¿De qué forma llegamos a saber quiénes somos? ¿Cuáles son los procesos que
forman y mantienen la imagen que tenemos de nosotros mismos?

Conocernos nos ayuda a decidir qué y cómo debemos pensar y qué tenemos
que hacer en cada situación. Este conocimiento de uno mismo puede darse a

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nivel individual o grupal. La conciencia de nuestra identidad y la de otros nos
hace la vida más sencilla y facilita nuestras relaciones interpersonales e
intergrupales.

Los psicólogos de la personalidad se han preocupado por el contenido de la


identidad en sí. Los psicólogos sociales en cambio, han prestado más atención a
la forma en la que las personas piensan sobre las cosas que afectan a su
comportamiento y a la influencia que puede tener lo que piensan en sus
relaciones interpersonales e intergrupales.

Por otro lado los psicólogos de la personalidad se han centrado en buscar


tipologías de personas mientras que los psicólogos sociales se han interesado más
por buscar procesos generales que puedan afectar a todos los individuos.

6. ¿Qué es el autoconcepto?

Es la idea o imagen que el individuo tiene de sí mismo.

El autoconcepto global de una persona está formado por los distintos roles que
desempeña y que pueden variar con el tiempo o crearse otros nuevos.

Leary y Tangey distinguen 5 tipos de definiciones:

Descripciones sobre qué es el autoconcepto

1. Como toda la persona en general

2. Como personalidad

i. Todas las partes de la personalidad de un individuo

ii. Colección de habilidades, metas, valores etc que distinguen a las


personas.

iii. Personalidad del individuo

3. Como experiencia subjetiva

4. Como creencias sobre uno mismo

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5. Como agente ejecutor

7. Conocerse a uno mismo: el autoconocimiento

El autoconocimiento es la comprensión de cómo es uno mismo y de cómo son


las propias metas y habilidades. Para alcanzar esa comprensión recurrimos a los
auto-esquemas.

El autoconcepto está formado por un gran número de auto-esquemas que nos


ayudan ante acontecimientos negativos. Una persona que está en paro puede
desarrollar un auto-esquema negativo (ser un fracasado) pero si esa misma
persona considera que tiene una buena relación familiar recurrirá a su
auto-esquema de buen padre para tener mejor opinión de si mismo.

Los auto-esquemas extremos pueden producir consecuencias negativas para


el individuo. Una persona magnifica en los estudios pero torpe en deporte puede
hacer que sus estudios se acaben viendo perjudicados.

8. ¿Cómo podemos llegar al conocimiento de cómo somos realmente?

Haciendo inferencias sobre nuestro comportamiento

Teoría de la autopercepción (Bem): Las personas construimos un concepto de


nosotros mismos haciendo atribuciones internas de nuestro comportamiento. Nos
asignamos rasgos personales que explican por qué nos comportamos como lo
hacemos. En ocasiones las atribuciones que hacemos pueden cambiar por
agentes externos. Además, cuando se utilizan recompensas o castigos con
alguien con el fin de que realice una tarea para la que ya estaba intrínsecamente
motivado, las personas re-atribuye a una fuente externa la razón para llevarla a
cabo, en lugar de explicarlo por causas internas. Esto recibe el nombre de efecto
de sobrejustificación.

9. Comparándonos con los demás

Comparación social (Festinger): Comparación que hacen las personas de sus


opiniones y habilidades con las de otros miembros del grupo al que pertenecen.
Se produce a nivel individual e intergrupal.

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Brillar con gloria ajena. Aliarse con personas o grupos deseables por algún
motivo para mejorar la impresión que los demás tienen de uno mismo.

10. ¿Cómo se forma y modifica el autoconcepto?

a) La teoría de la autodiscrepancia: Las personas estamos motivadas para


mantener un sendito de coherencia entre las creencias y las percepciones que
tenemos sobre nosotros mismos. Cuando se producen diferencias nos sentimos
incómodos y tratamos de reducir la disonancia.

Esta teoría postula otros autoconceptos diferentes que sirven de guía...


Funciones de las guías:

1. Son incentivos para nuestro comportamiento futuro

2. Operan como un criterio de comparación de nuestro autoconcepto real

Cuáles son esos otros autoconceptos:

- Autoconcepto ideal: Cómo nos gustaría ser

- Autoconcepto responsable: Cómo creemos que deberíamos ser

- Autoconcepto potencial: Cómo pensamos que podemos llegar a ser -


Autoconcepto esperado: Cómo esperamos ser en el futuro

Todos estos autoconceptos se pueden considerar desde nuestro punto de vista


y desde el punto de vista de alguna otra persona significativa para nosotros.

11. 5 supuestos en los que se fundamenta la teoría de la autodiscrepancia

1. Las personas estamos motivadas para conseguir que nuestro


autoconcepto real se aproxime a otros autoconceptos.

2. Una autodiscrepancia es una estructura cognitiva que interrelaciona


distintos tipos de autoconcepto discrepantes entre sí.

3. Las discrepancias entre distintos tipos de autoconcepto provocan


diferentes situaciones psicológicas negativas asociadas a estados

21
emocionales/motivacionales concretos.

4. La probabilidad de que una auto-discrepancia produzca malestar


psicológico depende de la facilidad con la que sea activada en la mente de la
persona.

5. Cuanto mayor sea la magnitud y la accesibilidad de un tipo de


auto-discrepancia para un individuo, más sufrirá la clase de malestar asociado
con ese tipo de auto - discrepancia.

12. ¿Qué sucede cuando lo que pensamos de nosotros mismos no coincide


con nuestros deseos o metas?

Experimentamos insatisfacción, tristeza, depresión y decepción

Sin embargo... si creemos que no hemos cumplido los deseos y esperanzas que
otros tenían sobre nosotros, experimentamos vergüenza y consternación.

La teoría de la auto-discrepancia tiene mucho en común con la teoría de la


disonancia cognitiva

b) El yo espejo: Fenómeno consistente en vernos a través de los ojos de los


demás.

Charles Cooley: Percibimos que en la mente de los demás existe el


pensamiento o la imagen nuestra y nos vemos afectados por ello. Las personas
constuyen un auto-concepto congruente con la forma en la que las ven los
demás.

Shrauger y Schoeneman: Las personas no tendemos a vernos tal como nos ven
los demás, sino como pensamos que nos ven.

Ichiyama: La valoración que hace el individuo de sí mismo es lo que influye en


cómo cree que le evalúan los demás, en lugar de ser al revés.

Kenny y De Paulo: Los sujetos determinan cómo les ven los demás no por la
información que reciben de ellos, sino por sus autopercepciones. En primer lugar
tienen una imagen de sí mismos y, en segundo lugar, creen que los demás les ven

22
tal como se ven a sí mismos.

Sin embargo hay estudios, como el de Murray, Holmes y Griffin que demuestran
que lo que sucede no es el yo espejo, sino lo contrario:

Cuando los participantes veían reflejada en su pareja una imagen idealizada


de sí mismos, trataban de cambiar su autoconcepto para hacerlo consistente con
la evaluación que pensaban que su pareja hacía de ellos.

Este efecto estaba mediatizado por la autoestima: Las personas con alta
autoestima son más precisas a la hora de conocer cómo les ve su pareja, sin
embargo las personas con baja autoestima tienen más dudas y temor al rechazo
de su pareja

Fenómeno Miguel Angel: Uno de los miembros de la pareja (el Miguel Ángel) es
el responsable consciente de que el otro modifique su autoconcepto. Cuando la
persona percibe que su pareja le ve como le gustaría ser visto, se comporta según
ese yo ideal para que su comportamiento sea consistente con la imagen que su
pareja tiene de él. De esta forma, se produce un cambio del autoconcepto para
llegar a ser ese yo ideal. Así, ambos miembros de la pareja se esculpirían el uno al
otro hasta conseguir que cada uno se convierta en su yo ideal gracias al otro.

13. Motivos que afectan al conocimiento sobre uno mismo. La autoevaluación

Es el motivo que nos lleva a buscar información sobre nosotros y revisar todos
los componentes que forman parte de nuestro autoconcepto: habilidades,
limitaciones, creencias, etc.

Hay dos puntos de vista:

- Uno más centrado en la valoración positiva o negativa del yo (autoestima)

- Otro en el que se tiene en cuenta el grado en el cual las circunstancias, los


contextos y cas situación influyen en la evaluación que las personas hacen de sí
mismas

La autoevaluación está muy influida por el estado afectivo y esa influencia es


mutua “pensar “si que no somos inteligentes nos puede hacer infelices” estamos

23
deprimidos podemos creer que no aprobaremos un examen.

14. 3 tipos de estrategias para mantener una autoevaluación positiva

- Mediante comparación social: si nos sentimos mal, compararnos con


personas inferiores a nosotros nos puede hacer sentir mejor.

- A través de la reducción de la incertidumbre: Al activar el autoconcepto y su


autoevaluación se puede generar una incertidumbre sobre cómo somos
realmente y tratamos de reducirla comparándonos con los demás.

- Por la expresión de valores: Expresar nuestros valores nos proporciona


herramientas para conocernos. La autoafirmación es un ejemplo de esto, consiste
en expresar nuestras necesidades, deseos, opiniones, etc.

15. La autoverificación

Es la motivación para confirmar la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Teoría de la autoverificación: A las personas nos gusta que los demás nos vean
tal como nos vemos nosotros mismos. Nos gusta que los demás nos digan que
somos tal y como creemos que somos. Se trata de una búsqueda de la
coherencia.

Para lograr la coherencia de modo conductual, se utilizan tres estrategias:

1. Buscar una interacción

2. Mostrar claras señas de identidad

3. Aumentar nuestros esfuerzos para elicitar información auto-confirmatoria


como solicitar feedback.

Para lograr la coherencia de manera cognitiva desarrollamos una percepción


de la realidad compatible con cómo nos vemos a nosotros mismos. Se utilizan tres
estrategias.

1. Por atención selectiva

24
2. Por el recuerdo selectivo

3. Por interpretación selectiva

Autoverificación estratégica: Los individuos prefieren que les perciban mejor de


lo que s perciben ellos mismos.

16. El autoensalzamiento

Es la motivación para obtener y/o mantener evaluaciones positivas de uno


mismo.

Teoría del autoensalzamiento: Estamos motivados para mantener un


autoconcepto positivo

La motivación por el autoensalzamiento ha sido considerada en general como


algo beneficioso para las personas, incluso si el resultado es una definición no
realista de uno mismo.

Optimismo poco realista: (también “optimismo ilusorio” y “sesgo optimista”): Es


el proceso por el cual las personas creen que para ellos será más probable
experimentar situaciones positivas.

Ilusión de invulnerabilidad: Pensar que tendré menos probabilidades de


experimentar situaciones negativas.

¿Cuál de las 3 es la motivación más fuerte?

Autoensalzamiento, seguido de autoverificación y por último la


autoevaluación.

El componente evaluativo del conocimiento de uno mismo: la autoestima

La autoestima es la actitud del individuo hacia sí mismo. Se trata de la


valoración que la persona hace de todo lo que está incluido en su autoconcepto
a lo largo de una dimensión de positividad-negatividad.

17. La autoestima como termómetro de la aceptación del grupo

25
La búsqueda de una autoestima positiva está relacionada con el motivo social
básico de potenciación personal (necesidad de todo ser humano de sentirse
especial y contento consigo mismo).

En las culturas individualistas habrá tendencia al autoensalzamiento mientras


que en las culturas colectivistas sus miembros se sentirán mejor si consiguen ser
miembro dignos del grupo.

Existe una hipótesis sobre el posible origen evolutivo de esta necesidad: el


motivo de potenciación personal impulsaba a nuestros ancestros a disminuir la
probabilidad de ser ignorados o rechazados por otras personas y a evitar la
exclusión social. Cuando existiera algún indicio de rechazo por parte del grupo, la
autoestima disminuiría y la persona amenazada buscaría el problema que ha
puesto en peligro su pertenencia para corregirlo.

