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RESPONSABILIDAD CIVIL CONTRACTUAL

1. MARCO LEGAL.
El Libro VI, Sección Segunda, Título IX, Capítulo I, se regula la “Inejecución de
obligaciones” (responsabilidad contractual), estableciéndose que quien actúa con la
diligencia ordinaria requerida, no es imputable por la inejecución de la obligación o por
su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso.
Mientras que en el Libro VII, Sección Sexta, se regula la “responsabilidad
extracontractual”, estableciéndose que aquel que por dolo o culpa causa un daño a otro
está obligado a indemnizarlo.

1- Evolución Histórica
En cuanto a la evolución que ha tenido la responsabilidad contractual, debemos señalar
en primer lugar que, en el Derecho Romano además de las obligaciones provenientes de
los delitos y otros daños sancionados por la Ley Aquilia, se conoció otro tipo de
responsabilidad que provenía del negotium, del contractus lo que podríamos llamar
negocio y contrato; aunque de las fuentes romanas no podemos pretender encontrar
una doctrina del negocio jurídico, de los contratos y de la responsabilidad tal como la
conocemos hoy, sin embargo si encontramos los principios de derecho que fueron aptos
para satisfacer las necesidades jurídicas de ese momento histórico y que han servido de
base para su conceptualización actual.
Al respecto, Antonio José Quesada Sánchez, Investigador de la Universidad de Málaga,
España, al describir entre otros, la evolución histórica del concepto de contrato nos dice
lo siguiente. “El concepto de contrato, entendido en el sentido actual, no se formó como
tal en el Derecho Romano, sino que, sobre la base de las consideraciones realizadas en
la época romana, las ideas que se van formando sufrirán un desarrollo posterior (se van
gestando en esta época, pero no culminan en un concepto general). No es necesario
profundizar demasiado para percibir la falta de un concepto general de contrato en
Derecho Romano clásico (dicho concepto será propio del pensamiento jurídico
moderno): para la mentalidad casuística de la jurisprudencia romana de la época clásica
no existía un concepto general de contrato, sino una serie de tipos contractuales
específicos (contratos nominados), consagrándose un importante y evidente casuismo
(es apreciable la rigidez del sistema clásico a la hora de tipificar casos concretos).”
Efectivamente, en Roma antigua no existían los principios de contrato, negocio jurídico
y responsabilidad; el derecho romano de aquella época no conocía el término
“responsabilidad” y menos aún los términos “responsabilidad contractual” o
“responsabilidad extracontractual”. Es a partír de una ley específica, la lex Aquilia que la
jurisprudencia fue ampliando los conocimientos y conceptos hasta completarse por los
juristas de la Edad Media y posteriores hasta la actualidad, lo que ha venido a llamarse
responsabilidad extracontractual o aquiliana, de tal modo que cada vez que una persona
origina un hecho que causa un perjuicio económico debe restaurar al dañado el valor
del perjuicio, y con la ley Poetelia Papiria, la obligación se va a convertir de personal o
penal en patrimonial.
Nelly Dora Louzan Solimano, respecto de la responsabilidad que sanciona la ley aquilia,
expresa lo siguiente: “En la época clásica la acción de la ley Alquilia era una acción penal
privada, que en la “condemnatio” obligaba al causante del daño a pagar una suma de
dinero a título de pena, es decir, que de la comisión del daño surgía una obligación que
relacionaba a las partes; el que dañaba se obligaba a pagar al dañado una suma de
dinero a título de pena y éste podía exigir la pena a través de una actio del derecho civil:
actio ex lege aquiliae.”
Por su parte Fernando de Trazegnies, refiere que: “En el Derecho Romano no existe nada
parecido a una categoría teórica que encierre y describa todo ese amplio territorio que
ahora denominamos “responsabili¬dad civil”. Es verdad que tampoco existe una
demarcación teórica entre la res-ponsabilidad extracontractual y 1a responsabilidad
contractual; los romanos no parece que consideraron necesario distinguir
sustantivamente entre ambas. La diferenciación fue establecida por los juristas romanos
más bien por razones procesales. no de fondo; la lex Aquilia solo otorgaba acción contra
los daños que resultaban de hechos positivos; en consecuencia, dado que en materia
contractual la mayor parte de veces los daños resultan de una omisión antes que de un
hecho y no pudiendo en tal caso otorgar la actioinem legis Aquillae, se concedía al
acreedor una acción diferente nacida del contrato mismo. De esta manera. se impuso
una cierta separación entre la acción por daños y per¬juicios contractual y la acción por
daños y perjuicios extracontractual”

