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MUSAS

Y
DESVARÍOS

Fabian Recendez
Contenido
Prólogo .......................................................................... 7

Fin .................................................................................. 9
Princesa de metal ....................................................... 11
Sí, estos días son para compartir soledades ........... 13

Desde tu sonrisa a mi café ........................................ 14


El loco y la soledad .................................................... 16

Eres tú.......................................................................... 18
El inventario ............................................................... 20
La semana pasada y la que viene ............................ 21

Decepcionado ............................................................. 23

A veces no se necesitan tantas palabras ................. 24


Me dejas sin palabras ................................................ 25
Déjame ir ..................................................................... 26

La hora del gato ......................................................... 28


En algún lugar ............................................................ 31

Esta es la última vez que escribo de ti .................... 32

El café que no será ..................................................... 34


La discusión ................................................................ 35
La chimenea................................................................ 36
Hasta siempre............................................................. 38

Efecto mariposita ....................................................... 41


Inviernos ..................................................................... 43

Pero cómo te quiero................................................... 44


Te me acabaste ........................................................... 46
Ya no te amo ............................................................... 48
La princesa aburrida ................................................. 50

Elefantes en la cabeza ................................................ 52


Para la que fue ............................................................ 53
Porque eso es lo que hacen ¿no?, acabarse............. 55

Esa pequeña rosa negra ............................................ 56


Gracias por mi tristeza .............................................. 58
Sí, lo hago.................................................................... 59
Estrés ........................................................................... 61
Solsticios y equinoccios............................................. 62

La cuchara ................................................................... 63

Antes de morirme ...................................................... 64


Un San Valentín ......................................................... 65
Negro y sin azúcar con un montón de
pensamientos.............................................................. 66

¿Cómo estás? .............................................................. 68


Mi ausencia ................................................................. 69
Felicidad ...................................................................... 70

Varado en la carretera ............................................... 71


Ojalá volviera ............................................................. 73

A veces qué poco es suficiente ................................. 74


Sólo vivías ahí ............................................................ 75

Tormenta ..................................................................... 76
Destinos....................................................................... 77
Prólogo

No sé por dónde comenzar, uno cree tener las


palabras, pero nunca las tiene, dicen que los
principios son difíciles, lo son, pero los finales,
cómo decirlo, la verdad es que no hay finales
felices, tal vez pequeños finales felices, pero no creo
qué el real (bueno, por decirlo de alguna manera,
ya hablaremos de la realidad más adelante) el
verdadero final, no creo que sea muy feliz que
digamos, aunque para esto hay que tocar el tema
de la felicidad, de la vida, de la muerte, y de la que
hasta hoy es la única cosa que le da sentido a esto
del vivir, del ser (pero qué diablos ¿qué hago yo
hablando del ser?, eso es viejo, es cierto, es muy
viejo, y aún está en puntos suspensivos digan lo
que digan, bueno, aunque si uno se fija bien, todo
tiene puntos suspensivos o está entre comillas,
bueno, que nos hagamos los ciegos es otra cosa, o
más bien, conviene mejor no ver lo que no se
entiende) y esto, es el amor, por amor vale la pena
todo, aunque últimamente creo que el amor está
muy desmejorado, o más bien, cada quien tiene su

7
propia idea de él, yo no lo conozco, lo he soñado
(antes, ya no), no lo busco, lo hice algún tiempo no
lo niego, no siempre estuve loco, antes era estúpido
(me gusta creer que ya no lo soy), digo que no lo
conozco porque con lo que me he topado ha sido
con las ideas que tienen sobre él, y estas lastiman, y
el amor no duele aunque digan lo contrario, tal vez
mate, pero qué no lo hace, pero si es amor ten por
seguro que no duele, tampoco se acaba, pero
bueno, basta de tanta palabrería y volvamos al
principio, aunque aprovechando que hablaba de
los finales, tal vez sea mejor dejar todo aquí, en el
principio, creo seriamente que todos los finales de
alguna manera comienzan desde el principio.

Agradezco y dedico el contenido de esta obra a


“Lu”… Gracias Lu.

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Fin

Un pobre viejo sentado junto al fuego

con su taza de café por un lado,

¡claro!, negro, sin azúcar y bien cargado.

Y un perro tan viejo como él,

echado a sus pies.

Afuera un invierno tan frío como cualquier


otro.

Él, recordando sonriente sus anhelos,

esos que ya fueron,

esos, que ya fueron.

Despreocupado, sólo esperando,

conversando con sus recuerdos


9
y debatiendo su fin con el tiempo,

tiempo que está de más para un triste viejo.

Pero dentro de esa tristeza, está feliz con lo


vivido,

tal vez no por haberlo hecho,

pero una vez que se nace tienes que hacerlo,

y él lo hizo,

ahora, sólo reclama su descanso.

Un pobre viejo sentado junto al fuego,

y el perro tan viejo como él, triste,

pues ha quedado solo.

La taza de café está casi vacía y el resto se ha


enfriado,

y aquél triste viejo, ha dejado de estarlo.

10
Princesa de metal

Ella no era como todas las chicas, guardaba en


el alma, tanta tristeza, tantas sonrisas que
nunca nacieron, tantos recuerdos, que nunca lo
fueron. En los inviernos, le gustaba pasear por
el parque acompañada sólo por el viento frío y
las hojas que caían. Ella no era como todas las
chicas, soñaba ¡claro!, pero sus sueños eran
realidades y más que sueños, eran pesadillas.
Era hermosa, y ella lo sabía, pero también
sabía, que no lo era, porque ella no era como
todas las chicas, ella era feliz, a ratos, y a ratos
también, con todo y su tristeza, era feliz. Sí, ella
estaba loca, despierta, le gustaba el café y las
almendras, y los días grises, el arcoíris y las
flores, la vida, y aunque no le gustaba estaba
consciente, de la muerte. Ella no era como
todas las chicas, ella era perfecta, a su manera,
a mi mirada (una mirada que no podía ser más
que a distancia). Ella, la de armadura, como un
soldado de hierro que siempre debe parecer

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fuerte, era una reina y un iceberg, pero en el
fondo bajo todo ese pasado, ese destino, y esa
obligación de verse entera ante el mundo que
la rodea, tras de ese metal; una princesa.

