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Radioterapia, exposición de una zona determinada del organismo a una fuente de radiación

ionizante; se suele utilizar para el tratamiento del cáncer. La radiación puede provenir de una
fuente natural como los isótopos radiactivos, o de una fuente artificial como los rayos X. El
tratamiento incluye la localización precisa del tumor y la utilización de dosis fraccionadas
múltiples, diarias o periódicas, de irradiación durante un periodo de tiempo determinado. La
unidad de dosis absorbida es el gray (Gy) y es equivalente a 1 julio de energía absorbida por
kilogramo de material.
La radiación ionizante lesiona las células mediante interacción con el ácido desoxirribonucleico
(ADN) del núcleo, evitando la división celular normal. Al igual que los agentes citotóxicos
utilizados en quimioterapia, hay selectividad limitada en los efectos de este tipo de tratamiento
del cáncer, por lo que también se lesionan células normales (no cancerosas). Por este motivo, la
radioterapia debe tener en cuenta la localización exacta del tumor que va a ser radiado para
minimizar la exposición de los tejidos normales. Es fundamental que el paciente esté colocado
con precisión y en la misma postura que pueda adoptar siempre durante la radioterapia.
Se suele colocar a los pacientes en decúbito supino (tumbado sobre la espalda); se dibuja sobre la
piel la localización anatómica precisa del tumor con un rotulador especial; entonces se emite un
haz de radiación a través de la parte del cuerpo que va a ser radiada. Como alternativa, se sitúa la
fuente radiactiva cerca o en el interior de la cavidad corporal y después se retira (ver más
adelante). Cada vez se utiliza más la tomografía axial computerizada (escáner o TAC) para ayudar
a planificar la radioterapia, en especial porque puede aportar información sobre la posición de los
márgenes del tumor (bordes externos del tumor).
La localización de la radioterapia se realiza de forma habitual con un equipo especial
denominado simulador, que está diseñado para permitir la rotación isocéntrica. Al reproducir la
distancia exacta de la fuente de radiación, se consigue limitar al mínimo la dosis de radiación
recibida por los tejidos normales aplicando una dosis homogénea al tumor.
La radioterapia se aplica casi siempre con técnicas de teleterapia, que utilizan un haz de fotones
para radiar el tumor desde fuera del organismo del paciente. Como alternativa para localizaciones
específicas se emplea la braquiterapia, que consiste en la implantación de una fuente de radiación
en una cavidad corporal o en el interior del tumor.
La teleterapia precisa el uso de fuentes de ortovoltaje o kilovoltaje de baja energía o las fuentes
más utilizadas de megavoltaje. La radiación de baja energía (50-100 kV) es útil para el
tratamiento de carcinomas (tumores malignos de los epitelios) de la piel y labios y el ortovoltaje
(250-300 kV) se emplea en ocasiones para el tratamiento paliativo de metástasis óseas
(diseminación de un tumor desde su localización primitiva, a través de la sangre o del sistema
linfático) y tumores de la pared torácica. Sin embargo, las máquinas de ortovoltaje no son
apropiadas para el tratamiento de tumores de localización profunda.
Las bombas de cobalto y los aceleradores lineales son las máquinas de teleterapia más utilizadas.
Se pueden emplear de un modo isocéntrico: la fuente de radiación se monta en un dispositivo que
rota sobre el eje del paciente, lo que permite dirigir haces múltiples hacia el centro del tumor
(diana) con gran precisión. En general, las bombas de cobalto y los aceleradores lineales se
emplean para el tratamiento de carcinomas de la cabeza, cuello y mama. Para el tratamiento de
los linfomas (tumores del tejido linfático) y otros tumores abdominales de localización profunda
se utilizan aceleradores de alta energía. Además de producir rayos X, los aceleradores lineales
pueden producir electrones acelerados. Estos son partículas cargadas que se reabsorben a una
distancia finita en el interior de los tejidos y son muy útiles en el tratamiento de cánceres
superficiales, como los de la piel. Esta terapia con electrones se puede aplicar también en el
tratamiento de los cánceres de cabeza y cuello, médula espinal y lesiones de la mama.
La braquiterapia se realiza introduciendo fuentes selladas de radiactividad, por ejemplo, cesio
137, en una cavidad corporal o tumor durante unos días. Ésta se emplea sobre todo en el
tratamiento del cáncer de cuello de útero. La ventaja de esta modalidad es que se consigue una
dosis elevada de radiactividad local en el tumor, respetando los tejidos sanos. Sin embargo, este
tipo de tratamiento sólo se puede emplear cuando el tumor es accesible y se puede determinar su
tamaño o extensión con precisión.
Además de tratar el cáncer, la radioterapia puede inducirlo. En especial, los niños expuestos a
dosis elevadas de radioterapia durante sus primeros años de vida pueden desarrollar más tarde un
cáncer de tiroides. Se conocen muy bien las consecuencias terribles de la irradiación, tras el
lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima y el desastre nuclear de Chernobil (véase
Enfermedad por radiación). Muchas leucemias infantiles se atribuyen a los efectos de la
radioterapia para el tratamiento de otros cánceres.
Al igual que con la quimioterapia, la mayoría de los pacientes sometidos a radioterapia presentan
efectos secundarios que consisten en letargia y pérdida de apetito. También pueden aparecer
náuseas y vómitos. En la piel son frecuentes el eritema, descamación seca y el prurito (picor). En
ocasiones, la radioterapia puede producir una enteritis por radiación (inflamación del tracto
gastrointestinal) y también puede provocar una supresión de la médula ósea. Aparece
inmunodepresión profunda y los pacientes desarrollan con frecuencia infecciones ocasionales
como la tuberculosis, infecciones por hongos y enfermedades parasitarias.

Enfermedad por radiación


1. INTRODUCCIÓN Enfermedad por radiación, enfermedad causada por la exposición
del organismo o de una parte de éste a dosis altas de radiación ionizante (radiación que altera los átomos
sobre los que incide). Los síntomas aparecen por lo general debido a la exposición intensa a una radiación
externa, como la producida por los rayos X o los rayos gamma, pero también pueden originarse por la
absorción interna de materiales radiactivos (como el radiocesio) o por ambas causas.