De esta forma, la autoestima actuaría como un “sociómetro” y su nivel alto o


bajo no se debería a que los individuos estuvieran contentos o no consigo mismos,
sino a que consiguieran mantener la pertenencia a grupos sociales.

En tiempos ancestrales, el ser humano debía de parecerse mucho más a los


actuales colectivistas que a los individualistas.

Para apoyar el argumento evolucionista existen numerosos estudios que


demuestran que:

a) la experiencia de sucesos con gran probabilidad de provocar rechazo o


exclusión por parte de otros correlaciona positivamente con el descenso de la
autoestima de las personas.

b) La exclusión efectiva disminuye la autoestima

c) la baja autoestima va unida a una percepción de rechazo por parte de


otros

d) las amenazas a la autoestima provocan conductas de búsqueda de


aprobación social.

- Otro factor relacionado con la autoestima es la identificación grupal. Es

26
posible que incluso perteneciendo a un grupo que habitualmente es discriminado,
las personas mantengan una autoestima positiva si se sienten identificados con
dicho grupo.

- También es importante que la información incluida en el autoconcepto sea


distintiva. La autoestima más baja se produce cuando las personas consideran
que las características que les gustan de las que les autodefinen son comunes y las
que les gustan son atípicas.

Además existen estrategias que las personas pueden utilizar para afrontar
posibles amenazas al autoconcepto y a la autoestima que pueden llegar a
afectar a su salud y dañar su autoconfiaza.

18. Principales fuentes de amenaza del autoconcepto que pueden afectar a la


autoconfianza y estrategias de afrontamiento de dichas amenazas

Fuentes de amenaza

- Fracasos: suspender un examen

- Inconsistencias: situaciones inusuales

- Estresores: Situaciones repentinas que pueden exceder la capacidad de


afrontamiento de una persona.

Estrategias de afrontamiento

- Negar: Tomar alcohol o drogas para distraer la atención de algo estresante -


Reducir la amenaza

- Autoexpresión: Hablar y/o escribir sobre el estado emocional y las reacciones


conductuales que se han realizado.

- Atacar la amenaza: Se puede desacreditar la base en la que se apoya la


amenaza, negar la responsabilidad de haber fallado en la situación o poner
excusas.

Algunos estudios defienden que la baja autoestima es la causa de

27
determinados comportamientos antisociales como el crimen. Sin embargo otros
apoyan que la baja autoestima no es la causa sino la consecuencia.

19. Características de las personas con alta y baja autoestima. Personas con
alta autoestima

- Persistentes y resistentes al fracaso - Emocional y afectivamente estables -


Menos flexibles y maleables

- Menos fácilmente influenciables y más difíciles de persuadir

- No les supone un conflicto querer y obtener éxito y aprobación

- Reaccionan positivamente a una vida alegre y de éxito

- Minuciosos, con un autoconcepto estable y consistente

- Motivados al autoensalzamiento

Personas con baja autoestima

- Vulnerables al impacto de las situaciones diarias

- Muy cambiantes en cuanto a las emociones y el estado de ánimo - Flexibles y


maleables

- Fáciles de persuadir e influir

- Desean el éxito y la aprobación pero se muestran escépticos ante ello -


Reaccionan negativamente a la vida alegre y de éxito

- Con un autoconcepto inconsistente e inestables

- Con una motivación autoprotectora.

20. Del autoconcepto a la identidad social

Para comprender el autoconcepto es importante hablar de nuestra


pertenencia grupal. El concepto d e identidad social lo veremos desde dos

28
teorías: “teoría de la identidad social (TIS)” y la teoría de la autocategorización.

¿Qué es la identidad?

“La identidad es una construcción altamente personal desarrollada a través de


la integración de varias des-identificaciones con otras personas significativas y
grupos de referencia, y una construcción social generada a través de la
interiorización de roles y del reflejo de las valoraciones de otros”

La identidad social es un conocimiento que se construye:

1. De manera personal

2. Teniendo en cuenta a otras personas y grupos

3. Incluyendo el rol que el individuo desempeña

4. En un contexto relacional. Es decir, influenciada por las reacciones,


pensamientos, etc que los demás tienen de nosotros.

21. Imagen de uno mismo y cultura: Autoconcepto independiente e


interdependiente.

La necesidad de poseer un autoconcepto distintivo parece universal, si bien las


bases de esta distintividad son culturalmente diferentes. En las culturas
colectivistas asiáticas es frecuente encontrarse con personas que tienen un
autoconcepto interdependiente mientras que en las culturas individualistas lo
característico es el autoconcepto independiente.

Autoconcepto independiente: Tiende a afirmar la individualidad y pone énfasis


en:

a) aspectos internos (habilidades, pensamientos)

b) ser único y expresar el yo (autoafirmación)

c) realizar atribuciones internas y perseguir metas personales

d) ser directo en la comunicación

29
Autoconcepto interdependiente:

a) Características externas y públicas

b) Formar parte de alguna relación y de un grupo

c) Ocupar el lugar que le ha sido asignado

d) ser indirecto en la comunicación

Sin embargo no se puede realizar una asociación tan categórica.

22. Factores resultantes de la aplicación transcultural de la escala de Singelis

Los dos factores que configuraban el autoconcepto independiente fueron más


característicos de las culturas individualistas.

- Las personas socializadas en valores colectivistas y jerárquicos se


caracterizaban por un autoconcepto de lealtad y obligación hacia los miembro
de su grupo. Sin embargo, el autoconcepto interdependiente igualitario no era
tan frecuente, probablemente debido a las desigualdades interpersonales y a la
confianza hacia los miembros de otros grupos características de muchas
sociedades.

- Los colectivistas son interdependientes pero sólo en relación a su grupo. Los


individualistas puntuaban bajo en el constructor que evaluaba el deber hacia el
endogrupo. Sin embargo, al poseer un menor número de grupos adscritos que los
colectivistas, tenían una mayor necesidad de mantener relaciones con otras
personas y de adquirir nuevos amigos.

- El sentido de obligación y el deber hacia el endogrupo son elementos clave


del autoconcepto interdependiente de los colectivistas, y de que ser
voluntariamente interdependiente es congruente con los valores individualistas.

23. ¿Qué es la identidad social?

Es una clase específica de identidad. Hay dos tipos de identidades que definen
a su vez distintos tipos de autoconcepto:

30
Identidad personal: Define el autoconcepto en términos de rasgos y relaciones
personales.

Identidad social: Es la parte del autoconcepto que deriva de la pertenencia a


grupos sociales.

Esta doble dimensión ha sido también considerada de forma triple:

1. Autoconcepto individual (tengo los ojos verdes, me gusta la música)

2. Autoconcepto relacional (soy amigo de Luis, soy más trabajador que


Pedro) 3. Autoconcepto colectivo (yo, como mujer, considero que poseo las
características con las que habitualmente se define a las mujeres en general)

24. La teoría de la identidad social (TIS)

Se ha interesado por la relaciones intergrupales, el favoritismo por el propio


grupo, la solidaridad intragrupal, los estereotipos, prejuicio, etc.

La teoría fue desarrollada por Henri Tajfel y asu vez la conducta asociada con
los procesos abordados por la TIS fue enmarcada en la teoría de la
autocategorización o categorización del yo desarrollada por John Turner.

- Tajfel mostraba un especial interés porque se tuvieran en cuentra los aspectos


sociales en el estudio de la Psicología Social.

Son 3 los conceptos básicos de la TIS: 1. La categorización social

La categorización es un proceso cognitivo por el cual se agrupan objetos,


personas o acontecimientos que se consideran equivalentes. A través de la
categorización los individuos construyen su identidad social.

La categorización social no explica por qué en la mayoría de las ocasiones se


valora positivamente al endogrupo y negativamente al exogrupo.

Los grupos competirán por una identidad social positiva a través de una
diferenciación con otros grupos en la cual salgan beneficiados.

31
La identidad social

Se refiere a la parte del autoconcepto individual que deriva del conocimiento


de la pertenencia a un grupo social junto con el significado emocional y
valorativo que conlleva dicha pertenencia.

El conocimiento de la pertenencia al grupo y el significado valorativo incluidos


en la definición se adquieren gracias a los procesos de comparación social que se
producen entre el grupo al cual pertenece cada individuo y aquellos a los que no
pertenece

3. La comparación social Es el proceso por el cual las personas tienden a


compararse unas con otras.

La identidad social solo será positiva si las características que tienen el propio
grupo son positivas, pero en comparación con otro u otros grupos.

La teoría de la autocategorización

La TIS sostiene que las conductas sociales se articulan dentro de un continuo


interpersonal-intergrupal. Dónde nos situemos depende de dos factores: la
identificación del individuo con su grupo y de las características específicas de la
situación.

La teoría de la autocategorización es un desarrollo del TIS. Trata de explicar


cuál es el proceso que lleva a las personas a incluirse en una u otra categoría.

Esta categoría se centra en cómo las personas son capaces de llegar a actuar
como un grupo. Su hipótesis afirma que esto se consigue gracias a un cambio en
el nivel de abstracción del autoconcepto: de la identidad personal se pasaría a la
identidad social, y la conducta interpersonal se transformaría en conducta
intergrupal, es decir el individuo dejaría de percibirse como persona individual
(esto se conoce como despersonalización).

Las categorizaciones que forman el autoconcepto se hallan en tres niveles de


abstracción:

- Supraordenado: es el más amplio

32
- Intermedio: correspondería a la identidad social

- Subordinado: correspondería a la identidad personal

La abstracción hace que se defina a las personas del propio grupo o de otros
grupos en términos del prototipo, es decir, de las características típicas asociadas
con la pertenencia al grupo.

25. La relación entre identidad personal e identidad social

La identidad personal y la identidad social se han considerado como dos


aspectos separados del autoconcepto global del individuo.

La identidad personal se refiere a la autodefinición del individuo como único y


diferente a los demás.

La identidad social alude a la parte del autoconcepto definida por las


categorías sociales a la que se pertenece.

Cuando las personas de un grupo de bajo estatus se sienten amenazadas en


una dimensión en la que su grupo está negativamente estereotipado pueden
potenciar su identidad personal mediante la autoafirmación individual,
aumentando su autoestima personal. Solamente las personas que están muy
identificadas con el grupo de bajo estatus aumentan su identidad colectiva y su
motivación para que el grupo haga mejor las cosas en dicha dimensión.

En algunos contextos, el individuo puede estar tan conectado con el grupo


que la barrera yo-otros se vuelve difusa y el grupo es considerado como una
extensión de uno mismo. Esto recibe el nombre de fusión de la identidad.

33
UNIDAD III: AUTOESTIMA

1. Autoestima

El significado primordial de la autoestima es la confianza en la eficacia de la


propia mente, en la capacidad de pensar, de tomar decisiones de vida y de
búsqueda de la felicidad.

Nathaniel Branden, psicoterapeuta canadiense, da la siguiente definición de


autoestima:

“La autoestima, plenamente consumada, es la experiencia fundamental de


que podemos llevar una vida significativa y cumplir sus exigencias. Más
concretamente, podemos decir que la autoestima es lo siguiente:

1. La confianza en nuestra capacidad de pensar, en nuestra capacidad de


enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida.

2. La confianza en nuestro derecho a triunfar y a ser felices; el sentimiento de


ser respetables, de ser dignos, y de tener derecho a afirmar nuestras necesidades
y carencias, a alcanzar nuestros principios morales y a gozar del fruto de nuestros
esfuerzos.”

