Mozart nació el 27 de enero de 1756 en Salzburgo, Austria. Era un niño superdotado, que
compuso su primera pieza a la edad de 5 años, y se convirtió en músico a la corta a la
edad de 17. Él compuso sus más grandes obras en Viena, donde pasó la mayor parte de
su vida adulta.
Wolfgang Amadeus Mozart fue un compositor austríaco, mientras que Ludwig van
Beethoven fue un compositor alemán.
Ambos eran muy talentosos y versátiles, pero la música de Mozart era más fácil de
tocar, incluso por los menos calificados, mientras que Beethoven era duro y su
música más fuerte y compleja.
Mozart murió muy joven, mientras que Bethooven tenía más edad cuando murió.
La música de Mozart era agradable y clara para los oyentes, mientras que la de
Beethoven era más irregular.
Anexo:Mozart y Beethoven
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Wolfgang Amadeus Mozart ejerció una gran influencia en las obras de Ludwig van
Beethoven. Beethoven conocía muchas de las obras de Mozart y compuso muchas de
sus propias obras basándose en las del compositor austriaco. Además, es posible que los
dos compositores se conocieran en Viena en 1787, aunque existen versiones dispares
sobre lo que ocurrió exactamente.
El encuentro en Viena
Este posible encuentro entre Mozart y Beethoven hubiera tenido lugar en la ciudad
de Viena en 1787, durante el primer viaje de Beethoven a la ciudad. Existen numerosos
documentos, basados en pruebas circunstanciales, acerca de este encuentro. En cambio,
hay acuerdo académico en los siguientes datos. En primer lugar, la visita fue breve, con
una duración de aproximadamente dos semanas.12 En segundo lugar, Beethoven regresó
a Bonn, al menos en parte, debido al estado de salud de su madre (estaba gravemente
enferma de tuberculosis y falleció en julio de ese mismo año).1 Beethoven tenía un padre
alcohólico casi incapacitado y dos hermanos menores, por lo que es comprensible que se
sintiera obligado a volver a casa para ayudar a mantener su familia unida. Por último, se
acordó que la documentación escrita de los hechos de la visita de Beethoven es muy
pobre.
Respecto a lo que pudiera haber sucedido durante la visita, hay diversos puntos de vista.
El biógrafo del siglo XIX Otto Jahn relata la siguiente anécdota:
Beethoven hizo su aparición en Viena como un prometedor joven músico en la primavera de 1787,
pero sólo pudo permanecer allí un breve período. Le presentaron a Mozart e interpretó para él a
petición suya. Mozart, considerando que la pieza interpretada había sido estudiada previamente, se
mostró algo frío en sus expresiones de admiración. Observando esto, Beethoven pidió interpretar un
tema improvisado e, inspirado por la presencia del maestro que tanto reverenciaba, interpretó de
manera que poco a poco fue captando la total atención de Mozart y acallando a los presentes, dijo
enfáticamente, "¡Recuerden su nombre, este joven hará hablar al mundo!"3
Lamentablemente, Jahn no dice dónde tuvo noticias de esto, mencionando sólo que "me lo
comunicó en Viena alguien autorizado". No existe corroboración de esta historia en ningún
documento contemporáneo (por ejemplo, una carta de Beethoven o Mozart o un recuerdo
de algún contemporáneo de Beethoven).
Quizás como resultado, los eruditos de la época parecían renuentes a propagar la historia
de Jahn. En particular, el Grove Dictionary of Music and Musicians no menciona este
hecho y narra la historia del siguiente modo:
En la primavera de 1787 Beethoven visitó Viena. A falta de documentos siguen siendo inciertos los
objetivos del viaje y los motivos por los que se realizó, pero parece haber pocas dudas de que se
reunió con Mozart y tal vez recibió unas cuantas lecciones de él.1
Solomon pasa a enumerar otros asuntos que ocupaban todo el tiempo de Mozart: el
fallecimiento inminente de su padre, una visita a Praga, el inicio de los trabajos sobre Don
Giovanni y la composición de "una gran cantidad de obras". Además, en ese momento
Mozart ya tenía un alumno de nueve años que vivía en su casa, Johann Nepomuk
Hummel. Por último, señala que finalmente Beethoven regresó a Viena, pero sólo en 1792,
después del fallecimiento de Mozart en 1791.
