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Ch'illo, Stefano: I~mbio


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en ~s Contextos No Terapéuticos":Cap. ~:. EI"ca~bio
en' los contextos no terapéuticos. Perspectiva Relacional Y TerapIa Fa!TlIhar , Pags.
1. EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS-,
15 - 33; Cap. IX.: El Contexto de control como posibilidad de carnblo en una
NO TERAPEUTICQS.., -~~
I familia en crisis Ed. Paidos, España, 1994.
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Stefano Cirillo

PERSPECI'IVA RELACIONAL
y TERAPIA FAMILIAR

Durante muchos años en Italia, para designar la perspectiva sistémi-


co-relacional, predominó el término "terapia familiar", Más allá de los
intentos que se han hecho de criticar esta equiparación por ser demasia-
') do reductiva, se ha reconocido que esta costumbre de designar la parte
por el todo no carecía de justificación. En efecto, es muy cierto que la
óptica sistémica es un modelo de lectura de la realidad que trasciende el
) sector limitado de la psicoterapia; pero también lo es que, en lo que se
refiere a las ciencias psicosociales, la contribución principal de la óptica
sistémica ha sido, precisamente, la psicoterapia familiar.
Es más, a menudo, esa contribución se ha limitado (no tanto, en rea-
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lidad, por elección de sus representantes, cuanto por la imagen que de


ese enfoque tenía la comunidad médica y psicoiógica) a ocuparse de una
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casuística especialmente grave, respecto de la cual se consideraba que
difícilmente se podría tratar con los métodos tradicionales de la terapia
individual. Así pues, en los textos de psiquiatría que enuncian las distin-
: tas orientaciones del tratamiento, la terapia familiar se señala siempre
como una técnica muy adecuada para las pacientes anoréxicas. Por otra
parte, los psicoterapeutas de orientación sistémica han prestado poca
atención, al menos hasta hace muy pocos años, al tema de la "indica-
ción" en la terapia familiar (Cirillo, 1985).

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EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS 17
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Esta reducción de la perspectiva relacional en la terapia familiar ha de la comunicación humana, discutieron con ella sus primeros proble-
incidido incluso en los cursos de formación. A pesar de los esfuerzos de mas profesionales como psicólogos escolares, empresariales o de alguna
lós fundadores de escuelas, que aspiraban a transmitir el modelo relacio- otra especialidad. Si bien su relación clínica con los pacientes no fue
'\ nal como clave de lectura global de los fenómenos psíquicos, sus escue- analizada por estos grupos, ello no significa que los nuevos psicólogos
las pasaron a ser, finalmente, cursos de psicoterapia familiar; están des- no estuviesen impacientes por probarse en la actividad terapéutica y, en
tinadas a serio cada vez más, teniendo en cuenta la necesidad actual de especial, en la terapéutica familiar, desarrollada de manera magistral por
protección de la profesión de psícoterapeuta. Para citar un ejemplo, Lui- su profesora. Por eso se apresuraron, al menos la mitad de ellos, a ins-
gi Boscolo y Gianfranco Cecchin han dicho siempre que querían ense- cribirse en el curso de terapia familiar en cuanto Boscolo y Cecchin lo
ñar a sus discípulos, principalmente, un modo de pensar alternativo a la abrieron, en los años siguientes. Otros tomaron caminos diferentes. Sólo
causalidad lineal y que no querían limitarse a difundir un conjunto de D'Ettorre, Pisano y Ricci siguieron siendo investigadores relacionales
técnicas terapéuticas (Nicoló, 1981). Sin embargo, sus esfuerzos, al -sin convertirse en terapeutas familiares- y ocupándose de los rnacro-
igual que los de otros directores de cursos similares, estuvieron condi- sistemas (Pisano, 1984; Ricci, 1988).
cionados forzosamente, en primer lugar, por su condición de psicotera- El curso de la escuela de Milán(para no salir del ámbito de la rea-
peutas. Por otro lado, el material que utilizan para la formación de los lidad que mejor conozco) se esforzó también por mantener vivo en los
asistentes a esos cursos tiene que ser, en su mayoría, clínico, extraído de participantes el interés por realidades más amplias que la de la familia.
las sesiones terapéuticas y acompañado de contribuciones bibliográficas, tal como hemos dicho antes. Prueba de ello es que los dos primeros
también éstas correspondientes, casi exclusivamente. al área de la psico- encuentros de alumnos y ex alumnos se ocuparon del problema del con-
terapia. Si en los cursos también se inscriben personas que no son psi- texto ("Actas", 1980, 1981). Sin embargo, en esa instancia, el problema
quiatras ni psicólogos (algún asistente social, algún pedagogo, o soció- se examinaba en una acepción demasiado restringida: el problema que
logo, o médico clínico) es siempre como una excepción. se nos planteaba era cómo utilizar, en un contexto de servicio público,
Naturalmente, esto no significa que los exponentes de ese enfoque técnicas elaboradas en un centro profesional privado. Por consiguiente,
se hayan ocupado únicamente de terapia familiar, desinteresándose de el contexto que se analizaba era siempre el terapéutico.
los sistemas más amplios de la familia. Por el contrario, una importante En realidad, todos los autores de las ponencias presentadas en esos
excepción a esta asimilación de la óptica sistémica a la terapia familiar encuentros eran asistentes que trabajaban en servicios públicos (consul-
fueron, en primer lugar. los dos trabajos publicados por Mara Selvini torios, servicios psiquiátricos, servicios para toxicómanos, etcétera), que
Palazzoli y los participantes en dos grupos coordinados por ella sobre no cuestionaban en lo más mínimo su rol de terapeutas. Se ocupaban en
los macrosisternas, el primero --en el que yo mismo participé- sobre cambio, por ejemplo, de hacer que la terapia familiar fuera aceptable en
la situación paradójica del psicólogo en el sistema escolar (Selvini ambientes de trabajo estrictamente divididos entre los partidarios de
Palazzoli y otros, 1976); y el segundo sobre las diferentes organizacio- concepciones organicistas y los que seguían modelos psicodinámicos
nes en las que el psicólogo puede tener que actuar (Selvini Palazzoli y (Peruzzi, Vi aro, 1982). También --en situaciones de un mayor poder
otros. 1981). institucional- presentaban sus experiencias de rernodelación de un ser-
Recordemos que ambos grupos estaban integrados por antiguos vicio según los principios sistémicos (Selvini y otros, 1982) o, por últi-
alumnos de la Escuela de Especialización en Psicología de la Universi- mo, se limitaban a proponer modificaciones de la técnica terapéutica.
dad Católica de Milán, quienes, maravillados por las enseñanzas de Sel- que se hacían necesarias para trasladarla del consultorio privado de pres-
vini en su curso sobre la teoría general de los sistemas y sobre la teoría tigio a la modesta y despreciada estructura territorial (Ugazio, Cirillo,
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18 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS EL CAMBIO ES LOS CO!IITEXTOS NO TERAPEUTICOS 19

1981). Sin embargo, en todas estas contribuciones no se alude en abso- roles tradicionales, que atribuía la función terapéutica a cualquier profe-
luto al problema de la manera de plantear, en sentido relacional, las di fe- sional (asistentes sociales, enfermeras, etcétera) que hubiese estado en
relltes actividades de la psicoterapia. I contacto con el "verbo" sistémico. Fue así como, a menudo, la perspectiva
relacional terminó representando un atajo con respecto a trayectos más
laboriosos y formalistas, que permitía a los asistentes frustrados por su rol
EL OPERADOR SISTEMICO y EL ROL TERAPEUTlCO subaltem.o conseguir en el trabajo de campo una promoción a la categoría
de terapeutas. Por otro lado, en cambio, se intentó dar a los demás profe-
Nosotros, los primeros asistentes formados en la óptica relacional de sionales una formación acorde con el enfoque sistémico, pero para que
las escuelas recientemente creadas, nos considerábamos, pues, esencial- éste transformase su operatividad específica, creando por 10 tanto al asis-
mente terapeutas familiares. Si bien de hecho no ejercíamos aún ese rol, tente social o a la enfermera con una orientación relacional.
aspirábamos de todos modos a alcanzarlo lo más pronto posible. A Este designio se concretó en resultados convincentes sólo en parte,
menudo vivíamos nuestra situación profesional como restrictiva respecto por dos motivos evidentes, forzosos en una iniciativa en la que quien
de nuestras aspiraciones y soñábamos con abrir cuanto antes un consul- capacita no pertenece a la misma categoría profesional del capacitado
torio privado. (psiquiatra y enfermera, psicólogo y asistente social, etcétera): en primer
A fines de la década de 1970 estaba muy en boga entre nosotros la lugar, una desagradable apariencia de intrusismo, que provoca una resis-
expresión "terapia de contrabando" (Viaro, 1980), entendida como el tencia inevitable y, en segundo lugar, la confusión causada pOi el hecho
intento de hacer terapia familiar de cualquier modo (éste era nuestro de enseñar a una persona una tarea, cuando ésta tiene conocimientos
mayor deseo), incluso en condiciones institucionales desfavorables, es directos de otra.r Se provoca así, en este caso específico, el efecto no
) decir, sin un contexto definido claramente como terapéutico y, por ende, deseado de crear expectativas terapéuticas en asistentes que cumplen
sin una solicitud de ayuda específica, sin un contrato preciso, sin reglas otra función.
claras del marco terapéutico. En el grupo de antiguos alumnos de la escuela de Milán tuvo cierto
Desde esta óptica "terapeuticocéntrica", los psiquiatras y psicólogos éxito, en este sentido, la solución propuesta por algunos asistentes de la
que estaban en nuestro grupo y trabajaban en instituciones complejas, en zona de Módena, que acuñaron en uno de sus trabajos (Dotti y otros,
las que el equipo incluía diversos tipos de profesionales, debían hacer 1981) el neologismo "barrera de las intervenciones". Se remitían a la
frente al problema de su relación con los colegas que tradicionalmente conocida distinción entre "cambio uno" y "cambio dos" hecha por
no ejercían como terapeutas. Sobre este punto tan delicado, la actitud de Watzlawick, Weakland y Fisch (1974), quienes afirmaban: "Existen dos
los asistentes sistémicos osciló (y a veces sigue oscilando) entre dos tipos de cambio diferentes: uno, que se verifica en un sistema que per-
posiciones. Por un lado, hubo un rechazo -posterior al 68- de los manece inalterable, en tanto que el otro =-cuando ocurre- cambia el
propio cambio" (pág. 27).
l. En este sentido, s610 se distingue de los demás el estudio de Ferrari y otros
(1980), precursor del interés actual por el aporte que la óptica sistémica puede hacer a Ahora bien, la "barrera de las intervenciones" consistía esencial-
la medicina (de Bemart, 1985a. 1985b). En realidad, en la escuela romana de Andolfi mente en atribuir con claridad a cada intervención el objetivo concreto
ya se había evidenciado ese interés en un trabajo de Soccorsi (1977), quien desarrollará que debía perseguir, asignando a algunas categorías de intervención
luego el tema en un aitfculo posterior (Soccorsi y otros, 1984). También Selvini Palaz-
zoli hizo recientemente su aporte a esta corriente de estudios (l987). En cambio, nuestro
grupo de investigación no se ocupó de este aspecto, porque no tenía relación con la 2. Evidentemente, tampoco pudo escapar a esta trampa nuestro grupo de investiga-
experiencia de los participantes. ción de contextos terapéuticos, ¡coordinado por un terapeuta!