Un mejor entendimiento de la esencia y contenido de la responsabilidad civil, recién se


presenta en forma clara a finales del siglo pasado. En la actualidad es frecuente que la
doctrina jurídica trate el tema de la responsabilidad civil que surge del incumplimiento
contractual en paralelo con el de la responsabilidad extracontractual. La idea básica es
que en los dos casos ocurre el incumplimiento de un determinado deber jurídico
correspondiente a una de las partes (deudor o autor), que perjudica al otro (acreedor o
víctima).

Por tal razón se reconoce a la responsabilidad civil como una sola, pero dividida en dos
grandes capítulos. Sin embargo no debe creerse que no existen diferencias
fundamentales entre las mismas; en el caso de la responsabilidad contractual, existe un
vínculo jurídico previo, mientras que la extracontractual da origen a ese vínculo, es decir,
la fuente de la primera será la voluntad de los particulares, mientras que de la segunda
lo será la Ley. Por otro lado, en el caso de la responsabilidad derivada del incumplimiento
del contrato, se presumirá la culpa, a diferencia de la aquiliana en que por regla general
se debe probar.

Varios tratadistas, especialmente de la escuela francesa, han desarrollado una teoría


mediante la cual, en mayor o menor grado, ha acercado la una con la otra,
denominándose por ello, “Teoría de la Unidad de la Responsabilidad Civil”. Esta se
fundamenta en que en ambos casos, la responsabilidad civil provenga de donde
provenga, es una fuente de obligaciones, defendiendo la identidad de elementos
fundamentales en una y otra como la acción u omisión imputable al causante del daño
y la relación de causalidad entre la conducta del responsable y el perjuicio de la víctima;
y, finalmente, postula la accesoriedad de las restantes diferencias, manifestando que
dichas distinciones no son lo suficientemente importantes como para darles a los dos
tipos de responsabilidad una naturaleza diferente.

2.- Definición.-
La palabra “responsabilidad” tiene un contenido de múltiple significado, existe una
responsabilidad a nivel social, una responsabilidad de tipo ético, una responsabilidad de
orden religioso, así como una responsabilidad de naturaleza jurídica, entre otras más.
Esta última también admite diversas distinciones, puede ser política, administrativa,
penal o civil, etc. según su objetivo, el cual en el ámbito civil, es la reparación de los
perjuicios causados, clasificándose en contractual y extracontractual.
Gonzalo Figueroa Yáñez, Profesor Titular de Derecho Civil de la Universidad de Chile y la
Universidad Diego Portales, la define del modo siguiente: “La responsabilidad es
contractual si el deber de conducta violado o incumplido ha sido establecido
previamente en un contrato que generó alguna obligación de dar, hacer o no hacer, y la
parte obligada incumplió o violó esa obligación o deber de conducta” .
Por su parte León Barandiarán, refiriéndos a nuestro ordenamiento sustantivo, precisa
lo siguiente: “No solamente el incumplimiento de la prestación responsabiliza al deudor
en caso de falta, culposa o dolosa. La prestación debe cumplirse en forma adecuada y
completa. En consecuencia, un cumplimiento defectuoso, parcial, irregular,
responsabiliza al deudor por el perjuicio que atañe al acreedor con el no cumplimiento
regular.”
En tal sentido, en concordancia con lo dispuesto en el Art. 1321° del Código Civil
definimos la responsabilidad contractual como la obligación del deudor de indemnizar
al acreedor por los perjuicios que le ha originado el incumplimiento o cumplimiento
parcial, tardío o defectuoso de su obligación.
LA DILIGENCIA EXIGIBLE Y EL CONTENIDO DE LA OBLIGACIÓN
CONTRACTUAL
La diligencia promotora del cumplimiento consiste en toda la actividad necesaria para
que la prestación –contemplada inicialmente como un proyecto ideal– se convierta en
una realidad.
El deudor, actuando esta diligencia, debe superar toda clase de impedimentos u
obstáculos –incluso imprevisibles al tiempo de contratar– que incidan en la ejecución de
la obligación.

