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RESUMEN 2: 2DO CAPITULO

La vida es un viaje maravilloso, pero no estático, estamos en constante cambio.


Todo tiene un principio y un final y las cosas que ayer estaban, mañana puede
que se esfumen de nuestro presente. Aceptar que la vida es cambio nos permite
vivir el aquí y ahora más tranquilamente, disfrutar de lo que tenemos entre manos,
sin preocuparnos de si lo perderemos o no.

Es importantísimo aprender a cerrar etapas, capítulos o historias de nuestra vida


porque precisamente eso es vivir: cambiar, renovarse y no permanecer en la
dichosa -y ya famosa- zona de confort más tiempo del necesario.

Cuando uno se queda anclado en una vida que no le está aportando nada por
miedo al cambio, en realidad ya está dejando de vivir con plenitud

El cambio genera incertidumbre y esa incertidumbre nos da miedo. El ser


humano tiene mucho deseo de control, pero como seres racionales que somos,
es preciso aprender que la seguridad no existe, excepto en el caso de la muerte.
Por mucho que intentemos controlar nuestro mundo, habrá ciertas situaciones o
circunstancias que sucederán sin que lo esperemos y sin que tengamos ningún
poder para modificarlas.
Por lo tanto, deja de intentar controlar, no puedes y te creará mucho
malestar. Interioriza la idea, real y verdadera, de que las cosas pueden
terminarse y eso estará bien porque es lo normal, forma parte de la vida. Porque
la vida es cambio.
METODOS COMUNES PARA EL CAMBIO

Identifica qué aspectos de tu vida necesitas cambiar. No es suficiente saber


qué quieres cambiar algo. Debes poder reconocer claramente qué aspectos de
tu vida necesitas cambiar y qué beneficios obtendrán tú y tu entorno si consigues
lo que te propones.

Mide tus esfuerzos. Como todo en la vida, los cambios requieren de mucho
esfuerzo y fuerza de voluntad. Evalúa cuánta energía estás dispuesto a sacrificar
en post del cambio. Si tu deseo de cambiar es débil, probablemente no sobreviva
a las demandas de la vida cotidiana y terminarás por abandonarlo.

Planifica el cambio. Muchas veces perdemos de vista que los cambios también
son procesos que necesitan ser planificados

Utiliza tu imaginación y visualiza tus metas. El poder de la imaginación es


infinito. Visualiza los cambios que deseas generar para entrenar tu mente
construyendo la nueva situación. Cuánto más precisa sea tu descripción mental,
más fuerza de voluntad obtendrás para propiciar los cambios en la vida real.

No te quedes en la idea y acciona. Una vez que hayas visualizado


mentalmente el cambio, no te quedes con tus palabras o imaginación y actúa sin
perder demasiado tiempo.

Sé consistente. Seguramente se te presentarán dificultades que obstaculizarán


el proceso de cambio por lo que es importante que tengas claro que no debes
abandonar tus objetivos ante el primer problema. Los cambios más significativos
e importantes requieren de mucha dedicación para llegar a concretarse.

La vida está llena de imprevistos. Pueden ocurrirnos cosas que no esperábamos


en casi cualquier ámbito de nuestra vida. Estos imprevistos alteran nuestra
rutina, nos obligan a cambiar el rumbo que imaginariamente nos habíamos
trazado y pretendíamos seguir. Ese plan que habíamos cuadrado para poder
tener tiempo de hacerlo todo, para que todo cuadre y ahora, debido a esa mala
pata, no podemos llegar, no podemos cumplir todos los objetivos marcados.

Uno de estos imprevistos, por ejemplo puede ser que no podamos acceder a
nuestra vivienda por culpa de la cerradura. Debido a este problema no podemos
entrar en nuestro hogar, la llave no funciona y tenemos urgencia de entrar ¿Qué
podemos hacer?

En estas situaciones tan incómodas y desagradables es necesario tener un


punto de apoyo importante, alguien en quien confiar cuando el mundo parece
que gira en sentido contrario al que debería. Encontrarse en la calle sin poder
entrar en nuestro hogar es una sensación muy angustiosa, no podemos
continuar con nuestra rutina y lo peor, estamos en la calle a la vista de todos,
expuestos.

El mito del cambio

El mito lo convence de que debe esperar a que la situación sea atroz


e intolerable antes de hacer nada por mejorarla. Y ya que
reaccionamos tan negativamente al cambio, seguido nos
convencemos de que “las cosas no van tan mal”. Creamos
nuestra propia excusa lista-para-usarse para no cambiar.
Le tengo una sorpresa agradable. En ningún lado está
escrito que deba sufrir terriblemente antes de cambiar. En
muchas instancias no tienen por qué ni siquiera pensar en
sufrir, y ciertamente, no tiene que soportar un dolor
prolongado, frustración o incertidumbre.

Cuerpo: Nuestro físico es el vehículo desde donde vivimos. Si no mantenemos


el equilibrio en nuestro cuerpo o conocemos cómo moverlo adecuadamente es
probable que haya situaciones en las que nos cueste desenvolvernos porque el
“cuerpo no nos da”.
Mente: La máquina que cree saberlo todo y que nos cuesta hacer callar. Cuando
aprendemos a hacer que la mente trabaje para nosotros y no al revés, es que se
abre todo un mundo de creatividad.
Emociones: Son el termómetro de lo que vivimos, las encargadas de hacernos
saber si nos gusta o no el dónde estamos o qué hacemos. El impulso que nos
lleva a actuar, reconocerlas y transformar ese fuego en un láser preciso puede
ser una gran ventaja.
Espíritu: Nuestro verdadero ser, la conexión con lo que realmente somos antes
de nacer, y la esencia de la vida. Lograr reconocernos como seres espirituales
que debemos actuar en lo físico es lo que nos hace humanos.
Estas son las cuatro patas de la mesa. Cuando nos enfocamos en una sin
tomar en cuentas las otras, usualmente perdemos el equilibrio y nos cuesta
poder actuar con completa convicción, ya que funcionan en sintonías unas con
otras.
El Crecimiento Personal es lograr trabajar todas de una forma integral, donde
no hay una que sea más importante que la otra, y donde desde ellas podemos
actuar de manera más equilibrada en la vida.

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