La enfermedad por radiación se caracteriza por una sensación súbita de anorexia (pérdida de apetito) o
náuseas a las que sigue, en un periodo de tiempo corto, vómitos y, en ocasiones, diarrea. La enfermedad
progresa apareciendo síntomas por lesiones más graves debido a la afectación de otros tejidos, como la
médula ósea, que provoca una disminución progresiva del número de células sanguíneas, lo que conduce a
un aumento de la susceptibilidad del organismo a las infecciones. Las dosis elevadas de radiación pueden
producir también esterilidad permanente como consecuencia de la lesión de los órganos reproductores,
lesiones graves en otros órganos, e incluso la muerte con o sin tratamiento médico. También pueden existir
otros síntomas dependiendo de la dosis, de la frecuencia de exposición, y del área del organismo sometida a
la radiación. Éstos pueden consistir, a corto plazo, en caída del cabello, quemaduras cutáneas o
hemorragias, y, a largo plazo, en un aumento del riesgo de desarrollar cáncer. 2. ENFERMEDAD
POR RADIACIÓN AGUDA
En una exposición aguda (durante segundos, minutos, horas) se puede producir la muerte. El efecto
biológico principal es la lesión celular, cuya intensidad depende del tipo de tejido afectado. Las células
pluripotenciales de recubrimiento del sistema gastrointestinal, que son muy sensibles, en particular las del
estómago e intestino delgado, liberan serotonina (5-hidroxitriptamina, 5HT 3) en el torrente sanguíneo. Esta
sustancia estimula el centro del vómito localizado en el cerebro y otros receptores para la 5HT 3 presentes
en otras partes del organismo. Se acompaña de un aumento de la motilidad intestinal (movimiento) que
puede estar producido por la acción de las sales biliares sobre la mucosa lesionada. Estos síntomas pueden
variar dependiendo de la susceptibilidad individual y de que en la mayoría de las situaciones no controladas
la dosis de radiación recibida por las diferentes personas afectadas no es la misma. En la radioterapia, en la
que las exposiciones son controladas y repartidas en varias sesiones para permitir que los tejidos normales
sensibles se recuperen, las náuseas y vómitos se presentan de manera habitual sólo cuando se realiza una
irradiación corporal total a dosis elevadas, por ejemplo, tras la extirpación (extracción quirúrgica) de la
médula ósea para un trasplante ulterior de médula ósea. Es normal la administración de fármacos
antieméticos, como el ondansetrón, el cual contrarresta los efectos de la 5HT 3, reduciendo estos efectos
colaterales de la radioterapia. Todos estos efectos pueden aumentar en intensidad por la lesión debida a la
radiación de otras líneas celulares, en especial las de la médula ósea.
El gray (Gy) es la unidad de dosis absorbida, cuando la energía por unidad de masa aplicada a la materia
por la radiación ionizante es de 1 julio por kilogramo. La unidad que se utilizaba antes, el rad, es
equivalente a 10-2 Gy. Con dosis superiores a 1 Gy se produce una reducción significativa del número de
células sanguíneas como consecuencia de la disminución de la médula ósea, lo que conduce a un aumento
de la susceptibilidad a las infecciones, la presencia de hemorragias y anemia. En las zonas en las que existe
una exposición directa intensa o una contaminación superficial con materiales radiactivos, pueden aparecer
quemaduras cutáneas, lo que incrementa la pérdida de líquidos corporales y el riesgo de infección. A veces,
los síntomas agudos aparecen de forma simultánea y se conocen como síndrome de radiación aguda. Las
lesiones combinadas tienen un pronóstico peor, lo que se debe tener en cuenta para el tratamiento médico.
Una dosis aguda de aproximadamente 4 Gy producirá la muerte de manera probable en el 50% de las
personas en un periodo de 60 días si no reciben tratamiento médico. Las dosis superiores a 10 Gy pueden
producir la muerte de manera más temprana, incluso con tratamiento médico. Dosis similares recibidas
durante un periodo de tiempo más prolongado (días, semanas) pueden producir diferentes síntomas, pero la
muerte es menos probable, ya que las células y los tejidos tienen tiempo para reparar las lesiones.
La experiencia obtenida tras las explosiones de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, y tras otros
accidentes con fuentes radiactivas, pruebas con armas nucleares y plantas que emplean energía nuclear, ha
permitido obtener conclusiones importantes. En la actualidad se pueden calcular el tiempo que transcurre
desde la exposición hasta la aparición de los síntomas, el porcentaje de población afectada y la duración de
la enfermedad por radiación. Sin embargo, en la mayoría de los casos resulta extremadamente complicado
calcular la dosis de radiación con precisión.
Las cifras que se aportan a continuación son orientativas en el caso de los adultos. Puede aparecer anorexia
en el 5% de las personas expuestas a 0,4 Gy y en el 95% si la dosis recibida es de 3 Gy; náuseas en el 5%
con 0,5 Gy y en el 95% con 4,5 Gy; vómitos en el 5% con 0,6 Gy y 100% con 7 Gy, y diarrea en el 5% con
dosis de 1 Gy y por encima del 20% con 8 Gy. Si el tiempo transcurrido entre la exposición y la aparición
de cualquiera de los síntomas mencionados es inferior a una hora, es probable que la dosis recibida sea
superior a 3 Gy; si es superior a 3 horas, menos de 1 Gy, y si es superior a 24 horas, es probable que la dosis
haya sido inferior a 0,6 Gy. Estas referencias generales pueden ser útiles para el personal sanitario a la hora
de hacer la selección de los pacientes (priorizar el tratamiento según el grado de afectación) antes de poder
llevar a cabo estimaciones más precisas.