3.- Requisitos:

Para que proceda la indemnización de daños y perjuicios, bien sea compensatoria o


moratoria, por la existencia de una responsabilidad contractual, es necesaria la
concurrencia de los siguientes requisitos:

3.1.- La Antijuricidad: El Incumplimiento Contractual.

“Una conducta es antijurídica no sólo cuando contraviene una norma prohibitiva, sino
también cuando la conducta viola el sistema jurídico en su totalidad, en el sentido de
afectar los valores o principios sobre los cuales ha sido construido el sistema jurídico” .

Vale decir, el autor del daño no será responsable si la conducta realizada se efectuó
dentro de los límites de lo permitido por el Derecho, esto es, dentro de los límites de lo
lícito,. Esto significa, en consecuencia, que no existe responsabilidad civil en los casos de
daños causados en el ejercicio regular de un derecho, por cuanto se trataría de daños
causados dentro del ámbito de lo permitido por el sistema jurídico, es decir, supuestos
de daños autorizados o justificados por el ordenamiento jurídico.

La antijuricidad tipica contractual se encuentra plasmada en lo preceptuado por el


artículo 1321 del Código Civil que estipula: “Queda sujeto a la indemnización de daño y
perjuicios quien no ejecuta sus obligaciones por dolo, culpa inexcusable o culpa leve. El
resarcimiento por la inejecución de la obligación o por su cumplimiento parcial, tardío o
defectuoso, comprende tanto el daño emergente como el lucro cesante, en cuanto sean
consecuencia inmediata y directa de tal inejecución. Si la inejecución o el cumplimiento
parcial, tardío o defectuoso de la obligación, obedecieran a ala culpa leve, el
resarcimiento se limita al daño que podía preveerse al tiempo en que ella fue contraído”.

El incumplimiento es considerado, como el primero de los requisitos de la


responsabilidad civil contractual; el cual se presenta como un comportamiento del
deudor que quebranta la obligación, adquiriendo ese obrar el carácter ilícito o
antijurídico. Según la enseñanza clásica, tal ilicitud, trae como consecuencia la
obligación de resarcir el daño causado al acreedor; siempre, que concurra un factor de
atribución que lo justifique.

Ernesto C. Wayar dice al respecto: “Es bien sabido que para que haya pago o
cumplimiento, el deudor debe dar, hacer o no hacer, exactamente aquello que debía,
exactitud que se mide en relación con el objeto, el lugar y el tiempo. El concepto de
incumplimiento no es dado por oposición, pues consiste en un comportamiento
desacomodado o discrepante con el tenor de la obligación; de allí que se haya podido
decir que todo obrar disconforme con el que era debido importa, sin más,
incumplimiento. Adviértase que, por la amplitud de esta afirmación, es extensa la
variedad de hipótesis en que esa disconformidad de conducta puede presentarse.”

Efectivamente, por la importancia y diversidad de sus consecuencias, el incumplimiento


no puede tomarse en forma ligera, es necesario evaluarlo en función de una “teoría del
incumplimiento” que precisa no solamente sus conceptos, elementos, naturaleza,
estructura, clases y consecuencias, sino que nos permitirá resolver una variedad de
problemas concretos. El mismo autor señala: “Así, en el marco del derecho contractual,
el incumplimiento es fuente de importantísimos efectos jurídicos que no siempre, ni
necesariamente, se relacionan con daños o menoscabos patrimoniales de una de las
partes; es lo que ocurre, por ejemplo, con la excepción de incumplimiento, la resolución
contractual, la excesiva onerosidad sobreviniente, la evicción y los vicios redhibitorios.”
En este sentido, se debe distinguir entre el incumplimiento absoluto y el relativo. El
primero se presenta cuando por razones físicas o jurídicas, sobrevivientes a la formación
del vínculo, no es posible realizar la prestación, o cuando el cumplimiento de la
prestación es inútil para el acreedor, al perder éste interés en percibirla. En el segundo
caso, cuando a pesar de la inconducta del deudor la prestación es de posible ejecución,
se afirma que el incumplimiento es sólo relativo, aquí no hay incumplimiento, pues, aun
cuando de modo parcial, tardío o defectuoso la prestación se realizará. En todo caso son
formas incompletas de cumplimiento.

A diferencia de la inejecución total decimos que es parcial cuando la conducta del


obligado lesiona el principio de inte¬gridad del objeto, es decir no está completo, no
obstante lo cual se cumple. Cuando el comportamiento del deudor viola los prin¬cipios
de identidad o de localización, sin que por ello deje de cumplir, lo hace
defectuosamente. El cumplimiento tardío se caracteriza por la perdurabilidad del
vínculo durante todo el tiempo que dure el retraso del obligado.

