Anda di halaman 1dari 15

Jacques Rancière.

Argelia (1940)

Obras

• La lección de Althusser (1974)


• La palabra obrera (1830/1851 (1976)
• La noche de los proletarios, archivos del movimiento obrero (1981)
• La filosofía y sus pobres (1983)
• Louis-Gabriel Gauny. El filósofo plebeyo (1985)
• El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual (1987)
• En los bordes de lo político (1990)
• Breves viajes al país del pueblo (1990)
• Los nombres de la historia. Ensayos sobre una poética del saber (1992)
• El desacuerdo. Política y filosofía (1995)
• Mallarmé. La política de la sirena (1996)
• La fábula cinematográfica (2001)
• El inconsciente estético (2001)
• El viraje ético de la estética y la política (2005)
• El odio a la democracia (2006)
• Política, policía, democracia (2007)
• El reparto de lo sensible. Estética y política (2009)
• Momentos políticos (2010)
• El espectador emancipado (2010)
• Democracia en suspenso (2010)
• El tiempo de la igualdad. Diálogos sobre política y estética (2011)
• Bela Tarr. Después del final (2011)
• Aisthesis (2011)
• Las distancias del cine (2012)
• Malestar en la estética (2012)
• La palabra muda. Ensayos sobre las contradicciones de la literatura (2012)
• Figuras de la historia (2013)
• El método de la igualdad (2014)
• El reparto de lo sensible. Estética y política (2014)
• El hilo perdido. Ensayos sobre la ficción moderna (2014)
Comunismo de las inteligencias
La afirmación de la capacidad de todos de estar donde “no pueden” estar y hacer lo
que “no pueden” hacer. (2010:137)

¿Hay alguna ventaja en llamarlo comunismo? Veo tres razones que pueden justificar
este último nombre. La primera es que pone el acento en el principio de unidad e
igualdad de inteligencias. La segunda es que hace hincapié en el aspecto afirmativo
inherente a la colectivización de este principio. La tercera es que indica la capacidad
de autosuperación propia de este proceso, su finitud, que implica la posibilidad de
inventar futuros que no son siquiera imaginables. (2010:147)

Conocimiento y acción
Todo lo que he podido producir en tanto que teoría siempre ha estado orientado por el
pensamiento de una separación entre un cuerpo de pensamiento y la idea de que
habría prácticas, forma de aplicación que se deducirían de ese pensamiento (...) De la
descripción de un mundo no se extrae ninguna consecuencia de lo que hay que hacer
sino simplemente de la cuestión de lo que se prefiere hacer partiendo de la base de esa
descripción (…) El sentido global de lo que he hecho es que no existe una necesidad
y un conocimiento de la necesidad que funda la acción (2014:127,128).

El conocimiento de las razones de la dominación no tiene poder para subvertir la


dominación; siempre hace falta haber empezado a subvertirla; hace falta haber
empezado por la decisión de ignorarla, de no hacerle caso (2011: 17).

No hay evidencias de que el conocimiento de una situación implique su resolución. Es


más, Rancière dice que ningún “saber” tiene en sí mismo la igualdad como efecto”
(2003:16).

Democracia
“Lo que siempre he tratado de decir es que la democracia no es una forma de
gobierno, sino la práctica misma de la política. La democracia no es una forma
institucional, es ante todo la política misma, es decir, el hecho de que actúen como
gobernantes aquellos que no tienen título para gobernar, ninguna competencia para
hacerlo. Entonces, de alguna manera, la democracia es el poder de los incompetentes,
como yo lo entiendo, es la ruptura de las lógicas que fundamentan un modo de
gobierno sobre una supuesta competencia; entonces, es la interrupción de las lógicas
de la desigualdad. Por este hecho, puedo decir, con seguridad, que hay una analogía
entre emancipación intelectual y práctica política, entendida como práctica de ruptura
del funcionamiento de la desigualdad” (2003:26).

El corazón mismo de la práctica democrática no consiste en que las personas se


ocupen astutamente de sus propios asuntos, sino que se ocupen transgresivamente de
esos “asuntos comunes” que, precisamente, “no son asuntos suyos”, sino de los que
tienen los “títulos” para hacerlo (2011:90).

Fundamentalmente, el pueblo o el dèmos es más bien la gente de nada: no los pobres,


sino los que no tienen ningún título en particular para ejercer la política. El escándalo
original de la democracia es precisamente, para toda la gente de bien, que la
democracia se presenta como el gobierno de los que no tienen título para gobernar,
por oposición al gobierno de los ancianos, al gobierno de los nobles de nacimiento, de
los sabios, los científicos, de los ricos (2011:102)

La democracia no es ni un tipo de constitución ni una forma de sociedad. El


poder del pueblo no es el de la población reunida, el de su mayoría o el de las
clases trabajadoras. Es simplente el poder propio de los que no tienen más título
para gobernar que para ser gobernados (…) El escándalo de la democracia, y del
sorteo, que es su esencia, es revelar que ese título no puede ser sino la ausencia
de título; que, en última instancia, el gobierno de las sociedades no puede
descansar más que en su proopia contingencia. Hay hombres que gobiernan
porque son los más ancianos, los de mejor cuna, los más ricos o los más sabios.
Hay modelos de gobierno y de prácticas de autoridad basados en tal o cual
distribución de lugares y competencias. Esta es la lógica que, por mi parte, he
propuesto pensar bajo el térmimo “policía” (2012:71).