La autoestima consiste en valorar y reconocer lo que uno/a es y lo que puede


llegar a ser. Según Enrique Rojas, en ¿Quién eres?, la autoestima “se vive como un
juicio positivo sobre uno mismo, al haber conseguido un entramado personal
coherente basado en los cuatro elementos básicos del ser humano: físicos,
psicológicos, sociales y culturales. En estas condiciones va creciendo la propia
satisfacción, así como la seguridad ante uno mismo y ante los demás.” De esta
definición, el psiquiatra granadino realiza un análisis al respecto que se simplifica
en el siguiente cuadro:

34
Cuadro 1 . Claves para alcanzar una buena autoestima

35
36
Fuente: ROJAS, Enrique, 2001, ¿Quién eres?, Madrid: Ediciones Temas de Hoy
S.A., p. 320-324.

La autoestima es parte de la identidad personal y está profundamente


marcada por la condición de género que determina en gran medida la vida
individual y colectiva de las mujeres, tanto de manera positiva como de forma
nociva.

Lagarde explica que sin soledad no hay desarrollo de la autoestima, debido a


que la soledad es un estado imprescindible de conexión interior, de
autoconocimiento mediante la evocación, el recuerdo, la reflexión, el análisis y la
comprensión, y es, desde luego, un estado imprescindible para descansar de la
tensión que produce la presencia de los otros. La soledad es un estado necesario
para experimentar la autonomía.

Branden es contrario a la tradición que ve como modo de elevar la autoestima


el conseguir la valoración de las personas significativas de nuestro entorno.
Entiende que realmente no necesitamos la valoración de los demás sino más bien
la de nuestro interior. En sus palabras: “Si nos desarrollamos de forma normal,
transferimos la fuente de aprobación del mundo a nosotros mismos; pasamos de
lo exterior a lo interior.”

La autoestima de pertenencia por relación con los otros es siempre temporal y


frágil, y coloca a uno en condiciones de vulnerabilidad. Dejar de pertenecer y
perder los vínculos es siempre una doble pérdida: la derivada del hecho en sí, y la
del daño de la autoestima fincada tanto en el vínculo con los otros, como en el
goce de su reputación, prestigio o poder como si fueran propios. El daño es mayor
cuando, además, se pierde la posibilidad de ocupar espacios y territorios y de
acceder a recursos y oportunidades a través de los otros. Según Lagarde, estos
son los motivos fundamentales por los que no se debe depositar la autoestima en
los otros y confundir la estima en que nos tienen los demás con la propia estima.

La identidad como seres para otros es la base de la autoestima mediada


por la estima de los otros. Una forma de subsanar este comportamiento
disfuncional es la de repensarse una misma sin que medie la mirada del otro,
buscar la propia valoración y respeto.

37
Por supuesto que el camino hacia una autoestima sana es sinuoso, entraña
dificultades que hay que sortear, si bien merece el esfuerzo y, sobre todo, hay que
entender que es un proceso personal, una trayectoria que parte de una decisión
íntima cuando es iniciado en la adultez. Lagarde aclara lo siguiente:

“...Subjetivamente la autoestima se sostiene y se nutre de un conjunto de


capacidades que provienen de la individualización: la autovaloración, la
autocrítica, la autoevaluación, la disposición a la responsabilidad propia, la
asunción de deci-siones propias. Y todo ello conduce al desarrollo de
experien¬cias relacionales y subjetivas primordiales para las mujeres: a la vivencia
de tener límites personales, es decir, a la diferenciación en relación con los otros y
a la posibilidad de la autonomía entendida como definición y delimitación del
yo.”

La autoestima verdadera, a diferencia de la ilusión de autoestima, se logra


como parte de un aprendizaje que integra los siguientes factores:

1. La autocrítica: como un proceso que incluye el reconocimiento de los


propios errores, el aceptarlos, saber perdonarlos y, por fin, superarlos así como
reconocer aquello que se hace bien, que genera satisfacción y sentido de
utilidad, sea o no reconocido por los demás: es suficiente con el propio
reconocimiento.

2. La responsabilidad: aceptar que la propia vida es consecuencia de las


decisiones personales y salir del rol de víctimas, del papel secundario porque las
mujeres no son el retrato fuera de foco de una fotografía tomada por otro, sino
que pueden ser (y deberían ser) las protagonistas de su propia existencia. De este
modo, si el presente no las satisface es porque seguramente está permitiendo, de
algún modo, por acción o por omisión, que así suceda. Es una decisión personal
trabajar para cambiarlo, reflexionar sobre cuáles son las probables causas de tal
insatisfacción y actuar en consecuencia, para, así, poder crear la situación de
vida que sea más acorde con las propias expectativas.

3. El respeto hacia sí mismo y hacia el propio valor como persona. Para ejercer
la igualdad primero hay que tener bien en claro que la propia valía, de que no se
es menos que nadie y ese “nadie” también incluye a los hombres. Se puede seguir

38
cargando exclusivamente con las responsabilidades domésticas porque no hay
posibilidad de que la pareja elegida comparta esa carga, en el caso de mujeres,
pero no es lo mismo hacerlo y valorarlo y saber que ese tiempo que se dedica a la
familia tiene un sentido, que hacerlo como una autómata sin darle valor alguno. El
valor al tiempo dedicado a los demás es un derecho propio, como el valor a la
recuperación de espacios personales para la propia salud psíquica. El respeto
hacia sí misma también debe partir del reconocimiento propio, del amor propio y
del derecho a ser felices, como cualquier otro ser humano.

4. El límite de los propios actos y el de los actos de los demás: relacionado con
el respeto está la cuestión del principio que debe regir los actos y es el de no
dañar al otro y el de no permitir que el otro nos dañe. El principio de no iniciar una
acción con la intención de dañar al otro, no significa que sin quererlo o buscarlo
se pueda efectivamente dañarlo. Si bien no haber tenido la intención ni la
voluntad de dañarlo conlleva la posibilidad de reparar ese daño más fácilmente
que si se hubiera causado a propósito. El principio de no dañar a otro lleva
implícita la cuestión de que también se tiene el derecho de evitar que otro nos
cause algún daño, de reivindicar el respeto como condición básica de toda
relación.

5. La autonomía, como la búsqueda de espacios para la autorrealización y la


independencia, es tan importante como los otros aspectos aquí reseñados y
quizás se consigue luego de haber transcurrido un buen camino de ese trayecto al
que se denomina autoestima.

El camino hacia la autoestima es sinuoso, no es fácil partir de la desvalorización


propia o ajena hacia la meta que es la valorización propia, sobre todo cuando
este camino se inicia en la madurez porque no viene como equipaje de la
infancia o de la adolescencia. Branden, al respecto señala:

“El nivel de nuestra autoestima no se consigue de una vez y para siempre en la


infancia. Puede crecer durante el proceso de maduración o se puede deteriorar.
Hay gente cuya autoestima era más alta a los diez años que a los sesenta, y
viceversa. La autoestima puede aumentar y decrecer y aumentar otra vez a lo
largo de la vida.”

39
Lagarde hace referencia a alcanzar en la adultez un punto de inflexión como
consecuencia de una elección de vida coherente:

“Cuando las mujeres logran resolver el conflicto interior por haber cambiado,
entonces sus decisiones y sus opciones, su capacidad de adaptarse a
condiciones adversas o de avanzar y desarrollarse se integran como nutriente de
la autoestima en sentido estricto. Es decir, en estas condiciones aumenta la
autovaloración por lo logrado y por haber vencido la impo-tencia o la imposición
de condiciones inadmisibles. Emerge así una condición de autoestima, la
potencia personal.”

Rojas entiende que la autoestima es parte de:

“Percibir correctamente la realidad, aceptarse a uno mismo, vivir con


naturalidad, concentrarse en los problemas y las dificultades, tener un espacio
privado que nos de autonomía y mantener unas relaciones interpersonales
profundas previamente seleccionadas van dando forma, a la larga, a la plenitud
personal.”

2. La relación de la autoestima y la calidad de vida

La autoestima crea un conjunto de expectativas acerca de lo que es posible y


apropiado para cada una. Estas expectativas tienden a generar acciones que se
convierten en realidades y tales realidades confirman y refuerzan las creencias
originales. Branden sentencia que “La autoestima -alta o baja- tiende a generar
las profecías que se cumplen por sí mismas.”

Sin duda, es la baja autoestima la que orienta una actitud y comportamientos


de forma contraria al propio bienestar y sabotea los momentos de felicidad y los
logros que se pueden obtener en la vida. La baja autoestima es causa
generadora de disfuncionalidades, de la toma de decisiones o de realizar
elecciones perjudiciales.

La calidad de vida disminuye o no se consigue el bienestar deseado porque


tener una autoestima baja se convierte en el principal problema a superar. Desde
luego, los pensamientos y la actitud no están direccionados a buscar el beneficio
propio ni el aprendizaje personal sino que está centrado en las carencias, en el

40
pasado que no es del propio agrado y en el futuro que no deparará nada mejor.
El presente deja de tener importancia y con él la oportunidad de ser felices.

Ante situaciones vitales de pérdida de un ser querido o momentos económicos


desfavorables, sin duda, la baja autoestima genera mayor resistencia a poder
sobrellevar tales circunstancias porque la persona tiende a identificarse con su
malestar y se queda sólo con el aspecto negativo de la pérdida sin ver la
oportunidad de aprendizaje que toda situación dolorosa entraña. La persona con
baja autoestima tiende a sentirse víctima de la situación, se pregunta ¿por qué
me pasa esto justo a mí? No significa que, ante un hecho trágico, la persona no
pueda derrumbarse y atravesar una dura crisis, sino que si la persona cuenta con
una alta autoestima tendrá seguramente más recursos para sobreponerse y dirigir
nuevamente su vida. Según Branden, una autoestima positiva es “como el sistema
inmunitario de la conciencia, que proporciona resistencia, fuer-za y capacidad
para la regeneración”.

Aún cuando una persona con baja autoestima pueda tener logros en su vida,
esa sensación de no ser merecedor de lo bueno que le sucede hará que las metas
que vaya alcanzando en su vida no lo satisfagan, nada parece ser suficiente. En
cam¬bio, con autoestima sana, la búsqueda de la felicidad es la que motiva la
propia acción o la búsqueda de sentido. Se busca la expresión del ser.

¿Por qué es importante desarrollar la autoestima? Una autoestima sana no es


la solución a todos los problemas pero, no obstante, puede ser de gran ayuda
para resolverlos de la mejor forma posible. Branden lo expone del siguiente modo:

“La autoestima no es el sustituto del techo sobre nuestra cabeza o de la


comida en el estómago de uno, pero aumenta la probabilidad de poder
encontrar la manera de satisfacer tales necesidades. La autoestima no es el
sustituto del conocimiento y de las habilidades que uno necesita para actuar con
efectividad en la vida, pero aumenta la probabilidad de que uno las pueda
adquirir”.

Si la vida demanda la resolución de determinados problemas, por ejemplo la


búsqueda de un nuevo ingreso económico para la familia, un recurso que no se
puede dejar de lado para conseguir el empleo que hace falta es el de desarrollar

41
la autoestima. De hecho, la confianza en sí misma y en la propia valía sobreviene
fundamental para lograr cualquier proyecto personal.

3. Las fuentes interiores de la autoestima

Las fuentes interiores de la autoestima son el sentido propio de valía y la


confianza en que se es plenamente capaz de enfrentar los desafíos de la vida.
Branden explica que una autoestima saludable se sustenta en un doble pilar
conformado por la eficacia personal y el respeto a una mismo, y si alguno de ellos
falta: la autoestima se deteriora. En sus palabras, define a estos pilares del
siguiente modo:

“La eficacia personal significa confianza en el funcionamiento de mi mente, en


mi capacidad para pensar y entender, para aprender, elegir y tomar decisiones;
confianza en mi capacidad para entender los hechos de la realidad que entran
en el ámbito de mis intereses y necesidades; en creer en mí mismo; en la confianza
en mí mismo. El respeto a uno mismo significa el reafirmarme en mi valía personal;
es una actitud positiva hacia el derecho de vivir y de ser feliz; el confort al reafirmar
de forma apropiada mis pensamientos, mis deseos y mis necesidades; el
sentimiento de que la alegría y la satisfacción son derechos innatos naturales.”