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Sí, estos días son para compartir
soledades

Llueve (es interesante cómo no se ve la lluvia


en la noche), se siente, está helada, casi como
un recuerdo viejo de esos que ponemos en el
cajón de hasta atrás, sabe, así, amarga, como
uno de esos días que borramos de nuestra
historia, y no, no voy hablar de tiempo, a estas
horas no importa la hora, la hora que
importaba, es sólo eso, una oración que se
quedó en el ayer, llueve, es triste, todo se
vuelve costumbre, y la soledad, ella, se vuelve
parte de uno.

13
Desde tu sonrisa a mi café

Hoy, a distancia, a quince años entre tu pupitre


y mi ventana, hoy, a mucho dolor después de
la sección cincuenta, a un corazón (que han
roto tantas veces que a veces parece dejar de
latir), te vi, mientras le soplaba a mi café,
mientras miraba sin ver el aguacero que caía
allá, afuera, junto a una lluvia de recuerdos
que caía más allá, pero de este lado del cristal.
En ese viaje al pasado (inesperado), sólo me
sonreías, ahí estabas, con tu pelo corto de
siempre, negro, como mis noches de invierno,
ahí estabas, sonriendo, sonriéndome por visitar
tu recuerdo por primera vez, y no pude
devolverte la sonrisa, recordé todo lo que dije,
y peor aun, todo lo que no. El aguacero cesaba
(afuera), y ahí estabas, con la sonrisa más
hermosa del mundo, y a un mundo, a una
vida, que no fue, sonriéndome, siempre tierna,
la más vieja de mis poesías (sonriéndome), y es
que al fin de cuentas, la poesía no son más que

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instantes de eternidad en una vida que se
acaba, y tú, ahí estabas, eterna, y yo,
sabiéndolo, pero sin saberlo, aún,
muriéndome.

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El loco y la soledad

Yo te escogí,

porque,

yo no nací para que me hicieran sufrir,

¡nací para sufrir!,

como el resto,

pero no para que me hiciera sufrir cualquiera,

a la única que le permito hacerme sufrir,

es a ti,

pues al contrario del resto,

sé que tú me conoces,

porque yo te conozco,

siempre has estado conmigo, haciéndome


sufrir,

pero gradualmente,
16
enseñándome,

a vivir,

a vivir realmente,

y no como toda la gente,

esa,

que vive de sufrir por alguien más

y muriéndose lentamente,

es por eso que te escogí a ti,

reflejo de mi feliz sufrir,

mi muy odiada-querida;

soledad.

17
Eres tú

No sé si son tus ojos o tu mirada, yo sólo sé


que en ellos puedo ver tu alma.

Son un mar de incógnitas, de quizás, de


futuros, de dulzura que desea ser encontrada.

Me pierdo en la belleza de tus pensamientos,


en la profundidad de tus sueños, y en mi
probabilidad escasa.

Y aún así me permito cerrar los ojos por un


segundo y ver lo hermoso que sería esta vida.

No sé cómo explicarlo, sé que el corazón sólo


es un músculo, pero este que tengo aquí en el
pecho, es mucho más que eso.

Eres tú, aquí estás adentro, no sé cómo te me


metiste y sé que suena ilógico, pero es cierto.

Llenas el vacío que dejó el dolor, eres capaz de


inhibir el recuerdo de lo que creí perfecto.

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Eres tú, susurrando noventa bums por minuto,
y con cada susurro, de nuevo siento que estoy
vivo.

Pero a pesar de todo, cuando abro los ojos,


estoy consciente del daño que me estoy
haciendo, pues sé que no es posible, y nunca
podrá serlo.

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El inventario

Hay un momento en la penumbra donde la


nostalgia narra el tiempo y la oscuridad te
susurra recuerdos. Hay un destino adicto y
una vela que proyecta la sombra de alguien
que no está, unos ojos cerrados, y tu sonrisa en
algún lugar. Hay unas ganas de salir corriendo,
de hacerse un ovillo o de gritar. Hay tanta
soledad sin ti, o tal vez en mí. Hay unos tres
meses de ausencia y a veces quiero tus besos y
hacerte el amor, y otras, sólo olvidarte. Hay
historias sin historia, cuatro blocks hasta el café
y "The piano man" más seguido en mis
audífonos. Hay un libro que se llama
"Rayuela", un abrigo que nunca me deja solo y
un muelle donde se puede respirar. Hay vida
para vivirla aunque parezca que no, o que esta
nunca se va acabar.

20
La semana pasada y la que viene

Y ella se fue (la dejé ir), y un cafecito que está aquí


cerca. Tan cerca tú (en otro universo), creo que al
final nunca estuviste en realidad, bueno, tal vez sí,
pero todo depende de la definición que le demos al
verbo. Uno se sienta y pide un café (negro, y sin
azúcar, con un poquito de vida que me muero), ese
día, llovía ( y no era yo el que lloraba). Me gusta
sentarme afuera en una de esas mesitas verdes (las
odiaba, ella las odiaba, decía que eran horribles,
nunca pudo ver que todo tiene su belleza). Y
mirando las personas pasar por la calle, desde ahí,
mirando (cómo pasan personas), es curioso, uno se
da cuenta que todo pasa, no con el tiempo, no, él
pasa también, todo pasa, la vida se nos pasa, como
las personas, están y de pronto ya no, como barcos
que se pierden a lo lejos en el mar, o al quebrar la
esquina, pasan, se van, como hojas secas que se
lleva el viento en otoño tú te fuiste. Un tal “Chetes”
y una tal “Amaral” comenzaban a cantar algo en
mis audífonos, y uno se asombra con lo
monstruoso de los edificios (deben de estar llenos
de pequeñas vidas de esas que pasan), yo no tengo

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perro para espiar horizontes, pero, tampoco es qué
quiera que vuelvas. Todo pasa, y mi amor por ti,
pasó.

