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A Daniel Coronell Mejía, tío del reconocido columnista Daniel Coronell, le tocó dejar
de retransmitir el noticiero de la emisora de Arauca para que el coronel Medina, del
Batallón Reveiz Pizarro, no le cerrara la emisora Sarar Stereo, del municipio de
Saravena.
Fue a mediados del 2003 cuando el periodista Ángel María León abrió los micrófonos
del noticiero para recibir las llamadas de los pobladores de Saravena que habían sido
retenidos por el Ejército, acusados de rebelión. Fue la escena más escabrosa que los
araucanos hayan visto. Más de 1.500 personas metidas en el coliseo del pueblo,
señaladas por un desmovilizado de la guerrilla como auxiliadores del Eln y de las Farc.
Durante la primer década del siglo XXI, los noticieros en Arauca se volvieron light,
como califica León el hecho de trasmitir sólo comunicados de la Gobernación, la
Alcaldía y el Ejército, que exigió leer los boletines textualmente con los adjetivos
narcobandoleros, narcoguerrilleros y narcoterroristas, “y si no lo hacíamos decían que
uno era aliado de la guerrilla, entonces lo llamaban a la sabana y los paramilitares lo
amenazaban con la motosierra. Así mataron a mucha gente”.
Hace seis años, Ángel León regresó a Capital Stereo, como se llama ahora la emisora de
la capital de Arauca, luego de pasar a manos de la comunidad. Tras sentir un ambiente
menos hostil contra los periodistas, empezó a dirigir el noticiero de la mañana y del
mediodía, con más periodismo de campo en los municipios. “Por ejemplo, en Arauquita
y Tame, que eran manejados por las Farc, hoy en día uno va tranquilamente. Y toca
tener cuidado para ir a Saravena y Fortul, que es donde está fuerte el ELN. Pero lo que
uno hace cuando va a un municipio es encomendarse a Dios y ponerse un chaleco que
dice: „Yo soy periodista y no hago parte del conflicto‟”.
Cuando se los llevaron del centro del pueblo, Cáceres abrió los micrófonos y empezó a
llamar a través de la radio a toda la comunidad para que fueran al rescate de los jóvenes.
“Los querían empapelar porque les metieron en una bolsa de huevos una granada y al
otro una pistola en su bolso”.
Así, con el papel movilizador de masas, la emisora de este municipio llanero volvió a
tener noticiero hace tres años, cuando Cáceres, junto con la organización de mujeres, los
campesinos, los jóvenes, una fundación de derechos humanos y la corporación de
periodistas Luchando Sin Fronteras, se unieron para crear el matutino Comunidad al
Día.
Arauquita lleva 15 años con emisora comunitaria, pero realmente tiene licencia desde
hace ocho. Los otros siete años funcionó pirata. Durante ese tiempo la iglesia cristiana
hizo todo a su modo: música y programación de esa iglesia, que tenía un convenio con
Radio Trans Mundial. El año que viene, cuenta Cáceres, la emisora llegará con el
programa Tertulia a todas las veredas del municipio para explicar los acuerdos de paz y
escuchar la voz resistente de esta comunidad.
Sarar Stereo, testigo directo de persecución
Preguntó por Pablito, el comandante del Frente Domingo Laín, que hoy hace parte del
Comando Central del Eln. “Ya me conocía con él porque había asistido a la liberación
de algunos funcionarios secuestrados en Arauca. Me dijo que no me preocupara por
contarle a la gente que habían 600 guerrilleros y 500 civiles. Que me había mandado a
invitar porque sabía que yo era una persona responsable. „Dedícate a trabajar y por
cerveza no te preocupes. Ahí hay vino, aguardiente, lo que quieras. Y por comida
tampoco, ahí hay 30 novillas para toda esta gente‟, fue su saludo de bienvenida para
mí”, relata el curtido periodista.
El hecho es que Goyeneche nunca fue al evento, y aunque las autoridades supieron que
Ángel María era el que había ido, porque lo acusaron de estar haciendo apología al
delito, él era el testigo para sacar de la cárcel a su colega. No obstante, por su situación
de amenazas no podía ir a Saravena a declarar y pidió que trasladaran el expediente a
Arauca, donde declararía, con tan mala suerte que los documentos se perdieron en el
camino y Goyeneche terminó pagando dos años de prisión cuando habría podido
demostrar su inocencia.
Hace cinco años, emitir el noticiero de la emisora de Tame desde los barrios era algo
impensable. Reinaldo Rojas Rodríguez, un joven llanero de 25 años, lo hace así desde el
2015, después de haber superado la autocensura y el miedo a las guerrillas y al Ejército
mismo, donde algún día prestó el servicio militar. “Antes era sólo música y noticias
nacionales para evitarse inconvenientes con los grupos armados legales e ilegales”,
comenta.
Hoy, invitado por los presidentes de las juntas de acción comunal, transmite desde las
calles polvorientas de Tame y su periodismo se ha trasladado al cáncer que aún devora
al municipio: la corrupción. La de las empresas petroleras, la de las instituciones del
Estado, y el abuso de autoridad que pretende seguir señalando a la comunidad de aliada
de la guerrilla del Eln.