Respecto de estas conductas y la antijuricidad que involucran, debemos tener en cuenta


lo que dice Carlos Fernández Sessarego: “Lo expuesto nos lleva a inferir que, para dichos
autores, lo injusto sería equivalente a lo “antijurídico”, mientras que, dentro de nuestra
concepción, lo injusto es lo jurídicamente prohibido. Es decir, que lo injusto es, como lo
hemos apuntado, el elemento negativo de lo jurídico, si es que consideramos que el
incumplimiento del deber y la sanción son maneras de ser de lo jurídico.” Asimismo
agrega: “Dentro de la indicada posición se alinea Alberto J. Bueres, para quien la
responsabilidad civil “supone el deber que pesa sobre una persona de reparar el daño
injusto ocasionado a otra”. Precisa, a continuación, que en el concepto “abarcamos las
hipótesis de daños causados por conductas injustas (antijuridicamente) – perjuicios que
involucran una injusticia intrínseca -, y la de daños que son injustos per se, o sea, sin
reconocer una causación injusta (antijurídica)” .

3.2.- El Daño

Este requisito es considerado por muchos el más importante y complejo, pues si no se


demuestra su existencia y la relación de causalidad entre este y el incumplimiento, no
se podrá de ninguna manera demandar la indemnización.

Etimológicamente la palabra daño, procede de la voz latina “damnum” que significa


pérdida, perjuicio o gasto. Muchos autores lo definen como la violación de uno o varios
de los derechos subjetivos que integran la personalidad jurídica del sujeto producida por
un hecho voluntario o producto de la negligencia y que genera la obligación de
indemnizar.

El daño puede ser de dos categorías: daño patrimonial y daño extrapatrimonial, el


primero constituído por el daño emergente y el lucro cesante, el segundo por el daño
moral o daño a la persona.

Su importancia es tal, que de faltar, sería inoficioso el investigar si el cumplimiento es


imputable al agente o si este se encuentra en mora, ya que para que opere la
indemnización de daños, estos deben existir realmente. Sin daño o perjuicio no hay
responsabilidad civil, puesto que el objetivo primordial de la misma es precisamente la
indemnización o resarcimiento del daño causado.

Doctrinariamente, se exige que el daño sea cierto o real, esto es, efectivo. Fernando de
Trazegnies, citando a Alfredo Orgaz dice: “Existen diferentes tipos de daños reparables.
Pero ante todo es importante destacar una característica general de todo daño
susceptible de reparación, el daño, cualquiera sea su naturaleza debe ser cierto si quiere
aspirar a una reparación presente o futuro, pero cierto. No puede ser eventual o
hipotético, el simple peligro no da lugar a indemnización, tiene que materializarse en
daño.”

De lo señalado precedentemente podemos afirmar que el daño eventual no es


indemnizable porque no es cierto, entendiendo como daño eventual el hipotético,
aleatorio, fundado en suposiciones o conjeturas. Así también el daño indemnizable debe
ser directo, esto es, debe provenir directamente del incumplimiento de la obligación
contractual. El daño indirecto no se indemniza jamás porque no existe nexo causal entre
el incumplimiento contractual y el daño por el otro. Finalmente, el daño moral es
indemnizable, entendiéndose por tal todo el sufrimiento, aunque no tenga una
apreciación pecuniaria.

3.3.- Relación de causalidad

Los hechos son siempre fenómenos complejos por la concurrencia de circunstancias


diversas que influyen en el resultado, en nuestro caso, del daño cuya reparación se
pretende. Cuando hablamos de un hecho aludimos a una modificación del mundo
exterior que sucede en un momento dado y en cierto lugar, con la intervención de
personas y cosas que constituyen sus elementos. Sin embargo, cada hecho no es sino un
eslabón en una cadena causal en la que se suceden otros hechos que son antecedentes
de aquél y hechos que son su consecuencia.

La cuestión de determinar en cada caso cuál de los hechos antecedentes es la causa de


un cierto resultado es problema no muy facil de comprender y que en cada caso
constituye un problema a determinar.