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Decepcionado

Si lo fuese, si fuera una pregunta, no sé qué


responder. Tal vez un poco, sí, puede que
dentro de las nostalgias exista un poco de
decepción, algo así como ver todo a varias
lunas de distancia, de un invierno a otro, como
desde soplarle a mi café y no querer ni que en
su recuerdo me dirija la palabra, la mirada, un
suspiro, o su último aliento.

23
A veces no se necesitan tantas
palabras

No me gusta extrañarte ni que tú tengas ese poder


sobre mí, y aunque a veces sólo sea ausencia y no
sepas nada de este idiota, siempre, siempre, bum-
bum, bum-bum, bum-bum.

24
Me dejas sin palabras

Hay algo en ti, y me mueve el universo, dicen que


ya está en un constante movimiento, a mí no me
consta, para mí siempre ha estado estático (o lo
estaba, te digo que tú me lo mueves). Mi
perspectiva sobre la perfección tiene muy altas
expectativas, y aun así, llegas tú con esa sonrisa y
cubres poco más de la mitad. "Me dejas sin
palabras", una frase demasiado incorrecta, para
hacerlo, para uno quedarse sin palabras, es
necesario estar a cinco centímetros y otorgar la
confianza de perder distancias, o arriesgarse, así,
nomás, me gustaría estar ahí, para explicártelo,
para dejarte sin palabras, pero a veces un beso sólo
es un sueño.

25
Déjame ir

Déjame ir, antes de que me enamore, o peor,


antes de que tú lo hagas. Déjame ir, lo mío es la
soledad, la melancolía, el ver la sincronización
del mundo con las manecillas del reloj, lo mío,
es la belleza de la muerte, de la vida, del vacío,
del silencio que llenamos cada día, a dolor,
dolor como el que me regalas hoy, con tus
miedos, con tus besos, esos que quisieras
darme y no lo haces, dolor como el que te
causas negándole mi piel a tu piel, a tu piel que
es como una poesía de esas que se disfrutan en
silencio, con el tacto, con los labios, con el alma
(no, no quiero eso para ti, no quiero que sufras,
no quiero que me ames). Déjame ir, será lo
mejor, (sí, no lo niego) me hubiera gustado que
fueras tú, pero como dicen; el hubiera no
existe, y a estas alturas ya comprendí que tú
tampoco existirás en mis días, ni en mis noches
(porque no quiero ser el culpable de que esos
ojitos lloren). Déjame ir, hay personas que le

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ocultan sus secretos al viento, yo no, yo se los
susurro al oído al universo, y te los susurro a ti;
déjame ir, porque si no lo haces, te voy amar,
como nunca nadie te ha amado, como nunca
nadie lo va hacer, y, como no te lo mereces.

27
La hora del gato

Me gustaba salir y sentarme ahí, afuerita, a


tomar mi café (negro, y sin azúcar... Con una
pizca de melancolía), era una rutina de esas
que no tienen nada rutinario, todas las
mañanas son diferentes, algunas eran de
pájaros y luz, unas hermosas de lluvia, otras
de viento y hojas por el suelo, otras frías, y a
veces venía, y a veces no, y cuando no lo hacía,
inventaba historias. Él era grande, era blanco
con manchas amarillas (no muchas, sólo unas
pocas pero grandes... Pero era blanco), cuando
llegaba siempre aparecía de pronto, nunca
pude ver de dónde lo hacía, le gustaba
sorprenderme, aunque no me sorprendiera ni
él demostrara que ese era su plan, le gustaba y
siempre lo intentaba. Él era algo distinto a los
demás, creo que por eso me caía bien, siempre
nos gusta aquello con lo que nos identificamos,
lo veía y él me veía pero no se acercaba, podía
hacerlo, siempre lo hacía, pero esperaba a que

28
yo le dijera; "michi michi" "michi michi",
entonces caminaba hacía mí, lento,
despreocupado, como si el tiempo no existiese,
como si yo no tuviera que ir a trabajar o como
si él supiera que así es como hay que tomárselo
(como si la vida ya le hubiera enseñado algo
que a mí no). Se paraba frente a mí y lo
acariciaba mientras le hablaba con una
vocecilla de esas que usan los novios cuando
ya han carecido totalmente de razón, pero lo
hacía sólo para molestarlo, sé que él odiaba
que le hablaran así, entonces, me reía un poco e
incluso se me escapaba una pequeña carcajada
(él siempre tuvo ese efecto sobre mí, entendía
mi sarcasmo), siempre le preguntaba qué tal
había estado su noche, porque sé que eso era lo
de él y sólo pasaba por un bocadillo antes de ir
a dormir, bueno, por un bocadillo, y porque le
gustaba la poesía, nunca se iba hasta que no le
leía un poema, y a mí me gustaba leerle, sé que
él era mucho más profundo que yo y siempre
aprendía un poco de él, el último que le leí fue
"El cuervo" de Edgar Alan Poe, y de eso ya

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hace varias lunas. Cuando se iba nunca
volteaba hacía atrás, nunca se despedía, ese
día, ya casi al perderse dentro de unos
arbustos, se detuvo, y volteó, en sus ojos había
algo, no fue precisamente una despedida, pero
lo supe, porque así es siempre, la eternidad
dura muy poco y él lo sabía, le sonreí
asintiendo, le repetí más para mí que para él
una de las frases de ese poema que le acaba de
leer, él, siguió su camino, y yo, el mío.

30
En algún lugar

No sé quién eres, no sé cuál eres, pero hay


unos ojos gris con café, o verdes, que me gusta
creer que te pertenecen, me enamora el hecho
de imaginarte, así, tan tú, tan mí, tan lejos.

