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¿Igualdad de qué?

Amartya Sen

CICLO TANNER DE CONFERENCIAS


SOBRE LOS VALORES HUMANOS

Pronunciada en la Universidad de Stanford


22 de mayo de 1979
Amartya Sen ocupa la cátedra Drummond de economía
política de la Universidad de Oxford, y es titular del All Souls
College. El profesor Sen nació en la India y estudió en Cal- Los debates sobre la filosofía moral nos han ofrecido un
cuta y Cambridge. Ha enseñado en Calcuta, Cambridge, amplio menú de respuestas a esta pregunta: igualdad ¿de qué?
Delhi y Londres, y también en Berkeley, Harvard, el M.I.T.
y Stanford. Es miembro de la British Academy, y miembro En esta conferencia me voy a centrar en tres tipos específicos
honorario extranjero de la American Academy of Arts and de igualdad: a) la igualdad utilitarista, b) la igualdad total útil
Sciences y ex presidente de la Econometric Soeiety. Entre y e) la igualdad rawlsiana. Afirmaré que las tres tienen impor-
sus .obras encontramos Choice of Techniques (Elección de tantes limitaciones, y que si bien sus defectos son distintos y
técnica); Collective Choice and Social Welfare (Opción co- contrastantes, no se puede construir una teoría adecuada ni
lectiva y bienestar social); On Economic Inequality (Sobre siquiera combinando las tres. Hacia el final intentaré presen-
la desigualdad económica); Employment, Technology and tar una formulación alternativa de la igualdad que en mi
Development (El empleo, la tecnología y el desarrollo); Po- opinión merece mucha más atención de la que ha recibido
verty and Famines (La pobreza y las hambrunas); Choice,
Welfare and Mesurement (La elección, el bienestar y la me- hasta el momento, y no desistiré de hacerle un poco de pro-
dición); Resources, Values and Development (Los recursos, paganda.
los valores y el desarrollo), y Commodities and Capabilities En primer lugar, una cuestión metodológica. Cuando se
(Mercancías y capacidades). Ha publicado artículos sobre afirma que cierto principio moral tiene sus limitaciones, ¿en
economía, filosofía, ciencias políticas, teoría de la decisión qué puede basarse esa afirmación? Hay, al parecer, un míni-
e historia. Una selección de los escritos filosóficos del pro- mo de dos modos de fundamentar una crítica de este tipo,
fesor Sen, que incluye el ciclo de conferencias Dewey que además de comprobar su atractivo para la intuición moral.
pronunció en 1985 será publicada en breve por Columbia Una es comprobar las implicaciones del principio en cues-
University Press y Basil Blacwell con el título Well-being, tión, observando casos concretos en los que se pueda ver cla-
Agency and Freedom (El bienestar, la agencia y la libertad).
ramente los resultados de su aplicación, y a continuación con-
trastar esas implicaciones con nuestra intuición. Llamaré a
este tipo de crítica la crítica por las implicaciones. La otra
consiste en proceder no de lo general a lo particular, sino de
lo general a lo aún más general. Se puede poner a prueba la
consistencia de un principio con otro principio que sea reco-
nocido como más fundamental que el primero. Tales princi-
pios primarios suelen formularse a un nivel bastante abstrac-
to, y suelen ser la congruencia con algún procedimiento muy
general. Lo que razonablemente podríamos suponer que sería
escogido en la falsa ignorancia de la «situación original» rawl-
siana, un hipotético estado primordial en el que la gente de-
cide qué reglas adoptar sin saber quiénes son los destinata-

