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MANEJO DE ENFERMEDADES DE PLANTAS: UN ENFOQUE AGROECOLÓGICO

Resumen
La sostenibilidad agrícola comprende cambios en el estilo convencional de agricultura,
evitando la degradación ambiental, a través del manejo adecuado de los recursos
naturales. Revocar la contrariedad a la diversidad de variedades agrícolas, lo que resulta
en la ocurrencia de enfermedades, así como reducir la dependencia de productos
químicos y adoptar prácticas agroecológicas que restaure la biodiversidad en el tiempo
y en el espacio pueden ayudar a la obtención de sistemas agrícolas más sostenibles.
En este trabajo se discuten aspectos relacionados a estrategias de manejo sustentables
de enfermedades de plantas, explotación de la plasticidad del agroecosistema y
sistemas alternativos de control fitopatológicos. Palabras clave: sostenibilidad,
enfermedades de plantas, control alternativo.

INTRODUCCIÓN
El modelo de producción convencional conocido actualmente surgió con el desarrollo
movimiento llamado revolución verde, que tenía como prioridad el aumento de la
cantidad de alimento a cualquier costo a fin de atender la demanda causada por el
rápido crecimiento de la población mundial (BRECHLT, 2004). Sus defensores
sostienen que los países en desarrollo deberían adoptar un modelo basado en
variedades mejoradas y en el uso de plaguicidas y fertilizantes, proporcionando así
una producción que suministraría la necesidad creciente de alimentos y traíga
beneficios. Sin embargo, ese intento fue fallido, pues la sociedad todavía enfrenta
problemas con la falta de alimentos. Según Caporal (2009) el modelo "científico" de la
Revolución Verde causa a lo largo del tiempo, la destrucción de la biodiversidad
estrechando la base genética, además de enfatizar los monocultivos y la producción
de commodities, donde en realidad se debería principalmente por la diversificación de
los cultivos y la producción de alimentos básicos.

Se observa que el escenario agrícola actual, viene causando impactos en el ambiente y


contaminaciones a la cadena alimentaria. El uso indiscriminado de pesticidas viene
trayendo una preocupación constante a la sociedad que busca mejor calidad de vida en
el panorama actual y futuro. La agricultura sustentable, como alternativa al modelo que
adopta el uso intensivo de capital e insumos, propone que los países en desarrollo
adopten un modelo basado en los principios agroecológicos, enfatizando la
biodiversidad, el ciclo de nutrientes y sinergia entre cultivos, animales, suelos y otros
componentes biológicos, así como en la regeneración y conservación de los recursos
naturales (ALTIERI, 1996).
En la agricultura sustentable se pone énfasis en el manejo de las relaciones biológicas,
con el objetivo de aumentar y sostener las interacciones bióticas en las cuales la
producción agrícola se basa, en vez de reducir y simplificar esas interacciones.
Una de las principales trabas de la agricultura sostenible se encuentra en el control de
enfermedades, plagas y plantas invasoras, ya que técnicas utilizadas para disminuir los
daños ocasionados por éstos, contaminan el ambiente o provocan alteraciones que
comprometen su sustentabilidad. Es notoria la búsqueda constante por sistemas
alternativos de control de enfermedades que alie practicidad y satisfaga necesidad
específica de comunidades agrícolas en diferentes regiones ecológicas del mundo. Para
lograr un modelo más sustentable la principal estrategia utilizada por los productores es
la de restaurar la biodiversidad en el tiempo y en el espacio, siguiendo las principales
recomendaciones de la agroecología (ALTIERE, NICHOLLS, 2003). Entre estas
recomendaciones están alternativas como un manejo cuidadoso de los
agroecosistemas sin provocar daños innecesarios o irreparables, buscando devolver al
agroecosistema su elasticidad y fuerza, al tiempo que se esfuerza por combatir las
plagas, enfermedades o deficiencias del suelo. En la agroecología, incremento y
mantenimiento de la biodiversidad es la técnica principal para restaurar la
autorregulación y la sustentabilidad (ALTIERI, 2002).
El surgimiento de las enfermedades de plantas es favorecido por prácticas adheridas la
intensificación de dos cosechas, ejerciendo influencia sobre un patógeno de interacción-
huésped y prácticas de la agricultura convencional, tales como la expansión de los
campos, densidad de plantas hospedadoras, disminución de la diversidad de especies
y varietales poblaciones hospedadoras, aumento del monocultivo y utilización de
fertilización, irrigación y otras modificaciones ambientales del cultivo favoreciendo la
aparición de epidemias. Por lo tanto existe una relación directa entre la intensidad de un
cultivo y el riesgo de una (ALTIERE, 1999).
Las enfermedades de las plantas tienen una naturaleza compleja y se definen como una
serie de respuestas visibles e invisibles de las células y tejidos de plantas a un el
organismo patógeno o factor ambiental que resulta en alteraciones en la forma, fisiología
o integridad de la planta, pudiendo resultar en daño parcial o muerte de la planta o de
sus partes (AGRIOS, 2005). Entre los cambios causados por factores desfavorables del
el ambiente, el exceso y la deficiencia de humedad, alta y bajas temperaturas,
desequilibrios nutricionales desencadenados por suelos de baja fertilidad, siendo las
enfermedades bióticas, ya las enfermedades bióticas pueden ser causadas por hongos,
bacterias, virus, fitoplasmas y nematodos, etc. (RESENDE et al., 2011).

