Era normal que Sara pasara las tardes en la cafetería. Desde que decidiera dar
carpetazo a su relación la casa se le echaba encima. El silencio le asfixiaba y el eco
de gritos y discusiones aun podía sentirlos flotando como fantasmas a su alrededor.
Ocho años soportando celos. Demasiados. Una tortura que le había llevado a vivir en
una montaña rusa tan destructiva como adictiva.
Los vio entrar. Un hombre y una mujer de mediana edad. Sortearon algunas sillas y
ocuparon una mesa cercana. Dos cafés pidieron. Parecía rodearles un halo de
secretismo y eso llamó su atención. Ella, parecía nerviosa. Conversaban en voz baja e
inclinados sobre las tazas. Esto avivó la curiosidad de Sara. De pronto la mujer pareció
perder los nervios y alzó la voz.
A Sara le dio un vuelco el corazón pero mantuvo la calma y disimuló. Ellos otearon con
disimulo esperando no haber levantado sospechas.
Pagó el té y resuelta salió tras ellos. Iban calle abajo. Apuró el paso hasta acercarse
sin ser descubierta. Los futuros homicidas caminaban despacio. La mujer utilizaba los
escaparates como espejos improvisados para repeinar un mechón rebelde. _Mañana
voy a la peluquería. No puedo presentarme con estos pelos._ Oyó Sara.
_¡Qué sangre fría la de esa mujer!_ Pensó. Se detuvieron junto a un soportal. Tintineo
de llaves y el portón se abrió. Entraron. Sara fue rápida y evitó con el pié que volviera
a cerrase y agazapada esperó a que desaparecieran en el ascensor. Entró y corrió
escaleras arriba. Ya en el tercero escuchó que en el piso de arriba se abría la puerta
del ascensor.
_Descuida._ Respondió él. _Prepara una copa. Acabaré pronto._ La puerta se cerró.
Ya tenía todos los datos. Bajó a trompicones y ya a salvo en el portal, llamó a la policía
con el móvil. Al poco la calle se llenó de luces azules y curiosos. _¡Agentes! Les he
llamado yo. ¡Corran! Es en el cuarto B._ Indicó Sara. _Usted espere aquí._ Y cuatro
agentes, pistola en mano, asaltaron el portal. Al poco regresaban con los homicidas
esposados. Parecían confusos. _No he dicho a mi hijo que avise a nuestro abogado.
¿Se lo dirán ustedes?_ Atinó a decir la mujer.
_Debe venir para prestar declaración._ Indicó a Sara otro agente. Sara entró en el
coche y mientras se alejaban llamó su atención un joven en pijama saliendo del portal.