NOTA: Agradezco los valiosos comentarios de Derek Parfit, Jim


Griffin y J ohn Perry.
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nac10n injusta» entre «las necesidades humanas igualmente
rios de su reglamentación, como si pudieran ser para cual- urgentes de unos y otros».8
quier miembro de la comunidad. 1 O qué reglas satisfarían el La importancia moral de las necesidades, según esta in-
requisito de «universalidad>> planteado por Richard Hare, y terpretación, se basa exclusivamente en la idea de utilida.d.
serían consistentes con «la atribución de igual importancia a Esto es discutible, y habiendo tenido varias ocasiones de dis-
los intereses iguales de todos los ocupantes de todos los pa- cutirlo en el pasado,9 no va a acobardarme el discutirlo en
peles».2 A las críticas de este tipo las llamaré críticas por prin- el contexto presente. Si bien voy a abordar esta cuestión más
cipios previos Ambos planteamientos pueden ser utilizados adelante, primero voy a examinar las características de. _la
en la valoración de la validez moral de cada uno de los tipos igualdad utilitarista sin -por el momento- poner en cuest1on
de igualdad, y van a ser, en efecto, empleados en lo que sigue. la posibilidad de fundamentar la importancia moral exclusi-
vamente en la utilidad. Aun cuando ésta sea el único crite-
rio de importancia, queda la cuestión de si la magnitud de
l. LA IGUALDAD UTILITARISTA la utilidad marginal -al margen de la utilidad total de la
que dispone la persona en cuestión- es un indicador ade-
La igualdad utilitarista es la que se puede derivar del con- cuado de la importancia moral. Se puede, por supuesto, defi-
cepto utilitarista de la bondad aplicado a problemas de dis- nir una escala según características de utilidad tal que la
tribución. Tal vez el caso más sencillo sea el «problema de escala de utilidad de cada uno esté coordinada con la de
distribución puro»: el problema de distribuir un pastel ho- todos los demás, de tal modo que la igual importancia social
mogéneo entre un grupo de personas.3 Cada persona está re- se mida simplemente como igual utilidad marginal. Si se
cibiendo una porción mayor de utilidad cuanto más pastel le considera que las comparaciones interpersonales en cuanto a
toque, y el pastel es su única fuente de utilidad; su utilidad importancia no tienen contenido descriptivo alguno, ésta pue-
aumenta a un paso cada vez menor a medida que aumenta de ser la táctica natural que conviene seguir. Sea como sea
su porción. El objetivo utilitarista es aumentar al máximo la que determinemos las importancias sociales relati~a~, la~ uti-
suma total de utilidades, al margen de su distribución, pero lidades marginales atribuidas a cada persona se bmltanan a
eso exige la igualdad de la utilidad marginal de cada uno reflejar esos valores. Esto se puede hacer explíc~tam~~te con
-la utilidad marginal es la utilidad que cada uno obtendría una escala interpersonal adecuada, 10 o de forma Impbcita, ha-
de una unidad más de pastel.4 Según una interpretación, esta ciendo que la escala de la utilidad refleje opciones de su-
igualdad de la utilidad marginal implica la igual considera- puesta incertidumbre asociadas a la «Situación original», con
ción de los intereses de todos.5 la suposición adicional de que la ignorancia se entenderá
Este planteamiento se complica un tanto cuando el tama- como una probabilidad igual de ser cualquiera.U Ésta no es
ño total del pastel no es independiente de su distribución. En la ocasión para entrar en los detalles técnicos de este tipo de
este caso, la maximización del total global de utilidad también ejercicio, pero su esencia consiste en la utiliz~ción de u~ pro-
implica que toda transferencia se realice de modo que el au- cedimiento de cuantificación tal que las medidas de utilidad
mento de la utilidad marginal de los beneficiados iguale la marginal se identifiquen automáticamente como indicadores
pérdida de utilidad marginal de los perjudicados, teniendo de importancia social.
en cuenta el efecto de la transferencia sobre el tamaño y la Este camino hacia el utilitarismo puede hallar poca re-
distribución del pastel.6 Es en este contexto más amplio donde sistencia, pero el que sea poco conflictivo se debe sobre todo
el tipo especial de igualdad en la que insiste el utilitarismo a que dice muy poco. En el momento que pretendamos que
se distingue afirmativamente. Richard Hare ha afirmado que las utilidades y sus comparaciones interpersonales ~i~ne? al-
«el atribuir igual importancia a los intereses iguales de todo gún contenido descriptivo independiente -los utihtanstas
sujeto conduciría al utilitarismo», satisfaciendo, de este modo, han insistido tradicionalmente en que lo hacen-, surge un
el requisito previo de la universalidad? John Harsanyi echa problema. En ese caso podrían surgir conflictos entre la~ uti-
abajo a los no utilitaristas (incluido el conferenciante, me lidades descriptivas y las utilidades debidamente cuantifica-
apresuro a añadir) de un modo similar, al afirmar que el uti- das y esencialmente normativas en función de las que se está
litarismo tiene la capacidad exclusiva de evitar «la discrimi-
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«Obligado• a ser utilitarista. En lo que sigue no voy a decir ginal mueva al perro total. Este supuesto no sería respetado
nada más sobre el utilitarismo a través de la cuantificación con frecuencia, lo que es aún más importante, dado que exis-
interpersonal adecuada, y volveré a examinar la posición uti- ten diferencias obvias y ampliamente conocidas entre los
litarista tradicional, que supone que las utilidades tienen un seres humanos. Uno puede ser fácil de complacer, el siguien-
contenido descriptivo comparable interpersonalmente. Debe- te no... Si consideramos como un principio previo aceptable
mos ocupamos de manera explícita de la relación de la im- el que la igualdad en la distribución de las utilidades totales
portancia moral con estos rasgos descriptivos. tiene algún valor, entonces es que la concepción utilitarista
Esta cuestión puede ser examinada tanto desde el punto de la igualdad está condenada.
de vista de los principios previos como desde el de las im- El reconocimiento de la diversidad de los seres humanos
plicaciones. La crítica que precede al planteamiento de una tiene consecuencias muy serias, que afectan no sólo la con-
alternativa propia en la obra de John Rawls parte fundamen- cepción utilitarista del bien social, sino también otros, inclu-
talmente del planteamiento desde los principios previos, en so (como expondré en seguida) la concepción rawlsiana de
concreto en función de su aceptabilidad en la situación «Ori- la igualdad. Si los seres humanos son idénticos, la aplicación
ginal», afirmando que en la situación postulada de supuesta del principio previo de la universalidad expresado como «atri-
ignorancia la gente no optaría por maximizar la cuantía total buir igual importancia a los intereses iguales de todos los su-
de la utilidad. Pero Rawls también discutió la falta de respe- jetos» se simplifica enormemente. La igualdad de las utilida-
to que comete el utilitarismo contra nuestras concepciones des marginales de todos (que refleja una de las interpreta-
de libertad e igualdad. Algunas respuestas a los argumentos ciones de la igual satisfacción de las necesidades) coincide
de Rawls han reafirmado la necesidad de ser utilitaristas por con la igualdad de utilidades totales (que refleja una inter-
el camino de la «Cuantificación», que discutimos antes y que pretación de lo que es favorecer todos sus intereses por igual).
-en mi opinión- no es una respuesta adecuada a la crítica Con la diversidad, dos pueden avanzar en direcciones contra-
de Rawls. Debo confesar, sin embargo, que encuentro el atrac- rias, y no está nada claro que el «atribuir igual importancia
tivo de la «Situación original» poco seductor, porque considero a los intereses iguales de todos los sujetos» requiera que
que está muy poco claro lo que sería escogido en esa situa- nos concentremos en uno de los dos parámetros, abandonan-
ción. Tampoco es muy evidente que una elección prudente do por completo el otro.
en una situación de supuesto desconocimiento pueda propor- La perspectiva de las implicaciones puede ser utilizada
cionar un fundamento adecuado para el juicio moral en si- 1 también para desarrollar una crítica relacionada con la an-
tuaciones no-originales (o sea, de la vida real). 12 Creo, sin em- terior, y he intentado presentar esa crítica en otra ocasión. 14
bargo, que las críticas más directas de Rawls en cuestiones Por ejemplo, si cierta persona inválida A obtiene la mitad de
de libertad e igualdad sí conservan su fuerza. la utilidad que un vividor llamado B de cualquier nivel de
En lo que se refiere a la distribución de las utilidades, no
podemos negar que el utilitarismo no resultaría cómodo. El
1
~
ingresos, el problema puro de distribución utilitarista con-
cedería al vividor unos ingresos superiores al inválido A. El
aumento más mínimo de la suma total de las utilidades ten- inválido se encontraría entonces en desventaja por partida
dría como fin el contrapesar las desigualdades más eviden- doble: porque extrae menos utilidad del mismo nivel de in-
tes en la distribución. Este problema se podría evitar en cier- gresos, y porque tiene unos ingresos menores. El utilitarismo
tos supuestos, como en el caso de que todos tuvieran la conduciría a este resultado como consecuencia de su cerrada
misma función de utilidad. En el problema puro de distribu- preocupación por la maximización de la suma total de la
ción, esta suposición implicaría, según el ideal utilitarista, utilidad, la eficacia superior del vividor en la producción de
que el total de las utilidades de cada uno tendría que ser utilidad le permitirían quitar ingresos del inválido, que es
igual. 13 Esto sucede porque, al equiparar las utilidades mar- menos eficiente.
ginales, también estaríamos equiparando el total de las uti- Dado que este ejemplo ya ha sido discutido,15 tal vez debe-
lidades, si todos tienen la misma función de utilidad. Este ría explicar qué se está afirmando y qué no. En primer lugar,
igualitarismo, sin embargo, es consecuencia de la azarosidad, no se afirma que alguien que tenga una utilidad total inferior
y el resultado accidental de que la sacudida de la cola mar- (por ejemplo, un inválido) a cualquier nivel económico deba
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por necesidad tener una utilidad marginal inferior. Esto será logra reflejar la importancia de la ventaja global para los
cierto en ciertos niveles de ingresos, pero no siempre. De
hecho, puede suceder lo contrario si se distribuyen los ingre-

