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Derecho Comparado: Principio de Legalidad Procesal en la Legislación


Penal en los países de Colombia y Guatemala.

En Latinoamérica, el principio de legalidad procesal en materia penal


constituye una de las principales conquistas del constitucionalismo, pues
constituye una salvaguarda de la seguridad jurídica de los ciudadanos, debido a
que les permite conocer previamente cuándo y por qué motivos pueden ser
objeto de penas, ya sea privativas de la libertad o de otra índole evitando de
esta forma toda clase de arbitrariedad o intervención indebida por parte de las
autoridades penales respectivas. De esa manera, este principio protege la
libertad individual, controla la arbitrariedad judicial y asegura la igualdad de
todas las personas ante el poder punitivo estatal.

Para realizar un análisis de derecho comparado sobre el principio de


legalidad en la legislación penal en Colombia y Guatemala, se hace necesario
plantear el siguiente problema jurídico: ¿Cuáles son las garantías que ofrece el
principio de legalidad en cuanto a la legislación penal en Colombia y
Guatemala?

Comenzaré, con el análisis de nuestro país, Colombia que, al ser un


Estado social de Derecho, es natural que incorpore en su constitución,
expresamente el principio de legalidad, dentro del artículo 291 cuando
establece: “que nadie puede ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al
acto que se le imputa”. Adicionalmente, el artículo 6 de nuestro Código de
Procedimiento Penal2, contempla lo siguiente:” Nadie podrá ser investigado ni
juzgado sino conforme a la ley procesal vigente al momento de los hechos, con
observancia de las formas propias de cada juicio”.

Este principio de legalidad penal tiene varias dimensiones y alcances.


Así, la más natural es la reserva legal, esto es, que la definición de las
conductas punibles corresponde al Legislador, y no a los jueces ni a la
administración, con lo cual se busca que la imposición de penas derive de
criterios generales establecidos por los representantes del pueblo, y no de la

1
Constitución Política de Colombia, Artículo 29
2
Código de Procedimiento Penal Colombiano. Ley 906 de 2004, Artículo 6.
2

voluntad individual y de la apreciación personal de los jueces o del poder


ejecutivo. Esta reserva legal es entonces una importante garantía para los
asociados. Pero no basta, pues si la decisión legislativa de penalizar una
conducta puede ser aplicada a hechos ocurridos en el pasado, entonces el
principio de legalidad no cumple su función garantista. Una consecuencia obvia
del principio de legalidad es entonces la prohibición de la aplicación retroactiva
de las leyes que crean delitos o aumentan las penas. La prohibición de la
retroactividad y la reserva legal no son sin embargo suficientes, pues si la ley
penal puede ser aplicada por los jueces a conductas que no se encuentran
claramente definidas en la ley previa, entonces tampoco se protege la libertad
jurídica de los ciudadanos, ni se controla la arbitrariedad de los funcionarios
estatales, ni se asegura la igualdad de las personas ante la ley, ya que la
determinación concreta de cuáles son los hechos punibles recae finalmente, ex
post facto, en los jueces, quienes pueden además interpretar de manera muy
diversa leyes que no son inequívocas. Por eso, la doctrina y la jurisprudencia,
nacional e internacional, han entendido que en materia penal, el principio de
legalidad en sentido lato o reserva legal, esto es, que la ley debe definir
previamente los hechos punibles, no es suficiente y debe ser complementado
por un principio de legalidad en sentido estricto, también denominado como el
principio de tipicidad o taxatividad, según el cual, las conductas punibles deben
ser no sólo previamente sino taxativa e inequívocamente definidas por la ley, de
suerte, que la labor del juez penal se limite a verificar si una conducta concreta
se adecua a la descripción abstracta realizada por la ley. Según esa
concepción, la Corte Constitucional prohíja, de esa manera, que el principio de
legalidad cumple verdaderamente su función garantista y democrática, pues
sólo así protege la libertad de las personas y asegura la igualdad ante el poder
punitivo estatal. 3

El estricto respeto del principio de legalidad del delito, el proceso y la


pena, tiene varias razones de ser. Por una parte, constituye una manifestación
del principio de separación de los poderes públicos, puesto que, a los Estados
de Derecho les repugna la idea de que quien tiene el poder de reglamentar la
ley o de ejecutarla, tenga también la facultad de promulgarla y esto es así
desde el surgimiento de la modernidad política. Por otra parte, la determinación
legal del delito, el proceso y la pena por parte de la instancia legislativa,