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20 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS


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(como las farmacológícas o asistenciales) la misión de obtener un "cam- encasillar en el "CI": intentan, por ejemplo, convencer a un psiquiatra
bio del tipo-uno", y sólo a las intervenciones definidas explícitamente renombrado y actualizado, de orientación farmacológica, de que sus fár-
como"'terapéuticas la misión de obtener un "cambio del tipo dos". El macos son sólo sintomatolíticos y que por eso -supongamos- debe
asistente en quien se delegaban las intervenciones de "cambio uno" enviar a su paciente deprimido al psicólogo, quien le hará una terapia
debía delimitar el alcance de su función y enviar al colega terapeuta a "¡realmente decisiva!". Y muy a menudo, también nosotros nos encon-
los usuarios que deseaban lograr un "cambio dos". tramos así encasillados. Al decir "nosotros" me refiero a los psiquiatras
Se pueden poner dos objeciones a esa fórmula. Ante todo, resulta a y psicólogos que se ilusionaron creyendo que la desagradable incumben-
menudo demasiado simplista para ser aplicable en la práctica. En efecto, cia de. la !ntervención no perfectamente psicoterapéutica en el área psi-
choca, por una parte, con la ambigüedad del requerimiento de gran parte cosocial interesaba sólo a los asistentes sociales o a los enfermeros. A la
de los usuarios, que no pueden o no quieren pedir explícitamente una inversa, nuestras tareas institucionaJes incluyen la gestión de una serie
psicoterapia, pero asignan sin embargo a su pedido, aunque sea de otro de actividades que tienen muy poco que ver con la terapia familiar (o
nivel lógico, el objetivo mítico del "cambio dos". Veamos, a título ilus- con la psicoterapia tout court): la organización de un hospital de día
trativo, el caso frecuente de los usuarios que formulan un pedido asis- para psicóticos crónicos, por ejemplo, pero también la inserción de
tencial esperando que el asistente sólo juzgue pertinente una interven- niños disminuidos en la escuela o la selección de las parejas que quieren
ción psicoterapéutica: "¡Consígame una casa y se resolverán mis adoptar un hijo, etcétera.
problemas psíquicos!". Esos pacientes no se dejan inducir, ni siquiera a Podemos practicar estas intervenciones con una actitud intolerante o
golpes, a entrar en nuestro juego. suficiente, como si no mereciesen nuestro compromiso teórico y prácti-
La segunda crítica se refiere de nuevo a la mitificación de la terapia, co; y desarrollarlas "a la buena de Dios", apelando al sentido común o
que sirve de base a ese tipo de planteamientos. De hecho, esta concep- a la intuición. O también, de una manera realmente esquizofrénica,
ción prevé que el único camino para lograr un "verdadero" cambio es la podemos reservar nuestra óptica sistémico-relacional para las sesiones
psicoterapia, razón por la cual el asistente ve con recelo a todos los de terapia familiar y ejercer estas 'actividades "colaterales" recurriendo
usuarios potenciales que "no acceden" a la sugerencia de que sigan una a ~squemas interpretativos ya reconocidos en estos sectores (psicodiná-
terapia. A la inversa, desmitificando esta concepción "terapeuticocen- mICOS,socioanalíticos y otros), como si cambiáramos de anteojos cuan-
trista" no sólo debemos reconocer que una terapia innecesaria es contra- do pasamos de la lectura del periódico a la contemplación del panorama.
producente, sino también que otras intervenciones, distintas de la tera- Pero si nuestra óptica sistémica es un modelo interpretativo de la reali-
pia, como la asistencia familiar a un menor, al igual que ciertos hechos dad, una clave de lectura, debe entonces proporcionar las herramientas
que le ocurren a la gente, pueden en determinadas condiciones desenca- ~e comprensión y de intervención, incluso en las "franjas" no terapéu-
denar un proceso de cambio. ticas de nuestro trabajo.
La inaplicabilidad de la fórmula de la barrera proviene además de la Tratemos, pues, de examinarlas.
insatisfacción de los asistentes que, habiendo elegido una profesión con
la que pensaban ayudar a la gente a mejorar Sil calidad de vida, se veían,
por el contrario, limitados a realizar la tarea homeostática de enseñar a
los usuarios cómo administrar mejor lo que tenían, renunciando a espe-
rar otra alternativa. Y entre estos asistentes no sólo se encuentran nues-
tros colegas, quienes, como es comprensible, serían reticentes a dejarse
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EL CAMBIO EN LOS CON"TEXTOS NO TERAPEUTICOS EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS 23


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EL cosrtxro NO TERAPEUTICO: ¡.ES POSffiLE de las intervenciones, que ya hemos descrito, propondría un discurso
MODIFlCAR SUS REGLAS SIN DESVIRTUARLO? como éste: "Estimada señora, si Sarina se comporta así (es decir, si tiene
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este síntoma) habrá una razón, y para comprenderla, tengo que ver a la
EL :.J.l:O de los ejemplos rnetalógicos de Bateson (1972, pág. 54) se niña con usted y su marido para una consulta. Y después veremos si
inclu, e. con referencia a las conversaciones con su hija, esta bellísima entre todos podemos enfrentar el probiema en algunas entrevistas". Este
imag~n:'<Es como la vida; un juego cuyo objetivo es descubrir las discurso (metacomunicativo) tendría el fin de modificar explícitamente
reglas, :·(~tias que siempre cambian y jamás se pueden descubrir". Como el contexto, pasando del asesoramiento a la terapia.
ocurre COL, las reglas de los juegos, también las reglas de los contextos Sin embargo, como bien lo saben los que trabajan con las familias
pueden cambiar, Ejemplifiquemos este concepto examinando una situa- de los disminuidos, existe un serio obstáculo para esta redefinición del
ción .;J:;;!e\.Hial no terapéutica, el asesoramiento al padre de un niño dis- contexto: la presencia de una minusvalía objetiva en la niña, que permi-
minuid:', utilizando un caso que ya he referido en un trabajo anterior te a los padres -o mejor dicho, como veremos, a uno de ellos- eludir
(Cirillo, Sorrentino, 1986). la obligación de someterse a una consulta Vico!ógicá, por cuanto la
La madre de Sarina, una chica de cinco años que tiene el síndrome minusvalía sirve como una cómoda explicación para toda conducta
de Down, es enviada al psicólogo de un consultorio familiar por el neu- anormal. Poco importa que la gran mayoría de los chicos con síndrome
ropsiquiatra infantil que supervisa el programa de rehabilitación de la de Down sean dóciles y fáciles de educar: siempre se podrá decir que
pequeña. El comportamiento de Sarina es tan decididamente conflictivo, "Sarina es así porque es mongoloide".
que inducirla a dejar a su madre para colaborar con la psicomotricis:a (y, No podemos, pues, modificar el contexto y. al mismo tiempo, sabe-
a la inversa, al término de la sesión) representa siempre una tarea exte- mos que ateniéndose a las reglas tradicionales del contexto asesor corre-
nuante. La señora, el neuropsiquiatra y el psicólogo tienen muy claras mos el riesgo de no arreglar nada. Pero, ¿dónde está escrito que debe-
las reglas propias del contexto asesor: el psicólogo tendrá que dar a la mos seguir ciegamente las reglas del contexto asesor? Es cierto que nos
señora algunas indicaciones pedagógicas que la ayuden a lograr que su pusimos en guardia frente al riesgo de desplazamiento de contexto (Sel-
hiia se comporte de una manera más adecuada. (Se presume que deberá vini Palazzoli, 1970), es decir, frente al peligro de caer en esas típicas
aconsejarle que "asuma una actitud más firme y al misrno tiempo más situaciones de confusión y ma!entendidos que se dan cuando los que
tranquilizadora" .) participan en un contexto no advierten que no comparten los objetivos
El metacontexto (es decir, el conocimiento de las reglas apropiadas ni las reglas. Sin embargo, ¿qué nos impide utilizar consciente y abier-
al contexto) es claro Y común para quienes participan en la relación. tamente las reglas del contexto para sacar a la luz el juego familiar que
Con todo, esto no significa que en ese contexto libre de malentendidos sirve de base al negativismo de la niña e intentar modificarlo?
la relación de asesoramiento deba resultar fecunda en resultados. Ten- Selvini (1985, pág. 73) nos confirma que "difícilmente un contexto
go la certeza de que cualquier asistente está dispuesto a apostar diez a se basa estáticamente en las regías tradicionales", recordando la refle-
uno que aconsejar a la madre que "asuma una actitud más firme y al xión de Bateson sobre la coevolución del contexto (Bateson, I972, págs.
mismo tiempo más tranquiiizadora" llevaría al mismo resultado qile 189-192).
decir tres veces abracadabra. Es decir, nada. Como máximo, la señora Se nos presenta, por lo tanto, otra posibilidad: mantener el contexto
nos dirá que ya lo hizo pero sin resultado, o que io haría si supiese asesor aprovechando sus posibilidades y, eventualmente. modificando
cómo. su interpretación estereotipada de las reglas. Evitaremos entonces todo
Como alternativa li esta opción desastrosa, la fórmula de la barrera discurso metacomunicativo sobre el síntoma dé Sarina y sobre la nece-
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24 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS 25

sidad de comprender sus causas. Invitaremos también al padre (actua- se resisten a ocuparse de ella. Por el contrario, tiene una conducta
ción que, en_sí, no está prevista por las reglas del contexto asesor, pero mucho más conveniente con los abuelos paternos ("porque ahí hay jar-
tampoco prohibida), con el fin, declarado y real, de ver si la chica se dín y se siente más libre", es la explicación del padre) que viven en otra
conduce con él como lo hace con la madre (sin pasar por eso a una rela- región. Sarina pasa los meses de verano con ellos, a veces sola, mientras
ción terapéutica). el padre trabaja; y a veces con la madre, durante las vacaciones del
padre, que es aficionado al alpinismo y todos los años pasa dos semanas
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en la montaña con un grupo de amigos.