Los efectos de una prueba de explosión termonuclear realizada por Estados Unidos en las islas Marshall en
1954, afectaron a la población local, que recibió una dosis corporal total estimada de 1,75 Gy. No se
produjeron fallecimientos, pero aparecieron alteraciones de diferente intensidad, con enfermedad de inicio
temprano y diarrea en cerca del 10% de la población y un descenso del número de células sanguíneas. La
contaminación superficial del organismo por el accidente originó quemaduras y ulceraciones cutáneas en el
20% de los afectados.
En el desastre nuclear de la planta de Chernobil en Ucrania en 1986, un total de 203 personas afectadas por
el accidente presentaron una enfermedad aguda por radiación. En el grupo con mayor exposición (6 a
16 Gy) el primer síntoma fueron los vómitos, que aparecieron entre 15 y 30 minutos después de la
exposición, seguidos de una diarrea intensa. Este grupo, que incluía bomberos, también se vio afectado de
forma aguda por la inhalación de materiales radiactivos y sustancias tóxicas, así como por otras lesiones
convencionales. A pesar de un tratamiento intensivo en centros especializados, 20 de los 22 componentes de
este grupo fallecieron. También contribuyeron a estas muertes los efectos de la radiación sobre la médula
ósea y las quemaduras por la radiación externa por contaminación con isótopos radiactivos que emiten
radiación beta. Al disminuir la dosis, los signos y síntomas eran menos graves. En las personas que habían
recibido dosis entre 1 y 2 Gy los vómitos aparecieron más tarde y, aunque algunas personas también
presentaron contaminación cutánea, ninguna de ellas falleció.
3. ENFERMEDAD POR RADIACIÓN CRÓNICA
En los casos de exposición crónica (medida en días, semanas o meses) a la radiación, los síntomas suelen
ser menos llamativos. Un hallazgo habitual es la sensación de malestar general, con síntomas similares a la
gripe, fiebre y, en ocasiones, diarrea y vómitos. Es muy difícil diagnosticar estos casos que se han
producido por exposición inadvertida a una fuente de radiación industrial o a un equipo de tratamiento
médico, en ocasiones obtenido o manipulado de manera ilegal. En un caso ocurrido en Estonia, donde la
fuente de radiación se había trasladado a una casa, el diagnóstico de exposición a la radiación se realizó
después de que un miembro anciano de la familia falleció y otros comenzaron a presentar malestar general.
Véase también Efectos biológicos de la radiación.
Efectos biológicos de la radiación
1. INTRODUCCIÓN Efectos biológicos de la radiación, consecuencias de la acción de
una radiación ionizante sobre los tejidos de los organismos vivos. La radiación transfiere energía a las
moléculas de las células de estos tejidos. Como resultado de esta interacción las funciones de las células
pueden deteriorarse de forma temporal o permanente y ocasionar incluso la muerte de las mismas. La
gravedad de la lesión depende del tipo de radiación, de la dosis absorbida, de la velocidad de absorción y de
la sensibilidad del tejido frente a la radiación. Los efectos de la radiación son los mismos, tanto si ésta
procede del exterior, como si procede de un material radiactivo situado en el interior del cuerpo.

Los efectos biológicos de una misma dosis de radiación varían de forma considerable según el tiempo de
exposición. Los efectos que aparecen tras una irradiación rápida se deben a la muerte de las células y
pueden hacerse visibles pasadas horas, días o semanas. Una exposición prolongada se tolera mejor y es más
fácil de reparar, aunque la dosis radiactiva sea elevada. No obstante, si la cantidad es suficiente para causar
trastornos graves, la recuperación será lenta e incluso imposible. La irradiación en pequeña cantidad,
aunque no mate a las células, puede producir alteraciones a largo plazo.
2. TRASTORNOS GRAVES
Dosis altas de radiación sobre todo el cuerpo, producen lesiones características. La radiación absorbida se
mide en grays (1 gray equivale a 1 julio de energía absorbido por kilogramo de material; su símbolo es Gy).
Una cantidad de radiación superior a 40 Gy produce un deterioro severo en el sistema vascular humano, que
desemboca en edema cerebral, trastornos neurológicos y coma profundo. El individuo muere en las 48
horas siguientes. Cuando el organismo absorbe entre 10 y 40 Gy de radiación, los trastornos vasculares son
menos serios, pero se produce la pérdida de fluidos y electrolitos que pasan a los espacios intercelulares y al
tracto gastrointestinal. El individuo muere en los diez días siguientes a consecuencia del desequilibrio
osmótico, del deterioro de la médula ósea y de la infección terminal. Si la cantidad absorbida oscila entre
1,5 y 10 Gy, se destruye la médula ósea provocando infección y hemorragia. La persona puede morir cuatro
o cinco semanas después de la exposición. Los efectos de estas radiaciones poco intensas, son los que
pueden tratarse de forma eficaz. La mitad de las personas que han recibido una radiación de 3 a 3,25 Gy y
que no hayan recibido tratamiento, pierden la médula ósea.

La irradiación de zonas concretas del cuerpo (radiaciones accidentales) produce daños locales en los
tejidos. Se lesionan los vasos sanguíneos de las zonas expuestas alterando las funciones de los órganos.
Cantidades más elevadas, desembocan en necrosis (zonas de tejido muerto) y gangrena.

No es probable que una irradiación interna, cause trastornos graves sino más bien algunos fenómenos
retardados, que dependerán del órgano en cuestión y de su vida media, de las características de la radiación
y del comportamiento bioquímico de la fuente de radiación. El tejido irradiado puede degenerar o destruirse
e incluso desarrollar un cáncer.
3. EFECTOS RETARDADOS Las consecuencias menos graves de una radiación ionizante
se manifiestan en muchos órganos, en concreto en la médula ósea, riñones, pulmones y el cristalino de los
ojos, debido al deterioro de los vasos sanguíneos. Como consecuencias secundarias aparecen cambios
degenerativos y funciones alteradas. No obstante, el efecto retardado más importante comparándolo con
personas no irradiadas, es el aumento de la incidencia de casos de cáncer y leucemia. El aumento
estadístico de leucemia y cáncer de tiroides, pulmón y mama, es significativo en poblaciones expuestas a
cantidades de radiación relativamente altas (más de 1 Gy). En animales de experimentación se ha observado
una reducción del tiempo de vida, aún no se ha demostrado en seres humanos.
