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2.

LA PALABRT1 EDIFICANTE

En rgo t el Mercure de [run.e dedicó un nümero de ho-


menaie a Pie¡re Reverdy. mueno hacla poco. fui5
Cernu_
oa escnbtó unas cu¿nt¿s págjnas. preciosas no t¿nro pof
Io que no: dicen sobre Reverdy como por lo que,
indiiec_
tamente, revelan del mismo Ce¡nuda: su identifiiación
de
conciencra poetica y pureza érjca. su gusto por palabra
la
csencial.que conrrrponía. no siempre con razón.
i lo que
él l1¿m¿ba l¿ sun¡uosidad de la tradición e<pañola y
fran_
cesa.Iero no recuerdo ese anrculo a proptisito de ias
afi-
nldades.entre el.poeta frances y el espádol _aunque
la
lnilueÍcia de¡ primero sobre el segundo mereceria un co_
,nenrario- sino porqr¡e aquello que hace rres ¿ño< e5cri,
Dró Lernuda sobre el desrino de los poeras
muerro\ p¿re-
cc ho) pensado y dicho sobre ru propia muerre: .¿eué
Luis Cetnuda 979
978 Fundación "t
disidencia

país sobrelleva a gusto a sus poetas? A sus poetas vivos, mundodondeesténenarmoníalarealidadyeldeseo,.


sería ese paraíso y
quiero decir, pues a los muertos, ya sabemos que no hay ¿i. fr" preguntado ese escritor cómo
país que no adore a los suyos". España no es una excep- iuáles sus ángeles Y divinidades?

ción. Nada más natural que las revistas literarias de Ia La obra dJCernuda es una exploración de sí mismo;
no. desprovis-
península publiquen homenajes al poeta: «puesto que .r.ra o.grllosa afirmacién, al fin de cuentas
Él mismo 1o
Cernuda ha muerto, viva, pues, Cernuda,; nada más na- ta de himildad, de su irreáuctible diferencia'
hallar
tural también que poetas y críticos, todos a una, cubran Ji;or "Yo sólo he tratado, como todo hombre' de
que la de
m'i ,r..dad, la mía, llue no será mejor ni
peor
con una misma gris capa de elogios la obra de un espíritu
o,ro, ,irro-ró1o diferente'. Servir a su memoria no
puede
que con admirable e inflexible terquedad no cesó nunca
en levantarle monumentos que, como todos
los
de afirmar su disidencia. Enterrado el poeta, podemos a."rirri,
ahondar en esa ver-
discurrir sin riesgo sobre su obra y hacerla decir lo que monumentos, ocultan al muerto, sino
así su verdad'
nos parece que debería haber dicho: ahí donde él escribió áuá áif"..r-t," y.nfr.rrtr,la a la nuestra' Sólo
puede acercar-
separación, leeremos unión; Dios donde dijo demonio; f.rr,r-..tr. por ser.distinta e inconciliable, que la suya'
patria, no tierra inhóspita; alma, no cuerpo. y ti l¿ «in- nos a nuestra propla verclad, ni mejor ni peor
camino hacia no-
terpretación, resulta imposible, borraremos las palabras ,álo ,rrr.rrrr' iu obt, de Cernuda es un
valor moral' Pues apar-
prohibidas -rabía,placer, asco, muchacho, pesadilla, so- sotros mismos. En esto radica su
por serlo- Cernuda
ledad... No quiero decir que todos sus panegiristas pre- te de ser un alto poeta -o, más bien:
es uno de los poquísimos moralistas
que ha dado España'
tendan volver blanco lo que fue negro ni que lo hagan
con entera mala fe. No se trata de una mentira deliberada en el sentido qr. Nietzsche es el gran moralista de la
"r, osu primer psicólogo"'
sino de una substitución piados a. Tal vez sin darse cuen- E.rropn moderna ¡ como é1 decía,
ta, movidos por un sincero deseo de justificar su admira- i" pá.ti, de Cernuda es una ctítica de nuestros valores y
*rá,-t.irr; en ella destrucción y creación son inseparables'
ción por una obra que su conciencia reprueba, transfor-
man una verdad particular y única -a veces insoportable p".t ,q"lUo que afirma implica la disolución de 1o que
Como la
y repelente, como todo lo que es de verdad fascinante- ia ,oci.áud tiene por justo, sagrado o inmutable'
á" P.rror, ,, obin o,'n subversión y su fecundidad
es-
por Lrna verdad general e inofensiva, aceptable para to- ", en que pone a prue.ba
dos. Gran parte de lo que se ha escrito sobre Cernuda en
piritual consiste, precisamente'
los últimos meses se podría haber escrito sobre cualquier io, ,irt"*ns de la-moral colectiva, tanto los fundados
que nos propo-
otro poeta. No ha faltado quien afirme que la muerte lo en la autoridad de la tradición como los
ante el cris-
ha devuelto a su patria (omuerto el perro, se acabó la ra- nen los reforrnadores sociales' Su hostilidad
las uto-
f¡¿"). Un crítico, que dice conocer bien su obra y admi- tianismo no es menor que su repugnancia ante
que necesario coincidir con
pías políticas. No digo sea
rarla, no teme escribir: «el poeta tenía un defecto ttágtco hay que
la incapacidad de reconocer otra clase de amor que el Zt; ¿igo que, si u-r-o' realmente su poesía'
pide una piado-
amor romántico; por 1o visto el amor conyugal, el pater- o,i, É q"i reulm.nte nos dice' No nos
sa reconciliación; espera de nosotros Io más
difícil: el
nal, el filial, todos eranpara Cernuda puertas cerradas'.
Otro hace votos porque el poeta "haya encontrado un reconocimiento.
9óo Fundación t disi,:lencin Luis Cernuda 98t

Cernuda no siempre evita estos extrefilos y no es raro que


incurra en la confidencia y en la moraleia. No importa: Io
mejor de su obra vive en ese espacio, real e imaginario,
No me propongo, en las notas que siguen, recorrer la obra del mito. Un espacio ambiguo corno la figura misma que
de Cernuda en su totalidad. Escribo sin tener a la mano sostiene. Fábula real e historia ideal, La realidad y el de-
sus libros más importantes y, fuera de lo que haya dejado seo es el mito del poeta moderno. Un ser distinto, aunque
en mi memoria un trato de años con sus escritos, no po- sea su descendiente, del poeta maldito. Se han cerrado las
seo sino unos cuantos poemas en una antología, la terce- puertas del infierno y al poeta ni siquiera le queda el re-
ra edición de Ocnos y Desolación de la quimera. Alguna curso de Adén o de Etiopía; errante en los cinco conti-
vez escribí que su creación era semejante al crecimiento nentes, vive siempre en el mismo cuarto, habla con las
de un árbol, por oposición a las construcciones verbales de mismas gentes y su exilio es el de todos. Esto no lo supo
otros poetas" Esa imagen era justa sólo a medias: los ár- Cernuda -estaba demasiado lnclinado sobre sí mismo,
boles crecen espontánea y fatalmente, pero carecen de demasiado abstraído en su propia singularidad- pero su
conciencia. Un poeta es aquel que tiene conciencia de su obra es uno de los testimonios más impresionantes de
fatalidad, quiero decir: aquel que escribe porque no tiene esta situación, verdaderamente única, del hombre mo-
más remedio que hacerlo -y lo sabe. Aquel que es cóm- derno: estamos condenados a una soledad promiscua y
plice de su fatalidad -y su juez. En Cernuda espontanei- nuestra prisión es tan grande como el planeta. No hay sa-
dad y reflexión son inseparables y cada etapa de su obra lida ni entrada. Vamos de lo mismo a lo mismo. Sevilla,
es una nueva tentativa de expresión y una meditación so- Madrid, Toulouse, Glasgow, Londres, Nueva York, Mé-
bre aquello que expresa. l.Io cesa de avanzar hacia dentro xico, San Francisco: ¿Cernuda estuvo de veras en esas
de sí mismo y no cesa de preguntarse si avanza realmen- ciudades?, ¿en dónde están realmente esos sitios?
te. Así, La realidad y el deseo puede verse como una bio- Todas las edades del hombre aparecen en La tealidad y
grafía espiritual, sucesión de nlomentos vividos y refle- el deseo. Todas, excepto la infancia, que sólo es evocada
xión sobre esas experiencias vitales. De ahí su carácter como un mundo perdido y cuyo secreto se ha olvidado.
moral. (¿Q"é poeta nos dará, no la visión o la nostalgia de la ni-
¿Puede ser poética una biografía? Sólo a condición de ñez sino la niñez misrna, quién tendrá el valor y el genio
que las anécdotas se transmuten en poemas, es decir, sólo de hablar como los niños?) El libro de poemas de Cernu-
si los hechos y las fechas dejan de ser historia y se vuelven da podría dividirse en cuatro partes: la adolescencia, los
ejemplares. Irero ejemplares no en ei sentido didáctico de años de aprendizaje, en los que nos sorprende por sll ex-
la palabra sino en el de
"acción notabler, como cuando quisita maestría; la juventud, el gran momento en que
decimos: ejernplar único. O sea: mito, argumento ideal y descubre a Ia pasión y se descubre a sí mismo, período al
fábula real. Los poetas se sirven de las leyendas para con- que debemos sus blasfemias más hermosas y sus mejores
tarnos cosas reales; y con los sucesos reaies crean fábulas, poemas de amor -amor al amor; la madurez, que se ini-
ejemplos. Los peligros de una biografía poética son do- cia como una contemplación de los poderes terrestres y
bles: Ia confesión no pedida y el consejo no solicitado. termina en Llna meditación sobre las obras humanas; y el
982 Fundación y disidencia Luis Cernuda 981