UN EJEMPLO DE JUEGO FAMILIAR TRATADO Una vez formulada una hipótesis sobre el juego que origina el sín-
EN UN CONTEXTO NO TERAPEUTICO toma, no podemos utilizar las técnicas que serían adecuadas en un con-
texto terapéutico. Este era el equívoco de la "terapia de contrabando" en
Con la familia reunida (Sarina es la única hija de una joven pareja la que, sin ningún contrato terapéutico, el asistente se hubiera arriesga-
de clase media), realizaremos pues una averiguación tendiente a hacer do, por ejemplo, a prescribir el síntoma con una paradoja de este tipo:
aparecer el juego familiar que origina el síntoma de la niña (Selvini "Tú, Sarina, te portas tan mal para tener atada a tu madre, porque has
Palazzoli y otros, 1988). El hecho de formular preguntas que no corres- comprendido que tu padre sufriría mucho si ella, más libre, ahora que tú
ponden al área educativa puede contradecir las expectativas de los usua- has crecido, empezara a trabajar de nuevo, dejándote al cuidado de tu
rios acerca del contexto asesor. La averiguación se hará entonces con abuela y de tu tía. Sigue así, porque por el momento tu padre no podría
esmero y cautela, tratando de comprender las relaciones familiares a soportar un cambio". Al no existir las conocidas condiciones contextua-
partir de contenidos psicopedagógicos. Verificamos fácilmente que Sari- les que son indispensables para formular una paradoja terapéutica (rela-
na es mucho más dócil y colaboradora con el padre que con la madre, ción estrictamente complementaria, de significado vital y que, por con-
pero tiene menos ocasiones de estar con él, pues él está muy ocupado siguiente, no se .puede interrumpir; e imposibilidad de metacomunicar
con su trabajo en un banco y con su afición a la fotografía. La niña [Selvini Palazzoli Yotros, 1975]), la familia hubiera podido descalificar
exaspera, en cambio, a la madre, quien, al nacer su hija, abandonó su la paradoja con una carcajada, truncar la relación de asesoramiento y
trabajo de peluquera y ahora ocupa todo su tiempo en acompañarla a la quejarse ante la persona que los envió de las manifestaciones absurdas
escuela y al tratamiento psicomotor. Este se realiza a media mañana, del psicólogo.
interrumpiendo el horario escolar y obliga a la madre a emplear, ade- Por el contrario, en el camino que deseamos proponer (mantener el
más, muchísimo tiempo para llegar a la ciudad desde la pequeña loca- contexto de asesoramiento, pero cambiando sus reglas), aconsejaremos
lidad en donde reside la familia. un experimento educativo congruente con nuestro contexto. Sin embar-
Se perfila entonces la siguiente hipótesis: el nacimiento de una hija go, antes que sugerir a la madre que cambie su actitud, pediremos al
disminuida y las consiguientes exigencias de la rehabilitación han sido padre que le enseñe cómo comportarse con la hija, precisando concreta-
utilizadas por el padre para mantener un control absoluto sobre su mente tiempos y modos de su intervención educativa. Con ese fin. pro-
mujer. Las conductas inaceptables de la chica subsisten, por lo tanto, por cederemos paulatinamente a comprometer al padre a hacerse responsa-
la actitud permisiva y sutilmente cómplice del padre, que forma con ella ble de Sarina (quien, dada su relación privilegiada con él, dará una
una alianza oculta contra la mujer. La hipótesis se ve luego confirmada respuesta positiva) y, poco a poco, liberaremos a la madre de algunos de
por el hecho de que Sarina es también sumamente caprichosa con la sus deberes, consiguiendo además que el neuropsiquiatra pase la rehabi-
abuela y la tía maternas, quienes viven cerca y, como es comprensible, litación a las últimas horas de la tarde y la madre pueda así turnarse con

o'A'o.,
26 EL CAMBIO EN LOS COt-.'TEXTOS NO TERAPElJTICOS
EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPElJTICOS 27

el marido para acompañar a la niña. Al padre se le pedirá que se invo- puesta de una terapia, dado que se encontraba en una posición fuerte y
lucre con el ú~co fin de mostrar a la madre cómo hacerse obedecer por que la minusvalía de la hija, como dijimos, le ofrecía el pretexto para
la pequeña; por otro lado, a la madre se le aconsejará desligarse de sus rechazar el tratamiento). El psicólogo prefirió, en cambio, permanecer
obligaciones para aumentar la autonomía de Sarina, quien -le dire- en el contexto inicial, pero cambiar conscientemente las reglas, y quedó
mos- debe ahora salir de su prolongada simbiosis. satisfecho con los resultados.
Poco a poco, asistiremos a una evolución del juego: a la niña sólo se En este sentido, en Selvini (1985, pág. 74) encontramos una alusión
le dan órdenes coherentes de obediencia y colaboración, en la medida en -absolutamente inusual en los escritos sistémicos- a los objetivos de
que también el padre le pide lo mismo, tranquilizado porque ya no ve los terapeutas en el juego con la familia. La autora recuerda que no sólo
los espacios que la mujer va conquistando como una amenaza de que los miembros de la familia hacen "apuesias (i4tnO en el juego entre sí
ella huya del vínculo que la une a él, sino que los acepta porque los como en el que pretenden jugar con los terapeutas), sino que también
sugiere el psicólogo, con el objetivo declarado de contribuir al creci- los terapeutas las hacen, y enumera algunas de ellas: lograr que se pro-
miento de la niña. Un año después de terminar el tratamiento, la madre duzcan cambios en los usuarios para confirmar su propia identidad pro-
llama por teléfono al consultorio para informar al psicólogo, con voz fesional, tener nuevas ideas, hacer publicaciones, ganar suficiente para
emocionada, que está embarazada y que los resultados de los análisis la vivir, demostrar la validez de sus propias técnicas.
han tranquilizado porque la criatura es sana. Su marido siempre había Ahora bien, la primera de esas apuestas (lograr que se produzcan
,\ excluido la posibilidad de un segundo hijo porque estaba satisfecho de cambios en los usuarios para afirmar su propia identidad profesional) no
su relación con Sarina y temía, además, que un eventual hermano le pro- s610 es un objetivo de los terapeutas, sino que también los asistentes psi-
vocara celos. Podemos considerar que la estrategia de un nuevo emba- cosociales en general piensan en sí mismos como operadores de cambio,
razo representa una adaptación más satisfactoria de la pareja a las aspi- tanto si trabajan en contextos terapéuticos como si lo hacen en otros
raciones opuestas de cada uno de ellos: por un lado, las de la mujer, que contextos (análogos, como el de asesoramiento o el asistencial, o muy
quiere sentirse realizada (más que por el regreso al trabajo, por otro hijo, distintos en apariencia, como el contexto evaluativo o el de control).
del cual espera que sea más "suyo") y, por el otro, las del marido, que Este deseo de lograr un cambio en los usuarios (que cuando se realiza,
desea controlar a su mujer (esta vez mediante un recién nacido y no como en el caso de Sarina, deja satisfecho al asistente) asemeja el cami-
mediante la sintomatología de Sarina). no propuesto en este libro a la terapia de contrabando. Pero ésta era ins-
pirada por la ambición de hacer una terapia a cualquier precio, incluso
cuando no estuviesen dadas las condiciones indispensables (contextua-
LOS OBJETIVOS DE LOS ASISTENTES
les), ambición que partía del presupuesto de que la psicoterapia familiar
EN LA RELACION CON LOS USUARIOS
era lo único que valía la pena hacer, lo único que podía generar un cam-
bio. En nuestra propuesta se trata, en cambio, de experimentar a fondo
El caso referido ilustra una situación en la que el asistente descartó los recursos que se pueden descubrir en contextos diferentes del tera-
las dos alternativas más habituales que se le presentaban: actuar mante- péutico, recursos que, si son utilizados correctamente, resultan eficaces
niendo las reglas tradicionales del contexto, es decir, dando consejos no para producir el cambio deseado y, a veces, son mucho más recomenda-
específicos y no derivados de una reconstrucción minuciosa del juego bles que las míticas psicoterapias, cuyos puntos débiles, lamentablemen-
(solución condenada al fracaso) o proponer al usuario un cambio de te, conocemos bastante bien.
contexto (pero el padre de Sarina no habría aceptado, sin duda, la pro-
28 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTlCOS EL CAMt:¡O EN LOS COr-.'TEXTOS NO TERAPEUTICOS 29

LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS [.. ,] cuando una familia se dirige a un terapeuta. ya está en marcha un
y SUS RECURSOS INSUSTITUIBLES juego, sea en el seno de la familia o entre ella y su medio. Las relacio-
," nes humanas, como es sabido, son estratégicas por naturaleza: se desa-
rrollan mediante movimientos altemos entre los diferentes participan-
Confirmamos la observación' que hemos hecho, es decir, que tes en el juego. Entonces, el hecho de que una familia pida ayuda, en
muchos usuarios que no se arriesgarían nunca en el contexto terapéutico un momento dado, a un terapeuta, no es sino otro paso en su juego.
formulan igualmente un pedido de ayuda. La madre de Sarina, por ejem- Apelar a un experto es un movimiento: además, y esto es lo que más
plo, muy difícilmente hubiera solicitado una psicoterapia pero, de todos cuenta, es el último movimiento en el tiempo porque tiene lugar en el
presente. De ahí que el momento privilegiado para empezar a com-
modos, se dirigió al consultorio para pedir un consejo educativo. La prender a una familia es, precisamente, el momento en que nos llama
familia socialmente atípica no se acercará jamás a los servicios sociales buscando ayuda. Para una mejor explicación del concepto recurriré a
para que la ayuden a cambiar, aunque pueda estar sumida en una situa- una metáfora. Imaginemos el juego familiar como una madeja enreda-
ción de sufrimiento de la que no ve ninguna salida posible; sin embargo, da de la que, sin embargo y por fortuna, cuelga un cabo. Este cabo es
justamente la llamada al terapeuta. Coger ese cabo, comenzar por ahí,
solicita un subsidio al asistente social. Y aunque un usuario potencial no
es el mejor modo de devanar la madeja, en el sentido de empezar a
pida ningún tipo de ayuda, esto no significa que no esté en condiciones "modelar" el tipo de organización familiar.
de recibirla si un organismo que se hace cargo de él institucionalmente
pide una ayuda para él. Lo mismo ocurre con el adolescente inadaptado, Pedir un subsidio ¿no es también un movimiento? ¿Por qué cuando
que no piensa en ponerse en contacto con un psicólogo, ni siquiera en tenemos que enfrentarnos a un síntoma psiquiátrico pensamos en fun-
los momentos en que advierte, de, manera más o menos confusa, que ción del juego familiar y cuando tenemos que ocupamos de un problema
está condenado a un futuro difícil; sin embargo, los asistentes de la uni- social, pensamos exclusivamente en función de la sociología o de la
dad sanitaria local pueden hacerse cargo de él por disposición del juez economía? No cabe duda de que los elementos del macrosistema social
de menores. Hay otros casos similares. (culturales, económicos, etcétera) influyen en el juego familiar, pero
Señalemos que, en parte, también nosotros podemos definir las esto no significa que lo reduzcan a cero. Por ejemplo, ante una solicitud
reglas del contexto que estos usuarios establecen en su relación con de un aporte económico deberíamos razonar así: esta persona pide a un
nosotros: no estamos obligados, por ejemplo, a tolerar reglas tradiciona- organismo público una especie de resarcimiento, que tendría que reparar
les que reducen el contexto de control a un mero receptáculo de com- la negligencia de alguien muy concreto. ¿De quién se trata? ¿Quién ha
probaciones inútiles, función que sería mucho más adecuada para la faltado a sus obligaciones con respecto al que recurre a nosotros? Podrá
policía. Tampoco estamos obligados a seguir pasivamente las reglas nor- ser el marido de la mujer joven y llena de rencor, la hija de la anciana
malizadas del contexto asistencial entendido en su peor significado, sola y amargada, los hermanos del paciente psiquiátrico abandonado a
según las cuales frente a la solicitud de un aporte económico se termina su suerte o vaya uno a saber quién. Porque el hecho de dirigirse a la
limitándose a pedir información referente al volumen de ingresos del .seguridad social es el último movimiento de un juego: puede significar
usuario, para verificar si cumple o no con los requisitos estipulados para . el intento de avergonzar al cónyuge irresponsable, de hacer que la hija
justificar un gasto rutinario. ingrata se arrepienta, de hacer que los parientes rebeldes vuelvan; o
Sabemos que. pedir una terapia es el último paso de un juego. En muchas otras cosas. Nuestra primera tarea es pues interpretar el sentido
efecto, Selvini Palazzoli (Selvini, 1985, págs. 210-11) afirma: de este paso; no creeremos, por cierto. que un subsidio de sólo
doscientas mil liras pueda resolver el derrumbe y la decadencia de un
usuario o de una familia.
30 ELCAMBIOEN LOS CONTEXTOSNO TERAPEUTICOS ELCAMBIOEN LOSCONTEXTOSNOTERAPEtrrICOS 31