4. RADIACIÓN NO IONIZANTE
La frecuencia de radiación de redes o tendidos eléctricos, radares, canales o redes de comunicación y
hornos de microondas, no es ionizante. Durante mucho tiempo se ha creído que este tipo de radiación era
perjudicial sólo en cantidad elevada, y que producía quemaduras, cataratas, esterilidad temporal, etc. Con la
proliferación de este tipo de mecanismos, comienzan a ser materia de investigación científica las posibles
consecuencias de una exposición prolongada a pequeñas cantidades de radiaciones no ionizantes. Aunque
se han observado algunas consecuencias biológicas poco importantes, se desconoce por el momento qué
repercusión tienen sobre la salud.
Aceleradores de partículas, dispositivos empleados para acelerar partículas elementales e iones hasta altas
energías. Son los instrumentos de mayor tamaño y más costosos utilizados en física. Todos tienen los
mismos componentes básicos: una fuente de partículas elementales o iones, un tubo donde existe un vacío
parcial en el que las partículas pueden desplazarse libremente y un sistema para aumentar la velocidad de
las partículas.
Las partículas cargadas se aceleran mediante un campo electrostático. Por ejemplo, situando electrodos con
una gran diferencia de potencial en los extremos de un tubo en el que se había hecho el vacío, los
científicos británicos John D. Cockcroft y Ernest Walton consiguieron acelerar protones hasta 250.000
electronvoltios (eV). Otro acelerador electrostático es el acelerador Van de Graaff,
ACELERADOR LINEAL
El acelerador lineal, también llamado ‘linac’, fue concebido a finales de la década de 1920. Utiliza
tensiones alternas elevadas para impulsar partículas a lo largo de una línea recta. Las partículas atraviesan
una serie de tubos metálicos huecos situados dentro de un cilindro en el que se ha hecho el vacío. La
tensión alterna se sincroniza de forma que la partícula sea impulsada hacia delante cada vez que pasa por un
hueco entre dos tubos metálicos. En teoría, pueden construirse aceleradores lineales de cualquier energía. El
más grande del mundo, situado en la Universidad de Stanford (Estados Unidos), tiene una longitud de
3,2 km. Puede acelerar electrones hasta una energía de 50 GeV (un gigaelectronvoltio, o GeV, corresponde
a mil millones de eV). El acelerador lineal de Stanford está diseñado para hacer colisionar dos haces de
partículas acelerados de forma consecutiva por el linac y mantenidos temporalmente en anillos de
almacenamiento (véase el apartado de este artículo “Colisionadores con anillo de almacenamiento”).
Electronvoltio, unidad de energía utilizada en Física para medir la energía de iones y partículas
subatómicas acelerados en los aceleradores de partículas. Un electronvoltio es la energía
adquirida por un electrón al atravesar una diferencia de potencial de 1 voltio; equivale a 1,60207
× 10-19 julios. Generalmente suelen expresarse las energías en millones de electronvoltios
(megaelectronvoltios o MeV) o miles de millones de electronvoltios (gigaelectronvoltios o GeV).
Los aceleradores y detectores de partículas proporcionan a los físicos información muy valiosa sobre las
partículas subatómicas. Los aceleradores permiten proporcionar grandes energías a las partículas y
hacerlas colisionar. Con los detectores de partículas se miden y registran las propiedades de las
partículas generadas en las colisiones. Este detector Mark II forma parte del acelerador lineal de 3,2 km
del Centro del Acelerador Lineal de Stanford, en California (EEUU).
Un contador Geiger es un dispositivo empleado para detectar la presencia y la intensidad de una
radiación. Está formado por un tubo lleno de gas a baja presión, que actúa como cámara de ionización.
Un circuito eléctrico mantiene un campo eléctrico intenso entre las paredes del tubo y un alambre fino
situado en el centro del mismo. Cuando las partículas cargadas, a elevada velocidad, procedentes de una
fuente radiactiva colisionan con los átomos del gas del tubo, los ionizan y generan electrones libres, que
fluyen por el alambre central y crean un pulso eléctrico que se amplifica y cuenta electrónicamente.
Además, los pulsos producen un sonido semejante a un chasquido.
Uno de los primeros detectores que se empleó en física nuclear fue la cámara de ionización, que está
formada esencialmente por un recipiente cerrado que contiene un gas y dos electrodos con potenciales
eléctricos diferentes. Según el tipo de instrumento, los electrodos pueden ser placas paralelas o cilindros
coaxiales. Otra posibilidad es que las paredes de la cámara constituyan uno de los electrodos, siendo el otro
un alambre o varilla situado en su interior. Las partículas o radiaciones ionizantes que entran en la cámara,
ionizan el gas situado entre los electrodos. Los iones así producidos se desplazan hacia el electrodo de signo
contrario (los iones de carga negativa se desplazan hacia el electrodo positivo, y viceversa), con lo que se
crea una corriente que puede amplificarse y medirse directamente con un electrómetro —un electroscopio
dotado de una escala— o amplificarse y registrarse mediante circuitos electrónicos.
Riesgos radiológicos Los materiales radiactivos emiten radiación ionizante penetrante que puede dañar los
tejidos vivos. La unidad que suele emplearse para medir la dosis de radiación equivalente en los seres
humanos es el milisievert. La dosis de radiación equivalente mide la cantidad de radiación absorbida por el
organismo, corregida según la naturaleza de la radiación puesto que los diferentes tipos de radiación son
más o menos nocivos. En el caso del Reino Unido, por ejemplo, cada individuo está expuesto a unos 2,5
milisieverts anuales por la radiación de fondo procedente de fuentes naturales. Los trabajadores de la
industria nuclear están expuestos a unos 4,5 milisieverts (aproximadamente igual que las tripulaciones
aéreas, sometidas a una exposición adicional a los rayos cósmicos). La exposición de un individuo a 5
sieverts suele causar la muerte. Una gran población expuesta a bajos niveles de radiación experimenta
aproximadamente un caso de cáncer adicional por cada 10 sieverts de dosis equivalente total. Por ejemplo,
si una población de 10.000 personas está expuesta a una dosis de 10 milisieverts por individuo, la dosis
total será de 100 sieverts, por lo que habrá 10 casos de cáncer debidos a la radiación (además de los
cánceres producidos por otras causas). Véase Efectos biológicos de la radiación.