'.'
~
requisitos de la igualdad. Las críticas basadas en principios
previos pueden ser suplementadas con críticas basadas en las
sos de forma equitativa. En ese caso, incluso el utilitarismo implicaciones utilizando esta despreocupación que demues-
concedería ingresos superiores al inválido que al no inválido, tran los utilitaristas por las cuestiones de distribución, si no
al ser éste un productor de utilidad más eficiente. Lo que es al nivel completamente marginal.
quiero señalar es que no existe garantía alguna de que suceda
esto, y más concretamente, en caso de que el inválido no sólo
resultara menos favorecido en su utilidad total, sino que ade- 2. LA IGUALDAD DEL TOTAL DE UTILIDAD
más fuera menos eficiente en la conversión de ingresos en
utilidad en todos los aspectos (o incluso sólo en la cuestión El welfarism («bienestarismo») es la opinión según la cual
de la distribución equitativa de los ingresos), el utilitarismo se puede juzgar totalmente la bondad de una situación según
multiplicaría su desventaja dándole unos ingresos menores, lo la bondad de las utilidades de esa situaciónP l!sta es una vi-
que se sumaría a su menor capacidad de producir utilidad sión menos exigente que la del utilitarismo, en cuanto que no
con unos mismos ingresos. La cuestión, por supuesto, no son requiere -además- que la bondad de las utilidades sea juz-
los inválidos en general, ni la gente con una desventaja total gada según su total global. El utilitarismo es, en este sentido,
de utilidad, sino la gente -incluidos los inválidos- con des-· un caso particular de «bienestarismo», y constituye una ejem-
ventajas tanto de utilidad total como de utilidad marginal en plificación del mismo. Otro caso distinguido es el criterio de
los puntos relevantes. juzgar la bondad de un Estado según el nivel de utilidad de
En segundo lugar, el contenido descriptivo de la utilidad la persona menos favorecida de aquel Estado, un criterio fre-
es bastante importante en este contexto. Obviamente, si las cuentemente atribuido a John Rawls. (¡Excepto por el mismo
utilidades se cuantificaran de modo que reflejaran la impor- John Rawls! 1!1 utiliza siempre los bienes sociales primarios,
tancia moral, entonces querer dar prioridad a los ingresos en vez de las utilidades, como índices de ventaja, como vere-
para los inválidos sería atribuir a los ingresos de los inváli- mos en seguida.) También se puede tomar otra función de
dos una mayor «Utilidad marginal»; pero esto es -como ya las utilidades que no sea ni el total ni el elemento mínimo.
hemos visto- un sentido muy especial de la utilidad, que La igualdad utilitarista es un tipo de igualdad bienesta-
carece de contenido descriptivo. En lo relativo a los rasgos rista. Hay otros, entre los que destaca la igualdad del total de
descriptivos, lo que se está suponiendo en nuestro ejemplo utilidad. Resulta tentador considerar esto como una analogía
es que se puede ayudar al minusválido dándole ingresos, pero de un cambio de centro de atención del utilitarismo de la
el aumento de su utilidad como consecuencia de un aumento utilidad marginal a la utilidad total. Esta correspondencia es,
marginal de sus ingresos es menor -según los criterios des- sin embargo, bastante menos estricta de lo que podría pare-
criptivos aceptados- que dar esa unidad de ingresos al vivi- cer a primera vista. En primer lugar, aunque los economis-
dor, si ambos tienen inicialmente los mismos ingresos. tas tendamos a hablar de lo marginal y lo total como perte-
Por último, el problema para el utilitarismo en esta argu- necientes a un mismo plano del discurso, existe una impor-
mentación por las implicaciones no depende de un supuesto tante diferencia entre los dos. La idea de lo marginal es esen-
implícito de que el derecho a mayores ingresos como conse- cialmente condicional: la utilidad marginal es la utilidad que
cuencia de una desventaja debe dominar sobre el derecho que se generaría si la persona dispusiera de una unidad más de
se derive de un alto nivel de utilidad marginaV6 Un sistema ingresos. Contrasta lo que se observa con aquello que supues-
que concediera cierta importancia a ambas demandas aún no tamente observaría sí cambiara algo: en este caso, si los in-
lograría cumplir la fórmula utilitarista del bien social, que gresos hubieran aumentado en una unidad. El total no es, en
exige una atención exclusiva a la segunda de estas demandas. cambio, una idea inherentemente condicional; el que sea o
Esta estrechez es lo que hace tan limitada la concepción uti- no depende de la variable a la que corresponda el total. En
litarista de la igualdad. Aun cuando la utilidad se acepte como el caso de las utilidades, si se toman como hechos observa-
fundamento único de la importancia moral, el utilitarismo no dos, la utilidad total no será un hecho condicional. De este
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modo, la igualdad del total de utilidad está sujeta a observa- y las magnitudes exactas de a, b, e y d no afectan para nada
ción directa, mientras que la igualdad utilitarista no lo está, esta comparación. Si nos interesara exclusivamente la igual-
dado que esta última requiere hipótesis acerca de lo que po- dad, podríamos afirmar que (b, e) es superior -o, al menos,
dría haber sucedido en distintas circunstancias. Este con- no inferior- a (a, d). Este requisito se puede ver como una
traste tiene como origen fácilmente detectable el hecho de versión fuerte de preferir la igualdad de las distribuciones de
que la igualdad utilitarista es esencialmente una consecuencia utilidad, y se le puede llamar «preferencia por la igualdad
de la maximización, que es, a su vez, una idea condicional, de utilidad». Es posible combinar esto con un axioma crea-
mientras que la igualdad del total de utilidad es la igualdad do por Patrick Suppes que refleja la idea de dominancia de
de una serie de magnitudes observables directamente. una distribución de utilidad sobre otra, en el sentido de que
En segundo lugar, el utilitarismo nos proporciona una cada elemento de una distribución sea, como mínimo, tan
ordenación completa de todas las distribuciones de utilidad grande como el elemento correspondiente de la otra distri-
-la lista que refleja el orden de los totales de cada una de bución.19 En el caso de dos personas, esto requiere que se
las utilidades-, pero, en cambio, tal y como se ha especifica- considere el Estado x como mínimo tan bueno como el Es-
do hasta el momento, la igualdad del total de utilidad se li- tado y, tanto si cada persona en el Estado x tiene al menos
mita a indicar el caso de la igualdad total. Cuando se trata tanta utilidad como él mismo en el Estado y, o si cada per-
de dos casos de distribuciones desiguales, hay que decir algo sona en el Estado x tiene al menos tanta utilidad como el
más para que puedan ser clasificados. La clasificación puede otro en el Estado y. Si, además, al menos uno de ellos tiene