Si estamos realmente convencidos de que sólo en los contextos no distante de la psicoterapia que éste, en el que asistentes y usuarios se
terapéuticos es posible afrontar determinados problemas de los usuarios, reúnen exclusivamente bajo el signo de la coacción?
y tratar de darles una respuesta (tarea que el sistema sociosanitario asig- Sin embargo, interpretadas con rigor pero libremente, se ha demos-
na a los asistentes para garantizar el derecho de la pobiación a la salud trado que las reglas de este contexto contienen recursos inesperados. La
y a la seguridad social), debemos hacer un análisis exhaustivo y serio de solución creativa que tan a menudo se genera, precisamente por los
las herramientas disponibles en esos contextos. Algo se está haciendo ya apremios externos, ha hecho que un contexto que en un juicio apresura-
en este sentido: diremos, a título ilustrativo, que ya han aparecido traba- do nos parecía definible sólo como una contradictoria "terapia coaccio-
jos que describen experiencias de intervenciones efectuadas por asisten- nada" se haya transformado en un contexto muy distinto de "acceso
tes que desempeñan roles no terapéuticos (D' Adda, Gallione, 1983; coaccionado a la terapia", en el que el asistente atente y experto puede
Carini, Finzi, 1987; Malagoli Togliatti, Rocchietta Tofani, 1987; Cam- provocar en el usuario un auténtico pedido de cambio.
panini, Luppi, 1988). En este sentido, en los capítulos que siguen se describen ocho inter-
También yo, en un pequeño volumen dedicado a la asistencia venciones en otros tantos contextos no terapéuticos, intervenciones
familiar (Cirillo, 1986), he intentado ilustrar cómo en dos contextos acompañadas del esfuerzo que implica moverse dentro de esos contextos
peculiares el enfoque sistémico es fecundo en resultados. Se trata en con rigor y, a la vez, con inventiva para poder, de ese modo, desencade-
primer término del contexto de evaluación de las familias candidatas nar procesos de cambio. Son avances modestos, es cierto, pero de todas
a la guarda del menor, con respecto a las cuales una orientación que maneras son propuestas al lector con miras a la realización de otros 1)[0-
apunte a sacar a la luz las estrategias de cada uno de los componentes gresos.
que aspiran a la guarda pueda permitir un vínculo "deseado" con ese
menor, que mejor puede responder -desde luego que también con
beneficios para él- a las expectativas de cada miembro de la familia
DIBLIOGRAFIA
que prestará la asistencia. Pero se trata, sobre todo, del contexto de
tutela del menor cuya guarda se busca. En ese contexto, una lectura .~.

"Actas" (1980, 1981) de la 11 y 2' reuniones del Centro per lo studio della
profunda de los juegos familiares que conducen al abandono o al des- familia (Milán) sobre "L'approccio sistemico nei diversi contesti", Monti-
cuido de los hijos puede llevar a proyectar una intervención de respon- sola, mimeografiadas.
sabilidad global de estas familias, aunque es raro que soliciten ayuda BATESON,G. (1972): Verso un'ecologia della mente. Tr. it., Milán, Adelphi,
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enviaron a los padres para evaluar si era posible que asumieran de nue-
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vo los deberes paternos. ¿Qué otro contexto podríamos imaginar más ORILLO, S. (1985): "II setting della consultazione nelia prospettiva sistemica",
32 EL CAMBIOEN LOS CONTEXTOSNOTERAPEtITICOS EL CAMBIOEN LOS CONTEXTOSNO TERAPEtITlCOS 33

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SERRA, P. "Dal carcere un aiuto a capire la questione droga". lnchiesta (en gobiernos regionales han delegado las funciones de protección y asisten-
prensa). cia a los menores en los organismos locales y, por lo tanto, desde que se
crearon, en las unidades sanitarias locales que las encomiendan, como
en nuestro caso, a los consultorios familiares.
El personal asistencial de los consultorios --en su mayoría psicólo-
gos y asistentes sociales- ha tenido, por lo tanto, que desempeñar fun-
ciones precisas de vigilancia y control y colaborar con los tribunales y
el juez de menores (a veces, también, con los tribunales ordinarios) a
quienes compete la protección jurídica de los menores.
El personal asistencial debe, por lo tanto, intervenir en situaciones
familiares consideradas "de riesgo" para el normal crecimiento psicofí-
sico de los menores: abusos, malos tratos, violencia, abandono y otras
infracciones en el cuidado y educación en que incurren las figuras
parentales que tienen la patria potestad.

1. Decreto del Presidente de la República n. 616 de 1977 y ley n. 698 de 1978.


160 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS EL CONTEXTO DE CONTROL COMO POSIBILIDAD DE CAMBIO 161

Su deber es, además, preparar programas de rehabilitación para nión prometedor-- para dar respuesta a esta cuestión. Nuestro objetivo,
jóvenes atípicos en todos los casos en que el tribunal de menores requie- aquí, es demostrar que la colaboración con el tribunal, antes que ser un
re, después de una acción penal, intervenciones de reeducación.z mal inevitable al que hay que resignarse, puede resultar =-como en
La colaboración con el tribunal se articula en torno a dos ejes fun- nuestro caso- una herramienta valiosa, apta para producir procesos
damentales: de cambio en las familias con dificultades, incluso en un contexto de
l. El personal asistencial debe cumplir las prescripciones y disposi- control y vigilancia social.
ciones del juez y efectuar intervenciones acordes con ellas: se trata, en
general, de elaborar programas de vigilancia y control de la situación
del menor. El tribunal, por ejemplo, podrá confiar un menor al consul- LA COLABORACION CONSULTORIO-TRIBUNAL:
torio y ordenar la verificación constante de la evolución de la familia. ENTRE LA AYUDA Y EL CONTROL
En este caso, el juez ordena una acción de control del núcleo familiar y
puede, siempre que sea necesario, decretar el alejamiento del menor de A nuestro entender, las dificultades principales en la colaboración
su familia de origen, la entrega en custodia a otra familia, o directamen- entre el personal asistencia] del consultorio y los jueces se vinculan
te la adopción, etcétera. esencialmente a dos "nudos" específicos de la cuestión.
2. El juez puede apelar a la profesionalidad del personal asistencial 1. El primer nudo que observamos se refiere a las diferencias estruc-
del consultorio para poder tomar disposiciones y resoluciones referentes turales entre lL'1100S sistemas, consultorio y tribunai, como también a la
al menor. Habitualmente solicita que se lleve a cabo una investigación diversidad de funciones y del radio de acción.
(social, psicológica, psiquiátrica, etcétera), en un período determinado, El tribunal se configura como un sistema prioritariamente de con-
para poder dictar después una sentencia adecuada a la situación. En la trol: tiene la finalidad específica de evaluar y juzgar hechos y situacio-
práctica, el juez pide al personal asistencial que haga una suerte de diag- nes con respecto a la protección de los menores. La atribución de las
nóstico de la situación de una familia dada y un pronóstico que demues- funciones de sus miembros (los jueces) es clara y determinada.
tre cuáles son sus posibilidades y recursos, si los hay, con respecto a la El consultorio, en cambio, no se configura con igual claridad ni en
protección del menor. cuanto a los roles ni en cuanto a las funciones o, mejor dicho, no asume
El hecho de ocuparse de este tipo de problemáticas ha implicado, una única función, razón por la cual las competencias y las áreas de
para el personal asistencial, la necesidad de afrontar la difícil función de intervención de su personal son múltiples. Se puede identificar su fun-
control, sin suprimir su deber de ayudar a las personas en dificultades. ción predominante en la asistencia y en el tratamiento (contexto de ayu-
En un contexto con claras connotaciones de control, ¿es posible ofrecer da), pero algunos de sus deberes son inherentes a las funciones de vizi-o
también posibilidades de cambio a quien es objeto de una sanción jurí- lancia y de seguridad social (contexto de control).
dica? Nuestro grupo, después de discusiones y tentativas de "ensayo y En el momento en que se encuentran los dos sistemas, el tribunal se
error", encontró un camino --<:omplejo, sin duda, pero en nuestra opi- coloca en una posición jerárquicamente superior a la del consultorio,
sobre el cual ejerce un poder de prescripción preciso (Meucci, Scarsella,
2. El Decreto del Presidente de la República n. 448 de 1988, que modifica las dis- 1984).
posiciones sobre el juicio penal contra el imputado menor de edad, amplía ros deberes
En efecto, el juez, mediante providencias y sentencias, define la fun-
y las funciones de los organismos locales para actuar, junio al magistrado y a los auxi-
liares de la justicia de menores (art. 19, inciso 3° y arto 28, inciso 2), confirmando indis- ción del personal asistencial del consultorio. Este se encuentra, pues, en
cutiblemente la colaboración entre los servicios territoriales y la magistratura. una posición subordinada; su área de intervención estará delimitada por
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I
162 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TEP.APEL'TICOS EL CONTEXTO DE CON"ffiOL COMO POSffiILIDAD DE CAMBIO Hí3

la orden del juez, quien fijará, para esa situación, los objetivos y los pla- conducta inadecuada está señalando de algún modo lo insostenible de su
zos. posición en el seno de un determinado sistema familiar (Cirillo, 1986).
Al reflexionar sobre nuestras habituales modalidades de colabora- Por otra parte, la presencia simultánea de elementos de control y de
ción con el tribunal, observamos que nuestra subordinación, aceptada en apoyo en el rol del personal asistencial está contenida también en el
el plano formal, era rechazada, de hecho, por el tipo de intervención que requerimiento del tribunal. En efecto, aunque el juez es quien define el
el personal asistencial realizaba. área de intervención del personal asistencial en el ámbito de la protec-
Advertimos, por ejemplo, que en muchas situaciones en las que el ción al menor, no deja de reconocer la importancia del aporte de otros
juez ordenaba tareas de vigilancia (como la custodia del menor dada al profesionales no sólo para comprender la crisis del menor y/o de su
servicio, la pérdida de la patria potestad, etcétera), la intervención del familia, sino también para ayudarles a superar las dificultades. Creemos
personal asistencial se había estructurado, en cambio, de acuerdo con la que este aspecto es el reflejo fiel de la verdadera complementariedad
solicitud "espontánea" de asistencia que el usuario formulaba. entre el tribunal y el consultorio. El tribunal cumple una función que
2. El segundo nudo, vinculado al primero, se refiere a la relación desde el punto de vista jerárquico es superior a la del consultorio, pero
personal asistencial/usuario, predefinida por la acción del juez. En efec- el juez, para poder actuar cabalmente necesita del aporte de otras cien-
to, en el aspecto operativo, "asumir" las funciones de vigilancia y pro- cias. De esta manera, el personal asistencial, en apariencia subordinado
tección crearon innumerables dificultades al personal asistencial. Si bien al juez, le presta una ayuda decisiva en el plano sustancia! (Meucci,
es cierto que entre las obligaciones del consultorio está la de la protec- Scarsella, 1984, págs. 33 Y sigs.).
ción a los menores, no es menos cierto que la profesionalidad del per- En otra época, la intervención del personal asistencial oscilaba de la
sonal asistencial lo coloca prioritariamente en un contexto de ayuda y aceptación servil de la orden de control -anulando su función especí-
apoyo. fica de apoyo-- al ocultamiento de la acción de vigilancia. señalando el
Los criterios para establecer una relación provechosa con los usua- contexto como únicamente de colaboración y ayuda. El resultado inevi-
rios están ligados, en general, a la voluntariedad de la solicitud, a la table era la confusión y la incongruencia de las intervenciones: se desau-
motivación para el cambio, a la prudencia de la intervención. Estos torizaba al juez en su función, mientras el personal asistencial se veía
"ejes" operativos definen claramente que la relación entre el asistente y obligado a menudo a asumir un engañoso rol de mediador entre el tribu-
el usuario está situada en un plano de apoyo, incompatible, al parecer, nal y la familia, fluctuando entre una aparente disposición comprensiva
con una relación de control. y una actitud oculta de control.
A partir de la identificación de estos dos nudos nos preguntábamos: La incoherencia y la oscilación entre la acción de apoyo y la de con-
si una persona debe ir "por la fuerza" al psicólogo, el cual informará trol acarrearon serias dificultades operativas, tanto en la colaboración
luego al juez de la evolución de las entrevistas, ¿cómo puede, simultá- con los jueces como en los resultados concretos de las intervenciones.
neamente, estrechar la alianza terapéutica que se necesita para estimular La definición no compartida de la relación entre el juez y el personal
el cambio? asistencial y la no aceptación de la función de control por parte de este
Además, éramos conscientes de que controlar --o sea, prescribir, último, culminaban casi siempre en el fracaso de la intervención; de
verificar, decidir, etcétera- no puede ser útil "de por sí" para introducir hecho, no se producía cambio alguno ni en la situación del menor ni en
elementos de cambio en una determinada situación familiar. Si el perso- la de su familia.
nal asistencial se convierte en policía -nos decíamos- se reducen a La única base para poder iniciar una colaboración entre el consulto-
cero todas las posibilidades de ayudar realmente al usuario, quien con su ¡ rio y el tribunal, que permitiese estimular procesos de cambio en la
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164 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTíCOS EL CONTEXTO DE CONTROL COMO POSIBILIDAD DE CAMBIO 165