En la mayoría de las fases del ciclo de combustible nuclear pueden existir riesgos radiológicos. El gas
radón, radiactivo, es un contaminante frecuente en las minas subterráneas de uranio. Las operaciones de
extracción y trituración del mineral producen grandes cantidades de material que contiene bajas
concentraciones de uranio. Estos residuos tienen que ser conservados en fosas impermeables y cubiertos
por una capa de tierra de gran espesor para evitar su liberación indiscriminada en la biosfera.
Las plantas de enriquecimiento de uranio y de fabricación de combustible contienen grandes cantidades de
hexafluoruro de uranio (UF6), un gas corrosivo. Sin embargo, el riesgo radiológico es menor, y las
precauciones habituales que se toman con las sustancias químicas peligrosas bastan para garantizar la
seguridad-

Accidentes en centrales nucleares


A pesar de las numerosas medidas de seguridad, en 1979 llegó a producirse un accidente en el RAP de
Three Mile Island, cerca de Harrisburg (Pennsylvania, EEUU). Un error de mantenimiento y una válvula
defectuosa llevaron a una pérdida de refrigerante. Cuando comenzó el accidente, el sistema de seguridad
desconectó el reactor, y el sistema de emergencia para enfriamiento del núcleo empezó a funcionar poco
tiempo después según lo prescrito. Pero entonces, como resultado de un error humano, el sistema de
refrigeración de emergencia se desconectó, lo que provocó graves daños en el núcleo e hizo que se liberaran
productos de fisión volátiles procedentes de la vasija del reactor. Aunque sólo una pequeña cantidad de gas
radiactivo salió del edificio de contención (lo que llevó a un ligero aumento de los niveles de exposición en
los seres humanos), los daños materiales en la instalación fueron muy grandes, de unos 1.000 millones de
dólares o más, y la tensión psicológica a la que se vio sometida la población, especialmente las personas
que vivían cerca de la central nuclear, llegó a ser muy grave en algunos casos.
La investigación oficial sobre el accidente citó como causas principales del mismo un error de manejo y un
diseño inadecuado de la sala de control, y no un simple fallo del equipo. Esto llevó a la entrada en vigor de
leyes que exigían a la Comisión de Regulación Nuclear de Estados Unidos que adoptara normas mucho más
estrictas para el diseño y la construcción de centrales nucleares, y obligaban a las compañías eléctricas a
ayudar a las administraciones de los estados y los condados a preparar planes de emergencia para proteger a
la población en caso de que se produjera otro accidente semejante.
Desde 1981, las cargas financieras impuestas por estas exigencias han hecho tan difícil la construcción y el
funcionamiento de nuevas centrales nucleares que las compañías eléctricas de los estados de Washington,
Ohio, New Hampshire e Indiana se vieron obligadas a abandonar centrales parcialmente terminadas
después de gastar en ellas miles de millones de dólares. En 1988, se calculaba que el coste acumulado para
la economía estadounidense por el cierre de esas centrales, sumado a la finalización de centrales con unos
costes muy superiores a los inicialmente previstos, ascendía nada menos que a 100.000 millones de dólares.
El 26 de abril de 1986, otro grave accidente alarmó al mundo. Uno de los cuatro reactores nucleares
soviéticos de Chernobil, a unos 130 km al norte de Kíev (en Ucrania), explotó y ardió. Según el informe
oficial emitido en agosto, el accidente se debió a que los operadores del reactor realizaron unas pruebas no
autorizadas. El reactor quedó fuera de control; se produjeron dos explosiones, la tapa del reactor saltó por
los aires y el núcleo se inflamó y ardió a una temperatura de 1.500 °C. Las personas más próximas al
reactor recibieron una radiación unas 50 veces superior a la de Three Mile Island, y una nube de lluvia
radiactiva se dirigió hacia el Oeste. La nube radiactiva se extendió por Escandinavia y el norte de Europa,
según descubrieron observadores suecos el 28 de abril. A diferencia de la mayoría de los reactores de los
países occidentales, el reactor de Chernobil carecía de edificio de contención. Una estructura semejante
podría haber impedido que el material saliera del reactor. Murieron más de 30 personas y unas 135.000
fueron evacuadas en un radio de 1.600 kilómetros. La central fue sellada con hormigón; en 1988, sin
embargo, los otros tres reactores de Chernobil ya estaban funcionando de nuevo.
En la central de Vandellòs I, situada en la provincia de Tarragona (España), y con un reactor de tipo grafito-
gas, se produjo, el 19 de octubre de 1989, un accidente que se inició por un incendio en un edificio
convencional de la central, que generó una serie sucesiva de fallos de sistemas. Pese a todo, se consiguió
llevar la central a la situación de parada segura. No se produjo eliminación de CO 2 del circuito de
refrigeración, ni se produjo daño alguno a las personas que intervinieron en el control de la central.
5.2.4. Reprocesamiento del combustible La fase de reprocesamiento del combustible plantea diversos
riesgos radiológicos. Uno de ellos es la emisión accidental de productos de fisión en caso de que se
produzca una fuga en las instalaciones químicas y los edificios que las albergan. Otro podría ser la emisión
rutinaria de niveles bajos de gases radiactivos inertes como el xenón o el criptón. Una planta de
reprocesamiento llamada THORP (acrónimo inglés de Planta Térmica de Reprocesamiento de Óxido) ha
empezado a funcionar en Sellafield, en la región de Cumbria (Gran Bretaña). Esta planta reprocesará
combustible agotado de centrales británicas y extranjeras. En Francia también se lleva a cabo este proceso,
y Japón está desarrollando sus propias plantas de reprocesamiento.