Un consejo que se les puede dar a las técnicas (o técnicos) que intenten elevar
la autoestima de las mujeres gitanas es que comprendan cómo opera la
dinámica de la autoestima en sí mismas, qué factores inciden en incrementar la
propia au-toestima o comprender como lograron un nivel de autoestima sano en
ellas.

Algo en lo que coinciden todos los teóricos es en el he¬cho de que la


autoestima es una experiencia íntima, reside en el centro de cada ser. Debido a
ello, una gran dificultad en el intento de incidir positivamente en la autoestima de
las per-sonas es el hecho de que no se puede trabajar directamente sobre ella. La
autoestima es una consecuencia, un efecto de determinadas prácticas. Branden
identifica seis prácticas que tienen una importancia crucial para elevar la
autoestima, se-gún su propia experiencia como psicoterapeuta.

42
Cuadro 2 . Las seis prácticas de la autoestima según Branden

43
Fuente: BRANDEN, Nathaniel, 1995, Los seis pilares de la autoestima,

44
Barcelo¬na: Paidós.

4. Claves para reconocer una baja autoestima

Principalmente, las personas con baja autoestima se consideran no aptos para


enfrentar los desafíos de la vida. Sienten la carencia, el “no puedo”, el “no soy
capaz”.

Se consideran indicadores de una autoestima insuficiente cuando una persona


carece del respeto a sí misma, no repara en sus necesidades y deseos, y/o no
confía en sí misma para ganarse la vida o hacer frente a los desafíos de la vida. El
indicador decisivo, según Branden, para saber si una persona tiene una alta o
baja autoestima reside en sus acciones: lo que determina el nivel de autoestima es
lo que la persona hace, en el contexto de sus conocimientos y sus valores, su nivel
de coherencia interna, que se refleja en el exterior.

Hay rasgos visibles de forma natural y directa que distinguen a una persona
que tiene una autoestima saludable sobre quien tiene una autoestima afectada y
es, sobre todo, el placer que la misma persona proyecta del hecho de estar vivo.
Se ve en su mirada, se siente en la tranquilidad con la que se expresa y habla de
sus virtudes y defectos de forma honesta y directa. Es natural y espontánea.
Demuestra interés por la vida y está abierta a nuevas oportunidades.

Las personas con baja autoestima realizan una serie de in-terpretaciones de la


realidad que son sumamente perjudiciales y Enrique Rojas las describe del
siguiente modo:

1. Tendencia a la generalización: se toma la excepción por regla,


empleándose términos categóricos a la hora de valorar lo que les sucede del
estilo: “a mí todo me sale mal o nunca tengo suerte con …”.

2. Pensamiento dicotómico o absolutista: Rojas define este concepto como:


“binomio extremo de ideas absoluta-mente irreconciliables”.

3. Filtrado negativo: se da cuando los pensamientos de la persona giran en


torno a un acontecimiento negativo sin prestarle atención a las situaciones
positivas y favorables de su vida.

45
4. Autoacusaciones: consiste en la tendencia de la persona a culpabilizarse
por cuestiones en las que no es clara su responsabilidad o directamente no tiene
responsabilidad alguna.

5. Personalización: se trata de interpretar cualquier queja o comentario como


una alusión personal.

6. Reacción emocional y poco racional: el argumento que desencadena una


emoción de signo negativo es errático, ilógico y la persona tiende a extraer
conclusiones que la perjudican.

5. El sentido del humor: estrategia de la resiliencia y de la risoterapia

“Reir es de sabios.”

Marco Valerio Marcial, poeta romano, siglo I d.C.

La resiliencia es la capacidad de un sujeto para superar circunstancias de


especial dificultad, gracias a sus cualidades mentales, de conducta y
adaptación, según Kreisler (1996).

En la obra La resiliencia: resistir y rehacerse (2003) se define la resiliencia como


integrante de las realidades educativas, terapéuticas y sociales y precisa: “...la
resiliencia es la capacidad de una persona o un grupo para desarrollarse bien,
para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos
desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves”.

Las estrategias de adaptación que adquiere la persona ante circunstancias


adversas son útiles para protegerla de sufrimientos demasiado pesados de
so¬brellevar y liberar energías a través de encontrar otra perspectiva sobre la
realidad. El sentido del humor es la estrategia de adaptación por excelencia
puesto que compromete a casi toda la persona, su intelecto, sus emociones, su
fisiología. El humor genera una toma de distancia del problema y una mirada
divertida sobre la propia condición.

La Risoterapia es concebida como una estrategia que lleva a asumir una


actitud predispuesta a ver posibilidades más ale-gres o beneficiosas en cada

46
momento de la vida y no detener-se ante el primer pensamiento decepcionante
cuando sucede algo no deseado.

Es una técnica que está conectada con la parte inteligente del ser humano:
enseña a desarrollar el sentido del humor y a utilizar la creatividad para buscar
alternativas satisfactorias ante las circunstancias de la vida.

Al respecto, José Elías en Guía Práctica de Risoterapia aclara que “esta


estrategia nos ayuda a ubicarnos, de forma inteligente, en cada momento, para
obtener los mejores resultados, actuar con nuestras capacidades afinadas al
máximo y ser lo más felices que podamos”.

Se destacan los efectos beneficiosos que se le atribuyen a la risa, tales como:


eliminar el estrés, las tensiones, la ansiedad, la depresión, el colesterol, los dolores,
el insomnio, así como disminuir los problemas cardiovasculares, respiratorios y de
cualquier enfermedad. Nos aporta aceptación, comprensión, alegría, relajación,
abre nuestros sentidos, ayuda a transformar nuestras pautas mentales, según la
revista digital: “En buenas manos. Salud y terapias naturales”.

El propósito de quienes realizan la terapia de la risa es aprender a tener una


apreciación distinta y mejor de sí misma, de las propias posibilidades y de las
posibilidades que brinda el entorno.

Propuesta de Trabajo 1:

Enredar la lana

Objetivos:

- Tomar conciencia de aspectos positivos de mi personalidad v Afirmación de


aquellas claves personales positivas v Reflexionar acerca de las interrelaciones en
el grupo

- Valorar la importancia de cada una de nosotras en el equipo

Desarrollo:

Todas los participantes se colocan en un círculo y comienza cualquiera de ellas

47
cogiendo el ovillo de lana lo lanza a cualquiera de nuestras compañeras mientras
se sostiene la hebra y así sucesivamente hasta formar un embrollo. Cada vez que
alguien recibe el ovillo y justo antes de tirarlo nuevamente debe expresar de
manera contundente algo que haga realmente bien, se tiene que notar que se lo
cree.

Una vez que todas hayamos dicho al menos una cosa que hacemos muy bien,
esta dinámica nos ayudará a escuchar as-pectos positivos de nuestra
personalidad, si somos pocos en el grupo sería interesante ver cuantos elementos
positivos so-mos capaces de decir de nosotros mismos, todo un desafío.

Posteriormente la coordinadora nos invita a mirar cómo ha quedado el círculo


y que hemos construido con la lana: que seguro se ha convertido en un buen
embrollo, una telaraña, una verdadera red que nos permitirá reflexionar sobre
nuestro papel en el grupo. Para ello podemos responder a las siguien-tes
preguntas:

- ¿Cómo trabajamos en red?

- ¿Nos afecta lo que hace cada una?

- ¿Que sucede si cualquiera de nosotras se mueve, deja su hebra o tira más?

- ¿Que situación de la vida real puede equiparase a este ejercicio, que


ventajas y desventajas tiene trabajar en red?

Recursos:

• Un ovillo de lana

Duración:

Para un grupo de 10 personas 25 minutos

Propuesta de Trabajo 2:

¡Anúnciate!

48
Objetivos:

- Identificar aspectos positivos de nuestra personalidad

- Sistematizar aspectos de mi identidad, conocimientos, habilidades y


destrezas, así como capacidades

- Externalizar aspectos que afirmen mi autoestima

Desarrollo:

La coordinadora propone a las integrantes del grupo que hagan una lista de
aquellos aspectos que consideran positivos de si mismos:

- Aspectos de su personalidad: simpatía, seriedad, responsabilidad,


perseverancia, meticulosidad, puntualidad, etc

- Capacidades:

- Habilidades: manuales, sociales,

- Conocimientos: aprendidos en casa, la escuela, la iglesia, el grupo, etc.

Posteriormente y con la lista en la mano se propone que en unos 10 o 15


minutos cada integrante redacte un anuncio de periódico, con el objetivo de que
alguien nos compre por nuestro valor, por lo buenas que somos y lo bien que
hacemos las cosas. Puede ser un anuncio divertido o serio, pero lo importante es
que intentemos realmente de que alguien nos lleve a su casa.

Una vez que hayamos terminado de escribirlo se lo pasamos a un compañero


para que lo lea en voz alta y compartimos entre todo el grupo los anuncios, cómo
nos hemos sentido a lo largo de la dinámica y reflexionamos:

- ¿Ha sido fácil pensar aspectos positivos de mi persona o me costó


demasiado?

- ¿Qué sensaciones he tenido mientras oía mi anuncio?

- ¿Cómo me siento cuando escucho hablar bien de mí?

49
Recursos:

Hojas y bolígrafos suficientes para el grupo

Duración:

Para un grupo de 10 personas 60 minutos

Propuesta de Trabajo 3:

¡Salvataje!

Objetivos:

- Analizar como cada una reconoce y es consciente de sus valores y su forma


de vida.

- Como se aceptan y defienden esos valores.

Desarrollo:

El coordinador invita a todas a ponerse cómodos para la siguiente dinámica, si


se puede tener una habitación ambientada genial. Ahora nos pondremos en
ambiente: el coordinador nos contará que todas las integrantes del grupo nos
encontramos en alta mar dando un precioso paseo una tarde de verano. Sin
embargo y de manera inesperada nos indican que debemos abandonar el
barco, pero hay un gravísimo problema solo hay un bote salvavidas y únicamente
caben la mitad de las personas.

Paso siguiente, el coordinador nos hará formar dos grupos (a y b) y explicará


cuál será el rol:

Grupo A:

Cada integrante del grupo “a” tendrá 2 minutos para dar las razones por las
cuales tal o cual es quien debe sobrevivir, cual es la utilidad de su vida para sí y
para los demás, aunque todas deben intentar sobrevivir.

Grupo B:

50
Por su parte el grupo “b”, escucha atentamente las razones y harán de
observadoras de la defensa que han hecho cada una que quiere sobrevivir y
porque. Deberán resaltar que aspectos se han tenido más en cuenta: de la
personalidad, materiales, formación, oportunidades, etc.

En el plenario todas podrán dialogar sobre el objetivo de la dinámica y que


utilidad tuvo en cada una de las integrantes, que hemos considerado más
importante y que elementos hemos descartado.

Propuesta de Trabajo 4:

Dar vuelta la tortilla

Objetivos:

- Identificar pensamientos negativos que bloquean mi pleno desarrollo


personal y profesional

- Tomar conciencia y analizar esas ideas

- Transformar esos juicios negativos sobre mi persona en frases más reales y


amables con nosotros mismos

Desarrollo:

El dinamizador invita por turnos a los participantes del grupo a completar las
siguientes frases en el papelógrafo:

- La mujer gitana no es buena para

- Nunca podré

- El resto de las personas piensan que yo

- Mi problema es que

- Si yo hago las personas perderán su respeto por mí

- No puedo trabajar de porque

51
- Mis compañeros y compañeras dicen que yo

- La Juani es mejor que yo porque

- No voy a llegar a

- Sé que me van a decir que no en

- No es para mí porque

Ahora cada una de los participantes va a escribir en un papel cuál de estos


pensamientos le afecta a sí mismo y puede agregar algunos más. Esos
pensamientos negativos que todo el tiempo nos dicen que no somos
suficientemente buenas, suficientemente inteligentes o suficientemente guapas-

Estas frases nos ayudan a identificar cuáles son los obstáculos que nos
ponemos nosotros mismos y nos ponen otros para no poder desarrollarnos
plenamente en nuestra vida.