final, ya en el límite de la vejez,la mirada más precisa y nea y pensamiento se funden; o los de esos momentos de
reflexiva, lavoz más real y amarga. Momentos distintos la madurez en que la pasión, la cólera o el amor le de-
de una misma palabra. En cada uno hay poemas admira- It vuelven el antiguo entusiasmo, ahora en un lenguaje más
bles pero yo me quedo con la poesía de juventud (Los il;l duro y lúcido.
placeres prohibidos, IJn río, utt dmor) Donde habite el ol- Biografía de un poeta moderno de España, La realidad y
uido) no porque en esos libros el poeta sea enteramente el deseo es también labiografía de una conciencia poética
dueño de sí sino precisamenre porque todavía no lo es: europea. Porque Cernuda es un poeta europeo, en el senti-
instante en que la adivinación aún no se vuelve certidum- do en que no san europeos Lorca o Machado, Nemda o
bre, ni la certidumbre fórmula. Sus primeros poemas me Borges. (El europeísmo de este último es muy americano:
parecen un ejercicio cuya perfección no excluye la afecta- es una de las maneras que tenemos los hispanoamericanos
ción, cierto amaneramiento del que nunca se desprendió de ser nosotros mismos o, más bien, de inventarnos. Nues-
del todo. Sus libros de madurez tozanun clasicismo de tro europeísmo no es un desarraigo ni una vuelta al pasa-
yeso, es decir, un neoclasicismo: hay demasiados dioses y do: es una tentativa por crear un espacio temporal frente
jardines; hay una tendencia a confundir la elocuencia con a un espacio sin tiempo ¡ así, encarnar') Por supuesto,
Ia dicción y no deja de ser extraño que Cernuda, crítico los españoles son europeos pero el genio de España es
constante de esa inclinación nuestra por el «tono nobler, polémico: pelea consigo mismo y cada vez que arremete
no la haya advertido en sí mismo. En fin, en sus últimos contra una parte de sí, arremete contra Llna parte de Eu-
poemas la reflexión, Ia explicación y aun el improperio ropa. Tal vez el único poeta español que se siente europeo
ocupan demasiado espacio y desplazan al canto; el len- con naturalidad es Jorge Guillén; por eso, también con
guaje no tiene la fl:uidez del habla sino la sequedad escri- naturalidad, se siente bien plantado en España. En cam-
ta del discurso. Y sin embargo, en todos esos períodos bio, Cernuda escogió ser europeo con la misma furia con
hay poemas que me han iluminado y guiado, poemas a que otros de sus contemporáneos decidieron ser andalu-
los que vuelvo siempre y que siempre me revelan algo ces, madrileños o catalanes. Su europeísmo es polémico y
esencial. El secreto de esa fascinación es doble. Estamos está teñido de antiespañolismo. El asco por la tierra nati-
ante un hombre que en cada palabra que escribe se da va no es exclusivo de los españoles; es algo constante en
por entero y cuya voz es inseparable de su vida y su muer- la poesía moderna de Europa y América. (Pienso en Pound
te; al mismo tiempo, esa palabra nunca se nos da directa- y en Michaux, en Joyce y en Breton, en cummings'.. La
mente: entre ella y nosotros está la mirada del poeta, la lista sería interminable.)Así, Cernuda es antiespañol por
reflexión que crea la distancia y así permite la verdadera dos motivos: por españolismo polémico y por modernidad.
comunicación. Laconciencia da profundidad, resonancia Por lo primero, pertenece ala famllia de los heterodoxos
espiritual a lo que dice; el pensar despliega un espacio españoles; por 1o segundo, su obra es una lenta recon-
mental que da gravedad a la palabra. La concien cia da quista de la herencia europea, una búsqueda de esa co-
unidad a su obra. Poeta fatal, está condenado a decir y a rriente central de la que España se ha apartado desde hace
pensar en lo que dice. Por eso, al menos para mí, sus poe- mucho. No se trata de influencias -aunque, como todo
mas mejores son los de esos años en que dicción espontá- poeta, haya sufrido varias, casi todas benéficas- sino de
984 Funddción.v disidencia I-uis Cernuda 985

una exploración de sí mismo, no ya en sentido psicológi- ción de estilo, más que una poética o una escuela de aso-
co sino de su historia. ciaciones e imágenes verbales: fue una tentativa de encar-
Cernuda descubre el espíritu moderno a través del su- nación de Ia poesía en la vida, una subversión que abar-
rrealismo. El mismo Cernuda se ha referido varias veces caba tanto al lenguaje como a las instituciones. Una
a la seducción que ejerció sobre su sensibilidad la poesía moral y una pasión. Cernuda fue el primero, y casi el úni-
de Reverd¡ maestro de los surrealistas y también suyo. co, que comprendió e hízo suya la verdadera significa-
Admira en Reverdy el oascetismo poético» -equivalente, ción del surrealismo como movimiento de liberación -no
dice, al de Braque- que lo hace construir un poema con el del verso sino de la conciencia: el último gran sacudi-
mínimo de materia verbal; pero más que la economía de miento espiritual de Occidente. A la conmoción psíquica
medios admira su reticencia. Esa palabra es una de las del surrealismo hay que agregar la revelación de André
claves del estilo de Cernuda. Pocas veces un pensamiento Gide. Gracias al moralista francés, se acepta a sí mismo;
más osado y una pasión más violenta se han servido de desde entonces su homosexualismo no será ni enferme-
expresiones más púdicas. No fue Reverdy el único de los dad ni pecado sino destino libremente aceptado y vivido.
franceses que lo conquistó. En una carta de t929, escrita Si Gide Io reconcilia consigo mismo, el surrealismo le ser-
desde Madrid, pide a un amigo de Sevilla que le devuelva virá para insertar su rebelión psíquica y vital en una
varios libros (Les Pas perdus de André Breron, Le Liber- subversión más vasta y total. lss "placeres prohibidos"
tinage y Le Paysan de Paris de Louis Aragon) y agregai abren un puente entre este mundo de ncódigos y ratas» y
uAzorín, Valle-Inclán, Baroja: ¿qué me importa toda esa el mundo subterráneo del sueño y la inspiración: son la
estúpida, inhumana, podrida literatura española?,. No vida terrestre en todo su taciturno esplendor ("miembros
se escandalicen los casticistas. En esos mismos años Bre- de mármol", nflores de hierro", «planetas terrenales") y
ton y Aragon encontraban que la literatura francesa era son también la vida espiritual más alta ("soledades alti-
igualmente inhumana y esrúpida. Hemos perdido esa her- y¿s",
"libertades memorables"). El fruto
que nos ofrecen
mosa desenvoltura; qué difícil ahora ser insolente, in;'us- estas duras libertades es el del misterio, cuyo nsabor nin-
tamente justo como en 19zo. guna amargura corromperr.La poesía se vuelve activa; el
¿Qué debe Cernuda a los surrealistas? El puente entre sueño y la palabra echan abajo las «estatuas anónimas":
la vanguardia francesa y la poesía de nuestra lengua fue, en la gran "hora vengativa, su fulgor puede destruir vues-
como es sabido, Vicenre Huidobro. Después del poeta tro mundo". Más tarde Cernuda abandonó las maneras
chileno los contactos se multiplicaron y Cernuda no fue y tics surrealistas, pero su visión esencial, aunque fuese
ni el primero ni el único que haya sentido la fascinación otra su estética, siguió siendo la de su juventud.
del surrealismo. No sería difícil señalar en su poesía y El surrealismo es una tradición. Con ese instinto crítico
aun en su prosa las huellas de ciertos surrealistas, como que distingue a los grandes poetas, Cernuda remonta la
Éluard, Crevel y, aunque se trate de un escritor que es su corriente: Mallarmé, Baudelaire, Nerval. Aunque siem-
antípoda, el deslumbrante Louis Aragon (primera mane- pre fue fiel a estos tres poetas, no se detuvo en ellos. Fue a
ra). Pero a diferencia de Neruda, Lorca o Villaurrutia, la fuente, al origen de la poesía moderna de Occidente: al
para Cernuda el surrealismo fue algo más que una lec- romanticismo alemán. Uno de los temas de Cernuda es el
986 Fundación y disidencia Luis Cernudd