Una gran preocupación en relación con el reprocesamiento químico es la separación de plutonio 239, un
material utilizado en la fabricación de armas nucleares. En Estados Unidos por ejemplo, no se reprocesa en
la actualidad ningún combustible por temor al uso ilegal de este producto. El empleo de medios no tanto
técnicos como políticos parece ser la mejor forma de controlar los peligros de su desviación subrepticia —o
su producción secreta— para fabricar armas. La mejora de las medidas de seguridad en los puntos sensibles
del ciclo del combustible y el aumento de la inspección internacional por parte de la Agencia Internacional
de la Energía Atómica (AIEA) parecen las medidas más apropiadas para controlar los peligros de la
desviación del plutonio.
Almacenamiento de residuos El último paso del ciclo del combustible nuclear, el almacenamiento de
residuos, sigue siendo uno de los más polémicos. La cuestión principal no es tanto el peligro actual como el
peligro para las generaciones futuras. Muchos residuos nucleares mantienen su radiactividad durante miles
de años, más allá de la duración de cualquier institución humana. La tecnología para almacenar los residuos
de forma que no planteen ningún riesgo inmediato es relativamente simple. La dificultad estriba por una
parte en tener una confianza suficiente en que las generaciones futuras estén bien protegidas y por otra en la
decisión política sobre la forma y el lugar para almacenar estos residuos. La mejor solución parece estar en
un almacenamiento permanente, pero con posibilidad de recuperación, en formaciones geológicas a gran
profundidad. En 1988, el gobierno de Estados Unidos eligió un lugar en el desierto de Nevada con una
gruesa sección de rocas volcánicas porosas como el primer depósito subterráneo permanente de residuos
nucleares del país. En el Reino Unido no se ha escogido ningún lugar, aunque las investigaciones
geológicas se centran en Sellafield.
La radiación ionizante tiene propiedades penetrantes, importantes en el estudio y utilización de
materiales radiactivos. Los rayos alfa de origen natural son frenados por un par de hojas de papel
o unos guantes de goma. Los rayos beta son detenidos por unos pocos centímetros de madera. Los
rayos gamma y los rayos X, según sus energías, exigen un blindaje grueso de material pesado
como hierro, plomo u hormigón. Véase también Energía nuclear; Aceleradores de partículas;
Detectores de partículas; Teoría cuántica.
Energía nuclear, energía liberada durante la fisión o fusión de núcleos atómicos. Las cantidades de energía
que pueden obtenerse mediante procesos nucleares superan con mucho a las que pueden lograrse mediante
procesos químicos, que sólo implican las regiones externas del átomo.
Desde la Revolución Industrial, los seres humanos dependen de los combustibles fósiles —carbón o
petróleo—, que también constituyen energía solar almacenada. Cuando se quema un combustible fósil
como el carbón, los átomos de hidrógeno y carbono que lo constituyen se combinan con los átomos de
oxígeno del aire; se produce agua y dióxido de carbono y se libera calor, unos 1,6 kilovatios hora por
kilogramo de carbón, o unos 10 electrovoltios (eV) por átomo de carbono. Esta cantidad de energía es típica
de las reacciones químicas que corresponden a cambios en la estructura electrónica de los átomos. Parte de
la energía liberada como calor mantiene el combustible adyacente a una temperatura suficientemente alta
para que la reacción continúe.

Radiología
1. INTRODUCCIÓN Radiología, especialidad médica que utiliza la radiación para el
diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades. Los rayos X y los restantes tipos de radiación son formas
de energía producidas durante la desintegración de los átomos. La radiología, en sus vertientes diagnóstica
y terapéutica, emplea radiaciones ionizantes (rayos alfa, beta, gamma y rayos X).
La radiología pudo desarrollarse gracias al descubrimiento de los rayos X por el físico alemán Wilhelm
Conrad Roentgen en 1895. Roentgen fue galardonado con el Premio Nobel de Física por su trabajo. Hay
otras formas de energía radiante que también permiten la obtención de imágenes médicas: los ultrasonidos
son un ejemplo de ello. En la técnica denominada resonancia nuclear magnética, las diferencias en los
tiempos de relajación de los núcleos de hidrógeno de los tejidos en un campo magnético artificial permiten
la obtención de imágenes. Quizá sea más adecuada, por tanto, la denominación técnicas de imagen en
medicina que el concepto de radiología diagnóstica para definir esta especialidad.
La radiología terapéutica se denomina en ocasiones radiación oncológica, y emplea la radiación ionizante
como forma de tratamiento. Cada vez es más frecuente combinar esta modalidad con otras formas de
tratamiento, como los fármacos o la hipertermia (fiebre inducida artificialmente).
2. RADIOLOGÍA DIAGNÓSTICA
Subespecialidad de la radiología que estudia la estructura anatómica y la fisiología de los tejidos normales y
de los tejidos alterados por distintas enfermedades a través de imágenes estáticas o dinámicas. La gran
mayoría de las imágenes se obtienen exponiendo la región corporal que se quiere analizar a un haz de rayos
X: éstos inciden luego sobre una película sensible (placa), y producen una imagen estática. La imagen
obtenida se denomina radiografía o placa de rayos X y puede ser de varios tipos: una radiografía simple,
como la habitual placa de tórax; una tomografía (del griego, tomes, ‘sección’), radiografía obtenida de
manera que, a través del cálculo del momento de la exposición y el movimiento de la placa de rayos, se
obtiene la representación de un plano predeterminado de la región corporal atravesada por el haz; o una
tomografía axial computerizada (escáner, o TAC): un fino haz de rayos se proyecta desde todos los puntos
de un área circular alrededor de la región a estudiar, y el análisis computerizado de la información obtenida
permite obtener una imagen que representa un corte de esa región.
