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Fábulas para primero y segundo de primaria

Karen Figueroa
CETYS UNIVERSIDAD
Aprendizaje mediado por tecnología
18 de mayo del 2019
Índice

Introducción. 3

¿Quién es el más hermosos? 4

Recuadro de actividad 8

La fábula del dinero 9

Recuadro de actividad 13

El cazador y el pescador 14

Recuadro de actividad 19

Referencias 20
Introducción
Promover el hábito de lectura por medio de fábulas. Como objetivo de
estas lecturas se pretende que los niños de primero y segundo año de
primaria reflexionen en cuanto a la moraleja de la fábula y que
reflexionen lo importante que es leer desde la infancia, también se
pretende ejercitar estrategias cognoscitivas para ampliar las
posibilidades de conocimiento de los estudiantes, por medio de
actividades que favorezcan la lectura a través del genero literario de la
fábula.

Actividad de aprendizaje: Al final de cada lectura deberán escribir y


dibujar la moraleja de cada fabula.
¿Quién es el más hermoso?

Adaptación de una antigua fábula de China

Hace cientos de años vivía en China un caballero llamado


Zou Ji. Este hombre sabía que era muy guapo y se pasaba
el día contemplándose en el espejo para disfrutar de su
propia belleza.

– ¡Ay, qué suerte tengo! Tengo un rostro delicado, un


cuerpo esbelto y una gracia natural que llama la atención
¡La naturaleza ha sido muy generosa conmigo!

Su estilo y elegancia eran famosos en todo el reino, pero


corrían rumores de que había otro hombre que podía
competir con él en hermosura: un tal señor Xu, que vivía en
otra ciudad al norte del país.

Una mañana una de las sirvientas llamó a la habitación de


Zou Ji.

– Señor, le recuerdo dentro de una hora tiene una cita en


su despacho con un importante hombre de negocios.

– ¡Es cierto! Me arreglo y bajo a recibirlo.


Zou Ji se aseó, se vistió con sus mejores ropas, y como
siempre, se encontró guapísimo.

Mientras se repasaba de arriba abajo frente al espejo,


preguntó a su mujer:

– Querida esposa, yo no conozco a ese señor Xu del que


tanto hablan, pero tú sí. Dime ¿quién es más hermoso de
los dos?

Su esposa le contestó inmediatamente:

– Tú, querido, por supuesto ¡El señor Xu es guapo pero ni


en broma se acerca a tu belleza!

A Zou Ji le agradó mucho la respuesta, pero no se quedó


conforme y decidió pedir una segunda opinión. Salió de su
alcoba, bajó la escalinata de mármol que llevaba al
despacho y se cruzó con el ama de llaves, una mujer de
confianza que llevaba más de veinte años trabajando en el
hogar familiar.

El ama le deseó los buenos días con un movimiento de


cabeza, sin detenerse.

– ¡Buenos días, señor!

– ¡Un momento, espera! Quiero hacerte una pregunta y por


favor sé sincera conmigo.
– Usted dirá.

– Sé que tú también conoces al famoso señor Xu y necesito


que me digas si él es más hermoso que yo.

La respuesta fue rotunda:

– Señor, no tenga dudas de ningún tipo ¡Usted es


muchísimo más bello y atractivo que él!

Zou Ji agradeció el cumplido, pero la duda siguió rondando


por su cabeza mientras se dirigía a su despacho personal.

Al poco rato llamaron a la puerta. De nuevo, era la sirvienta.

– Señor, su invitado acaba de llegar.

– ¡Gracias, dígale que pase!

Zou Ji recibió al hombre de negocios con sonrisa afable y


le invitó a sentarse en un cómodo sillón.

– Si no le importa, antes de meternos en temas


profesionales quiero hacerle una pregunta muy personal.

– ¡Claro que no me importa! ¿Qué quiere saber?

– Sé que usted vive al norte del país como el señor Xu y


que son amigos de la infancia.

– No se equivoca, así es.


– ¿Y según su opinión él es más hermoso que yo?