del poeta frente al mundo hostil o indiferente de los hom- -¿porque conoce a la hermosura o porque todo conocer
bres. Presente desde sus primeros poemas, a partir de In- es hermosura?- dice que la belleza es medida. Y así, por
uocaciones se despliega con intensidadcada vez más som- un camino que va de la rebelión surrealista al romanticis-
bría.La figura de Hólderlin y las de sus criaturas son su mo alemán e inglés y de éstos a los grandes mitos de Oc-
modelo; pronto esas imágenes se transforman en otra, cidente, Luis Cernuda recobra su doble herencia de poeta
encantadora y terrible: la del demonio. No un demonio y español: la tradición europea, el saber y el sabor del me-
cristiano, repulsivo o aterrador, sino pagano, casi un mu- diodía mediterráneo. Lo que se inició como pasión polé-
chacho. Es su doble. Su presencia será constante en su mica y desmesura terminó como reconocimiento de la
obra, aunque cambie con los años y sea cada vez más medida. Una medida, es cierto, en la que no caben otras
amarga y sin esperanzas su palabra. En la imagen del do- cosas que también son Occidente. Y entre ellas, dos de
ble, siempre reflejo intocable, Cernuda se busca a sí mis- las mayores: el cristianismo y la mujer. La otredad en sus
mo pero también busca al mundo: quiere saber que exis- manifestaciones más totales: el otro mundo y la otra mi-
te y que los otros existen. Los otros: vna raza de hombres tad de este mundo. Y sin embargo, Cernuda hace fuerzas
distinta de los hombres. de flaqueza y crea un universo en el que no faltan dos ele-
Al lado del diablo,la compañía de los poetas muertos. La mentos esenciales, uno del cristianismo y otro de la mu-
lectura de Hólderlin y la de Jean-Paul y Novalis, la de Bla- jer: la introspección y el misterio amoroso.
ke y Coleridge, son algo más que un descubrimiento: un re- No he hablado de otra influencia que fue capital lo mis-
conocimiento. Cernuda vuelve a los suyos. Esos grandes mo en su poesía que en su crítica, especialmente desde
nombres son para él personas vivas, invisibles pero segu- Las nwbes (r94o)t la poesía moderna de lengua inglesa.
ros intercesores. Habla con ellos como si hablase consigo En su juventud amó a Keats y más tarde se sintió atraído
misrno. Son su verdadera familia y sus dioses secretos. Su por Blake, pero estos nombres, especialmente el segundo,
obra está escrita pensando en ellos; son algo más que un pertenecen a lo que podría llamarse su mitad demoníaca
modelo, un ejemplo o una inspiración: una mirada que o subversiva: alimentaron a su rebeldía moral. Su interés
lo juzga. Tiene que ser digno de ellos. Y la única mafleta por §Tordsworth, Browning, Yeats y Eliot es de otra ín-
de serlo es afirmar su verdad, ser él mismo. Reaparece de dole: no busca en ellos tanto una metafísica como una
nuevo el tema moral. Pero no será Gide, con su moral conciencia estética. El misterio de la creación literaria y el
psicológica, sino Goethe quien 1o guíará en esta nueva tema del significado último de la poesía -sus relaciones
etapa. No busca una justificación sino un equilibrio; lo con la verdad, con la historia y con la sociedad- le preo-
que llamaba el joven Nietzsche cuparon siempre. En las reflexiones de los poetas ingleses
"la salud", el perdido se-
creto del paganismo griego: el pesimismo heroico, crea- encontró, formuladas de manera distinta o semejante a la
dor de la tragedia y la comedia. Muchas veces habió de suya, respllestas a estas preguntas. una muestra de este
Grecia, de sus poetas y filósofos, de sus mitos ¡ sobre interés es el libro que dedicó al pensamiento poético de
todo, de su visión de la hermosura: algo que no es ni físi- los líricos ingleses. No creo equivocarme al pensar que
co ni corporal y que talvez sólo sea un acorde, una medi- T.S. Eliot fue el escritor vivo que ejerció una influencia
da. En Ocnos, al hablar del "conocimiento hermoso, más profunda en el Cernuda de la madurez. Repito: in-
Fundación y disidencia s89

fluencia estética, no moral ni metafísica: la lectura de de una sola palabra, es una mltestra, para mí la más alta, de
Eliot no tuvo las consecuencias liberadoras que tuvo su lo que quiero decir. No es el poema breve sino ei extenso
descubrimiento de Gide. El poeta inglés le hace ver con el que exige el uso de las tijeras; el poeta debe ejercer, sin
nuevos ojos la tradición poética y muchos de sus estudios remordimiento su don de eliminación si quiere escribir
sobre poetas españoles están escritos con esa precisión y algo que no sea prolijo, disperso o difuso. La reticencia,
objetividad, no exenta de capricho, que es uno de los en- el arte de decir aquello que se calla, es el secreto del poe-
cantos y peligros del estilo crítico de Eliot. Pero el ejem- ma breve; en el largr: los silencios no operan como su-
plo de este poeta no sólo es visible en sus opiniones críti- gestión, no dicen, sino que son como las divisiones y
cas sino en su creación. Su encuentro con Eliot coincide subdivisiones del espacio musical. Más que una escritu-
con un cambio en su estética; consumada la experiencia ra son una arquitectura. Ya Mallarméhabía comparado
del surrealismo, no le preocupa buscar nuevas formas Iln Cowp de dés a una partitur:a y Eliot ha llamado a una
sino expresarse. No una norma sino una mesura, algo de sus grandes composicittnes: Four Quartets. A Cernu-
que no podían darle ni los modernos franceses ni los ro- da ese poema le parecía lo meior que había escrito Eliot
mánticos alemanes. Eliot había sentido una necesidad y varias veces discutimos l¿rs razones de esta preferencia,
parecida y después de The Waste Land su poesía se vierte pues yo me inclinaba por The \X/astc l'and -que, por lo
en nroldes cada vez más tradicionales. Yo no sabría decir demás, también debe verse corn() una construcción ntu-
si esta actitud de regreso, en Cernuda y en Eliot, benefi- sical.
ció o dañó a su poesía; por una parte, los empobreció,ya Aunque nuestro poeta no aprendió el arte del poema
que sorpresa e invención, alas del poema, desaparecen largo en Eliot -antes los había escrito y algunos de ellos
parcialmente de su obra de madurez; por la otra, tal vez se cuentan entre io más perfecto que hizo-, Ias ideas del
sin ese cambio habrían enmudecido o se habrían perdido escritor inglés aciararon las suyas y modificaron parcial-
en una estéril búsqueda, como sucede aún con grandes mente sus concepciones. Pero una cosa son las ideas y
creadores como Pound y cummings. Y ya se sabe que no offa el temperamento de cada uno. Sería inútil buscar en
hay nada más monótono que el innovador de profesión. su obra los principio s de armonía, contrdpunto o polifo-
En suma, la poesía y la crítica de Eliot le sirvieron para nía que inspiran a Eliot y Saint-John Perse; y nada más
rnoderar al romántico que siempre fue. lejos del simultaneísmo de Pound o Apollinaire que el
Cernuda sintió predilección, desde que empezí a escri- desarrollo lineai, semejante al de la música vocal, dei poe-
bir, por el poema largo. Para el gusto moderno la poesía ma de Cernuda. La melodía es lírica y Cemuda sólo es, y
es, ante todo, concentración verbai y por eso el poema es bastante, un poeta lírico. Así, la forma más afín a su
largo se enfrenta a una dificultad casi insuperable: reunir naturaleza fue el monólogo. Los escribió siempre y aún
extensión y concentración, desarrollo e intensidad, uni- podría decirse que su obra es un largo monólogo. La poe-
dad y variedad, sin hacer de Ia obra una colección de sía inglesa le enseñó a ver cómo la monodia puede vol-
fragmentos y sin incurrir tampoco en el grosero recurso verse sobre sí misma, desdoblarse e interrogarse: ie ense-
de la amplificación. tJn Cowp de dés, concenrración ver- ñó que el rnonólogo es siempre un diálogo. En alguno de
bal máxima en un poco más de doscientas líneas, algunas sus estudios, alude a la lección de Robert Browning; yo
990 Fundación y disidencia Luis Cernuda 991