completarse de muchas maneras. realmente más, entonces, por supuesto, se podría considerar
Un modo de conseguir completar una clasificación es el x como estrictamente mejor (y no meramente tan bueno
que nos proporciona la versión lexicográfica de la regla del como). Si este principio de Suppes y la «preferencia por la
máximo, que se asocia con el principio de la diferencia de igualdad de distribución» se combinan, nos vemos empujados
Rawls, aunque se interprete en función de las utilidades, en hacia el leximin. De hecho, el leximin puede derivarse por
vez de los bienes primarios. En este caso la bondad de una completo de estos dos principios si exigimos que el plantea-
situación se juzga según el nivel de utilidad de la persona miento nos proporcione una ordenación de todos los Estados
menos favorecida de esa situación; pero si las personas me- posibles, al margen de los valores concretos de las utilidades
nos favorecidas de dos estados tienen, respectivamente, el individuales comparables interpersonalmente (lo que recibe el
mismo nivel de utilidad, entonces se les clasifica según el nivel nombre de «dominio no restringido»), y que la clasificación
de utilidad del segundo en la clasificación de los menos fa- de cualquiera de esos dos Estados sólo debe depender de la
vorecidos. Si éstos también están empatados, se pasa al nivel información sobre la utilidad que concierna a esos Estados (a
del tercero, etc. Si ambas distribuciones se corresponden a lo que llamamos «independencia»).
todos los niveles, desde el primero hasta el último, es que En la medida en que los requisitos distintos de la prefe-
ambas distribuciones son igual de buenas. Siguiendo una con- rencia por la igualdad de distribución (o sea, el principio de
vención establecida en la teoría de la elección social, llamaré Suppes, el dominio no restringido, y la independencia) se
a esto leximin. consideran aceptables -y, en efecto, se han utilizado de for-
¿De qué modo conduce al leximin la igualdad total de uti- ma extendida en las obras sobre la opción social- el leximin
lidad? Cuando se combinan con algunos otros axiomas, y de puede considerarse el concomitante natural de la concesión
hecho, el análisis es muy paralelo a derivaciones axiomáticas de prioridad a la concepción de igualdad, centrándose en el
del principio de la diferencia de varios autores. 18 Consideren total de utilidad.
cuatro niveles de utilidad, a, b, e y d, en orden de magnitud Debería resultar obvio, sin embargo, que el leximin puede
decreciente. Siempre se puede afirmar que, en un sentido ma- ser criticado con relativa facilidad desde el punto de vista de
nifiesto, la pareja de los puntos extremos (a, d) muestra los principios previos, y también desde la perspectiva de las
una desigualdad mayor que la pareja de los dos puntos inter- implicaciones. Del mismo modo que el utilitarismo no tiene
medios (b, e). Observen que se trata de una comparación me- en cuenta la importancia de los derechos que se pudieran de-
ramente ordinal, basada exclusivamente en la clasificación, rivar de la desventaja, el leximin no tiene en cuenta la inten-
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sidad de las necesidades. La característica ordinal que seña- gularidad -es decir, un dominio no restringido e indepen-
lamos al presentar el axioma de la preferencia por la igualdad dencia, leximin-2 implica lógicamente leximin en general.21
de distribución hace que este planteamiento no responda a Es decir, dadas estas condiciones de regularidad, no hay ma-
las magnitudes de las ganancias o pérdidas de utilidad poten- nera de conservar la sensibilidad moral del número de per-
cial. Mientras que en la crítica del utilitarismo que presenté sonas en cada bando recurriendo a los requisitos limitados de
antes defendí la inconveniencia de tratar estas ganancias o leximin-2, sin que nos encontremos con el mismo leximin.
pérdidas potenciales como la única base para el juicio moral, Parece que la indiferencia hacia las cuestiones de intensidad
no afirmé, por supuesto, que no tuvieran relevancia moral al- respecto de las utilidades implica indiferencia a las cuestio-
guna. Volvamos a la comparación de (a, d) frente a (b, e) que nes numéricas relativas al número de personas en cada ban-
vimos antes, y hagamos que (b, e) represente (3, 2). La prefe- do. Una indiferencia numérica genera la otra.
rencia por la igualdad de distribución defendería la superio- Dado el carácter de estas críticas de la igualdad utilita-
ridad de (3, 2) sobre (10, 1) y también sobre (4, 1). En realidad, rista y de la igualdad total de utilidad, respectivamente, es
no distinguiría en absoluto entre estos dos últimos casos. natural preguntarse si no habría alguna combinación de am-
Esta despreocupación por las cuestiones intensidad hace re- bas que pudiera satisfacer ambos conjuntos de objeciones. Si
lativamente fácil criticar el leximin, ya sea mostrando cómo atacamos el utilitarismo por su falta de consideración de las
no cumple principios previos tales como «dar igual impor- desigualdades de la distribución de la utilidad, y se critica el
tancia a los intereses iguales de todos los sujetos», o indican- leximin por su falta de atención a las magnitudes de las ga-
do sus implicaciones, un tanto austeras, en casos específicos. nancias y pérdidas de utilidad, e incluso a la cantidad de su-
Aparte de su indiferencia hacia las cuestiones de intensi- jetos implicados, ¿no sería una solución correcta optar por
dad, leximin tampoco tiene especial interés por las cuestio- una combinación intermedia entre ambos? Aquí es donde se
nes numéricas, y no toma en cuenta para nada el número de hace crucial la cuestión relegada desde hace mucho tiem-
personas cuyos intereses se ven apartados en el intento de po, acerca de la relación entre la utilidad y el valor moral.
favorecer los intereses de los menos aventajados. La posición 1, Mientras el utilitarismo y el leximin son claramente distin-
·más desfavorecida es la que manda, y no importa si esto es tos en cuanto el uso que hacen de la información acerca de
contrario a los intereses de otra persona, o de un millón, o la utilidad, ambos comparten una preocupación exclusiva por
los de mil millones de personas. A veces se afirma que el lexi- los datos relativos a la utilidad. Si las consideraciones no
min no sería un criterio tan extremo si se pudiera modificar relativas a la utilidad tienen alguna función en alguno de los
de modo que esta falta de influencia de los números se evi- dos planteamientos, éste es resultado de la función que de-
tara, y se diera preferencia a los intereses de una persona sempeñan en la determinación de las utilidades, o tal vez
desfavorecida sobre los de una persona privilegiada, pero no como sucedáneos de la información relativa a la utilidad, a