Desengaño
Y allí es donde se encuentra esa tradición contra la que no he dejado de luchar: la
tradición de cierto tipo de vínculo entre el pensamiento y la política, la idea del
trabajo del pensamiento como desengaño. Es ese esquema que piensa que la gente
vive en la ignorancia, que hay que sacarla de su ignorancia y mostrarle lo que no ve,
toda una lógica en la que la acción dependería de una toma de conciencia que se le
daría a la gente con respecto a cuestiones que no podría ver (…) Lo que traté de hacer
es la arqueología o la genealogía de esos mismos sistemas explicativos que están
detrás de todas esas teorías del engaño y el desengaño (2014:123).

Dignidad
Una vida democrática implica la idea de una vida colectiva fundada en algunos
significantes colectivos. Libertad o igualdad son esos significantes, no dignidad. Y
desconfío de cierta tendencia contemporánea que ofrece consideración ética en lugar
de derechos políticos. (2011:81).

Emancipación
El pensamiento de la emancipación supone que las personas tengan ganas de
franquear la barrera ¿Cuál es esta barrera que ellos deben franquear? No lo saben muy
bien. En efecto, el pensamiento de la emancipación significa preguntarle, a aquél que
quiere franquear la barrera en cuál continente quiere entrar una vez franqueada la
barrera…Para el maestro emancipador hay una sola barrera: la barrera entre la
desigualdad y la igualdad (…) el emancipador no es alguien que va a ver a las
personas para emanciparlas. La emancipación supone siempre un proceso por el cual
alguien desea pasar (2003:22)

La emancipación es la salida de una situación de minoridad. Menor es aquél que


necesita ser guiado para no correr el riesgo de perderse siguiendo su propio sentido de
la orientación. Esa es la idea que gobierna la lógica pedagógica tradicional donde el
maestro parte de la situación de ignorancia -por ende de la desigualdad- del alumno
para guiarlo o guiarla, paso a paso, por el camino del conocimiento, que también es el
camino de una igualdad futura. Esta es también la lógica de Las Luces, donde las
élites cultivadas deben guiar al pueblo ignorante y supersticioso por los caminos del
progreso. Esta es, para Jacotot, la verdadera manera de perpetuar la desigualdad en el
nombre de la propia igualdad (…) El pensamiento de la emancipación opone a esta
lógica desigual un principio igualitario definido por dos axiomas: primero, la igualdad
no es una meta a alcanzar, es un punto de partida, una presuposición, el camino
para una posible verificación. En segundo lugar, la inteligencia es una. No hay una
inteligencia del maestro y una inteligencia del alumno, una inteligencia del legislador
y otra del artesano, etc. Hay una inteligencia que no coincide con ninguna posición en
el orden social, que pertenece a todos por ser inteligencia de todos. Emancipación
entonces significa la afirmación de esa inteligencia y la verificación del potencial de
igualdad de las inteligencias (…) La emancipación implica, pues, un comunismo de la
inteligencia, puesto a funcionar en la demostración de la capacidad de “los
incapaces”, la capacidad del ignorante de aprender por sí mismo, dice Jacotot
(2010:134).

La hipótesis de la emancipación es una hipótesis de confianza (2010:139).

El futuro de la emancipación sólo puede consistir en el desarrollo autónomo de la


esfera de lo común creada por la libre asociación de los hombres y de las mujeres que
ponen en acción el principio igualitario (2010:147).

El periodista embrutecedor
Intento aplicar el principio de igualdad de las inteligencias, a saber, que en cierta
medida, todo el mundo es capaz de comprender algo de lo que yo estoy diciendo y de
hacer algo con ello. Esta capacidad que uno puede suponer que los otros poseen es
independiente del nivel cultural que se supone que tienen. Si me invita una asociación
que organiza debates culturales en un pueblito de provincia diré lo mismo que en una
universidad supuestamente prestigiosa. Pienso que la cuestión fundamental es saber si
tengo algo para decir o no y entonces tratar de decirlo de la mejor manera posible. Lo
que un público determinado siente es si la persona tiene algo o no tiene nada para
decir. En el primero de los casos, se tomará su tiempo para pensar en ello (…)

El asunto es más complicado cuando se trata de periodistas. En nuestra sociedad, el


periodista se convirtió en la figura del pedagogo embrutecedor. Es el pedagogo
supremo que, ni bien lo ve llegar a uno, comienza a estremecerse diciéndole "sabe,
usted no está entre intelectualoides, etc. No debe hablar demasiado, hay que emplear
palabras muy simples”. Es una actitud que está ligada a la función. Es lo mismo si la
función la cumplen estudiantes de la Escuela Normal, catedráticos de la Universidad,
etc. Es el principio mismo de la función suponer que nos estamos dirigiendo a
imbéciles. Tengo por principio decir que no me dirijo a imbéciles sino a seres que
tienen la misma inteligencia que yo, decir lo que tengo que decir, y eso es todo.
Jacques Rancière (2014:251).

El poder de los anónimos


La tesis catastrofista reaparece ante cada nuevo medio: cine, radio, televisión,
internet, redes sociales. A pesar de lo que pueda tomar prestado a las profundidades
filosóficas heideggerianas o al rigor científico y político del marxismo, esa tesis
remite siempre al viejo mito de la caverna que presenta a los ignorantes manipulados
por aquellos que mueven los hilos.
Ahora bien, a pesar de todos aquellos que asimilan Internet a la vigilancia totalitaria,
las redes sociales han servido por ejemplo en China para construir formas de
información y circulación de las ideas que se oponen al monopolio del Estado
policial. Y en nuestros países, supuestamente abocados al individualismo consumidor,
han permitido que las personas separadas entre sí por las nuevas formas de trabajo se
comuniquen, se encuentren, reconozcan lo que les une y tomen confianza. De ese
modo han proporcionado una figura material al poder de los anónimos.
Pero ese efecto no es inherente al medio técnico. Cada día constatamos que el mismo
medio es también una vía de expresión y difusión de todos los fantasmas identitarios,
racistas, sexistas y demás.

