Manuel Navarrete publicó el pasado día 27 de junio, en este mismo digital, un artículo
con el título “El socialismo:¿Una experiencia histórica fallida”. En
algunas ocasiones he leído a M. Navarrete muy molesto porque sus
detractores lo encuadran como “estalinista”. Allá él, pero son muchos
los que reniegan de esta condición. Yo por el contrario, fui militante
trotskysta y mantengo en alto la bandera de la IV Internacional y, por
lo tanto, lo que expreso a continuación sin duda alguna está
condicionado por mi formación ideológica.
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como la congelación los precios del alquiler de las viviendas, el consumo eléctrico, el
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teléfono y el transporte de personas; así como de que durante cuarenta años se mantuvieron
los precios de los productos de alimentación. También nos habla de que en las primeras tres
décadas de la revolución socialista la esperanza de vida en la URSS pasó de los 34 años
hasta los 70, y esto evidentemente es fruto de las mejoras en la sanidad. También nos dice
como se respetaban las distintas lenguas existentes en un país tan grande y que las obras
(no censuradas) se publicaban en los 77 idiomas soviéticos. Nos razona como en el proceso
revolucionario el PIB superó al de EE.UU. en un 43%, cuando en 1917 estaba en un 10% del
de aquel país. Y sigue Navarrete con la educación, con la sanidad, las guarderías, etc.
Todo lo que dice Navarrete es pura verdad, y es una verdad que en los países
capitalistas no se conoce. Esta verdad no se divulga porque es una de las principales
carencias del capitalismo. Ahora bien, en la URSS de Stalin hubo otras carencias que sí se
conocen en los estados capitalistas y que los estalinistas pretenden ocultar, manipular o
mutilar, y son las referentes a la democracia obrera (dictadura del proletariado), las purgas de
revolucionarios, la burocratización del Estado y de los sindicatos. Y esto no se puede ni se
debe ocultar. Fueron errores, bien, fueron errores, pero digámoslo claro, porque si no
estamos condenados a repetirlos en el curso de otros procesos revolucionarios.
Pero claro, todos los logros conseguidos durante el proceso revolucionario y por el
posterior Estado burocrático los utiliza Navarrete no para difundirlos en un estado capitalista
como el español. Los utiliza para desprestigiar a Trotsky y al trotskismo. Pues bien, hablemos
del estalinismo.
No existe peor crimen que la mentira de dirigentes comunistas al proletariado. Y Stalin fue
un saco de mentiras, manipulando y amputando los hechos. El estalinismo acusó de los
peores crímenes a viejos bolcheviques, dirigentes del partido, miembros del Comité Central
leninista y creadores del Estado soviético en los procesos de Moscú, que fueron infames
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contrarrevolucionarios, "agentes del imperialismo", de espionaje e, incluso, de fascistas y
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hitlerianos. Analizar las purgas del estalinismo nos requeriría mucho espacio, pero nos vamos
a centrar exclusivamente en aquellas persecuciones realizadas contra los bolcheviques del
Comité Central del PC ruso.
Entre 1917 y 1921 treinta y tres bolcheviques formaban parte del Comité Central. De
estos treinta y tres, diez murieron de muerte natural (Sverdlov, Lenin, Noguin, Dzerjinski,
Artem, Kollontai, Stalin, Stutchka, Andreev y Kalinin). Dos asesinados por la
contrarrevolución (Uritski y Shaumian). Uno fue empujado al suicidio por Stalin (Tomsky).
Dieciocho fueron asesinados bajo el terror estalinista: Zinoviev, Kamenev, Evdokimov,
Smirnov, Trotsky, Radek, Serebriakov, Sokolnikov, Rykov, Bujarin, Rakovski,
Beloborodov, Smilga, Krestinski, Rudzutak, Bubnov, Miliutin y Preobrazhenski. Uno fue
víctima del terror, pero sobrevivió: Stasova. Otro desapareció sin dejar rastro: Muranov;
presumiblemente fue también liquidado en 1938. La conclusión está clara, la gran mayoría de
los miembros del Comité Central leninista fueron ejecutados bajo el caudillismo de Stalin.
La locura política se instaló en la Internacional Comunista a partir de 1928, jugando un
papel extraordinariamente dañino. Dividió a la clase obrera alemana y llevó a la victoria de
Hitler en 1933, que pudo alcanzar el poder sin romper un solo plato. A mediados de los años
30, el ultraizquierdismo fue sustituido por la política oportunista del frentepopulismo. Los
Frentes Populares no suponían el regreso de la Internacional Comunista al leninismo. Al
contrario, eran un retorno a las ideas mencheviques. Ante la amenaza del fascismo, los
partidos comunistas de todo el mundo recibieron instrucciones de buscar alianzas con los
partidos liberales burgueses. Esta política de colaboración de clases (la base del
menchevismo) sirvió para paralizar al proletariado. El frentepopulismo de los años 30 actuó
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tomado las fábricas. Sin embargo, el Partido Comunista Francés, para apaciguar al
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Frente la Política
Popular de protección
de Leon de datosel movimiento
Blum, rompió Aceptar de la clase obrera. Esto
está reconocido por el dirigente del PCF Maurice Thores.
Para derrotar a Franco los recursos de España (la tierra, la banca y las industrias) tenían
que ponerse en manos de los trabajadores y campesinos. Era necesario armar a las masas
para defender sus conquistas sociales. No se consiguió debido a la actuación de la dirección
(en particular de la estalinista). Siguiendo ciegamente la teoría de colaboración de clases
frentepopulista dictada por Moscú, los dirigentes del PCE se convirtieron en los más
fervientes defensores de “la ley y el orden” capitalistas. Con la consigna de “primero ganar la
guerra, después hacer la revolución”, sabotearon sistemáticamente cualquier movimiento
independiente de los trabajadores y campesinos y siguieron una política de colaboración de
clases, como también hicieron los dirigentes de la CNT y del POUM (todos se unieron al
Frente Popular). Justificaron su política con la lucha contra el fascismo y “por la democracia”.
A la pregunta cómo se podía conseguir la victoria, Trotsky respondió: “Tenéis razón al
combatir contra Franco. Debemos exterminar a los fascistas, no para tener la misma España
que antes de la guerra civil.
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En los estados capitalistas el sindicalismo fue en sus inicios un posible embrión de partido
obrero revolucionario. Los primeros sindicalistas se organizaron para combatir los abusos del
capitalismo, y por la conquista de la jornada de ocho horas, la reglamentación del trabajo de
mujeres y menores, las condiciones sanitarias, etc. Fue una lucha por la conquista de un
camino revolucionario.
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