Se enfada frecuentemente
Miente
Comete hurtos
Estos comportamientos desbordan. Que el niño conteste mal y se niegue a obedecer genera
sentimientos de malestar, de incompetencia, de pérdida de autoridad en los educadores y éstos
en un intento de recuperarse se imponen. El educador, entonces, grita más fuerte, repite la orden
de forma más severa, amenaza, recrimina la conducta de desafío… y a partir de aquí habrá perdido
las riendas y el control de la situación; podrá gritar más fuerte, agredir o desobedecer de forma
más manifiesta, y todo ello ante la presencia de otros hijos o alumnos. El resultado es: educadores
desolados y negativismo desafiante fortalecido
La evaluación del niño y la familia es necesaria para diferenciar entre un trastorno del
comportamiento y las posibles conductas dentro de la normalidad, conductas que pueden ser
transitorias y que pueden experimentar los niños, por ejemplo, en fases de cambio como es el
paso de la infancia a la adolescencia.
La última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and
Statistical Manual of Mental Disorders), el DSM-5 , la herramienta con la que los profesionales
cuentan a la hora de diagnosticar los diversos trastornos mentales, cataloga los criterios
diagnósticos para cada uno de los trastornos del comportamiento.
La evaluación del niño y la familia es necesaria para diferenciar entre un trastorno del
comportamiento y las posibles conductas dentro de la normalidad, conductas que pueden ser
transitorias y que pueden experimentar los niños, por ejemplo, en fases de cambio como es el
paso de la infancia a la adolescencia.
La última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and
Statistical Manual of Mental Disorders), el DSM-5 , la herramienta con la que los profesionales
cuentan a la hora de diagnosticar los diversos trastornos mentales, cataloga los criterios
diagnósticos para cada uno de los trastornos del comportamiento.
Enfado/irritabilidad
Discusiones/actitud desafiante
4. Discute a menudo con la autoridad o con los adultos, en el caso de los niños y los adolescentes.
5. A menudo desafía activamente o rechaza satisfacer la petición por parte de figuras de autoridad
o normas.
8. Ha sido rencoroso o vengativo por lo menos dos veces en los últimos seis meses.
Agresión a personas y animales (criterios 1-7), destrucción de la propiedad (criterios 8 y 9), engaño
o robo (criterios 10-12) y incumplimiento grave de normas (criterios 13-15):
3. Ha usado un arma que puede provocar serios daños a terceros (p. ej., un bastón, un ladrillo, una
botella rota, un cuchillo, un arma).
6. Ha robado enfrentándose a una víctima (p. ej., atraco, robo de un monedero, extorsión, atraco a
mano armada).
11. A menudo miente para obtener objetos o favores, o para evitar obligaciones (p. ej. “engaña” a
otros).
12. Ha robado objetos de valor no triviales sin enfrentarse a la víctima (p. ej., hurto en una tienda
sin violencia ni invasión; falsificación).
13. A menudo sale por la noche a pesar de la prohibición de sus padres, empezando antes de los
13 años.
14. Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres o en un hogar de
acogida, por lo menos dos veces o una vez sí estuvo ausente durante un tiempo prolongado.
El trastorno del comportamiento provoca un malestar clínicamente significativo en las áreas social,
académica o laboral.
En el mismo diagnóstico se deberá especificar el tipo (Tipo de inicio infantil Tipo de inicio
adolescente o Tipo de inicio no especificado) y si se da con emociones prosociales limitadas, falta
de remordimientos o culpabilidad, si se muestra insensible, carente de empatía, despreocupado
por su rendimiento o con afecto superficial o deficiente.
Los padres que advierten síntomas de trastorno del comportamiento en sus hijos pequeños o
adolescentes deberán acudir a un profesional para procurar una evaluación y un tratamiento lo
más precoz posible, decisión clave para prevenir la aparición e incidencia de problemas en el
futuro.
Desde Fundación Adana, los trastornos del comportamiento son diagnosticados por un equipo
conjunto de psicólogos y psiquiatras especializados. En la misma fundación se lleva a cabo el
proceso diagnóstico completo mediante una historia detallada del comportamiento del niño por
parte de los padres y maestros, observaciones clínicas del comportamiento del niño y un examen
psicológico completo. Al finalizar el proceso de diagnóstico las familias reciben un Plan
Terapéutico individualizado y se les proporciona los recursos necesarios para llevarlo a cabo.
Las últimas investigaciones establecen que las líneas de intervención para un tratamiento efectivo
de los trastornos del comportamiento incluyen: entrenamiento de padres, programas de
entrenamiento en habilidades sociales con el niño o joven, programas escolares y programas
comunitarios.
Los expertos señalan también que la implicación de la propia familia es fundamental para
conseguir resultados satisfactorios en el tratamiento.
Los problemas de comportamiento pueden empeorar o mejorar en función de las estrategias que
utilicemos y para que el tratamiento sea efectivo, se debe iniciar en forma temprana.
Desde Fundación Adana se ofrece un tratamiento multidisciplinar y multimodal que puede incluir:
Asesoramiento y pautas a la familia. El profesional de referencia del niño acompaña a las familias
ofreciéndoles pautas y herramientas encaminadas a aprender a manejar el comportamiento del
hijo y mejorar así el clima familiar. Ante algunos casos se ofrece la posibilidad de que el
profesional se desplace al domicilio familiar para la observación y posterior intervención de las
dificultades.
Grupos de Autocontrol. Los niños acuden en grupo para recibir un entrenamiento en habilidades
sociales y desarrollo de conductas prosociales, encaminado a aumentar la flexibilidad y la
tolerancia a la frustración con el fin de reducir el comportamiento oposicionista, mejorar la
conducta y la relación con sus iguales y educadores (padres y maestros).
Fundación Adana ha querido dar una respuesta de tratamiento a los niños que ya en edades muy
tempranas presentan dificultades importantes de comportamiento, diseñando una intervención
preventiva basándose en la eficacia de otros programas (Greenhill i col 2008, Barkley i col. 2000).
La intervención con los niños se da de forma grupal una mañana a la semana. La sesión sigue una
estructura similar a la de la escuela (trabajo personal, actividad grupal, almuerzo, patio…) e
incorpora un espacio de trabajo de habilidades socioemocionales. Se pretende mejorar conductas
como mantenerse sentado, escuchar las instrucciones de una tarea antes de empezarla, ser
persistente en su desarrollo, acabarla, respetar el turno de palabra, mejorar la tolerancia a la
frustración, seguir las reglas del juego, compartir con los iguales, conocer y manejar emociones
como la ira, aprender a encontrar soluciones ante los conflictos, mejorar la autoestima, entre
otras.
La intervención familiar consiste en sesiones formativas hacia los padres, en las que se trabaja la
mejora de los hábitos de autonomia, la comunicación, la resolució de conflictos y otras
problemáticas que expresen, éstas son guiadas por un terapeuta y cuenta con la posibilidad de la
observación en directo de los niños.
Por otra parte, incluye la formación al profesorado en estrategias para ayudar al niño en la
problemática que se detecte, en los hábitos de trabajo, en el desarrollo de las tareas, en las
relaciones interpersonales…
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