Las pérdidas ocasionadas por enfermedades de plantas son estimadas en un 30% de


la producción agrícola mundial, haciendo el manejo de estas indispensables en la
agricultura (KIMATI et al., 2011). Hay informes de epidemias que causaron completa
destrucción de campos de producción, ocasionando perjuicios económicos y la muerte
de personas, como el ocurrido en Europa en el s. XVIII, con la requema de la patata
(Phytophtora infestans (Mont.) De Bary) (AGRIOS, 2005).
La protección de plantas a través del uso de pesticidas se vuelve bastante atractiva,
debido a características como simplicidad, previsibilidad y necesidad de poco
entendimiento de los procesos básicos del agroecosistema para su aplicación
(BETTIOL, GHINI, 2001). Sin embargo, han causado diversos problemas ambientales
tales como contaminación del suelo, agua, animales y alimentos, intoxicación de
agricultores, resistencia de patógenos, desequilibrio biológico, eliminación de
organismos benéficos y consiguiente reducción de la biodiversidad (BETTIOL, GHINI,
2001).
En este sentido, (2004) relata que el uso de defensivos agrícolas, pueden alcanzar
organismos no objetivo, además de favorecer el surgimiento de fitopatógenos
resistentes a los principios activos de los agrotóxicos, debido a la presión de selección.
Por lo tanto, necesario la adopción de medidas de manejo menos agresivas al medio
ambiente, el manejo integrado de enfermedades (MID) es el ideal. El MID se basa en
una serie de conceptos e instrumentos que apunta a la optimización económica del
control de enfermedades a través del uso compatible de tácticas que mantengan la
reducción de la producción por debajo del límite umbral de daño económico, sin
perjudicar al hombre, los animales, las plantas y el medio ambiente (BERGAMIN FILHO,
2008).
El manejo ecológico de enfermedades de plantas fue conceptuado por Mizubuti y Maffia
(2001) como "conjunto de estrategias y prácticas empleadas sobre la base de los
principios de control de enfermedades de plantas, con el objetivo de reducir las pérdidas
en niveles tolerables, sin interferir acentuadamente en el medio ambiente.
En el manejo de las enfermedades lo que se busca es el establecimiento del equilibrio
biológico, empleando técnicas como la elección de especies y variedades resistentes;
el manejo correcto del suelo; la fertilización orgánica, con un suministro equilibrado de
nutrientes para las plantas; el manejo correcto de las hierbas nativas; el riego bien hecho
y el uso de rotación y consorciación de cultivos.