El caballero puso cara de sorpresa ante la estrambótica


pregunta, pero contestó con seguridad.

– Por favor, no se preocupe por eso ¡Usted es muy


hermoso, mucho más hermoso que él sin punto de
comparación!

– Muchas gracias, me deja usted tranquilo. Ahora, si quiere,


cuénteme qué le trae por aquí.

Pasaron tres días y la casualidad quiso que el señor Xu


visitara la ciudad. La noticia corrió como la pólvora, Zou Ji
se enteró, y rápidamente corrió a contárselo a su esposa.

– ¡Querida, el señor Xu estará una temporada en la ciudad


y quiero conocerlo! Le mandé un aviso para que viniera hoy
a comer a nuestra casa y ha aceptado gustoso la invitación.

– ¡Qué buena noticia, amor mío! Avisaré al servicio para que


todo esté listo a la una en punto.

– ¡Estupendo! Me voy arriba a emperifollarme un poco.


Tengo que pensar bien lo que me voy a poner… ¡Al fin voy
a comprobar con mis propios ojos si yo soy más guapo que
él!
El señor Xu se presentó muy puntual y el matrimonio salió
a recibirlo. En cuanto Zou Ji lo vio ¡se quedó de piedra!

Se trataba de un muchacho guapísimo que derrochaba una


elegancia innata imposible de superar. Sus dientes eran
perfectos, tenía los ojos grandes de color verde esmeralda
y su piel parecía más suave que la mismísima seda ¡Por no
hablar de que se movía de manera exquisita como si sus
pies flotaran sobre el suelo!

Zou Ji se sintió hundido en la miseria ¡Era evidente que el


señor Xu era un tipo mucho más guapo y seductor que él!

Esa noche la decepción y la tristeza no le dejaron


dormir. Lo peor para él no fue comprobar que no era tan
guapo como el señor Xu, sino darse cuenta de algo mucho
más importante y en lo que nunca había pensado.

– “Mi mujer me dijo que yo era más hermoso que el señor


Xu porque me quiere y se desvive por agradarme; mi ama
de llaves me dijo lo mismo porque tiene miedo de que la
despida de su trabajo; el hombre de negocios que me visitó
también me aseguró que yo era más bello porque me
necesita para ganar dinero…

Zou Yi, entristecido, suspiró:


– ¡Qué difícil es conocer lo que realmente piensan los
demás!

Moraleja:

En este recuadro escribe y dibuja tu moraleja.


El cazador y el pescador

Adaptación de la fábula de Esopo

Había una vez dos hombres que eran vecinos del mismo
pueblo. Uno era cazador y el otro pescador. El cazador
tenía muy buena puntería y todos los días conseguía llenar
de presas su enorme cesta de cuero. El pescador, por su
parte, regresaba cada tarde de la mar con su cesta de
mimbre repleta de pescado fresco.

Un día se cruzaron y como se conocían de toda la vida


comenzaron a charlar animadamente. El pescador fue el
que inició la conversación.

– ¡Caray! Veo que en esa cesta llevas comida de sobra para


muchos días.

– Sí, querido amigo. La verdad es que no puedo quejarme


porque gracias a mis buenas dotes para la caza nunca me
falta carne para comer.
– ¡Qué suerte! Yo la carne ni la pruebo y eso que me
encanta… ¡En cambio como tanto pescado que un día me
van a salir espinas!

– ¡Pues eso sí que es una suerte! A mí me pasa lo que, a ti,


pero al revés. Yo como carne a todas horas y jamás pruebo
el pescado ¡Hace siglos que no saboreo unas buenas
sardinas asadas!

– ¡Vaya, pues yo estoy más que harto de comerlas!…

Fue entonces cuando el cazador tuvo una idea brillante.

– Tú te quejas de que todos los días comes pescado y yo


de que todos los días como carne ¿Qué te parece si
intercambiamos nuestras cestas?

El pescador respondió entusiasmado.

– ¡Genial! ¡Una idea genial!