familia en crisis, era la congruencia entre los distintos niveles de inter- etcétera), sus miembros no recurren casi nunca a los servicios sociales
vención. para solicitar una psicoterapia. Aunque para un observador externo pue-
den parecer muy enfermos en el plano psicológico, sólo reconocerán las
carencias materiales de su existencia (miseria, desocupación, vivienda
LA FAMILIA EN CRISIS: PUNTO DE ENCUENTRO deficiente, etcétera) y sostendrán que esas carencias son las únicas res-
ENTRE EL CONSULTORIO Y EL TRIBUNAL ponsables del malestar con que viven.
Esta represión de la autoconciencia reflexiva (Morin, 1986) ~on el
El tercer sistema implicado en la interacción consultorio-tribunal es consiguiente desplazamiento de los confl ictos a su manera de proce-
la familia, objeto de la acción de los otros dos sistemas. der- es precisamente lo que induce al personal asistencial a hacer, para
La familia, institucionalmente, se configura como un sistema, con estas familias, una previsión extremadamente severa.
roles y obligaciones bien definidos, que cumple múltiples funciones. Ahora bien, ¿qué sucede si en este tipo de familia interviene el tri-
Coroel tiempo ha adquirido una organización interna, estructurada según bunal? La entrada en escena de una institución con poder normativo
un organigrama que determina los distintos niveles jerárquicos y la dis- sobre los padres no puede dejar de producir modificaciones en el juego
tribución del poder (Ricci, 1981). familiar en curso en ese momento, cambiando entonces el esquema
A la familia que necesita una intervención de protección de los jerárquico e influyendo en el conjunto de reglas y en el reparto de poder.
menores se la puede definir como una familia en crisis. en la que el jue- Por ejemplo, la acusación a un padre por golpear al hijo puede significar
go familiar en marcha no permite el cumplimiento de sus funciones una limitación de su patria potestad mediante una sentencia del tribunal
específicas y fundamentales: el cuidado y la educación de los hijos. y, por lo tanto, un "reajuste" de! juego de la familia, en la que la madre
Nos parece conveniente, sin embargo, subrayar aquí la diferencia adquiere una posición de mayor poder. También la acusación a una
entre este tipo de familia y las familias en las que uno o varios de sus madre drogadicta por descuidar al hijo puede, si el tribunal no pronuncia
miembros presentan síntomas de trastornos psíquicos. la pérdida de la patria potestad, permitir a los abuelos "apropiarse" del
Las familias en las que uno de sus miembros está afectado de un nieto, excluyendo definitivamente a la hija.
trastorno psiquiátrico formulan, generalmente, un pedido de ayuda. Este Puesto que es una experiencia frecuente comprobar la existencia de
I .'
se circunscribe, en la mayoría de los casos, al paciente, a qUien se cree un embrollo sistemático entre las familias extensas y las familias nu-
afectado de una verdadera enfermedad o de algo más vago y misterioso cleares en las situaciones de incumplimiento por parte de los padres
(a veces se 10 cree poseído por el diablo) que sólo a él 10 ataca. Cuando (Cirillo, Di Blasio, 1989), se puede formular la hipótesis de que la
la persona que presenta el síntoma es un hijo, especialmente si es peque- acción del juez y del personal asistencial modifica todo el sistema de
ño, los padres pueden estar convencidos de ser ellos (o uno de ellos) alianzas y coaliciones formadas hasta ese momento. Invocando el traba-
responsables del origen del trastorno psíquico, de manera tal que piden jo de Ricci ya citado (1981), podremos decir que la información intro-
también que se les enseñe qué otra conducta deben seguir con el hijo. ducida por el tribunal actuará en todo el sistema de comunicación más
Por el contrario, la familia que no cumple una de sus funciones fun- amplio, es decir, en todos los que participan en el juego en curso: repre-
damentales, es decir, la protección y educación de los hijos, no formula, sentará, por 10 tanto, un importante mensaje no sólo para los padres,
por 10 general, ninguna petición de ayuda (Cirillo, Di Blasio, 1989). sino también para sus respectivas familias de origen.
Aun cuando la supervivencia del núcleo familiar pueda estar amenazada Con todo, a largo plazo, la acción del juez -incluso la intervención
por múltiples problemas (violencia, descuido, perversión, alcoholismo, más drástica y decisoria- no siempre es eficiente para desbaratar la

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EL CONTEXTO DE CONTROL COMO POSIBILIDAD DE CAMBIO 167
166 EL CAMBIO EN LOS COl\'TEXTOS NO TERAPEUTICOS

deberá entonces cumplir tareas de vigilancia, protección y control, de


reconstrucción de ese mismo juego patógeno en la familia. Con el fin de
conformidad con lo que el tribunal haya decidido.
garantizar la intervención efectuada por el juez, la acción del personal
Sin embargo, la naturaleza de la orden no se circunscribe tan estric-
asistencial debe tender, por un lado, a comprender el juego relaciona!
tamente. En efecto, el juez, al recurrir para hacer la indagación a su car-
existente, específico de esa familia, y por el otro a evaluar qué recursos
go, antes que a la policía, al consultorio -y por consiguiente a los pro-
hay en la famiiia y cuáles son aprovechables para reforzar la labor de
fesionales que lo integran-, determina (implícitamente) que a ese
apoyo y la recuperación de la capacidad de cuidar y educar a los hijos
consultorio se le pide también realizar la tarea de identificar las herra-
(Cirillo, J 986).
mientas y estrategias para modificar la situación problemática. Por eso
En definitiva, se puede decir que compete al personal asistencial
el juez se coloca, con respecto al consultorio. en una situación de mayor
formular una suerte de diagnóstico ecológico (de conjunto, que sitúe a
intercambio de informaciones, reconociendo que la función de cambio
la familia en su propio ecosistema) del sistema familiar en crisis nara¡--
es uno de los elementos que caracterizan a esa institución, cuyos obje-
evaluar qué tipo de intervención llevar a cabo y en qué presupuestos se
tivos primarios son el cuidado y la asistencia de las personas en dificul-
debe fundar la acción del juez.
tades.
2. Señalamiento hecho por el consultorio. Si el personal asistencial
EL SEÑALAMIENTO toma conocimiento de una situación de riesgo o del trastorno de un
menor, tiene la obligación de hacer el señalamiento al tribunal para que
se dicten las resoluciones del caso. Puede ocurrir, entre otras cosas, que
Habida cuenta de que ambos sistemas, tribunal y consultorio, aun-
una situación familiar seguida por el consultorio llegue por distintos
que con diferentes características estructurales y funcionales, tienen un
motivos a ser problemática y que se adviertan riesgos de daño grave
terreno común en el cual trabajar (la protección a los menores), el canal
para el menor. En este caso, el personal asistencial debe intervenir, asu-
a través del que se establece la relación entre ellos es el señalamiento:
miendo las funciones que le son propias: control social (en la medida en
con él una situación problemática, cuyo sujeto pasivo es un menor, se
que se solicita) y ayuda (con el fin de cambiar la situación). Cuando el
pone en conocimiento de una u otra institución.
tribunal se hace cargo del caso, se le reconoce una función de "autori-
Analicemos las tres modalidades posibles de señalamiento.
dad" superior.
l. Señalamiento hecho 'por el tribunal. En este caso el tribunal,
Un elemento interesante que hay que destacar es la actitud del per-
puesto en conocimiento de una situación determinada a través de íos
sonal asistencia! frente al señalamiento, actitud que no siempre es "tran-
órganos competentes (guardia civil, etcétera) o a través de otras fuentes
quila". Creemos que esto está estrechamente ligado al modo en que ese
(escuelas, particulares, etcétera) solicita una intervención al consultorio.
personal (tanto el psicólogo como el asistente social) percibe su función.
Con frecuencia se indican en la comunicación -además de los objeti-
Como ya hemos subrayado. el personal asistencial del consultorio con-
vos a perseguir- las modalidades y los plazos en que se deberá ejecutar
sidera que su rol es más de ayuda que de control; de todos modos pue-
la orden. Por ejemplo, se evaluarán antes de tres meses las posibilidades
den tener la sensación de que estos dos aspectos son contradictorios,
de recuperación de una familia, o se proporcionarán ir:formaciones
mientras que nosotros creemos que, ineludiblemente, ambos están pre-
sobre el estado psíquico social o cultural de un muchacho que ha come-
sentes en la labor de los responsables del servicio público.
tido un delito, etcétera.
Esta sensación puede hacer que algunas veces se viva el acto de!
En estas circunstancias, el ámbito del consultorio se define y delimi-
señalamiento como una renuncia al rol que se tiene asignado y, de algu-
ta según el tipo de resolución dictada por el tribunal y el consultorio