31
Esta es la última vez que escribo
de ti

Quiero que sepas que no hay día que no piense en


ti, creo que de alguna manera uno siempre se aferra
a amar aquello que no pudo ser. Te escribo para
despedirme, y para no volverme loco (bueno,
tampoco es que esté tan cuerdo, y esa es una
fortuna), este saber no saber de ti, es caótico, sé que
todo terminó, y lo sé porque yo tuve que ver en
eso, lo siento, pero sabes que soy un idiota (o más
bien, tú me idiotizas), la verdad es que te dejé
invadir hasta la última célula (uno no debería amar
de esa manera, pero el amor es inevitablemente
imprudente e incontrolable), y eso, el ver que ya no
me pertenecía (aún no me pertenezco del todo, hay
cosas que de alguna manera siempre serán tuyas,
como parte de este estúpido corazón, por ejemplo),
el ver que dejaba de ser yo... Bueno, sabes el resto.
Hay cosas y personas inevitables, a veces es mejor
convertirse en recuerdos, nunca olvidaré tus besos,
tu piel, tus ojos, o esa sonrisa tímida que me llenaba

32
los días, te voy a extrañar, te extraño, pero tú lo
dijiste "nunca te amé".

33
El café que no será

No, olvídalo, de verdad. Yo creo que siempre


es igual, conmigo digo, si ya sé que lo mío es la
soledad, para qué jugar, a esto, de entenderse y
no, de aprender a extrañar, si ya lo sé, en la
soledad se vive en un constante estar
extrañando algo, un dolorcito aquí, en el vacío,
como si una mano te estuviera apretando el
corazón. Creo que ahora sí me despido, no sé si
pedir perdón, o exigirlo, la verdad es que tan
sólo fue otro sueño, uno de esos que nunca
llegan a existir, por que así es, no existe alguien
con quien verdaderamente uno pueda
compartir su locura, pero uno es terco, no se
quiere dar por vencido, y al final queda esto, el
principio. Gracias, pero este destino vaya que
es torpe, y mientras yo levanto los vidrios de
esta taza que se le cayó, cuídate, y sé feliz, por
favor.

34
La discusión

Sólo se acercó, con una sonrisa de esas que


hacen valer que le rompan el corazón a uno,
llegó así, como si esos tacones estuvieran
acostumbrados a invadir soledades, o como si
odiaran la multitud. Por inercia un tal Richard
Hennessy y más de eso que te mata, sí, algunos
podrían morir en esos ojos sin darse cuenta. Su
mundanidad la ponía por encima de las
demás, o tal vez sólo era ese vestido. Pensé que
con invitarle esa copa y no responderle a un
par de sus indagaciones mi participación en su
novela nocturna habría concluido, al ver lo
equivocado que estaba, me limité a decirle que
me dejara solo, ella se marchó, así, como había
llegado, arrancando miradas y fabricando
sueños, y yo, yo pude seguir pensando en ti.

35
La chimenea

Me gusta el invierno, a pesar de las caras


rosadas y las narices húmedas, me gusta el
invierno, todo parece más real, hasta el alma
da señales de su existencia, me gusta el
invierno, sentir el frío en los huesos, el olor de
esa leña de mezquite ardiendo en la chimenea,
me gusta el invierno, cuando muera, me
gustaría que fuera invierno, un día gris, un día
de café, un día de silencio, sí, no cabe duda, me
gusta el invierno. Entonces, no logro entender,
¿por qué diablos me enamoré de ti?, ¿por qué
dejé que llegaras tú con tu maldito verano y te
fundieras en mí?, ¿será por eso de que los
polos opuestos se atraen?, (no, no lo creo,
fueron sus ojos) sí, estoy seguro, esos ojos
negros, profundos, fríos, esos ojos que
ocultaban el infierno que hay en ti, el miedo a
la soledad, y ese magnífico arte de mentir. Sí,
me engañaste, a mí me gusta el invierno, y tú
llegaste con tu corazón de hielo (pero no, no

36
era corazón, era algo más, algo mucho más
podrido, algo sin sentimientos, algo
destrozado, algo con la única tarea de hacer
daño, a quien pueda, a quien caiga en sus
besos, en su piel, en su sonrisa, en su aliento,
en su juego). Me gusta el invierno, y a ti
también, pero ni te lo imaginabas, cómo ibas a
saber que en mi invierno hubiera tanto fuego,
tanta rabia, tanta vida, tanta muerte. Me gusta
el invierno, y ahora más, porque aquí, mirando
las llamas, es la única manera en que te puedo
recordar.

37
Hasta siempre

Sé tanto de ti en tan poco tiempo, pero aún no


sé lo que más me interesa, y no me mal
entiendas, me interesa hasta la luna que te hizo
llorar, el olor que llevó el aire cuando me
respiraste y me soñaste por primera vez, me
interesa saber ¿cuál de todas esas estrellas es tu
favorita?, pero lo que más me interesaba saber,
es; ¿qué soy yo en tu ser?, ¿qué significo para
ti en tu piel, en tus huesos, en tu corazón?, para
esas cosas aunque parezcas decírmelo, no me
lo dices, no sé si es miedo, no sé si es
esperanza, y no sé, si es amor lo que miro en
tus ojos, esos ojos café que mirada a mirada me
roban parte del alma, y que al parecer ellos no
se dan cuenta, y sé que no se dan cuenta
porque ahora estoy aquí, escribiéndote estas
letras. Nuestros destinos han sido tan distintos,
pero nos han convertido en quienes somos, y
yo admiro y respeto el pasado y el presente
que no conozco y que ha moldeado a esa mujer

38
que me roba el corazón para luego
regresármelo a ratos. Es interesante, a mí me
encanta el silencio, creo comprender el silencio,
pero el tuyo me mata una partecita de la
existencia, he tratado de darte toda la
confianza de la que soy capaz, pero no es
suficiente y creo que no puedo darte más, mi
pasado si lastimó esa parte de mi cordura, sé
que tú no tienes la culpa de volverme loco, y
como no quiero lastimarte, aunque realmente
no estoy seguro de que pudiera hacerlo, voy a
cambiar lo que acabo de decir, y como no
quiero lastimarme, creo que es mejor para ti,
no seguir adelante con tu inseguridad, y está
bien, tal vez sólo veas en mí parte de tus
sueños, lamento no serlos todos, pero también
eso me gusta de ti, sabes lo que quieres y en el
fondo sabes que no soy yo, todos los te amo,
todos los suspiros y todos los besos que fuiste
capaz de arrancarme, fueron sinceros, te los di
junto con una parte de mi vida, ahora soy
menos pero soy más, gracias a ti, pero ya basta
de tanto mar de éste que me sale de adentro,

39
me alejo, tal vez te duela, o creas y quieras que
te duela, pero ya encontrarás ese alguien que te
robe tus mañanas sin darte cuenta, no pienses
que para mí es fácil, es algo de lo más difícil
que he hecho en esta mi mísera vida.

