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Insomnio

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres


(según las últimas estadísticas).

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este


nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna.

5 Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como


un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente
de una gran vaca amarilla.

Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por


qué se pudre lentamente mi alma,
10 por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el
mundo.

Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?


15 ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?

Dámaso Alonso, Los hijos de la ira (1944)


Comentario literario de un texto lírico

INSOMNIO

El poema Insomnio se encuentra inmerso en el poemario Los hijos de la ira del


célebre autor español Dámaso Alonso. Dicho poema fue publicado en el año
1944. El título del poema, en mención, alude a la incomodidad, fastidio,
desgano al no poder dormir y pasar momentos no gratos.

El tema que se presenta son las súplicas de un alma desesperada al no poder


tener la paz y tranquilidad que, en tiempos de antaño, es decir cuando aún era
joven lo tenía.

La estructura externa se divide en un total de quince versos distribuidos en


cuatro estrofas no uniformes. Por su parte, la rima es libre con predominancia
de versos de arte mayor en su mayoría heroicos.

En la estructura interna de puede apreciar dos apartados: del verso uno al siete
son los lamentos y quejas constantes por el descontento de la vida. Del verso
ocho al verso quince son las constantes interrogantes a Dios del porqué de una
vida desdichada.

En el primer apartado, el yo poético es un ser angustiado que muestra una


actitud carmínica, al darnos a conocer su estado de ánimo con sentimientos de
tristeza y desesperación al no poder realizar lo que se le plazca. Nótese
además que ese estado anímico no corresponde al pasado sino que lo está
viviendo y lo reitera en varias ocasiones con la forma verbal del tiempo
presente del indicativo “y paso largas horas oyendo el gemir del huracán”, “y
paso largas horas gimiendo”, “y paso largas horas preguntándole a Dios”. Esta
misma situación reiterativa y monótona es lo que aflige y angustia a este
hombre.

Por otro lado, el sentimiento de tristeza y nostalgia está presente en la


simbología del sustantivo noche. Este sustantivo alude a soledad, melancolía,
desesperación, el final de la luz. Así mismo se percibe este estado lúgubre al
mencionar largas horas lo que significa que no padece por momentos, sino que
está desesperado porque el sufrimiento o tormento es inmenso, incalculable en
el factor tiempo. Además no es un sufrimiento fugaz que llega y luego pasa;
sino que se observa la intensidad de ese desconsuelo evidenciado en los
verboides gemir, ladrar y fluir, verboides que demuestran estados de
desesperación y una furia extrema.

Amén de lo expuesto, los lamentos de su infelicidad también se ven reflejados


con los recursos estilísticos del símil o comparación “gimiendo como el
huracán”, “ladrando como un perro enfurecido”, “fluyendo como la leche de la
ubre caliente de una gran vaca amarilla”. Las comparaciones aludidas reflejan
tal grado de exasperación como el huracán que irrumpe con su gran sonido
dejando lamentos y destrozos, o como un perro enfurecido que ladra hasta más
no poder con ruidos molestos producto de causas adversas a su entorno o
como la leche que se encuentra en la ubre de esa gran vaca a punto de
explotar porque ya no hay lugar para ella en esas mamas; así se encuentra el
yo poético lamentándose constantemente.

En el segundo apartado nos encontramos con las constantes interrogantes a


Dios del porqué de una vida desdichada; para ello, se emplea el recurso
estilístico denominado reduplicación para así enfatizar su malestar “y paso
largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente
mi alma”. Llegando a tal punto de increpar y amonestar al ser supremo y
exigirle una explicación.
La actitud del hablante lírico es comprensible, es notorio ver su sufrimiento del
día a día, de seguro el estado de la senectud lo agobia y se siente muerto en
vida, como un ser inservible, que hiede, despreciado y más aún sentirse
abandonado por Dios. Él afirma: “se pudre mi alma”. El verbo pudrirse significa
permanecer en un sitio, desdeñado y abandonado de todos, y sufriendo un
deterioro u otra cosa negativa.

El cuestionamiento a Dios no solo lo hace por su persona, sino que se siente


identificado con todos los habitantes de la tierra que se encuentran en sus
mismas condiciones; por ello, es notorio el elemento estructural de la gradación
“Se pudre lentamente mi alma, … se pudren más de un millón de cadáveres…,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo” Y lo más
triste es la angustia que no se termina de una vez por todas, sino que hace
padecer y agonizar. El adverbio de modo lentamente implica poco a poco, morir
con padecimiento, pudrirse en vida.

Y sigue cuestionando a Dios con el verbo imperativo “dime” ¿Qué huerto


quieres abonar con nuestra podredumbre? ¿Temes que se te sequen los
grandes rosales del día? Dando a entender que solo la juventud es lo más
preciado, juventud simbolizada por el término rosales, azucenas cuyas
características son flores hermosas y olorosas en contraste con la vejez que es
una podredumbre.

En conclusión, creo que la senectud no debería ser un tipo de descontento ante


la vida ya que debe ser valorado, así como la juventud. Todo tiene su tiempo y
lo más importante es saber aprovecharlo y vivirlo intensamente. De qué sirve
lamentarse si con todo ello los años ya no volverán, el acto es irreversible.

Por: José Antonio Contreras Santa Cruz

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