Superiorem non recognoscens: la expresión, que Bartolo da Sa- 20 En cambio, por lo que respecta a la "mentalidad económica" del Re-
ssoferrato aplicaba a los organismos estatales, podría servir de nacimiento, no parece poder verificarse una afirmación similar de autonomía;
lema también para las más originales y fructíferas corrientes de quiere decirse que el Renacimiento no parece tener esa mentalidad "capita-
pensamiento de la época. El que aquel laborioso trabajo de de- lista" -en el sentido riguroso del término-que constituye precisamente el reco-
sintegración e individualización no llegara a concretarse en una nocimiento de la autonomía de la actividad económica (la vida de los negocios
como fin en si mismo, o, según lo expresaba un típico representante del capi-
reconstrucción unitaria verdaderamente orgánica y cumplida del
talismo moderno, Henry Ford, la producción por la producción), que pudiera
mundo, quedando, en cambio, uno junto al otro y mezclados en- ser equivalente en ese terreno a las afirmaciones de Maquiavelo en el terreno
tre sí gérmenes de ideas nuevas con conceptos viejos, además de las doctrinas políticas. Ello porque, incluso en Alberti, el máximo represen-
de vigorosos residuos de mentalidad escolástica21; el que de ello tante de la mentalidad del hombre del siglo xv, se logra, sí, una separación
derivaran nuevos y a veces angustiosos problemas nuevos, en- entre la actividad económica y las normas de lá ética religiosa tradicional, pero
tre los cuales el principio de la "política como política" que prego- la actividad económica permanece siempre subordinada a un fin ajeno a sí,
vale decir, "vivir contento (...) y con honor" (para el pensamiento de Alberti, cfr.
nó Maquiavelo hizo aparecer la abrumadora preocupación por
A. FANFAM, Le origini dello spirito capitalistico in Italia, Milán, 1933, pp.
volver a reconciliar la razón de Estado y la razón moral, que fue 136ss.; pero, sobre todo, MAX WEBER, "Die Protestantische Ethik und der
el punto de partida de unas prolongadas fatigas espirituales que Geist des Kapitalismus", en Gesammelte Aufsätze zur Religionssoziologie, 1,
marcaron a la poligrafía de los siglos XVI y XVI22, todo esto Tubinga, 19222, p. 38, n. 1. En general, acerca del pensamiento económico
forma parte del legado del Renacimiento a la Edad Moderna, lla- del Renacimiento, además de SOMBART, Der Bourgeois, Munich-Leipzig,
mada a seguir avanzando por el camino abierto y a solucionar, 19202; cfr. ENGEL- JANOSI, Soziale Probleme der Renaissance; Berlín,
1924; que no reconoce huella alguna de mentalidad capitalista, y A. VON
los problemas no resueltos.
MARTIN, Soziologie der Renaisance. Zur Physiognomik und Rhythmik bürg-
erlicher Kultur, Stuttgart, 1932, que sí las reconoce). Pero también es cierto
Si no es posible negar las características del Renacimiento y que entre los criterios de Alberti y los de la escolástica existen grandes dife-
remitirlas sin más ni más a la cultura medieval, ¿se debe, en rencias, y no de mero detalle. En cualquier caso, no cabria hablar de "espíritu
cambio, admitir que aquéllas fueran el resultado del "resurgi- capitalista" ya en ia Edad Media, cada vez que nos encontramos en presen-
miento de la antigüedad clásica"? He aquí otro gran problema, cia de la mera spes lucrandi -como parecen hacer PIRENNE, Les villes du
moyen age, Bruselas, 1927,p. 105, o DOPSCH, op. cit., pp. 72-74-, no sien-
estrechamente ligado con los orígenes del Renacimiento, y plan-
do, desde luego, ése el carácter distintivo de la mentalidad capitalista.