Posteriormente y tras dejar unos minutos para que cada una piense sobre estas
afirmaciones, el dinamizador va a proponer que pensemos en qué hechos reales
fundamentan esas afirmaciones.

Este ejercicio que se denomina restructuración nos permitirá desprendernos de


suposiciones que lo único que hacen es hacernos sentir poco valiosos, inferiores o
sin derecho a alcanzar nuestros objetivos. Para ello vamos a analizar las frases que
hemos elegido y en un papel responderemos las siguientes preguntas:

1. ¿Contribuye este pensamiento a valorarme como persona?

2. ¿Dónde aprendí este pensamiento?

3. ¿Es un pensamiento lógico?

4. ¿Es verdadero este pensamiento?

Con este ejercicio hemos sido capaces de identificar pensamientos negativos,


reflexionar desde dónde vienen y cómo se fundamentan. El próximo paso en este

52
ejercicio es reestructurarlo y convertirlo en una afirmación más real y consciente,
reemplazando el juicio negativo (no soy buena para) en un pensamiento que no
debería existir o en uno que puede ser constructivo (cuando estudie... seré buena
en...).

Una buena idea es escribir los dos pensamientos el negativo y su


reconstrucción positiva a continuación y cuando aparezca el primero en
cualquier momento del día recuerdes y te repitas el segundo.

Ahora trabajamos en parejas y comentamos con nuestros compañeros


aspectos de la dinámica que nos hayan parecido interesantes.

Recursos:

Papelógrafo o pizarra; hojas y bolígrafos suficientes para el grupo.

Duración:

Para un grupo de 10 personas 90 minutos

Objetivos:

- Identificar pensamientos negativos que bloquean mi pleno desarrollo


personal y profesional.

- Tomar conciencia y analizar esas ideas desde otra perspectiva: el ridículo.

- Transformar esos juicios negativos en pensamientos divertidos, ridículos, que


permitan relativizar su influencia sobre la respuesta emocional.

Desarrollo:

Los participantes deben sentarse cómoda y relajadamente y se les pide que


imaginen algún pensamiento negativo usual, uno no demasiado doloroso, pero si
negativo. Pensemos en aquello que siempre nos viene a la cabeza:

- No soy buenp para

- Yo no puedo

53
- No es para mí porque

Tras la identificación de ese pensamiento o juicio negativo sobre cada una


vamos a pensar que nos lo dice un personaje que normalmente nos dé risa, puede
ser un dibujo animado, un cómico de moda en un concurso de chirimoyas, etc. lo
que se os ocurra. Lo importante es que esta voz que va a decirnos el pensamiento
negativo no cuente con nuestro respeto, si no que al imaginarlo nos entre una
tentación de risa. Se deja unos momentos para que los participantes pongan
caras y voces a los juicios.

El paso siguiente es proponer que ese mismo pensamiento lo va a emitir una


parte de nuestro cuerpo. Se indica a los participantes del grupo que mentalicen a
sus rodillas, codos, axilas u orejas diciendo el pensamiento negativo, se les
agregan ojos, nariz, pestañas, boca, etc. Se les deja unos momentos para que
puedan ir pensando en esto.

Finalmente se les pide que piensen unos instantes en sus nalgas verbalizando el
juicio negativo y se les pregunta de una manera contundente: ¿Quién en su sano
juicio haría caso de su trasero diciéndole eso? ¿Tú le haría caso?

Entre todas se puede comentar que personajes eligieron, cómo se han sentido
a lo largo de la dinámica. No es necesario indagar sobre el pensamiento negativo
en particular pero sí se puede comentar acerca del proceso y reírse un rato todas
juntas.

Recursos:

Un espacio que permita relajarse y estar cómodas.

Duración:

Para un grupo de 10 personas 40 minutos

54
UNIDAD IV: AUTOEFICACIA

1. La autoeficacia en el contexto académico

La consecución de determinadas metas constituye un ideal común a todas las


personas, una motivación intrínseca que lleva al ser humano a emprender
conductas específicas en función de los logros que éste pretende alcanzar. Mas
no basta con conocer con claridad aquello que deseamos lograr, ni tampoco el
mejor medio para poder conseguirlo. No basta con ser capaz de; es preciso
juzgarse capaz de utilizar las capacidades y habilidades personales ante
circunstancias muy diversas. La percepción de las personas acerca de su propia
eficacia se alza como un requisito fundamental para desarrollar con éxito las
acciones conducentes al logro de los objetivos personales. Dicha
autopercepción, denominada autoeficacia, ejerce una profunda influencia en la
elección de tareas y actividades, en el esfuerzo y perseverancia de las personas
cuando se enfrentan a determinados retos e incluso en las reacciones
emocionales que experimentan ante situaciones difíciles. En definitiva, las
creencias de autoeficacia representan un mecanismo cognitivo que media entre
el conocimiento y la acción y que determina, junto con otras variables, el éxito de
las propias acciones.

El constructo de la autoeficacia, sus características, su medida y su repercusión


en la conducta humana ha suscitado el interés de investigadores de todos los
ámbitos, mayoritariamente en el campo de las ciencias de la salud y en la
investigación educativa, con especial hincapié en el área de la motivación
académica. Dada, pues, la importancia de las creencias de eficacia personal en
el desarrollo de la propia conducta, el objeto de este escrito es examinar la
investigación realizada al respecto en el contexto académico.

La aportación de referencias bibliográficas se sucederá a lo largo del artículo,


a modo de notas a pie de página, agrupación de las mismas en función de la
estructura ya explicitada y, finalmente, un comentario breve a ciertas obras
relevantes en el ámbito de la autoeficacia.

2. Autoeficacia para el aprendizaje

55
La investigación educativa ha centrado múltiples estudios en las creencias de
autoeficacia, especialmente en el área de la autorregulación y la motivación
académica. En este sentido, los investigadores han abordado tres aspectos
relacionados con el constructo de la autoeficacia:

- autoeficacia y elección de carrera (Lent y Hackett, 1987)

- autoeficacia del profesor y práctica docente (Ashton y Webb, 1986)

- autoeficacia de los alumnos, motivación y rendimiento académico


(Pintrich y Schunk, 1995).

La aplicación de la teoría de la autoeficacia de Bandura en el ámbito


educativo muestra cómo los estudiantes con altas expectativas de autoeficacia
gozan de mayor motivación académica. Asimismo, obtienen mejores resultados,
son más capaces de autorregular eficazmente su aprendizaje y muestran mayor
motivación intrínseca cuando aprenden. En consecuencia, la mejora de las
expectativas de auto eficacia incrementa la motivación y el rendimiento en las
tareas de aprendizaje4.

3. Autoeficacia docente

El origen del constructo de autoeficacia docente se sitúa a finales de los años


setenta, período en que ésta es entendida como el grado en que el profesor cree
que posee capacidad para influir en el rendimiento de sus alumnos (Berman y
otros, 1977). Esta idea novedosa acerca de que las creencias de los profesores en
su propia capacidad pueden ejercer cierto efecto en el aprendizaje de los
estudiantes, suscita una inquietud progresiva y un interés manifiesto por llegar a
conocer el significado último del constructo, el modo en que éste puede hallarse
relacionado con la conducta del profesor y de los alumnos, la medida más
acertada para captar las posibles dimensiones que lo integran, etc. Años después,
próxima a sus bodas de plata, la autoeficacia docente continúa despertando el
interés de numerosos investigadores, dada su relevancia en diversos aspectos del
proceso educativo, como han ido demostrando los múltiples estudios realizados
desde el nacimiento del constructo hasta nuestros días.

Según Bandura (1986), no basta el conocimiento de la materia y el dominio de

56
una serie de destrezas docentes para garantizar una enseñanza eficaz. La acción
docente eficaz también requiere un juicio personal acerca de la propia
capacidad para emplear tales conocimientos y destrezas para enseñar bajo
circunstancias impredecibles y, a la vez, muy variadas. Concibe la autoeficacia,
en último término, como la cognición mediadora entre el conocimiento y la
acción docente.

Tschannen-Mora, WoolfoIk Hoy y Hoy (1998) desarrollan un estudio en el cual


ofrecen una revisión de todas las fuentes en las que aparece el constructo de
eficacia docente entre 1974 y 1997. Concluyen que la autoeficacia del profesor
no sólo se relaciona con resultados de los alumnos en cuanto a su rendimiento,
motivación y autoeficacia; además, está en cierto modo vinculada a las
conductas que éste manifiesta en el aula. En general, los profesores con un
elevado sentimiento de autoeficacia muestran mayor apertura a nuevas ideas,
están más dispuestos a probar métodos nuevos si es que estos se adaptan mejor a
las necesidades de los alumnos, planifican y organizan mejor sus clases, dedican
más tiempo y energía a los alumnos que se esfuerzan en su aprendizaje,
manifiestan gran entusiasmo por la enseñanza y se encuentran más
comprometidos con su profesión.

Las creencias de autoeficacia de los profesores, en definitiva, afectan a su


práctica docente y a su actitud hacia el conjunto del proceso educativo.
Además, constituyen un buen predictor del rendimiento de los alumnos y del
sentimiento de autoeficacia de estos en relación con su propio rendimiento.

Los resultados de diversas investigaciones, como la desarrollada por


Raudenbush y otros (1992), manifiestan que la autoeficacia de los profesores
depende de factores contextuales. El mismo profesor mostrará distintos niveles de
autoeficacia en las distintas clases en función de lo preparado que se sienta para
enseñar esa materia y en función de su percepción acerca del nivel de
capacidad de sus alumnos. En la medida en que el profesor se sienta capaz de
implicar a los alumnos en el proceso de aprendizaje, aumentará su autoeficacia, si
bien esta percepción podría verse limitada por el nivel de preparación del
profesor.

Distintas personas con destrezas similares o incluso la misma persona en

57
diferentes situaciones, pueden variar en el logro que obtienen tras ejecutar una
acción. Este hecho tiene importantes implicaciones para la investigación sobre la
autoeficacia docente. Los profesores se enfrentan a grupos de alumnos distintos
cada día, los cuales difieren en cuanto a la materia que se imparte, el nivel de
conocimiento del profesor y el tamaño de la clase. Debido a esto, la autoeficacia
del profesor puede estar sometida a múltiples variaciones.

En definitiva, para que sea útil y generalizable, la medida de la eficacia


docente debe recoger la percepción del profesor acerca de su eficacia para
desarrollar la gran variedad de tareas que ha de realizar. Debe evaluar su
competencia personal y analizar las tareas propias de su quehacer diario en un
contexto de enseñanza determinado.

4. Evaluación de la autoeficacia

En relación con la medida de la autoeficacia, Bandura (1997) sugiere a los


investigadores que “dichas creencias debieran ser medidas en términos de juicios
específicos de capacidad, sometidos a variaciones en función de la actividad, las
exigencias de la tarea y otras múltiples circunstancias situacionales”. Es preciso,
por tanto, encontrar el nivel óptimo de especificidad de la medida, que esté en
correspondencia con la tarea y con el ámbito objeto de evaluación.