añadiría la de Pound, que fue el primero en servirse del en la afectación de lo popular (afectación a la que debe-
monólogo de Browning. (Compárese, por ejemplo, el uso mos, de todos modos, algunos de los poemas más seduc-
de la interrogación en Near perigord y en los páemas lar_
tores de nuestra lírica moderna) y trató de escribir como
gos del último Cernuda.) y aquí me parece que debo de_
se habla; o mejor dicho: se propuso como materia prima
cir algo sobre un tema que le preocupó y robr. el que es_ de la transmutación poética no el lenguaje de los libros
cribió páginas de gran penetración: lás relacion., ertr. el sino el de la conversación. No acertó siempre. Con fre-
lenguaje hablado y el poema.
cuencia su verso es prosaico, en el sentido en que la prosa
Cernuda señala que el primero que proclamó el dere_ escrita es prosaica, no el habla viva: algo más pensado y
cho del poera a emplear tbe languige really used by men construido que dicho. Por las palabras que emplea, casi
fue'§íordsworth. Aunque no sea dei todo exacto que este todas cultas, y por la sintaxis artificiosa, más que oescri-
antecedente constituya el origen del llamado oprosaís_
bir como se habla,, a veces Cernuda "habla como un li-
mo, de la poesía contemporánea, es bueno distinguir en_
§¡sr. Lo milagroso es que esa escritura se condense de
tre esta idea de Wordsworth y la de Herder, que veía en la pronto en expresiones centelleantes.
i
poesía "el canro del pueblo". El lenguaje popular, si es
Cernuda vio en Campoamor un antecedente del prosaís-
que existe realmente y no es una invención del romanti_
mo poético; si lo {uese, sería un antecedente lamentable.
cismo alemán, es una supervivencia de la era feudal. Su No hay que confundir la charla filosófica de sobremesa
culto es una nostalgia. Jiménez y Antonio Machado con_ con la poesía. La verdad es que el únictl poeta español
fundieron siempre el olepgrr;. populap con el idioma moderno que ha usado con ndturdlidad el lenguaie ha-
hablado y de ahí que hayan identificado este último con
blado es el olvidado José Moreno Villa. (El único y el pri-
el canto tradicional. Jiménez pensaba que el «arte popu_
merot Jacinta la pelirrola se publicó en t929.) En reali-
lap no era sino la imitación tradicional del arte ,.ir_ dad, los primeros en utilizar las posibilidades poéticas del
tocrático; Machado creía que la verdadera aristocracia lenguaje prosaico fueron, aunque patezca extraño, los
residía en el pueblo y que el folklore era el arte más refi_
modernistas hispanoamericanos: Darío ¡ sobre todo, Leo-
nado. Por más diferentes que nos parezcan estos puntos poldo Lugones. En los poemas de Campoamor la retórica
de vista, ambos revelan una visión nostálgica del pasado.
de fin de siglo se degrada en expresiones que son lugares
El lenguaje de nuesrro tiempo es orro: ., .l ldiorrá habla_
comunes pseudofilosóficos y así constituye un ejemplo de
do en la gran ciudad y toda la poesía moderna, desde lo que Breton llama nimagen descendente». Los modernis-
Baudelaire, ha hecho de ese lengua¡'e el punto de partida
tas enfrentan el idioma coloquial al artístico para produ-
de una nueya lírica. Reacción contra la estética de lo ex_
cir un choque en el interior del poema, según se ve en Aw-
quisito y lo raro que habían puesto de moda los poetas gurios cle Rubén Darío, o hacen del habla de la urbe la
hispanoamericanos, la simplicidad de la llamada poesín
materia prima del poema. Este último procedimiento es
popular española no es menos artificialque las complica_
el del Lugones del Lunario sentimentaL Flacia r9r5, el
ciones de los modernisras. Influidos po. ji-érr.r, lor- po._
mexicano López Velarde aprovechó la lección del poeta
tas de la generación de Cernuda hicieron del roman-ce y
argentino y realizó la fusión entre lenguaie literario y ha-
Ia canción sus géneros predilectos. Cernuda nur.n."rá
blado. Sería fastidioso mencionar a todos los poetas his-
l-uis Cernudd 993
994 Fundación y disidencia

panoamericanos que, después de López Velarde, hacen En una tradición que ha usado y abusado de las pala-
del prosaísmo un lenguaje poético; será bastante con seis bras, pero que pocas veces ha reflexionado sobre ellas,
nombres: Borges, Vallejo, Pellicer, Novo, Lezamalima, Sa- :
Cernuda representa la conciencia del lenguaje. Un caso
bines... Lo más curioso es que todo esto no viene de la poe- i semejante es el de Jorge Guillén, sólo que mientras la poe-
sía inglesa sino del maestro de Eliot y Pound: el simbolista sía de este último vive, para emplear laierga de los filóso-
Jules Laforgue. El autor de Complaintes) no
'§í'ordsworth, ,] fos, en el ámbito del ser, la de Cernuda es tempotal la
es el origen de esta tendencia, lo mismo entre los ingleses i existencia humana es su reino. En los dos, más que refle-
que entre los hispanoamericanos. xión,hay meditación poética. La primera es una opera-
Con frecuencia se dice que Cernuda ¡ en general, los poe- ción extrema y total: la palabra se vuelve sobre sí misma y
tas de su generación, ocierran, un período de la poesía es- se niega como significado del mundo, para significar sólo
pañola. Confieso que no entiendo lo que se quiere decir su propia significación ¡ así, anularse. A Ia reflexión poé-
con esto. Para que algo se cierre -si no se trata de una ex- tica debemos algunos de los textos cardinales de la poesía
tinción definitiva- es menester que algo o alguien abra moderna de Occider"rte, poemas en los que nuestra histo-
otra etapa. Los actuales poetas españoles, más allá de toda ria simultáneamente se asLrme y se consume: negación de
odiosa comparación, no me parece que hayan iniciado un sí misma y de los significados tradicionales, tentativa por
nuevo movimiento; inclusive diría que, al menos en mate- fundar otro significado. Los españoles pocas veces han
ria de lenguaje y visión -y eso es lo qr-re cuenta en poesía- sentido desconfianza ante la palabra, pocas veces han sen-
se muestran singularmente tímidos. No es un reproche: la tido ese vértigo que consiste en ver el lenguaje como sigzzo
segunda generación romántica nr> fue rnenos importante de la nulidad. Para Cernuda la meditación -en el sentido
que la primera y dio un nombre ccntr¿r[: Bar-rdelaire. La no- casi médico: cuidar- consiste en inclinarse sobre otro mis-
vedad no es el único criterio poético. En España ha habido terio: el de nuestro propio transcurrir. Lavida, no el len-
un cambio de tono, no una ruptura. Ese cambio es natural guaje. Entre vivir y pensar, la palabra no es abismo sino
pero no hay que confundirlo con una nueva era. Cernuda puente. Meditación: mediación. La palabra expresa la
no cierra ni abre una época. Su poesía, inconfundible y dis, distancia entre lo que soy y lo que estoy siendo; asimismo,
tinta, forma parte de una tendencia universal que en len- es la única manera de transcender esa distancia. Por la pa-
gua española se inicia, con cierto retraso, a fines del siglo labra mi vida se detiene sin detenerse y se ve a sí misma
pasado y que aún no termina. Denrro de ese período histó- verse; por ella me alcanzo y me sobrepaso, me contemplo
rico su generación, en Hispanoamérica y en España) ocupa y me cambio en otro -un otro yo mismo que se burla de
un lugar central. Y uno de los poetas centrales de esa gene- mi miseria y en cuya burla se cifra toda mi redención.
ración es é1, Luis Cernuda. No fue el creador de un len- La tensión entre vida ignorante de sí y conciencia de sí
guaje común ni de un estilo, como lo fueron en su hora Ru- se resuelve en palabra transparente. No en un más allá
bén Darío y Juan Ramón Jiménez o, más cerca, Vicente imposible sino aquí, en el instante del poema, pactan rea-
Huidobro, Pablo Neruda y Federico García Lorca. Y tal lidad y deseo. Y ese abrazo es de tal modo intenso que no
vez en esto resida su yalor y lo que le dará influencia futu- sólo evoca la imagen del amor sino la de la muerte: en el
ra: Cernuda es un poeta solitario y para solitarios. pecho del poeta, "idéntico a un laúd, la muerte, única-
Fu n da ci o n 7' di s iden c ia Luis Cernuda 995