teado de diversas maneras precisamente en estas últimas déca-
das. Burckllardt, a decir verdad, se había cuidado muy bien de 21 Como, por otra parte, también sucede con Lutero, cuyas ansias por una
hacer depender el Renacimiento únicamente del reflorecer de la vida nueva no destruyen la vertiente teológica, de un teologismo totalmente UNTREF VIRTUAL | 6
pasión por la Antigüedad clásica, de establecer una relación co-
mo de causa a efecto entre el segundo y el primero; pero, en opi- medievalista, tan característica en él. Para el Renacimiento es posible anotar,
Escritos sobre el
nión de tos más, tal relación se había concretado, influyendo por ejemplo, que nunca se afronta el problema del método, que después sería Renacimiento
poderosamente en ello, entre otras cosas, una tradición que tie- esencial desde Bacon, Galileo y Descartes en adelante. Tampoco en los estu-
ne ya más de tres siglos23. Y no deja de ser significativo a este dios históricos, los buenos ejemplos de método práctico, ya perceptibles en la Federico Chabod
historiografía del Renacimiento, llegan a culminar en la conquista de una
respecto el hecho de que en el decurso de un solo año apare-
metodología, propíamente dicha. Los distintos tratados sobre el tema, los
cieran las dos obras clásicas sobre uno y otro argumentos: Die Methodus (...) ad historia cognitionem (incluido el Bodin), son sobre todo,
Wiederbelebung des klassischen Altertums de Voigt (1859) y Die como los definió Bezold, una "Anleitung zum Lesen" ("intro. ducción a la lec-
Kultur der Renaissance in Italien de Burckhardt (1860). Al deli- tura", [N. del T.) (F.von Bezold, "Zur Entstehungsgeschichte der historischen
nearse, en cambio, de modo distinto la búsqueda de los "oríge- Methodik o, en Aus Mittelalter und Renaissance, Munich-Berlín, 1918, p. 364),
nes" del Renacimiento, se cambió, lo mismo que el problema de una colección de juicios sobre varios historiadores mezclada con problemas
que, hace cierto tiempo, se habrían definido como de filosofía de la historia,
las relaciones con la Edad Media, también el problema de las
pero que desde luego son de metodología.
relaciones con el revivir de lo antiguo, hasta tal punto que, con
Neumann, encaminado por las huellas de Thode, se llegó a afir- 22 Estas fatigas en torno de la razón de Estado están admirablemente des-
mar que la Antigüedad renovada había sido, no un estímulo be- critas en F. MEINEK. KE, Die Idee der Staatsräson in der neueren Geschichte,
neficioso, sino un germen de muerte para la cultura italiana, flo- Munich-Berlín, 1924, y, para la era harroca, en e. CROCE, Storia dell étà
recida vigorosamente a causa de la virtud creadora de la sangre barocca in Italia, Bar¡, 1929.
Precisamente en esto que se ha considerado como típica expre- 29 Cfr. buenas observaciones en w. GOETZ "Renaissance und Antlke", en
sión del Renacimiento o, por el contrario, superposición impre- Historische Zeitschri ft CXIII (1914), pp. 237ss., y especialmente p. 259. UNTREF VIRTUAL | 8
de una renovatio Romae se hubieran manifestado ya con ante- ciudades libres. Aunque después el "mito" mudara de carácter, y
rioridad, de manera notoria eh la época otoniana30; no tanto, de religioso se trocara en puramente humano, queda en pie, en Escritos sobre el
pues, por los antecedentes específicos individualizables crono- cualquier caso, la tendencia a considerar realizado, en determi- Renacimiento
lógica y espacialmente, sino sobre todo por una actitud funda- nado período de la historia pasada, el ideal al cual se aspiraba;
mental del espíritu humano frente a la historia y al proceso his- se mantenía firme la confianza en el "modelo", así como en la Federico Chabod
tórico. La fe en una "renovación" en cualquier campo, desde el posibilidad de aproximarse a él en el presente, modificando nor-
religioso al político y al artístico, efectivamente presupone la mas de vida y de acción, doctrinas e ideas, relanzando, en una
firme convicción de que en un momento bien determinado de la palabra, el pasado más reciente, que los literatos y artistas del
historia humana se hubiese realizado el ideal -religioso, o artísti- Renacimiento consideraban, de modo no muy distinto a como,
co, o político-, se hubiese revelado la Verdad; se toma como antes, los reformadores cistercienses, los patarini, etc., como
modelo lo ya acaecido sólo cuando se está íntimamente conven- desviación y perversión.