Escuela
Yo no pienso tanto en las formas específicas de reforma de la escuela en un sentido
liberal, etc.; pienso, más bien, el hecho de que, cada vez más, la desigualdad tiene por
legitimación fundamental las legitimaciones escolares. Todas las legitimaciones
naturales de la desigualdad se hallan más o menos rechazadas o se han dejado de lado.
Estamos en sociedades que se supone son iguales. Por consiguiente, se funciona bajo
la suposición de la igualdad social y cuando se funciona bajo la suposición de la
igualdad, la única desigualdad que puede de alguna manera valer como explicación
es, precisamente, la desigualdad intelectual, y la idea de que los individuos son menos
fuertes unos que otros. En consecuencia, hay toda una visión contemporánea de la
desigualdad en términos de oposición simple entre los “primeros de la clase” y los
“atrasados” (2003:25).

Estética
Desde hace mucho tiempo la estética sabe, sin embargo, que contrariamente a lo que
cree y hace creer la máquina de la información, las palabras siempren mostrarán
mejor que la imagen toda magnitud que sobrepase la medida: horror, gloria,
sublimidad, éxtais (2013: 47).

Ética
No creo que de ninguna manera sea una actitud de respeto ético lo que pueda resolver
los problemas (2011:95)

Filosofía
Estoy totalmente en contra de la idea de que el objetivo de la filosofía sería
establecer los fundamentos del saber. Para mí, es mucho más una actividad de
deconstrucción, de desclasificación. La filosofía debe cuestionar la pretensión del
discurso de las ciencias humanas de delimitar su territorio y sus métodos, y de
separar su discurso del de sus propios objetos. Las ciencias humanas y la filosofía
están constituidas por descripciones, argumentaciones, imágenes que dependen
de la lengua y el pensamiento de todos. Para mí, la palabra de los obreros, los
pobres, los marginados siempre fue un sistema de pensamiento como cualquier
otro (…)

El filósofo debería evitar hacer diagnósticos. La filosofía es una actividad que


desplaza las competencias y las fronteras: que cuestiona el saber de los
gobernantes, de los sociólogos, de los periodistas e intenta atravesar terrenos
cercados. El filósofo no debería darse aires de experto. Porque esas supuestas
"competencias" son una forma de rechazar a aquellos que serán calificados de
"incompetentes", cuando el filósofo busque justamente poner en evidencia la
capacidad de pensar de cada uno. El objetivo de un filósofo es salir de esa vieja
tradición intelectual que consiste en explicar a "aquellos que no comprenden", en
vez de valorizar las capacidades intelectuales que pertenecen a todos. (Jacques
Rancière, el dinamitador de muros. Entrevista con adncultura. 5 de octubre,
2012)

Freire/Rancière
El pensamiento de Jacotot no es un pensamiento de la concientización, que busca
armar a los pobres en tanto que colectividad. El pensamiento de Jacotot se dirige a los
individuos (…) Hay, entonces, una separación de las intenciones entre emancipación
intelectual y “jacotista” y movimientos del tipo de Paulo Freire. Pero hay algo que es
común en el proceso de emancipación intelectual como vector de movimientos de
emancipación política: que se separan de una lógica social, de un lógica de institución
(…) En la medida en que la educación, a la manera de Paulo Freire, supone algo
como un método, algo como un conjunto de medios para instruir a los pobres como
pobres, con seguridad ello lo pone de una vez por todas por fuera del “método” de
Jacotot, que no es un método, que es como la reproducción de una relación o
dispositivo fundamental, pero que rechaza cualquier institucionalización de un
“método”, cualquier idea de un sistema que sería específicamente propio de la
educación del pueblo (2003:25).

Hablar
Detrás de todo conflicto político, está el conflicto sobre el hecho mismo de saber
quién está dotado de la capacidad de la palabra. La dominación se fundamenta
siempre en la idea de una diferencia sensible, en la idea de que hay personas que no
hablan verdaderamente, o que no hablan más que para expresar el hambre, la cólera y
cosas así. Durante mucho tiempo, este modelo ha servido para relegar a las clases
pobres o, incluso, durante más tiempo, para relegar a las mujeres (2011:103).

¿Quién puede hablar? ¿Quién puede ver? ¿Quién está cualificado para decir lo que
vemos y el sentido de lo que vemos? Para Rancière “la revolución es el
acontecimiento del habla”. “Es la captación de los cuerpos hablantes mediante
palabras que los arrancan de su lugar”. El acontecimiento del habla es la lógica del
rasgo igualitario, de la igualdad en una última instancia de los seres hablantes, que
viene a disociar el orden de las nominaciones por el cual cada uno tiene asignado un
lugar o, en términos platónicos, su propia tarea (…) El acontecimiento del habla
sobreviene cuando los guerreros o los artesanos se apoderan de palabras que no
estaban destinados a ellos (2011:40).

Hipótesis de la igualdad de inteligencias


No es una hipótesis basada en una teoría del conocimiento. Es una presuposición -en
el sentido de un axioma-, es algo que debe ser presupuesto para ser verificado
(2003:18) “Es necesario que yo decida que las inteligencias son iguales”. “Yo no
puedo, quiere decir que empleo mi inteligencia para probarme que no puedo”.
Rancière dice: ¿Quieres la igualdad o quieres la desigualdad? ¿Quieres consagrar tu
inteligencia a probarte que eres incapaz o a probarte que eres capaz? (2003:20).