En el caso de la responsabilidad contractual, es necesario que entre el incumplimiento,


por una parte, y el daño o perjuicio por otra, medie una relación de causalidad: que el
daño sea la consecuencia inmediata y directa del incumplimiento o del hecho dañoso.
Es precisamente por falta de nexo que el daño indirecto no se indemniza.
Esté está referido a la existencia de una relación jurídica de causa y efecto entre la
conducta antijurídica y el daño causado y significa que este último debe ser
consecuencia de la conducta antijurídica, es decir del incumplimiento del deudor.
Efectivamente, el daño cuya reparación se pretende debe estar en relación causal
adecuada con el hecho de la persona o de la cosa a las cuales se atribuye su producción.
Es necesaria la existencia de ese nexo de causalidad, pues de otro modo se estaría
atribuyendo a una persona el daño causado por otro.

Nuestra regulación en este tema adopta la teoría de la causa inmediata y ajena. Es así
que Lizardo Taboada Córdova, señala: “La diferencia de regulación legal en nuestro
Código Civil radica que en el campo extracontractual se ha consagrado en el mismo
artículo 1985° la teoría de la causa adecuada, mientras que en el contractual en el mismo
artículo 1321° la teoría de la causa inmediata y directa. Sin embargo para efectos
prácticos, las dos teorías, nos llevan al mismo resultado.”

3.4.- Los Factores de Atribución: La Imputabilidad del Perjuicio Otro de los requisitos
para que proceda la indemnización de daños y perjuicios, es el de que el incumplimiento,
ya sea este total, parcial o simplemente un retardo, sea imputable al deudor, es decir
los factores de atribución que determinan la existencia de la responsabilidad.

Unicamente bajo esta premisa se le considerará como autor de los daños causados y,
por tanto, obligado al resarcimiento correspondiente.
Este requisito exige que el deudor incumplidor o el hechor del acto dañoso hayan
incurrido en culpa, clasificado en tres grados, de acuerdo a lo señalado por Lizardo
Taboada Córdova “El factor de atribución depende del tipo de responsabilidad: en la
responsabilidad contractual, es la culpa, clasificado en tres grados: la culpa leve, la culpa
grave o inexcusable y el dolo.”
El dolo se define en en nuestro ordenamiento, artículo 1318° del Código Civil , como la
intención deliberada de no ejecutar la obligación, sin embargo no es lo mismo dolo civil
y dolo penal. Al respecto Anibal Torres Vásquez en sus cometarios al mencionado
artículo del Código Civil nos dice: “Hay que diferenciar el dolo civil del penal, pués el
primero se conforma con una voluntariedad teñida de mala fe, pero sin exigir la
intención de dañar… La causalidad dolosa es lo que la Ley castiga y no la entidad del
daño ni la finalidad primordial de dañar que podría configurar el dolo penal”
En al sentido, si esta intención dañosa aparece en el incumplimiento de alguna
obligación contractual, ese dolo tendrá como efecto un aumento de la responsabilidad
del deudor, puesto que responderá en este caso no sólo de los perjuicios ocasionados,
sino también de los perjuicios futuros, daño emergente y lucro cesante.
Se entiende por culpa la negligencia, descuido, falta de diligencia o cuidado, falta de
precaución, inadvertencia, con que una persona afronta el cumplimiento de sus
obligaciones. La graduación señalada anteriormente permite aumentar o disminuir la
responsabilidad según lo señalan los artículos 1319°, 1320° y 1321° del Código Civil. Así
lo señala Lizardo Taboada Córdova, cuando dice: “Asi, si el incumplimiento es
consecuencia de dolo o culpa grave del deudor, los daños y perjuicios a reparar son
todos aquellos consecuencia inmediata y directa del incumplimiento que pudieran
preveerese o no al momento de contraerse la obligació, Por el contrario, si el
incumplimiento obedeciere unicamente a culpa leve sólo se indemnizarán los daños y
perjuicios que sean consecuencia inmediate y directa del incumplimiento que podrían
preveerse al momento de contraerse la obligación.” Ello ciertamente significa que el
quantum indemnizatorio no depende solamente del nexo causal sino también de los
factores de atribución subjetivos precisados.