Epidemiología y manejo de las enfermedades

Las condiciones necesarias para el establecimiento de una enfermedad son presencia


de hospedador susceptible, de patógeno virulento y ambiente favorable para la
infección, colonización y reproducción del fitopatógenos. La unión de estos tres factores
forma el proceso el triángulo de la enfermedad, donde su incidencia e interacción
producen la enfermedad (AGRIOS, 2005; Bedendo; AMORIM, 2011).
El factor más relevante de esta interacción es el ambiente, ya que incluso en la presencia
de un patógeno virulento y un huésped susceptible es capaz de evitar el (en el caso de
las mujeres). Entre los factores ambientales favorables las enfermedades están
temperatura, luz y humedad, además de irrigación, que altera el microclima y la
fertilización química (especialmente N), que promueve el rápido el crecimiento de la
vegetación, aumentando la suculencia de plantas hospedadoras (ALTIERE, 1999). El
conocimiento del triángulo de la enfermedad ha permitido la adopción de ciertos
principios agroecológicos para reducir las pérdidas causadas por una epidemia.
El objetivo de controlar la enfermedad es evitar que la enfermedad alcance el umbral de
daño económico. Para disminuir al mínimo las pérdidas causadas, se lanzan tres
estrategias epidemiológicas: eliminar el inóculo inicial o retardar su aparición al inicio de
la temporada; disminuir la tasa de desarrollo de la enfermedad durante el período de
crecimiento; acortar el tiempo de exposición de un cultivo al agente patogénico,
utilizando variedades de corta duración, o fertilización y prácticas de riego que impidan
el lento crecimiento del cultivo (ALTIERE, 1999).
Control cultural de enfermedades
Los daños causados por una enfermedad pueden ser disminuidos por la adopción de
estrategias generales de control que busquen evitar la entrada o erradicar los
patógenos, proteger al huésped, desarrollar la resistencia en los huéspedes a los
patógenos y hacer tratamiento previo de las plantas infestadas. En el manejo ecológico
de enfermedades de plantas los métodos de control biológico y cultural utilizados
durante el plantío y en la conducción del cultivo son esenciales para minimizar los
efectos de la enfermedad. Los controles aplicados antes de la siembra son: rotación de
cultivos, calentamiento del suelo por la exposición al sol o en llamas, inundaciones
temporales, preparación del suelo con gran cantidad de materia orgánica.

Rotación de cultivos

La rotación de cultivos consiste en la plantación alternada de especies distintas, en la


misma área de cultivo y en la misma época del año, a lo largo de los años. El control a
través de la rotación de cultivos tiene por principio la eliminación del sustrato que
favorece al agente patógeno, rompiendo el ciclo de los cultivos para la conservación del
suelo, siendo aplicado para patógenos que sobreviven en el hospedador vivo o en los
residuos culturales, como saprófitas (SALES et al. Y en el caso de las mujeres. El éxito
de la rotación de cultivos para el manejo de enfermedades depende de la característica
del patógeno, como por ejemplo, aquellos que forman estructuras de resistencia, como
esclerodos y clamidósporos, tienen control más difícil debido a que estas estructuras se
mantienen viables incluso en ausencia de sustratos, garantizando su supervivencia en
el suelo por largos períodos, mientras que aquellos con baja capacidad saprofítica en el
suelo y sobreviven exclusivamente en restos de cultivos de su huésped son fácilmente
controlados.
Sales et al. (2012), relata que la elección de las diferentes especies a ser plantadas es
un factor decisivo en el éxito del plantío y la conservación del área donde esté instalada.
La rotación es un recurso viable y deseable como forma de control de enfermedades,
ya que es fácil implantación, proporciona buenos resultados y reduce los gastos con
fungicidas y los efectos de éstos sobre el medio ambiente.

