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Pensamiento Pre-filosófico Egipto

Las creencias en la vida cotidiana de las sociedades antiguas, poseen la


gran necesidad de explicarse el origen del hombre y del universo.
Cada una de ellas va creando su concepción de cada uno de estos sucesos,
surgiendo así una la construcción de mitologías, para explicarse su existir.
Por lo que tendría que hacerse algunas preguntas como por ejemplo, ¿Por
qué es que suceden estos sucesos? ¿Quién es el que las origina?

Muchos filósofos griegos viajaron a Egipto para asimilar sus


conocimientos.

En el Mundo Antiguo el medio es enteramente personal. Un mundo lleno


de vida, todo es una relación recíproca.
El Mito revela una verdad metafísica. Es una forma poética que trasciende
la poesía, al proclamar una verdad.
Cuando buscaban una Causa no se preguntaban “cómo”, sino “¿quién?”.
Adjudicaban un carácter individual.

EGIPTO

- Se constituyó una civilización refinada, acepta otras filosofías, y se


caracterizó por su Universalismo y Sincretismo.
- Dos caracteres principales: el renacimiento diario del Sol y el
renacimiento anual del Nilo.
- Personificaron casi todas las cosas, sólo algunas adquirían la categoría de
Dios o Semidiós,
- Gran desarrollo de la Cosmología y de la Cosmogonía.

Los egipcios formularon un Cosmos según sus propias observaciones y


experiencias.

Para los antiguos egipcios no había diferencia entre Hombre, Dios y


Elementos del Universo.

La imagen del dios era el Dios para todo propósito operante. Los
delegados actuaban por el Rey. Eran Monofisitas: muchos dioses y
hombres, pero todos de igual naturaleza.

El Rey era dominador y educador, equilibrada de bondad y terror.


Aplicaban Lo Humano a Lo No-Humano.

El Rey, Faraón constituía una mezcla de amor y temor. El Rey era el punto
de contacto entre hombres y dioses. Impartía una justicia Superior a la
Ley.

El Reino Antiguo estuvo caracterizado por la Vida y la Acción. La Teología


Menfita, por los triunfos materiales, los ascensos burocráticos. Divinidad
del Faraón.
Pirámides y Tumbas como símbolos del poderío mundano.

Pensamiento Pre-filosófico Grecia

En la Grecia anterior al nacimiento de la Filosofía, la tragedia, la épica y la


lírica ofrecían desde el mito respuestas a todo el sentido del Universo y de
la vida, del mundo. Para ello se inspiraban en dos grandes vertientes
religiosas tradicionales: la tradición olímpica y la tradición órfica. Todo
este cúmulo de pensamientos era el existente justo hasta que el logos
irrumpiera en la vida de los griegos.
Con la tradición olímpica entramos en Homero, en la narrativa y discursos,
como podemos leer en la Odisea y la Ilíada. El ser humano es el
protagonista de su vida, pero siempre en dependencia directa con los
dioses. El hombre en ese momento se entiende como una unidad que
forma parte del todo, un todo al que también pertenecen los dioses, que
son los que dominan ese mismo todo. Pero los hombres y los dioses no
son iguales. Se diferencian en que los dioses son inmortales y los hombres,
no; los hombres tienen que morir. Son finitos y perecederos. De ellos se
espera la moral de los héroes: astucia, fuerza física y razón, lo cual los
eleva en rago por encima de lo humano aunque sin llegar a lo divino.
Por otra parte está Hesiodo, quien en su Teogonía, en la que se adentra en
la búsqueda de la verdad, deja la convicción de que detrás de todo caos
hay unas causas, aunque su reflexión no puede considerarse como
filosófica. Considera que los dioses derivan del caos, y de su relación con
los distintos elementos físicos, personalizados y divinizados, surgen
nuevos dioses. La unión entre dioses, por derivación, da lugar a toda la
realidad.
La tradición órfica se narra a través de los “Himnos órficos”, en el s. VI a.
C., en los que se plantan las bases de la mitología de Dionisos, el hijo de
Zeus y Semele, que fue devorado por los titanes a excepción del corazón,
que Atenea entrega a Zeus. Zeus, muy enfadado, destruye los titanes con
sus rayos y de las cenizas surgen los hombres que encarnan en su corazón
dos partes: el bien de Dionisos y el mal de los titanes. El ser humano tiene
una parte divina e incorruptible encerrada en una parte natural, negativa y
corruptible. Solo después de una serie de sucesivas reencarnaciones, la
parte divina se libera del cuerpo. Una visión del hombre que
recogerá Platón y que tendrá amplia repercusión en la cultura occidental.
En la tragedia el hombre se ve mezclado en la fatalidad de su destino, más
allá de sus deseos y de la propia voluntad. El héroe debe decidir entre la
resignación o la transgresión.
En la lírica se advierte la inquietud por el sentido de la vida mediante
temas como el paso del tiempo, la juventud, la belleza, la mujer, etc.

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