3
Corte constitucional Sentencia C-181 de 2016. M. P. Gloria Stella Ortiz Delgado
3

asegura que las decisiones que se tomen respecto de esos ámbitos, tan ligados
a los derechos fundamentales de la persona, sean tomadas luego de un intenso
proceso deliberativo en el que se escuchan todas las fuerzas políticas con
asiento en el parlamento. Así, al ciudadano se le otorga la garantía de que las
leyes que regulan su existencia han sido expedidas con el concurso de sus
representantes. Finalmente, el estricto respeto del principio de legalidad en
esas materias es también una garantía de seguridad jurídica, dado que, se
desvanece el peligro de que las prohibiciones, los procesos y aún las penas,
por no estar específicamente determinados, sean planeados sobre la marcha y,
en consecuencia, acomodados a las urgencias coyunturales que asalten a sus
reglamentadores o ejecutores. Por lo tanto, la Corte Constitucional, ha
reiterado en su jurisprudencia que: “En desarrollo del principio de legalidad del
proceso, todos los elementos de éste deben estar íntegra y sistemáticamente
incorporados en la ley, de manera que no pueden, ni las partes, ni el juez,
pretender que el mismo discurra por cauce distinto al previsto en la ley”. 4

Un ejemplo del respeto al principio de legalidad es el momento del


control judicial de los acuerdos y negociaciones en el proceso penal. Como está
descrito en nuestra constitución, a la Fiscalía General de la Nación le
corresponde la titularidad de la acción penal y dentro del principio de legalidad,
deberá actuar ante la existencia de hechos que revistan las características de
un delito, realizando por lo demás una correcta adecuación típica de los mismos
en garantía de dicho postulado, al celebrar preacuerdos con el acusado, “la
Fiscalía debe ceñirse a los presupuestos de legalidad, tipicidad, transparencia y
lealtad con la administración de justicia, otorgando a los hechos la calificación
jurídica que corresponda, es decir, realizando una imputación jurídica y fáctica
circunstanciada, la cual se echa de menos respecto de la situación de ira
argüida”. 5

En los preacuerdos, no existe mandato legal que le ordene al Juez su


aprobación integral, debido a que, en el inciso 4º del artículo 351 de la ley 906
de 2004 se establece que dichos acuerdos solo obligan al Juez de
conocimiento, siempre y cuando no vulneren o quebranten garantías
fundamentales, cuya titularidad no es exclusiva del acusado, sino también de

4
Corte Constitucional Sentencia C-829 de 2001. M.P. Rodrigo Escobar Gil
5
Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala de Casación Penal. Sentencia Radicado 42.184
4

las víctimas y es ahí precisamente donde surge incuestionable el respeto por el


principio de legalidad. Además, la Corte Suprema de Justicia ha indicado que, si
en un preacuerdo o negociación encuentra que en su integridad o en alguno de
sus aspectos se vulneran las garantías fundamentales, debe declararlo, y al
mismo tiempo establecer qué parte del preacuerdo se ajusta a la Constitución y
a la ley, porque no tiene sentido invalidar aquello que se ajusta al Derecho 6.

Por lo anterior, es viable la improbación de los preacuerdos, cuando los


mismos desconocen garantías constitucionales o no se ajustan al principio de
legalidad, frente a lo cual el Juez no puede asumir una actitud pasiva al ser un
simple espectador. Toda vez que, una errónea adecuación típica de la
conducta, sin lugar a duda, se traduce en vulneración del principio de legalidad
y debe permitirse entonces la intervención del Juez, dentro del deber que le
asiste de ejercer un control constitucional y legal respecto de la actuación penal,
toda vez que esta intervención se encuentra encaminada a proteger los
intereses constitucionales que se imbrican en la actuación, no simplemente un
acto de comunicación formal.

Por otro lado, el principio de legalidad procesal en el derecho penal


guatemalteco, también se establece en su carta magna en el artículo 5 de la
Constitución Política de la República7, el cual consiste en que: “Toda persona
tiene derecho de hacer lo que la ley no prohíbe; no está obligada a acatar
órdenes que no estén basadas en ley y emitidas conforme a ella. Tampoco
podrá ser perseguida ni molestada por sus opiniones o por actos que no
impliquen infracción a la misma”. Además, en la parte conducente del artículo
17 de la misma norma fundamental8, se desarrolla específicamente el principio
de legalidad “nullum crimen nulla poena sine lege”, debido al cual: “no son
punibles las acciones u omisiones que no estén calificadas como delito o falta y
penadas por ley anterior a su perpetración”. Esta norma alcanzó jerarquía
constitucional por su gran importancia en la evolución del derecho penal.
Asimismo, este principio está plasmado en la legislación ordinaria
específicamente en el artículo 1 del Código Penal9, por el que: “Nadie podrá ser
penado por hechos que no estén expresamente calificados, como delitos o

