El asunto del “sésamo ábrete” y “sésamo ciérrate” dio de sí algunos años atrás, hasta
que Alí Babá estableció una fábrica de cerámica con suficiente capital para
desarrollar sus actividades de forma satisfactoria.
Su proverbial trato franco y sencillo le granjeó la simpatía de sus clientes a los que no
olvidaba despedir con las siguientes palabras: الصحراء رمال لمحاكاة بك الخاص المبيعات مضاعفة
(que tus ventas se multipliquen hasta emular a los granos de arena del desierto). Este
deseo, por su alto contenido espiritual, era muy preciado por los clientes. Pasaron los
años y el buen trato, la calidad del producto y la rapidez del servicio no fueron los
únicos motivos para vender los preciosos jarrones de Ali Babá, sino que era preciso
favorecer a los clientes con determinadas condiciones de crédito.
En tales circunstancias nos encontramos en la crisis del año 803 (era musulmana) la
cual afectó a las tiendas de cerámica poco antes de la fiesta del Tamadán
(Septiembre – Octubre).
La crisis continuó en los primeros meses del año 804; concretamente el día 3 de abril,
el esclavo rubio que llevaba las cuentas corrientes observó que dos clientes rebasaban
las líneas de crédito por Alí Babá y corrió a notificarlo al Director Financiero.
Estos dos clientes eran: “Creaciones Aladino” y “Novedades El Califa S.A.”, ambos
disponían de líneas de crédito tope fijadas en $15.000 y $10.000 respectivamente,
pero en estos momentos se habían rebasado a la cifra de $19.767,12 y $11.268,82
respectivamente.
Creaciones Aladino era un cliente relativamente nuevo de Alí Babá; se le vendía desde
hace cinco años y la marcha de esta empresa había sido buena. Se trata de un gran
bazar situado en el centro comercial de Sidi-El-Hamra, dedicado a la venta de
lámparas maravillosas, alfombras voladoras y cerámica en general.
La crisis del año 803 había afectado a las tiendas detallistas de cerámica hasta el
extremo tal de que las pérdidas de la parte final del año igualaban o superaban los
beneficios de la primera parte del año.
Ante el clima general de recesión de ventas, los detallistas reaccionaron forzando sus
operaciones a través de rebaja de precios y también los fabricantes se vieron
afectados por disminución de pedidos.
En estas condiciones, Alí Babá luchaba ferozmente con sus competidores a fin de
mantener su volumen de ventas o por lo menos evitar que éstas decayeran
ostensiblemente.
El problema que se plantea ahora Alí Babá con estos dos clientes, puede ser un
problema generalizado dentro de un tiempo. Conviene pues madurar la cuestión y
fijarse normas de actuación ante el problema que no por incipiente es menos grave.
(*) Representa factura sobre embarque en disputa: El cliente reclama por mercancía dañada