cido de que lo acaecido constituye la perfección; absoluta o rela-
tiva al género humano, esto ahora no importa. Nos encontramos De la misma manera como la espera casi mística de los huma-
así ante una actitud típica de la mentalidad religiosa en general31 nistas por el advenimiento de la nueva humanitas descubre la
y, en especial, de la mentalidad cristiana, para la cual la Verdad íntima afinidad espiritual con la espera escatológica del adveni-
se reveló en un momento preciso de la historia, que por tanto miento del reino de Dios 32, así también la fe en el "modelo" re-
encierra en sí, in nuce, toda la historia humana y todas las posi-
bilidades de desarrollo que al hombre -a cada uno y a la masa-
se le ofrecen; ante una actitud que constituye una parte muy no- 30 Las ha puesto muy bien de relieve SCHRAMM, Kaiser, Rom und Renovatio, cit.
table del espíritu medieval, tantas y tantas veces atormentado
por el coqueteo con el "retorno" a la Iglesia primitiva, con la "re- 31 El haber esclarecido este valor típicamente religioso del concepto de reno-
novación" de la pobreza y la pureza evangélicas. Mito que los vatio (renacer, etc.) es el resultado mayor y, a mi juicio, incontrovertible de los
movimientos heréticos, con el radicalismo que les era propio, estudios de BURDACH (cfr. especialmente Renaissance, Reformation", Hu-
manismus, cit,, pp. 25ss.), quien con ello ha dado una orientación verdadera-
habían tratado de imponer contra la Iglesia forjada a lo largo de
mente nueva a las investigaciones sobre el Renacimiento. El diccionario ita-
siglos, y que los movimientos que habían permanecido en el
liano-español de Lucio Ambruzzi (7º ed., Turín, 1973), en la entrada patarino,
ámbito de la ortodoxia se habían limitado a proponer como mo- remite a paterino (otra forma aceptada, con sus respectivos plurales, patarini
delos de vida cristiana, pero que, de una manera u otra, siempre y paterini) y traduce sucintamente como "hereje maniqueo". Por su parte, el
habían constituido un punto central de referencia. Dizionario Garzanti della Lingua Italiana (20º ed., Milán, 1981), que prefiere la
forma patarino, lo define como "cada uno de los miembros de un movimiento
religioso surgido en Milán en el siglo xi para la reforma de las costumbres del
Precisamente en aquella Italia comunal en la que venían madu-
clero, especialmente de los altos dignatarios; más tarde, el término pasó a ser
rando los gérmenes del Renacimiento, precisamente entonces el
sinónimo de hereje" (cursivas del Garzanti). El étimo podría ser (no se da co-
llamado a la Iglesia primitiva y a la renovación de ella mediante mo seguro) la voz milanesa parée (de donde vendría pataria, nombre genéri-
el retorno a la pureza de las costumbres, a la pobreza y a la hu- co del movimiento), que significa chamarilero o ropavejero, "por su carácter
mildad, se lanzaba hacia las multitudes con mayor fuerza e insis- popular", según el mismo diccionario (N. del T.).