mente la muerte, puede hacer resonar la melodía prome- la- sino porque ella es el punto de partida de su creación
tida". Pocos poetas modernos, en cualquier lengua, nos poética. Sus tendencias eróticas no explican a su poesía
dan esta sensación escalofriante de sabernos ante un hom- pero sin ellas su obra sería distinta. Su "verdad diferen-
bre que habla de uerdad, efectivamente poseído por la fa- te» lo separa del mundo; y esa misma verdad, en un se-
talidad y la lucidez de la pasión. Si se pudiese definir en gundo movimiento, 1o lleva a descubrir otra verdad, suya
una frase el sitio que ocupa Cernuda en la poesía moder- y de todos.
na de nuestro idioma, yo diría que es el poeta que habla no Gide lo animó a llamar las cosas por su nombre; el se-
para todos, sino para el cada uno que somos todos. Y nos gundo de los libros de su período surrealista tiene por tí-
hiere en el centro de ese cada uno que somos, «que no se tulo Los placeres prohibidos. No los llama, como hubiera
llama gloria, fortuna o ambición, sino la uerdad de no- podido esperarse, placeres malditos. Si se necesita cierto
sotros mismos. Para Cernuda la poesía tenía por objeto temple para publicar un libro así en la España de r93o,
conocerse a sí mismo pero, con la misma intensidad, fue mayor lucidez se necesita para resistir a la tentación de
una tentativa por crear su propia imagen. Biografía poé- representar el papel de rebelde-condenado. Esa rebelión
es ambigua; aquel que se jtzga
tica, La realidad y el deseo es algo más: la historia de un "maldito" consagra la au-
espíritu que, al conocerse, se transfigura. toridad divina o social que lo condena: la maldición lo
incluye, negativamente, en el orden que viola. Cernuda
II no se siente maldito: se siente excluido. Y no lo lamenta:
devuelve golpe por golpe. La diferencia con un escritor
Es ya una costumbre decir que Cernuda es un poeta del como Genet es reveladora. El reto de Genet al mundo so-
amor. Es cierto y de este tema brotan todos los otros: so- cial es más simbólico que real y de ahí que para dar peli-
ledad, aburrimiento, exaltación del mundo natural, con- grosidad a su gesto haya tenido que ir más allá: elogio del
templación de las obras humanas... Pero hay que empe- robo y la traición, culto a los criminales. En cambio, ante
zar por decir algo que él nunca ocultó: su amor es una sociedad en donde Ia honra de los maridos todavía
uranista y no conoció ni habló de otro. En esto no hay reside entre las piernas de las mujeres y en la que el "ma-
equívoco posible; con admirable valentía, si se piensa en chismo" es una enfermedad continental, la franqueza de
io que son el público y los medios literarios hispanoame- Cernuda lo exponía a toda clase de riesgos reales, físicos
ricanos, escribió muchacho ahí donde otros prefieren y morales. Por otra patte) Genet está marcado por el cris-
usar substantivos más inciertos. "La verdad de mí mismo tianismo -un cristianismo negativo; la seña del pecado
*dijo en un poema de juventud- es la verdad de mi amor original es su homosexualidad o, más exactamente, por
verdadero., Su sinceridad no es gusto por el escándalo ni ella y en ella se Ie revela la mancha original: todos sus ac-
desafío a Ia sociedad (es otro su desafío): es un punto de tos y sus obras son un reto y un homenaje de la nada al ser.
honor intelectual y moral. Además, se corre el riesgo En Cernuda apenas si aparece la conciencia de la culpa y
de no comprender el significado de su obra si se omite o a los valores del cristianismo opone otros, los suyos, que
se atenúa su homosexualidad, no porque su poesía pueda
le parecen los únicos verdaderos. Sería difícil encontrar,
reducirse a esa pasión -eso sería tan falso como ignorar- en lengua española, un escritor menos cristiano. Genet
997

desemboca en la negación de la negación: Ios negros que conocer Ia de los demás: «por mi dolor comprendo que
son blancos que son negros que son blancos de su hermo- otros inmensos sufren...", drrá años después. Aunque
sa píeza de teatro. Es lo que llamaba Nietzsche "el nihi- comparte nuestro común destino no nos propone una
lismo incompleto", que no se transciende ni se asume y se panacea. Es un poeta, no un reforrnador. Nos ofrece su
contenta con padecerse a sí mismo. Un cristianismo sin overdad verdaderar, ese amor que es la única libertad
Cristo. La subversión de Cernuda es más simple, radical que lo exalta, la única libertad por la que muere.
y sana. La verdad verdadera, la suya y la de todos, se llama de-
Reconocerse homosexual es aceptarse diferente de los seo. En una tradición que con poquísimas excepciones
otros. ¿Pero quiénes son los otros? Los otros son el mun- -se pueden contar con los dedos, de La Celestina y La lo'
do -y el mundo es la propiedad de los otros. En ese zana andalw¿a a Rubén Darío, Valle-Inclán y García Lor-
mundo se persigue con la misma sañ.a a los amantes he- ca- identific a placer con «sensación agradable, contento
terosexuales, al revolucionario, al negro, al proletario, al del ánimo o diversión", la poesía de Cernuda afirma con
burgués expropiado, al poeta solitario, al mendigo, al ex- violencia la primacía del erotismo. Esa violencia se cal-
céntrico y al santo. Los otros persiguen a todos y a na' ma con los años pero el placer ocupará siempre un lugar
die. Son todos y nadie. La salud pública es ia enferme- central en su obra, al lado de su contrario-complementa-
dad colectiva santificada por la fuerza. ¿Son reales los rio: la soledad. Son la pareja que rige su mundo, sss «pai-
otros? Mayoría sin rostro o minoría todopoderosa, son saje de ceniza absorta" que el deseo puebla de cuerpos
una asamblea de espectros. Mi cuerpo es real, ¿es real el radiantes, fieras hermosas y lucientes. El destino de la pa-
pecado? Las cárceles son reales, ¿1o son también las le- labra deseo, desde Baudelaire hasta Breton, se confun-
yes? Entre el hombre y aquello que toca hay una zona de de con el de la poesía. Su significado no es psicológico.
irrealidad: el mal. El mundo está construido sobre una Cambiante e idéntico, es energía, voluntad de encarna-
negación y las instituciones -religión, familia, propie- ción del tiempo, apetito vital o ansia de morir: no tiene
dad, Estado, patúa- son encarnaciones feroces de esa nombre y los tiene todos. ¿Qué o quién es el que desea lo
negación universal. Destruir este mundo irreal para que que deseamos? Aunque asume la forma de la fatalidad,
aparezca al fin la verdadera realidad... Cualquier joven no se cumple sin nuestra iibertad y en él se cifra todo
-y no sólo un poeta homosexual- puede (y debe) hacer- nuestro albedrío. No sabemos nada del deseo, excepto
se estas reflexiones. Cernuda se acepta diferente; el pen- que cristaliza en imágenes y que esas imágenes no cesan
samiento moderno, especialmente el surrealismo, le mues- de hostigarnos hasta que se vuelvan realidades. Apenas
tra que todos somos diferentes. Homosexualismo se vueive Ias tocamos, se desvanecen. ¿O somos nosotros los que
sinónimo de libertad; el instinto no es un impulso ciego: nos desvanecemos? La imaginación es el deseo en movi-
es la crítica hecha acto. Todo, el cuerpo mismo, adquiere miento. Es 1o inminente, aquello que suscita la Apari-
l¿na coloración moral. En estos años se adhiere al comu- ción; y es la lejanía que la borra. Con cierta pereza se
nismo (rglo).Adhesión fugaz porque en esta materia, tiende a ver en los poemas de Cernuda meras variaciones
como en tantas otras, los troyanos son tan obtusos como de un viejo lugar común: la realidad acabapor destruir al
los tirios. La afirmación de su propia verdad lo hace re- deseo, nuestra vida es una continua oscilación entre pri-
998 Fundación y disidencia Luis Cernuda