Otra hipótesis que, al parecer, es compatible con todas las pruebas documentales
existentes (que no sean los informes sin pruebas de Jahn) es que Mozart y Beethoven,
simplemente, nunca se reunieron.4
Independientemente de cuál de estas hipótesis es verdadera, parece que la primera visita
de Beethoven a Viena fue el inicio de un momento infeliz para el compositor. El Grove
Dictionary of Music and Musicians apunta en el siguiente sentido:
La primera carta de supervivencia [de Beethoven], a un miembro de una familia en Augsburgo que
había trabado amistad con él durante su camino [a Viena], describe los acontecimientos
de melancolía de aquel verano e insinúa... su mala salud y la depresión.1
"Se vuol ballare" de Las bodas de Fígaro para piano y violín, Woo 40 (1792-1793).
"La ci darem la mano" de Don Giovanni para dos oboes y corno inglés, Woo 28
(? 1795).
"Ein Mädchen oder Weibchen" de La flauta mágica para piano y violonchelo, op. 66 (?
1795).
"Bei Männern welche Liebe fühlen" de la misma ópera, para piano y violonchelo, Woo
46 (1801).7
Wolfgang Amadeus Mozart
Wolfgang Amadeus Mozart nació el 27 de enero de 1756 en
Salzburgo, Austria. Era un niño talentoso, compuso su primera pieza
a la edad de 5 años y se convirtió en músico de la corte a la edad de 17
años. Compuso sus mejores obras en Viena, donde pasó la mayor
parte de su vida adulta.
Fue uno de los compositores clásicos más populares de su tiempo y
también uno de los compositores más versátiles, desde clásicos hasta
sinfonías, conciertos y óperas, los hacia todos. Además de su talento
natural, también aprendió de los demás.
Su estilo está marcado por la claridad, el equilibrio, la simplicidad y
la precisión. El sonido de cada nota es muy claro y agradable para los
oídos. También se define por su personalidad ligera, creando música
que es cómoda. Escribió música que puede ser tocada incluso por
aquellos con menos habilidades técnicas o sin mucha experiencia
previa. Asimismo inventó música en varios estados de ánimo. Murió
de una enfermedad el 5 de diciembre de 1791, a la edad de 35 años.
Fecha de
16 de diciembre de 1770
nacimiento
Fecha de
26 de marzo de 1827
defunción
Hijos Ninguno
Nacionalidad Alemán
Nombre
Ludwig van Beethoven
completo
Para muchos, es la obra musical más grandiosa jamás compuesta. Para otros, como por ejemplo mi
admirado Ángel Guirao, es la obra de arte más perfecta que haya sido elaborada nunca por el ser
humano. Para quién esto escribe, es una obra difícil y compleja que requiere de un minucioso estudio
para apreciar en toda su extensión la monumentalidad de la composición. En estas mismas páginas se
me llegó a criticar, no sin razón, la no inclusión de esta sinfonía entre una improvisada lista de las Diez
Mejores Sinfonías. En su momento comenté que eso hubiese sido lo fácil; por ello me veo ahora
obligado a realizar un breve análisis de esta obra que pueda servir, de alguna manera, para facilitar la
audición de la misma. Empezaré diciendo que es muy difícil resumir toda la grandiosidad de esta obra
en una entrada de este tipo… Pero, vamos a intentarlo. Merece la pena el esfuerzo.
* Compuesta entre 1822 y 1824
* Estrenada el 7 de mayo de 1824 en Viena bajo la dirección del propio Beethoven (Quién ya estaba
completamente sordo)
* EFECTIVOS ORQUESTALES: 2 flautas, flauta piccolo, 2 óboes, 2 clarinetes, 2 fagots,
contrafagot, 4 trompas, 2 trompetas, 3 trombones, timbales, triángulo, címbalos y bombo. Cuarteto de
solistas (Soprano, tenor, contralto y bajo) y Coro.
* Duración aproximada de la ejecución: Alrededor de una hora y diez minutos.