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168 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEtrrlCOS EL CONTEXTO DE CONTROL COMO POSIBILIDAD DE CAMBIO 169

na manera, como el "último paso", debido al cual disminuyen o se anu- otro es mayor que en los otros casos. Esto nos remite forzosamente a la
lan las posibilidades de inducir un cambio en la situación. El personal necesidad de construir un contexto de control "neutro" con respecto a
asistencial siente que en su relación con la familia se inicia entonces un los distintos miembros del núcleo familiar.
nuevo capítulo, más difícil y carente de posibilidades terapéuticas. Más
adelante ilustraremos que el señalamiento puede, por el contrario, llegar
a ser una herramienta útil para comenzar una relación nueva y más fruc- DE LA TERAPIA A CUALQUIER PRECIO
tífera con la familia. AL CONTROL A CUALQUIER PRECIO
3. Señalamiento hecho por la familia. También la familia puede uti-
lizar el señalamiento. Veamos cuáles pueden ser sus motivaciones. Se La reflexión sobre estos aspectos nos llevó a pensar que la oscila-
trata, sin duda, de una familia en crisis que, como hemos dicho, ha ago- ción incoherente entre un contexto de ayuda y uno de control no condu-
tado las posibilidades de ajustes internos para hacer frente a sus proble- cía a resultados satisfactorios, tal como demostraba el análisis de
mas. En tal situación, algunos de sus miembros pueden decidir "espon- muchos de los fracasos que experimentamos. Había que cambiar de
táneamente" introducir en el juego un elemento externo, como el rumbo y buscar modelos operativos más adecuados que diesen más
tribunal o el asistente social. Se puede formular la hipótesis de que un posibilidades de preparar un cambio en la familia con dificultades. En
bando de la familia apela a estos recursos para buscar aliados más pode- efecto, el fenómeno más evidente era que la situación no cambiaba sus-
rosos contra la otra parte. Se puede tratar entonces de una maniobra des- tancialmente, pese a que se observaban pequeños reajustes. Nos decidi-
tinada a asestar un golpe al bando opuesto y cambiar la situación en mos pues a iniciar diversos experimentos.
beneficio propio. Por ejemplo, un padre, mientras se tramita la separa-
ción conyugal, quiere demostrar la "poca seriedad" de su mujer y recu-
rre a la asistente social para denunciar las negligencias de ella en la edu- Separar la ayuda del control
cación de los hijos cuya custodia se le da.
Otros casos similares presentan peligros considerables, porque, a Un primer intento consistió en efectuar una "demarcación" más
diferencia de los anteriores, amenazan con inducir al personal asistencial definida del contexto en el que habríamos de actuar, dividiendo las fun-
a inclinarse a favor del miembro de la familia que recurrió al señala- ciones de control y las de ayuda. Una interesante experiencia de colabo-
miento, como si él hubiese probado más sentido de la responsabilidad ración entre el consultorio y el tribunal de Génova (Mastropaolo y otros,
con respecto a los hijos. De este modo, la alianza implícita entre el per- 1985) dirimía con éxito, al parecer, la contradicción entre ayuda y con-
sonal asistencial y un bando de la familia puede inutilizar la interven- trol. Mediante la relectura sistémica de la interacción entre el tribunal y
ción ordenada por el juez. Por otro lado, para los asistentes psicosociales el consultorio y el análisis del señalamiento, el personal asistencial de
es mucho más fácil que para el juez ser elegidos por los miembros de la Génova propone un modelo operativo basado en la premisa de la impo-
familia que aparentemente solicitan asistencia y apoyo, convirtiéndose sibilidad para un mismo asistente de asumir simultáneamente las funcio-
así, inconscientemente, en agentes del "mantenimiento" de un juego nes de control y de terapia. Para evitarlo, las dos funciones se asignan
patógeno. a dos equipos diferentes que, a un tiempo y por separado, trabajarán con
En estas circunstancias, es decir, cuando la familia recurre al juez (o la familia. De esta manera, la familia sujeta a la vigilancia de un equipo
con más frecuencia al asistente social), se puede prever que el riesgo puede optar, o no, por pedir una psicoterapia a los demás integrantes del
que corre el personal asistencial de actuar a favor de un bando contra el consultorio. Si no se hace uso de esa opción terapéutica, "la acción de

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170 EL CONTEXTO DE CONTROL COMO POSIBIUDAD DE CAMBIO 171


EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPElITICOS

control representa la respuesta posible para esa familia (... ); (esa acción) lia para que el servicio comprobara las posibilidades de recuperación,
tiene por objeto redefinir y proponer el siguiente y eventual trabajo tera- basándose en su disposición al cambio, y designaba también un servicio
péutico" (Mastropaolo y otros, 1985, pág. 36). o un responsable del control. El elemento relevante era la integración
La experimentación de esta modalidad operativa nos llevó, sin entre ambas funciones, por cuanto, según la experiencia del CBM, el
embargo, a observar sus serias limitaciones. En efecto muv a menudo aparato de control (que ejerce la protección al menor) verifica la eficacia
la intervención psicoterapéutica no se iniciaba o se P;odU~ía un drop~ del tratamiento y vigila las etapas en que el tribunal ordena efectuar/o)
out y el caso quedaba exclusivamente en manos de quien efectuaba las Fueron muchas las dificultades con que tropezamos al poner en
tareas de control que, en general, era la asistente social; la cual, aislada, práctica este programa.
terminaba por disponer de muy pocas herramientas para incidir en la Ante todo, no siempre las relaciones con los jueces permitían con-
situación. Nos pareció entonces que esta división entre intervención de cretar esas estrategias opera tivas. Además, entre los distintos obstáculos
control y de ayuda daba resultados que seguían siendo demasiado par- que implica un tratamiento obligado, lo que siempre nos pareció más
ciales y no podía ser una panacea para todas las situaciones. De hecho, difícil fue superar la resistencia de la familia a reconocer que necesitaba
muchos usuarios, en lugar de mostrar un verdadero interés por el cam- ayuda (y por tanto a admitir la existencia de algún contlicto que hubiese
bio, juzgaban la terapia como un escamotage del personal asistencial en dado lugar a la situación problemática), requisito indispensable para ela-
quien se delegaba el control, no entablaban ninguna relación de confian- borar, junto con la familia, un verdadero contrato para el cambio.
) za con el terapeuta y, en cuanto podían, interrumpían una relación que Advertimos, en particular, que al poner énfasis en la terapia obliga-
no creían en absoluto necesaria. da, habíamos caído sin damos cuenta en el error del que -mediante el
Por lo demás, como hemos visto, la escasa conciencia del sufrimien- grupo de investigación- tratábamos de liberamos: el de sobrevalorar la
to psicológico hace que sea difícil "enganchar" a estas familias. Su terapia. Es decir, atribuíamos a la terapia un poder mítico, como si bas-
envío a un contexto terapéutico, donde la relación siempre debe ser tase descubrir los juegos relacionales y descubrir los enredos, las insti-
libremente contratada, corre el riesgo de convertirse en una quimera. gaciones, etcétera, para "curar" a la familia. En el fondo, no considerá-
bamos esenciales todas las intervenciones jurídicas (sentencias y
disposiciones del juez) y sociales (custodia familiar, inserción en un gru-
La terapia obligada po con vivienda subvencionada, intervenciones laborales, etcétera) que,
por el contrario, deben integrar el trabajo específico del psicólogo.
A partir de la reflexión que antecede experimentamos una tentativa A la inversa, las intervenciones de vigilancia representan el marco
en sentido contrario: ejercer una "coacción" para permitir la interven- en que se sitúa la intervención psicoterapéutica y, al mismo tiempo,
ción que podría provocar el cambio, es decir, proponer un contexto tera-
3. Nos referimos siempre al personal asistencial del consultorio porque nuestra
péutico obligado según el modelo de la experiencia de! Centro para el experiencia nos ha llevado a elaborar la. intervenciones en este contexto. Aclaramos,
Niño Maltratado (CBM) de Milán (CirilJo, Di Blasio, 1989). Siguiendo sin embargo, que se requiere la intervención del personal asistencial del Servicio de
este modelo, frente a tipologías particulares de problemas (menores que Higiene Mental en todas las situaciones en que uno o ambos padres son ya pacientes
psiquiátricos o cuando se observa, en la instancia de evaluación psicosocial, un trastorno
hay que alejar de la casa porque los maltratan o porque están en una
psiquiátrico evidente. En este último caso, el juez encomienda al Servicio de Higiene
situación grave de descuido), el tribunal, de acuerdo con nuestra pro- Mental el diagnóstico sobre las posibilidades de recuperación, mientras que las interven-
puesta, designaba un servicio social o a uno de sus asistentes en ouien ciones de: protección al menor son de competencia del personal asistencial del consul-
delegaba el tratamiento y a quien se enviaba obligatoriamente a la iami- torio.
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172 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS EL CONTEJ<.'TODE CONTROL COMO POSIBILIDAD DE CAMBIO 173

pasan a ser el papel de tornasol de la intervención del psicólogo. Si la por el tribunal. Esto permite establecer relaciones más claras entre el
familia cambia realmente, el asistente social lo constatará, por ejemplo, personal asistencial y la familia limitando al mismo tiempo las posibles
en la asiduidad con que el cabeza de familia busca trabajo, en el modo alianzas más o menos encubiertas, tanto entre ese personal, y la familia
en que la madre lleva la casa, en la frecuencia de las visitas de los en contra del juez, como entre el personal asistencial y un miembro de
padres al niño alejado del hogar, etcétera. la familia en contra de los demás.
Al aceptar ese planteamiento experimentamos concretamente la En este ámbito, los objetivos señalados por el tribunal, y aceptados
modalidad operativa sostenida por Cirillo y Di BIasio (1989), según la por el personal asistencial y por la familia, se pueden lograr con proyec-
cual el tribunal puede llegar a ser un recurso irrenunciable para iniciar tos de. cambio que se articulan en etapas graduales. La intervención en
la intervención. Es decir, que estaba cambiando nuestra actitud como la familia se estructura así por dos caminos: por medio de maniobras
personal asistencial frente al tribunal, al que ya no veíamos como últi- orientadas a hacer emerger los juegos patológicos y a ponerlos al descu-
mo remedio cuando se pierde toda esperanza, sino como un aliando bierto; y por medio de la elección de programas concretos de rehabili-
valioso, sobre todo en los casos en que nos sentíamos más desarmados. tación a los que la familia debe amoldarse.
Simultáneamente se observaba una mayor aceptación, por nuestra par- Naturalmente, cuanto más grave es la situación de disgregación,
te, de lafunción de control y se vislumbraba la posibilidad de "ayudar" más difícil es motivar a la familia para el cambio, incluso cuando el tri-
también en un contexto explícito de control. bunal da órdenes bien definidas. En estas situaciones, la decisión del
personal asistencial de alejar a los menores que les han sido confiados
(colocándolos por ejemplo con un grupo en un piso subvencionado o
El cambio en el contexto de control algo similar) permite trabajar con más tranquilidad con la familía cuan-
do los menores con problemas están protegidos.
El paso siguiente fue experimentar las modalidades de intervención Además, ese alejamiento puede representar una estrategia útil para pro-
que, sin alterar las reglas del contexto de control, introdujeran elementos vocar un proceso de cambio. Compartimos la opinión del personal asisten-
de cambio en la situación. Nos preguntábamos si, para comprender los cial del CBM, que sostiene que en determinadas circunstancias el deseo de
juegos que habían llevado a la familia a esa situación y estimular las recuperar a los hijos puede ser un incentivo para el cambio, mucho más
posibilidades de cambio, era posible utilizar el contexto de control sin concreto y eficaz que el temor de perderlos cuando el alejamiento no es
desvirtuarlo. Si las reglas del contexto permiten esta posibilidad, el tri- sino una amenaza. Padres en situaciones "crónicas", que habían dado múl-
bunal puede entonces, perfectamente, llegar a ser un recurso para el caso tiples pruebas de su incapacidad, frente al alejamiento de los hijos reaccio-
de que la familia, acerca del cambio, "no quiera saber nada". naron demostrando que todavía podían hacer algo por ellos.
Desde el punto de vista operativo, esto significa que el "contrato" Por otro lado, si la evaluación de los recursos familiares no da espe-
que se establece con la familia permanece estrictamente en el ámbito ranzas y se proyecta para la familia un diagnóstico de imposibilidad de
del control. En efecto, se mántiene la regla de la obligatoriedad: la fami- recuperación, el personal asistencial podrá siempre proponer al juez
lia no se dirige espontáneamente al consultorio, sino que acude a las soluciones alternativas a la de la familia (adopción de un niño, envío de
citas porque "debe hacerlo". un adolescente a un centro de rehabilitación, etcétera), centrando exclu-
El contexto (como la vigilancia de los menores confiados al servi- sivamente la intervención en la protección al menor.
cio) y los objetivos que nos fijamos (restitución a los padres de la patria Después de crear los requisitos previos para el cambio, se puede lle-
potestad, readmisión de los hijos en el hogar, etcétera) son los definidos var a cabo el verdadero trabajo con la familia. En las entrevistas se da

