Estados Unidos puede restablecer su competitividad industrial. Pero primero, debe entender los
elementos que le llevaron al deterioro. Después de la guerra, Estados Unidos ayudó a la
recuperación de las arruinadas economías japonesa y europea. El plan Marshall para la ayuda
económica en Europa y el Plan Mac Arthur en Japón auxiliaron la reconstrucción de la
infraestructura industrial de esos países. Los fabricantes estadounidenses no sólo proporcionaron
bienes a través de estos planes, la falta de competencia abrió mercados en el resto del mundo
para sus productos. Dentro de Estados Unidos, una población exhausta por la guerra y las
privaciones estaba lista para comprar cualquier artículo. Al perfeccionar la manufactura, Estados
Unidos logró resultados espléndidos en la producción e innovación. Esta era fue la de la
producción en masa, y la administración impulsó la tecnología para proporcionar una producción
eficiente en costos y bienes estándar de alta calidad. A su vez, los clientes compraban lo que se
ofrecía; el mercado estaba garantizado. Esta situación de mercado es un sistema controlado por
la producción. Se vendía lo que se fabricaba, el cliente tenía muy poca opinión o influencia. La
eficiencia en la producción era lo importante.
Este país llegó tranquilo a la década de 1970 sin reconocer el impacto de los cambios que tenían
lugar en los mercados mundiales. Las compañías estadounidenses continuaron su producción
masiva eficiente de bienes estandarizados, cuando la demanda cambiaba a distintos niveles de
calidad y precio. A principios de la década de 1980 algunas compañías comenzaron a responder al
incipiente mercado global. Esta respuesta dio frutos, y esas compañías se dieron cuenta, en los 90,
que la importancia de la producción en masa había disminuido. Aunque todavía se usa la
producción en masa, la eficiencia en la producción ya no es la única consideración. La filosofía de
la excelencia en la manufactura, o de la fabricación de clase mundial, sustituye ahora a la filosofía
de la producción en masa.
Entre muchos cambios, el más importante ha sido el refinamiento de los clientes. El cliente es más
exigente y busca más variedad, menor costo y calidad ejemplar. La estructura económica del
mercado cambió de economía de escala (producción en masa) a economía de alcance (variedad).
Esta economía de elección (Starr, 1988) da más importancia a la variedad que a los productos
estandarizados. La idea de comprar un automóvil diseñado según el gusto individual respecto a
potencia, color y características, ha sustituido al síndrome del Ford negro modelo T. La industria se
enfrenta a la difícil tarea de combinar la eficiencia de la producción en masa con la variedad
artesanal de antes de la Revolución Industrial. El cliente determina la oferta, la industria sigue la
demanda. La era del sistema controlado por la producción cambió a un sistema controlado por el
mercado.
La era de la producción en masa está pasando. El sistema controlado por la producción del
pasado ha sido sustituido por el sistema controlado por el mercado del presente y futuro.
Los consumidores más refinados exigen opciones, calidad y menor costo (prosumidores en
lugar de consumidores).
Ha surgido la competencia global y los mercados heterogéneos.
La tecnología de la información ha cambiado la razón de ser y la naturaleza de los negocios.
Proliferan nuevos materiales, nuevos procesos de fabricación y nuevas tecnologías de
producto.
Los ciclos de vida de los productos son más cortos.
Los volúmenes de producto disminuyen y la variedad de productos aumenta.
Los ciclos de desarrollo de nuevos productos se acortan.
Una calidad de producto excelente combinada con un costo bajo es lo más importante.
La mezcla de costos cambia, los costos generales, de material y de capital se elevan y los
costos de mano de obra directa bajan.
La cultura del trabajador, la demografía y la sociología del trabajo son distintos ahora que en la
década de los 60.
Bibliografía: Planeación y control de la producción, Daniel Sipper, Robert L. Bulfin, Jr., Cap. 1: El
paradigma de la producción, p.3