En esta misma línea, Zimmerman (1996) resume algunas propiedades implícitas


en la medición de la autoeficacia:

- se refiere a determinadas tareas o actividades

- está ligada a determinados campos de funcionamiento

- es dependiente del contexto en el que se da la tarea

- es dependiente de un criterio referido a uno mismo (y no comparación con


el desempeño de otros)

5. Autoeficacia docente y su relación con otras variables

La autoeficacia del profesor ha sido estudiada, además de cómo un


constructo en sí mismo, en relación con diversas conductas docentes tales como

58
el control y la dirección del aula, el estrés, el autoconcepto, etc. Las referencias
enumeradas a continuación responden a diversas investigaciones realizadas para
verificar o no la posible relación existente entre la autoeficacia docente y otras
características del profesor.

59
UNIDAD V: LOCUS DE CONTROL

1. El Locus de Control (LC)

El Locus de Control es el grado en que un sujeto percibe que el origen de


eventos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él.
Tiene que ver con atribuirse la responsabilidad de lo que acontece (LC interno) o
bien no asumir la implicación que tienen sus comportamientos y acciones en lo
que sucede a nuestro alrededor (LC externo).

Locus tiene su raíz en el latín, que significa “lugar”, por lo tanto el locus de
control se refiere a dónde percibimos que está el control en nuestras vidas (dentro
o fuera de nosotros).

El LC es un rasgo de personalidad propuesto a partir de la teoría del


aprendizaje social por Julian B. Rotter y Murly en 1965, y posteriormente
reformulado por Rotter en 1966.

Después de los trabajos de Rotter, el concepto de locus de control ha sido


refinado por Delroy L. Paulhus. En lugar de tratar el LC como un rasgo
unidimensional de la personalidad, este autor analiza su presencia en tres áreas
principales de la vida: los logros personales, las relaciones interpersonales y el
mundo socio-político.

La evaluación del Locus de Control, es "una medición de la capacidad de


control y autocontrol, hasta qué punto los sujetos logran controlarse ante eventos
sociales o de lo contrario cómo son influenciados por estos en su actuar."

2. Tipos de locus de control

Las dos posibilidades del locus de control son interno y externo. Según las
siguientes definiciones:

Locus de control interno: percepción del sujeto en cuanto a que los eventos
ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones, es decir, la
percepción de que él mismo controla su vida. Tal persona valora positivamente el
esfuerzo, la habilidad y responsabilidad personal. La otra cara del LC interno es

60
que existe una tendencia a culparse por hechos o situaciones en las que hay otras
personas y variables implicadas, a parte de él.

Locus de control externo: percepción del sujeto relacionada con que los
eventos ocurren como resultado del azar, el destino, la suerte o el poder y
decisiones de otros. Así, el LC externo es la percepción de que los eventos no
tienen relación con el propio desempeño, es decir que los resultados no pueden
ser controlados por esfuerzo y dedicación propios. Tal persona se caracteriza por
atribuir méritos y responsabilidades principalmente a otras personas, así como por
no reconocer su propia implicación en conflictos interpersonales.

3. Medición de locus de control

Utilice la escala siguiente para anotar la medida en que está de acuerdo o no


con cada una de estas 10 preguntas.

1= fuertemente en desacuerdo

2= en desacuerdo

3= ligeramente en desacuerdo

4= ni en acuerdo ni en desacuerdo

5= ligeramente de acuerdo

6= de acuerdo

7= fuertemente de acuerdo

____1. Por lo general, cuando consigo lo que quiero es porque me he esforzado


por lograrlo.

____2. Cuando hago planes estoy casi seguro (a) que conseguiré que lleguen a
buen término.

____3. Prefiero los juegos que entrañan algo de suerte que los que sólo
requieren habilidad.

61
____4. Si me lo propongo, puedo aprender casi cualquier cosa.

____5. Mis mayores logros se deben más que nada a mi trabajo arduo y a mi
capacidad.

____6. Por lo general no establezco metas porque se me dificulta mucho hacer


lo necesario para alcanzarlas.

____7. La competencia desalienta la excelencia.

____8. Las personas a menudo salen adelante por pura suerte.

____9. En cualquier tipo de examen o competencia me gusta comparar mis


calificaciones con las de los demás.

____10. Pienso que no tiene sentido empeñarme en trabajar en algo que es


demasiado difícil para mí.

Adaptado de Burger, J.M., Personality. Theory and Reserch, Wadsworth,


Belmont, California (1996).

Resultado:

Para conocer su calificación, invierta los valores que haya escogido para las
preguntas 3, 6, 7, 8, y 10. (1=7, 2=6, 3=5, 4=4,

5=3, 6=2 y 7=1).

Ahora sume los valores de los 10 enunciados. La puntuación promedio es de


52, cuanto más alta sea su calificación, tanto

mayor será su grado de locus de control interno, Las calificaciones bajas se


asocian con alto locus de control externo.

LOCUS DE CONTROL: es la medida en que las personas piensan que pueden


controlar los hechos que las afectan.

Las personas con un alto locus de control interno (MOVIDAS POR LO INTERNO)
consideran que su comportamiento y acciones son, sobre todo, pero no

62
necesariamente del todo, lo que determina muchos de los acontecimientos que
se presentan en su existencia. Son personas que controlan mejor su
comportamiento, son más activas en el terreno político y social y buscan
información acerca de sus situaciones de forma más activa, son influyentes,
persuasivos, están más orientadas a los logros Las personas con alto locus de
control externo (puntuaciones bajas) (MOVIDAS POR LO EXTERNO), consideran
que lo que les ocurre se debe al azar, la suerte o a otras personas, además creen
que el mundo es ordenado, pero que otras personas, a quienes considera más
poderosas, tienen el control.

63
UNIDAD VI: IGUALDAD DE GÉNERO

1. Qué es la Igualdad de género:

Igualdad de género es el trato igualitario y sin discriminación de todas las


personas independientemente de su género o sexo.

2. ¿Qué es género?

Género es una traducción del vocablo inglés gender. Parte de las supuestas
diferencias biológicas entre los sexos, así como las desigualdades entre los roles
que se asignan a hombres y mujeres en función del contexto socioeconómico,
histórico, político, cultural y religioso de las diferentes sociedades en las que viven
esos hombres y mujeres.

3. ¿Sexo y género son conceptos iguales?

No. Sexo no es género, género no es sinónimo de mujer.

El sexo pertenece al dominio de la biología. Hace referencia a las diferencias


biológicas entre el hombre y la mujer (que normalmente no podemos cambiar).
Los seres humanos nacen sexuados. El sexo determina las características físicas,
mientras que la socialización condiciona los comportamientos, los valores, las
diferentes expectativas según seamos mujeres u hombres.

El género agrupa los roles y las funciones asignadas respectivamente a mujeres


y hombres. Puede modificarse en y por la cultura.

Ejemplo:

64
4. Perspectiva de género

Nos permite replantearnos la visión androcéntrica (visión centrada en las


necesidades y el estatus de los hombres) de las estructuras sociales: los conceptos
elaborados para analizar el conjunto de la vida social dejan en la oscuridad a las
mujeres, ignoradas o implícitamente consideradas como subordinadas,
marginales.

Manifiesta la voluntad de conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres,


dicha igualdad, por lo tanto, debe traducirse en igualdad de derechos y
oportunidades.

La igualdad entre mujeres y hombres es una cuestión de derechos humanos y


una condición de justicia social; es también una cuestión básica, indispensable y
fundamental para la igualdad entre las personas, para el desarrollo y la paz.

5. ¿Qué significa equidad de género?

El término equidad alude a una cuestión de justicia: es la distribución justa de


los recursos y del poder social en la sociedad; se refiere a la justicia en el
tratamiento de hombres y mujeres, según sus necesidades respectivas. En el
ámbito laboral el objetivo de equidad de género suele incorporar medidas
diseñadas para compensar las desventajas de las mujeres.

La equidad de género permite brindar a las mujeres y a los hombres las mismas
oportunidades, condiciones, y formas de trato, sin dejar a un lado las
particularidades de cada uno(a) de ellos (as) que permitan y garanticen el

65
acceso a los derechos que tienen como ciudadanos(as).

Por ello, en un concepto más amplio, se alude a la necesidad de acabar con


las desigualdades de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres.

Aquí nos podríamos preguntar ¿y…cuál es el problema?. El problema es que


las diferencias de trato y de oportunidades van en contra de los derechos
humanos, e históricamente han afectado más a las mujeres, en razón de su sexo.

Ejemplo:

La violencia familiar.

La discriminación por edad, estado civil o embarazo para obtener un empleo.

Un número menor de mujeres con puestos de decisión.

Los feminicidios.

El hostigamiento sexual en el transporte público.

La prostitución de mujeres y niñas.

6. ¿Para qué nos sirve la equidad de género?

Es una herramienta de análisis que nos permite identificar las desigualdades de


trato y oportunidades entre mujeres y hombres. También es útil para proponer
cambios en la organización y estructura de las instituciones y concientizar a las
mujeres de la importancia de conocer y ejercer sus derechos.

7. ¿Qué debemos entender por estereotipos de género?

Son creencias socialmente construidas entre hombres y mujeres. Dichas


construcciones se elaboran y se refuerzan mediante refranes, canciones, cuentos,
los medios de comunicación, la religión, la cultura, las costumbres, la educación,
entre otros.

66
¿Dónde aprendemos estereotipos? En las familias; en las escuelas; en las
religiones; en los medios de comunicación.

8. Principales instrumentos internacionales

1. Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación


contra la mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés).

2. Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia


contra la mujer, más conocida como Convención de Belém do Pará.

EVALUACIÓN

Lea el siguiente tratado y decídase a favor o en contra de la Igualdad de


Género; remita a la institución educative sus razones y fundamentelas
ampliamente.

De acuerdo a Pearson et al. (1993) y Beckwith (1994), el sexo se refiere a una


categoría biológica, masculino y femenino, determinada por la presencia del
cromosoma sexual XX en las mujeres y el cromosoma XY en los hombres. Estos
cromosomas son portadores de información genética, la cuál, a su vez,
proporciona diferentes caracteres sexuales a los individuos, tales como el pene y
el escroto al hombre, y el clítoris y la vagina a las mujeres. Ambas categorías,
masculino y femenino son aceptables como atributos inherentes de la propia
individualidad, un hecho absolutamente inalienable e indiscutible de la misma
existencia humana.

El “sexo” es un conjunto de características que una cultura reconoce a partir


de datos corporales genitales. Es una construcción natural, biológica e inmutable
(Lagarde, 1994).

Es la diferencia anatómico-fisiológica entre hombres y mujeres. Es la


característica con la cual nacemos. El sexo tiene un carácter universal y definitivo,
es un hecho natural visible que no ha variado, ni en el tiempo, ni en ninguna
sociedad.

El “género”, constituye una categoría de las ciencias sociales que nos permite

67
analizar las relaciones entre hombres y mujeres en un contexto determinado. Es un
conjunto de conductas aprendidas que la propia cultura asocia con el hecho de
ser hombre o mujer. Es una construcción social y cultural de rasgos de
personalidad, actitudes, valores, conductas, actividades, prácticas y símbolos que
se elaboran a partir de la diferencia sexual.

“El género”, tiene un carácter cambiante que varía en cada cultura, en cada
sociedad y en el tiempo. Así como hay diferentes formas de comportamiento,
también hay una asignación diferenciada de roles, En las sociedades que tienen
una organización genérica especifica, existe una estructura de poderes, jerarquía
y valores. De hecho la desigualdad de poderes, se basa en la incidencia de los
sujetos en el mundo y en la valoración que se hace de ella. A partir de la
organización genérica, las sociedades crean instituciones, mecanismos de
vigilancia y formas de coerción social para dar cumplimiento a los mandatos
irrenunciables.

Ser mujer o ser hombre, ser femenino o masculino, es una característica que se
le atribuye al cuerpo. Si se nace con cierto cuerpo son mujeres y por tanto se
adopta características de comportamiento, formas de sentir, de pensar, un tipo
de trabajo, el lugar que se debe ocupar en el mundo (Salinas, 1999).