necesariamente contra los intereses de más de una persona falta de datos adecuados. Una combinación de utilitarismo y
privilegiada. En realidad, se puede definir una versión menos leximin seguiría estando atrapada en el cajón del bienestaris-
exigente del leximin, al que podemos llamar leximin-2, que mo, y está por ver si el bienestarismo mismo es adecuado,
consistiera en aplicar el principio del leximin si a todas las en cuanto planteamiento general.
personas menos a dos les es indiferente qué alternativa de ¡' Un aspecto del carácter obtuso del bienestarismo fue cla-
las dos que se ofrecen se elija, pero no necesariamente de lo ramente examinado por John Rawls.
contrario. Leximin-2, en cuanto solución intermedia, seguirá
sin tener en cuenta las cuestiones de intensidad en las mag- Al calcular el balance máximo de satisfacción, no im-
nitudes de las utilidades de las dos personas interesadas, pero porta -a no ser que sea indirectamente- cuál sea el objeto
de su deseo. Debemos organizar las instituciones de modo
no tiene por qué verse limitado por las cuestiones cuantita- que obtengamos el mayor total de satisfacciones; no hace-
tivas referentes a los números de personas: la prioridad favo- mos preguntas acerca de su origen o cualidad, sino sólo
rece a una persona sobre otra (también sólo una).20 cómo afectaría su satisfacción el total del bienestar ... Así,
Es interesante que aquí intervenga un problema de con- si los hombres obtienen placer discriminándose mutuamen-
sistencia. Se puede demostrar que en las condiciones de re- te, o sometiendo a los demás a un grado menor de libertad
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como medio para aumentar su propia estima, entonces de- en el juicio moral es una cuestión principal implicada en la
bemos considerar la satisfacción de estos deseos en nuestra discusión del bienestarismo. Las consideraciones libertarias
deliberación junto con los demás, valorándolos según su apuntan a cierto tipo de información no relativa a la utilidad,
intensidad u otro criterio ... En la justicia en cuanto equi- y esto puede implicar, como he afirmado en otra ocasión, el
dad, en cambio, las personas aceptan por adelantado un rechazo del llamado principio de Pareto, basado en la do-
princ'ipio de igual libertad, y lo hacen sin conocimiento de
sus fines más particulares ... Un individuo que descubra que minancia de la utilidad.24 Pero hay otros tipos de informa-
disfruta viendo a otros ocupando posiciones de menor li- ción no relativa a la utilidad, que han sido calificadas de in-
bertad sabe que no tiene ningún derecho a esta diversión. trínsecamente importantes. Tim Scanlon ha considerado re-
El placer que obtiene de la privación ajena es intrínseca- cientemente el contraste entre la «urgencia» y la utilidad (o
mente malo: es una satisfacción que requiere la violación la intensidad de la preferencia). También ha afirmado que
de un principio al que daría su aprobación en la situación «los criterios del bienestar que aplicamos de hecho al formu-
originai.22 lar juicios morales son objetivos», y que supone que el ni-
vel de bienestar es «independiente de las preferencias y los
Resulta fácil ver que este mismo argumento resulta váli- intereses de aquella persona».25 Estos criterios morales esta-
do no sólo contra el utilitarismo, sino contra la idoneidad de rían, pues, en conflicto con las moralidades utilitaristas -y,
la información de utilidad para los juicios morales sobre si- de forma más general (Scanlon podría haber afirmado) con
tuaciones, y es, pues, un ataque contra el bienestarismo en las bienestaristas-, al margen de si se interpreta la utilidad
general. En segundo lugar, está claro que, en cuanto crítica como placer o -según es cada vez más frecuente en los últi-
del bienestarismo -y aún más como crítica del utilitarismo- mos tiempos- como realización de los deseos.
este argumento utiliza un principio que es innecesariamente Pero reconocer la relevancia de factores objetivos no re-
fuerte. Si los placeres resultantes de la «privación ajena» no quiere que se considere el bienestar como algo independiente
se consideraran intrínsecamente malos, y ni siquiera se tu- de las preferencias personales, y las categorías de Scanlon
viesen en cuenta, seguiría siendo válido el rechazo al bienes- son demasiado puras; por ejemplo, una falta de equiparación
tarismo. Aunque se consideraran dotados de valor esos pla- entre las acciones relativas a uno mismo y las acciones rela-
ceres, pero menos dotados que los placeres procedentes de tivas a los demás tal vez sea mortal para el utilitarismo, pero
otras fuentes (como por ejemplo, el disfrutar de la comida, la diferencia no es, por supuesto, independiente de las pre-
el trabajo o el ocio), el bienestarismo seguiría siendo re- ferencias y los rasgos subjetivos. Las consideraciones «obje-
chazado. La cuestión, como señaló John Stuart Mill, es la tivas» pueden ser tenidas en cuenta junto con las preferencias
falta de paridad entre las distintas fuentes de utilidad. 23 de la persona. Lo que sí se requiere es la negación de que se
El bienestarismo exige suscribir no sólo la intuición muy ex- juzgue el bienestar de aquella persona exclusivamente en fun-
tendida de que cualquier placer tiene un valor -y se ten- ción de sus utilidades. Si tales juicios tienen en cuenta los
dría que ser un aguafiestas para disentir de esto-, sino tam- placeres y los deseos de esa persona, pero también ciertos
bién la afirmación, mucho más dudosa, de que los placeres factores objetivos, como si padece frío o hambre o está opri-
pueden valorarse relativamente sólo según sus respectivas in- mida, el cálculo resultante seguiría sin ser bienestarista. El
tensidades, con independencia de la fuente de ese placer y bienestarismo es una opinión extremista, y su negación puede
la actividad que lo acompaña. Por último, el argumento de adoptar muchas formas distintas -puras y compuestas-
Rawls supone una referencia al principio previo de equiparar siempre y cuando se evite dejar completamente de lado toda
la justicia moral con la aceptabilidad prudencial en la situa- información que no sea relativa a la utilidad.
ción original. Incluso aquellos que no aceptan ese principio En segundo lugar, también está claro que la idea de ur-
previo podrían rechazar la cuantificación estricta de la utili- gencia no tiene por qué funcionar sólo a través de los deter-
dad del bienestarismo, al margen de cualquier otra informa- minantes del bienestar personal, por muy ampliamente que lo
ción, por referencia a otros principios previos, como, por entendamos. Por ejemplo, la afirmación de que no se debe
ejemplo, el del valor irreductible de la libertad. explotar a nadie en el trabajo no se basa en añadir la explo-
La relevancia de la información no relativa a la utilidad tación como un parámetro más en la especificación del bienes-
148 AMARTYA SEN LIBERTAD, IGUALDAD Y DERECHO 149