tencia que en cualquier otra época anterior: patarini a milaneses,
32 Espera escatológica que, desde luego, siempre se relaciona, en mayor o
arnaldianos o valdeses por un lado, San Francisco de Asís por
menor grado, con la voluntad de retornar al principio, de renovar la Iglesia
otro, habían tendido el ánimo de las masas hacia el mito, y la
primitiva, siendo una y otra los dos momentos, que se complementan recípro-
aspiración de renovación en el campo religioso había sido una camente, de una misma mentalidad. Pero, justamente por ello, es preciso dis-
de las características esenciales que habían acompañado - tinguir muy netamente tal escatologismo genérico del de Gioacchino da Fiore,
¡piénsese en el Milán del siglo xi!- el surgimiento mismo de las muy distinto, porque precisamente carece del mito del "retorno., el mito de UNTREF VIRTUAL | 9
vela la afinidad con la fe en la Verdad revelada; y el volver a en- Renacimiento comienza a desvanecerse en Italia, donde, casi
tregarse al signo, el retornar a los principios, que Maquiavelo desde principios del siglo XVI, empieza una reacción contra "lo Escritos sobre el
propone como precepto esencial para la vida de los Estados33, antiguo " como modelo y norma. El contraste entre ambas men- Renacimiento
es un precepto vivo durante todo el Renacimiento, en los siglos talidades, la que sigue creyendo en la posibilidad de "renovación"
XIV y XV 34. De ello derivaba, entre otras, la lógica consecuen- y, sin embargo, se aferra a la Antigüedad clásica, e incluso a la Federico Chabod
cia de que, durante ese período, no existiera rastro alguno del específicamente romana como si aquél hubiese sido el momen-
concepto de progreso 35 y, en cambio, en la base de las concep-
ciones históricas y políticas quedaran los axiomas de la inmuta-
bilidad de la naturaleza humana a lo largo de los siglos y la reci- "un" momento exacto de la revelación, que, por el contrario, extiende a toda
procidad circular de las cosas humanas, del surgir, florecer y la historia humana y que incluso se consumará tan sólo en el futuro, en la
"corromperse" de éstas, y del "renovarse" merced a la virtud de sexta edad, "los albores de la cual iluminan ya nuestros ojos" (cfr. E. BUO-
un reformador y al retorno a los principios 36. NAIUTI, Giacchino da Fiore, Roma, 1931, pp. 204ss.). Por lo cual quizás con-
venga revisar y matizar también las afirmaciones acerca de la influencia
específica y decisiva del gioachimismo sobre los orígenes del Renacimiento,
Precisamente aquí está el nexo más profundo entre Renaci- cuyo mito del "modelo" no deriva de la mentalidad gioachimita, sino de la men-
miento y Edad Media, entre mentalidad "religiosa" y mentalidad talidad religiosa medieval en general.
"profana", como también está aquí el nexo indisoluble con la Re-
forma. La cual, desde luego, querrá restablecer el reino de Dios 33 Cfr. F. ERCOIX, La política di Machiavelli, cit., pp. 263ss.
y no el reino de la humanitas, y en ese aspecto la separación no
34 Se cree también en el "renacer- de las palabras (cfr. BORINSKI, op. cit.. el
podría ser más neta37; pero el uno y la otra creen en la posibili-
pasaje citado de DANTE, 11 convivio, ahora en el texto de la Società
dad de las renovaciones, uno y otra se ponen un modelo lejano Dantesca, Florencia, 1921, p. 194).
para sacar de él impulso hacia el porvenir, hacia el inminente
novus ordo, con una actitud espiritual fundamentalmente idénti- 35 Cfr. n. (Roer., Teoria e storia della storiografia, Bari, .1917, pp. 216ss.
ca y, en definitiva, emanada de una fuente única, que de nuevo
era la mentalidad medieval. Si en algunas figuras, tanto de Italia 36 La concepción política de Maquiavelo, en su totalidad, expresa con suma
claridad la fe que tenía en la posibilidad de los "retornos" (en esto no compar-
como de fuera (Dante y Miguel Angel, Petrarca y Erasmo), las
to las ideas que -sobre su historicismo- expresa BARON, "Das Erwachen des
aspiraciones a la renovación de la humanitas y a la renovación historischen Denkens im Humanismus des Quattrocento", en Historische
de la christianitas se presentan todavía estrictamente conjunta- Zeitschrifi, CXLVII (1932), p. 8), y hace pensar en las reformas monásticas
das, por principio se dividen para dar vida a dos movimientos dis- medievales basadas en el principio de retornar al origen, a la "regla". Es sin-
tintos y hasta contrastantes; pero la base de todo sigue siendo tomático, por otra parte, que precisamente Maquiavelo, al enunciar su teoría
un modo de pensar y de intuir que tiene raíces comunes, profun- de la "renovación", apele al ejemplo "de nuestra religión, la cual, si no la
hubieran vuelto a sus principios san Francisco y santo Domingo, se habría
dísimas, y que sólo lenta, muy lentamente se irá desvaneciendo.
apagado completamente" (Discorsi sopra la prima Deca di Tito Livio, 111, l).