El proyecto de escribir una sinfonía con coros había rondado ya en la mente de Beethoven y de esta
manera el músico pensó concluir con un coro religioso su Sinfonía Pastoral, pretensión que
finalmente no se llevó a cabo. Existe lo que algunos analistas consideran que es una especie de boceto
de la Novena Sinfonía y es la Fantasía para piano, orquesta y coro de 1808. También sabemos que
Beethoven, ya en 1793, había pensado musicar la Oda a la Alegríadel poeta Schiller mucho antes de
que ésta coronase el último movimiento de la Novena. Esta sinfonía se concluyó definitivamente diez
años después de la Octava, lo que nos advierte del enorme tiempo de maduración de la idea. Fue
terminada justo después de otra de las grandes obras de Beethoven, la Misa Solemnis, con la cual está
emparentado el último movimiento de la Novena. Estrenada en 1824, la audición fue una especie de
homenaje al propio Beethoven quién, según la leyenda, no pudo advertir la ovación que el público le
estaba dedicando al finalizar el concierto ya que al parecer, a causa de la sordera, estaba dirigiendo
con cierto retardo en los compases. También se dice que durante el ensayo — y siempre teniendo en
cuenta la sordera del compositor — advertía de los recurrentes fallos de ejecución de los profesores
de la orquesta observando la mala colocación de sus dedos en los trastes. Quizás pueda parecernos
algo realmente imposible, pero tratándose de Beethoven… La partitura fue editada en 1826 por la casa
Schott de Maguncia con la siguiente dedicatoria: “A Su Majestad el Rey de Prusia Friedrich Wilhelm
III”. La copia manuscrita de conserva actualmente en la Biblioteca Real de Berlín.
El vídeo que sirve de enlace para el desarrollo de la obra es una magnífica versión en directo de Kurt
Masur con la Orquesta Nacional de Francia. En el mismo portal de vídeos existe otra magnífica e
histórica versión de Arturo Toscanini, pero no me he decidido por ella debido a la menor calidad del
sonido. De cualquier manera, para los mayores aficionados, es una buena oportunidad de comparar
dos versiones tan alejadas en el tiempo y tan distintas entre sí.
DESARROLLO DE LA OBRA
PRIMER MOVIMIENTO: Allegro ma non troppo, un poco maestoso, en re menor y compás de 2/4.
En este primer movimiento se anuncia y expone toda la compleja estructura de la obra donde la clásica
forma sonata se desatiende por un nuevo dispositivo formal donde la exposición y el desarrollo se
encuentran juntos. Los segundos violines y violoncelos, en indecible espera, mantienen la quinta La-
Mi en pianissimos trémolos, destacándose esas dos notas, en ritmo descendente, en primeros violines
y violas. Hay una duda entre mantener la tonalidad mayor o menor y habrán de pasar aún cuatro
compases de crescendo antes de que se despeje esa incertidumbre. Tras dieciséis compases se afirma
en el tutti fortissimo la tonalidad principal, en una exposición temática enérgicamente declamada y
repetida en re menor, luego en Si bemol mayor, antes de que aparezcan los motivos secundarios. El
primero se presenta, en re menor, en los instrumentos de viento y el segundo es expuesto en terceras
por flautas y clarinetes, en Si bemol. También en esta tonalidad aparece el tercer tema, repartido entre
maderas y cuerdas arpegiadas en pizzicato. Se producen escalas en movimientos contrarios que se
afirman en una imperante forma rítmica (Corchea-semicorchea-fusa-corchea). Estas escalas son
respondidas por violoncelos y clarinetes por una frase breve emparentada al segundo motivo
precedente. A continuación, el ritmo, pianissimo, seguirá percutiendo desde la cuerda grave y se
impone al tuttiformando la conclusión de la primera parte del movimiento, a pesar de que otro tema
suena a contratiempo. De manera inusual, esta parte no se repite sino que es reemplazada por una
variante que hace las veces de elaborado desarrollo en base a reapariciones temáticas y rítmicas
divididas y ricamente instrumentadas. Con esta peculiar elaboración se afirma particularmente el tono
mayor, siendo ello causa de que en algunos manuales esta sinfonía se presente como en Re mayor. A
continuación, una doble coda: Primera en mayor, con la primera trompa sobre el unísono
del tutti inicial; la otra en menor sobre un cromatismo de cuerdas y fagots cuando da la impresión de
que la orquesta va a extinguirse. Aparece un nuevo motivo en las trompas, recogido luego por las
maderas, cuya exposición devuelve por analogía el primer tema del movimiento, el cual concluye en
unísono fortissimo.