Con una gran sonrisa en la cara se dieron la mano y se


fueron encantados de haber hecho un trato tan estupendo.

El pescador se llevó a su casa el saco con la caza y ese día


cenó unas perdices a las finas hierbas tan deliciosas que
acabó chupándose los dedos.

– ¡Madre mía, qué exquisitez! ¡Esta carne está increíble!


El cazador, por su parte, asó una docena de sardinas y
comió hasta reventar ¡Hacía tiempo que no disfrutaba
tanto! Cuando acabó hasta pasó la lengua por el plato
como si fuera un niño pequeño.

– ¡Qué fresco y qué jugoso está este pescado! ¡Es lo más


rico que he comido en mi vida!

Al día siguiente cada uno se fue a trabajar en lo suyo. A la


vuelta se encontraron en el mismo lugar y se abrazaron
emocionados.

El pescador exclamó:

– ¡Gracias por permitirme disfrutar de una carne tan


exquisita!

El cazador le respondió:

– No, gracias a ti por dejarme probar tu maravilloso


pescado.

Mientras escuchaba estas palabras, al pescador se le pasó


un pensamiento por la cabeza.

– ¡Oye, amigo!… ¿Por qué no repetimos? A ti te encanta el


pescado que pesco y a mí la carne que tú cazas ¡Podríamos
hacer el intercambio todos los días! ¿Qué te parece?
– ¡Oh, claro, claro que sí!

A partir de entonces, todos los días al caer la tarde se


reunían en el mismo lugar y cada uno se llevaba a su hogar
lo que el otro había conseguido.

El acuerdo parecía perfecto hasta que un día, un hombre


que solía observarles en el punto de encuentro, se acercó
a ellos y les dio un gran consejo.

– Veo que cada tarde intercambian su comida y me parece


una buena idea, pero corren el peligro de que un día dejen
de disfrutar de su trabajo sabiendo que el beneficio se lo
va a llevar el otro. Además ¿no creen que pueden llegar
aburrirse de comer siempre lo mismo otra vez?… ¿No sería
mejor que en vez de todas las tardes, intercambiaran las
cestas una tarde sí y otra no?

El pescador y el cazador se quedaron pensativos y se dieron


cuenta de que el hombre tenía razón. Era mucho mejor
intercambiarse las cestas en días alternos para no perder la
ilusión y de paso, llevar una dieta más completa, saludable
y variada.

A partir de entonces, así lo hicieron durante el resto de su


vida.
Moraleja:
En este recuadro escribe y dibuja tu moraleja.
La fábula del dinero

Adaptación de la antigua fábula oriental

Érase una vez un hombre muy sabio que, al llegar a la vejez,


acumulaba más riquezas de las que te puedas imaginar.
Había trabajado mucho, muchísimo durante toda su vida,
pero el esfuerzo había merecido la pena porque ahora
llevaba una existencia placentera y feliz.

El anciano era consciente de sus orígenes humildes y jamás


se avergonzaba de ellos. De vez en cuando, se sentaba en
un mullido sillón de piel, cerraba los ojos, y recordaba
emocionado los tiempos en que era un joven obrero que
trabajaba de sol a sol para escapar de la pobreza y cambiar
su destino ¡Quién le iba a decir por aquel entonces que se
convertiría en un respetado hombre de negocios y que
viviría rodeado de lujos!

Ahora tenía setenta años, estaba jubilado y su única


ambición era descansar y disfrutar de todo lo que había
conseguido a base de tesón y esfuerzo. Ya no madrugaba
para salir corriendo a trabajar ni se pasaba las horas
tomando decisiones importantes, sino que se levantaba
tarde, leía un buen rato y daba largos paseos por los
jardines de su estupenda y confortable mansión.

Las puertas de su hogar siempre estaban abiertas para


todo el mundo. Todas las semanas, invitaba a unos cuantos
amigos y eso le hacía muy feliz. Como hombre generoso
que era, les ofrecía los mejores vinos de su bodega y unos
banquetes que ni en la casa de un rey eran tan exquisitos.