La misma Ilustración, que comienza la disolución renunciando al
mito del modelo en el pasado, con su concepto de progreso ad 37 Esta contraposición entre Renacimiento y Reforma, como es sabido, la ha
finitum, con su ansia jubilosa de encontrarse en los umbrales, no afirmado vigorosamente TROELTSCH Renaissance und Reformation, ahora
del reino de Dios, sino del de la Razón, se mantiene, ello no incluido en sus Gesammelte Schriften, Tubinga, 1924. Pero, además del men-
obstante, fiel a la mentalidad escatológica, transmitida a lo largo cionado nexo, por lo menos no es seguro que existan correlaciones entre el
sentido de la personalidad humana, muy vívido en ambos movimientos, y en
de dieciséis siglos de historia y destinada a ver llegar su ocaso
el cual, precisamente, se ha hallado muchas veces el carácter común de ellos.
tan sólo con el historicismo del siglo XIX.
Por lo demás, el concepto de Calvino del heroicum ingenium no parece en
absoluto carecer de relación con el concepto del hombre "virtuoso" de) Re-
Sólo que, precisamente mientras esta actitud se vuelve a ratificar nacimiento (cfr. H BARON, Calvins Siaatsanschauung und das konfessionelle UNTREF VIRTUAL | 10
con la Reforma en el campo religioso, en el último período del Zeitalter, Munich-Berlín, 1924, pp. 15-17 y 108ss.).
to perfecto de la historia humana, y la que, en cambio, no quiere eraciones que contemplan el derrumbe de la libertad política de
más "modelos" sino que sencillamente postula el conocimiento los Estados italianos y que, además de una edad apolínea, ven Escritos sobre el
de la realidad actual en sí, que es distinta de las realidades histó- ante sí un "mísero e infeliz siglo" 40; si además, fuera de Italia, la Renacimiento
ricas del pasado y que por ello no puede ser gobernada y dirigi- reacción contra el dogma de la perfección y la superioridad de los
da con el ejemplo de aquéllas, encuentra su máxima expresión, antiguos encuentra alimento también en la reacción del orgullo Federico Chabod
en la época, en el contraste Maquiavelo-Guicciardini; y este últi- nacional contra el Humanismo italiano, sumamente despreciativo
mo, al refutar el valor del "ejemplo" histórico, al afirmar que se de los demás pueblos41, posteriormente se suman unos motivos
engañan quienes a cada paso alegan el ejemplo de los roma-
nos38, representa el fin de la mentalidad, no sólo humanista -en
el sentido estricto del término-, sino también de la mentalidad del 38 Sobre esto, véanse las agudas observaciones de c.TOFFANIN, II Cinque-
Renacimiento. En esto, sobre todo, estriba la gran importancia cenio, Milán 1929, p. 421.
del contraste entre ambas figuras: toda poseída, la una, por el
39 Cfr. ID., Afachiarelli c il "tacitismo", Padua, 1921, pp. 91ss.
espejismo de la antigua Roma, preocupada la otra por mirar sólo
a la realidad presente, sin dirigir la vista atrás, a lo que ha sido y a Los Vocablos italianos Duecento (también se escribe Dugento), Trecento,
no volverá a ser. A los Discorsi sulla prima Deca di Tito Livio los Quattrocento, etc., que literalmente significan doscientos, trescientos, cuatro-
rebaten las Considerazioni sui Discorsi del Machiavelli y los Ri- cientos, etc., es decir, las centenas correspondientes a los siglos posteriores
cordi. Después, durante todo el siglo, se impone en los escritores al xii, son de uso corriente en Italia para designar, por este orden, a los siglos
políticos el paralelo entre Roma y Venecia39, esto es, el paralelo xiii, xiv, xv, etc., hasta el Novecento, que es el actual siglo xx. En Vista de la
amplia difusión -sobre todo en obras de historia del arte- de estas voces itáli-
en el terreno político entre antiguos y modernos, que concluye,
cas en todo el mundo, en la presente traducción se dejarán en la lengua orig-
por cierto, nada en disfavor de estos últimos. inal, pero sólo mientras se refieran a hechos o acontecimientos propios de
Italia (N. del T.)
