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La diabetes no afecta sólo al enfermo en sí, también lo hace a sus familiares, que no tienen

que someterse algún tratamiento, pero sufren un fuerte impacto emocional y deben
adaptarse a un cambio de rol que les convierte en “cuidadores” de quien quizá siempre
les ha cuidado.
La presencia de un enfermo en el hogar provoca en la familia una reasignación de roles,
tareas y patrones de conducta entre sus diversos miembros para tratar de cubrir o
compensar los requerimientos de cuidado. Estos cambios pueden generar crisis que ponen
en peligro la estabilidad de sus integrantes y la del cuidador principal.

Las principales consecuencias son de carácter emocional: estrés, estados de ánimo bajo,
pérdida de la sensación de control y autonomía, sentimientos de culpa y frustración.
Muchos cuidadores cuentan con escasa ayuda de otras personas para realizar estas tareas,
algunas de ellas difíciles de asumir por una persona.
Su condición socioeconómica les impide disponer de ayuda contratada lo que provoca
una mayor dedicación y permanente disponibilidad al cuidado.
Supone en algunos la pérdida de oportunidades laborales, al no disponer del tiempo
suficiente para trabajar o formarse. Dejar de trabajar no solo implica perder un ingreso,
sino perder otros componentes del bienestar que brinda el trabajo.
El cuidado de estas personas es una tarea compleja y con la intención de
proporcionarle la mejor atención posible, se produce, en muchas ocasiones, por parte
del cuidador principal, un abandono de su propia salud.
El desgaste físico y psicológico que reconocen padecer muchos cuidadores se
intensifica especialmente cuando la enfermedad es crónica. En la actualidad se emplea
el término “sobrecarga del cuidador.
Estas suelen ser las condiciones de lo que se denomina sobrecarga del cuidador, la cual
se define como un “estado psicológico que resulta de la combinación de trabajo físico,
presión emocional, restricciones sociales, así como las demandas económicas que surgen
al cuidar de la persona dependiente.
Los trastornos de la alimentación son problemas de conducta serios. Puede ser que la
persona coma en exceso o que no coma lo suficiente como para mantenerse sana y
saludable.
La fatiga es la sensación de cansancio extremo, agotamiento o debilidad que puede hacer
que las tareas cotidianas se tornen más difíciles. La fatiga es un síntoma frecuente de
muchos tipos de artritis y enfermedades relacionadas.
La fatiga se produce cuando una persona siente una fuerte necesidad de descansar y tiene
tan poca energía que le es difícil iniciar y mantener la actividad. Es normal después de un
esfuerzo físico, estrés prolongado o falta de sueño.
El cuidado de la enfermedad crónica de un hijo, como la Diabetes Mellitus Tipo 1 (DM1),
puede generar grandes niveles de estrés, acompañados de sintomatología ansiosa-
depresiva
El estrés del cuidador se debe a la tensión emocional y física producidas por cuidar de
otra persona. Los cuidadores tienen niveles de estrés mucho más altos que las personas
que no son cuidadores.

La labor del
Cuidador desencadena una interrupción en su cuidado que origina una disfunción en
su calidad de vida, que debe ser evaluada para lograr su bienestar, teniendo en cuenta su
responsabilidad a la hora de tomar decisiones frente al cuidado del familiar.

Las causas más frecuentes del dolor muscular son la tensión, el esfuerzo, la sobrecarga y
lesiones menores. En general, este tipo de dolor está localizado y suele afectar solo
algunos músculos o una parte reducida del cuerpo.

Casi todas las personas sufren dolor e inflamación muscular de vez en cuando. El dolor
muscular puede involucrar un área pequeña o todo el cuerpo, e ir desde leve hasta
insoportable.

Si bien en la mayoría de los casos, los dolores musculares desaparecen por sí solos en un
período breve, en ocasiones pueden permanecer durante meses. El dolor muscular puede
manifestarse en casi todo el cuerpo, incluidos el cuello, la espalda, las piernas e incluso
las manos.

Esta situación puede contribuir a la aparición de niveles altos de ansiedad e incluso crisis
de angustia o ataques de pánico. Frecuentemente, la sobrecarga del cuidador se produce
por diversos motivos como la falta de apoyo externo o familiar, el sentimiento de
culpabilidad, la falta de tiempo libre o de ocio, la falta de descanso.

La taquicardia es un ritmo cardíaco irregular o acelerado, generalmente de más de 100


latidos por minuto, que puede llegar hasta 400. A este ritmo elevado, el corazón no puede
bombear sangre con oxígeno a tu cuerpo de manera eficiente.
Si el cuidador comienza a sufrir una taquicardia y piensa que va a sufrir un ataque al
corazón, aumentará la sensación de miedo y de ansiedad, incrementando así la
taquicardia.

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