Humor
Si mi texto es polémico, lo que trato es de integrar la posición contra la cual estoy
polemizando sin caer en la forma de la denuncia, y, al mismo tiempo, es necesario
marcar bien la diferencia. La cuestión del humor es la cuestión de la diferencia
mínima que crea un desnivel y que tiene sentido. En principio, hay humor allí donde
se describe algo no natural como si lo fuera. Es fácil advertir que esas cuestiones de lo
natural y lo no natural tienen una larga historia, pensemos en Brecht. Se trata siempre
de lograr que se sienta que algo que no anda bien sin tener que decir: esto es lo que
está bien, esto es lo que está mal, esto es lo verdadero, esto es lo falso. Volvemos a
encontrar la cuestión de los efectos. El humor espera un auditor, un lector, un
espectador cuya adhesión supone que no se le dé el trabajo todo masticado. Trato de
construir un discurso que esté hecho de desniveles porque, más allá, todo desnivel es
un efecto de dominio y designa lo que constituye el discurso verdadero contra el
discurso falso, la ilusión, el discurso engañoso. También es una manera de deshacer la
posición del erudito (2014:130).

Ignorancia
Es la lógica misma de la relación pedagógica: el papel atribuido allí al maestro es el
de suprimir la distancia entre su saber y la ignorancia del ignorante. Sus lecciones y
los ejercicios que el da tienen la finalidad de reducir progresivamente el abismo que
los separa. Por desgracia, no puede reducir la brecha excepto a condición de recrearla
incesantemente. Para remplazar la ignorancia por el saber, debe caminar siempre un
paso adelante, poner entre el alumno y él una nueva ignorancia. La razón de ello es
simple. En la lógica pedagógica, el ignorante no es solamente aquél que aún ignora lo
que el maestro sabe. Es aquél que no sabe lo que ignora ni cómo saberlo. El maestro,
por su parte, no es solamente aquél que detenta un saber ignorado por el ignorante. Es
también aquél que sabe cómo hacer de ello un objeto de saber, en qué momento y con
qué protocolo. Pues en rigor de verdad no hay ignorante que no sepa ya un montón de
cosas, que no las haya aprendido por sí mismo, mirando y escuchando a su alrededor,
observando y repitiendo, equivocándose y corrigiendo sus errores. Pero ese saber,
para el maestro, no es más que un saber de ignorante, un saber incapaz de ordenarse
de acuerdo con la progresión que va de lo más simple a lo más complejo (…) Lo que
le falta, lo que siempre le faltará al alumno, a menos que él mismo se convierta en
maestro, es el saber de la ignorancia, el conocimiento de la distancia exacta que
separa el saber de la ignorancia" (2010:15 y 16).

Igualdad
La igualdad no es una meta que los gobernantes y las sociedades tendrían que
alcanzar. Ubicar la igualdad como una meta que hay que atender a partir de la
desigualdad es instituir una distancia que la operación misma de su “reducción”
reproduce indefinidamente. Quien parte de la desigualdad está seguro de encontrarse
con ella al llegar. Hay que partir de la igualdad, de ese mínimo de igualdad sin el cual
ningún saber se transmite, ningún mando se acata, y trabajar para ampliarla
indefinidamente. El conocimiento de las razones de la dominación no tiene poder para
subvertir la dominación; siempre hace falta haber empezado a subvertirla; hace falta
haber empezado por la decisión de ignorarla, de no hacerle caso (...) La igualdad es
una presuposición, un axioma de partida, o no es nada (2011:17).

El primer sufrimiento es precisamente el de ser tratado como alguien que sufre. Y si


un sociólogo algo puede hacer para aliviar al que tiene sentado frente a sí, no es
aclarándole las causas de su sufrimiento, sino escuchando sus razones y dándoselas a
leer como razones y no como la expresión de una desdicha. El primer remedio a la
“miseria del mundo” es sacar a la luz la riqueza que conlleva. Porque el primer mal
intelectual no es la ignorancia, sino el desprecio. El desprecio hace al ignorante y no
la falta de ciencia. Y el desprecio no se cura con ninguna ciencia sino tomando el
partido de su opuesto, la consideración (2013:18).
Se entiende que un movimiento igualitario no es un movimiento de personas que
están preocupadas en todo momento por el hecho de llevar a cabo la igualdad. Un
movimiento igualitario es un movimiento de personas que ponen en común su deseo
de vivir otra vida, para decirlo en los términos más clásicos. Siempre dije que la
igualdad era una dinámica y no una meta. La gente no se junta para llevar a cabo la
igualdad, lleva a cabo cierto tipo de igualdad juntándose (2014:).

Es cierto que no sabemos que los hombres son iguales. Decimos que "quizá" lo son.
Es nuestra opinión e intentamos, con quienes lo creen como nosotros, comprobarla.
Pero sabemos que este "quizá" es eso mismo por lo cual una sociedad de hombres es
posible (...) (2003:106).

Igualdad/desigualdad
La lógica social “normal” es una lógica de la desigualdad, en la cual, se quiere la
igualdad: tenemos, entonces, instituciones que van a transformar la desigualdad en
igualdad, es decir, de hecho, transformar la igualdad en desigualdad (2003:26)

No se trata de una reivindicación de la igualdad sino de una afirmación de igualdad


(2011:104).

Igualdad futura y actual


Los intelectuales presuponen la desigualdad y establecen una distancia entre la
igualdad futura y la actual. Son los famosos granitos de arena que sumados,
supuestamente, terminarán por promover la igualdad, mañana, en un mundo mejor, es
decir, nunca…. Por el contrario, Rancière afirma que la igualdad es “una hipótesis
práctica”, un axioma. No se trata de que todos somos iguales, no lo somos. Igualdad
no es homogeneidad. Se trata de que todos podemos pensar, actuar y hablar. La
igualdad no se busca sino que se decreta. Rancière afirma que todos tenemos la
misma inteligencia, y que por lo tanto podemos rechazar las jerarquías del saber, la
superioridad, la división entre provistos y desprovistos, rechazar las explicaciones.