vación y saciedad. A mí me parece que, además, dicen la violencia de su pasión choca ciegamente con la existen-
otra cosa, más cierta y terrible: si el deseo es real, la reali- cia inesperada de una conciencia irremediablemente aje-
dad es irreal. El deseo vuelve real lo imaginario, irreal la na y ese descubrimiento lo llena de cólera y pena. (Iv{ás
realidad. El ser entero del hombre es el teatro de esta conti- tarde, en un texto en prosa) alude al <<egoísmo» de los
nua metamorfosis; en su cuerpo y su alma deseo y realidad amores juveniles.) En los libros de la madurez el tema de
se interpenetran y se cambian, se unen y separan. El deseo la poesía amorosa y mística de Occidente -"la amada en
puebla al mundo de imágenes ¡ simultáneamente, deshabi- el amado transformada»- aparece con frecuencia. Pero
ta a la reaiidad. Nada lo satisface porque vuelve fantas- la unión, fin último del amor, sólo puede lograrse si se re-
mas a los seres vivos. Se alimenta de sombras o más bien: conoce que el otro es un ser diferente y libre: si nuestro
nuestra realidad humana, nuestra substancia, tiempo y amor, en lugar de intentar abolir esa diferencia, se con-
sangre, alimenta a sus sombras. vierte en el espacio para que ella se despliegue. La unión
Entre deseo y realidad hay un punto de intersección: el amorosa no es identidad (si lo fuese seríamos rnás que
amor. El deseo es más vasto que el amor pero el deseo hombres) sino un estado de perpetua movilidad como el
de amor es el más poderoso de los deseos. Sólo en ese de- juego o, como la música, de perpetuo acordarse. Cernu-
sear un ser entre todos los seres el deseo se despliega ple- da siempre afirmó su verdad diferente: ¿vio y reconoció
namente. Aquel que conoce el amor no quiere ya otra la de los otros? Su obra ofrece una resplresta doble.
cosa. El amor revela la realidad al deseo: esa imagen de- Como casi todos los seres humanos -al menos, como to-
seada es algo más que un cuerpo que se desvanece: es un dos los que aman realmente, que no son tantos- en el
alma, una conciencia. Tránsito del objeto erótico a la per- momento de la pasión es alternativamente idólatra y ad-
sona amada. Por el amor, el deseo toca al fin la realidad: versario de su ar-nor; después, en la hora de la reflexión,
el otro existe. Esta revelación casi siempre es dolorosa comprende con amargura que si no lo amaron como que-
porque la existencia del otro se nos presenta simultánea- ría fue tal vez porque él mismo no supo querer con total
mente como un cuerpo que se penetra y como una con- desprendimiento. Para amar deberíamos vencernos a no-
ciencia impenetrable. El amor es la revelación de la liber- sotros mismos, suprimir el conflicto entre deseo y amor
tad ajena y nada es más difícil que reconocer la libertad -sin suprimir ni al uno ni al otro. Difícil unión entre
de los otros, sobre todo la de una persona que se arr'a y amor contemplativo y amor activo. No sin luchas y vaci-
se desea. Y en esto radica la contradicción del amor: el laciones Cernuda aspiró a esta unión, la más alta; y esa
deseo aspira a consumarse mediante la destrucción del aspiración señala el sentido de la evolución de su poe-
objeto deseado; el amor descubre que ese objeto es indes- sía: la violencia del deseo, sin dejar nunca de ser deseo,
tructible... e insubstituible. Queda el deseo sin amor o el tiende a transformarse en contemplación de la persona
amor sin deseo. El primero nos condena a la soledad: arnada. Al escribir esta frase me asalta una duda: ¿pue-
esos cuerpos intercambiables son irreales; el segundo es de hablarse de persona amada en el caso de Cernuda?
inhumano: ¿puede amarse aquello que no se desea? Pienso no sólo en la índole de la pasión homosexual -con
Cernuda fue muy sensible a esta condición de veras trá- su fondo de narcisismo y su dependencia del mundo in-
gica del amor, de todo amor. En sus poemas de juventud fantil, que la hace caprichosa, tiránica y vulnerable a la
rooo Fundación y disidencia Luis Cernuda IOOI

enfermedad de los celos- sino en la turbadora insistencia no se advierte que ve en el cuerpo humano la cifra del
del poeta en considerar el amor como una fatalidad casi universo. Un cuerpo joven es un sistema solar, un núcleo
impersonal. de irradiaciones físicas y psíquicas. El cuerpo es surtidor
En un poema de Como qwien espera el alba (tS+Z) de energía, una fuente de umateria psíquica, o mana, svs-
dice: "El amor es lo eterno y no lo amado». Quince o tancia que no es ni espirituai ni física, fuerza que mueve
veinte años antes había dicho lo mismo, con mayor exas- al mundo según los primitivos. Al amar a un cuerpo, no
peración: "No es el amor quien muere, somos nosotros adoramos a una persona sino a una encarnación de esa
mismos». En uno y otro caso afirma laprimacía del amor fuerza cósmica. La poesía amorosa de Cernuda va de Ia
sobre los amantes pero en el poema de juventud el acento idolatría a la veneración, del sadismo al masoquismo; su-
está en el morir del hombre y no en la inmortalidad del fre y goza con esa voluntad de preservar y de destruir lo
amor. La diferencia de tono muestra el sentido de su evo- que amamos en que consiste el conflicto entre deseo y
lución espiritual: en el segundo texto el amor ya no es in- amor -pero ignora al otro. Es una contemplación de /o
mortal sino eterno f el «¡¡s5s¡ros» se convierte en «1o amado, no del amante. Así, en la conciencia ajena no ve
amado". El poeta no participa: ve. Paso del amor activo sino su propio rostro interrogante. Ésa fue su uverdad
al contemplativo. Lo notable es que este cambio no altera verdadera, la verdad de sí mismo,,. Hay otra verdad; cada
la visión central: no son los hombres los que se realizan vez que amamos, nos perdemos: somos otros. El amor no
en el amor sino el amor el que se sirve de los hombres realiza al yo mismo: abre una posibilidad al yo para que
para realizarse. La idea del ser humano 66¡no « juguete de cambie y se conuierta.En el amor no se cumple el yo sino
la pasión" es un tema constante en su poesía. Exaltación la persona: el deseo de ser otro. El deseo del ser.
del amor y abajamiento de los hornbres. Nuestro poco Si el amar es deseo, ninguna ley que no sea la del deseo
valor procede de nuestra condición mortal: somos cam- puede sujetarlo. Para Cernuda el amor es ruptura con el
bio y no resistimos a los cambios de la pasión; aspiramos orden social y unión con el mundo natural. Y es ruptura
a la eternidad y un instante de amor nos destruye. Priva- no sólo porque su amor es diferente al de la mayoría sino
da de su sustento espiritual -el alma que le dieron plat6- porque todo amor quebranta las leyes humanas. El ho-
nicos y cristianos-, la criatura no es una persona sino mosexualismo no es excepcional; la verdadera excepción
una momentánea condensación de los poderes inhuma- es el amor. La pasión de Cernuda -y también su ira, sus
nos: juventud, hermosura y otras formas magnéticas en blasfemias y sarcasmos- brota de un tronco común: des-
que el tiempo o la energía se manifiestan. La criatura es de su nacimiento la poesía de Occidente no ha cesado de
una Aparición y no hay nada detrás de ella. Cernuda em- proclamar que la pasión de amor, la experiencia más alta
plea pocas veces las palabras alma o conciencia para ha- para nuestra civilízacíón, es una transgresión, un crimen
blar de sus amores; tampoco alude siquiera a sus señas social. Las palabras de Melibea, un instante antes de des-
particulares, ni a esos atributos que, como se dice vulgar- peñarse de la torre, palabras de caída y perdición pero
mente, dan personalidad a la gente. En su mundo no rei- igualmente de acusación a su padre, pueden repetirlas to-
na el rostro, espejo del alma, sino el cuerpo. No se enten- dos los enamorados. Inclusive en una sociedad como la
derá lo que significa esta palabra para el poeta español si hindú, que no ha hecho del amor la pasión por excelen-
Fundación y disidencia Luis Cernuda roo3