Otras imágenes médicas no emplean rayos X sino ultrasonidos, resonancia magnética nuclear (RMN),
o el registro de la radiactividad emitida por isótopos que se administran al paciente y se acumulan en ciertos
órganos o sistemas orgánicos específicos: estas técnicas se incluyen en el ámbito de la radiología nuclear o
medicina nuclear; también pertenece a esta subespecialidad la técnica denominada tomografía de emisión
de positrones (TEP), que utiliza las pautas de retraso de los positrones para estudiar diferentes reacciones
metabólicas corporales. Cada técnica tiene sus particularidades, y por tanto en cada situación clínica habrá
una técnica de imagen idónea para poner de manifiesto el proceso patológico que afecta a esa región
corporal. El radiólogo puede así elegir, de acuerdo con el médico que atiende al paciente, la modalidad
diagnóstica o técnica de imagen que mejor se adapte a la enfermedad en estudio.
Muchos órganos y sistemas orgánicos invisibles con las técnicas radiológicas convencionales pueden
ponerse de manifiesto con el uso de unas sustancias opacas a la radiación denominadas medios de contraste,
que se administran al paciente por vía oral, por inhalación o por inyección. Las exploraciones más
habituales que utilizan medios de contraste son el tránsito gastrointestinal (tramo alto del tubo digestivo), el
enema de bario (colon), la artrografía (se inyecta contraste en una articulación), la mielografía (se introduce
contraste en el canal raquídeo) y la angiografía (se inyecta contraste en una arteria, una vena o un vaso
linfático). Durante la mayoría de las exploraciones con medio de contraste, el radiólogo observa
directamente por fluoroscopia el paso del contraste por el interior del organismo.
La imágenes dinámicas recogen el movimiento de los órganos o sistemas orgánicos (como el tracto
gastrointestinal), o el flujo de contraste en los vasos sanguíneos o en el canal raquídeo. Para obtener
imágenes dinámicas se puede registrar la imagen en una pantalla móvil sensible a la radiación
(fluoroscopia), o se pueden grabar las imágenes en una película (cinerradiografía) o cinta de vídeo. La
cinta, o la película, permiten almacenar la información de manera permanente; con la fluoroscopia (similar
a las imágenes de televisión), esta información se pierde, aunque durante la exploración fluoroscópica
siempre existe la posibilidad de guardar imágenes radiográficas (placas) para utilizarlas más adelante.
La utilización de radiaciones ionizantes para la valoración de las enfermedades debe seguir un
planteamiento similar a la utilización de los medicamentos para su tratamiento: las técnicas radiográficas de
imagen sólo se deben realizar en las situaciones clínicas en que esté indicado realizarlas, y debe ser el
médico, u otra persona cualificada, quien solicite la prueba. Aunque hay un riesgo potencial derivado de la
pequeña dosis de radiación que recibe el paciente en una exploración radiográfica, no hay pruebas objetivas
de que esta exposición, cuando la prueba ha sido correctamente indicada y ha sido realizada por personal
cualificado, tenga efectos adversos sobre la salud.
3. RADIOLOGÍA TERAPÉUTICA
Consiste en la utilización de radiaciones ionizantes en el tratamiento de enfermedades malignas. Se puede
emplear de manera aislada, o en combinación con fármacos o hipertermia. La radiología terapéutica ha sido
posible gracias al descubrimiento de la radiactividad natural a finales del siglo XIX. En función de la
energía del haz de radiación empleado, la radioterapia puede ser superficial (menos de 120 kilovoltios), de
ortovoltaje (120 a 1.000 kV), o de megavoltaje (más de 1.000 kV). La radioterapia superficial se emplea en
el tratamiento de las enfermedades malignas de la piel, los ojos y otras zonas de la superficie corporal. La
radioterapia de ortovoltaje ha sido prácticamente sustituida por la de megavoltaje (cobalto, aceleradores
lineales, betatrón y aceleradores de partículas). Con la radioterapia de megavoltaje se consigue una
distribución más efectiva y eficiente de la dosis total de radiación que se pretende administrar a los tumores
situados en profundidad, preservando al mismo tiempo la piel y los tejidos normales.
La radioterapia puede emplearse como tratamiento único en la mayor parte de los cánceres de la piel,
donde es el tratamiento de elección; en algunas fases del cáncer de cérvix, útero, mama y próstata; y en
algunas leucemias y linfomas, sobre todo la enfermedad de Hodgkin. En estas situaciones la radioterapia se
emplea como tratamiento curativo. Cuando la radioterapia se complementa con la quimioterapia (fármacos
anticancerosos) en la llamada terapia combinada, su efecto puede ser curativo o simplemente paliativo (para
alivio de los síntomas). La radioterapia también se utiliza antes o después de la exéresis (extracción)
quirúrgica de ciertos tumores para aumentar las posibilidades de curación al destruir células tumorales que
pudieran haber quedado en los márgenes de la resección. La radioterapia se utiliza con frecuencia para
evitar las recurrencias tumorales después de la intervención quirúrgica.
4. FUNDAMENTOS DE LA RADIOTERAPIA
La base de la radioterapia es la superior capacidad de recuperación de los tejidos normales con respecto a
los tumores y las células tumorales tras la radiación ionizante. Una dosis de radiación que destruye a las
células tumorales sólo produce una lesión transitoria a las células normales vecinas. Cuando la capacidad de
recuperación de los tejidos normales frente a una determinada dosis de radiación es similar o inferior a la
capacidad de recuperación del tejido canceroso, se dice que el tumor es radiorresistente. Cuando se da esta
circunstancia, la radioterapia no constituye un tratamiento adecuado.
5. PROFESIONALES DE LA RADIOLOGÍA Un radiólogo es un médico que, una vez
terminada la carrera de medicina, completa su formación en esa especialidad a lo largo de cuatro o cinco
años dedicados al estudio de la radiología diagnóstica o de la radioterapia.
Después de completar su formación como radiólogo puede subespecializarse en otros campos como son la
neurorradiología, o la radiología pediátrica, genitourinaria, gastrointestinal, o del aparato locomotor. Estas
subespecialidades tienen una duración aproximada de uno o dos años. Así puede dedicarse de manera
exclusiva a ese campo de la radiología, o combinar la práctica de la radiología diagnóstica general con la
subespecialidad. Los radiólogos pueden trabajar en hospitales públicos o en la práctica privada, o en ambas,
o en la enseñanza, la investigación o la administración.
