Las tres eras de la imagen está divido en tres fases, la primera es la imagen-materia que
está designado a la relación entre imagen-objeto, la segunda fase es el film, que está
referida a la imagen y su proyección en movimiento, y por último la imagen-electrónica
que está relacionada con la imagen y todo el mundo virtual; este libro parte en analizar las
diversas técnicas sobre la producción y recepción de las imágenes.
En este punto quiero tratar la segunda, la imagen-film, El film era dominado por la imagen
reproductiva, impermanente y pasajera, una imagen dinámica, una imagen-movimiento,
que ya no vuelve a recuperar lo que deja. La promesa de esta imagen-film es la misma que
la del proyecto ilustrado: la emancipación del sujeto moderno. Esta imagen, caracterizada
por una economía de distribución y por un tipo de memoria retiniana se articula en torno a
un inconsciente óptico, de desconfianza ante lo que vemos, porque en lo que vemos hay un
conocimiento que no es accesible a través de la mirada. Este capítulo lo dedica a la relación
de la imagen con la producción y proyección cinematográfica y a su versión más corta: la
fotografía, que él la entiende como un “cortometraje”.
El cambio de reglas y leyes que rigen el film y las nuevas imágenes convierten a ese
espanto, en un mundo fantasmizado que reconfigura la vida de tales imágenes y las leyes
que las rigen. De hecho, pierde un carácter esencial en la imagen-materia, que es la
memoria, agrediendo frontalmente a su significado simbólico, iconológico, precisamente
porque nace un nuevo tiempo simbólico y considerado como la pérdida de tiempo memoria
y promesa de eternidad la convierte –la imagen film- en “expansión interna de su propio
tiempo narrativo” que se expande secuenciándose a través de la introducción de “la
potencia del tiempo”.
El cine, a través de la máquina de proyección, produjo una redefinición del acto de ver, ya
que la imagen está asociada al movimiento, cualidad que no tenía la imagen-materia, afirma
“Si la imagen-materia se consumía en un tiempo interno exclusivo y estático, la imagen
fílmica – gracias a esto en la propia imagen se trasmitirá la esencia del relato y el tiempo.
El cine estaba hecho para pensar y, por más que considere que la llegada del sonido y la
manera en que se desarrolló la industria lastraron esa vía que suponía la pura sucesión de
imágenes, él mismo no deja de utilizar ejemplos que provienen del sonoro en tanto que
continuidad de imágenes, construye formas mediante el montaje. El montaje permite
modular cada imagen con las que la anteceden y la siguen. Esta modulación da lugar a
variables más abiertas o más cerradas, que en cada caso reclamarán un determinado grado
de atención y participación del espectador. El cine mudo daba una libertad de interpretación
inédita al público, que podía sacar sus conclusiones a partir de la sucesión de imágenes.
Se puede decir entonces que la imagen fílmica está asociada con el movimiento y de aquí
deviene tiempo, es un transcurrir de tiempos escenarios que provocan un ritmo, todo ello
bajo la perspectiva de una historia.
Entonces se podría decir que la imagen fílmica responde a la acción del relato, de la
interpretación, abriendo paso al campo del conocimiento, que genera narrativas dirigida a
las masas, haciendo una revolución del pensamiento que se ve evidencia por medio de los
relatos que hacen pueblo, que producen conocimiento, por medio de las simbologías que
están y se trasmiten en un tiempo de un presente continuo, de un pasado que se esfuma y
queda en la historia ligada de cada narración.
Hall, Stuart.
Cuestiones de identidad cultural.
Buenos Aires:
Amorrortu,
2003.
Páginas 320
Leidy Castro Oliveros
Entonces las identidades se constituirían entonces dentro de la narración del yo, sin que su
naturaleza ficcional su “efectividad discursiva, material o política” y: “Precisamente porque
las identidades se construyen dentro del discurso y no fuera de él, debemos considerarlas
producidas en ámbitos históricos e institucionales específicos en el interior de formaciones
y prácticas discursivas, mediante estrategias enunciativas específicas. Por otra parte,
emergen en el juego de modalidades específicas de poder. De tal forma que las identidades
se construyen a través de la diferencia.