Era ésta una actitud estrechamente vinculada con una capacidad
creadora mucho menor, con el desvanecimiento de las grandes 40 La expresión es de VARCHI, Storia florentina, I, XVI (Milán, 1845, II, p. 423).
esperanzas y de la voluntad de acción, en una palabra, con la
41 Para esto, cfr. GUILLOT, La querelle des anciens et des modernes en Fran-
enervación del espíritu italiano característica de la época pos-
ce de la Défense et Illustration de la langue française aux Parallèles des an-
maquiavélica. Bastaría para demostrarlo, simplemente, la con-
ciens et des modernes, Paris, 1914. Sin embargo, no es correcto ver sin más
frontación entre Maquiavelo, que se valía del ejemplo de los ro- ni más unos théoriciens du progrès (teóricos del progreso, N. del T.) en estos
manos para renovar continuamente sus entusiasmos y sus sue- modernistas en general, como hace DELVAILLE, Essai sur l' histoire de l'idée
ños de saneamiento de la vida política italiana, y Guicciardini, de progrés, París, 1910, pp. 132ss.; cfr. también HAUSER, La modernicé du
quien, si predicaba )a "discreción" y sonreía ante el valor del XVIe siècle, París, 1930, pp. 53-55. Ello porque totlavia se mantenían firmes
en la idea de la reciprocidad circular de las cosas humanas y, de la identidad
ejemplo, al mismo tiempo renunciaba a los grandes sueños de su
de los hombres a lo largo de los siglos (cfr. por ejemplo BODIN, Methodus ad
conciudadano y se encerraba en su desencantada amargura. El
facilem historiarum cognitionem; Estrasburgo, 1599, p. 433). El concepto bási-
"mito" de los romanos moría porque moría también el mito corre- co de aquellos modernistas era el siguiente: nosotros no Valemos menos, co-
lativo de la renovación, del nuevo siglo de oro; lo cual sería sufi- mo hombres, que los antiguos, no estamos si abatardiz (tan bastardeados, N.
ciente para demostrar, dicho sea de paso, de qué manera el mito del T.) como para que no podamos resistir la comparación. Lo cual tampoco
de la Antigüedad clásica fue la expresión de una poderosa vida es el concepto de progreso. Le Roy parece ser el único que en cierto momen-
íntima en la Italia del Trecento y el Quattrocentoa, y no un peso to llega a él (.riera n'est commencé el aclievé ensemble, mais para succession
de tenips croff et amende, al devient plus poli" ["nada empieza y termina jun-
muerto, no un juguete de una camarilla de eruditos.
tamente, sino que por sucesión de tiempo crece y mejora, o se refina", N. del
T.), en GILLOT, op. cit., p. 568), aunque después no falten, ni siquiera en él.
Pero si, en sus comienzos, ese empalidecimiento de lo antiguo las tradicionales ideas sobre el nacer, crecer y morir de las cosas humanas UNTREF VIRTUAL | 11
se conecta estrechamente con una relajación moral, en las gen- (cfr., por ejemplo, ¡bid., p. 573).
más generales para plantear con mayor decisión, en la era ba- fuera de la "recta razón" y, por ende, revestido de un valor pura-
rroca recién empezada, el paralelo entre antiguos y modernos, mente racional y no ya históricamente determinado y fijo 48. Escritos sobre el
para acabar con el mito anterior. Renacimiento
Se arriba así a la clara afirmación de Giordano Bruno de que los
Se trataba, por un lado, de la admiración por los nuevos inven- verdaderos antiguos son los modernos49, con la cual se tala por Federico Chabod
tos, sobre todo el de la imprenta, y por la práctica de la artillería; su base la mentalidad del modelo y del "retorno" y se abre el ca-
se trataba del influjo que, sobre la forma mentis de los hombres, mino del triunfo definitivo de los modernos, el cual, ello no obs-
empezaban a ejercer las ciencias, en las cuales la remisión a tante, sólo tendrá su sanción definitiva después de la querelle, a
Plinio y demás autoridades empezaba a oponerse, especialmen- finales del siglo XVII, y que conllevará la afirmación del concep-
te en la ciencia no oficial, no catedrática42, a la remisión a la "ex-
periencia", madre del conocimiento43; pero se trataba asimismo 41 Como lo ha puesto de relieve L OLSCHKI, Geschichte der neusprach-
lichen wissenschaftlichen Literatur, I y II, Leipzig, 1919-1922 (el 111 (1927)
de la influencia de un acontecimiento cuyas repercusiones se
está dedicado a Galileo).
