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Illari Alderete Cruz

Taller de Narrativa para Principiantes


Tarea: crónica del descubrimiento de la Piedra del Sol
24 de abril de 2019

Estratagema

Cortés se encontraba furioso luego de perder ante Cuitláhuac, no sólo la dignidad, sino
también dos dedos de la mano izquierda, se hablaba de que los mexicas poseían un “amuleto”,
un “aparato” que permitía que las energías del universo se conjugaran y elevaran el poder de
quien o quienes lo poseían. Cortés no podía concebir que un “aparato” con tales poderes
estuviese en posesión de unos salvajes, aunque bien vestidos, mexicas. La desesperación lo
hizo argüir un plan y, así, a finales de febrero de 1521, Cortés se reunió con los estrategas
del pueblo Tlaxcalteca para, de una vez por todas y para siempre, apoderarse de la gran
Tenochtitlan. El conocimiento topológico que había adquirido en los dos años que había
convivido con los tlaxcaltecas, le permitieron, junto con los consejeros, hacer un mapa de la
zona.
Entonces, se dio cuenta de que Tenochtitlan, pese a ser una zona nueva para él, poseía
rasgos en común con lo que ya conocía: las fortalezas y castillos que en la vieja España
comenzaban a derrumbarse por la falta de mantenimiento. Esas fortalezas y castillos,
diseñados para resistir a los invasores moros, también tenían un punto débil: durante los
asedios, una vez que se agotaban los recursos para sobrevivir, los defensores o huían o salían
a pedir piedad, pues no había fortaleza que tuviera alimentos para siempre ni hombre
dispuesto a pasar hambre por más de siete días.
Tenochtitlan no tenía como tal muros y ello iba a facilitar el dominio del territorio, lo
que al llegar, el 8 de noviembre de 1919, le pareció una desventaja para el ataque; el lago que
rodeaba a la ciudad, con el tiempo le pareció un aliado, pues el agua era más bien salada; si
bloqueaba las entradas de agua y alimentos a la ciudad, pronto los mexicas se rendirían,
además tenía que aprovechar el decaimiento de los pobladores por la misteriosa muerte de
uno de sus más aguerridos tlatoanis: Cuitláhuac.
El tiempo apremiaba y las presiones por parte de la corona isabelina para que enviase
más suministros y riquezas, lo obligó a llevar a cabo el plan. En abril Cortés inició el asedio
a la ciudad de Tenochtitlan, se había asegurado de hacer alianzas con todos los enemigos de

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los mexicas y había consolidado la lealtad de los suyos destruyendo los navíos para
convertirlos en bergantines que ayudarían al asedio. Algunos de los brujos de Huejotzingo,
le habían informado que el “aparato” se había encariñado de tal forma con su nuevo Tlatoani,
al observar su valor, que deseaba su sangre para que se unieran en el rito sagrado de los
dioses. Hernán Cortés no vio eso como los brujos señalaban; una bendición de los dioses para
el pueblo mexica, sino como una ventaja que le permitiría, si es que el objeto ese funcionaba,
tenerlo como aliado para matar a Cuauhtémoc. La suerte estaba echada.
El hambre, los muertos, las enfermedades, lograron que los dirigentes de la Triple
Alianza decidieran rendirse. El 13 de agosto de 1521 cayó Tenochtitlan. Cuauhtémoc fue
preso y torturado para que dijera en dónde se encontraban las riquezas y el dichoso objeto
mágico. Cuauhtémoc resistió estoicamente, pero la codicia llevó a los españoles a descubrir
los escondites. El 28 de febrero de 1522, Cortés mandó ahorcar a Cuauhtémoc, quien ni un
minuto dejó de sostenerle la mirada.
Cortés encontró el objeto que muy distinto de lo que pensaba, lucía más como una
escultura, empotrada en lo alto de una bóveda oculta del templo mayor, era circular,
aproximadamente de 3, 6 metros de diámetro, y en el centro parecía tener el rostro de un sol
descarnado, más tarde sabría que era Tonatiuh, dios del sol. Pese a que sabía que caería en la
idolatría, se postró frente a ella y agradeció el triunfo, pues con solo verla supo que la piedra
se encontraba agradecida con el sacrificio del tlatoani mexica. Entonces, le perturbó otra idea,
¿qué tal si el objeto deseaba también su sangre? Con tal claridad, mandó enterrarla, pues no
tuvo el valor de destruirla.
En 1790, casi 300 años después, encontraron al monolito en el fango, ninguno sabía
que el deshonor que Cortés le provocó al enterrarlo, produciría que durante siglos, quizás
milenios, la piedra del sol exigiría la sangre de los descendientes del conquistador para
restaurar el poder, que con años de sacrificios de los mexicas, había logrado obtener.

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