La respuesta al estrés está controlada por el sistema nervioso central, controlando los sistemas
encargados de mantener la homeostasis.
Las neuronas del hipotálamo poseen axones que se proyectan a la capa externa de la eminencia
media donde secretan la hormona corticotrofina. La hormona de la corticotrofina estimula las
células corticotropas que secretan la hormona adrenocorticotrofa, y en respuesta a la estimulación
de esta hormona secretan glucocorticoides (en el ser humano cortisol).
Cuando se presenta el estrés se puede descontrolar los niveles de las catecolaminas afectando así
los órganos linfáticos primarios y los segundarios generando una menor producción de células
inmunes como los linfocitos T y B, macrófagos etc, producidos en algunos de estos órganos
disminuyendo la respuesta inmune.
En modelos experimentales se estudió los efectos de las hormonas del estrés sobre la progresión de
enfermedades autoinmunes, por ejemplo la glucocorticoides esta relacionada con efectos
inmunosupresores dado a sus altos niveles de producción, por el contrario, los niveles bajos de esta
hormona facilitan el funcionamiento del sistema inmune y aumentan el riesgo de que las células
inmunes ataquen elementos propios del organismo, lo que causaría desarrollo de enfermedades
inflamatorias crónicas y autoinmunes, lo que quiere decir que la exposición al estrés y a los niveles
elevados de glucocorticoides y catecolaminas conllevan a la supresión del funcionamiento del
sistema inmune con una susceptibilidad de contraer infecciones y larga duración de las
enfermedades y tiempo de cicatrización de heridas.
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