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Por Blas Padilla - Canarias Semanal  22

Domingo, 08 de Julio de 2012

A propósito del artículo de Manuel Navarrete "El socialismo ¿Una experiencia


histórica fallida?"

"STALIN FUE UN SACO DE


MENTIRAS"
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El pasado día 27 de junio - escribe BLAS PADILLA - Manuel Navarrete publicaba el


artículo “El socialismo:¿Una experiencia histórica fallida”. En él, Navarrete nos
ilustra en su artículo sobre los logros del Estado Obrero (...).

     
Manuel Navarrete publicó el pasado día 27 de junio, en este mismo digital, un artículo
con el título “El socialismo:¿Una experiencia histórica fallida”. En
algunas ocasiones he leído a M. Navarrete muy molesto porque sus
detractores lo encuadran como “estalinista”. Allá él, pero son muchos
los que reniegan de esta condición. Yo por el contrario, fui militante
trotskysta y mantengo en alto la bandera de la IV Internacional y, por
lo tanto, lo que expreso a continuación sin duda alguna está
condicionado por mi formación ideológica.

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teléfono y el transporte de personas; así como de que durante cuarenta años se mantuvieron
los precios de los productos de alimentación. También nos habla de que en las primeras tres
décadas de la revolución socialista la esperanza de vida en la URSS pasó de los 34 años
hasta los 70, y esto evidentemente es fruto de las mejoras en la sanidad. También nos dice
como se respetaban las distintas lenguas existentes en un país tan grande y que las obras
(no censuradas) se publicaban en los 77 idiomas soviéticos. Nos razona como en el proceso
revolucionario el PIB superó al de EE.UU. en un 43%, cuando en 1917 estaba en un 10% del
de aquel país. Y sigue Navarrete con la educación, con la sanidad, las guarderías, etc.

Todo lo que dice Navarrete es pura verdad, y es una verdad que en los países
capitalistas no se conoce. Esta verdad no se divulga porque es una de las principales
carencias del capitalismo. Ahora bien, en la URSS de Stalin hubo otras carencias que sí se
conocen en los estados capitalistas y que los estalinistas pretenden ocultar, manipular o
mutilar, y son las referentes a la democracia obrera (dictadura del proletariado), las purgas de
revolucionarios, la burocratización del Estado y de los sindicatos. Y esto no se puede ni se
debe ocultar. Fueron errores, bien, fueron errores, pero digámoslo claro, porque si no
estamos condenados a repetirlos en el curso de otros procesos revolucionarios.

Pero claro, todos los logros conseguidos durante el proceso revolucionario y por el
posterior Estado burocrático los utiliza Navarrete no para difundirlos en un estado capitalista
como el español. Los utiliza para desprestigiar a Trotsky y al trotskismo. Pues bien, hablemos
del estalinismo.

LAS PURGAS DE STALIN

No existe peor crimen que la mentira de dirigentes comunistas al proletariado. Y Stalin fue
un saco de mentiras, manipulando y amputando los hechos. El estalinismo acusó de los
peores crímenes a viejos bolcheviques, dirigentes del partido, miembros del Comité Central
leninista y creadores del Estado soviético en los procesos de Moscú, que fueron infames
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contrarrevolucionarios, "agentes del imperialismo", de espionaje e, incluso, de fascistas y
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hitlerianos. Analizar las purgas del estalinismo nos requeriría mucho espacio, pero nos vamos
a centrar exclusivamente en aquellas persecuciones realizadas contra los bolcheviques del
Comité Central del PC ruso.

Entre 1917 y 1921 treinta y tres bolcheviques formaban parte del Comité Central. De
estos treinta y tres, diez murieron de muerte natural (Sverdlov, Lenin, Noguin, Dzerjinski,
Artem, Kollontai, Stalin, Stutchka, Andreev y Kalinin). Dos asesinados por la
contrarrevolución (Uritski y Shaumian). Uno fue empujado al suicidio por Stalin (Tomsky).
Dieciocho fueron asesinados bajo el terror estalinista: Zinoviev, Kamenev, Evdokimov,
Smirnov, Trotsky, Radek, Serebriakov, Sokolnikov, Rykov, Bujarin, Rakovski,
Beloborodov, Smilga, Krestinski, Rudzutak, Bubnov, Miliutin y Preobrazhenski. Uno fue
víctima del terror, pero sobrevivió: Stasova. Otro desapareció sin dejar rastro: Muranov;
presumiblemente fue también liquidado en 1938. La conclusión está clara, la gran mayoría de
los miembros del Comité Central leninista fueron ejecutados bajo el caudillismo de Stalin.

LOS FRENTES POPULARES

 
     La locura política se instaló en la Internacional Comunista a partir de 1928, jugando un
papel extraordinariamente dañino. Dividió a la clase obrera alemana y llevó a la victoria de
Hitler en 1933, que pudo alcanzar el poder sin romper un solo plato. A mediados de los años
30, el ultraizquierdismo fue sustituido por la política oportunista del frentepopulismo. Los
Frentes Populares no suponían el regreso de la Internacional Comunista al leninismo. Al
contrario, eran un retorno a las ideas mencheviques. Ante la amenaza del fascismo, los
partidos comunistas de todo el mundo recibieron instrucciones de buscar alianzas con los
partidos liberales burgueses. Esta política de colaboración de clases (la base del
menchevismo) sirvió para paralizar al proletariado. El frentepopulismo de los años 30 actuó
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tomado las fábricas. Sin embargo, el Partido Comunista Francés, para apaciguar al
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Popular de protección
de Leon de datosel movimiento
Blum, rompió Aceptar de la clase obrera. Esto
está reconocido por el dirigente del PCF Maurice Thores.