tar con otros factores tales como los ingresos y el esfuerzo, las ventajas en función de un índice de bienes primarios.
sino en la opinión moral de que una persona tiene derecho a Pero dada la prioridad del principio de la libertad, no se per-
recibir aquello que -según cierta interpretación de la pro- miten contrapartidas entre pérdidas de libertades fundamen-
ducción- ha producido. De forma parecida, la urgencia que tales y ganancias económicas o sociales.
resulta de principios tales como «paga igual por trabajo igual» Herbert Hart cuestionó de forma convincente los argu-
incide directamente en la discriminación sin tener que rede- mentos que ofrecía Rawls a favor de la prioridad de la liber-
finir la idea de bienestar personal para tener en cuenta esa tad,27 pero no me voy a ocupar de esa cuestión en esta confe-
discriminación. Se podría decir, por ejemplo: «Ella debe re- rencia. Lo que resulta crucial para la cuestión que estamos
cibir un sueldo igual al de los hombres que hacen ese traba- discutiendo es la concentración sobre paquetes de bienes so-
jo, no sólo porque de lo contrario tendría un nivel de bienes- ciales primarios. Algunos de los problemas que he intentado
tar inferior a los otros, sino simplemente porque está hacien- examinar no son relevantes al caso de la búsqueda de la igual-
do el mismo trabajo que los hombres, y ¿por qué se le va a dad rawlsiana; los criterios objetivos del bienestar pueden ser
pagar menos?» Estas exigencias morales, basadas en concep- satisfechos directamente de los índices de bienes primarios.
ciones no utilitaristas de la igualdad, han desempeñado im- Lo mismo sucede con la negación formulada por Mili de la
portantes funciones en movimientos sociales, y parece que es partida entre los placeres de distintos orígenes, dado que se
difícil sostener la hipótesis de que se trata de reclamaciones pueden diferenciar las fuentes según el carácter de los bie-
meramente «instrumentales», justificadas en última instancia nes. Es más, mientras que el principio de la diferencia es
por sus repercusiones indirectas en la realización de objeti- igualitario de un modo similar al leximin, evita, en cambio,
vos bienestaristas, u otros objetivos basados en el bienestar. ese rasgo tan criticado del leximin, de conceder más ingresos
La separación entre urgencia y utilidad puede surgir de a la gente difícil de complacer, que tienen que ser rociados
dos orígenes distintos. Uno separa la idea de bienestar per- con champán y enterrados con caviar para que alcancen un ni-
sonal de la utilidad, y el otro hace que la urgencia no sea vel normal de utilidad, que cualquiera alcanza con un boca-
función sólo del bienestar. Pero, a la vez, el primero no re- dillo y una cerveza. Como la ventaja no se valora en fun-
quiere que el bienestar sea independiente de la utilidad, y el ción de la utilidad, sino a través del índice de bienes prima-
segundo no hace necesaria una idea de urgencia independiente rios, los gustos lujosos dejan de ser causa de obtener mayo-
del bienestar personal. El bienestarismo es una posición pu- res ingresos. Rawls justifica esto en función de la responsa-
rista, y debe evitar cualquier contaminación de cualquiera bilidad de cada uno para con sus objetivos.
de estas fuentes. ¿Qué pasa con el minusválido que tenía una desventaja
de utilidad, como vimos antes? Leximin le concederá unos
L ingresos superiores en el caso de distribución pura. El uti-
3. LA IGUALDAD RAWLSIANA ,
Í'
litarismo, observé entonces, le concedería menos. El princi-
pio de la diferencia no le concede ni más ni menos, por mo-
Los «dos principios de la justicia» de Rawls caracterizan tivo de su minusvalía. Esto puede parecer muy duro, y yo creo
la necesidad de una igualdad según lo que él llamó «bienes que lo es. Rawls lo justifica indicando que «los casos duros
primarios sociales».26 ~stos son «cosas que se supone que pueden distraer nuestra percepción moral, induciéndonos a
quiere todo hombre racional», e incluyen «derechos, liberta- pensar en aquellos que están lejos de nosotros, y cuya suerte
des, oportunidades, ingresos y riqueza, y los fundamentos suscita en nosotros compasión y malestar». 28 Tal vez sea cier-
sociales de la propia estima». Las libertades fundamentales to, pero los casos difíciles no dejan, por ello, de existir, y
se consideran aparte, como prioritarias sobre los demás bie- considerar como moralmente irrelevantes los casos de los mi-
nes primarios, por lo que se concede prioridad al principio nusválidos y los enfermos físicos o mentales, o excluirlos con
que exige que «Cada persona tenga un derecho igual a la el temor de cometer un error, puede garantizar que se cometa
libertad fundamental más extensa compatible con la pose- el error contrario.
sión ajena de esa misma libertad». El segundo principio com- Y el problema no se acaba con los casos difíciles. El plan-
plementa el primero, exigiendo eficacia e igualdad, valorando teamiento de los bienes primarios parece tener poco en cuen-
150 AMARTYA SEN LIBERTAD, IGUALDAD Y DERECHO 151