SEGUNDO MOVIMIENTO: Molto vivace, en re menor y compás de 3/4. Curiosamente,
este scherzo viene colocado en la segunda posición de esta sinfonía, en vez de la tradicional tercera, y
es excepcionalmente largo. Enseguida notamos el parentesco rítmico inicial con la exposición temática
del precedente Allegro, en una voluntad organizativa llevada a límites extremos. Una corta
introducción en fortissimo en la cuerda y después en los timbales al descubierto da paso al tema
principal, en pianissimo, expuesto por la cuerda de manera fugada (Segundos violines, luego violas,
violoncelos, primeros violines y finalmente contrabajos). Tras una repetición vigorosa del tutti aparece
un segundo motivo melódico en la madera que será repetido en crescendo e introducirá un tercero con
el viento ante el obstinado ritmo de la cuerda sobre la nota Do. Después de la repetición, la parte del
desarrollo vuelve a tomar la nota inicial y tras una nota acalderonada en Si se prosigue en un mágico
juego de tonalidades (mi menor, la menor, Fa mayor) para retornar al re menor del comienzo. Es
curioso observar cómo la partitura nos va advirtiendo de la alternancia “Ritmo di tre battute” y “Ritmo
di quattro battute“. La reexposición concluye con un crescendo abruptamente concluido. Es el turno
del trío, realmente un Presto sustitutivo del tradicional trio. El Presto es un intermedio a dos tiempos
en Re mayor. Tras el tutti, el fagot toca un staccato sobre el que los óboes y clarinetes exponen un
tranquilo motivo, con el apoyado rítmico de unos timbales con ganas de participar. El tema se completa
con un dibujo ascendente de la cuerda en crescendo. Tras un calderón en Re la cuerda, al unísono,
marca el ritmo del scherzo que se repite da capo. De manera genial y sublime, el compositor nos
sorprende con un recuerdo de los primeros compases del Presto tocado por la madera. El movimiento
concluye con un enérgico tutti sobre las notas La y Re. Por más veces que escucho este movimiento,
más magistral y grandioso me parece; una verdadera joya compositiva.
TERCER MOVIMIENTO: Adagio molto e cantabile, en Si bemol mayor y compás de 4/4. En uno
de los manuales que suelo utilizar como referencia y guía para este y otros análisis, se subraya una
famosa frase de Otto Klemperer: “En cuanto al Adagio, no podemos hablar de él; sería una
blasfemia…” Pues, ¡Blasfememos y que Dios nos pille confesados! Lo primero que se destaca es su
arquitectura en forma de Lied con dos temas cruzados en variación. El tema principal es expuesto por
la cuerda en mezza voce y es respondido periódicamente y en eco por trompas, fagots y clarinetes, al
final, con prolongados arpegios de la cuerda. Una modulación introduce la tonalidad de Re mayor
sobre la que segundos violines y violas, junto a la madera, entonan un nuevo tema, Andante moderato,
en compás de 3/4, que se desvanece en pianissimo. Se retorna de nuevo al Adagio, en Mi bemol, tocado
por los clarinetes y los fagots acompañados por la cuerda en pizzicato. El tono de Si bemol vuelve a
reaparecer en una variación del primer motivo en compás de 12/8 sobre largas notas sostenidas en las
maderas que decoran la fluidez de los primeros violines. A esta variación le sucede otra compuesta
por rápidos pasajes en los violines, primero en crescendo y luego en decrecendo. Un repentino
unísono presenta una doble llamada a modo de fanfarria en los metales que no altera la tranquilidad
del movimiento. La pieza prosigue y se desvanece paulatinamente con un acorde de tónica que se
repite cuatro veces y concluye en piano.
CUARTO MOVIMIENTO: Finale: Presto, en re menor y compás de 3/4 (Aquí sí coincide el vídeo
de enlace con el inicio del movimiento). Casi sin interrupción, la orquesta ataca un acorde disonante,
un ritornello de ocho compases marcados por notas picadas y con una fuerte sensación de dramatismo
acentuada, si cabe, por la presencia de intervalos de quinta y cuarta ya utilizados en los movimientos
precedentes. Los violoncelos y contrabajos exponen un recitativo que más tarde entonará el bajo
solista. A continuación, se produce una repetición del ritornello y del recitativo antes de que la
orquesta presente reminiscencias de los movimientos anteriores: Primero, los iniciales compases
del Allegro inicial, en La mayor, interrumpidos por una repetición en fortissimo del recitativo. Luego
los ecos del primer motivo del Scherzoen los instrumentos de viento, en la menor, para ser nuevamente
interrumpido por el recitativo de los bajos en diminuendo. Finalmente, dos acordes
del Adagio intentan contrarrestar a los instrumentos de viento y también son interrumpidos por el
recitativo. La orquesta esboza ahora un nuevo tema, en 4/4, Allegro assai, que será la Oda a la Alegría.
