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CONVENCIÓN BELÉM DO PARÁ.

La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia


contra la Mujer, fue adoptada en Belém Do Pará, Brasil en el año 1994; ratificada
por 32 Estados, se ha convertido en el tratado interamericano de derechos
humanos que cuenta con mayor número de ratificaciones, entre ellas las de países
como Colombia, Costa Rica, México, Argentina y Chile; esta convención es un
instrumento regional que rige únicamente en el continente americano y que fue
creado con la intención de generar el compromiso político para los Estados
signatarios de desarrollar mecanismos de protección para la mujer con el fin de
combatir la violencia y agresiones contra su integridad física, psicológica y sexual.
Es el reflejo de una preocupación uniforme, a lo largo del hemisferio, sobre la
seriedad y gravedad del problema de la discriminación histórica contra las mujeres
y su vínculo con la violencia contra las mujeres, de donde se deriva la acuciante
necesidad de adoptar estrategias públicas y comprehensivas para prevenirla,
sancionarla y erradicarla (CIDH, 2009).

En el primer artículo de esta convención se define la violencia contra la mujer


como cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño
o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público
como en el privado; además de ello, se enuncian los derechos de las mujeres que,
al firmar, los Estados parte se comprometen a promover y proteger –respeto a su
vida, su integridad física, psicológica y social, libertad de asociación, igualdad de
acceso a las funciones públicas, entre otros-. Sin embargo, lo más importante de
esta norma regional es que le ordena a los Estados signatarios legislar en orden
de erradicar la violencia contra las mujeres mediante la creación de normas para
prevenir y sancionar agresivamente cualquier conducta que constituya violencia o
discriminación contra ellas, así mismo, les impone el deber de facilitarles a las
mujeres víctimas de violencia el goce de medidas de protección pertinentes y un
acceso a la justicia con celeridad y eficacia en el momento que acudan a esta en
busca del amparo de sus derechos; adicionalmente, establece la obligación de
crear políticas públicas que generen un cambio social para eliminar la
discriminación de género fomentando el conocimiento y observancia de sus
derechos con el fin de eliminar prejuicios y costumbres que tiendan a establecer
condiciones de inferioridad o superioridad entre géneros. Así pues, vale enfatizar,
que la responsabilidad internacional del Estado se funda en actos u omisiones de
cualquier poder u órgano de éste, independientemente de su jerarquía, que violen
la Convención Americana (CIDH, 2007) y, en este caso, la Convención Belém do
Pará.

Otras de las disposiciones de esta convención facultan a los Estados para recurrir
a la Comisión Interamericana de Mujeres de forma consultiva y, así mismo, a los
ciudadanos de los países signatarios para presentar denuncias y quejas en contra
de estos ante la comisión cuando violen alguna de las disposiciones de la
convención.

Cabe resaltar que la Convención de Belén do Pará recoge el criterio sostenido por
el Comité contra Todas las Formas de Discriminación de la Mujer (CEDAW), el
cual, desde 1992, estableció que “los Estados también pueden ser responsables
de actos privados si no adoptan medidas con la diligencia debida para impedir la
violación de los derechos o para investigar y castigar los actos de violencia e
indemnizar a las víctimas” (CEDAW, 1994).

Esta norma ha servido como punto de partida y columna vertebral a los Estados
latinoamericanos para legislar respecto a la violencia contra las mujeres y, en el
tema que se ocupa, el feminicidio, como es el caso de Costa Rica, país que amplió
su noción de feminicidio, creando, en la jurisprudencia, el concepto de feminicidio
ampliado extendiendo los posibles sujetos activos de este delito como se verá más
adelante; así mismo, esta convención fue el punto de partida para que la
legislación brasileña adoptara el concepto del homicidio en razón al género
femenino tal y como lo establece el artículo 121 de su código penal.

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