Las Naciones Unidades diferencia el concepto de genero de sexo para


expresar que el rol y la condición de hombres y mujeres responden a una
construcción social, y están sujetos a cambios.

Las diferencias de género en el modo de ejercer la función directiva se basa


fundamentalmente, en la percepción de los estereotipos y mitos existentes sobre
el liderazgo masculino y femenino, a continuación se mencionan algunos:

• Las mujeres muestran un comportamiento demasiado emocional como


para tomar decisiones racionales.

• Las mujeres se comprometen menos con el trabajo que los hombres.

• Las mujeres carecen de motivación para la consecución de los logros.

• Los hombres son más asertivos que las mujeres.

68
• Los hombres son más inteligentes que las mujeres.

A pesar de que esos mitos, ya han desaparecido, las mujeres continúan en


desventaja frente a los hombres, a causa de esos estereotipos y debido a que la
mayoría de los trabajadores prefieren jefes que posean características masculinas
(Pearson et al. 1993, p. 339).

Existen más líderes masculinos que femeninos. Este hecho se debe a que
habitualmente, los hombres presentan un mayor comportamiento verbal que las
mujeres en los grupos pequeños (Tindall et al. 1978). Las mujeres son tan capaces
como los hombres para ejercer el liderazgo, de modo que, en condiciones
laborales no existen diferencias entre liderazgo masculino y femenino, sin
embargo, existe la creencia generalizada de que los hombres alcanzan un mayor
éxito al actuar como líderes. Aunque las mujeres líderes reciben buenas
puntuaciones por su ejecución individual, los miembros del grupo no generalizan
esas evaluaciones a futuras actuaciones de la misma líder. De esta forma, es
probable que los miembros del grupo crean que una determinada mujer, en
concreto, es una buena líder, aunque continúen estando convencidos de que el
resto de los líderes femeninos, no son tan eficaces como los líderes masculinos
(Offermann, 1986).

Numerosas investigaciones han analizado el impacto del estereotipo del rol


sexual sobre el liderazgo. Se espera que los líderes masculinos sean
independientes, agresivos, analíticos, competitivos, autodisciplinados, objetivos y
orientados a la consecución de logros, mientras que se espera que las líderes
femeninas, sean dependientes, pasivas, no agresivas, sensibles, subjetivas y
orientadas hacia las personas. A consecuencia de todas esas expectativas se ha
llegado a afirmar que el liderazgo se encuentra lógicamente relacionado con la
identificación del rol social (Pearson, 1993; Sánchez et al. 1998).

La influencia del estereotipo queda reflejada también en los procesos de


socialización: La masculinidad como orientación instrumental con un énfasis
cognitivo en la solución de problemas y en la realización de tareas, en cambio, la
feminidad como una orientación expresiva que implica una preocupación
afectiva por conseguir el bienestar de los demás y la armonía del grupo (Parsons y
Bales, 1955). Las mujeres son más propensas a desarrollar estilos de liderazgo

69
socioemocional, mientras que los hombres tienden a ejercer un liderazgo más
orientado a la tarea. Las mujeres mantienen una estrecha relación con las
conductas expresivas, tales como la preocupación y la consideración, mientras
que los hombres mantienen una relación en las actividades instrumentales, tales
como iniciar o crear una nueva estructura o dirigir (Pearson et al. 1993).

En conclusión de esta primera aproximación, se puede afirmar:

• Que los individuos que poseen una personalidad masculina, presentan un


mayor

número de conductas de control que aquellos que tienen una personalidad


femenina.

• Que las líderes femeninas desempeñan su rol de líder tan eficazmente


como los hombres, aunque no se consideran tan eficaces como los lideres
masculinos

• Los estereotipos de género, tienen un peso significativo en el modo en que


los hombres y mujeres ejercen funciones de influencia y poder en las
organizaciones.

Revisión de los principales enfoques sobre genero

El tema de género, va tomando cada vez más espacios, constituyéndose en


un interés de primer orden en las diferentes ciencias sociales. Cada cultura, a
partir de la diferencia de sexos, define y asigna atributos a hombres y mujeres,
dotándoles de una identidad genérica.

Los cambios que se producen en la conceptualización de la feminidad y


masculinidad tradicionales, aunque no con el ritmo deseado, están
transformando algunos roles, atributos y percepciones que estuvieron presentes
por siglos en la sociedad. La variable “sexo-género”, es el principal elemento
diferenciador, que aparece en todas las civilizaciones. La mayoría de los enfoques
sobre género, establecen las diferencias entre hombres y mujeres. Al respecto,
Zarco (1997), afirma que la experiencia femenina difiere cualitativamente de la
masculina: “Sólo en la mujer se producen fenómenos fisiológicos, como la

70
menstruación, el embarazo, el parto y la lactancia”.

Aparte de los movimientos feministas, los enfoque sobre género, se los podría
resumir en dos: Las corrientes biológicas y las de las ciencias sociales
(Antropología, Sociología y Psicología), que tratan de explicar las diferencias
bio-psico-sociales entre hombres y mujeres.

Enfoque biológico. La postura biológica pone particular énfasis en el


dimorfismo sexual: “La mujer como portadora de un útero y de unos ovarios que la
consagran en su función maternal, y que hacen de ella, un ser, desde todo punto
de vista opuesto a su compañero” (Zarco, 1997, P. 14). El foco de atención está
centrado en las “características genéticas e innatas para explicar las diferencias
entre los sexos. Por tanto, la naturaleza de la mujer y del hombre, así como las
relaciones que se establecen entre ellos tienen sus raíces en la biología, en
determinismos bionaturales, tales como, la evolución, los genes y la anatomía.

En el punto anterior, se ha descrito brevemente el término “sexo” relacionado a


factores biológicos y el término género a factores culturales y psicosociológicos. El
enfoque biológico, “se reduce a proponer la aceptación de la inevitable
prolongación del modo de ser humano que ha mostrado la historia.
Lamentablemente, desde este punto de vista, no se puede hacer nada para
modificar la supremacía del varón” (Zarco, 1997, p. 23). Este planteamiento, ha
llevado a la perpetuación del sistema patriarcal.

Sistema patriarcal. Cada sociedad tiene una organización genérica


específica. En el mundo contemporáneo, la organización social y la cultura
patriarcal, se expanden como parte de los procesos de globalización. La
construcción de un solo mundo por medio de la guerra, la economía, la cultura y
la política, ha permitido la expansión de esquemas patriarcales. El patriarcado
permea todas las sociedades del universo. Hay patriarcados capitalistas,
socialistas y tercermundistas. Patriarcados donde se respetan, más o menos, los
derechos de los hombres, donde no se toleran las diferencias, pero en todas las
mujeres se encuentran invisibles de su historia, excluidas del poder y discriminadas.
En todo el orbe, se ha asentado la dominación masculina apoyada en la opresión

71
de las mujeres. Las especialidades varían de acuerdo con los procesos históricos
locales, pero los principios de dominación son los mismos (Salinas, 1999).

El patriarcado es el poder de los padres, es un sistema familiar y social,


ideológico y político con el que los hombres, - a través de la fuerza, la presión, la
tradición, la ley las costumbres, la educación y la división del trabajo -, determinan
cuál es ó no es, el papel que las mujeres deben interpretar con el fin de estar en
toda circunstancia sometidas al varón (Facio, 1993).

El patriarcado es un orden de poder, un modo de dominación, cuyo


paradigma es el hombre y está basado en la supremacía de los hombres y de lo
masculino, sobre la inferiorización de las mujeres y de lo femenino. Es un orden de
dominio de unos hombres sobre otros y de enajenación entre las mujeres. En este
orden se apuntaba a los hombres como dueños y dirigentes del mundo, se
preservan para ellos poderes de servidumbre sobre las mujeres y los hijos de las
mujeres, y se permite expropiarles sus creaciones y sus bienes materiales y
simbólicos, En él, el sujeto no sólo es el hombre, sino el patriarca (Lagarde, 1990)

Cada mujer y hombre concretan en sus vidas el proceso sociocultural e


histórico que los hace ser, precisamente, ese hombre o esa mujer. A partir del
momento en que se nace, el cuerpo recibe una significación sexual que lo define
como referencia normativa inmediata para la construcción en cada sujeto de su
masculinidad o de su feminidad y como norma permanente en el
desenvolvimiento de su historia de vida personal. Por el sólo hecho de poseer
genitales masculinos o femeninos, cada recién nacido es inmediatamente
adscrito a uno u otro de los grupos genéricos. De esta manera, quedan prescritas
las líneas básicas de su condición en la vida, la estructura fundamental de su
identidad, la finitud de las formas en que podrá actuar, pensar y sentir. A partir del
sexo, queda establecida la forma básica en que los sujetos puedan actuar y
cumplir sus papeles y funciones sociales en las diversas fases de su vida cotidiana.
Es decir, en la producción y en la reproducción (Cazes, 1993).

Enfoque de las ciencias sociales. Para las ciencias sociales (psicología,


sociología, antropología), el término hombre y mujer, además de su connotación
biológica, tiene una enorme connotación social. Para superar las dificultades que
crean los términos “Macho y Hembra” determinados según el sexo morfológico y

72
genético exclusivamente, en psicología se formuló el concepto de “género”. El
“género es un concepto psicológico y cultural que hace referencia a los
sentimientos subjetivos que identifican al sujeto con un hombre o una mujer
(identidad de género), también hace referencia a la valoración social de la
conducta del individuo (rol de género). El grado con el cual se identifica a una
persona, en cuanto a su “masculinidad y feminidad”, es lo que denomina
identidad de género o “tipo de género”.

Si bien, la clasificación genética y morfológica de los sexos relativamente


precisa y dicotómica, la referencia al género también es bipolar, aunque no
necesariamente hay una correspondencia biunívoca entre las clasificaciones
basadas en el “sexo” y en el “género”. Así, podemos encontrar mujeres (hembras)
con un nivel importante de masculinidad en ciertos rasgos del temperamento, o
viceversa. La importancia de distinguir los aspectos estrictamente biológicos de los
psicológicos y sociales de los individuos humanos. Normalmente, se asume que las
diferencias entre hombres y mujeres se deben a los determinantes biológicos, al
sexo; sin embargo, la psicosociología ha demostrado que estas diferencias, que se
extienden desde los más simples aspectos psíquicos hasta los más complejos, son
debidas a multitud de factores de tipo sociocultural, además de los biológicos.
(Andrés-Pueyo, 1996).

El sexo, biológicamente hablando, converge con el género, de forma que


ambos no pueden separarse con facilidad. Se piensa, que el sexo es un atributo
relativamente simple e invariable, la verdad es que siempre estará afectado por
las influencias del aprendizaje social, al que se denomina género.

El paradigma que afirma, que los hombres y las mujeres eran diferentes y que
consecuentemente, estas diferencias destacarían cualquiera que fuese la
investigación, sin embargo, desde que Bem, el año 1947, reintrodujo el concepto
de ANDROGINIA, es decir, el hecho de hacer propias las características tanto
masculinas como femeninas. Este mismo término “androginia”, se hubiera ya
utilizado por los antiguos griegos, quienes habrían dado el mismo significado. Sin
embargo, la androginia había ejercido una escasa influencia en la historia
contemporánea, hasta que Bem redescubrió el término (Pearson et. al., 1993)

Bem, conceptualizó la masculinidad y la feminidad como dos dimensiones

73
independientes una de la otra, en lugar de concebirlas como los polos opuestos
de un continum:

Bem afirma, que una misma persona puede puntuar alto o bajo en ambas
dimensiones, es decir, en la masculinidad y en la feminidad, contrariamente a la
concepción antigua, que establecía que si un individuo puntuaba alto en
masculinidad, puntuaría bajo en feminidad, y viceversa (Pearson et. Al, 1993)

La consideración de la masculinidad y feminidad como realidades que


pueden darse en mayor o menor medida en todas las personas, recupera el
carácter socialmente construido de las diferencias sexuales y, por tanto, recupera
el origen de tipo social, histórico, económico o cultural.