Intelectual
El nombre “intelectual” dice lo siguiente: están aquellos cuya tarea es pensar y
aquellos cuya tarea no lo es. La distinción no se basa en ninguna comparación de las
actividades cerebrales o el peso de los cerebros. Los que no piensan son aquellos que
no tienen el “ocio” de pensar, los que no son considerados como seres pensantes que
participan en el pensamiento y los asuntos comunes (…) Por lo tanto, debemos
invertir la doxa que reconoce autoridad a los intelectuales en las cosas de la mente,
discutiendo su intervención en las cosas de la política. La figura del especialista de las
cosas de la mente tiene mucho de farsa, al igual que la empresa de reunir intelectuales
para la tarea específica de pensar. El nombre de “intelectual” solo significa algo en
cuanto categoría de la división entre el pensamiento y la acción política (…) La
“condición intelectual” no es más que la condición general del animal humano (2010:
69).

Intelectual es una palabra extraordinaria. Un movimiento de intelectuales es un


movimiento que rompe el reparto de la palabra y los saberes, que rompe la solidaridad
de los que saben con los que gobiernan (2011:87)
Yo no hablaría del intelectual, me referiría a mi papel en tanto investigador y escritor.
Lo que atraviesa todos mis escritos, después de todo, es mantener la deseabilidad de
esos estados de subversión global de las relaciones de autoridad y de todos los
sistemas de representación que vuelven aceptables, normales o ineluctables esas
relaciones de autoridad. No sé si se trata de un trabajo de intelectual (2014:215).

Estos textos se mueven en ese terreno. Es decir, que para hablar de política no apelan
a ninguna vocación típica de un personaje definido como intelectual de pensar lo
universal. Muchos de los textos de esta recopilación, comenzando por el primero, son
muestras de la negativa a construir esa identidad de intelectual. No sólo porque sirve
como estandarte para algunos payasos que comienzan sus carreras en las tribunas de
la plebe sufriente para terminarla como cortesanos de los ambiciosos más ordinarios.
Es que la idea misma de una clase de individuos que tendría como especificidad
pensar, es una bufonada que únicamente la bufonada del orden social puede volver
pensable (…) El nombre de “intelectual” como calificación de un individuo está vacío
de sentido. (2010:18).

Desde Mayo del 68, los intelectuales se transformaron en "especialistas de los


síntomas". En médicos que hacen diagnósticos, que deploran y juegan al oráculo
pero no curan. Se los interroga, se los cita, pero se les pide que no propongan
ningún remedio. En Francia, en particular, sirven para decir que la sociedad está
enferma. Y repetirlo hasta el cansancio mediante lugares comunes a través de los
cuales las elites declaran la enfermedad de sus contemporáneos. (Jacques
Rancière, el dinamitador de muros. Entrevista con adncultura. 5 de octubre,
2012)

Lo posible
Se trata de gente que se vuelve capaz de hacer lo que no era capaz, que logran hacer
una abertura en la pared de lo posible. Al agruparse según las diversas modalidades,
incrementan esa competencia y se largan a vivir de manera más intensa, lo que
incluye toda suerte de enriquecimientos. Tal vez no haya que pensar en un nuevo tipo
de militante, de intelectual, es algo que ha sido fundamental en todo movimiento
igualitario, de emancipación.

Lógica de los inferiores-superiores


Es claro que la respuesta “ustedes tienen la escritura, nosotros tenemos la memoria en
la cabeza” supone que la cabeza de los negros está mejor hecha que la cabeza de los
blancos, que necesitan la escritura. El pensamiento de la emancipación rechaza esta
concepción de diversidad cultural como reparto de las superioridades (2003:22).

Maestro ignorante
Es un maestro que no transmite su saber y que tampoco es el guía que conduce al
alumno por el camino (2003:17) Es un maestro que empíricamente se retira del juego
y dice a aquel que es candidato a la emancipación: es tu asunto, he aquí el libro, he
aquí la plegaria, he aquí el calendario, he aquí lo que vas a hacer, mira los dibujos,
dime que reconoces ahí y así sucesivamente.
Ignorante, quiere decir fundamentalmente ignorante de la desigualdad. El maestro
ignorante es aquél que no quiere saber nada de las razones de la desigualdad.
Cualquier experiencia pedagógica normal está estructurada por razones de
desigualdad. Ahora bien, el maestro ignorante es aquél que es ignorante de ello y que
comunica dicha ignorancia, es decir, comunica esta voluntad de no saber nada de eso
(2003:20).