40
Efecto mariposita

Quisiera perderme en tus ayeres allá por el


tiempo en el que yo no existía, esconderme de
las viejas historias, surcar nuevos parajes hasta
encontrar lo inhóspito y quedarme ahí, donde
no estén tus ojos, donde el cielo no sea tan
infierno y donde la memoria sólo sea un
cuento para asustar a los niños por la noche,
aunque no haya noche, ni fogatas, ni tus manos
en las mías, y los días pasen, y las horas, y los
nuevos años, aunque estos no sean tan nuevos,
así como de segunda mano, de segundo
invierno, vomitando afuera de un bar, o un par
de reinas y un montón de suerte y la vida
riéndose, como siempre, como nunca, todo
extraño pero con un inmenso sentido, como un
tatuaje de mariposita en el tobillo
descubriendo el mundo bibliotecario, y una
nueva tú, sin conocerme, agachando la mirada
y mordiéndote el labio, ruborizada, sonriendo
para ti porque este idiota te está mirando, sin

41
imaginar todo el daño, las peleas, los celos...
Las lágrimas.

42
Inviernos

Soy días que quedaron atrás, soy días grises y una


taza de café, negro y sin azúcar, amargo
(amargamente delicioso), como la vida, sin
mentiras, sin sabores ajenos que oculten la
"realidad" (todo es más bello si se toma así, como
es), soy soledad y mi corazón son puros pedazos,
pero me siento vivo, y sé que estoy muriendo,
todos morimos (y esa sí es una realidad), por eso
vivo, por eso inviernos.

43
Pero cómo te quiero

No es porque soy un idiota,

no es por inteligente.

No es por saber,

no es por no hacerlo.

No es por estar vivo,

no es porque voy a morir.

No es por la brisa del mar,

no es por el calor del desierto.

No es por lo que hay en el cielo,

no es por lo que no hay en la tierra.

No es por amor,

no es por el tiempo,

no es por mí,

44
y ni siquiera es por ti...

Pero cómo te quiero.

45
Te me acabaste

Con cada suspiro, respire vida, la vida que me


diste.

Tuyo era mi suspiro, y exhalaba sólo para


volverte a respirar.

Eras el aire que me mantenía vivo, y moría por


ti.

Eras todo, eras mi alma bonita, ¿te acuerdas?,


así te gustaba que te dijera.

Eras mi sueño, la mascada en mis ojos, la que


estaba tan lejos de ser perfecta.

Y aun así eras mi cielo. Y mi infierno. Y mi


alma gemela.

Fuiste la luz de mi destino, y te convertí en la


oscuridad de mi universo.

46
Tu corazón fue mío, lo sé, y el mío, latido a
latido, tu nombre deletreaba.

Besaste lo ilógico de mi razón, y me enseñaste


que el amor carece precisamente de eso, de
lógica.

Eras una niña que jugó a ser mujer conmigo, y


yo de idiota te dejé jugar.

Te dije que eras mi amor eterno, que existía


porque tú existías, y todo ya no es verdad.

Tú fuiste mi mundo, sí, yo fui el tuyo, sí, pero


todo principio tiene una realidad, y, hasta la
eternidad se acaba.

47
Ya no te amo

Le entregué a la noche el resto de mi corazón


para que ella lo llevase donde quisiera, junto a
las cenizas de tu presencia o a la habitación
contigua, me daba igual, así de graves fueron
las cuatro palabras. Hay una vía ferrocarrilera
al otro lado de la ciudad, un puente alto a las
afueras del pueblo y un bar al quebrar la
esquina. Las 3:12 de la madrugada y una mujer
desnuda con aliento a whisky de 25 años es la
dueña del cuarto A-19 hasta las 11:00 de la
mañana. El cigarrillo y la caminata por la acera
le dan un poco de calor a esta noche tan fría, no
hay estrellas, o las lumbreras de la calle no me
dejan verlas. No sé cómo, pero mis pies
desorientados me trajeron justo a la banca del
parque. Hace un mes estábamos aquí sentados,
yo te tomaba de la mano y tus ojos parecían
eternos, y tu sonrisa no tenía definición. Me
recostaré un poco, no tengo sueño (¿cómo
puedo tenerlos ahora?), pero qué hermoso

48
cielo, el color perfecto que se concentra para
difuminarse. Que bueno que esta cafetería
abrió temprano (o ¿acaso siempre lo hace?).
“Grande, negro y sin azúcar, para llevar por
favor”. Me busco las llaves, abro una puerta
azul de madera. Me quito el abrigo. Enciendo
el último cigarrillo y arrugo la cajetilla. Miro
por la ventana mientras me bebo mi resaca. En
el bote de basura sólo hay dos cosas, un
arrugado testigo de una noche que pasará
desapercibida, y la constancia de que exististe.

49
La princesa aburrida

He sido un lejano testigo del tiempo, desde un


corazón roto hasta una mañana aburrida,
desde la voz de un ángel hasta las ganas de
querer descubrir si existe algo real. Mi vigilia
ha sido tan distante que en ocasiones me he
perdido de sonrisas, de días soleados o días
tristes, de llantos. Hay un lazo entre la princesa
y mis días nublados, pero sólo son recuerdos.
He querido alejarme pero ya es demasiado
tarde, no puedo hacerlo, no sin morir un poco,
y lo he hecho, ya no estoy tan vivo como antes.
Lo único que tenemos, y no tenemos en esta
vida, es tiempo, y como lo usamos, es lo único
que ni tenemos pero tenemos. Hay una fecha
en la agenda del destino con olor a café, hoy es
miércoles, y mañana también.