han estudiado y discutido mucho en el terreno económico, pero
poco en el campo espiritual, a saber, el descubrimiento de Amé- 43 Es evidente que a la actitud de Leonardo se corresponde, en el terreno de
rica y de las nuevas tierras, que no se vacilaba en calificar de "la las doctrinas morales, la actitud de Guicciardini.
mayor cosa después de la creación del mundo"44. El horizonte
físico, enormemente ampliado, que generaba en los hombres del 44 F.LOPEZ DE GOMARA, "Historia general de las Indias", en Historiadores
primitivos de Indias, 1, Madrid, 1874, p. 156. (Chabod cita esta frase textual-
Cinquecento el orgullo de conocer mucho más de cuanto se co-
mente en castellano. N. del T..).
nociera hasta entonces; "las infinitas maravillas no conocidas por
los antiguos"45, y que también echaban por tierra muchas opi- 45 VARCHI, Lezioni sol Dante e prose varie, 1, Florencia, 1841, p. 145.
niones hasta entonces transmitidas desde la Antigüedad y acogi-
das como palabra del Evangelio, todo ello contribuía en gran me- 46 Nótese, sin embargo, que Vasari, cuando llega a Miguel Angel, proclama
dida a sacudir el dogma de la superioridad de los antiguos y, en la superioridad de los modernos sobre los antiguos y la perfección a que se
ha llegado en su tiempo, también en el dominio del arte (cfr. L VENTURI, II
su lugar, a inculcar la convicción de que, si aquéllos habían sido
gusto dei primitiva, Bolonia, 1927, p. 113).
grandes en el arte, en la literatura o en la filosofía, los modernos,
sin embargo, tenían que reivindicar su superioridad, no menos 47 Para mayores detalles, permítaseme remitir a mi Giovanni Botero, Roma,
efectiva y no menos conspicua 46. 1934, cap. III. (Cfr. el presente Volumen, pp. 301-374 y 375-458. N. del E.).
Tampoco eran sólo los europeos quienes tenían que sostener la 48 En la Edad Media, "bárbaro" se contrapone, generalmente, a "cristiano"
(cfr. la ejemplificación que se hace en el artículo barbari de E. SESTAN, en la
confrontación, en absoluto: se empieza a poner en un pie de
Enciclopedia Italiana), aunque no falte alguna alusión al significado étnico cul-
igualdad las grandes obras públicas romanas y las carreteras que
tural: en el Renacimiento, el último de tales Vocablos recupera su superiori-
construyeron los incas del Perú, el Panteón u otros edificios de dad; en la segunda mitad del siglo XVI, si bien, con mucha frecuencia, lo bár-
Roma y los templos de la India y de la costa del Africa oriental47. baro vuelve a ser lo no cristiano -por la clarísima influencia de la mentalidad
Lo cual lleva también m una transformación lotal de uno de los contrarreformista-, empieza a abrirse paso el concepto, nuevo, de que el bár-
conceptos más característicos del Renacimiento, que en sí había baro es quien se aparta de la "razón", pero no quien se aparta de la Vida co-
recuperado completamente la tradición grecorromana, repudian- rriente (done anidaba el motivo nacionalista), toda vez que, si se aceptare esta
última característica, "el nombre de bárbaros convendría( ...) más a los grie-
do la medieval: el concepto de "bárbaro", asumido en los siglos
gos y a los latinos que al resto de las gentes" (cfr. mi Giovanni Botero, cit.).
XIV y XV para designar a los hombres que vivían al margen de
una cultura muy especifica, la italiana humanista, que ahora en 49 Cfr. c. GENTILE, Giordano Bruno e il pensiero del Rinascimento, cit., pp.
cambio se empleaba para designar solamente a quienes vivían 231ss. UNTREF VIRTUAL | 12
to de progreso: revolución profunda en la mentalidad del Renaci-
miento y también de la Reforma, con la cual colabora también en Escritos sobre el
última instancia, por lo menos en determinada vertiente, la Con- Renacimiento
trarreforma católica, sancionadora del valor de la tradición, vale
decir, de la historia, contra el biblicismo de los reformadores, es Federico Chabod
decir, contra el mito del momento único de la verdad50.