Marxismo cientificista
¿Qué era el marxismo cientificista? Era la idea de que la dominación se fundamenta
simplemente en la posesión o desposesión del saber, la idea de que los proletarios
estaban privados del saber de su situación, del saber de lo que la causaba y que, en
consecuencia, el papel de los intelectuales consistía en aportarles esa conciencia que
les faltaba. El trabajo que hice en la “Noche de los proletarios” (1981) consistió,
justamente en salir de esta problemática. Lo que intenté, más precisamente, fue decir
que el conocimiento del famoso secreto de la mercancía, el secreto del capital y de la
plusvalía, es algo que nunca les ha faltado a los proletarios; los que les faltaba -al
menos eso es lo que intentaban conquistar en los textos que estudié- era algo
diferente: el sentimiento de la posibilidad de un destino diferente, el sentimiento de
participación en la cualidad del ser hablante.
Su problema no era pasar de una ignorancia al saber, sino que consistía en romper un
reparto tradicional que colocaba a los hombres del pensamiento y de gobierno en un
lado y, en el otro, a los hombres de trabajo, los hombres del ruido. Aristóteles dijo en
un texto célebre que la política está fundada en la cualidad que posee el hombre de ser
hablante, pero precisamente se rechaza aplicar esta cualidad de ser hablante a una
proporción siempre mayoritaria de la humanidad. Y este reparto primordial entre, por
una parte, los hombres de palabra y de la visibilidad y, por otra, los hombres del ruido
y de la oscuridad sirve como base para el reparto entre los que saben y los que
ignoran.
Tal es la paradoja del cientificismo. A menudo quiere sacar a los dominados de su
situación por medio de la ciencia. Pero haciendo eso, no puede sino considerarlos
como ignorantes. El cientificismo es la idea de que la ciencia del científico es ciencia
de la ignorancia del ignorante. Ello significa que el objeto de la ciencia es, al mismo
tiempo, su otro: la víctima de la ideología dominante en el marxismo, la víctima del
desconocimiento en la sociología de Bourdieu, el hombre de la creencia en la historia
de las mentalidades. Romper con el cientificismo marxista era, de hecho, romper por
adelantado, con las figuras "soft" del cientificismo que han tomado su relevo
(2011:82).

Odio a la democracia
El crimen democrático contra contra el orden de la filiación humana, es, ante todo un
crime político, es decir, simplemente la organización de una comunidad sin vínculos
con el Dios padre. Lo que se implica y denuncia bajo el nombre el nombre
democracia es la política misma (…) La democracia es el capricho del dios, del azar,
es decir, de una naturaleza que se derroca a sí misma como principio de legitimidad
(…) Es el de una superioridad que no se basa en más principio que la ausencia misma
de superioridad (…) Democracia quiere decir, ante todo, esto: un “gobierno” arcaico,
fundado nada más que en la inexistencia de título alguno para gobernar (53 y 63).

Opresor/Oprimido
Para Rancière la figura socrática “no es la del emancipador, sino la del opresor por
excelencia, que organiza una puesta en escena en la cual el alumno debe ser
confrontado a las lagunas y aporías de su propio discurso” (…) Por opresor se
entiende el método que hace aparecer en el pensamiento de aquel que habla, el
sentimiento de su propia incapacidad (…) La opresión es, en el fondo, lo propio del
método que hace hablar a alguien para hacerle concluir que aquello que él dice es
inconsistente y que él jamás habría sabido que aquello que tenía en la cabeza era
inconsistente, si alguien no le hubiera señalado el camino para demostrarse, a sí
mismo, su propia insuficiencia. (2003:16)

Pasión por la desigualdad


No es el amor a la riqueza ni a ningún bien lo que pervierte la voluntad, es la
necesidad de pensar bajo el signo de la desigualdad. Hobbes hizo al respecto un
poema más "atento" que el de Rousseau: el mal social no proviene del primero al que
se le ocurrió decir: "esto es mío"; proviene del primero al que se le ocurrió decir "Tú
no eres mi igual". La desigualad no es la consecuencia de nada, es una pasión
primitiva; o, más exactamente, no tiene otra causa que la igualdad. La pasión por la
desigualdad es el vértigo de igualdad, la pereza ante la tarea infinita que ésta exige, el
miedo ante lo que un ser razonable se debe a sí mismo. Es más fácil compararse,
establecer el intercambio social como ese trueque de gloria y de menosprecio donde
cada uno recibe una superioridad como contrapartida de la inferioridad que confiesa
(2003:106)

Pensar y trabajar
Rancière impugna la separación entre los que piensan (y saben objetivamente cómo
funciona la sociedad) y los que trabajan (que sólo actúan y tienen un conocimiento
falso de su situación). Esa posición no hace más que legitimar la desigualdad entre los
que saben y los que ignoran. Los ignorantes, precisan el conocimiento de un maestro
para emanciparse. No pueden solos porque viven “en la noche de ignorancia”. Afirma
que lo que le falta a los explotados “no es un conocimiento de los mecanismos de la
dominación, sino una visión de ellos mismos como seres capaces de vivir algo
diferente de ese destino de explotados y dominados” (2011:76)

Pensamiento crítico
Existe un pensamiento “crítico” que apoya un movimiento social sin tener la
posibilidad de pensar la significación política de ese movimiento. ¿Qué es, en efecto,
un movimiento político? Es un movimiento que pone en cuestión el reparto dado de lo
sensible, es decir, la configuración de los datos de las “evidencias sensibles” que
sostienen la dominación -o sea-, el reparto de los que tienen y de los que no tienen la
cualidad para ver los datos y para argumentarlos. Este es, precisamente el objetivo de
la política: ¿qué es lo que constituye una situación? ¿Quién está cualificado para decir
lo que vemos y el sentido de lo que vemos? (…) El pensamiento crítico permanece
atrapado en el esquema en el cual lo político es la apariencia cuya verdad escondida
reside en lo social, y escondida de entrada en los agentes del movimiento. Para el
pensamiento crítico, un movimiento social es un movimiento que muestra el estado de
la sociedad y la mentira de la dominación. Es portador de una verdad cuyo
conocimiento sólo compete a los científicos, frente a los “desprovistos”, que son
víctimas fatales de su ignorancia” (2011:88).

Primero, está la paradoja de Bourdieu, que es también la paradoja tradicional de todas


las formas del pensamiento “crítico”, del pensamiento cientificista de izquierdas, y
que consiste en un discurso que muestra la necesidad de la dominación y la necesidad
de que el dominado desconozca la ley de esa dominación”… Pero la contradicción
del pensamiento cientificista/crítico juega en ambos sentidos. Por un lado, demuestra
a los dominados que son víctimas de la dominación, que la igualdad es imposible –y,
de entrada, a un nivel intelectual: quien crea que lo ha entendido está engañado por
esa misma creencia, etcétera (2011:86).