6
Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala de Casación Penal. Sentencia Radicado 27.759
7
Constitución Política de la República de Guatemala, Articulo 5.
8
Constitución Política de la República de Guatemala, Articulo 17.
9
Código Penal de Guatemala. Decreto 17-73, Artículo 1.
5

faltas, por ley anterior a su perpetración; ni se impondrán otras penas que no


sean las previamente establecidas en la ley.” Además, está desarrollado en la
legislación ordinaria procesal, en sus artículos 1 y 2 del Código Procesal Penal
10, pues allí se establece que: “No se impondrá pena alguna si la ley no la
hubiere fijado con anterioridad.”, y “No podrá iniciarse proceso ni tramitarse
denuncia o querella, sino por actos u omisiones calificados como delitos o faltas
por una ley anterior. Sin ese presupuesto, es nulo lo actuado e induce
responsabilidad del tribunal.”, respectivamente.

Sin embargo, llama la atención que la protección que otorga el principio


de legalidad en el ordenamiento penal se hace aún más amplia pues,
orientados en el principio de legalidad y en el principio de imperatividad de la
ley, los artículos 3 y 4 del Código Procesal Penal11 establecen, en sus partes
conducentes, que: “Los tribunales y los sujetos procesales no podrán variar las
formas del proceso, ni la de sus diligencias o incidencias.”, y que: “Nadie podrá
ser condenado, penado o sometido a medida de seguridad y corrección, sino en
sentencia firme, obtenida por un procedimiento llevado a cabo conforme a las
disposiciones de este Código y a las normas de la Constitución, con
observancia estricta de las garantías previstas para las personas y de las
facultades y derechos del imputado o acusado”, respectivamente. Además,
guiado también en el mismo principio y en el principio de juez natural, el artículo
712, de ese cuerpo legal establece que: “El juzgamiento y decisión de las
causas penales se llevará a cabo por jueces imparciales e independientes, sólo
sometidos a la Constitución y a la ley. La ejecución penal estará a cargo de
jueces de ejecución. Por ningún motivo las restantes autoridades del Estado
podrán arrogarse el juzgamiento de causas pendientes o la reapertura de las ya
terminadas por decisión firme”.

Finalmente, se concluye que el principio de legalidad en Colombia y


Guatemala, comparten las siguientes garantías: una garantía legal, pues la
conducta debe estar señalada previamente en la ley para poder ser
considerada como delito o crimen; una garantía procesal, por la que nadie
puede ser sometido a un juicio penal sino a través del proceso establecido
anteriormente por la ley; una garantía judicial, por el que nadie puede ser

10
Código Procesal Penal de Guatemala. Decreto 51-92., Artículos 1- 2.
11
Código Procesal Penal de Guatemala. Decreto 51-92., Artículos 3-4.
12
Código Procesal Penal de Guatemala. Decreto 51-92., Artículo 7.
6

juzgado por un juez o tribunal ad hoc, sino por uno preestablecido o natural; una
garantía penal, por la que no se podrán imponer otras penas que no sean las
previamente establecidas en la ley para cada delito.
7

REFERENCIAS JURISPRUDENCIALES

CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-829 de 2001. M. P. Rodrigo Escobar


Gil.

CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-181 de 2016. M. P. Gloria Stella Ortíz


Delgado.

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COLOMBIA, Sala de Casación Penal.


Sentencia Radicado 27.759. M. P. Alfredo Gómez Quintero.

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COLOMBIA, Sala de Casación Penal.


Radicado 42184 M.P. Gustavo Enrique Malo

LECTURAS:

CARBONELL, Miguel. (2006). Nueva interpretación del principio constitucional


de legalidad. Revista de Ciencias Penales Iter Criminis. Núm. 6. Tercera
Época Tlalpan, México. Pp. 29 – 54. Recuperado de:
http://www.cienciaspenales.net/files/2016/07/10carbonell-_-nueva-
interpretacion-del-princpio-constitucional-de-legalidad-en-materia-
penal.pdf

ORDUZ BARRETO, Claudia Patricia. (2010) El principio de legalidad en la ley


penal colombiana. Revista Criterio jurídico garantista Año 2 - No. 2 -
Recuperado de:
http://www.fuac.edu.co/recursos_web/documentos/derecho/revista_criteri
o/articulosgarantista2/6claudiaorduz.pdf

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