Lo interpretan óboes, clarinetes y fagots sobre un pedal de las trompas. Aparece por última vez el
recitativo instrumental, en 3/4, y hace surgir a continuación el tema completo del himno, que pasará
paulatinamente al resto de la orquesta con gran alegría. Vuelve el ritornello, Presto, en 3/4 y re menor,
en tutti, y esta vez es el bajo quién se apodera del recitativo (¡Oh, Freunde nicht diese Töne!). Le sigue
la primera estrofa de la Oda de Schiller de la que el coro, a excepción de las sopranos, tomará los
cuatro últimos versos y se convertirá en el tema coral esencial. A partir de aquí, el coro y el cuarteto
solista se turnan para exponer las siguientes estrofas: Primeramente, una variación del tema ,en 6/8 y
Si bemol, con aires de marcha y donde la orquesta se adorna con platillos, triángulo y bombo, siendo
la primera vez que la llamada percusión “militar” aparece en una obra de estas características. Se
introduce después un contracanto del tenor (¡Froh, froh…!) patéticamente interpretado en muchas
versiones consideradas como de referencia… Este solo lo repite el coro masculino y luego aparece un
desarrollo orquestal fugado y en fortissimo para, luego de unos compases de relativa calma, pasar a un
nuevo estallido del coro y de la orquesta, ahora en Re mayor. A esto le sigue un Andante maestoso en
3/2 donde los trombones adquieren un acento litúrgico y sobre el que las voces masculinas entonan un
canto monódico (Seid umschlungen, Millionen…). El coro completo y la orquesta repiten esa magistral
estrofa para, a continuación, dar paso a un Allegro energico sempre ben marcato, en 6/4 y Re mayor,
que repite en la voz de la soprano el comienzo de la primera estrofa y combina el anterior motivo
monódico con las contraltos, seguido de un desarrollo instrumental y coral sobre apasionados y
vehementes pasajes de la cuerda. Un nuevo período de calma para pasar a un Allegro ma non tanto,
en 2/2 y Re mayor, que alterna solos y coros en un ambiente de alegría descarnada (Posibles ecos
del Fidelio). Las voces son reconducidas mediante un crescendo polifónico a un calmado acorde de
si menor para estallar, en 2/2 y Prestissimo, coro y orquesta en exaltación
colectiva. Finalmente,Maestoso en 3/4 con dos compases de transición para el desencadenamiento
instrumental, fortissimo, sobre el motivo de la coda y acorde de Re mayor, repetido durante trece
compases en un Prestissimo conclusivo. Como puede desprenderse de la lectura de las líneas
precedentes, la partitura tiene “cierta” complejidad…
VERSIONES RECOMENDADAS
– Wilhelm Furtwängler con la Filarmónica de Viena (EMI), con la Orquesta del Festival de Bayreuth
(EMI 1951, la mejor de todas) y con la Filarmónica de Berlín (MUSIC & ARTS). Insuperables. De
obligada referencia.
– Erich Kleiber con la Filarmónica de Viena. DECCA. Prácticamente, al mismo nivel que las
anteriormente citadas.
– Otto Klemperer con la New Philharmonia. EMI. La tradición germánica al servicio de la belleza.
– Carl Schuricht con la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París. EMI. Precisa, equilibrada,
deliciosamente versátil.
– Herbert von Karajan con la Filarmónica de Berlín (Grabación de los años sesenta). DG. Impactante,
bellísimo sonido.
– Rudolf Kempe con la Filarmónica de Munich. EMI. Toda una sorpresa; insuperablemente construida,
muy dinámica. Genial.
– George Szell con la Orquesta de Cleveland. SONY. Limpia y pulcra, si acaso un tanto opaca.
Interpretación clasicista
– Bruno Walter con la Sinfónica Columbia. SONY. De absoluta referencia. Uno de los mayores
directores de todos los tiempos.
– Arturo Toscanini con la Orquesta de la NBC. RCA. Muy buena, pero es una toma en MONO, de
discreto sonido.