En mi caso, se trataba de salir de la tradición crítica que siempre intenta mostrar el


punto en el que la dominación es visible, en el que la opresión es visible, en el que la
mentira se ha revelado, en resumen, la tradición que intenta hacer confesar. Si la
tradición crítica suele fracasar respecto a su vocación, es porque siempre ha intentado
que su objeto confiese (2011:99).
¿Qué es lo que yo hago al respecto? (…) Intervengo a partir del momento en el que
una instancia ya ha intercedido con la crítica del consenso y ha mostrado que lo que
está en juego no consiste en comprender o no comprender sino en dos mundos
sensibles que se enfrentan. En ese momento se da un desmontaje de la escena oficial
que los que piensan que saben han construido. A los que conocen el fondo de las
cosas les opongo la verdad de las cosas, una escena en la que no existe la verdad de
las cosas sino dos mundos que se enfrentan y que se puede ubicar en el
enfrentamiento mismo. No es más que una primera forma de respuesta, pero en ese
momento la crítica es una deconstrucción del dominio, mientras que el desengaño
habitual es una lógica del dominio (…) No se trata de desengañar. Lo que intento es
desestabilizar una opinión intelectual dominante que cree que es de izquierda cuando
en realidad es enteramente reaccionaria. Eso no produce sino efectos limitados
(2014:137-138).

Política
La política no se identifica con el curso ininterrumpido de los actos de gobierno y de
las luchas por el poder (…) Un momento político ocurre cuando la temporalidad del
consenso es interrumpida, cuando una fuerza es capaz de actualizar la imaginación de
la comunidad que está comprometida allí y de oponerle otra configuración de la
relación de cada uno con todos. La política no necesita barricadas para existir. Pero sí
necesita que una manera de describir la situación común y de contar a sus
participantes se oponga a otra y que se oponga significativamente (…) La política
sólo existe por la acción de los sujetos colectivos que modifican concretamente las
situaciones afirmando allí su capacidad y construyendo el mundo con esta capacidad:
empleados de transportes que se vuelven caminando para afirmar que también son tan
capaces como los “expertos” ministeriales de pensar en el futuro y redefinen así una
ciudad de caminantes solidarios; africanos en huelga de hambre que muestran que son
de aquí al igual que quienes nacieron aquí con una piel más clara, que con su trabajo
contribuyen a la comunidad política, etc. (2010:13).

Podemos decirlo de otra manera: No existe una teoría política. O también: toda teoría
política es un discurso de circunstancia sobre las circunstancias de la política, una
manera de decir los lugares y los momentos de su intervención, los objetos que
conciernen a su acción, los sujetos que forman parte de ella. (2010:16).

La policía es la organización de la sociedad en un todo divisible en partes. Cada una


de ellas corresponde a sitios, funciones, competencias y maneras de ser bien
definidas. Es la concepción del gobierno como la gestión de ese equilibrio por parte
de aquellos que están calificados para hacerlo. Podría tratarse de la antigua división
de la sociedad en sacerdotes, guerreros y trabajadores, pero también de la encuesta
moderna, que nos indica qué grupo social y qué segmento de edad comparten una
opinión. En el mundo moderno, esta práctica asume la característica del consenso que,
en vez del acuerdo entre individuos, es más bien una forma de fijar los límites de una
posibilidad. Por el contrario, la política supone que los datos son siempre
cuestionables, que la comunidad supera siempre toda clasificación de sectores e
intereses sociales y que ningún grupo posee la calificación necesaria para gobernar.
La política se identifica con la parte de los que no tienen parte. Esto no quiere decir
con la parte de los excluidos, sino con la igual capacidad de todos (Jacques Rancière,
el dinamitador de muros. Entrevista con adncultura. 5 de octubre, 2012)

Política y policía
Lo que propongo, de hecho, es oponer dos nociones. La noción de “policía”,
entendida no solamente en el sentido de represión, de control social, sino de actividad
que organiza la reunión de los seres humanos en una comunidad y que ordena la
sociedad en términos de funciones, de lugares y títulos que deben ocuparse. Y hay
luego otro proceso, el de la igualdad. Este consiste en el juego de prácticas guiadas
por la presuposición de la igualdad de cualquiera y por la preocupación de verificarlo:
el nombre más propio para designarlo es el de “emancipación”. Lo que llamamos
política es, de hecho, el enfretamiento constante entre esos dos procesos, una lucha
para decir lo que es la “situación” misma (…) Ahora, el principio de la policía
siempre ha consistido en partir a la humanidad entre los que “saben” y esos de los que
se dice que simplemente manifiestan descontento, furor, histeria (2011:74).

La actividad política es aquella que desplaza a un cuerpo del lugar que le estaba
asignado o cambia el destino de un lugar; hace ver lo que tenía razón para ser visto,
hace escuchar como discurso lo que no era escuchado más que como ruido (1996:45).

Populismo
Por un lado, estoy resueltamente a favor de que se desmonte el concepto de
populismo tal como funciona actualmente en nuestras sociedades. Pero eso no
quiere decir, sin embargo, que validaría el entusiasmo que manifiestan muchos
por los gobernantes sudamericanos. Cuando veo que Hugo Chávez quiere ser
presidente por tercera vez, me digo que está lejos de ser un demócrata. Un
demócrata es aquel que crea las condiciones para que alguien lo suceda cuanto
antes. Para que no haya precisamente necesidad de un jefe, de una encarnación
suprema de la nación.