4.- La Indemnización

La responsabilidad contractual, se materializa en la indemnización de daños y perjuicios,


la cuál podrá ser compensatoria o moratoria. Será compensatoria cuando la suma de
dinero que debe el deudor al acreedor, equivale a lo que habría obtenido el primero con
el cumplimiento de la obligación y será moratoria cuando la suma de dinero que el
acreedor exige al deudor como equivalente al atraso en el cumplimiento.
Es así que la mora se constituye en uno de los requisitos fundamentales para que el
deudor incluso el acreedor mismo esté en la obligación de indemnizar los daños y
perjuicios, lo cual se halla consagrado en el Art. 1339° del Código Civil, el mismo que
señala que el acreedor en mora queda obligado a indemnizar los daños y perjuicios
derivados de su retraso.
Por otro lado, debemos precisar que el simple retardo, no da lugar a la indemnización
daños y perjuicios, pues para que esta proceda, es necesario que el acreedor le exija
judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación, de acuerdo a lo señalado
en el Art. 1333° del C.C., sin embargo esta intimación no será necesaria cuando: la ley o
el pago lo declaren expresmaente, cuando la naturaleza y circunstancias de la obligación
resultare que la designación del tiempo en que había de entregarse el bien o practicarse
el servicio, hubiese sido motivo determinante para contraerla, cuando el deudor
manifieste por escrito su negativa a cumplir la obligación y cuando la intimación no fuese
posible por causa imputable al deudor