cia, cuando el dios l(rishna encarna y se hace hombre, se límites y contemplarse y reflejarse interminablemente es
enamora; y sus amores son adúlteros. Hay que decirlo toda su transcendencia, la naturaleza es un incesante
una y otra yezi el amor, todo amor, es inmoral. Imagine- cambio de apariencias y un siempre ser idéntica a sí mis-
mos una sociedad distinta a la nuestra y a todas las que ma. Un juego sin fin, que nada significa y en el que no po-
ha conocido la historia, una sociedad en la que reinase la demos encontrar salvación o condenación alguna. Verla
más absoluta libertad erótica, el mundo infernal de Sade jugar con nosotros, jugar con ella, caer con ella y en ella
o el paradisíaco que nos proponen los sexólogos moder- -ése es nuestro destino. En esta visión del mundo hay
nos: ahí el amor sería un escándalo mayor que entre no- más de una huella de La gaya ciencia ¡ sobre todo, del
sotros. Pasión natural, revelación del ser en la persona I pesimismo de Leopardi. Mundo sin creador aunque reco-
amadarpuente entre este mundo y el otro, contemplación I

rrido por un soplo poético, algo que no sé si podría lla-


de la vida o la muerte: el amor nos abre las puertas de un marse ateísmo religioso. Cierto, a veces aparece Dios: es
1

estado que escapa a las leyes dela raz6n común y de la el ser con el que habla Cernuda cuando no habla con na-
moral corriente. No, Cernuda no defendió el derecho de die y que se desvanece silenciosamente como una nube
los homosexuales a vivir su vida (ése es un problema momentánea. Se diría una encarnación de \a nada -y a
de legislación social) sino que exaltó como la experiencia ella vuelve. En cambio, la veneración, en la acepción de
suprema del hombre la pasión de amor. Una pasión que respeto por lo santo y lo divino, que le inspiran cielos y
asume ésta o aquella forma, siempre diferente y, no obs- montañas, un árbol, un pájaro o el mar, siempre el mar,
tante, siempre la misma. Amor único a una persona úni- son constantes desde su primer libro hasta el último. Es
ca -aunque esté sujeta al cambio, la enfermedad,la trai- un poeta del amor pero también del mundo natural. Su
ción y la muerte. Ésta fue la única eternidad que deseó y misterio lo fascinó. Va de la fusión con los elementos a su
la única verdad que consideró cierfa. No la verdad del contemplación, evoluci ón paralela a la de su poesía amo-
hombre: la verdad del amor. rosa. A veces sus paisajes son tiempo detenido y en ellos
En un mundo arrasado por la crítica de la razón y el la luz piensa como en algunos cuadros de Turner; otros
viento de la pasión, los llamados valores se vuelven una están construidos con Ia geometría de Poussin, pintor
dispersión de cenizas. ¿Qué sobrevive? Cernuda regresa a que fue uno de los primeros en redescubrir. Tampoco
la antigua naturaleza y en ella descubre no a Dios sino ante la naturaleza el hombre hace buena figura: juventud
a la divinidad misma, a la madre de dioses y mitos. El po- y hermosura no lo salvan de su insignificancia. Cernuda
der del amor no proviene de los hombres, seres débiles, no ve en nuestra poca valía un signo de la caída y menos
sino de la energía que mueve a todas las cosas. La natura- aún el indicio de una salvación futura. La nadería del
leza no es ni materia ni espíritu para Cernuda: es movi- hombre es sin remisión. Es una burbuja del ser.
miento y forma, es apariencia y es soplo invisible, palabra La negación de Cernuda se resuelve en exaltación de
y silencio. Es un lenguaje y más: una música. Sus cambios realidades y valores que nuestro mundo humilla. Su des-
no tienen finalidad alguna; ignora la moral, el progreso y trucción es creación o, más exactamente, resurrección de
la historia: como a Dios, le basta con ser. Y del mismo poderes ocultos. Frente a la religión y la moral tradicio-
modo que Dios no puede ir más allá de sí porque no riene nales y los sucedáneos que nos ofrece la sociedad indus-
Luis Cernuda roo5
roo4 Fundación y disidencia

trial, afirma la pareja contradictoria deseoamor; ante la cia y luego la disuelve? En esta experiencia interviene la
soledad promiscua de las ciudades, la solitaria naturale- distancia; el hombre no se funde con la realidacl exterior
za. ¿Cuál es el sitio del hombre? Es demasiado débil para pero su mirada crea entre elia y su conciencia un espacio'
resistir la tensión entre amor y deseo; tampoco es árbol, propicio a la revelación. Lo que llama Pierre Schneider la
nube o río. Entre la naturaleza y la pasión, ambas inhu- meáiación. La tercera vía es la visión de las obras huma-
manas, hay nuestra conciencia. Nuestra miseria consiste nas y de la obra propia. A partir de Las nubes es uno de
en ser tiempo; y tiempo que se acaba. Esta carencia es ri- ,.r,,.rrm centrales y se expresa en dos direcciones princi-
qúeza por ser tiempo finito somos memoria, entendi- palmente: el doble (personajes del mito, la poesía o la his-
miento, voiuntad. El hombre recuerda, conoce y obra: ioria) y la meditación sobre las creaciones del arte' Por
penetra en el pasado, el presente y el futuro. Entre sus ella accede al tiempo histórico, humano'
manos el tiempo es una substancia maleable; al conver- En una nota que precede a la selección de sus poemas
tirlo en materia prima de sus actos, pensamientos y obras, en la Antología de Gerardo Diego ('g3'), señala que la
el hombre se venga del tiempo. única vida que le parece digna de vivirse es la de los seres
En la poesía de Cernuda hay tres vías de acceso al tiem- del mito o áe lu poesía, como el Hiperión de Hólderlin'
po. La primera es 1o que él llama el acorde, descubri- No debe ent"nd.ir. esto como un desafío o una salida de
miento súbito (a través de un paisaje, un cuerpo o una tono; siempre pensó que Ia realidad diaria adolece de irrea-
música) de esa paradoja que es uer al tiempo detenerse lidad y q,r.la u.tdadera realidad es la de la imaginación'
sin cesar de fluir: «instante intemporal [...] plenitud que, Lo que hace irreal la vida cotidiana es el carácter engaño-
repetida a lo largo de la vida, es siempre la misma [...] 1o ,o d. l, comunicación entre los hombres' El trato huma-
más parecido a ella es ese adentrarse por otro cuerpo en no es un fraude o, al menos, una mentira involuntaria'
el momento del éxtasis". Todos, niños o enamorados, he- En el mundo de la irnaginación las cosas y los seres son
mos sentido algo semejante; lo que distingue al poeta de más íntegros y enteros; la palabra no oculta sino revela'
los demás es Ia frecuencia ¡ más que nada, la conciencia En Dístiio español, uno de sus últimos poetnas, la reali-
de esos estados y la necesidad de expresarlos. Otro cami- dad real de España se Ie vuelve «pertínaz pesadilla: es la
no, distinto al de la fusión con el instante, es el de la con- tierra de los muertos y en ella todo nace muerto»; a esa
templación. Miramos una realidad cualquiera -un grupo España enfrenta otra, imaginaria y sin embargo más real,
de árboles, la sombra que invade un cuarto al anochecer, pobludu de nhéroes amados en un mundo hs¡sics», ni
un montón de piedras al lado del camino- miramos sin c"..^d, ni rencorosa sino otolerante de lealtad contraria'
según la tradición generosa de Cervante5'' La España
de
fijarnos, hasta que lentamente aquello que vemos se reve-
laI novelas de Galdós le enseña que el vivir cotidiano es
la como lo nunca visto ¡ simultáneamente, como lo
late pa-
siempre visto: omirar, mirar... la naturaleza gusta de drarnático y que en la existencia más oscura "la
ocultarse y hay que sorprenderla mirándola largamente, radoja de estar vivo'. Entre todos esos personajes nove-
apasionadamente... mirada y palabra hacen al poeta". lescos no es extraño que se reconozca en Salvador Mon-
salucl, el revolucionaiio 'afrancesado' y el enamorado
¿Miramos o nos miran las cosas? ¿Y eso que vemos son
las cosas o es el tiempo que se condensa en una aparien- quimérico, que nunca se rinde a la simaz1n que ilarna-
f 006 Fundación v disidencia Luis Cernuda rooT

