En ocasiones, es imposible un parto vaginal por diferentes motivos y es necesario

recurrir a una cesárea para sacar al bebé. Puede ser de urgencia o programada
pero, en cualquiera de los dos casos, el procedimiento será muy parecido. Te
contamos cómo se lleva a cabo, cómo curar la cicatriz, cómo es la recuperación,
etc.

¿Por qué recurrir a una cesárea?

Los principales motivos para realizar este tipo de operación son:

Anomalías del feto que dificultan la salida normal como espina bífida o hidrocefalia.
Posición anómala del feto dentro del útero (colocado transverso o de nalgas). En
ocasiones, se puede intentar en las semanas anteriores la versión cefálica externa
para girar al bebé y que puede salir él solo. Si no funciona o no se puede llevar a
cabo, será necesaria una cesárea.
Ritmo cardíaco anormal en el bebé.
Embarazos múltiples (aunque, a veces, en embarazos gemelares es posible el parto
vaginal).
Enfermedades maternas como cardiopatías, preeclampsia o toxemia.
Infección activa de herpes genital o VIH.
Cirugías uterinas previas como miomectomías.
¿Cómo se lleva a cabo?

Si es una cesárea programada se ingresa en el hospital el día señalado.

Generalmente las cesáreas se realizan con anestesia epidural y, en algunos casos
y según el centro hospitalario, el padre puede estar presente.

Una vez preparada la zona para la operación, el cirujano realiza una incisión
horizontal sobre la piel, justo encima del hueso púbico. Se apartan los músculos
abdominales (no hace falta cortarlos) y se cortan 5 tejidos diferentes hasta alcanzar
el útero (piel, grasa subcutánea, aponeurosis muscular y peritoneo parietal). Se
extrae al bebé a través de las incisiones y se corta el cordón umbilical. Después, se
extrae la placenta y las membranas ovulares y se suturan todas las capas cortadas
anteriormente.
Todo este proceso, normalmente, dura unos 45 minutos.

La recuperación tras la cesárea

La estancia en el hospital tras una cesárea suele ser más larga que tras un parto
vaginal ya que no deja de ser una operación quirúrgica. Generalmente, se está entre
3 y 5 días.

Para acelerar la recuperación es importante andar en cuanto sea posible,

preferiblemente antes de que pasen 24 horas.

También podrás comer pasadas unas horas si todo va bien, en cuanto te quiten la
vía.

Para evitar el dolor te administrarán analgésicos por vía oral o intravenosa.

La cicatriz actualmente es muy pequeña y queda oculta bajo la línea del biquini. Te
dejarán solo dos puntos externos que te quitará el médico pasados unos 10 días. El
resto son puntos internos que se reabsorben solos. Por lo tanto, apenas tendrás
que cuidar la cicatriz, tan solo asegurarte de que no se infectan los puntos externos.
Lávate con cuidado la zona y mantenla seca y limpia.

Una vez estés en casa, ten cuidado los primeros días: no levantes pesos, no hagas
excesos, coge al bebé sentada, no subas muchas escaleras… Trata también de
descansar y dormir y vigila tus posturas para no hacerte daño en la zona cortada.