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Siempre

Conmigo puedes ser tú, soy como esa hoja en


blanco donde escribes, escribe lo que quieras y
nunca juzgaré, equivócate y borra, bórrame
también si quieres, pero aquí estoy.

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Elefantes en la cabeza

Llevo una semana mirando esos elefantes, he


llegado a la conclusión de que no me gustan,
de hecho, los odio, son una constancia de que
sigo aquí, estático, como un adorno más de
esta utopía, cómo si la existencia no fuera más
que eso y cómo si ser un espectador del tiempo
no fuera una tortura. Me he preguntado cómo
diablos es que llegaron aquí, tampoco es que
caminen, son de cerámica, indiscutiblemente
alguien tiene que haberlos traído y puesto ahí,
obviamente, ese alguien lo hizo con el único
propósito de hacerme daño, seguro que sabía
que yo pasaría una temporada en esta vida. No
sé que tanto sabrá sobre mí, ¿por qué
elefantes?, ¿cómo pudo saber que llegaría a
odiarlos en tan pocos días?, y ¿quién es ese
alguien, por qué a mí, por qué traerlos, y, por
qué atormentarme con la muerte?.

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Para la que fue

Hola, no sé si aún te acuerdas de mí, si aún me


piensas (lo que de verdad me gustaría, porque
aunque no lo creas, yo si me acuerdo mucho de
esos ojitos tuyos)... Sólo quería saber de ti, ¿qué
fue de tu vida?, ¿cómo estás?, y si alguna vez
he estado en alguno de tus sueños, cómo tú
estás en los míos.

Sé que no puedo hacer nada por haber dejado


que te metieras en mi corazón, pero fue lindo
sentirte ahí, no te voy a mentir, ya no estás, de
hecho ya no está mí corazón, pero no te
preocupes, ya no estaba para cuando te conocí,
tú sólo habías logrado unirlo un poco, lo que
agradezco.

Ojalá sepa de ti pronto, ojalá y me necesites,


siempre estaré para el corazón bonito de mi

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amiga, o de la que fue mi amiga... No te digo
adiós, porque sé que antes de una vida sabré
de ti, sé que me extrañas, que extrañas mis
letras, esas que te ayudaron más de una vez.

Hasta entonces, cuídate, y aquí tienes tu amigo,


el que no tiene corazón, el que siempre va
perdido, el ciego, el loco, el que mira con
inocencia este mundo muerto, tu amigo... El
que se equivocó.

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Porque eso es lo que hacen ¿no?,
acabarse.

Así como la eternidad y como la mañana que


nunca despertarás a mi lado, así como tres de
azúcar y dos de crema, y como esa sonrisa que
no sé cómo diablos logra metérseme hasta los
huesos, así, ha llegado la hora de romper
destinos, de llorar un poco, de hacer más frío
este corazón y de volver al otoño. Yo soy yo y
ese es un hecho, y un maldito problema al
parecer, el invierno no es lo tuyo, gracias por
haber estado, por las letras que arrancaste de
mi pecho, y las que seguirás arrancando
cuando me ponga nostálgico por culpa de los
parques. Tú eres y serás la más triste de mis
musas, la que más daño me ha hecho, la que
fue mi única amiga, y otro más de estos amores
que compiten por hacerme trizas, cuídate, que
tus sueños se cumplan, o que también se
acaben.

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Esa pequeña rosa negra

Como la noche sin estrellas, tan perfecta para


encender una vela, así eres tú, perfecta, como
una taza de café por la mañana (negro, y sin
azúcar... Sin mentiras), como esa extraña
sensación de sentirse vivo, así eres tú, perfecta,
única, diferente, espontáneamente perfecta
(como esos días grises que te encantan tanto
sin saberlo, que los odias), perfecta, a tu
manera, y a tu historia (a tu tristeza), así, con
tus todos y tus nadas, tus silencios, y esas
ganas de gritarle al mundo tu existencia,
perfecta, así eres tú, con el alma agitada, y
callada, reprimida (esperado que pasen los
inviernos para poder decidir si sentir frío o no),
así eres tú, perfecta, con un corazoncito roto,
con un alma bonita, y un infierno dentro,
perfecta, distinta (como esa pequeña rosa
negra), con un sólo sueño, un millón de
futuros, y una realidad entre la niebla, así eres

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tú, perfecta, como el reflejo de la luna en tus
ojos, y como jamás llegarán a ser estas letras.

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Gracias por mi tristeza

Gracias de verdad, por recordarme el dolor,


gracias por dejarme solo, y no, no es una forma
lastimosa de sarcasmo, de verdad, te lo
agradezco, es tan reconfortante sentir este
vacío, aquí, justo aquí, en el pecho, donde
deberías estar, donde deja de existir el universo
y jugamos a ser parte de este mundo. Me
estaba perdiendo ¿sabes?, me estaba
olvidando, de mí, de cómo ver el alma, de
cómo sentir, de cerrar los ojos y escuchar, de
cerrar los ojos, y respirar. Quisiera decirte que
te extraño, pero no es cierto, tú fuiste en el
momento que debió ser, y fue perfecto, exacto,
a su tiempo, y eterno, pues una eternidad no
siempre tiene que no tener fin, y además, está
tu recuerdo, tu recuerdo que duele aquí donde
no hay nada, y que de alguna manera te
mantiene a mi lado, conmigo, no en el vacío,
pero sí en el silencio.

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Sí, lo hago

¿Tú crees que yo no extraño abrazarte?

¿Sentir tu piel?

¿Tus latidos?

¿Tomar tu mano?

¿Sentirte a mi lado?

¿Tú crees que yo no extraño,

tus ojos,

tu sonrisa,

tus labios,

el olor de tu pelo?

¿Tú crees que yo no extraño sentirme


completo,

saberte aquí,

no estar solo,
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no preocuparme por el tiempo?

¿Realmente es necesario decirlo?

¿Tú crees que yo no te extraño?.