mos realidad. ¿Y qué muchacho hispanoamericano no ha blar del re¡ Cernudahabla de sí pero no para sí; nos invi-
querido ser Salvador Monsalud: enamorarse de Genara y ta a contemplar su mito y repetir su gesto: el autoconoci-
de Adriana; pelear contra los
"ultras, y también contra rniento por la obra ajena.
el "charlatán que engaña al pueblo con su baba argenti- Ante El Escorial, un lienzo de Tiziano o la música de
na»; sentirse desgarrado entre horror y piedad ante el Mozartpercibe una verdad más vasta que la suya, aunque
hermano loco y enamorado de la misma mujer, el sonám- no contradictoria ni excluyente. En las obras de arte el
bulo guerrillero carlista, el fratricida Carlos Garrote; tiempo se sirve de los hombres para cumplirse. Sólo que
quién no ha deseado encontrar al fin a Soledad, a esa rea- es un tiempo concreto, humanizado: una época. La fu-
lidad más real y fuerte que todas las pasiones? sión con el instante o la contemplación del transcurrir
¿Con quién habla el poeta cuando conversa con un hé- son experiencias en el tiempo y del tiempo, pero fuera, en
roe del mito o la literatura? Cada uno de nosotros lleva cierto modo, de la historia; la visión de la obra de arte es
dentro un interlocutor secreto. Es nuestro doble y es algo experiencia del tiempo histórico. Por una parte, la obra
más: nuestro contradictor, nuestro confidente, nuestro es lo que se llama comúnmente una expresión histórica,
juez y único amigo. Aquel que no habla a solas consigo un tiempo fechado; por la otra' es un arquetipo de lo que
mismo será incapaz de hablar verdaderamente con los el hombre puede hacer con su tiempo: transformarlo en
otros. Al hablar con las criaturas del mito, Cernuda ha- piedra, música o palabra, transmutarlo en forma e infun-
bla para sí pero de esta manera habla con nosotros. Es un dirle sentido. Abrirlo a la comprensión de los otros: vol-
diálogo destinado a provocar indirectamente nuestra res- verlo presente. La visión de la obra implica un diálogo, el
puesta. El instante de la lectura es un ahora en el cual, reconocimiento de una verdad distinta a la nuestra Y Que,
como en un espejo, el diálogo entre el poeta y su visitante sin embargo, nos concierne directamente. La obra de arte
imaginario se desdobla en el del lector con el poeta. El es una presencia del pasado continuamente presente. Por
lector se ve en Cernuda que se ve en un fantasma. Y cada más incompleta y pobre que sea nuestra experiencia, re-
uno busca en el personaje imaginario su propia realidad, petimos el gesto del creador y recorremos, en dirección
su verdad. Al lado de los personajes del mito y la poesía, inversa a la del artista, el proceso; vamos de la contem-
las personas históricas: Góngora, Larra, Tiberio. Rebel- plación de la obra a la comprensión de aquello que la ori-
des, seres al margen, desterrados por la estupidez de sus ginó: una situación, un tiempo concreto. El diálogo con
contemporáneos o por la fatalidad de sus pasiones, son las obras de arte consiste no sólo en oír lo que dicen sino
también máscaras, persofide. Cernuda no se oculta tras en recrearlas, en revivirlas como presencias: despertar su
ellas; al contrario, por ellas se conoce y ahonda en sí mis- presente. Es una repetición creadora. En el caso de Cer-
mo. El viejo artificio literario deja de serlo cuando se nuda la experiencia le sirve, además, para comprender
convierte en ejercicio de introspección. En el poema dedi- mejor cuál es su misión de poeta. A la ruptura inicial con
cado a Luis de Baviera, otra de sus últimas composicio- el orden social sucede, sin renegar de una actitucl de re-
nes, el rey está solo en el teatro y escucha Ia música
"fun- beldía que substancialmente será Ia misma hasta su muer-
dido con el mito al contemplarlo: la melodía lo ayuda a te, la participación en la historia. Y así las creaciones aje-
conocerse) d enamordrse de lo que él mismo es". Al ha- nas le dan conciencia de su tareá: la histr¡ria no sólo es
rooS Funddción y disidencid

tiempo que se vive y se muere sino tiempo que se trans-


muta en obra o en acto.
Al contemplar esta o aquella creación, Cernuda adivi-
na esa fusión entre la voluntad individual del artista y la
voluntad, casi siempre inconsciente, de su tiempo y su
mundo. Descubre que no escribe sólo para decir la .ver-
dad de sí mismo"; su verdad verdadera es también la de
su lengua y la de su gente. El poeta da yoz oa las bocas
mudas de los suyos» y así los libera. Los otros se han
vuelto olos suyosr. Pe¡o decir esa verdad no consiste en
repetir los lugares comunes del púlpito, la tribuna públi-
ca, el Consejo de Ministros o el radio. La verdad de todos
no está reñida con ia conciencia del solitario ni es menos
subversiva que la verdad individual. Esta verdad, que no
puede confundirse con las opiniones mayoritarias o mi-
noritarias, está oculta y toca al poeta revelarla, liberarla.
El ciclo iniciado en los poemas de juventud se cierra: ne-
gación del mundo que llamamos real y afirmación de esa
realidad real que revelan el deseo y la imaginación crea-
dora; exaltación de los poderes naturales y reconoci-
miento de la tarea del hombre sobre la tierra: crear obras,
hacer vida del tiempo muerto, dar significado al transcu-
rrir ciego; rechazo de una falsa tradición y descubrimien-
to de una historia que aún no cesa y en la cual su vida y
su obra se insertan como un nuevo acorde. Al final de sus
días, Cernuda duda enrre la realidad de su obra y la
irrealidad de su vida. Su libro fue su verdadera vida y fue
construido hora a hora, como quien levanta una arqui-
tectura. Edificó con tiempo vivo y su palabra fue piedra
de escándalo. Nos ha dejado, en todos los sentidos, una
obra edificante.
Delhi, a z4 de mayo de 1964

uLa palabra edificante" se publicó en Cwadriuio, México,


Joaquín
Mortiz, 1965.
OCTAVIO PAZ
OBRAS COMPLETAS II

Excursiones / Incursiones
Dominio extranjero

Fundación y disidencia
Dominio hispánico

noIcIóN DELAUToR

GALAXIA GUTENBERG
cÍRcuro DE LECToRES
Primera edición: Círculo de Lectores'
r99r
Círculo de Lectores' zooo
Segunda edición: Galaxia Gutenberg/
Luis Cernuda
(t9oz-r9Q)

Ni cisne andalwz
ni pájaro de lwjo
Pájaro por las alas
hombre por la tristeza
Una mitad de luz Otra de sombra
No separadas: confundidas
una sola substancia
274 Di¡s háhiles

vibración que se despliega en transparencia


Piedra de luna
más agua que piedra
Río taciturno
más palabra que río
Arbol por solitario
hombre por la palabra
Verdad y error
una sola verdad
una sola palabra mortal

Ciudades
humo petrificado
patrias ajenas siempre
sombras de hombres
En un cuarto perdido
inmaculada la camisa única
correcto y desesperado
escribe el poeta las palabras prohibidas
signos entrelazados en una página
vasta de pronto como lecho de mar
abrazo de los cuatro elementos
constelación del deseo y de Ia muerte
fija en el cielo cambiante del lenguaje
como el dibujo obscenamente puro
ardiendo en la pared decrépita

Días como nubes perdidas


islas sepultas en un pecho
placer
ola jaguar y calavera
Dos ojos fijos en dos ojos
ídolos
siempre los mismos o;'os
Soledad
única madre de los hombres
¿sólo es real el deseo?
IJñas que desgarran una sombra
labios que beben muerte en un cuerpo
La palabra escrita
27t
ese cadáver
descubierto al
en nuestro lecho alba
¿es real?

Deseada
la
realidad se desea
se rnventa un
cuerpo de cente]la
se desdobla
I
se mira
sus mil oios
Ia pulen como
mi rranos fanáticas
qr;"*,rn:.';:';;r'
arder
en un cuarto en
el fondo de un
cráter
I-t:'brio dos ojos ríjos
centza piedra
congelada

Con lerra c.lara


el n escribe
,r, u".dud";;.ff:"
n:,ro: un monurner,*t
¡¡ la. Gura del camino iit3*t
recro
i\acrcron del silencit_r
se abren sobre
rallos de silencio
las contemplarnos
en silencio
Verdad y error

sola verdad
Rearidad
, a"r.T'
.
resuelra en mananrial
una sola substancia
d"
";;r;;..r.,r,

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