5. CAUSA DE IMPUTABILIDAD.
La imputabilidad, entendida como la capacidad que tiene el sujeto para hacerse
responsable civilmente por los daños que ocasiona.
CASO FORTUITO O FUERZA MAYOR
Regla general: actuar con la diligencia ordinaria requerida para el cumplimiento de la
obligación. Para ser precisos mencionare el código civil peruano en su artículo 1314 que
tiene prescrito la imputabilidad por diligencia ordinaria, donde dice…”Quién actúa con
la diligencia ordinaria requerida, no es imputable por la inejecución de la obligación o
por su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso.”
Por lo tanto, teniendo en cuenta la regla general en este punto, se requiere de la
ausencia de culpa, y queda claro que en caso de ausencia de culpa el deudor solo está
obligado a probar que actuó con la diligencia que exigía la naturaleza de la obligación y
que correspondía la circunstancia del tiempo y lugar.
Otra, de las causas de imputabilidad la tenemos reflejado en el CASO FOURTUITO,
prescrito en el artículo 1315 de nuestro código civil, en que define a los casos fortuitos
o de fuerza mayor, los mismos que tienen las siguientes características:
a) Evento extraordinario: es aquello fuera de lo común
b) Imprevisible: no puede ser previsible en el orden normal del pensamiento humano.
c) Irresistible: aquello a lo que no se puede oponer por ser superior a los recursos y
posibilidades.
El artículo 315 del Código Civil establece que el caso fortuito es el que no ha podido
preverse, o que previsto, no ha podido evitarse, que por tanto esta o queda fuera de lo
común.
Este artículo tiene su origen en el código Francés que dice en su Art. 1148: “Il n’y a lieu
á aucuns dommages et intérets lorsque, par suite d’une force majeure ou d’un cas
fortuit, le débiteur a été empeché de donner ou de faire ce á quoi el était obligé, ou a
fait ce qui lui était interdit.” “No proceden las indemnizaciones, cuando por
consecuencia de fuerza mayor ó de caso fortuito, el deudor está imposibilitado de dar ó
hacer aquello á que está obligado, ó ha ejecutado lo que le estaba prohibido.”[5]
Otro es el Artículo 514 del código Argentino, que sólo emplea la expresión caso fortuito,
sin hablar de la fuerza mayor de que habla el 513: "Caso fortuito es el que no ha podido
preverse o que previsto, no ha podido evitarse." Esto prueba que toma como sinónimos
caso fortuito y fuerza mayor, al igual que el código chileno.
Por su parte el código Dominicano expresa en su Art. 1148, “…No proceden los daños y
perjuicios, cuando por consecuencia de fuerza mayor o de caso fortuito, el deudor
estuvo imposibilitado de dar o hacer aquello a que está obligado, o ha hecho lo que le
estaba prohibido.[6]
Los casos fortuitos o de fuerza mayor tienen similitud en la teoría, pero cabe la salvedad
para hacer un comentario en cuanto a que el caso fortuito refiere solo a los accidentes
naturales, es decir lo que muchos doctrinarios indican en sus libros al tratarse los casos
fortuitos enfocados en el derecho anglosajón, indicando que el caso fortuito es un
“hecho de Dios”, y por otro lado la fuerza mayor es atribuible a lo actuado por terceos
– la autoridad – lo que en el derecho anglosajón se refiere al “acto del príncipe”.
Pero ambos eventos, hechos o sucesos, son de cierta característica única, esto en cuanto
a lo extraordinario, lo imprevisible e irresistible, que a su vez impide al deudor el
cumplimiento de su obligación, apartando esto último de que dicho deudor haya tenido
la voluntad – de buena fe – de cumplir.
Por lo tanto, estas características son las que demostrará el deudor al juez, para que el
juzgador quede convencido que el incumplimiento no fue por su culpa, quedando de
este modo exento de la reparación civil.
8. EXTINCIÓN DE LA OBLIGACIÓN POR CAUSA NO IMPUTABLE AL DEUDOR.
“…La obligación se extingue si la prestación no se ejecuta por causa no imputable al
deudor.
Si dicha causa es temporal, el deudor no es responsable por el retardo mientras ella
perdure. Sin embargo, la obligación se extingue si la causa que determina la inejecución
persiste hasta que al deudor, de acuerdo al titulo de la obligación o a la naturaleza de la
prestación, ya no se le pueda considerar obligado a ejecutarla; o hasta que el acreedor
justificadamente pierda interés en su cumplimiento o ya no le sea útil.
También se extingue la obligación que solo es susceptible de ejecutarse parcialmente, si
ella no fuese útil para el acreedor o si este no tuviese justificado interés en su ejecución
parcial. En caso contrario, el deudor queda obligado a ejecutarla con reducción de la
contraprestación, si la hubiere.”[7]
Las obligaciones son contraídas para ser cumplidas; en caso contrario el ordenamiento
jurídico otorga al acreedor los medios legales que le procuren, en principio, la ejecución
específica de la obligación y, en su defecto, la indemnización de daños a cargo del
obligado.
Pero ocurre que, en algunas situaciones, el cumplimiento se vuelve imposible, a pesar
de existir buena fe de parte del deudor, debido a que la prestación que es el contenido
de la obligación no resulta posible por caso fortuito o fuerza mayor, produciendo así la
extinción del nexo crediticio al privarlo de uno de sus elementos esenciales.
Por ello, el artículo 1317, esta dirigido a los casos de imposibilidad del cumplimiento de
la obligación que se produce después de haberse establecido o creado la relación
contractual entre el deudor y el acreedor. En este caso también hay inexistencia de dolo
o culpa por parte del deudor, ya que esto responde a causas no imputables al obligado.
Lo antes mencionado se refiere a las causas temporales que impiden que el obligado
cumpla con lo pactado, por lo que mientras perdure esta causa el obligado no es
responsable del retardo en su cumplimiento, por tanto la obligación se extingue si al
término de este tiempo el acreedor ya no requiere de dicha prestación. Para esta caso
la obligación se extingue sin responsabilidad para el deudor u obligado.
DAÑOS Y PERJUICIOS POR EJECUCIÓN NO IMPUTABLE. “... El deudor no responde de los
daños y perjuicios resultantes de la inejecución de la obligación, o de su cumplimiento
parcial, tardío o defectuoso, por causas no imputables, salvo que lo contrario este
previsto expresamente por la ley o por el titulo de la obligación.”
Es posible que la norma le atribuya responsabilidad al obligado aún cuando la obligación
o su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso obedezcan a causas no imputables o
también que esta responsabilidad se le atribuya por pacto. Es este punto el deudor tiene
la figura de asegurador, púes libera al acreedor de los riesgos, ya que las partes por
acuerdo voluntario, pueden convenir que el deudor responderá de los daños y perjuicios
resultantes de la inejecución de la obligación.[8]
Entendemos desde luego que el deudor si responderá por los daños y perjuicios
causados al acreedor cuando este incumpla la obligación por dolo o culpa.
DOLO. “... Procede con dolo quién deliberadamente no ejecuta la obligación” [9]
El dolo es un factor de atribución subjetivo. El mismo es definido como vicio de la
voluntad, se trata del dolo-engaño: "acción dolosa para conseguir la ejecución de un
acto, es toda confirmación de lo que es falso o disimulo de lo verdadero, cualquier
artimaña, astucia o maquinación que se emplee con ese fin. Se trata, pues, de la acción
de un sujeto que provoca error en el otro, y destruye así su voluntad jurídica.
CULPA INEXCUSABLE. La culpa del deudor en el cumplimiento de la obligación consiste
en la omisión de aquellas diligencias que exigiere la naturaleza de la obligación, y que
correspondiesen a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar" (art. 319,
Cód. Civ.). Esta definición es prácticamente impecable.
La culpa debe ser entendida como la ruptura o contravención a un estándar de
conducta. Para un sector de la doctrina italiana, la culpa “no debe ser entendida como
un juicio de reproche sujetivo del comportamiento, sino como la relación entre el
comportamiento dañino y aquel requerido por el ordenamiento, en las mismas
circunstancias concretas, con el fin de evitar la lesión de intereses ajenos”[10]
CULPA LEVE “Actúa con culpa leve quien omite aquella diligencia ordinaria exigida por
la naturaleza de la obligación y que corresponda a las circunstancias de las personas, del
tiempo y del lugar”[11] Alexandra Esta muy bien solo debe mejorar lo siguiente: 1)
Incluir un indice2) Pasar los casos/jurisprudencia al final del trabajo, despues de las
conclusiones,