ta la diversidad de la especie humana. En el contexto de la va- persona no tengan nada que ver directamente con la felicidad
loración de la igualdad utilitarista se afirmó que si las per- y la realización de los deseos. Incluso visto según el princi-
sonas fueran fundamentalmente similares respecto a las fun- pio previo de la aceptabilidad prudencial en la «situación ori-
ciones de utilidad, la preocupación utilitarista por maximizar ginal», no está nada claro el motivo por el que la gente en la
el total de las utilidades nos llevaría simultáneamente en di- situación original debería suponerse tan indiferente a las ale-
rección a una igualdad de niveles de utilidad. El utilitarismo, grías y los sufrimientos resultantes de ocupar cierta posición
en ese caso, resultaría muchísimo más atractivo si la gente o, si no lo está, por qué se debe considerar esta preocupación
fuera de verdad similar. Se puede hacer el comentario corres- por las alegrías y los sufrimientos como moralmente irre-
pondiente sobre el principio de la diferencia de Rawls. Si la levante.
gente fuera fundamentalmente esencial, el índice de bienes
primarios podría ser un método bastante bueno para juzgar
las ventajas de cada uno. Pero, en realidad, resulta que la 4. IGUALDAD DE LA CAPACIDAD BÁSICA
gente tiene necesidades muy distintas, que varían con ·su es-
tado de salud, su longevidad, las condiciones climáticas, el lu- Esto nos lleva a la siguiente cuestión: ¿No podríamos cons-
gar geográfico, las condiciones de trabajo, el temperamento, truir una teoría adecuada de la igualdad basada en la com-
e incluso el tamaño del cuerpo (que afecta a sus necesidades binación de la igualdad de Rawls y la de las dos concepciones
de comida y ropa). No se trata, pues, de dejar de lado unos bienestaristas, con algunos intercambios entre los tres? Quie-
cuantos casos difíciles, sino de no tener en cuenta diferen- ro examinar brevemente por qué creo que esto también sería
cias muy reales y extendidas. El juzgar los niveles de venta- deficiente desde el punto de vista de la información. Esto se
ja exclusivamente en función de los bienes primarios nos con- puede afirmar fácilmente, por supuesto, si se reconocen como
duce a una moralidad parcialmente ciega. legítimas las afirmaciones que resulten de consideraciones no
De hecho, se puede afirmar que existe un elemento de feti- relativas al bienestar. La no explotación o la no discrimina-
chismo en la estructura rawlsiana. Rawls toma los bienes ción requieren el uso de información que no queda plena-
primarios como la materialización de la favorabilidad de una mente reflejada ni en la utilidad ni en los bienes primarios.
condición, en vez de considerar estas ventajas como una re- Pueden producirse otras concepciones de los derechos que
lación entre las personas y los bienes. El utilitarismo o el vayan más allá de la preocupación exclusiva por el bienestar
leximin o -ya más en general- el bienestarismo, no tiene personal. En lo que sigue, sin embargo, no introduciré estos
este fetichismo, dado que las utilidades reflejan un cierto conceptos. Mi caballo de batalla es la afirmación de que in-
tipo de relación entre los bienes y las personas. Los ingresos cluso el concepto de necesidades no se refleja adecuadamente
y la riqueza, por ejemplo, no se valoran por unidades físicas en la información sobre los bienes primarios y la utilidad.
en el utilitarismo, sino en función de su capacidad para crear Haré uso de una argumentación por las implicaciones. Su-
felicidad humana o de satisfacer deseos humanos. Aunque pongamos, de nuevo, a un inválido con una desventaja de uti-
no se considere que la utilidad sea el planteamiento adecua- lidad marginal. Ya vimos que el utilitarismo no haría nada
do para ver la relación entre la persona y los bienes, un sis- por él; al contrario, le concedería unos ingresos inferiores a
tema que se basa exclusivamente en los bienes supone un los de un hombre sano. Tampoco le ayudaría el principio de
modo peculiar de valorar la favorabilidad. la diferencia. Sí tuvo un trato preferente bajo el leximin, sin
También puede afirmarse que, mientras que la utilidad en embargo, y, de forma más general, según los criterios que pro-
forma de felicidad o realización de deseos puede ser un índice tejan la igualdad total. Su bajo nivel de utilidad total es el
poco adecuado de la urgencia, el sistema de Rawls afirma que fundamento de sus derechos. Pero supongamos que no está
es irrelevante para la urgencia, lo que supone una afirmación en desventaja de utilidad respecto a los demás, a pesar de su
mucho más fuerte. Esta distinción la vimos antes, al valorar problema, como consecuencia de otros rasgos de utilidad.
el bienestarismo, y se indicó que el rechazo del bienestarismo Podría porque tiene muy buen carácter. O porque tiene un
no tiene por qué llevarnos no atribuir función alguna a la nivel de aspiraciones bajo, y ya se siente feliz si ve un arco
utilidad. Parece difícil de justificar que los intereses de una iris. O porque su religiosidad le induce a pensar que será
152 AMARTYA SEN
LIBERTAD, IGUALDAD Y DERECHO \ 153
recompensado en la otra vida, o acepta alegremente lo que
considera un justo castigo por fechorías cometidas en una en- lo que los bienes suponen para los seres humanos. Rawls mis-
carnación anterior. La cuestión es que, a pesar de su desven- mo justifica el juzgar la favorabilidad en función de los bie-
taja de utilidad marginal, ya no tiene una privación a nivel ne_s P!imarios por referencia a las capacidades, aunque sus
de utilidad total. Ahora ni siquiera el leximin -o cualquier cntenos acaben por centrarse en los bienes por sí mismos:
otro criterio que se centre en la utilidad total- puede ayu- en los ingresos, y no lo que hacen esos ingresos, en las «bases
darle. Si seguimos pensando que tiene necesidades, en cuan- sociales de la propia estima», en vez de en la misma propia
to minusválido, que deben ser satisfechas, ese derecho no se estima, etc. Si los seres humanos fueran muy similares, esto
basará ni en una alta utilidad marginal, ni una escasa uti- no tendría mucha importancia, pero la experiencia indica que
lidad total, ni -por supuesto- en función de la privación la conversión de los bienes en capacidades cambia de una
de bienes primarios. persona a la siguiente sustancialmente, y la igualdad de lo pri-
Se podría discutir si lo que falta en este sistema es algún mero puede estar alejada de la igualdad de lo segundo.
concepto de <<Capacidades básicas»: el que una persona sea . Hay, por supuesto, muchos problemas con el concepto de
capaz de hacer ciertas cosas básicas. La capacidad de despla- <<Igualdad de capacidades básicas». En particular, el proble-
zarse resulta relevante en este caso, pero se pueden conside- ma de establecer un índice de los grupos de capacidades bá-
rar otras, como, por ejemplo, la capacidad de satisfacer las sicas es serio. Es, de muchas maneras, un problema compa-
propias necesidades alimentarias, disponer de medios para rable con el establecimiento de un índice de bienes primarios
vestirse y tener alojamiento, o la capacidad de participar en en el contexto de la libertad rawlsiana. l!ste no es el lugar
la vida social de la comunidad. La idea de urgencia, relacio- de entrar en los detalles técnicos que acompañan una cues-
nada con esto, no se refleja plenamente ni en la utilidad, ni tión como el establecimiento de un índice, pero está claro
en los bienes primarios, ni en combinación alguna de ambos. que cualquier ordenación parcial que pueda hacerse en fun-
Los bienes primarios padecen del defecto fetichista de ocu- ción de la uniformidad aproximada de las preferencias per-
parse de los bienes, y aunque la lista de bienes se especifica sonales debe suplementarse con convenciones establecidas
de un modo amplio e inclusivo, abarcando derechos, liberta- acerca de la importancia relativa.
des, oportunidades, ingresos, riqueza y las bases sociales de Las ideas sobre la importancia relativa están, por supues-
la propia estima, sigue ocupándose de las cosas buenas, en to, condicionadas por el carácter mismo de la sociedad. El
vez de lo que suponen esas cosas para los seres humanos. La concepto de igualdad de capacidades básicas es muy general,
utilidad, en cambio, sí se ocupa de lo que esas cosas suponen pero cualquiera de sus aplicaciones debe ser un tanto espe-
para las personas, pero no valora lo que la persona hace con cífica culturalmente, sobre todo en la valoración relativa de
ellos, sino su reacción mental. Sigue faltando algo de la lista las capacidades. Mientras que la igualdad rawlsiana posee la
combinada de utilidades y bienes primarios. Si se afirma que ~aracterística de ser culturalmente específica y fetichista, la
deben dedicarse recursos a eliminar o reducir sustancialmen- Igualdad de capacidades básicas evita el fetichismo, pero si-
te la desventaja de un inválido a pesar de que no exista ar- gue siendo culturalmente específica. De hecho, la igualdad
gumento alguno basado en la utilidad marginal (dado que es de capacidades básicas puede verse, en esencia, como una
tan caro) ni en la utilidad total (dado que está tan satisfe- extensión en dirección no fetichista de los planteamientos de
cho), debemos apoyamos en otro argumento. En mi opinión, Rawls.
lo que se está discutiendo es la interpretación de las nece-
sidades como capacidades básicas. Esta interpretación de las
necesidades y los intereses está frecuentemente implícita en 5. COMENTARIOS FINALES