Incorporación de materia orgánica al suelo

Para el buen desarrollo de cualquier especie vegetal, es necesario hacer la preparación


del suelo. En el presente trabajo se analizan los resultados obtenidos en el análisis de
los resultados obtenidos en el análisis de los resultados obtenidos, y por lo tanto
amenizando la incidencia de enfermedades (SALES et al., 2012).
La materia orgánica puede ser incorporada al suelo de varias maneras, entre las cuales
por medio de abono verde. Stone et al. (2004) relata que la fertilización verde, además
del aumento de la cantidad de materia orgánica, mejora la fertilidad del suelo e induce
a la planta a producir sustancias con acción antagónica a los fitopatógenos del suelo.
El control de fitopatógenos a través de la fertilización verde ocurre debido a la liberación
de sustancias tóxicas durante la descomposición de la masa verde, que inhibe el
crecimiento o matan al patógeno, por la escasez de alimento para el patógeno y por el
aumento de poblaciones antagónicas que encuentran en el material descompuesto un
material ambiente propicio para su crecimiento y reproducción (ROSSI, 2002).
Termorshuizen et al. (2007) estudiando el efecto de la adición de residuos para la
supresión de enfermedades en sustratos, constataron que en el 54% de los casos la
adición de residuos promovió la supresión de enfermedades, en el 42,7% no hubo
supresión y en el 3,3% promovió una mejora en la incidencia. El efecto de las fuentes
de materia orgánica en la severidad de las enfermedades de plantas es dependiente del
tipo de material utilizado, de la relación C: N y del tiempo transcurrido de la incorporación
(BETTIOL, GHINI, 2001).
Cultivos consorciados
El cultivo consorciado puede reducir la aparición de enfermedades a través de
mecanismos como: cambios en las características de la planta hospedadora,
reduciendo las posibilidades de infección, debido a cambios en el crecimiento de la
planta y en el microclima; efectos directos en los patógenos debido a las condiciones
impuestas por la menor concentración de hospederos, con menores posibilidades de
encontrar plantas susceptibles y la reducción de la supervivencia y fecundidad; efectos
indirectos en los patógenos debido a la mayor cantidad de enemigos naturales o
antagonistas que tienen posibilidades de sobrevivir en los microhabitats disponibles
(TRENBATH, 1993).
Plantas de variedades y especies resistentes

El uso de cultivares resistentes es fundamental para los sistemas agrícolas alternativos,


constituyéndose el método de control ideal, pues se trata de un método barato y de fácil
uso, pudiendo ser utilizado en grandes áreas sin impactos (INNES, 1995).
Extractos acuosos
Productos naturales extraídos de plantas con propiedades fungitoxicas se han
demostrado eficientes en el control de patógenos, sin causar perjuicios al hombre o al
ambiente (COUTINHO et al., 1999). La utilización de extractos vegetales de plantas para
el manejo de enfermedades está basado en la premisa de que diversas sustancias
biológicamente activas están presentes en las plantas, siendo capaces de actuar a
través de actividad microbiana directa contra los fitopatógenos o elicitar respuestas de
defensa en las plantas, induciendo resistencia, por contener moléculas bioactivas
capaces de inducir o activando los mecanismos de defensa de la planta y como
bioestimulantes del crecimiento de (STADNIK, TALAMINI, 2004; NURNBERGER,
BRUNNER, 2002).
Diversas investigaciones que muestran la eficiencia en el control de fitopatógenos
mediante la utilización de extractos brutos obtenidos de una gran variedad de especies
y las botánicas vienen siendo realizadas, destacándose algunos con comprobadas
propiedades antimicrobianos que afectan el desarrollo fúngico tanto in vitro como in vivo
(MONTES-BELMONT et al., 2000). Celoto et al. (2008) evaluando extractos de 24 las
plantas medicinales, constató la eficiencia del extracto acuoso de melón-de-ser-caetano
(Momordica charantia L.) en el control de Colletotrichum gloeosporioides (Penz.) Penz.
Y sacc. en mamoeiro (Carica papaya L). Mientras, Rozwalka et al. (2008) ha
comprobado que el jengibre (Zingiber officinalis) presentó un potencial de inhibición
sobre Glomerella cingulata y C. gloeosporioides en goiaba.