Incurre en culpa, el deudor, cuando no ejecuta la obligación con la diligencia debida y


ello referido a que el obligado realiza la actividad encargada con imprudencia, torpeza,
es decir por su falta de diligencia requerida. Por ejemplo el médico que no cumple con
los protocolos establecidos antes de realizar la operación.
En este caso el obligado no actúa de mala fe, es decir si tiene la intención de cumplir. Y
a diferencia de la culpa inexcusable, en este caso no hay negligencia grave, si no solo la
falta de negligencia ordinaria.

6.- OTROS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL

a) La imputabilidad, que mencioné líneas anteriores, es la capacidad del sujeto para


hacerse responsable de la reparación civil, por los daños causados.
b) La licitud o antijuricidad, vale decir, la constatación que el daño causado no está
permitido por el ordenamiento jurídico. La prédica de la antijuridicidad, en el proceso
de evolución del Derecho, de su marcha hacia una mayor justicia -ciencia mutable como
pocas, que exige del jurista la "respuesta" a tono con los tiempos y las necesidades-, ha
abandonado su marcado carácter subjetivo, que estriba en poner el acento en la
"voluntad sana" del agente, en su conciencia del acto, para enfatizar, con apoyo
unánime de la doctrina, la prescindencia, en el juicio de ilicitud, de tales cuestiones que
suelen englobarse en la expresión "capacidad". Dicho de modo más directo, hay un
obrar ilícito aunque el autor sea un demente declarado o un menor de menos de 10
años. Otra vez la solución se inspira en una mirada fuerte hacia la víctima inocente.[12]
c) El factor de atribución, es decir, el supuesto justificante de la atribución de
responsabilidad del sujeto.
d) El nexo causal, concebido como la vinculación entre el evento y el daño producido.
e) El daño, que comprende las consecuencias negativas derivadas de la lesión de un bien
jurídico tutelado.
10. CUMPLIMIENTO E INCUMPLIMIENTO. El concepto de incumplimiento es objetivo e
inicialmente actúa al margen de la culpa o dolo del deudor y es el resultado de la simple
constatación de la falta de coincidencia entre el dato ideal (lo prometido) y el real (lo
ejecutado por el deudor), con la consiguiente insatisfacción del interés del acreedor.
7. EFECTOS DEL INCUMPLIMIENTO. LA PROTECCIÓN DEL ACREEDOR.
El solo incumplimiento es suficiente para poner a disposición del acreedor, acciones o
derechos que la ley o el contrato confieren al acreedor para el caso de incumplimiento
del deudor.
Cuando el acreedor esta insatisfecho, tiene el derecho de accionar contra el deudor.

La Responsabilidad Civil Contractual en la


Legislación Peruana
marzo 12, 2009 por cesarfernandezfernandez

linkografía: https://cesarfernandezfernandez.wordpress.com/2009/03/12/la-
responsabilidad-civil-contractual-en-la-legislacion-peruana/
http://monografasperu.blogspot.com/2009/11/responsabilidad-civil-contractual.html

 file:///C:/Users/Gabriela/Downloads/Responsabilidad%20Civil%20-
%20Julio%202016_stamped%20(1).pdf (Responsabilidad civil contractual y
extracontractual - Material autoinstructivo de la Academia de la Magistratura (AMAG)

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