las exigencias de igualdad. A este tipo de igualdad la llamaré


<<igualdad de capacidad básica». Termino con tres comentarios. En primer lugar, no afir-
El interés por las capacidades básicas puede verse como mo que igualdad de capacidades básicas sea la única guía del
una extensión natural de la preocupación de Rawls por los bien moral. La moralidad, para empezar, no se ocupa sólo de
bienes primarios, desplazando la atención de los bienes, a la igualdad. Por otra parte, si bien sí afirmo que la igualdad
de capacidades básicas tiene ciertas ventajas claras sobre
154 AMARTYA SEN LIBERTAD, IGUALDAD Y DERECHO 155

otros tipos de igualdad, no creo que los otros sean moral- 1952; «Ethical Theory and Utilitarianism•, en H. D. Lewis, ed., Con-
mente irrelevantes. La igualdad de capacidades básicas es temporary British Philosophy, Londres, AIIen and Unwin, 1976, pá-
ginas 116-117.
una guía parcial a la porción del bien moral que se ocupa de 3. He intentado utilizar este formato para realizar una contrasta-
la igualdad. He intentado demostrar que como guía parcial ción axiomática entre los criterios rawlsianos y utilitaristas en cRawls
tiene sus virtudes que no poseen otras caracterizaciones de versus Bentham: An Axioma tic Examination of the Pure Distribution
Problem•, en Theory and Decision, 4, 1974; reimpreso en N. Daniels,
la libertad. ed., Reading Rawls, Oxford, Blackweii, 1975. Véanse también L. Kern,
En segundo lugar, el índice de las capacidades básicas, al cComparative Distributive Ethics: An Extension of Sen's Examination
igual que el de la utilidad, puede ser utilizado de muchas of the Pure Distribution Problem», en W. H. Gottinger y W. Leinfeiler,
maneras distintas. La igualdad de capacidades básicas corres- eds., Decision Theory and Social Ethics, Dordrecht, Reidel, 1978, y
ponde a la igualdad del total de utilidad, y puede ser amplia- J. P. Griffin, cEquality: On Sen's Equity Axiom•, Keble Coilege, Ox-
ford, 1978, fotocopiado.
do en distintos sentidos, como por ejemplo a un leximin de 4. La condición de la igualdad se tendría que sustituir por una
las capacidades básicas. Por otra parte, el índice también pue- combinación correspondiente de requisitos de desigualdad cuando las
de usarse de un modo similar al utilitarismo, valorando un propiedades apropiadas de «desigualdad» no resulten válidas. Dificul-
derecho en función de la contribución incremental al aumen- tades más importantes surgen en el caso de las cno convexidades•
(como, por ejemplo, los aumentos de utilidad marginal).
to del valor del índice. La principal diferencia se da al cen- S. J. Harsanyi, «Can the Maxim Principie Serve as Basis for Mo-
trarse en una magnitud que no sea ni la utilidad ni el índice rality? A Critique of John Rawls Theory•, American Political Science
de bienes primarios. Esta nueva dimensión puede ser utili- Review, 64, 1975. ·
zada de más de una manera, entre las que la igualdad de ca- 6. Tal y como se mencionó en la nota 4, las condiciones de la
igualdad requerirían la modificación a falta de continuidad del tipo
pacidades básicas sólo es un~ de tantas. apropiado. Las transferencias deben realizarse de modo que la ganan-
Por último, la mayor parte de esta conferencia ha girado cia de utilidad marginal de los beneficiados de una transferencia su-
en torno al rechazo de las pretensiones de la igualdad utili- plementaria no sea mayor que la pérdida de utilidad marginal de los
perjudicados.
tarista, de la igualdad del total de utilidad y de la igualdad 7. Hare, 1976, pp. 116-117.
rawlsiana para proporcionar un fundamento suficiente a la 8. John Harsanyi, «Non-linear Social Welfare Functions: A Rejoin-
cuestión moral de la igualdad, incluso para aquella parte der to professor Sen•, en R. E. Butts y J. Hintikka, eds., Foundational
que se ocupa de las necesidades, y no de lo que se ofrece. He Problems in the Special Sciences, Dordrecht, Reidel, 1977, pp. 294-295.
9. Collective Choice and Social Welfare, San Francisco, Holden-Day,
afirmado que ninguno de los tres es suficiente, ni tampoco 1970, cap. 6 y sección 11.4; «Ün Weights and Measures: Informational
combinación alguna de los tres. Constraints in Social Welfare Analysis», Econometrica, 45, 1977. Véanse
l!sta es mi tesis principal. También he formulado la afir- también los argumentos de T. M. Scanlon contra la identificación de la
mación constructiva de que esta laguna la puede estrechar la utilidad con la «urgencia• En su trabajo «Preference and Urgency»,
Iournal of Philosophy, 72, 1975.
idea de la igualdad de las capacidades básicas, y también, ya 10. Para dos ejemplos muy ingeniosos de este ejercicio, véase Pe-
de forma más general, el uso de la capacidad básica como ter Hammond, «Dual lnterpersonal Comparisons of Utility and the
dimensión moralmente relevante, que nos lleve más allá de Welfare Economics of Income Distribution», Journal of Public Econo-
la utilidad y los bienes primados. Debería terminar indicando mics, 6, 19TI, pp. 51-57, y Menahem Yaari, «Rawls, Edgeworth, Shapley
and Nash: Theories of distributive Justice Re-examined•, Research Me-
que la validez de la tesis principal no tiene como condición la morandum, n.o 33, Center for Research in Mathematical Economics
aceptación de la afirmación constructiva. and Game Theory, Hebrew University, Jerusalem, 1978.
11. Véase Harsanyi, 1955, 1975, 1977.
12. Véase Thomas Nagel, «Rawls on Justice•, Philosophical Review,
83, 1973, y «Equality•, en su obra Mortal Questions, Cambridge, Cam-
NOTAS bridge University Press, 1979.
13. Este problema es mucho más complejo cuando el pastel total
l. J. Rawls, A Theory of Justice, Cambridge, Harvard University no es algo fijo, y si la maximización del total de utilidad no implique
Press 1971 pp. 17-22. Véanse también W. Vickrey, •Measuring Marginal necesariamente la igualdad de los totales de utilidad, a no ser que se
Utility by Reactions to Risk•, Econometrica, 13, 1945, y J. C. Harsanyi, hagan algunas suposiciones suplementarias, como por ejemplo, la falta
«Cardinal Welfare, lndividualistic Ethics, and Interpersonal Compari- de argumentos incentivos favorables a la desigualdad.
sons of Utility», Iournal of Política[ Economy, 63, 1955. 14. On Economic lnequality, Oxford, Clarendon Press, 1973, pp. 16-20.
2. R. M. Hare, The Language of Morals, Oxford, Clarendon Press, 15. Véanse John Harsanyi, «Non-linear Social Functions», Theory
156 AMARTYA SEN

and Decision, 6, 1976, pp. 311-312; Harsanyi, 1977; Kern, 1978; Griffin,
1978; Richard B. Brandt, A Theory of the Good and the Right, Oxford,
Clarendon Press, 1979, cap. 16.
16. Se hace una suposición de este tipo en mi Axioma débil de la
Equidad, propuesto en Sen, 1973, pero es demasiado exigente para re-
chazar el utilitarismo. Véase Griffin, 1978, para una crítica reveladora
del Axioma débil de la Equidad, en esta forma estricta.
17. Véase Sen (1977), y también mi trabajo cWelfarism and Utili-
tarianism•, Journal of Philosophy, 76, 1979.
18. Véanse P. J. Hammond, «Equity, Arrow's Conditions and Rawls'
Difference Principie», Econometrica, 44, 1976; S. Strasnick, cSocial Choi-
ce Theory and the Derivation of Rawls' Difference Principie•, Journal
of Philosophy, 73, 1976; C. d'Aspremont y L. Gevers, uEquity and Infor-
mational Basis of collective Choice», Review of Economic Studies, 44,
1977; K. J. Arrow, «Extended sympathy and the Possibility of Social
Choice», American Economic Review, 67, 1977; A. K. Sen, uOn Weights
and Measures: Informational Constraints in Social Welfare Analysis•,
Econometrica, 45, 1977; R. Deschamps y L. Gevers, «Leximin and Uti-
litarian Rules: A Joint Characterization», Journal of Economic Theory,
17, 1978; K. W. S. Roberts, «Possibility Theorems with interpersonally
Comparable Welfare Levels», Review of Economic Studies, 47, 1980;
P. J. Hammond, «Two Person Equity», Econometrica, 47, 1979.
19. P. Suppes, «Sorne Formal Models of Grading Principies», Syn-
these, 6, 1966.
20. Leximin -y maximin- se ocupan de los conflictos entre prio-
ridades posicionales, es decir, entre distintos rangos (tales como ula
última posición», «la penúltima posición», etc.) y no de las priorida-
des interpersonales. Cuando coinciden personas y posiciones (por ejem-
plo, si la misma persona ocupa la misma posición en cada estado),
los conflictos de posición se traducen directamente en conflictos per-
sonales.
21. Teorema 8, Sen, 1977. Véase también Hammond, 1979, para ex-
tensiones de este resultado.
22. Rawls, 1971, pp. 30-31.
23. John Stuart Mili, On Liberty, 1859, p. 140.
24. Sen, 1970, sobre todo el capítulo 6. También Sen, 1979.
25. T. M. Scanlon, 1975, pp. 658-659.
26. Rawls, 1971, pp. 60-65.
27. H. L. A. Hart, «Rawls on Liberty and It's Priority», University
of Chicago Law Review, 40, 1973; reimpreso en N. Daniels, ed., Reading
Rawls, Oxford, Blackwell, 1975.
28. John Rawls, «A Kantian Concept of Equality», Cambridge Re-
view (febrero de 1975), p. %.

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