en los últimos años, escándalos de gran magnitud como lo son los carruseles de la
contratación, obras inconclusas e incluso obras que colapsan de manera repentina han
puesto en duda la competencia tanto del estado, como el de la ingeniería colombiana.
Cada vez que ocurren este tipo de sucesos, los implicados eximan sus responsabilidades a
los demás participes.
Cabe destacar, que muchas veces los participantes de los contratos de índole publica no
conocen los alcances de sus obligaciones, por lo que es necesario que desde el inicio del
proceso de contratación dichas designaciones sean lo más claras posibles.
En primer lugar, una contratación publica cuenta con un dueño o gestor de la obra a
realizar en cuestión, el cual se encarga primeramente de concebir la idea o proyecto
desde el punto de vista jurídico, técnico y financiero; dicho proyecto debe cumplir en
aspectos fundamentales como lo son la funcionalidad, la eficiencia en su construcción y su
presupuesto. El dueño de la obra no es el único responsable para que el proyecto se
desarrolle con éxito, éste debe contar con un grupo de ingenieros expertos quienes serán
parte fundamental en el desarrollo de la obra, tales como un diseñador, un constructor y
un interventor.
El diseñador del proyecto es el encargado de realizar los diseños y planos de la obra, tiene
un papel importante en el desarrollo del proyecto, ya que es quien debe realizar estudios
técnicos minuciosos (topográficos, geotécnicos, hidráulicos, etc.) para así poder
fundamentar sus diseños de manera objetiva y con la mayor calidad posible. Estos diseños
y planos pueden ser revisados tanto por el dueño de la obra, como por un interventor de
diseños, el cual puede sugerir cambios y/o correcciones en los diseños y planos realizados
por el diseñador original, todo esto debidamente consultado en primera estancia al gestor
de la obra.
Una vez visados los diseños y planos, el dueño de la obra debe suministrar esta
información al constructor de la obra, este ingeniero debe ser especialista en el campo de
la construcción y será el encargado de materializar la información suministrada siguiendo
detenidamente lo propuesto por el diseñador, además de esto, deberá realizar los
procesos constructivos y garantizar la calidad deseada que se estipule en el contrato.
Con el fin de tener una mejor gestión en el desarrollo del proyecto, el dueño debe solicitar
la participación de un interventor tanto en los procesos constructivos como en los de
diseño, la finalidad de este interventor es asegurar la calidad en la construcción e informar
al dueño del proyecto cualquier anomalía que se presente en el desarrollo de la misma.
Como es de esperar, en la mayoría de los casos la deficiencia en un proyecto recae sobre
el dueño del mismo, debido a que este se desentiende totalmente de las funciones que
desempeñan las demás partes, este tipo de comportamiento es totalmente negligente, ya
que la función más importante del dueño de la obra es tener conocimiento de lo que esta
sucediendo en torno al proyecto.
El diseñador del proyecto debe ser riguroso en su trabajo, para así evitar diseños y por
ende planos deficientes, ya que esto conllevaría a realizar cambios en el diseño durante la
ejecución de la obra e incluso diseños adicionales que alterarían los tiempos de ejecución
drásticamente.
Asimismo, el constructor del proyecto deberá revisar los diseños y planos, verificar las
condiciones y calidad de los materiales y contar con un cronograma de actividades con el
fin de cumplir con los tiempos e idoneidad del proyecto.
En pocas palabras, cada uno de los participes de estos contratos, tiene conocimiento de
sus responsabilidades, asimismo de cuales son las sanciones económicas, legales e incluso
penales por el incumplimiento por parte de las mismas, el profesionalismo debe estar
presente en todo momento para no entorpecer la continuidad y la calidad en los
proyectos, la comunicación y sinergia es muy importante ya que permite un mejor trabajo
colectivo para el beneficio de la comunidad en general.