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Estrés

Existe un bote de remos (uno más largo que el


otro por cierto), una estrella de mar, un ancla,
una gaviota, y una tortuga con la caparazón de
piedras preciosas. Recuerdo también un faro y
otro que ya no lo era, la brisa de la
incertidumbre, las 11:04 de la noche, la noche
que es la única que tiene sentido, y una flor
donde debería haber un mar. Siempre hay una
puerta y tras de ella tres llaves o más, siempre
hay una luna aunque esta no esté encendida, y
siempre muere lo que tiene vida. A veces
cuando caminamos por la playa un buen rato,
llegamos a donde no teníamos que llegar, y a
veces no llegamos a ningún lugar, y otras ni
siquiera es playa pero aun así hay que caminar.
Un viejo tablón de madera tiene una historia,
no sé cuál es, no sé cuál sea, no me interesa, no
me molestes, mañana será otro día y tal vez,
deje de divagar.

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Solsticios y equinoccios

Necesito un día gris y uno soleado, que las


hojas rueden por el suelo, un poco de calor y
que el viento cale hasta los huesos,

tus ojos tristes, tu silencio y tu sonrisa, y no


todo este ruido que causas sin tu voz,

tomar ese café y tomarte de la mano, que se


encienda de nuevo el universo,

una puesta de sol, mis brazos al rededor de tu


cuerpo, y una eternidad con luna menguante,

la penumbra de las velas, una noche con


estrellas, y un beso por la mañana,

no necesito mucho, nomás te necesito; en


primavera... Verano, otoño e invierno.

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La cuchara

Tomas una cuchara, la enjuagas, la secas, coges


un poco de café con ella (en lo personal me
gusta que casi se desborde) y lo pones en una
taza con agua caliente, agitas, algunos agregan
dos o tres de azúcar (agitan de nuevo), algunos
más, le ponen crema (y agitan de nuevo), y
otros más lo ponen todo a la vez (y agitan y
agitan), a mí me gusta negro, y amargo (sin
tanta agitación), lo interesante es que fuera de
todo esto, la cuchara pasa desapercibida, sí, no
importan sus bordes y diseño (aunque estos
parezcan pertenecer a una vieja armadura
romana, griega o persa), la cuchara, es una
cuchara, y se limita únicamente a lo que está
acostumbrada (a agitar), yo creo que podría
haber más; no importa el destino de cada quien
o de cada cuál, siempre se puede revolver en
lugar de agitar.

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Antes de morirme

Antes de morirme quiero

matar mi soledad con la asfixia de mis sueños

y perderme en mis pensamientos,

asesinando todos tus recuerdos,

para no haberte conocido,

y no sentirme muerto,

aunque estar muerto,

sea ahora lo que quiero.

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Un San Valentín

Hoy es martes, y es 13 de febrero, sí, mañana es


miércoles, hay algo con los miércoles ahora que lo
pienso, y hay tan poco que decir y tanto a la vez, sí,
es difícil hablar del amor, del primero y del último,
y del imposible, todos en algún momento nos
rompen, nos hacen pedazos, y nos hacen trizas y
algo tienen los miércoles, son tan mitad (tan ojos
café), uno se siente incompleto, dispar, partido, sí,
no cabe duda, los miércoles, a quién engaño, no
hay nada malo con ellos pero, maldito 14 de
febrero.

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Negro y sin azúcar con un montón
de pensamientos

Mi más grande problema, es que estoy


consciente de que tengo una vida, no sé para
qué sirve ni qué hacer con ella, pero el hecho
de saber que tengo una, es de pensarse. ¿Cómo
saber dónde comienza y termina la línea entre
la cordura y la locura si lo único que extraño
de mi niñez son los días que duraban años?, y
estamos tan acostumbrados a vivir que
olvidamos vivir. Sí, definitivamente he llegado
a la conclusión de que estoy loco, no cabe
duda, lo que me hace cuestionarme; ¿cómo
pude llegar a eso si ya sabemos que me gusta
el invierno y los días nublados?, aunque eso no
venga al caso, el café está delicioso, amargo, y
para ser noviembre mi sombrero tiene poco
más de un siglo de retraso, bueno, según las
manos del que no tiene edades. ¿Cuándo me
volví loco? Si me atreviera a ser honesto al
responderme, no sería lo mismo, sé que existen
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sospechas e incluso la luna siempre nos
muestra la misma cara, entonces por qué debo
negarlo, sí, carezco de cordura y un cuento no
termina con el "vivieron felices por siempre",
hay un gran trecho para llegar al "fin" aunque
sólo le dejen un par de renglones, y la única
constancia de que se estuvo vivo sea la
eternidad, sino sé es eterno. ¿Quién eres tú?.
Yo no lo soy pero tengo una vida, y estoy loco.

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¿Cómo estás?

Esa es una pregunta muy fuerte, no debería ser


tomada tan a la ligera, así, tan inercia de
conversación, hay demasiado en la respuesta, hay
pasado, hay invierno, hay reflejos, y a veces no hay
tiempo (y eso es triste, porque cuándo uno tiene un
segundo para sí llega alguien con su "¿cómo
estás?", intentando abrir las compuertas de un río
que tal vez se esté desbordando, y lo peor, que ese
que juega con las palancas de la costumbre, es un
inocente, un insensible que sólo espera un "bien ¿y
tú?", y es que en realidad nadie se pone a pensar
que el estado de algunos está dentro de una cajita
que dice "manéjese con cuidado, contiene cosas
frágiles como pedacitos de corazón"). La vida, sea
cuál sea, nos mata lentamente, pero así es ella,
realmente nunca la tienes, sólo es un poquito de
tiempo, una oportunidad llena de oportunidades
para morir por lo que uno quiere. Hoy es lunes, y
me gustan más los martes, de hecho los prefiero
ojalá fuera martes todos los días, y ojalá nunca
nadie tuviera que decir cómo está.