– Karl Böhm con la Filarmónica de Viena. DG. Dramática y terrorífica. La última y mejor grabación
sinfónica de Böhm. A la altura de la mítica versión de Furtwängler. Imprescindible.
Por contra, no acaban de convencerme las versiones de Solti y la Sinfónica de Chicago. DECCA
(Precipitada y alocada, por momentos, aunque con un estupendo sonido orquestal), de Sir Colin
Davis con la Staatskapelle de Dresde. PHILIPS (Me defrauda, me esperaba mucho más, algo sosa) y
la última grabación de Karajan con la Filarmónica de Berlín. DG. (Aceptable, pero con una
lamentable actuación de los solistas masculinos, sobre todo del tenor). Obviamente, esto no son sino
opiniones personales del autor, sin ninguna pretensión vinculante.
Beethoven concibió esta fuga como un último movimiento para su cuarteto Op.130. Lo que pasa
es que la densidad de la pieza y la complejidad tanto para el oyente como para el cuarteto de
intérpretes hicieron que finalmente se decantara por considerarla una pieza independiente. Así
pues, pasó a ser considerada como "La gran fuga"
Hay que decir que Beethoven escribió esta fuga al final de su vida. Es decir, tenía 56 años, estaba
completamente sordo y ya había escrito la novena sinfonía. Esto puede parecer una tontería,
pero si hablar de la madurez musical de un compositor ya suelen ser palabras mayores, hablar
de la madurez musical de Beethoven es demasiado.
Como todos sabemos, Beethoven se había recluído. Su sordera le había apartado de la gente y se
había dedicado a componer. Incluso, mientras escribía su novena sinfonía, cuentan, que se hizo
pasar por loco. Dijo que estaba armonizando unas cancioncillas para que todos pensaran que
estaba terminado y le dejaran en paz. Él sabía que era un genio, no necesitaba del calor de
público, y buscaba sólo soledad y concentración. Cuando terminó la sinfonía aún escribió este
cuarteto, y claro, hay que tener cuidado. Sin embargo, dicen algunos musicólogos que la mayoría
de las innovaciones armónicas de Beethoven son en realidad fallos que tuvo su copista. Pero yo
no me lo creo, quita demasiado romanticismo al asunto, y además, es difícil de creer que el azar
haya creado este cuarteto, ¿No?
Beethoven había estado estudiando contrapunto. Ya en la novena encontramos dos fugas dobles
en el último movimiento. Una fuga normal es una pieza en la que se trabaja con un solo tema
siguiendo una forma prefijada, aunque lo más evidente es quizá, que todas las fugas comienzan
con un tema que pasa por cada una de las voces que tenga la fuga. En nuestro caso, cuatro. Es
algo realmente difícil, que muestra bien a las claras la capacidad técnica de cualquier
compositor. Uno puede hacer cualquiero cosa, puesto que el material está fijado de antemano.
Hoy en los planes de estudios en España se dedica un curso entero sólo a aprender a escribir una
fuga. Y el aprobado cuesta sangre, sudor y tinta. Mucha tinta. Escribir una fuga doble es similar
pero con dos temas. Algo realmente complejo, que pocos se han atrevido a abordar. (Aunque
pueda parecer más fácil no lo es, creedme). Beethoven, en esta fuga trabaja con tres temas. Yo
creo que anteriormente sólo Bach se atrevió con una de estas. Escribir una fuga tritemática debe
ser horrible. Pero ya hablaba antes que enfrentarse al último periodo de Beethoven debe dar
miedo. No quizá en la novena sinfonía, la más conocida, pero sí en todas las otras piezas que
escribió al final de su vida. En las últimas sonatas, en los últimos cuartetos.
El cuarteto comienza presentándonos dos de los tres temas, durante 30 compases (aunque en
wikipedia ponga 25, ¡no le hagáis caso!). En el compás 30 aparece saltarín el tercer tema, que
funcionará como principal en la primera sección de la fuga. Esta fuga se divide en varias
secciones, utilizando diversos elementos temáticos, todos presentados en esta introducción,
variándolos y modificándolos, sometiéndolos a todos los procesos contrapuntísticos
imaginables. Aunque en una primera escucha nos pueda parecer que suena un tema nuevo, una
escucha más detenida o una partitura nos aclara que en verdad es un cambio de métrica, o una
inversión o... Y el resultado, pues sí, da un poco de miedo.