Los radiólogos trabajan en colaboración con físicos, biólogos, y técnicos de radiología. También los
técnicos de radiología pueden completar su formación en un área específica, con la acreditación
correspondiente. Los técnicos de radiología titulados tienen la cualificación necesaria para realizar
determinadas técnicas radiológicas y colaborar en otros procedimientos más complejos, pero siempre bajo
la supervisión de un radiólogo. En cualquier caso, un técnico de radiología no tiene la acreditación ni la
formación adecuadas para interpretar las exploraciones radiológicas.Un paciente recibe radioterapia para el
tratamiento de un cáncer de la columna vertebral. En este procedimiento se utiliza el radioisótopo cobalto
60 como fuente de la radiación gamma. La elevada dosis de radiación se aplica mediante un láser dirigido
sobre un área de tratamiento determinada.
Un aparato de rayos X de invención reciente, y que se emplea sin compuestos de contraste, proporciona
visiones claras de cualquier parte de la anatomía, incluidos los tejidos blandos. Se conoce como escáner
(scanner) o aparato de tomografía axial computerizada; gira 180° en torno al cuerpo del paciente emitiendo
un haz de rayos X del grosor de un lápiz en 160 puntos diferentes. Unos cristales situados en los puntos
opuestos reciben y registran la absorción de los distintos espesores de tejido y huesos. Estos datos se envían
a un ordenador o computadora que convierte la información en una imagen sobre una pantalla. Con la
misma dosis de radiación que un aparato de rayos X convencional, puede verse todo un corte de espesor
determinado del cuerpo con una claridad aproximadamente 100 veces mayor. El escáner fue inventado en
1972 por el ingeniero electrónico británico Godfrey Hounsfield, y en 1979 ya se había generalizado su uso.
En relación con las aplicaciones de radioisótopos que emiten rayos gamma, véase Isótopo trazador
Irène y Jean Frédéric Joliot-Curie (1897-1956) y (1900-1958), matrimonio de físicos franceses
premiados con el Nobel. Célebres por su estudio de la radiactividad artificial y por su
contribución al descubrimiento del neutrón.
Los Joliot-Curie se especializaron en el campo de la física nuclear. En 1933 descubrieron que los
elementos radiactivos pueden prepararse artificialmente a partir de elementos estables. En estos
experimentos bombardearon el boro con partículas alfa, obteniendo una forma radiactiva de
nitrógeno. En 1935 recibieron el Premio Nobel de Química por su contribución a la investigación
nuclear.
Esta resonancia magnética (RM) de la cabeza de un adulto normal muestra el encéfalo, vías aéreas y
tejidos blandos de la cara. La corteza cerebral aparece en gris y amarillo, formando la mayor parte del
tejido cerebral; el cerebelo (al centro y a la izquierda en rojo) y el tronco cerebral (en el centro en rojo)
son también muy visibles.
Otras aplicaciones de los isótopos radiactivos se dan en la terapia médica (véase Radiología), la radiografía
industrial, y ciertos dispositivos específicos como fuentes de luz fosforescente, eliminadores estáticos,
calibradores de espesor o pilas nucleares.
Las imágenes de rayos X en placas fotográficas muestran la existencia de fallos, pero la desventaja de este
sistema es que el equipo de rayos X de alta potencia que se necesita es voluminoso y caro. Por ello, en
algunos casos se emplean radioisótopos que emiten rayos gamma de alta penetración en vez de equipos de
rayos X. Estas fuentes de isótopos pueden albergarse en contenedores relativamente ligeros, compactos y
blindados. Para la radiografía industrial se suelen utilizar el cobalto 60 y el cesio 137. En algunas
aplicaciones médicas e industriales se ha empleado tulio 70 en proyectores isotópicos pequeños y cómodos
de usar.
Radiaciones Las radiaciones ionizantes son uno de los factores causales más reconocidos. La radiación
produce cambios en el ADN, como roturas o trasposiciones cromosómicas en las que los cabos rotos de dos
cromosomas pueden intercambiarse. La radiación actúa como un iniciador de la carcinogénesis, induciendo
alteraciones que progresan hasta convertirse en cáncer después de un periodo de latencia de varios años. En
este intervalo puede producirse una exposición a otros factores.
Radioterapia
Las radiaciones ionizantes pueden ser electromagnéticas o por partículas y producen una destrucción tisular.
La radiación electromagnética incluye los rayos gamma, una forma de emisión radiactiva, y los rayos X,
que se producen cuando un haz de electrones impacta en un metal pesado. La radiación de partículas
incluye haces de electrones, protones, neutrones, partículas alfa (núcleos de helio) y piones. Véase Física:
Partículas elementales.
La sensibilidad de los tumores a las radiaciones es muy variable. Son tumores sensibles aquellos cuya
sensibilidad es superior a la de los tejidos vecinos normales. Cuando tales tumores son además accesibles
—los tumores superficiales o los tumores en órganos como el útero en el que se puede introducir una fuente
de radiación— pueden ser curados mediante radioterapia. La propiedad de la radiación de respetar hasta
cierto punto los tejidos normales permite el tratamiento de tumores en localizaciones donde no es posible la
cirugía por la proximidad de tejidos vitales o porque el tumor ha empezado a infiltrar estructuras adyacentes
que no pueden ser sacrificadas. La radioterapia también se emplea con frecuencia como tratamiento
paliativo, sobre todo en las metástasis.
La radioterapia puede ser útil como coadyuvante a la cirugía. La radiación preoperatoria puede esterilizar
las células tumorales con rapidez, impidiendo su diseminación en el acto quirúrgico. También puede
disminuir la masa tumoral facilitando la cirugía, o transformando un tumor inoperable en otro operable. En
otros casos la radioterapia se emplea en el postoperatorio.

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