¡Pero eso no es todo! Al finalizar los postres, les agasajaba


con regalos que le habían costado una fortuna: pañuelos
de la más delicada seda, cajas de plata con incrustaciones
de esmeraldas, exóticos jarrones de porcelana traídos de la
China…El hombre disfrutaba compartiendo su riqueza con
los demás y nunca escatimaba en gastos.

Pero sucedió que un día su mejor amigo decidió reunirse


con él a solas para decirle claramente lo que pensaba.
Mientras tomaban una taza de té, le confesó:

– Sabes que siempre has sido mi mejor amigo y quiero


comentarte algo que considero importante. Espero que no
te moleste mi atrevimiento.

El anciano, le respondió:
– Tú también eres el mejor amigo que he tenido en mi vida.
Dime lo que te parezca, te escucho.

Su amigo les miró a los ojos.

– Yo te quiero mucho y agradezco todos esos regalos que


nos haces a todos cada vez que venimos, pero últimamente
estoy muy preocupado por ti.

El anciano se sorprendió.

– ¿Preocupado? ¿Preocupado por mí? ¿A qué te refieres?

– Verás… Llevo años viendo cómo derrochas dinero sin


medida y creo que te estás equivocando. Sé que eres
millonario y muy generoso, pero la riqueza se acaba.
Recuerda que tienes tres hijos, y que, si te gastas todo en
banquetes y regalos, a ellos no les quedará nada.

El viejo, que sabía mucho de la vida, le dedicó una sonrisa


y pausadamente le dijo:

– Querido amigo, gracias por preocuparte, pero voy a


confesarte una cosa: en realidad, lo hago por hacer un favor
a mis hijos.

El amigo se quedó de piedra ¡No entendía qué quería decir


con eso!
– ¿Un favor? ¿A tus hijos?…

– Sí, amigo, un favor. Desde que nacieron, mis tres hijos han
recibido la mejor educación posible. Mientras estuvieron a
mi cargo, les ayudé a formarse como personas, estudiaron
en las escuelas más prestigiosas del país y les inculqué el
valor del trabajo. Creo que les di todo lo que necesitan para
salir adelante y labrarse su propio futuro, ahora que son
adultos.

El anciano dio un sorbo al té todavía humeante, y continuó:

– Si yo les dejara en herencia toda mi riqueza, ya no se


esforzarían ni tendrían ilusión por trabajar. Estoy
convencido de que la malgastarían en caprichos ¡y yo no
quiero eso! Mi deseo es que consigan las cosas por sí
mismos y valoren lo mucho que cuesta ganar el dinero. No,
no quiero que se conviertan en unos vagos y destrocen sus
vidas.

El amigo meditó sobre esta explicación y entendió que el


anciano había tomado una decisión muy sensata.

– Sabias palabras… Ahora lo entiendo. Algún día, tus hijos


te lo agradecerán.

El anciano le guiñó un ojo y dio un último sorbo al té.


Después de esa conversación, su vida siguió siendo la
misma, nada cambió. Continuó gastándose el dinero a
manos llenas, pero, tal y como había asegurado aquella
tarde, sus hijos no heredaron ni una sola moneda.

En este recuadro escribe y dibuja tu moraleja.


Referencias

Mundo primaria

Rodríguez, C. (2017). “Quien es el más hermoso”. Recuperado de

https://www.mundoprimaria.com/fabulas-para-ninos/quien-mas-hermoso.

Consulta 18 de mayo de 2019.

Rodríguez, C. (2016). “El cazador y el pescador” Recuperado de

https://www.mundoprimaria.com/fabulas-para-ninos/el-cazador-y-el-pescador.

Consulta 18 de mayo de 2019.

Rodríguez, C. (2016). “La fábula del dinero” Recuperado de

https://www.mundoprimaria.com/fabulas-para-ninos/la-fabula-del-dinero.

Consulta 18 de mayo de 2019.

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