En España, en 1936, la insurrección de las masas podría haber llevado la revolución a


todo el país, de no haber sido por la actuación de los dirigentes estalinistas, reformistas y
anarquistas. Lo último que Stalin quería era una revolución en Europa. De haber ocurrido
eso el espíritu revolucionario habría despertado otra vez entre la clase obrera rusa y llevado al
derrocamiento del régimen burocrático. Habiendo abandonado la política internacionalista
revolucionaria de Lenin, Stalin buscaba llegar a un acuerdo con las “democracias”
occidentales para aislar a Alemania. Para impresionar a sus nuevos “amigos” Stalin no
dudó en sacrificar la revolución española. Si los dirigentes obreros hubieran defendido una
política en consonancia con las ideas de Lenin y Trotsky en 1917-21, se podía haber
derrotado a Franco. Pero la condición previa para la victoria era despojar de la dirección de la
guerra a los políticos traidores y ponerla en manos de la clase obrera.

Para derrotar a Franco los recursos de España (la tierra, la banca y las industrias) tenían
que ponerse en manos de los trabajadores y campesinos. Era necesario armar a las masas
para defender sus conquistas sociales. No se consiguió debido a la actuación de la dirección
(en particular de la estalinista). Siguiendo ciegamente la teoría de colaboración de clases
frentepopulista dictada por Moscú, los dirigentes del PCE se convirtieron en los más
fervientes defensores de “la ley y el orden” capitalistas. Con la consigna de “primero ganar la
guerra, después hacer la revolución”, sabotearon sistemáticamente cualquier movimiento
independiente de los trabajadores y campesinos y siguieron una política de colaboración de
clases, como también hicieron los dirigentes de la CNT y del POUM (todos se unieron al
Frente Popular). Justificaron su política con la lucha contra el fascismo y “por la democracia”.
A la pregunta cómo se podía conseguir la victoria, Trotsky respondió: “Tenéis razón al
combatir contra Franco. Debemos exterminar a los fascistas, no para tener la misma España
que antes de la guerra civil.

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EL SINDICALISMO
Defendía Lenin, y le apoyó Trotsky (después de un amplio debate), que en un Estado
Obrero, era necesaria la creación de un sindicato obrero para defender la revolución y para
defenderse de la burocracia del Estado y del Partido. Incluso si para defenderse de ésta
maquinaria era necesario armar a los sindicatos, había que armarlos.

En los estados capitalistas el sindicalismo fue en sus inicios un posible embrión de partido
obrero revolucionario. Los primeros sindicalistas se organizaron para combatir los abusos del
capitalismo, y por la conquista de la jornada de ocho horas, la reglamentación del trabajo de
mujeres y menores, las condiciones sanitarias, etc. Fue una lucha por la conquista de un
camino revolucionario.

Uno de los temas de discusión constante en el movimiento obrero y en la izquierda es el


de la dirección sindical y la burocracia. El concepto de "burocracia sindical", que muchos
utilizan inclusive como insulto contra tal o cual dirigente, fue elaborado por el trotskismo. Ante
la imposibilidad de liquidar a los sindicatos, una de las mayores conquistas del movimiento
obrero, el capitalismo opta por otorgarle a su dirección determinados privilegios. Entonces
esta dirección se convierte en una capa social que se eleva por encima de la clase obrera, de
la cual proviene, y comienza a tener sus propios intereses. Es de esta forma como la
burocracia se erige en negociadora entre el movimiento obrero (pero sin los obreros) y la
patronal. Eso los obliga a perseguir a los activistas que se les oponen y convertirse en
protectores del statu quo. Pero, al mismo tiempo, es burocracia sindical debe reflejar de
alguna manera los intereses de los obreros, puesto que de ahí deriva su poder de
negociación frente a la patronal.

En estas circunstancias nacen múltiples opciones sindicales llamadas “alternativas”, pero


que no logran la movilización de la clase trabajadora. Más bien al contrario, cada vez más los
trabajadores se relacionan con los sindicatos como un servicio jurídico. Están al margen de
las resoluciones sindicales y políticas de todos ellos. Ignoran de que se trata en las mesas
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servicio y los trabajadores permanecen al margen. En fin, el divorcio entre la dirección y la
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clase trabajadora es total.
Por lo tanto, podemos decir, sin posibilidad de equivocarnos, que en la actualidad el
Movimiento Obrero se encuentra sin dirección y entregado a la ferocidad de las clases
dominantes .

El Congreso fundacional de la IV Internacional insiste en la necesidad de que los


revolucionarios trabajen en los sindicatos y denuncien los intentos sectarios de construir o
mantener pequeños sindicatos “revolucionarios” puesto que ello equivale a renunciar a la
lucha por la dirección del movimiento obrero. Es importante decir, que muchos trotskistas no
entendieron la postura de la IV Internacional y han colaborado en el mantenimiento de esos
“sindicatos alternativos” con su afiliación y militancia. Tan solo un sindicato fuerte y con una
dirección revolucionaria es capaz de organizar a los trabajadores e ilusionarlos para frenar
las pérdidas que en los últimos años hemos sufrido (poder sindical, jornada laboral, poder
adquisitivo, destrucción de empleo, etc.); y para reconquistar todas esas pérdidas, avanzando
no solo en derechos laborales sino en la apropiación de los derechos políticos y democráticos
que hoy se encuentran en manos de una minoría. Solo a través de los partidos y sindicatos
revolucionarios se puede caminar hacia la conquista del poder. El primer capítulo del
Manifiesto Comunista dice “La historia de todas las sociedades que han existido hasta
nuestros días es la historia de la lucha de clases”.

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