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174 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS


EL CONTEXTO DE CONTROL COMO POSIBIUDAD DE CAMBIO 175

prioridad a la nueva lectura de los juegos familiares, para redefinir en Lino, en el momento del señalamiento, tenía trece años. Hacía dos que
sentido relacionallos problemas que la familia manifiesta, partiendo, en vivía con su madre, Teresa, y su padrastro, Enzo, en Ferrara, donde está
general, de los vínculos de los cónyuges con las familias extensas (que nuestro consultorio. Hasta entonces había vivido en Cerdeña con los
casi nunca están resueltos). abuelos matemos. Lino, al nacer, no fue reconocido por su padre, con
Pero, respetando el contexto de control, se pueden emplear también quien Teresa había interrumpido la relación durante el embarazo, por lo
que el niño no lo había conocido nunca. Cuando los padres de Teresa
prescripciones que sirvan para alcanzar una reestructuración y para
supieron que estaba embarazada, la echaron del hogar pero, después del
encarar los distintos aspectos disfuncionales de la familia. Estas pres- nacimiento de Lino, la perdonaron. Cuando viajó al Norte para buscar
cripciones consisten en programas específicos de rehabilitación a los trabajo, Teresa decidió dejarles la criatura. En Turin conoció a Enzo,
que los padres deberán atenerse. Como ya hemos señalado, en un caso separado desde hacía poco de su mujer, y se fue a vivir con él. De esa
en que se limita la patria potestad por negligencia grave, se considerará, unión nació Ilaria, después de cuyo nacimiento Enzo llevó a Teresa y a la
por ejemplo, como prueba de la voluntad del padre de recuperar las fun- pequeña a Ferrara. su ciudad natal. Lino siguió viviendo con los abuelos
en Cerdeña; sobre este punto, tanto Teresa como su padre estuvieron
ciones parentales, el hecho de que ponga todo su empeño en encontrar
siempre en desacuerdo. El abuelo se había encariñado muchísimo con el
un empleo o vaya a visitar periódicamente a los hijos que están en un nieto al que consideraba como un hijo y no creía que Teresa fuese capaz
centro de rehabilitación, etcétera. Sin embargo, este programa concreto de dar al niño los cuidados necesarios. Además, decía que Enzo nunca
nunca está desligado de la nueva lectura de los juegos relacionales; por podría amar a Lino no siendo su verdadero padre. Por eso, siempre se
el contrario, le sirve de apoyo. había opuesto tenazmente a la posibilidad de que Lino se fuese a vivir
Entendemos que estas modalidades operativas, que nos están dando con la madre y el padrastro. Esta negativa enfurecía cada vez más a Tere-
sa, hasta que, con el consentimiento de su madre, logró con una estrata-
sin duda resultados muy apreciables, deben todavía profundizarse y per-
gema raptar a su hijo y llevarselo a Ferrara. Unos meses después empe-
feccionarse mediante una rigurosa confrontación teórica y operativa. De zaron las fugas de Lino. El muchacho se escapaba con distintos pretextos
todos modos, según nos parece y tal como trataremos de demostrar con y en cada oportunidad Teresa y Enzo estaban convencidos de que con
el caso que enseguida presentaremos, estas indicaciones abren, concre- esto trataba de reunirse con su abuelo en Cerdeña, mientras que en reali-
tamente, perspectivas inesperadas para esos casos que se consideran dad lo encontraban en las cercanías de su casa. De hecho, Lino no se
"inabordables" y que el personal asistencial conoce muy bien. Esta nue- había alejado nunca de la ciudad.
va manera de utilizar el contexto de control, aprovechando todas sus
posibilidades, permite una colaboración más activa con el tribunai y
ayuda al personal asistencial del consultorio a descubrir un potencial
inexplorado para promover el cambio. Primera/ase: la terapia "a cualquier precio"

Cuando la familia se presentó en el consultorio, quienes formába-


EL CASO DE LINO: "COMO HACER CAMBIAR A UNA FAMILIA mos parte del personal asistencial (una asistente social y una de las psi-
QUE NO TIENE 1r-.'TENCJ9N ALGUNA DE HACER LO" célogas autoras de este trabajo) nos encontramos frente a Teresa, que
gritaba enfurecida y amenazaba a Lino con hacérselas pagar a él y al
abuelo. El muchacho, en cambio, estaba encerrado en un silencio hostil
La situación de Lino fue señalada al personal asistencial del consul-
torio por la policía femenina tras haberse comprobado que el muchacho y tenso, mientras que Enzo, desconsolado, intentaba calmar a la mujer.
se fugaba continuamente de su casa. Ante el evidente sufrimiento de la familia, tratamos enseguida de definir
la situación como un contexto de ayuda y esperábamos poder convenir

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176 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS EL CONTEXTO DE CONTROL COMO POSIBILIDAD DE CAMBIO 177

con la familia sesiones terapéuticas. Pero, inexplicablemente, después de Segunda fase: el control como recurso
esa explosión de ira en el consultorio, la familia desapareció.
Durante unos seis meses las fugas de Lino siguieron repitiéndose y Después del alejamiento de Lino se abrió para nosotros una nueva
en esas ocasiones la familia acudía al consultorio. Teresa, cuya vehe- fase. Teníamos que utilizar el contexto de control para sacar a la luz los
mencia iba en aumento, pide que al hijo "se lo ponga en su sitio", que juegos ocultos que habían llevado a esta familia a una situación tan gra-
se le dé un castigo ejemplar. Le respondemos siempre lo mismo, que es ve y para animarla a modificar las relaciones existentes. En efecto, la
necesario comprender por qué el chico recurre a esas conductas y vol- intervención del tribunal sólo era realmente útil si la familia nos permi-
vemos a proponer, cada vez más desesperanzadas, el contrato de psico- tía comprender, antes que nada, "a qué juego estaba jugando" y tratar de
terapia. La familia acepta, con evidente desconfianza, la propuesta de introducir, por medio del poder prescriptivo, elementos de cambio en
realizar entrevistas de ayuda. una situación tan trastornada.
A este punto, después de interrogamos por qué esta familia no tenía El alejamiento de Lino no puede, por sí mismo, inducir cambio
fe en nosotros, comprendimos que los padres esperaban que el personal alguno en el juego relacional en curso. En apariencia, da la razón a Lino
asistencial castigase a Lino y, por lo tanto, tomase partido por ellos en y al abuelo en cuanto a la incapacidad de la madre, perpetuando de esta
contra del muchacho y del abuelo instigador de las fugas. manera el eterno conflicto entre Teresa y su padre. Por otro lado, el
Intentamos cambiar las exigencias de la familia estimulando un hecho de saber que el muchacho estaba a buen recaudo en un lugar ade-
cambio que ninguno de ellos quería. En efecto, Teresa buscaba aliados cuado a sus exigencias, nos permitía evaluar mejor la situación y empe-
para resultar vencedora en la batalla contra su padre, Lino quería zar a trabajar para comprender si y cuándo Lino podría regresar a su
demostrar que es víctima de la madre que lo había separado del abuelo casa. El alejamiento nos permitía asimismo iniciar una fase evaluativa
y Enzo no quería "meterse en líos" en una situación en la que se sentía, para determinar en qué familia (la del abuelo o la de la madre) se podía
más que nada, un espectador. suponer un retorno y si existían recursos a los que era posible apelar. El
El camino para reanudar la relación con la familia y encontrar "nue- primer objetivo que nos fijamos fue pues formular una hipótesis sobre
vas cartas para poner en juego" resulta ser sólo uno: hacer un señala- el juego familiar en marcha y averiguar de qué modo se podían introdu-
miento al tribunal de menores, solicitando una orden de vigilancia de la cir elementos de cambio.
situación, con la prescripción a la familia de dirigirse obligatoriamente La hipótesis de juego que elaboramos se basaba en la alianza mani-
a nuestros servicios. fiesta entre Lino y el abuelo. Lino había crecido en medio de un conflic-
El consultorio recibió del tribunal la autorización formal de interve- to originado mucho antes entre Teresa y su padre. Imaginamos que el
nir en la familia en un nuevo contexto: el de control. La sentencia embarazo había sido ya una provocación al padre y supusimos que
mediante la cual Lino es confiado al servicio colocaba al personal asis- dejarle el niño era para Teresa una tentativa de reconquistarlo. Por su
tencial en una posición de poder frente a la familia; su colaboración era parte, el padre perdonó a Teresa, sí, pero se apropió cada vez más de
entonces "obligada". Además, el control se extendía a toda la familia y Lino, convirtiéndolo en su favorito y desinteresándose, desde ese
no ya sólo a Lino, como los padres solicitaban. En efecto, el tribunal momento, de su hija. Teresa, frente a la "traición" del padre, comenzó a
ordenó que se alejara al niño de la familia e, implícitamente, acusaba a tener deseos de recuperar a su hijo. Lino, a su vez, ha crecido en contra
los padres, considerándolos ineptos yara comprender y ayudar a su hijo. de la madre ausente; comprende que ésta lo ha abandonado dejándolo en
manos de los abuelos, que lo criaron con amor. Lino ve el sacrificio del
abuelo y poco a poco se opone decididamente a la madre. La abuela, al
ti