Control biológico de fitopatógenos


El control biológico de enfermedades de plantas es definido por Cook y Baker (1983)
como la "reducción de inóculo o de las actividades determinantes de la enfermedad,
realizada por uno o más organismos distintos del hombre”. El control biológico actúa
reduciendo la intensidad de inóculo o la capacidad de un patógeno para incitar a la
enfermedad mediante las interacciones antagónicas como antibiosis, competencia y
parasitismo. Además de estas las interacciones antagónicas son objeto de estudios del
control biológico microorganismos capaces de activar mecanismos de defensa natural
de las plantas y en caso de virus aquellos que promueven la preimunización (BEDENDO
et al, 2011). Entre los microorganismos involucrados en el biocontrol de enfermedades
de plantas se incluyen bacterias como Bacillus subtillis Ehrenberg, Pseudomonas putida
Trevisan, P. fluorescens (Flugge) Migula, Streptomyces spp., Agrobacterium radiobacter
Smith & Townsend, y hongos como Trichoderma spp., Gliocladium roseum Bainier,
Talaromyces flavus (Klocker) Stolk & Samson, Pythium oligandrum (En el caso de las
mujeres).
Entre los agentes de biocontrol el más estudiado y utilizado en Brasil y en otros países
de América Latina son el Trichoderma (BETTIOL et al., 2005). De acuerdo con Howell
(2003), especies del género Trichoderma, como T. harzianum y T. virens son capaces
de producir antibióticos, competir por nichos ecológicos, utilizar otros microorganismos
como alimento e incluso promover la inducción de resistencia en la planta a varios
patógenos.
Los microorganismos que promueven el control de enfermedades por medio de
antibiosis son capaces de secretar los metabolitos capaces de inhibir o impedir el
desarrollo de individuos de una población de otra especie. Las especies conocidas como
productoras de antibióticos son Bacillus, Pseudomonas fluorescens, Streptomyces,
Trichoderma, y Gliocladium, entre otros (MELO, 1998). Las especies del género
Trichoderma son capaces de secretar más de 100 diferentes antibióticos, con capacidad
de inhibición sobre diferentes especies de hongos fitopatógenos (BEDENDO et al.,
2011). Dos de ellos antibióticos efectivos contra patógenos de suelos son gliotoxina y
gliovirina, capaces de inhibir el crecimiento de Rhizoctonia y Sclerotium y de Pythium y
Phytophthora, respectivamente. Ongena et al. (2005) verificaron la producción de una
gran variedad de metabolitos antifúngicos producidos por aislados de B. sutil, entre los
que se incluyen lipopeptídeos de las familias de la surfactina, iturina y fengicina.
En la competición se espera que el agente controlador sea capaz de crecer de de
manera más eficiente que los patógenos en el lugar de infección para que el control sea
adecuado, por lo que todos los agentes de biocontrol capaces de producir antibióticos
son también buenos competidores. Se refiere la lucha entre dos poblaciones de nichos
similares para obtener un recurso indispensable, como nutriente, agua, luz, espacio,
oxígeno, que en el hábitat se encuentra en cantidad insuficiente para suplir la demanda
biológica (BETTIOL, GHINI, 2005). Melo (1996) relata que la suplementación del suelo
con materia orgánica o con diferentes densidades de inóculo del patógeno y del agente
de control biológico se han utilizado para investigar la competición y el biocontrol. Las
bacterias del género Pseudomonas fluorescens son los principales antagonistas que
presentan la competición por el Fe + 3, realizada por los sideróforos, como mecanismo
de biocontrol de diversas enfermedades radiculares (BUYSENS et al., 1996). Entre los
antagonistas actualmente más estudiados, se encuentra la B. subtilis, destacándose en
el control de enfermedades del filoplano y en post-cosecha y, Trichoderma es eficaz