Promesa
El tiempo de la promesa es por lo general también un tiempo del aplazamiento de la
promesa, o un tiempo que dice que no va a ocurrir así, que sólo va ocurrir si se acepta
que ahora no es posible. Sin remontarnos a la cuestión de la iglesia con el fin de los
tiempos, si se piensa en toda la cuestión de la promesa revolucionaria, cuando se la
sistematizó, cuando se le dio una forma teórica, lo fue bajo esta forma: hay promesa
para aquellos que no están apurados, para los que no creen que el futuro ya está acá.
La idea del progreso es también la idea de que el progreso debe ser ordenado, que
ante todo es una manera de recuperar el atraso y que, para recuperar el atraso, es
necesario que los avanzados se ocupen de que los atrasados avancen, pero no
demasiado rápido. Es la demostración que retomé de Jacotot. Pero es también toda la
experiencia del marxismo: la necesidad de esperar, contra todas las impaciencias, que
se hayan reunido las condiciones gracias al desarrollo de las fuerzas productivas, pero
también la idea de que ese desarrollo mismo se la pasa creando nuevos atrasados que
van a constituirse en frenos al progreso, etc. Está esa dialéctica de la promesa y el
momento en que, finalmente, lo que domina es la idea de que la promesa era
mentirosa. Pero también, detrás de la dialéctica del progreso y del atraso, está la
oposición entre los que viven en el tiempo del conocimiento y de la acción y los que
viven en el tiempo sufrido de la supervivencia y la repetición.

Relación emancipadora
La relación emancipadora demanda que la igualdad sea tomada como punto de
partida. Demanda que se parta, no de aquello que el “ignorante” ignora, sino de
aquello que sabe. El ignorante siempre sabe algo y siempre puede relacionar lo que
ignora con lo que ya sabe (2003:19)

Revolución y Sublevación
No tengo nada en contra del término revolución, pero es importante deshacer el
vínculo entre las revoluciones y "la" revolución, entre los acontecimientos, las
coyunturas revolucionarias y la revolución como el cumplimiento de una necesidad
histórica, el paso radical de un modo de producción a otro, según el modelo marxista.
En la historia moderna se conocieron revoluciones que duraron tres días, algunos
meses, algunos años. ¿En qué consiste una revolución, a mi entender? Es el momento
en que todo un orden de lo visible, de lo pensable, de lo posible se encuentra
brutalmente despachado y remplazado (...) Pero una revolución es una secuencia en el
tiempo en la que las relaciones de autoridad y toda la construcción del mundo sensible
y pensable en el que vivimos se encuentran brutalmente trastornadas. Lo cual se
extiende más o menos a lo largo del tiempo, pero es posible denominar revolución a
todo proceso de ese tipo. La sublevación designa el hecho de que la gente se mueve,
pero no señala ese proceso importante de transformación de la escena de lo posible.
Hay que poder calificar de nuevo como revolución los trastornos, sobre cierta
secuencia temporal, de las relaciones de autoridad, incluso de representación de lo
que pone a la gente dentro de una comunidad, con consecuencias a corto, medio o
largo plazo, que resultan extremadamente diferentes (Rancière, 2014:214)

Saber
(…) Parecía claro que no se trataba de adquirir un saber faltante ni de afirmar la
propia voz del movimiento obrero. Se trataba más bien de despojarse de un saber y de
cierta voz. La posibilidad de una palabra propia por parte de la comunidad obrera
pasaba por la desidentificación de un cuerpo, de una cultura y de una identidad obrero
dados (…) La emancipación, aquella que consistía ante todo en tomar -dentro del
lugar donde se trabaja a cuenta de otro- el tiempo de una mirada para sí mismo que se
aleje de la dirección impuesta al brazo y se apropie del “desposeído” espacio de
trabajo; a ganar, sobre la noche destinada a reproducir la fuerza del trabajo, el tiempo
de leer, escribir o hablar; escribir no como obrero, sino como cualquier otro
(2013:13).

Voluntad
Es lo que se transmite. ¿Qué significa transmitir una voluntad? Transmitir una
voluntad es como transmitir una opinión (2003:19) (…) La voluntad del maestro tal
como Jacotot lo describe es una voluntad que debe efectuarse completamente en la
decisión del incapaz que decide que es capaz (2003:21)
Bibliografía utilizada
Rancière, Jacques (2011), Los hombres como animales literarios, el tiempo de la
igualdad. Diálogos sobre política y estética, Herder, Barcelona.
Rancière, Jacques (2006), El desacuerdo, Buenos Aires, Nueva Visión.
Rancière, Jacques (2013), El Filósofo y sus pobres, UNGS/Inadi, 2013.
Rancière, Jacques (2003), Entrevista, en Cuadernos de Pedagogía. Rosario, Buenos
Aires, Libros del Zorzal.
Rancière, Jacques (2014), Potencias y problemas de una política: entrevista con
Rancière. Por Amador Fernández Savater
http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/01/potencias-y-problemas-de-
una-politica.html.
Rancière, Jacques (2014), El método de la igualdad. Conversaciones con Laurent
Jeanpierre y Dork Zabunyan. Buenos Aires, Nueva Visión.
Rancière, Jacques (2010), Momentos políticos, Buenos Aires, Capital Intelectual.
Rancière, Jacques (2010), El espectador emancipado, Buenos Aires, Bordes,
Manantial.
Rancière, Jacques (2011), El tiempo de la igualdad. Diálogos sobre política y
estética.
Rancière, Jacques (2012) El odio a la democracia, Buenos Aires, Amorrortu.
Rancière, Jacques (2013), Figuras de la historia, Buenos Aires, Eterna Cadencia
Editora.
Rancière, Jacques (2012), El dinamitador de muros. Entrevista con adncultura. 5
de octubre, 2012)
Rancière, Jacques (2003), El maestro ignorante, Barcelona, Laertes.

Anda mungkin juga menyukai