178 EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPEUTICOS EL COl\'TEXTO DE CONTROL COMO POSIBILIDAD DE CAMBIO
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contrario, nos parece dividida entre motivaciones contrarias; formula- del resto de la familia y quizá, también de que su abuela se "lo había
mos la hipótesis de que Teresa nunca había podido contar con ella, pero quitado de encima". Nos pareció que Lino con su conducta quería ven-
que en un momento dado la abuela dejó de ver con agrado el excesivo garse de su madre, pero que al mismo tiempo deseaba averiguar hasta
afecto que el abuelo mostraba hacia el nieto, hasta el punto de animar a qué punto Teresa lo quería realmente.
Teresa a recuperar al niño y ofrecerle su ayuda en ese sentido. . Todo esto nos indujo a iniciar una colaboración estrecha con la pare-
Las indagaciones siguientes nos confirmaron puntualmente esta J~, a fin de evaluar si era posible que Lino tuviese un retorno tranquilo
compleja hipótesis: la madre de Teresa siempre había tenido una rela- al hogar. A los cónyuges les aclaramos, desde el principio. el contexto
ción privilegiada con su otra hija, Sonia, y un gran apego a sus cuatro de control en el que trabajábamos, especificando también que la deci-
hijos varones, todos muy afectuosos con ella y bastante críticos con su sión de reintegrar el muchacho a la familia correspondía exclusivamente
padre. Precisar.« nte por esto -como llegamos a saber después- el al juez; con todo, nosotros le haríamos llegar una evaluación de la situa-
abuelo había ek gdo a Lino como su favorito; ningún hijo, salvo Teresa ción y lo pondríamos al corriente de todas las modificaciones que se
antes del confüc.o. había sido su aliado. produjeran.
El conflicto entre Teresa y el abuelo impedía a Enzo intentar "hacer
de padre" para Lino. En el pasado -nos dijeron- Enzo se había ofre-
cido a reconocer a Lino y darle su apellido, pero este proyecto se pos- Tercerafase: las estrategias para el cambio
tergaba siempre en espera de que se resolviera el conflicto entre Teresa en un contexto de control
y el abuelo. Enzo, por su parte, había tenido tres hijos de su primer
matrimonio, que habían interrumpido las relaciones con él. Su propuesta Para alcanzar el objetivo del retorno de Lino al seno de su familia
de reconocimiento a Lino podía ser, nos pareció, un modo de volver a después de haber elegido a Teresa y a Enzo como posibles padres del
tener un hijo, puesto que había perdido a los suyos, pero probablemente, muchacho, proyectamos la siguiente estrategia de intervención:
aterrado por la intensidad del conflicto existente, había preferido hacerse 1. Decidimos alterar el rol que Enzo desempeñaba, colocándolo en
a un lado y asumir el rol de víctima como marido relegado. una posición central en la familia. Para llevar a cabo este plan, retorna-
Sobre la base de esta hipótesis nos planteamos este problema: ¿con mos e insistimos en la propuesta formulada por él de reconocer a Lino
quién tenemos que trabajar y para qué? ¿Para que Lino regresara a la y darle su apellido. Dimos mucha importancia a este proyecto y a las
casa de su amado abuelo y se unieran más aún en una alianza en contra consecuencias posibles para el niño de tener, por fin, un padre. Esta pro-
de Teresa y del resto de la familia materna? ¿O podíamos acaso trabajar puesta resultó muy eficaz, aunque sus efectos fueron lentos y poco visi-
para que Teresa y Enzo lograran ser los "verdaderos" padres de Lino, bles. Enzo, en el período de dos arios, experimentó un cambio inespera-
apartándolo de ese pacto de fidelidad con el que el abuelo lo había rete- do: se hizo cargo de la situación con un empeño y una aptitud
nido tantos años'! crecientes. Le atribuimos la responsabilidad de la conducta de Lino
La conducta de Lino nos pareció significativa: cuando se escapaba cuando estuviera en el hogar y lo encargamos de visitarlo en el centro
no trataba de reunirse con el abuelo en Cerdeña, no lo llamaba por telé- de rehabilitación. También se le asignó la misión de redactar para noso-
fono, no se ponía en contacto con él, sino que por el contrario se las tros una memoria detallada de todo lo que sucedía.
arreglaba para que los padres pudiesen descubrirlo. Pensamos entonces 2. Simultáneamente con este plan, intentamos crear una alianza
que Lino, en el fondo. debía de haber comprendido cuán incómodo era entre los cónyuges que facilitase la exclusión del abuelo de su vida. Este
su rol de favorito del abuelo y que se había dado cuenta de la hostilidad fue uno de los aspectos más complejos de la estrategia elaborada. Tra-
EL CAMBIO EN LOS CONTEXTOS NO TERAPElrnCOS EL CONTEXTO DE CONTROL COMO POSIBILIDAD DE CAMBIO 181
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bajamos durante mucho tiempo para hacer explícito el juego en curso demostrar, desde la época en que se fugaba de casa, que era una víctima
con la familia de origen de Teresa, esclareciendo progresivamente todos de la madre, mala e inepta. Su integración en un grupo que ocupaba un
sus aspectos: el "matrimonio" oculto de Teresa con el padre, su dolor piso subvencionado, en una pequeña ciudad de la región de Ferrara
por no ser ya la hija preferida, su rabia por haber sido desplazada por había confirmado su visión de los hechos: el alejamiento demostraba'
Lino. Centramos, pues, nuestra atención en la ambigüedad de Enzo justamente, hasta qué punto su madre era incapaz de sujetarlo. El
quien, en lugar de ayudar a la mujer a alejarse del padre, se hacía a un muchacho había sentido que este alejamiento era una estratagema nues-
lado, asumiendo sin reaccionar el papel de víctima. tra y del tribunal para aliamos con él en contra de ella.
Fueron muchas las resistencias de Teresa y de Enzo; ambos obtenían En el grupo en cuestión las cosas marchaban bien: había encontrado
de su posición en el juego familiar ventajas que nosotros, ingenuamente, educadores excelentes que habían sabido desempeñar con respecto a él
no habíamos logrado entender. Teresa, valiéndose del interminable con- una auténtica función parental, dándole la coherencia educativa y la
flicto con su padre, reanudaba con él una relación pasional que le impe- comprensión emocional que tanto había necesitado siempre. Pero esto
día sentir hasta qué punto era insatisfactorio su matrimonio con Enzo. había confirmado más aún la convicción de Lino: él tenía razón, la
Este, por su parte, había quedado profundamente herido por la ruptura madre no lo comprendía y él no debía volver a vivir con ella. Se seguía
de su primer matrimonio y por la pérdida de sus hijos; y era reticente a considerando una "pobre víctima" de padres desconsiderados. El poder
empeñarse a fondo en su nueva relación conyugal. Además, del mismo de este chico había llegado a ser tan grande porque sentía que todo el
modo que Teresa con su padre, también él mantenía una ligazón igual- sistema asistencial estaba de su parte.
mente pasional con su madre que, en su tiempo, había sido madre sol- Nombrar coterapeutas a los padres significaba colocarlos de nuevo
tera (¡como Teresa!), lo que le había hecho padecer muchas humillacio- en una posición superior frente a él. A ellos les correspondía la tarea de
nes. El conflicto entre Teresa y el abuelo le permitía a Enzo ir casi todos hacer que volviera a ser un muchachito de dieciséis años, con todos los
los días a ver a su madre y quejarse. Después de muchas vicisitudes, en problemas típicos de la adolescencia, pero con dos padres que asumían
tres años de intenso trabajo con la pareja, conseguimos nuestro objetivo. su responsabilidad.
Los cónyuges, poco a poco, se aliaron de manera tal que en los momen-
tos de mayor conflicto entre Teresa y el padre, Enzo supo salir de su
inercia para enfrentarse al suegro. Cuarta fase: del contexto de control a la relación confiada.
3. La última intervención consistió en encontrar un modo de restituir La conclusión del trabajo
a los padres el "poder", la responsabilidad, la educación de Lino. Esta
intervención tenía por objetivo restablecer los niveles jerárquicos, vol- Después de casi tres años de colaboración intensa y compleja con la
viendo a colocar a Lino en su rol de hijo y quitándole ese poder (pato- familia, el tribunal de menores, a petición nuestra, revoca la sentencia
lógico, pero no por ello menos importante) que había tenido en los años de alejamiento del hogar de Lino, quien vuelve a vivir con su familia,
en que representó el rol de víctima. Con ese fin designamos como cote- aunque con las convenientes verificaciones periódicas. Su apellido,
rapeutas a los padres (según el modelo terapéutico de Selvini Palazzoli entretanto, se ha modificado: ahora agrega al suyo el de Enzo, que lo ha
y otros, 1988), por ser los únicos capaces de ayudar verdaderamente al adoptado.
hijo que, durante tanto tiempo, había mantenido una posición inadecua- Elmuchacho empieza a trabajar y, si bien subsisten algunas dificul-
da para su edad. tades, amplía el círculo de sus amistades y los contactos con personas
Vale la pena aclarar bien este punto. Lino siempre había querido ajenas a la familia. Al año siguiente de la muerte del abuelo reaparecen

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182 ELCAMBIOEN LOS CONTEXTOSNOTERAi'ElfflCOS
EL CONTEXTODE CONTROLCOMOPOSIBILIDADDE CAMBIO 183

nuevos problemas, pero en general Lino parece encaminado al lento BmLIOORAFIA


proceso de autonomización. Los cónyuges, ante las distintas dificultades
que se van presentando (incluida la crisis de Ilaria cuando Lino regresa ORILLO, S. (1986): Famiglie in crisi e affido familiare. Guida per gli operatori.
a su casa), siguen acudiendo a nosotros. Con el tiempo, la relación con Roma, La Nuova Italia Scientifica.
nosotros se ha vuelto confiada y solicitan ayuda explícitamente. CIRILLO,S. y DI BLASIO,P. (1989): La famiglia maltrattante. Milán, Raffaello
Nos parece que este caso representa cabalmente las grandes posibi- Cortina. Trad. cast.: Niños maltratados. Barcelona. Paidós, 1991.
lidades que puede haber en una orden de control emanada de una auto- Dom, D., FERRARI,R. Y FRUGGERI,L. (1981): "Analisi di un contesto psichia-
trico pubblico territoriale: ipotesi per un setting psicoterapico", en Actas de
ridad judicial. El personal asistencial nunca ocultó ni falseó su función
la 11 reunión del Centro per lo studio della famiglia (Milán) sobre L'ap-
de control, sino que la utilizó para sacar a la luz el.intrincado juego rela- proccio sistemico nei diversi contesti, mimeografiadas.
cional y para encontrar, por medio de estrategias de intervención acor- MASTROPAOLO,L., PEsENTI, E., RIzzo PINNA, E. Y DAGLlO,R.A. (1985): "L'in-
des con el contexto, la posibilidad de resolver los aspectos más graves terazione consuItorio-tribunale. Strategie sistemiche operative". Terapia
de la situación. No establecimos "barreras" (Dotti, Ferrari, Fruggeri, Familiare, 17, págs. 29-37.

1981) entre la persona que efectuaba el control y la que intervenía tera- MEUCCI,O.P. y SCARSELLA,F. (1984): La tutela dei diriui del minore. Roma, La
Nuova Italia Scientifica.
péuticamente. No tenemos dudas de que esta familia habría hecho fra- MORIN, E. (1986): La méthode 111.La connaissance de la connaissance. París,
casar todo intento de enviarla a un colega distinto de nosotros, que ejer- Seuil.
cíamos el control, al que le hubiéramos encomendado la terapia. Lo RICCI, C. (1981): "Al di la delia diade. La natura muItidimensionale della
hubiera hecho del mismo modo que hizo fracasar todas nuestras tenta- cornunicazione", en SELVINIPALAZZOLl,M., ANOLLI, L., DI BLASIO, P.,
tivas iniciales de emprender una psicoterapia. Por otro lado, el mero OIOSSI, L., PISANo, l., RICCI, C., SACCHI, M. y UGAZIO, V. Sul fronte
ejercicio de la vigilancia nunca hubiera permitido el regreso del mucha- dell'organizzazione. Milán, Feltrinelli. págs. 205-212. Trad. cast.: Al frente
de la organización, Buenos Aires, Paidós, 1986.
cho a su hogar. El empleo creativo de los recursos existentes en el con-
SELVINIPALAZZOLl,M., CIRIUO, S., SELVINI,M. y SORRENTINO,A.M. (1938): 1
texto de control permitió, en cambio, releer el sistema de relaciones giochi psicotici nella famiglia. Milán, Raffaello Cortina. Trad. cast.: Los
familiares y prepararlo para nuevas adaptaciones. Las prescripciones del juegos psicóticos en la familia. Buenos Aires, Paidós, 1988.
personal asistencial eran "obligadas", los programas de verificación,
muy precisos; y sin embargo, la familia colaboró sin sentirse nunca trai-
cionada y aceptó la legitimidad de nuestra posición. Con el tiempo,
como ya dijimos, la familia reconoció que el enorme esfuerzo que rea-
lizamos en nuestro rol de control podía significar realmente una ayuda
en su situación.
Con seguridad, toda situación familiar requiere estrategias operati-
vas específicas. A nuestro juicio, este caso puede constituir un ejemplo
válido de lo importante que puede ser haber podido (aunque con serias
dificultades) establecer una alianza con el tribunal y con el juez.

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