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Mi ausencia

Podría contarte una historia, pero hace tiempo que


es historia y hay una viejita que hace mucho ruido,
es muy inercia, y en las noches hace frío, forastero,
me dice, yo no sé, y ese es uno de los problemas, el
saber (no el mío, o tal vez sí pero sólo un atisbo),
debería haber más personas menos sabiondas. Una
vez leí algo de un borracho, el escribía whiskey, y
se reía de la vida, yo me llamo por mi nombre, no
bebo (no más desde hace casi tres años), y me gusta
disculparme, la gente debería disculparse más,
incluso por existir (algunos), hay un vacío, y está
lleno de cosas que matan, tu recuerdo por ejemplo
(tú, otro atisbo, o más bien, una inexistencia), pero
en realidad (ojo, es sólo una expresión, no hay
realidades) es ahí lo interesante (el porqué de todo
este embrollo), en la ausencia, no la tuya (no, creo
que tu ausencia es lo mejor aunque me esté
matando, al fin, de todos modos me matabas), en
esta vida si uno sigue el camino, se pierde, y yo ya
no sé dónde carajos estoy, pero se parece mucho a
estar vivo.

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Felicidad

Para mí es algo así como un pan frente a un


hambriento, colgando de una varita, ésta está
amarrada a tu espalda, y uno camina para
alcanzarlo al fin está a un paso. Y caminas. Y pasa
el tiempo. Y el abuelo ahí está, y hay tantos que ya
no, pero uno sigue caminando, a veces pasas frente
el espejo y le dices "voy a hacer ejercicio", y otras
lloras, y otras ríes a carcajadas y hay gente, mucha
gente al rededor, y otras veces te encuentras solo
tomando un café sólo con la ausencia de alguien,
pero eso no importa, uno sigue tras el pan, uno
sigue, mientras que las manecillas del reloj hacen
extraños movimientos cómo si practicaran algún
tipo de kung-fu, y nos acaban de a poco, pero uno
se queda tranquilo, se muere tranquilo, todo valdrá
la pena cuándo seamos felices.

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Varado en la carretera

Se acaba el invierno, y yo con él (un poco, o al


menos una parte de mí), es interesante, todo se
acaba, aunque el invierno regresa cada cierto
tiempo, es cierto, pero se acaba, y aunque regrese
ya no regresa del todo (creo que todo lo que se
acaba y regresa, en realidad no vuelve, nada
vuelve, nunca nada es igual otra vez), pero eso no
importa, o no debería de hacerlo, es parte de todo
esto, por ejemplo, hay cascaras de cacahuete sobre
la carretera, alguien ha estado comiendo
obviamente, es una carretera grande y no existes
para el tráfico, recuerdo un verano algo parecido y
a un anciano ingrato que se dice llamar destino, es
miércoles (¿por qué tenía que ser miércoles? A ella
no le gustan los miércoles, y no soporta los lunes).
Si existiera el infierno sería algo así como la
repetición constante de días como este, uno tras
otro, en continuidad, tal vez este sea un pequeño
infierno, que bueno que a mí me gustan las cosas
pequeñas, eso lo hace soportable. He escuchado
que se habla mucho de la inspiración, y lo hacen
como si fuera algo así como ir y pararse en la fila de

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las tortillas, es triste, no notan como una mosquita
se talla y se talla sus patitas, pero ellos saben qué es
inspiración. Todo se acaba, a veces hasta la
paciencia, hoy es un bello día después de todo, el
invierno se acaba, y yo con él, pero así tiene que
ser, lo bueno es que la grúa llegó.

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Ojalá volviera

Ella tenía unos lindos ojos, así como tristes,


como con un poquito de melancolía, de
nostalgia, de días grises, de atardeceres, de
noches sin luna, de cafés y lectura, de esos que
saben dónde termina la eternidad, de esos, que
con una mirada, te roban parte de el alma.

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A veces qué poco es suficiente

No, lo que siento yo es diferente, es amor de


verdad, del que pocos dan, del que ya casi no
existe, del que no te mereces. No, no me
vuelvas a decir que tú sientes lo mismo,
porque yo sé que no es así, y está bien, lo
acepto, no te preocupes, sé que me quieres y
que sueñas conmigo, y aunque sea poco, y
aunque no debería, para mí es suficiente.

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Sólo vivías ahí

¿Sabes? Soñé contigo, soñarte fue algo muy


lindo, soñé que estabas conmigo, soñé que mi
sueño se había cumplido, fue un sueño muy
atrevido, te soñé, soñé contigo, fue tan bonito
soñarte que dan ganas de quedarse dormido en
un sueño infinito, te soñé, eras tal y como te he
soñado, pero no era y no eres más qué eso, un
sueño, y yo no puedo seguir soñando.

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Tormenta

Suelo convertirme en niebla, al fin de cuentas


solo, y sólo soy ausencia (a veces), como un
faro que sólo hace su trabajo y solo soporta las
tormentas, hablando de eso, hay una afuera, y
un instante, un recuerdo de una pequeña
eternidad, de otra que pasaba cerca, pequeñas
gotas perdidas que se habían separado del
resto, yo en mi caballo, olor a tierra mojada y
una inolvidable sensación de sentirse vivo
cuando galopaba hacía ella, es triste, son pocas
las veces que verdaderamente uno se siente
vivo, pero la culpa es nuestra, tenemos tanta
prisa por vivir, que no vivimos, por eso soy
ausencia (me destierro) y soledad, uno se cansa
de estarse muriendo.

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Destinos

Ella lloraba por un idiota cuando la conocí, el


muy imbécil le había roto el corazón, yo le di lo
que quedaba del mío (su amiga se había
llevado el resto), ella me quiere, y yo la quiero,
pero somos un montón de pedazos y de
circunstancias que jamás nos dejarán ser, no sé
si ella sea el amor de mi vida, pero podría serlo
si todo fuera diferente, pero no lo es. Soy un
admirador de la belleza, y ella es hermosa
aunque trate de negarlo, no es perfecta, no, es
real. Aún hay tristeza en ella, se le nota en sus
ojitos, y no sonríe mucho pero tiene una
sonrisa de destino, lástima que no sea el mío.

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