cuando se aplican en pulverizaciones incluso contra fitopatógenos de (KUPPER et al.,
2003).
Parasitismo o hiperparasitismo es la relación nutricional entre dos organismos en que
uno de ellos, el parásito, obtiene su alimento a costa del otro, el huésped. El uso de
estos como biocontroladores sólo puede ser empleado si el hiperparasita es capaz de
alcanzar el inóculo antes de que el daño sea causado a la planta.
El parasitismo puede reducir la infección y el inóculo del patógeno actuando sobre
estructuras vegetativas, reproductivas y de supervivencia. La penetración del
micoparasita puede ocurrir por presión mecánica y / o por producción de enzimas líticas
degradantes de pared celular, tales como quitinasa, β-1,3-D-glucanasas y proteasas
(ELAD et al., 1982; SIVAN; CHET, 1982). Como ejemplos de antagonistas que actúan
por el parasitismo contra diversos patógenos tienen las especies de Trichoderma,
Gliocladium, Coniothyrium, Pythium, Sporidesmium, Verticillium y Talaromyces.
Trichoderma puede detectar y localizar la hifa de hongos susceptibles a través de
estímulos químicos, creciendo en su dirección y enrollándose en la misma, penetrándola
posteriormente (MELO, 1998). Además de los hongos, las bacterias del género
Pasteuria son capaces de parasitar nematodos. Tian et al. (2007) relata que especies
de ese género han mostrado potencial para el control de nematodos parasitos de
plantas, de manera bastante específico.
La inducción de resistencia del huésped por microorganismos o sus metabolitos se
refiere a la activación de los mecanismos latentes de resistencia de una planta por medio
de agentes externos bióticos o abióticos. La activación puede tener tiempo variable y
puede se produce de manera localizada o sistémica. El mayor porcentaje del control
biológico natural en la filosfera se realiza a través de la inducción de resistencia del
huésped. Segundo Pascholati y Leite (1994) las condiciones ambientales pueden alterar
el nivel de resistencia de las plantas.
La defensa de la planta puede ser inducida por diferentes tipos de microorganismo como
virus, bacterias, hongos y nematodos. Lo que ocurre durante la inducción es la
activación de mecanismos latentes que pasan a expresarse después de la exposición
de la planta a (VAN LOON et al., 1998), haciendo que se produzca una lesión de tamaño
menor y en menos cantidad, y en casos de patógenos fúngicos ocurre también
reducción en la esporulación.
Esta activación ocurre no sólo en el sitio de inducción, sino a distancia, de forma más o
menos generalizada, pudiendo actuar contra uno o varios patógenos, a los cuales las
las plantas se vuelven resistentes. En la inducción sistémica, las moléculas sintetizadas
por B. subtilis pueden actuar como eliciadoras, proporcionando la sistemicidad de la
respuesta de la defensa contra patógenos (RYU et al., 2004, ONGENA et al., 2007).
Como ejemplo, Ongena et al. (2007) estudiaron la síntesis de lipopeptídeos de la familia
de las surfactinas y fengicinas, por el aislado 168 de B. subtilis, que actuaba en el
proceso de activación de la enfermedad inducción de resistencia sistémica en plantas
de frijol y tomate.
Consideraciones finales
Asignar un concepto a la agricultura sostenible es en verdad tratar de entender
interpretaciones diversas sobre una idea que atravesa varios significados, muchos de
ellos divergentes. Sin embargo, el monitoreo de sistemas de producción en las
diferentes áreas del conocimiento ayudará a entender las diferentes interacciones que
llevaron a alcanzar un modelo sustentable. El desarrollo de la sostenibilidad agrícola
requiere aún el análisis complejo de los agroecosistemas; dinamismo de las relaciones
sociales, culturales y ecológicas de las prácticas de manejo empleadas en el campo.

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