En consecuencia, la existencia de ambos constructos por separado y la


diferencia entre ellos posibilitó una cuádruple clasificación en la identidad y
tipificación de género: Masculino, femenino, indiferenciado y andrógino
(Sebastián et al., 1987).

Figura 1. Clasificación de la identidad y tipificación de género por roles


sexuales

Esta forma de percibir el género en cuatro roles sexuales o tendencias


psicológicas, ha proporcionado una medida mucho más precisa de la propia
personalidad sexual del individuo que si solamente se hubiera considerado las dos

74
categorías (masculino o femenino), como en tiempos anteriores (Pearson et al,
1993).

"Los sujetos andróginos presentan una mayor flexibilidad comportamental, es


decir, se desenvuelven mejor, en distintas situaciones, en relación con los sujetos
tipificados con respecto a su género. Asimismo, las personas andróginas tienen
una autoestima más elevada que las personas masculinas, femeninas o
indiferenciadas" (Spence y Helmreich, 1978).

El cuestionario del Rol Sexual de Bem (BSRI, 1974), fue el test más utilizado para
medir la masculinidad, la feminidad y la androginía. Sin embargo, surgieron
muchas críticas.

"Una de las más importantes se refiere a su propia definición basada en


supuestos tradicionales sobre la feminidad y masculinidad (de hecho, los tests
para medir la androginía presentan una serie de adjetivos estereotípicamente
masculinos y femeninos). Ello supone partir de un modelo conservador de las
cualidades y atributos estereotipados de hombres y mujeres, hecho que
imposibilita la destrucción, innovación o reconstrucción del género como
categoría analítica y simbólica" (Zarco, 1997, p. 36).

De este modo, los investigadores fueron cambiando gradualmente su propia


concepción referente al significado de los roles que desempeñaban los individuos
en función de su género. Investigaciones reciente, afirman que la "androginía es
buena". Por ejemplo en comparación con individuos de género tipificado, los
hombres y mujeres andróginos gustan más, son más ajustados, más adaptables
según las demandas de la situación; más flexibles para dar respuesta al estrés; más
cómodos con su sexualidad, más satisfechos interpersonalmente; y entre gente
mayor, más satisfechos con sus vidas. El matrimonio es mucho más feliz cuando
ambos componentes son andróginos que no de cualquier otra manera; y también
obtienen mucho más placer sexual las parejas con uno o ambos componentes
andróginos que las parejas con ambos componentes de sexo tipificado
(Baron-Byrne, 1998).

A pesar de estos aportes de la psicología social, el concepto de las diferencias


entre hombres y mujeres y la superioridad de los hombres tiene una larga historia.

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En la religión judeocristiana, los hombres originariamente se identificaban como los
propietarios de sus familias. En el Talmud judío, las categorías de la propiedad
incluían ganado, mujeres y esclavos. En el nuevo testamento, los Efesios (5:22-24)
instruían a las mujeres cristianas de la siguiente manera: "Esposas, someteos a
vuestros maridos como lo estáis al Señor. Porque es la cabeza de la mujer como
Cristo es la cabeza de la Iglesia".

A pesar de que hayan transcurrido muchos siglos, las diferencias del género
todavía tienen un sostén cultural muy fuerte. Por ejemplo, en libros, historias
infantiles, películas, los estereotipos de niños y niñas, hombres y mujeres, han sido
aceptados hasta hace bien poco (Baron-Byrne, 1998).

Dentro del mundo de la informática, los juegos y sistemas de aprendizaje en


discos duros, disquetes y CD-ROM, la historia no es demasiado diferente. Más allá
de los estereotipos del género, signos del progreso. En nuestra cultura aún hay
esperanza para que se produzca un avance gradual en los estereotipos del
género. Por un lado, a pesar de que muchos individuos siguen manteniendo la
afirmación de estos estereotipos, es más probable que los participantes de las
investigaciones, no estereotipen o subestimen las diferencias de género que no
que las sobrestimen. (Baron-Byrne, 1998).

Diferencias entre liderazgo masculino y femenino

El liderazgo y los estilos de dirección, son temas que han estado vigentes en el
transcurso de la historia de la humanidad. Hay tantas definiciones de liderazgo y
estilos de dirección, que "no existe un modelo o una teoría consistente y sólida que
lo explique, ni tampoco, una evidencia clara en los métodos generados por la
investigación disponible hasta ahora" (Sánchez, 1996, p. 403). La problemática de
dirección y género es mucho más complicado, porque en ella pesan las
distorsiones históricas, culturales y los factores psico-sociológicos.

Durante muchos años, las mujeres han sido la fuerza dominante en el mercado
laboral, sin embargo, solo recientemente se han logrado grandes avances para
colocarlas en puestos de dirección. Tanto hombres como mujeres deben formarse
para ser directores, sin embargo, las mujeres, muchas veces, tiene que superar
obstáculos relativos a la discriminación de género. Los problemas son

76
actitudinales, tienen que ver los estereotipos, sentimientos de baja estima y
evaluaciones negativas sobre la competencia de las mujeres.

Los problemas objetivos a los que se enfrentan las mujeres en la dirección,


están en relación al conflicto de rol y a los antecedentes educacionales. El
conflicto de rol es el producto de la tensión, que surge cuando se deben cubrir
simultáneamente dos o más roles que no se pueden compaginar bien.
Tradicionalmente, las mujeres han tenido la principal responsabilidad a la hora de
llevar la casa y criar a los hijos. Pero el trabajo de directora requiere una mayor
dedicación de tiempo y energía, y muchas mujeres se ven atrapadas en una
trampa. Ellas creen que no pueden ser a la vez una directora competente y una
ama de casa competente (Muchinsky, 1994).

Tanto hombres como mujeres en funciones directivas, perciben su gestión


directiva de forma diferente:

• Los hombres, en trabajos iguales, creen que ejecutan mejor su labor que las
mujeres; que poseen más habilidades y capacidades para desarrollar sus tareas y
que son más inteligentes que ellas.

• Los hombres están convencidos, que sus trabajos son más difíciles que los
de las mujeres, una creencia ampliamente ratificada por sus
subordinados(Pearson et al. 1993).

• En el mismo contexto las mujeres afirman que:

• Recibieron puntuaciones más altas en lo que concierne a ejecución de sus


tareas que sus colegas masculinos.

• Las evaluaciones de los subordinados indican que las directoras realmente


llegan a alcanzar el éxito.

• Los subordinados consideran que las directoras dan una imagen más
positiva ya que no ejercen un control continuo sobre sus subordinados. Un exceso
de atención o de control sobre las actividades de los subordinados, se traducen
en una imagen de una directora, carente de confianza en sí misma y en sus
empleados.

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Es difícil dar una respuesta, si existe o no diferencias en el estilo de dirección
entre hombres y mujeres, numerosos estudios afirman que no existen diferencias
significativas entre directores y directoras:

• La motivación para dirigir es similar en hombres y mujeres, los empleados


no distinguen con claridad las recompensas y castigos administrados por
directores y directoras.

• Se cree que los jefes y las jefas ejercen un liderazgo similar, manteniendo la
eficacia y la calidad, acorde a su nivel.

• Los líderes masculinos y los femeninos que muestran conductas semejantes


no reciben valoraciones distintas por parte de sus empleados.

Sin embargo, otras investigaciones han demostrado que existen diferencias


entre los directores y directoras:

• Los hombres presentan características masculinas estereotipadas, mientras


que las mujeres, características femeninas estereotipadas.

• Los hombres muestran un comportamiento más asertivo y agresivo que les


permiten ser elegidos como líderes con más frecuencia que las mujeres, mientras
que estas últimas revelan más información de sí mismas, de sus sentimientos
personales, de sus creencias, de sus preocupaciones y mantienen una mayor
orientación hacia el aspecto emocional de las personas.

• Los hombres tienden a controlar y dominar las conversaciones y entrevistas


que mantienen con sus empleados y utilizan un mayor número de estrategias
punitivas con objeto de obtener el acuerdo y la obediencia de sus subordinados;
al contrario, las mujeres emplean un mayor número de estrategias de apoyo
(Pearson et al. 1993).

• Las mujeres que desempeñan sus tareas en el mundo de los negocios


poseen características, actitudes y un temperamento tradicionalmente
masculino. Los presidentes corporativos femeninos están más orientados a la
consecución de logros en lo que respecta a su estilo de liderazgo, que sus colegas
masculinos, son capaces de presentar características masculinas aun más

78
extremas que las de sus propios colegas masculinos (Helmich, 1974).

• Tanto los hombres como las mujeres son capaces de asumir roles
directivos. Las directoras tienen la posibilidad de aportar a la organización algunas
cualidades y experiencias personales únicas que los hombres no poseen o no son
capaces de desarrollar. Es más, las mujeres suelen ser más capaces que los
hombres de dar instrucciones claras y precisas a sus empleados (Wheeless et al.
1987).

Estudios más recientes sobre el liderazgo y género, que aparecen en manuales


de psicología organizacional, salvando las similitudes y diferencias, valoran más el
protagonismo de las mujeres. El siglo XXI, conducirá a las mujeres al liderazgo; hoy
en día, las mujeres están en el mundo de los negocios en una proporción de 2 a 1
con respecto al hombre. En el campo social, las mujeres se afirman como líderes
en temas como el problema de la droga, el del crimen o el de las personas sin
hogar. En el terreno religioso, las mujeres están transformando la religión y la
espiritualidad al rechazar la noción de una divinidad masculina, adoptando los
arquetipos griegos de las grandes diosas (Gibson, 1999; Langland et al. 1983).

Cada mujer, como cada hombre, tiene su propio estilo personal. Los estilos de
liderazgo de las mujeres pueden ser autocráticos, democráticos, carismáticos o
transformativos. En la mayoría de los casos una buena líder ejerce su mando de
forma similar a como lo haría un hombre (Gibson, 1999). Entre hombres y mujeres
existen pocas diferencias, si las hay, que afectan al desempeño en el trabajo. Hay,
por ejemplo, diferencias no consistentes masculinas-femeninas en las habilidades
para la solución de problemas, habilidades analíticas, dirección competitiva,
motivación, sociabilidad o habilidad de aprendizaje. Los estudios psicológicos han
encontrado que las mujeres están más dispuestas a estar de acuerdo con la
autoridad y que los hombres son más audaces y probablemente tengan más
expectativas de éxito que las mujeres, pero esas diferencias son minúsculas. No
existen diferencias significativas en la productividad del trabajo entre los hombres
y las mujeres. De igual manera, no existe evidencia que indique, que el género de
un empleado afecta la satisfacción en el trabajo (Robbins, 1999).

Sin embargo, por la gran influencia que ejercen los estereotipos, en el ejercicio
de la dirección, es de mucha importancia los hallazgos de Eagly et al. (1990), que

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las mujeres y los hombres tiendan a diferir en los estilos de liderazgo. Las mujeres
tienden a adoptar los estilos más democráticos o participativos, mientras que los
hombres tiendan a adoptar un estilo más directivo o autocrático.

En conclusión, las mujeres no deberían imitar los estilos directivos de los


hombres, a menos que estén convencidas de que aquellos son absolutamente
compatibles con sus propias personalidades y objetivos. Por otro lado, tampoco
resulta adecuado que las mujeres mantengan estilos de liderazgo típicamente
femeninos para dirigir a sus empleados, ya que se desprecia aun más ese tipo de
estilo de liderazgo que el abiertamente masculino. (Pearson et al. 1993).

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