En el debate que existe en la filosofía ambientalista, uno de sus principales objetivos es
mostrar y establecer la existencia de un objetivo de valor intrínseco en la naturaleza. Una meta es que no es un mero antropocentrismo, es decir que no es una mera proyección de la conciencia humana en la naturaleza. Este valor antropocentrista, es insuficiente para una ética ambientalista, debido a que tal valor pone al mundo natural meramente para satisfacer los deseos y necesidades humanas1. Acorde con este punto de vista, la naturaleza no posee un valor hasta que es un recurso para los seres humanos. La preocupación de tener una ética ambientalista de este carácter, supone que pondría a la naturaleza como un recurso que se pueda usar en cualquier modo que al humano le plazca. Por esto algunos filósofos han rechazado esta ética ambientalista para formar otras posturas. La ética ambientalista ha dividido esta opción desde que el campo de estudio, se volvió un tema aparte de la filosofía. Por un lado, algunos filósofos argumentan que la ética ambiental debería concernir a las entidades, como las especies y los ecosistemas, por el otro lado argumenta que lo que debería concernir siempre deberá ser directamente a los organismos individuales.
El trabajo de Holmes Rolston es representación de la teoría holista de una ética
ambientalista, y el trabajo de Paul Taylor es a su vez representación de la postura ética ambientalista individualista. Este debate ambientalista es entre la postura “holista” y la “individualista”. La primera generalmente proclama que los organismos pueden ser justamente utilizados por el bien (ejemplo, estabilidad e integridad del individuo) de ecosistemas y especies. Opuestamente, la individualista, clama que el deber de organismos individuales toma prioridad sobre la protección de un todo, como un ecosistema o un conjunto de especies. La decisión de proteger ecosistemas sobre los individuos, o proteger a los individuos sobre de los ecosistemas, requiera un discernimiento moral que se refleje en la práctica. Ambas posturas parece que cargan con dar un carácter ontológico y racionalista a la naturaleza, donde centra el “deber” entre la acciones correctas e incorrectas en la naturaleza2. Este tipo de razonamiento, es uno que basa la ética en la razón sobre la intuición o el sentimiento. Un ejemplo de este tipo de ética es la de Kant. Donde los sentimientos y los deseos son irrelevantes en la determinación del “deber” porque la razón (siguiendo con Kant) es el camino para el conocimiento moral de la naturaleza en sí misma.
1 LYNNE SHEPPARD, Aryne, TWO RATIONALIST-DEONTOLOGICAL APPROACHES IN ENVIRONMENTAL ETHICS. Canada, 2000. The University of Guelph, The Faculty of Graduate Studies, p. 4 2 Ibid., p. 2